Universidad de Murcia SIN HUMO

HISTORIA DEL TABACO

Origen y expansión

El papel de las tabacaleras

Origen y expansión

Un 28 de octubre de 1492, Colón y sus hombres llegaban a las costas cubanas, donde observaron que los indígenas expulsaban humo por la boca, un humo que procedía de unos cilindros con hojas secas: el tabaco. Su consumo se asociaba a fines mágicos, religiosos y medicinales.

La planta del tabaco, la "Nicotina Tabacum", de cuyas hojas se obtienen diferentes variedades destinadas al consumo humano (cigarrillos, cigarros puros, picadura de pipa, rapé, tabaco de mascar, etc.), es originaria de la zona del altiplano andino, aunque cuando fue descubierta por los europeos ya se hallaba extendida por todo el continente. Los conquistadores, a su regreso, junto a otros productos, trajeron también el tabaco y cómo no, el hábito de su consumo.

 

En Francia, el consumo del tabaco fue introducido entre la nobleza al recomendárselo el embajador de Francia en Portugal, Jean Nicot (a quien debe su nombre científico Nicotina) a la reina Catalina de Médicis, como alivio a sus fuertes jaquecas. Su consumo se puso de moda entre las clases acomodadas, debido a esta atribución de propiedades curativas, casi milagrosas, aunque no como cigarro, sino en forma de polvo, el "rapé". Esta aureola medicinal, facilita su expansión, al tiempo que surgen las primeras prohibiciones de su uso, sin embargo no fueron suficientes para frenar el paulatino auge del mercado del tabaco.

A raíz de la invención de la máquina de fabricar cigarrillos durante la Revolución Industrial, el consumo de tabaco efectúa un salto cualitativo considerable, propagándose con un mayor ímpetu a partir de la 1ª Guerra Mundial (1914-1918). Desde la 2ª Guerra Mundial, a raíz de las transformaciones sociales que la siguen, se evidencia la incorporación de la mujer a su consumo hasta llegar a nuestros días. Ya entrado el siglo XXI, en muchos países de los considerados desarrollados como España, son muchas más las adolescentes mujeres fumadoras que hombres.

 

Desde hace siglos, numerosos han sido los partidarios y los detractores de este producto. Sin embargo, es en la última mitad del siglo XX cuando proliferan los estudios epidemiológicos que pondrán de manifiesto los efectos nocivos del tabaco.

Los principales factores que explican el considerable incremento de su consumo, son:

  • Fácil accesibilidad para cualquier persona adulta, joven o adolescente, tanto en lo que se refiere a la facilidad de adquisición como de consumo.
  • Estrategias publicitarias: a pesar de las progresivas restricciones publicitarias en los países desarrollados, la industria tabaquera gasta en publicidad más que cualquier otro sector líder del mercado.
  • Ausencia de medidas reguladoras (legislativas, sanitarias, etc.), ante los escasos conocimientos y concienciación que existían respecto a los riesgos que comportaba para la salud pública.

Todas estas circunstancias favorecieron que el consumo del tabaco se normalizase y trivializase hasta no hace mucho tiempo, de modo que no resulta sorprendente que en los 80 se alcanzasen los niveles más elevados de consumo de toda la historia.

El papel de las tabacaleras

En esta progresiva e imparable expansión, las industrias tabaqueras han tenido un gran protagonismo, puesto que fueron las principales promotoras de la universalización de su consumo. Han obtenido excelentes beneficios y erigido auténticos imperios económicos que en los últimos años se sienten amenazados en muchos países a causa de la legislación restrictiva de su publicidad y consumo, al tiempo que deben hacer frente a notorios pleitos multimillonarios, interpuestos por fumadores que han visto quebrantada su salud como consecuencia directa de su consumo.

Basta recordar el impacto producido por el Vicepresidente de Investigación y Desarrollo de la Brown and Williamson Corporation, Jeffrey Wigand, que expulsado de su empresa, en 1993, fue reclamado al año siguiente como consejero técnico por el destacado periodista Lowel Bergman para esclarecer unos documentos de la compañía Philip Morris. Sus afirmaciones ante la prensa y la justicia constituyeron un factor clave en el enjuiciamiento de las empresas tabaqueras que, como consecuencia, obligaron a pagar 360.000 millones de dólares a las personas damnificadas a causa del consumo de tabaco.

No obstante esta industria sigue embarcada en el propósito de ampliar su mercado, así las campañas publicitarias más recientes se dirigían a un público cada vez más joven.

Este hecho ha sido especialmente notorio en el caso de las mujeres, desde que se empezase a comercializar el tabaco light, la atención prestada al sector femenino desde esta industria ha ido en aumento.

Y no les ha salido mal: la gran inversión realizada en publicidad destinada a este fin se ha visto recompensada con un incremento del número de fumadoras.