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null La UMU lucha contra el cáncer través de terapias fotodinámicas

Fuente: La Verdad

La luz da la vida. Y también puede sanarla. Las terapias fotodinámicas ya llevan tiempo aplicándose para el tratamiento del cáncer, por ejemplo, que es la segunda causa de fallecimientos en el mundo, tras las enfermedades coronarias, y quizá se convierta en la primera este siglo. Un grupo de investigadores, encabezado por el catedrático de Química Inorgánica de la Universidad de Murcia (UMU) José Ruiz López está desarrollando fototerapias basadas en metales para tratar mejor la enfermedad, sin inconvenientes como la la ausencia de oxígeno, que es curiosamente otro elemento esencial para vivir. 4

En esencia, resume Ruiz, «el objetivo principal es superar el talón de Aquiles de la terapia fotodinámica en condiciones hipóxicas, donde la concentración de oxígeno es inferior al 2%». Es decir, su equipo, formado por media docena de profesores de la UMU, una investigadora con una ayuda Juan de la Cierva y otra media docena de estudiantes de doctorado (dos graduados en Bioquímica y cuatro en Química), está abriendo una vía para superar el déficit de oxígeno que dificulta el uso de la luz para combatir el cáncer.

Básicamente, en una terapia de este tipo se precisan tres elementos: luz visible (o próxima al infrarrojo); un fotosensibilizador, que en síntesis es una molécula capaz de producir un cambio químico en otra molécula, y oxígeno, que compone el punto más complicado, ya que su presencia en este entorno es muy reducida, aunque esencial para lograr «un elevado estrés oxidativo, que finalmente induce la destrucción selectiva de las células cancerosas». Estos tratamientos, en general, son ambulatorios, lo que constituye «una enorme ventaja», en boca del especialista, y son compatibles con la cirugía y otras terapias convencionales.

Si se logran los resultados esperados, confía Ruiz, se habrá conseguido «una valiosa contribución a la sociedad, ya que, erradicando la totalidad de las células tumorales, se reducirían drásticamente las recaídas tumorales».

El reto consiste en lograr que unos «nuevos compuestos» actúen de forma selectiva sobre las células cancerosas, de modo que se puedan minimizar los efectos secundarios que producen otros fármacos y reducir la resistencia a determinados medicamentos. La terapia fotodinámica, abunda el investigador, permite «toda una serie de ventajas frente a la radioterapia convencional y la quimioterapia, dado que es mínimamente invasiva y está dotada de una elevada precisión, de tal forma que facilita una reducción considerable de los posibles efectos secundarios».

Más en detalle, lo que se persigue es un «diseño racional de una nueva generación de complejos ciclometalados de iridio, rutenio y platino luminiscentes y con propiedades antitumorales, para su potencial aplicación en tratamientos no invasivos como la terapia fotodinámica». En el proyecto, continúa el científico, «se tratará de profundizar y mejorar en la investigación de potenciales fotosensibilizadores, preferentemente en condiciones hipóxicas», es decir, con falta de oxígeno. Para ello se combinan métodos experimentales y teóricos de última generación. De ese modo esperan entender la química que subyace a estas estrategias y su efecto en los sistemas biológicos, añade. «El resultado exitoso del proyecto puede dar lugar a soluciones terapéuticas innovadoras para la quimioterapia basada en metales».

El equipo de Ruiz está formado por profesionales de diferentes ámbitos, ya que el proyecto «implica una combinación de química, fotoquímica y biología bien desarrollada» con la misión de «allanar el camino en la obtención de una nueva caja de herramientas de complejos metálicos para aplicaciones fotofarmacéuticas de una manera más sostenible y económica, con respecto al estado actual de la técnica». De esta manera, confían, se «garantizará el avance hacia una mejor comprensión del cáncer y la aplicación y consolidación de nuevas estrategias terapéuticas».

Este grupo, en el que ahora figuran tres estudiantes de doctorado financiados por la Fundación Séneca, obtuvo los primeros resultados sobre fototerapia basada en metales hace ya algo más de un lustro (se publicaron en 2017).

El desarrollo de nuevos agentes fotosensibilizadores «basados en complejos de metales preciosos con ligandos tipo polipiridina», que persiguen, se inspira «en el notable éxito de un compuesto de rutenio de este tipo conocido como TLD-1433 desarrollado por la doctora Sherri A. McFarland, que se encuentra actualmente en fase II de pruebas clínicas para el tratamiento de cáncer de vejiga invasivo no muscular en Estados Unidos y en Canadá», reconoce el coordinador del proyecto.

La docena larga de investigadores que se han propuesto avanzar en este campo desde la Región pertenece a la red estatal de excelencia Metalofármacos Multifuncionales para Diagnosis y Terapia y al Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB). En sus manos está dar, no solo luz, sino, en este caso, también oxígeno a la lucha contra el cáncer.

Fotones para sanar

La ciencia lleva milenios dando a luz nuevas técnicas de sanación. Literalmente. Los antiguos egipcios ya utilizaban la luz solar y extractos de plantas para el tratamiento de enfermedades de la piel como el vitíligo, explica el catedrático de Quimica Inorgánica de la Universidad de Murcia José Ruiz. La fototerapia moderna, en todo caso, se inició con el médico danés Niels Finsen, ganador del premio Nobel de Medicina en 1903 precisamente por su uso de la radiación de «luz concentrada» para el tratamiento del llamado 'lupus vulgaris', que es una forma de tuberculosis cutánea. Más recientemente, en 1974, comenzó el uso de la combinación del psoraleno, una sustancia vegetal sensible a la luz, con la luz ultravioleta A, «lo que convirtió a la fototerapia en un tratamiento estándar de enfermedades de la piel», apunta Ruiz. En 1993 fue aprobado, por primera vez, en concreto en Canadá, un medicamento fotoactivo, inicialmente utilizado para el tratamiento del cáncer de vejiga: el Photofrin. El especialista explica que el principio activo de este medicante, el porfímero sódico, «es un agente fotosensibilizador capaz de capturar la energía de la luz visible modificando sus propiedades físicas, químicas y biológicas». Con él, concluye, nació «la era de la terapia fotodinámica».

Pie de foto: Investigadores implicados en la investigación encabezada por José Ruiz. UMU