Temporada 4 – Programa 10 – Hipatia, sabia y mártir

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Redacción y voz: Marina García
Grabación y edición: Marina García e Inés Martínez

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Hipatia de Alejandría, sabia y mártir

Hipatia nació en el año 370 d.C., aunque algunas crónicas sitúan su nacimiento en el 355. Fue una joven matemática y filósofa de Alejandría. Griega por su educación y cultura, egipcia por la ubicación de Alejandría y romana porque en su época la ciudad del delta del Nilo formaba parte del Imperio Romano. De su madre no hay ninguna referencia, pero su padre fue el famoso Teón de Alejandría, gran filósofo y matemático de la época.

Teón la educó desde niña para hacer de ella un individuo completo según el ideal griego, un ser humano perfecto que cultiva tanto el cuerpo como la mente reuniendo sabiduría, belleza y razón. Instruyó a su hija en las ciencias, en el ejercicio de la mente y le enseñó a observar el cielo y sus siete esferas conocidas. Así, el ejercicio físico y los baños relajantes se combinaron en su formación con el cultivo de las artes, las ciencias y la música. Además, para completar su educación viajó a Roma y Atenas, donde estudió filosofía, astronomía, matemáticas, física y lógica.

Algunos historiadores creen que muchos escritos atribuidos a Teón fueron en realidad obra de su hija. Su talento y dedicación fueron recompensados con el puesto de directora del Museo de Alejandría por méritos propios en un mundo masculino en el que no había espacio para la formación y libertad de las mujeres.

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Representación de Hipatia contemplando Alejandría

Representación de Hipatia contemplando Alejandría

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Además de científica del museo, se convirtió en una renombrada profesora que daba lecciones públicas sobre Platón y el pensamiento neoplatónico y seguramente Aristóteles atrayendo numeroso público. Es considerada un icono de la sabiduría y una mujer adelantada a su tiempo, marcó un punto de inflexión entre la cultura del razonamiento griego y el oscurantismo medieval. Hipatia desentrañó en los papiros de la Biblioteca los conceptos más complejos de la geometría, la filosofía, la astronomía y otros saberes. Los historiadores dicen de ella que “superó en inteligencia a su padre y se dedicó a todas las cuestiones de filosofía”. Analizó el Almagesto de Tolomeo el gran pilar de la Astronomía de entonces, y escribió obras como el Comentario de Teón de Alejandría sobre el libro III de Almagesto.

Los testimonios conservados sobre la figura de Hipatia y su trágico final proceden de dos historiadores eclesiásticos, Filostorgio y Sócrates el Escolástico, que escribieron unos veinte años después del crimen y no ocultan su reprobación ante lo espantoso de aquel acto fanático. También del neoplatónico Damascio de Damasco, que escribió medio siglo más tarde, recogiendo ecos y datos de tan escandaloso suceso así como del obispo Juan de Nikiu, mucho más tardío.

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Damascio nos dice que fue «De naturaleza más noble que su padre, no se contentó con el saber que viene a través de las ciencias matemáticas a las que él la había introducido, sino que, no sin altura de espíritu, se dedicó también a las otras enseñanzas filosóficas». Es decir, Hipatia siguió las enseñanzas del padre matemático, pero fue más allá en sus estudios de los movimientos de los astros y, sobre todo, al ampliar el horizonte de sus investigaciones desde la ciencia hacia la filosofía. Eso la hizo famosa y atrajo hacia ella a muchos oyentes y discípulos. Por otra parte, Juan, obispo de Nikiu (una diócesis del delta del Nilo) habla de la filósofa como de una bruja. Escribió casi tres siglos después del asesinato de Hipatia, en el texto que ofrece más detalles sobre su muerte.

Aunque todos sus escritos se han perdido, existen numerosas referencias a ellos. Su trabajo más extenso fue el de álgebra, escribió un comentario sobre la Aritmética de Diofanto (considerado como el padre del álgebra) en el que incluía soluciones alternativas y nuevos problemas. También escribió, en ocho libros, un tratado sobre la Geometría de las Cónicas de Apolonio (donde explica las órbitas irregulares de los planetas). Colaboró con su padre en la revisión, mejora y edición de los Elementos de la Geometría de Euclides, cuya edición es la que aún se emplea en nuestros días, escribiendo un tratado sobre el mismo. Escribió un Canon de Astronomía, dedicándose además a realizar la revisión de las Tablas Astronómicas de Claudio Ptolomeo, conocidas por su inclusión en el Canon Astronómico de Hesiquio. También cartografió diversos cuerpos celestes y confeccionó un planisferio.

Hipatia contribuyó a la invención de aparatos como el astrolabio plano que sirvió para medir la posición de las estrellas, los planetas y el Sol así como  el aerómetro. Entre las teorías científicas, defendió el heliocentrismo e hizo estudios sobre el peso específico de los líquidos y sobre geometría euclidiana. También desarrolló un aparato para la destilación del agua, así como un hidroscopio para medir la presencia y el nivel del agua, y un hidrómetro graduado de latón para determinar el peso específico de los líquidos. Por último, se la supone inventora del aerómetro, instrumento que se usa para medir las propiedades físicas del aire u otros gases.

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La Ilustración rescató la figura de Hipatia del olvido, considerándola una de las primeras víctimas del fanatismo religioso y la última gran sabia de la Antigüedad. Pese a todo esto, la vida de ésta mujer sigue siendo y será digna de admiración y respeto, ya que superó los límites sociales de su época convirtiéndose en una afamada filósofa y sabia en un mundo de hombres.

Es considerada el símbolo del pensamiento libre ante la intolerancia. “Hipatia es la primera mujer de ciencia cuya vida está bien documentada”. “Fue la última científica pagana del mundo antiguo, y su muerte coincidió con los últimos años del Imperio romano”. Hipatia, “ha llegado a simbolizar el fin de la ciencia antigua”.

 

El problema es que Hipatia era pagana y las fuerzas vivas del cristianismo, convertido desde el 391 en religión oficial y única del Imperio Romano, consideraban todo lo pagano, incluido el conocimiento científico, como perseguible. Desde que el emperador Teodosio I había proclamado el cristianismo como religión única del Imperio, el poder eclesiástico se había instalado en las ciudades e iba asfixiando los reductos del paganismo. Actuaba con una intolerancia feroz, no sólo contra los adeptos a los antiguos cultos, sino contra los disidentes de todo tipo, ya fueran herejes o judíos, muy numerosos en Alejandría. En tiempos del obispo Teófilo se intentó destruir todo lo que no viniera de la Biblia, como los libros y los templos helénicos. Hubo revueltas y muertes, y muchos paganos se convirtieron ante la presión que sufrían. Hipatia se negó e inicialmente se salvó porque el gobernador romano la ayudó frente a la jerarquía cristiana. Pero el nuevo obispo de Alejandría, Cirilo –luego canonizado por la Iglesia–, la tachó de bruja y hechicera, y se cree que estuvo detrás de su trágico final.

En el año 415, en plena Cuaresma, Hipatia fue golpeada, desnudada, violada, arrastrada por la ciudad para ser finalmente, asesinada por los parabolanos, un grupo de monjes integristas que promovían violentos disturbios para demostrar su fuerza, destruir los templos de los infieles y acallar sus voces.  «Buscaron a la mujer pagana que había entretenido a la gente de la ciudad y al prefecto con sus encantamientos».Su muerte resonó como una campanada fúnebre en el ocaso de Alejandría, el antiguo centro de la ciencia, la cultura y el arte helenísticos.

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Fuentes

  1. Dzielska, M. (2009).Hipatia de alejandría (Vol. 42). Siruela.
  2. Clelia Martínez Maza, Hipatia, La esfera, 2009
  3. “La Última filósofa griega, Hipatia, la científica de Alejandría”, National Geographic España, 5 noviembre 2015.
  4. Domínguez Quintero. R.M.: “Hypatia de Alejandría, la primera mujer astrónoma”, El País, 29 abril de 2009. En: http://bit.ly/1qXzjXc. Consultado el 15/10/16
  5. Sanz, E.: “La historia de Hipatia de Alejandría”, Muy Historia, 4 Abril 2015

Webgrafía:

  1. http://bit.ly/1sXsW8g
  2. http://bit.ly/2m4olId
  3. http://bit.ly/2lZsTPC

Fuentes de las imágenes:

Figura 1: http://bit.ly/2lrGQm5

Figura 2: http://bit.ly/2lYSh8d

Figura 3: http://bit.ly/2lYTufL

Figura 4: http://bit.ly/1pgJWIJ

Figura 5: http://bit.ly/1pgJWIJ

Figura 6: http://bit.ly/1th8Hku

Figura 7:http://bit.ly/2mDFZ1Z

Marina García Soto

Alumna de cuarto del Grado de Historia de la Universidad de Murcia

Para Radio Cepoat: el Canal de la Historia

Temporada 3 – Programa 10 – Zalmoxis

 

Representación de Zalmoxis en The Pagan Beanstalk

Sinopsis

Zalmoxis, el dios que quizás pudo haber sido un hombre, fue la deidad más importante y fascinante del pueblo de los dacios. En este programa hablamos de sus controvertidos orígenes, de su repercusión en la época y de su misteriosa y súbita desaparición.

Redactado y presentado por Francisco del Cerro
Grabación y Postproducción: Inés Martínez

 

Zalmoxis, el dios humano

La religión de los dacios y los getas, habitantes del territorio de lo que sería la actual Rumanía y Moldavia, es de gran interés. Esto se debe a que no es una religión politeísta al estilo de otros pueblos de la Antigüedad, sino que es henoteísta. ¿Qué quiere decir esto? Pues simplemente que se reconoce la existencia de varios dioses, pero solo uno de ellos es suficientemente digno de adoración por parte del fiel. Podríamos decir que es como un monoteísmo que permite la existencia de más dioses aparte del principal, que sería Zalmoxis y del que vamos a hablar a continuación.

Dirá Heródoto, refiriéndose a los mencionados getas, que “se creen inmortales”, ya que “creen que no mueren y que si alguno perece, marcha al encuentro de Zalmoxis, un ser sobrenatural”. Según él, Zalmoxis había sido un esclavo de Pitágoras y que una vez obtuvo la libertad, se enriqueció y volvió a su tierra natal donde se encargó de transmitir las enseñanzas que había aprendido de Pitágoras, junto con la consideración de la inmortalidad del alma. Nos cuenta también Heródoto, que Zalmoxis llevó a cabo una especie de artimaña basada en la construcción de una habitación subterránea con todo lo necesario para sobrevivir durante un tiempo prolongado, y que, una vez terminada, desapareció y se encerró en dicha habitación durante tres años. Al cuarto año salió y su gente creyó que había resucitado de entre los muertos.

Estrabón, por su lado, cambiará la versión de Heródoto en tanto que Zalmoxis aprenderá de Pitágoras, no ya la noción de la inmortalidad que hemos mencionado antes, sino conocimientos sobre los cuerpos celestes, además de mencionar un viaje a Egipto, la tradicional tierra mágica y mística en aquella época. Una vez vuelve a su tierra natal, Zalmoxis se labrará su fama en las altas esferas de su sociedad y conseguirá ser consejero del mismísimo rey. Hecho esto se retirará a una cueva situada en la cumbre de una montaña donde únicamente recibirá al rey o a sus sirvientes. Con el paso del tiempo, dicha cumbre será alabada como un lugar sagrado y Zalmoxis pasará de mensajero de los dioses a divinidad en sí misma.

Sea como fuere, estamos hablando de la creencia en un hombre que es divinizado, lo cual difiere de los dioses habituales que existen desde siempre y que suelen estar asociados a elementos de la naturaleza. Esto es importante a la hora de la llegada del Cristianismo, pues se cree que facilitó la asimilación de esta religión y de la figura de Jesucristo, que al igual que Zalmoxis había muerto y resucitado. Quizás sea por esto, que la figura de Zalmoxis, que había sido tan importante tanto para los dacios como para los foráneos, desaparezca tan repentinamente.

FUENTES

BIBLIOGRAFÍA

  • ELIADE, M. Zalmoxis: The Vanishing God: Comparative Studies in the Religions and Folklore of Dacia and Eastern Europe, University of Chicago Press, 1972, Chicago.
  • ELIADE, M. Bajo el signo de Zalmoxis, Universidad de Zaragoza, 2008, Zaragoza.

Francisco del Cerro Hernández

Alumno de 3º del Grado de Historia de la Universidad de Murcia
Para Radio CEPOAT: El canal de la Historia