En apoyo a nuestro doctor honoris causa Francisco Rabal Valera

13:15 13/05/2024

Ahora que acaba de cumplir 40 años una película ya mítica, Los santos inocentes, no se habla precisamente de Paco Rabal por ese “Azarías” inolvidable, sino por cuestiones que nada tienen que ver con su talento o con la relevancia de su figura a nivel internacional. Para la Universidad de Murcia, que se honra de contar con el gran actor aguileño entre su elenco de doctores honoris causa, la desconsideración hacia su figura y memoria merece el más absoluto reproche.  

Francisco Rabal llevó su tierra por los platós del mundo, nos emocionó con Goya, Juncal o Nazarín, trabajó con grandes directores (Buñuel, Visconti, Chabrol, Saura, Almodóvar) y recibió premios en los mejores festivales de cine. Esos méritos son los que, en sí mismos, han hecho que nuestro honoris causa siga latente en la retina de la memoria. Su trayectoria artística es innegable. Y es lo único que debería prevalecer.


Cuando se trata del mundo de la cultura, con demasiada ligereza se confunde persona con personaje, y más si se pretenden buscar motivos de repulsa y obviar interesadamente las cualidades que dieron lugar a algún tipo de reconocimiento civil a un artista determinado. Pero negar una realidad para retirar una distinción que se otorgó a uno de los mayores actores que ha dado el cine español resulta casi tan esperpéntico como el “Max Estrella” de Luces de Bohemia que tan genialmente encarnó o como uno de los cuentos que creaba “Rocabruno” en Epílogo. Pura ficción.

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