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null Cultivos en la probeta para superar el cambio climático

No hay escapatoria. El calentamiento global va a cambiar sin remedio el paisaje agrario de la Región. La enorme potencia científica de la Comunidad Autónoma, donde el año pasado se publicaron más de medio millar de artículos sobre agricultura y ciencias biológicas en revistas especializadas, se ha puesto al servicio del campo para encontrar alternativas que mantengan la buena salud del sector. El equipo de la catedrática de Fisiología Vegetal de la Universidad de Murcia (UMU) María Ángeles Pedreño trabaja en una vía singular para resolver ese futuro incierto que plantea el cambio climático y, de paso, mejorar la calidad de los productos hortofrutícolas: el cultivo 'in vitro' de bioestimulantes. 1

A diferencia de los extractos obtenidos a partir de material vegetal cultivado en el campo, los cultivos celulares en la probeta, explica la investigadora, «crecen con independencia de factores geográficos, estacionales y ambientales, y constituyen sistemas de producción renovables, homogéneos y estables». De este modo, se asegura una producción continua uniforme de biomoléculas de calidad, y además ocupando un reducido espacio y «en condiciones asépticas».

La aplicación sobre las semillas de estos bioestimulantes, extraídos de cultivos celulares vegetales, mejora su germinación y consigue unas plántulas más tolerantes a las variaciones que puedan experimentar las condiciones del clima y del terreno.

«Las tecnologías que se desarrollarán en esta propuesta contribuirán a la sostenibilidad agrícola», asegura la investigadora, «ya que se pretende incrementar el rendimiento de los cultivos, al tiempo que se protege el medio ambiente y se consigue una mayor eficiencia y racionalidad en el uso de recursos». Los ensayos se centran en tomate y pimiento, a los que también se pretende aumentar la calidad «y su cadena de valor», al tiempo que se reduce el uso de insumos. De este modo, asegura, se «evitarían las enormes pérdidas de material vegetal que tienen lugar justo al inicio del trasplante de las plántulas crecidas en los semilleros.  1

Sobre el origen de la investigación, Pedreño alude a la existencia de «una inquietud generada en los últimos años» en el sector agrario, sometido «a nuevos desafíos, como aumentar la productividad de los cultivos y hacer frente a la inseguridad alimentaria» ante un consumidor que ahora «demanda productos de mayor calidad y con importante valor añadido para una dieta saludable». Y todo ello en un contexto en el que se estima que el mundo alcanzará los 9.700 millones de habitantes en 2050 (casi 2.000 millones más que ahora), lo que obliga a «minimizar el impacto ambiental de la agricultura y preservar los recursos naturales» para las generaciones futuras.

Obtener una producción mayor, de mayor calidad, más saludable, en menor espacio, más competitiva y más sostenible conforma una compleja ecuación que pasa por despejar ante todo dos incógnitas: cómo lograr una reducción del uso de fertilizantes, para obtener alimentos más sanos y seguros, y cómo ser aún más eficaz en el uso del agua, un punto esencial para que la solución sea viable.  350

El menú, en detalle

Los estadios de germinación de las semillas y de desarrollo de las plántulas son momentos muy críticos, relata la especialista. Es ahí donde más interesa encontrar nuevas técnicas. Se debe tener en cuenta, explica, que el cambio climático, y las consecuentes alteraciones en los suelos, «están provocando pérdidas [durante eso estadios iniciales] en las cosechas de los cultivos hortícolas, que son los que más se producen en la Región de Murcia». Al mismo tiempo, «es una prioridad que la producción agrícola sea más respetuosa con el medio ambiente y proporcione alimentos más sanos y seguros».

La elección del tomate y el pimiento para estos ensayos está ligada a que se trata de «cultivos que son muy importantes en la Región de Murcia por la extensión de la superficie cultivable que se destina a estos productos hortícolas». El equipo de Pedreño, en realidad, ya cuenta con un bagaje previo en la aplicación de bioestimulantes en cultivos de brasicáceas, como brócoli, coliflor y colirrábano, donde han logrado «resultados positivos», como un «adelanto de la germinación con un menor gasto de fertilizante y tolerancia a la salinidad». Si los resultados de los ensayos en pimientos y tomates resultan igualmente satisfactorios, los investigadores tienen proyectadas actuaciones «encaminadas a su eventual valorización y comercialización con las empresas de semillas o de semilleros con las que hemos establecido colaboraciones». 

Cómo extraer negocio al tubo de ensayo

El desarrollo de bioestimulantes generados in vitro propone un doble beneficio para las empresas, según revela la académica de Ciencias de la Región de Murcia María Ángeles Pedreño, «puesto que, además de la comerialización de los productos hortofrutícolas, se obtendrá un beneficio económico adicional por la venta de estos bioestimulantes», de los que destaca «que son totalmente biodegradables y no tóxicos para las plantas y sus consumidores». La especialista, que es catedrática de Fisiología Vegetal de la Universidad de Murcia, está convencida de que «este sistema dará respuesta a la demanda actual del sector agrícola», que necesita al mismo tiempo «ser más respetuoso con el medio natural y obtener rendimiento económico». Pedreño augura que el proyecto que lidera sobre esta técnica «permitirá acelerar el descubrimiento de compuestos que aumenten el rendimiento de los cultivos en el contexto del escenario de cambio climático global, restaurando así la rentabilidad de la agricultura», al tiempo que crea «nuevas oportunidades de negocio para los mercados de agroquímicos». 1

De momento, explica, ya hay varias empresas del sector regional «probando nuestros formulados derivados de cultivos celulares como bioestimulantes para fortalecer semillas y plántulas frente al ataque de hongos y las condiciones edafoclimáticas desfavorables».

La comercialización de estos formulados bioestimulantes, detalla Pedreño, «dependerá fundamentalmente de dos factores: de los ensayos que se realicen en campo, una vez que las semillas y plántulas sean cultivadas en diferentes localizaciones geográficas y en diferentes tipos de suelo y condiciones climáticas dentro de la Región de Murcia», y, por otra parte, concluye, también dependerá «del tiempo necesario para efectuar y conseguir los registros de estos nuevos productos de origen vegetal».

Pie de foto: 1. María Ángeles Pedreño y Ana Belén Sabater, en el invernadero. 2. Cultivos celulares de brócoli y zanahoria. 3. Plántulas empleadas en un ensayo. 4. La doctora Sabater en el laboratorio.