El PERI del Molinete

En el año 1993, el Ayuntamiento de Cartagena convocó un Concurso Internacional de ideas para el desarrollo del barrio del Molinete. Dicho Concurso, con bases estrictas y programa detallado, fue ganado por los arquitectos Atxu Amann, Andrés Cánovas y Nicolás Maruri.

En el año 1994 se convocó un segundo Concurso, ganado también por dicho equipo. En el año 1996 se produjo el encargo de dicho proyecto y se presentó una primera versión en 1998.

Después de un proceso de participación social intenso y de una segunda versión, se aprobó el Plan Especial de Reforma Interior del Molinete en el año 2000.

En el año 2001 el PERI del Molinete recibió el Premio de Urbanismo de la Región de Murcia.

A partir del año 2002 se produjeron los sucesivos Proyectos de urbanización de dicho entorno que se han desarrollado hasta la actualidad.

(Atxu Amann – Andrés Cánovas – Nicolás Maruri)

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PERI del Molinete. Atxu Amann – Andrés Cánovas – Nicolás Maruri, 2000.

Paralelamente a las actuaciones arqueológicas acometidas desde 1993-1995 y olvidadas las propuestas de urbanización de 1995, el Ayuntamiento confió en 1996 la redacción de un plan urbanístico a un equipo de arquitectos. A comienzos del 1998 se sometió a exposición pública un avance del nuevo proyecto. Las actuaciones urbanísticas que se programaban en el Molinete suscitaron un resurgimiento de viejas hostilidades. Fueron múltiples estamentos de la ciudad quienes, sin pretenderlo, se unieron en defensa del patrimonio arqueológico dejando notar su manifiesta discrepancia con el nuevo proyecto. Fueron muchos los ciudadanos que se movilizaron, aunque adquirió especial protagonismo la figura de Blanca Roldán, que por su condición de arqueóloga, concejala en la oposición y representante de una asociación conservacionista, sintetizaba las principales corrientes que mostraron su discrepancia al proyecto.

Durante varios años la ciudad asistió a un movimiento social y lucha política reivindicativa del Molinete. Tan pronto retoñaron, como luego languidecerían o sucumbirían, varias asociaciones conservacionistas que desplegaron una activa oposición a los planes del Ayuntamiento. Se buscó, y se obtuvo, el apoyo de otras instituciones garantes del patrimonio histórico a nivel nacional. Se organizaron recogidas de firmas, vibrantes debates públicos y manifestaciones callejeras o marchas casi multitudinarias. Los medios de comunicación local y regional acogían de manera casi permanente tanto noticias como artículos de opinión, llegando incluso a trascender a medios de ámbito nacional. Incluso el territorio, que históricamente había sido dominado por un colectivo, daba la impresión que empezaba a verse acosado por el encanto de la arqueología: “Quejas vecinales de que la prostitución invade las ruinas del cerro del Molinete”. Ninguna esfera social podía a duras penas sustraerse a un debate que progresivamente había ido centrándose en cuestiones puntuales del nuevo proyecto. La confirmación de esa repercusión social quedó de manifiesto cuando, después de su aprobación inicial por el Ayuntamiento (11-9-1998), el plan quedó sometido a información pública y formulación de alegaciones. En un mes se recibieron 2510 escritos de alegaciones; excepto ocho, el resto planteaban cuestiones relativas a la conservación del patrimonio arqueológico, lo que provocó una demora en la aprobación del documento final. Sin embargo, después de inequívocas concesiones por parte municipal, se alcanzaría el consenso político y social que permitió que en 2001 el Ayuntamiento aprobase definitivamente el Plan Especial de Reforma Interior del Molinete. El patrimonio arqueológico aparentemente había salido robustecido. Además, el nuevo proyecto recogía específicamente, en un anexo, una Normativa de Protección de Restos Arqueológicos, lo que en principio se manifiesta como una garantía. Este es el germen más inmediato del actual proyecto de Parque Arqueológico del Molinete

(Miguel Martín Camino)

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Entre las principales bondades del PERI del Molinete cabe destacar que el área arqueológica en él prevista tendría 21.357 m2 delimitada por un perímetro vallado para su protección, siendo la superficie destinada al futuro Parque Arqueológico de unos 25.600 m2. El PERI reducía sensiblemente la superficie a edificar en una quinta parte de lo previsto en proyectos anteriores, con lo que el número de viviendas permitidas sería de unas 280; la altura propuesta para los edificios se rebajaba a tres alturas, planta baja y ático. De esta forma, nunca se entorpecería la visión de la silueta del Cerro del Molinete, pues en ningún caso los edificios podrían sobrepasar su altura. Por otro lado, solo se permitirían las construcciones en las laderas Norte y Oeste, allí donde los restos arqueológicos son casi inexistentes, bien por estar arrasados o en muy malas condiciones de conservación; no se construiría ni en el cerro ni en la ladera meridional. Además, se imponía la obligación de excavar siempre antes de edificar y se prohibía el recurso a las cimentaciones con “losa armada”.

(Blanca Roldán Bernal)