null Un estudio de la UMU utiliza la autofluorescencia de las microalgas para estudiar su adaptación a las condiciones ambientales

Estos organismos unicelulares se cultivan para biotecnología de los alimentos, cosmética o farmacia y en los últimos 30 años se ha añadido su uso como biocombustibles

Además de las bacterias o los ácaros, también existen algas de tamaño microscópico. El Laboratorio de Algología y el Servicio de Microscopía y Análisis de Imagen de la Universidad de Murcia (UMU) ha elaborado un nuevo protocolo para estudios fisiológicos en microalgas, es decir, para estudiar su función como seres vivos. Han tomado como organismo modelo a la alga roja Chroothece mobilis, una especie que puede colonizar desde hábitats con escasa iluminación, como las cuevas, o desarrollarse a pleno sol. También pueden vivir en aguas continentales o crecer en las profundidades del océano. 

Investigadoras UMU

 

La catedrática de Botánica del Laboratorio de Algología de la UMU Marina Aboal explica que además de la clorofila, que es esencial para realizar la fotosíntesis, tienen pigmentos accesorios que pueden conferirles colores azulados, rojizos o anaranjados, los denominados ficobiliproteínas y carotenoides. El color se manifiesta según la proporción del pigmento correspondiente y su síntesis es una respuesta al ambiente en el que viven. “Las algas rojas, por ejemplo, suelen preferir lugares donde llegue poca luz como las profundidades del mar”, cuenta la investigadora. Las microalgas utilizan estos pigmentos para responder a los cambios en el hábitat y como son autofluorescentes pueden utilizarse para conocer la fisiología de estos organismos con la ayuda de un microscopio confocal.

Una especie de microalga para estudiarlas a todas

Este método desarrollado en la UMU permitirá realizar análisis fisiológicos a nivel celular de otras especies de microalgas y ayudará a ajustar las condiciones óptimas de crecimiento para su cultivo, lo cual puede ser muy útil en biotecnología de los alimentos, cosmética o farmacia, o conocer las condiciones más desfavorables para su desarrollo, que puede resultar de gran interés en el estudio del biodeterioro de monumentos arquitectónicos. “Los monumentos que están expuestos a la luz natural o artificial, como en las cuevas turísticas, pueden albergar comunidades de microalgas que ocasionan el denominado mal de la piedra. El crecimiento de estos organismos puede tapar las muestras artísticas como las pinturas rupestres, por ejemplo”, explica Aboal.

Este trabajo se ha realizado en colaboración con el Servicio de Microscopía y Análisis de Imagen y el Servicio de Biotecnología Vegetal del Área Científica y Técnica de Investigación (ACTI) de la Universidad de Murcia y el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. El protocolo ha sido publicado en la revista JoVE Journal, donde se publican artículos científicos en formato vídeo.