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Blog de la UCC+I

null Transforma tu centro en un laboratorio de ciencia ciudadana y convierte a tus alumnos en biohackers

El enorme impacto de la Biotecnología en nuestra sociedad lo podemos apreciar incluso en los pequeños detalles. ¿quién nos iba a decir, a los que todos los años explicamos en clase la técnica de la PCR, que alguna vez escucharíamos a nuestras madres preguntarnos por ella, mientras te pasan un tupper con croquetas?

Aunque podemos pensar que las aplicaciones biotecnológicas solo están reservadas para los laboratorios de investigación de gran nivel, lo cierto es que resulta ser una de la ramas de la ciencia que mejor se puede adaptar a los que denominamos democratización de  la ciencia o ciencia ciudadana. O lo que es lo mismo, se pueden hacer trabajos de gran valor de forma muy barata.

En base a este enfoque, en el IES Juan Carlos I de Murcia nos hicimos una pregunta: ¿se puede emprender un proyecto de análisis de ADN mitocondrial en un instituto de secundaria para encontrar los ancestros de nuestros alumnos y alumnas? Sí, de esos análisis que salen en los anuncios y te dicen si eres vikingo y te emocionas imaginándote bajando de un drakkar con un hacha en ristre.

El reto no solo era que ellos mismos pudieran realizar casi todo el proceso, sino que con los datos obtenidos, y en unos momentos donde el racismo y la xenofobia crecen en todo Europa, pudieran reflexionar sobre los lazos que nos unen y sobre el largo camino que ha recorrido la humanidad en su conjunto.

La idea era replicar, a menor escala, el Proyecto Genográfico. Dicho proyecto se inició en abril del 2005 y estaba destinado a mapear las migraciones humanas en la historia. El resultado más espectacular fue la confirmación del origen principalmente africano de la humanidad y el poblamiento de América desde Asia.

Pues algo parecido es lo que hemos hecho nosotros en nuestro Instituto de Secundaria, gracias al Centro de Profesores y Recursos de Murcia (y que tu también puedes hacer). En nuestro proyecto, que hemos denominado “La fina hebra que nos une”, nuestro alumnado ha extraído su ADN mitocondrial, lo ha amplificado e identificado mediante electroforesis y purificado. La única parte del proceso que no pudieron hacer es la secuenciación, que la enviamos a un servicio externo. Una vez recibida su secuencia, ellos mismos analizaron los datos y utilizaron herramientas bioinformáticas para obtener su haplogrupo mitocondrial.

Con esos datos elaboraron un mapa, que cuenta el viaje que realizaron cada uno de sus ancestros, para que hoy todos estuvieran en nuestras aulas.

MAPA

Todo esto puede parecer muy caro, pero si has leído el spoiler del principio, ya sabes que no es así. En realidad, los reactivos para una PCR pueden salir por menos de un euro (si, menos de un euro, no está mal escrito) y existen protocolos de extracción “caseros” con los que puedes obtener ADN de pureza adecuada a un coste muy bajo. Por otro lado, enviar a secuenciar tu ADN te puede costar unos 13 euros. Esto último es lo más caro del proceso, pero mucho más barato que encargarlo a una empresa privada y la mayoría del alumnado (o sus padres) probablemente estaría dispuesto a asumir ese coste.

Pero, ¿qué pasa con el equipamiento? Los reactivos pueden ser baratos, pero ¿cómo puedo tener un equipo de PCR en mi instituto o mi colegio? La respuesta nos la ofrece la amplia comunidad de biohackers, que lleva bastante tiempo desarrollando hardware para estas aplicaciones.

Podemos encontrar equipos DIYBio para casi todo, pero lo mejor es que se han creado muchas start-up  que venden equipos ya montados, como por ejemplo termocicladores a precios muy bajos, como es el caso de la MiniPCR, que cuesta unos 600 euros y que es el que hemos probado desde el centro. Es cierto que aún siendo barato, puede ser que no dispongas de ese presupuesto en tu Departamento, pero siempre puedes pedir algún proyecto de innovación para financiarlo, hablar con las AMPA de tu centro, etc.

bateria

Hay de todo en la red, desde equipos de electroforesis completos con el transiluminador incluido, hasta centrífugas que puedes imprimir con una impresora 3D. Es el caso de la DremelFuge. Basta con imprimir el rotor y adaptar este a una multiherramienta tipo Dremel. El problema aquí no es alcanzar las velocidades necesarias para algunos protocolos (14.000 rpm) sino precisamente lo contrario, algunos de estos equipos alcanzan velocidades mucho más altas y nos podemos cargar la tapa de los microtubos.

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Autor: José María Espinosa Bernal, Jefe de Departamento de los Ciclos Formativos de Química del IES Juan Carlos I.

 

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