SELA Y SAMPIL, Aniceto

Hijo de José González de la Sela Cancio y de Patricia Sampil y Sampil, nació en Santullano de Mieres (Asturias), cuenca minera del Caudal, en una familia acomodada de comerciantes. Su biografía transcurrió, “alternando sus actividades intelectuales con su dedicación a la industria familiar que nunca abandonó” (Fernández Rozas, 2010, 532). El Derecho sería su campo profesional prioritario (fue catedrático de Derecho Internacional durante 52 años, entre 1881 y 1933), como lo sería también el de su hijo, Luis Sela Sampil, que ocupó la cátedra de Oviedo a su jubilación, y el de su hermano varón, Inocencio, procurador de los Tribunales y de varias empresas del entonces pujante entramado empresarial asturiano, ámbito este en el que se movería también Aniceto en las últimas décadas de su vida activa.

Tras finalizar el bachillerato (14-6-1876) cursó Leyes en la Universidad de Oviedo, licenciándose en Derecho Civil y Canónico (30-8-1883) y doctorándose en esa especialidad en la Universidad Central de Madrid (curso 1881-1882) en la que estudió, a la vez, Derecho Administrativo, que concluyó en 1883. Durante esta fase formativa en Madrid, sus aficiones e intereses fueron diversos. Antonio Machado y Álvarez vio en este joven aficionado a la geografía (en 1885 sería Secretario de la Junta directiva de la Sociedad Española de Geografía Comercial), explorador y conocedor del territorio asturiano y “cuyo tesón se había mostrado en exitosas empresas culturales” (Pérez de Castro, 1971), un elemento a incorporar a sus estudios sobre el folklore nacional. En 1884 le ofreció encargarse de la puesta en marcha y dirección de El Folklore Asturiano, iniciativa para ese momento ya muy cuajada, aunque finalmente fallida, que, sin embargo, años después acabaría contagiando a su hija Josefa Sela, gran estudiosa del folklore asturiano y leonés. Más éxito tendría la vinculación que entonces estableció con sus profesores institucionistas, particularmente Giner de los Ríos, de quien se estima discípulo predilecto, despertando en él una vena pedagógica (activa y activista) que ya no le abandonaría. En 1882 se hizo accionista de la Institución Libre de Enseñanza (ILE) trabajando en ella durante seis años como profesor auxiliar primero y de Sección después, hasta su traslado a Valencia en 1888, cuando, tras algunos fracasados intentos, obtuvo la catedra de Derecho Internacional Público y Privado de esa universidad con 25 años (nombrado por R.O. de 9 febrero). Tomó posesión el 28 de ese mes, casándose el 16 de septiembre de ese año con María Sempil Hurtado, con la que tuvo ocho hijos.

Para ese momento, Sela, ya activo articulista, había precisado en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza (BILE) -aprovechando las ideas proporcionadas por los viajes de exploración a universidades de Europa hechos por conspicuos institucionistas, particularmente el de 1886- las “Reformas Universitarias” (1885) que España debía acometer. Ganada la cátedra, Sela sería el “hombre en Valencia” de Giner de los Ríos y los suyos, encargado de implementar un conjunto de actuaciones universitarias (y de extensión universitaria) susceptibles de contribuir a la regeneración de la vida nacional. En una universidad proclive a ese ideario (con Pérez Pujol todavía el rectorado de Valencia) Sela se volcó en las labores propias de su cátedra -publicando ya en 1889 y 1890 sus primeros textos: Derecho Internacional Público y Derecho Internacional Privado- a la vez que impulsaba en la ciudad de Valencia instituciones emblemáticas del regeneracionismo universitario, en las que desempeñó labores docentes y directivas: fundador, en 1888, de la Institución para la Enseñanza de la Mujer, profesor de la Escuela de Comercio para Señoras de esa ciudad en la que impartió Nociones de Literatura desde el 17-9-1888, y secretario de la Extensión Universitaria, experiencias que registró detalladamente con afán divulgativo y emulativo. La educación popular (la educación de la mujer, la de los obreros y la de los adultos de las clases sociales desfavorecidas), junto con el diseño de una reforma radical de la universidad española desde el punto de vista pedagógico e institucional en la línea de europeizarla, fueron tres actuaciones ensayadas en Valencia (divulgadas en artículos del BILE y en sistemáticas Memorias correspondientes, como refleja la bibliografía final), que Sela va a proseguir en el claustro de la Universidad de Oviedo durante las tres décadas siguientes, ya que, si bien la permuta de su cátedra valenciana de Derecho Internacional por la de Oviedo se concedió por cuatro años (hasta el 1 de noviembre de 1895, por R.O. de 28 octubre 1891), lo cierto es que Sela permanecería ya en Oviedo hasta su jubilación en 1933 (Decreto de 16-8-1933).

Su llegada al claustro universitario ovetense, -con modos de enseñar que despertaban el interés de sus colegas, particularmente las excursiones con su alumnado, que inmediatamente amplió al de la Extensión Universitaria-, consolidó al institucionista “grupo de Oviedo”, nucleado en torno a la recién creada Escuela Práctica de Estudios Jurídicos y Sociales. Muy activo durante el periodo finisecular, los discursos con que varios catedráticos del grupo inauguraron sucesivos cursos académicos se centraron precisamente en la universidad, su misión y sus enseñanzas: así, el de Adolfo Posada (1884-1885, De la enseñanza del derecho), Leopoldo Alas (1891-1892, El utilitarismo en la enseñanza), el propio Aniceto Sela (1893-1893, La misión moral de la universidad) y Rafael Altamira (1898-1899, Misión de la universidad en la obra presente y restauración del crédito nacional en el extranjero). Durante esos años Sela participaría en alguno de los viajes de institucionistas a universidades y centros de enseñanza europeos, como el realizado en 1894 con Posada y Buylla para estudiar en Francia (en este caso, escuelas primarias) una alternativa a los exámenes, cuya supresión había pedido el Congreso Pedagógico Nacional (1882). En esa dinámica, Sela afianza progresivamente su perfil pedagógico en el ámbito de la reforma universitaria, consolidando un liderazgo dentro de la Universidad de Oviedo pero también a escala nacional de modo indiscutible: en octubre de 1892, representando a la Universidad de Oviedo, participó en el Congreso Pedagógico Hispano-Portugués-Americano, en el que fue elegido secretario de su sección cuarta, presentando la ponencia “Modos como pueden contribuir las universidades a la cultura general”. A partir de ahí, y en el marco de las Asambleas Universitarias (convocadas al hilo de la propuesta de la Autonomía universitaria hecha por Romanones), Sela continúa representando al claustro ovetense tanto en la de Valencia (octubre de 1902) con la ponencia “Fin y organización de la universidad y autonomía que conviene conceder a las facultades o escuelas especiales que las constituyen”) como en la de Barcelona (enero de 1905, de la que fue presidente) titulada “Reorganización de la facultad de derecho”, ponencias ambas recogidas en La educación nacional…(1910), pp. 155-165 y 166-178 respectivamente. En ese texto se insertan también sendos Informes sobre las dinámicas y los acuerdos de cada una de esas Asambleas, que, en el caso de la de Barcelona, hizo por Orden del Excelentísimo Sr. Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes (MIPBA). Sela, junto a Buylla y Posada (la trípode pedagógica, como se la conocía despectivamente en sectores conservadores de la Universidad de Oviedo) fue también representante de la Universidad de Oviedo en el Congreso Internacional de Enseñanza Superior celebrado en Paris en 1900; asistiendo a la reunión celebrada en la Sorbona en la que se constituyó el Comité Internacional de los Juegos Olímpicos, cuyo presidente, Coubertin, había pedido expresamente la aquiescencia de Giner. En 1909 el Ministerio de Instrucción Pública premió a Sela por sus extraordinarios servicios a la ciencia.

Tuvo un intenso compromiso con la Escuela Práctica de Estudios Jurídicos y Sociales, de la que fue Jefe de Sección; con la Extensión Universitaria, creada en 1895, como docente (su Curso popular de derecho internacional surgió del impartido en el Casino Federal de Gijón) y secretario perpetuo de la misma, y con la Junta de Colonias Escolares de la Universidad de Oviedo, su impulsor desde 1894, de las que fue autentico entusiasta tras haber participado, junto a Cossío, en la primera organizada por el Museo Pedagógico Nacional en 1984 en San Vicente de la Barquera; un entusiasmo que mantuvo a lo largo de los años, contribuyendo a extenderlas a la provincia de León. Quizá ello justifique que sólo unos días antes de su muerte (Oviedo, 9-5-1935) el MIPBA le nombrase presidente efectivo de la Comisión Central de Colonias, Cantinas y Roperos Escolares, creada en el año 1935 (Gaceta nº 20, 30 abril 1935, Decreto).

La conexión con el magisterio regional fue también un objetivo de Sela, buscada a través desde la Extensión Universitaria de Oviedo (tal como registran las Memorias de misma, recogidas por Sela con minucioso detalle), considerándolo un auténtico brazo de la educación popular: las conferencias organizadas para este colectivo ya en el programa de 1901 las entiende Sela como ocasión para impulsar su asociacionismo profesional (que cuajaría en 1906) y su formación permanente, transformando las oficiales Conferencias Pedagógicas Caniculares y sustituyéndolas por Cursillos Prácticos y por nuevas instituciones como los Museos Pedagógicos Regionales e incluso una Facultad de Pedagogía. En las Conferencias de los años 1914 a 1916, lograda la inclusión de la EU en la comisión organizadora, Sela imparte ya charlas y cursos prácticos sobre “sus temas”, e impulsa exposiciones escolares. Finalmente, la Dirección General de Primera Enseñanza le nombra director del Curso de Perfeccionamiento para maestros nacionales de Oviedo, (R.O. de 1-6-1918), valorando su experiencia previa en este campo, al habérsele encargado por la Junta de Ampliación de Estudios la dirección de un curso preparatorio de maestros excursionistas al extranjero (R.O. de 11-9-1912). Presidente honorífico de algunas asociaciones locales de maestros (Pola de Lena), participó también en el Patronato de varias fundaciones escolares de la región (por ejemplo, con Buylla, Cossío y Azcarate, en el de la Escuela de Comercio de Salinas). Una mutualidad escolar de Turón llevó también su nombre por esos años.

Consejero de Instrucción Pública (R.D. Gaceta de Madrid, 184, de 2-7-1904); Vicerrector (1906-1914); Rector (1914-1917) y Rector interino, nombrado por el directorio militar, R.O. de 2-2-1924 y cesado el 6-5-24; Director General de Enseñanza Primaria entre diciembre de 1918 y abril de 1919, Vicepresidente de la Junta de Derechos Pasivos del magisterio nacional primario (R.O. 3-1-1919), Concejal y primer teniente alcalde del ayuntamiento de Oviedo, militó en las filas del republicanismo moderado.

Colaborador en revistas especializadas de los ámbitos del Derecho y Educación (BILE, Anales de la Universidad de Oviedo, revista Cultura e higiene), fundador de La República (1893) y El Progreso de Asturias (1903), utilizó con frecuencia la prensa periódica (El Globo, El Avance, El Heraldo de Madrid…), para tratar cuestiones de actualidad educativa (“El maestro en los cuarteles” ; “Escuelas y universidades ¿por dónde empezar?” ; “Bases de un proyecto de reorganización de la educación primaria en Oviedo”, etc., reproducidos en La educación nacional…(1910).

Considerado un “gran internacionalista”, “maestro de los más destacados internacionalistas españoles del siglo XX”, en su contribución docente a la construcción del incipiente derecho internacional se ha destacado su texto Derecho internacional (1911, con ediciones posteriores) al que había precedido un breve trabajo, Curso popular de derecho internacional, editado por la Universidad de Oviedo en 1902 recogiendo las siete lecciones impartidas en uno de los Cursos de EU de Gijón. Marcando línea hay que aludir también a los temarios que elabora para las oposiciones a los Cuerpos del Estado citados en la bibliografía. Tradujo, con prólogo y notas, el Derecho internacional público moderno, de L Neuman (Madrid: editorial La España Moderna, 1893). Fue Académico honorífico de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación (1919), miembro del Institut de Droit International (1921) y Presidente de la Asociación Francisco de Vitoria (entre 1929 y 1935) entre otros honores. En 1919 pronunció una conferencia en Burdeos (con cuya universidad la de Oviedo tenía hermanamiento) titulada “Concepción Arenal y le droit de guerre”, figura precursora del derecho internacional por la que mostró admiración.

En 1910 Sela dedicó a Giner de los Ríos la obra La educación nacional. Hechos e ideas, libro recopilatorio de buena parte de la actividad realizada en pro del proyecto institucionista universitario. Tras la dedicatoria, las palabras introductorias al texto dan cuenta del auténtico fracaso con que, en su opinión, se saldaron las esperanzas abiertas por el 98: “todo hueco y vacío, palabras, instituciones, organismos”. Con los mismos problemas en pie, Sela, contradiciéndose con la edición, dice no encontrar “mucha razón para poner (de nuevo) tales problemas ante la atención distraída de las gentes”. Y ciertamente en la segunda década de siglo, tras esa publicación, se advierte claramente un viraje en sus afanes. Fallecidos o jubilados algunos miembros del grupo ovetense, requeridos otros para puestos más altos en Madrid (el Instituto de Reformas Sociales, la Dirección General de Primera Enseñanza…), el Sela catedrático de derecho girará en sus devociones. Constituida la Asociación Patronal de mineros asturianos en 1913, este “hombre de negocios y capitán de la industria” se orientará hacia el mundo de los negocios. Fue Consejero del Banco Asturiano de Industria y Comercio, Secretario de la Unión industrial de Asturias y de la Asociación patronal de mineros asturianos; así como de la Comisión mixta de obreros y patronos mineros de Asturias. Entre 1921 y 1931 presidió el Consejo directivo de la Caja Asturiana de Previsión Social; fue director de la Revista Industrial minera de Asturias, órgano de la Cámara Minera de Oviedo.