Noticias

null LA UMU trabaja en la mejora de la protección de los hábitats marinos

Fuente: La Verdad

Grupo de investigaciónA 50 metros de profundidad la luz del sol llega muy atenuada y con una calidad espectral diferente a la que se recibe cerca de la superficie. Es la llamada «zona crepuscular», en la que resulta mucho más complicado moverse con escafandras autónomas y botellas de aire comprimido. La consecuencia científica es una clara dificultad para obtener censos de espacies en un entorno en el que la visibilidad es escasa. «Debido a limitaciones tanto fisiológicas como técnicas, para trabajar con comodidad a esas profundidades hay que usar mezclas de gases», explica el biólogo José Antonio García Charton. Quienes se adentran a esas honduras, por ejemplo, deben sustituir en parte el nitrógeno, que es causa de narcosis y de problemas de descompresión, por el más inerte helio, «una solución mucho más cara y compleja desde el punto de vista técnico», que ha derivado en que los estudios de los llamados fondos mesofóticos, entre alrededor de 30 y 120 metros de profundidad, sean «mucho más escasos y por ello mucho más desconocidos».

García Charton es el investigador principal del proyecto 'Ecología y conservación de peces de arrecifes mesofóticos mediterráneos' (Ecomesomed), con el que se busca mejorar la protección de estos hábitats marinos, que atesoran un importante potencial, también relacionado con la pesca, principalmente ante los cambios que el calentamiento global ya está dejando sentir en las aguas más superficiales.

Las claves

Mala visibilidad: Entre 30 y 120 metros resulta complicado censar peces con la mera observación por limitaciones tanto fisiológicas como técnicas.

Alternativa: La investigación estudia los poblamientos de especies con cámaras de vídeo, robots remotos y el análisis del ADN ambiental.

Refugio: Se trata de evaluar si los ecosistemas mesofíticos pueden conformar un refugio de especies frente al impacto humano.

«En los últimos años», abunda el científico, estos sistemas mesofóticos, «se han convertido rápidamente en un nuevo foco de interés científico», al «habernos dado cuenta de su importancia ecológica». García Charton incide en que se trata de fondos coralígenos ricos en especies cuyo valor «es crucial para la biodiversidad marina costera». Y apunta a algunas de gran interés, «como gorgonias y corales, formadoras de hábitat y que no aparecen en fondos más superficiales». Además señala el potencial único de estos ecosistemas mesofóticos para proporcionar a muchas poblaciones de peces «un refugio frente a los principales impactos humanos actuales que ya amenazan a las comunidades de aguas poco profundas», y cita la pesca, la destrucción de hábitats y el cambio climático. Al mismo tiempo recoge su capacidad para «contribuir en gran medida a la recuperación de esos fondos poco profundos».

Sin embargo, otros autores no creen que los arrecifes profundos sean tan similares a los superficiales, de modo que no actuarían en esa especie de contrapeso frente a las amenazas que acechan a estos últimos. Y además se considera que los arrecifes mesofóticos también sufren los impactos humanos, lo que esfumaría en buena parte su valor como refugio, por ejemplo. En este caso, nos encontraríamos con unos hábitats también precisados de protección.

El trabajo interdisciplinar que encabeza García Charton, y que está financiado por la Fundación Séneca, persigue, de este modo, «comprobar si el poblamiento mesofótico es diferente al más somero», al tiempo que trata de observar los efectos de la protección en los poblamientos de peces a esas profundidades. Para ello coteja los poblamientos de dos áreas protegidas (la Reserva Marina de Cabo de Palos e Islas Palos-Hormigas y la Reserva Marina de Cabo Tiñoso, ambas en la costa de Cartagena) con varios puntos sin protección, localizados en la isla de Escombreras y la costa de la sierra de la Fausilla, también en Cartagena.

Para superar la escasa visibilidad, que dificulta un conteo de peces convencional en este entorno más profundo, los investigadores han optado por echar mano de técnicas de vídeo remoto. Charton, que es profesor de Ecología de la Universidad de Murcia (UMU), apunta soluciones como el uso de «cámaras estáticas en el fondo (con y sin cebo) o vehículos operados remotamente (ROV por sus siglas en inglés)».

El investigador García Charton atribuye a estos fondos coralígenos ricos en especies un valor «crucial para la biodiversidad marina costera»

«En nuestro proyecto», precisa el especialista, «usamos dos métodos complementarios de vídeo para caracterizar el poblamiento de peces mesofóticos». El primero se basa en el uso de un sistema de tres cámaras capaces de captar una amplitud de 120 grados cada una, y combinadas de tal modo que permiten obtener una imagen de 360 grados alrededor de la estructura. A esta solución «la hemos llamado 'cámara de caída', o 'dropcam'», en inglés. La otra fórmula consiste en la obtención de datos a partir de recorridos de ROV de unos cien metros por trayecto filmado (vídeo-transecto). A todo ello se suma el estudio de los poblamientos de peces «mediante una técnica genética novedosa, el ADN ambiental, con la que se pueden realizar inventarios completos de todas las especies presentes a partir de muestras de agua tomadas en cada lugar».

La mejora y el importante abaratamiento de las técnicas de vídeo de los últimos años, y también de los ROV, abren «una ventana de oportunidad para estudiar los arrecifes mesofóticos mediterráneos a un coste relativamente bajo», subraya el investigador, que reitera «la necesidad de conservar estos ecosistemas únicos e importantísimos».

Actualmente, son arrecifes que ya están siendo explotados, aclara el profesor, principalmente por actividades pesqueras, y en menor medida turísticas, «pero sus características potencialmente diferenciadoras hacen que sean merecedores de estudio y protección».

La realidad es que son muy escasas las investigaciones en este tipo de fondos. De momento se han realizado sobre todo en zonas tropicales, pero en otras muchas regiones del mundo, «en especial en el Mediterráneo, y, por ende, en la Región de Murcia, siguen estando en gran medida inexplorados».

Financiación más cuantiosa

Por otro lado, el profesor de la UMU García Charton advierte de la importancia de financiar el salario del personal investigador en este tipo de proyectos, al que con demasiada frecuencia «resulta muy difícil darle continuidad», por lo que reivindica «una financiación de la ciencia mucho más cuantiosa». Es un punto clave para poder sumergirse en estudios como este, en el que el conocimiento más preciso de lo que ocurre en las profundidades puede sentar bases para mejorar las condiciones de nuestro castigado mundo.

Interés pesquero y mucha ayuda

El grupo que desarrolla el trabajo encabezado por el profesor José Antonio García Charton sobre ecosistemas mesofóticos comenzó a trabajar en este asunto hace dos años, con financiación del Servicio de Pesca y Acuicultura de la Región de Murcia, en el marco de un contrato de seguimiento de las reservas marinas de interés pesquero de Cabo de Palos e Islas Hormigas y Cabo Tiñoso. De ahí resultó un trabajo fin de master (TFM) del investigador Antonio Ortolano que incluyó la comparación varias técnicas de censo con vídeo ('dropcam', cámara de deriva remolcada por barco, uso de ROV) y censos visuales, en los que básicamente se tira de escafandra autónoma y botella de aire comprimido, para caracterizar fondos someros, que son los que se corresponden con profundidades de entre 15 y 20 metros. «Este trabajo permitió poner a punto el protocolo de muestreo a seguir», explica García Charton, quien también es coordinador de la iniciativa de ciencia ciudadana para el seguimiento de los efectos del cambio climático en la biodiversidad marina 'Centinelas del mar'.

En los trabajos colaboraron entes como el Instituto de Investigaciones Oceanográficas de Cartagena (CORI, por sus siglas en inglés), implicado en las operaciones con el vehículo remoto (el ROV), la Cátedra de Medio Ambiente de la Autoridad Portuaria de Cartagena-Campus Mare Nostrum, «que financió a nuestro equipo de la UMU y de CORI un pequeño proyecto, llamado Mesofotict», acrónimo de 'Estudio del poblamiento de peces en fondos rocosos mesofóticos en el entorno del Puerto de Cartagena', y que dio lugar a otro TFM, en este caso del estudiante de máster italiano Riccardo Nanni. Finalmente, el proyecto Ecomesomed, financiado por la Fundación Séneca, les ha permitido ampliar el radio de acción del estudio e incorporar «la caracterización de las especies presentes mediante ADN ambiental» junto con «una caracterización del hábitat estructural de los peces a esas profundidades». García Charton cita la ayuda también de colaboradores externos a la UMU, entre los que figuran tres especialistas del Centro Nacional Patagónico, de Argentina, y otro egresado de la UMU que ahora desarrolla su trabajo en la Universidad Jagiellonian de Cracovia, en Polonia.

Pie de foto: Los investigadores Víctor Orenes y José Antonio García Charton.