MONTESINO CÁCERES, Pablo

Lugar de nacimiento

Fuente el Carnero, Zamora

Fecha de nacimiento

29-06-1781

Fecha de fallecimiento

15-12-1849

Lugar de actividad

Madrid

Profesión

Maestro/a
Pedagogo/a
Profesor/a
Profesor/a Escuela Normal

 

Pablo Montesino Cáceres nació en Fuente el Carnero (Zamora) el 22 de febrero de 1781. Empezó sus estudios en la Universidad de Valladolid desde donde se trasladó al año siguiente a la de Salamanca donde obtuvo los grados de bachiller en Filosofía (1800) y Medicina (1803) y el de licenciado en Medicina (1806). En Salamanca frecuentó los ambientes liberales que marcaron su vida. Empezó trabajando como médico militar entre 1807 y 1814, se afilió a la escuela liberal y luego trabajó como director de los baños de Ledesma y Alanje hasta que fue elegido diputado por Extremadura en el trienio liberal. Al finalizar este, en 1823, con la llegada de nuevo del absolutismo, tuvo que salir de España junto con otros muchos liberales por haber votado el 29 de junio a favor de la incapacidad para gobernar de Fernando VII.

Su exilio a Inglaterra (Londres e Isla de Jersey) implicó un cambio en su vida ya que, movido por la necesidad de educar a sus hijos, empezó a interesarse por los temas educativos. Comenzó a leer sobre educación, métodos educativos, instituciones docentes, y a ser consciente de la relevancia de la educación y, por tanto, de la conveniencia de que se extendiera a todos. Conoció instituciones entonces desconocidas en España, como las escuelas de párvulos, y el estudio de autores como Rousseau, Pestalozzi, Locke, Kant o Basedow, entre otros, afianzó sus intuiciones pedagógicas que se pueden sintetizar en la importancia de no desarrollar el memorismo abstracto en los niños, sino en la necesidad de examinar las cosas para conocerlas y así adquirir ideas junto con las palabras y no sólo éstas sin entender su significado. Conoció en Inglaterra la “Sociedad de escuelas británicas y extranjeras” y cómo funcionaba el sistema educativo nacional (inexistente entonces en España) y volvió a España convencido de que el avance de los pueblos dependía de su grado de instrucción por lo que toda su actividad se encaminó a poner en marcha un sistema educativo liberal en España.

La muerte de Fernando VII supuso para España el final del Antiguo Régimen y la instauración de un régimen constitucional. Los liberales exiliados pudieron volver y se comenzó a trabajar en una legislación que respondiera a las nuevas demandas políticas y sociales. Montesino se implicó en la puesta en marcha de un sistema educativo nacional, participando desde el primer momento en organismos directivos y consultivos del país. Fue nombrado en 1834 miembro de la Comisión Central para elaborar un plan de instrucción primaria; en 1836 formó parte de la Dirección General de Estudios y, desde 1836 hasta su fallecimiento en 1849 fue Consejero de Instrucción Pública. Fue también uno de los socios fundadores de la Sociedad para Propagar y Mejorar la Educación del Pueblo, creada en 1838 para promover la creación de escuelas de párvulos, entre otros objetivos, y promotor y director de la primera escuela Normal de Maestros creada en España en 1839. Además, fue el inspirador y primer presidente de la Sociedad General de Socorros Mutuos del magisterio primario creada en 1840, realizó constantes visitas a escuelas e institutos y publicó diversas obras explicando su pensamiento pedagógico. En estos años, su influencia fue mayor en los años de gobiernos de carácter progresista.

En cuanto a su participación en tareas legislativas, ocupó un lugar destacado en la redacción de la Ley y el Reglamento de Instrucción Primaria de 1838, siendo director del Boletín Oficial de Instrucción Pública desde su creación en 1841 hasta 1844.

En sus últimos quince años de vida, tras volver a España, además de preocuparse de la educación, participó activamente en asuntos políticos, culturales y sanitarios: fue Director de la Imprenta Nacional (18361843), miembro de la Junta Suprema de Sanidad, con la misión de prevenir y atajar la epidemia de cólera, y miembro de la Junta de organización del Cuerpo de Sanidad militar y de reforma de los Hospitales, entre otras. Perteneció a varios cuerpos científicos como la Academia de Ciencias, la Real Sociedad Económica Matritense, la Sociedad Médico-Quirúrgica de Cádiz o la Sociedad de Ciencias Médicas de Lisboa. Falleció en Madrid en 1849.

Pablo Montesino ocupó un destacado lugar en el contexto de las innovaciones educativas de la época y en la configuración del sistema educativo liberal. Las bases del sistema serían uniformidad, gratuidad y centralización de la enseñanza pública, la libertad de enseñanza (no entendida por todos de igual modo) y la existencia de tres niveles educativos, siguiendo el modelo francés, que permitirían racionalizar el caótico panorama que la educación presentaba en el Antiguo Régimen.

Los sucesivos gobiernos fueron adaptando esas bases a las posibilidades o necesidades del momento. A partir de 1833, se fue legislando sobre cada nivel educativo siendo la Ley Moyano de 1857 la primera que definió la estructura general del sistema educativo, instituciones docentes, profesorado, alumnado, administración, etc. Fue el inspirador de la Ley de 21 de julio de 1838 de enseñanza primaria. Es conocida como Ley Someruelos y fue la primera ley que trató de llevar a la práctica el ideario liberal de educación primaria. Esta Ley estuvo vigente durante casi veinte años y fue en gran parte recogida luego por la Ley Moyano. Tres de las mayores novedades de la Ley de 1838 fueron el reconocimiento expreso de la obligación de los padres de ocuparse de que sus hijos reciban instrucción (la falta de escuelas y de maestros, entre otros motivos, hicieron que el cumplimiento de esta norma fuera escaso); la necesidad de crear una Escuela Normal en cada provincia donde se formaran los maestros; y la referencia a las escuelas de párvulos que aparecieron por primera vez en la legislación en su art. 36, aunque sólo se indica que el gobierno debe favorecer su generalización dada su utilidad.

Esta Ley supuso contar con un plan de instrucción para todo el país: tenían que crearse escuelas en todos los pueblos de más de  100 vecinos, la creación de comisiones locales que se ocuparan de la aplicación de  lo establecido en la Ley,  a los maestros se les exigía tener 20 años y título, se crearían Escuelas Normales, debería haber plazas gratuitas para los niños de familias pobres y era obligación de los padres, tutores o responsables de los niños el  procurarles un grado de instrucción que pudiera hacerlos útiles a sí mismos y a la sociedad. Poco después, el 26 de noviembre de 1838, se promulgó el Reglamento para las escuelas públicas en el que se desarrollaban todos estos aspectos junto con cuestiones metodológicas, reconociéndose a Montesino como su inspirador al igual que lo fue de la Ley. A pesar de la inestabilidad política de la época, estas disposiciones se mantuvieron vigentes hasta que fueron integradas en la Ley Moyano de 1857. Por ello, se considera que Montesino fue el impulsor de la escuela primaria pública en España.

Destacaremos dos de sus aportaciones al desarrollo del sistema educativo español: su labor a favor de la creación de las Escuelas Normales, para profesionalizar la labor docente, y de las escuelas de párvulos para proteger y educar a los niños menores de seis años que no podían ser atendidos por sus madres.

La puesta en marcha de un sistema educativo en el que la enseñanza primaria fuera obligatoria para todos los niños y niñas exigía contar con un profesorado adecuado. Es evidente que esa implementación está relacionada con los procesos de profesionalización de los maestros y la extensión de la escolarización.

El 8 de marzo de 1839, gracias a Montesino que fue primero su impulsor y luego su director hasta su fallecimiento, se inauguró la primera Escuela Normal en España en Madrid. Estaba en la calle San Bernardo, donde hoy está el Instituto Lope de Vega. La primera promoción de maestros allí formados (dos alumnos enviados por cada provincia) fueron los responsables de crear, a su vez, Escuelas Normales en sus provincias de origen, de forma que en 1845 ya había 42 Escuelas Normales. Podemos decir, por tanto, que la influencia de Montesino llegó así a todas las primeras generaciones de maestros.  Además de ser el director, era el profesor de "Principios generales de educación moral, intelectual y física y Método de enseñanza”, materia para la que elaboró los apuntes que se publicaron en 1988 a partir de su manuscrito.

La creación de escuelas de párvulos hay que relacionarla con el filantropismo que abordó proyectos a comienzos del XIX para mejorar las condiciones de vida de los obreros. Conscientes de que para mejorar la sociedad uno de los pilares era la educación a la que asignaban una función preventiva: se quería evitar lo que podía ocurrir si se dejaba para más tarde el comienzo de la formación intencional del niño, sobre todo en los casos en que el ambiente familiar y social no eran favorables. En los centros educativos creados a partir de esta motivación primará lógicamente la faceta de beneficencia y, a menudo, lo asistencial sobre lo educativo.

La incorporación de las mujeres a las fábricas en las ciudades hizo evidente la necesidad de atender a los niños más pequeños, que hasta entonces habían estado en casa, en los talleres o cuidados por el vecindario, o incluso abandonados en instituciones de forma que los comienzos de la historia de la educación infantil en España están vinculados a la incipiente industrialización y al nacimiento del sistema educativo estatal.

En 1838 se fundó la Asociación para propagar y mejorar la educación del pueblo, presidida por el mismo Pablo Montesino, en la que una sección se dedicó a promover la creación de escuelas de párvulos y a supervisarlas. La primera, la denominada escuela de Virio, se inauguró en Madrid en 1838. A la segunda, también en Madrid, se le dio el nombre de Montesino quien publicó, en 1840, el Manual para maestros de escuelas de párvulos, primer libro de este tipo, que serviría de guía a los maestros de estas escuelas y de las primarias durante las primeras décadas del sistema educativo. Montesino las definía así: “Las escuelas de párvulos son unos establecimientos destinados a recoger y dar educación a los niños pobres de ambos sexos de dos a seis años de edad; es decir, durante aquella época de la vida en que pueden pasar todo el día o la mayor parte de él sin la madre o la nodriza y al cuidado de una persona que haga las veces de madre común”. El método propuesto usaba muchos elementos de la enseñanza mutua imitando las infant schools o las sales d’asile consideradas por los filántropos de la época como un medio de reforma y mejora social.

El pensamiento pedagógico de Montesino enraiza con la mejor literatura pedagógica progresista europea que había asimilado durante sus años de exilio.  Montesino propagó la idea de que sin educación no hay desarrollo humano y se aplicó a pergeñar un proyecto educativo propio de corte liberal. En tiempos de un abrumador analfabetismo, impulsó en España una nueva concepción de lo que debía ser la enseñanza elemental, dirigida a la “masa general del pueblo” y no limitada a la pura transmisión de conocimientos, sino atenta a todos los aspectos ético-religiosos, intelectuales y físicos de la persona. Dentro de esta concepción de educación integral buscó que los niños llegaran a ser «antes hombres de bien que hombres de saber» y «finalmente verdaderos cristianos». Así pues, entendió que el fin último del proceso educativo consistía en habilitar al niño al uso integral de todas sus facultades.

Deudor de Pestalozzi, en el orden metodológico, mantuvo que lo importante en la enseñanza no era desarrollar el memorismo abstracto en el niño, sino su capacidad de “examinar la naturaleza y las propiedades de las cosas” para lograr “la adquisición de ideas, no de palabras o frases”. Por ello fue un detractor de la enseñanza verbalista, centrada en el maestro, y un ferviente defensor de la enseñanza activa y del principio de intuición. Al partir del principio roussoniano según el cual la educación debía seguir las leyes de la naturaleza, propugnó que los maestros, en lugar de considerar qué comunicar al niño, debían observar ante todo lo que ese niño tenía ya en sí, no como facultad ya desarrollada, sino como susceptible de desarrollo, y debían basarse en la experimentación y en la estimulación de los sentidos y servirse de cualquier técnica que consiguiera motivar el aprendizaje voluntario y personal.

En sus publicaciones defendió la escolarización temprana de los niños y abarcó la práctica totalidad de los temas concernientes a espacios y tiempos educativos, métodos de enseñanza, escuelas de párvulos, instrucción primaria, magisterio e inspección. De sus obras, destacaremos el Curso de Educación. Métodos de Enseñanza y Pedagogía, texto que no se publicó hasta 1988. Lo escribió para los alumnos de la primera Escuela Normal. Este trabajo permite conocer las corrientes pedagógicas de la época, lo que se consideraba que debían aprender los futuros maestros y el pensamiento del propio Montesino que también queda de manifiesto en su Manual para maestros de escuelas de párvulos.  Este Manual fue, probablemente, uno de los libros más utilizados por los maestros de primaria en España, especialmente en las primeras décadas hasta que fueron apareciendo otros manuales. Los planteamientos de Montesino marcaron la vida de las escuelas primarias y de párvulos y de sus maestros en las primeras etapas del sistema educativo liberal español e incluso después de que se comenzaran a introducir otros métodos. Sin embargo, también hay que advertir de que los planteamientos expuestos por Montesino no se llevaron en muchos casos a la práctica o no cómo él preveía, especialmente porque la escasa formación de la mayoría de los maestros no les permitía entender el fundamento del modelo propuesto por Montesino y solo eran capaces de repetir mecánicamente rutinas observadas en otras clases.

Aunque no fueron escritos como libro, los artículos publicados por Montesino en el Boletín Oficial de Instrucción Pública (BOIP) entre 1841 y 1846 sobre diversos temas educativos merecen también ser citados. Este Boletín fue la primera publicación periódica oficial española dedicada exclusivamente al tema educativo. Desde su creación hasta 1844 Montesino fue su director y redactó la mayoría de los artículos que aparecen en la sección no oficial, por lo que el BOIP se considera en esos años una de sus obras, ya que estamos hablando de ochenta artículos anónimos o firmados.

En suma, Montesino fue quizá el pedagogo más importante en la primera mitad del siglo XIX por su pensamiento educativo liberal, que enlaza con el espíritu reformista desarrollado desde la Ilustración y con el filantropismo, y por enlazar teoría, legislación y práctica.  La práctica que propone se vinculaba al naturalismo de Rousseau junto con el intuicionismo de Pestalozzi, las propuestas de Owen vinculadas al llamado socialismo utópico y la escuela mutua de Bell y Lancaster, todo ello en el marco del reformismo social que Montesino conoció en Inglaterra y por el que trabajó intensamente en España. Pablo Montesino fue el representante más importante del pensamiento pedagógico liberal en España.

Obras del autor/a

 

(c. 1834). Las noches de un emigrado. Manuscrito conservado en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

(1836). Ligeros apuntes y observaciones sobre la instrucción secundaria o media y sobre la superior. Madrid: Librería de Sojo.

(1840). Manual para los Maestros de Escuelas de Párvulos. Madrid: Imprenta Nacional. Reeditado en reeditado en 1850 y 1864.

(1841 y 1846). Artículos publicados en el Boletín oficial de Instrucción Pública, órgano oficial del que fue su primer Director.

(1988). Curso de educación, métodos de enseñanza y pedagogía.  Edición, estudio y notas de Anastasio Martínez Navarro y transcripción de manuscrito de Paloma Hernández Fraile. Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia.

(1992). Manual para los Maestros de Escuelas de Párvulos. Introducción crítica de Julio Ruiz Berrio (pp. 9-32). Madrid: CEPE.

(2008). Liberalismo y educación del pueblo. Edición a cargo de Bernat Sureda García. Madrid: Biblioteca Nueva.

Autor de la biografía

Carmen Sanchidrián Blanco

Bibliografía

 

Carderera, Mariano (1886, 3ªed.). Diccionario de Educación y métodos de enseñanza. Madrid: Librería de D. Gregorio Hernando. 4 tomos.

Martínez Navarro, Anastasio (1988). Estudio preliminar. En Pablo Montesino, Curso de educación. Métodos de enseñanza y de Pedagogía (pp. 9-77).  Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia.

Martínez Navarro, Anastasio (1989). Pablo Montesino: "Las noches de un emigrado" (en el 150 aniversario de la creación de las Escuelas Normales en España). Bordón, 41(4), 613-679.

Massa Hortigüela, Carmen (2014). Pablo Montesino (1781-1849), la perseverancia de un educador liberal. Salamanca: Universidad de Salamanca.

Ruiz Berrio, Julio (1982, 4ª ed.). Pablo Montesino. En Ángeles Galino (dir.), Textos pedagógicos hispanoamericanos (pp. 815-825). Madrid: Iter.

Ruiz Berrio, Julio (1989). Un reformador social en una sociedad burguesa: Pablo Montesino. Revista interuniversitaria de formación del profesorado, 5, 33-43.

Ruiz Berrio, Julio (1990). Una formación europea para un reformador español, Pablo Montesino. Revista Complutense de Educación, 3, 427-434.

Ruiz Berrio, Julio (1992). Introducción crítica. En Pablo Montesino, Manual para los maestros de Escuelas de párvulos (pp. 9-32). Madrid: CEPE. 

Sama, Joaquín (1888). Montesino y sus doctrinas pedagógicas. Barcelona: Lib. Bastinos.

 Sanchidrián Blanco, Carmen (1982). La primera Escuela Normal de párvulos en España. Revista de Ciencias de la Educación, 111, 285-292.

Sanchidrián Blanco, Carmen (1983). Las escuelas de párvulos de la Fábrica nacional de tabacos de Madrid, 1841-1859.  Historia de la Educación, 2, 77-86.

Sanchidrián Blanco, Carmen (1991). Funciones de la escolarización de la infancia: Objetivos y creación de las primeras escuelas de párvulos en España. Historia de la Educación, 10, 63-87.

Sanchidrián Blanco, Carmen y Ruiz Berrio, Julio (Coords.) (2010). Historia y perspectiva actual de la educación infantil. Barcelona: Graó.

Scanlon G. (1988). Liberalismo y reforma social: la Sociedad para propagar y mejorar la educación del pueblo, 1838-1850.  Cuadernos de Historia Contemporánea, 10, 23-44.

Sureda García, Bernat (1984): Pablo Montesino: liberalismo y educación en España. Palma de Mallorca: Prensas Universitarias.

Sureda García, Bernat (2008). Introducción. En Pablo Montesino, Liberalismo y educación del pueblo (pp. 13-52). Madrid: Biblioteca Nueva. 

Vega Gil, Leoncio (Coord.) (1988). Pablo Montesino y la modernización educativa en España. Zamora:  Instituto de Estudios Zamoranos Florián De Ocampo.