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APROXIMACIÓN
AL ESTUDIO DEL DOBLAJE Y LA SUBTITULACIÓN
DESDE LA
PERSPECTIVA PRESCRIPTIVISTA Y LA DESCRIPTIVISTA: LA TRADUCCIÓN AUDIOVISUAL
Carla Botella
Tejera
(Universidad de Alicante)
Screen translation has long been labled as a form of
adaption rather than translation. Under prescriptive ideas, using this
term was the only possibility. However, relatively recent work has begun to
challenge this traditional model. Descriptive studies and the arrival of
different Schools of Translation have helped screen translation to become
recognized as an independent field of study that is necessarily linked to
the Theory of Translation. This article is an approach to the dubbing and
subtitling processes from both the traditional and more modern perspectives.
Key words: screen translation, adaptation, prescriptivism
and descriptivism.
Introducción
Desde
hace algunos años, los estudios sobre traducción audiovisual (TAV) se han
multiplicado debido al gran interés que este tema suscita y a lo poco que en él
se había profundizado hasta ahora. Se trata de una modalidad de traducción
absolutamente necesaria para poder exportar los productos audiovisuales al
resto del mundo y, por ello, cada vez se le dedica más atención y es un tema de
investigación muy de moda. En nuestro país numerosos investigadores como
Frederic Chaume, Jorge Díaz Cintas, Rosa Agost o Patrick Zabalbeascoa, entre
otros, contribuyen al desarrollo de esta disciplina cada vez más popular dentro
de nuestras fronteras como fuera de ellas. Se trata por lo tanto de una
modalidad de traducción muy compleja, debido entre otros factores a la inmensa
variedad de géneros que engloba, a menudo cruzando las fronteras de lo
puramente audiovisual. Para su estudio es necesario recurrir a la Teoría de la
traducción, así como a los estudios sobre cinematografía. Debemos, pues, darle
un enfoque multidisciplinar.
Aunque
existen diversas modalidades de traducción, las más destacadas son el doblaje y
la subtitulación. Se ha debatido y discutido mucho sobre cuál de las dos es
mejor y cuál es capaz de llevar a cabo un mayor transvase de los elementos de
la lengua de partida hacia la lengua meta. En el doblaje se sustituye la voz de
los personajes para cambiarla por la de actores de doblaje. Al hacerlo, se
produce lo que se llama “total or partial
concurrente of the original” (Gottlieb, 2001:88), que no es sino la
presencia de los elementos de la versión original en la traducción. Esto puede
general un suspension of disbelieve,
es decir, que el espectador acabe asumiendo y creyendo la nueva banda sonora
como la verdadera. En la subtitulación, sin embargo, se mantiene la misma banda
sonora y los espectadores siguen los diálogos de los personajes a través de un
texto insertado en pantalla.
Durante
muchos años, sin embargo, se ha tachado a la modalidad audiovisual de
adaptación y no de traducción. Es necesaria la llegada de los estudios con base
descriptivista para romper dicho estereotipo. En este artículo nos
aproximaremos a las opiniones de los estudios prescriptivos y descriptivos con
relación a estas modalidades y al largo debate sobre cuál debe predominar. Así,
podremos ver por qué se la ha tachado de adaptación durante tanto tiempo y por
qué no lo es. Para ello, trataremos de explicar las características de las dos
modalidades de traducción audiovisual y una vez que lo hayamos hecho, las
observaremos a través del prisma prescriptivista y descriptivista e
intentaremos despejar las dudas sobre si esta modalidad de traducción puede ser
considerada como tal, o si por el contrario se trata simplemente de una
adaptación del texto original. Finalmente, una vez estudiados todos los puntos
de vista, se ofrecerán unas conclusiones y un comentario personal.
Doblaje y
subtitulación: un largo debate.
Lo
primero que debemos dejar claro es qué entenderemos por doblaje y qué
entenderemos por subtitulación. En general, como ya hemos comentado, son las
dos modalidades de traducción audiovisual que más se utilizan, siendo otras
técnicas las voces superpuestas, la interpretación simultánea o la narración.
Más concretamente, el doblaje se define como “la traducción y ajuste de un
guión de un texto audiovisual y la posterior interpretación de esta traducción
por parte de los actores, bajo la dirección del director de doblaje y los
consejos del asesor lingüístico, cuando esta figura existe” (Chaume, 2004:32).
Es un tipo de traducción subordinada ya que, la imagen es intocable, y será la
traducción la que tendrá que adaptarse a ella. Por desgracia, sus inicios
vinieron marcados por la censura gubernamental.
La
subtitulación, (Díaz Cintas, 2003) “se puede definir como una práctica
lingüística que consiste en ofrecer, generalmente en la parte inferior de la
pantalla, un texto escrito que pretende dar cuenta de los diálogos de los
actores, así como de aquellos elementos discursivos que forman parte de la
fotografía o de la pista sonora”. Así pues, por el canal visual se percibirán
tanto la imagen como dicho texto y, a través del auditivo recibiremos la
versión original en la que se rodó la película. Se trata también de traducción
subordinada y, son características destacadas en este procedimiento la
síntesis, segmentación y modificación del texto original para respetar el
número máximo de caracteres que el ojo humano puede percibir a la vez que es capaz
de seguir las imágenes.
En
España, predomina la modalidad de doblaje aunque los menús de los DVD han
animado a muchos espectadores a ver las películas con subtítulos. Entre los
países que prefieren el doblaje en grandes salas y televisión destacan también
Italia, Alemania o Francia. Los que se decantan por la modalidad del
subtitulado son entre otros, los Países nórdicos, los Países bajos, Portugal y
Grecia. Durante mucho tiempo se consideró como una opción elitista típica de
los excéntricos y puristas que visitaban las salas de arte y ensayo pero, cada
vez resulta más popular en todo el mundo, y además facilita el aprendizaje de
lenguas extranjeras.
La opinión de
los estudios prescriptivos. La adaptación.
Cuando
hablamos del prescriptivismo nos referimos a una etapa precientífica de la
teoría de la traducción que gira en torno a cuatro ejes (Franco, 2001: 157): 1)
el lenguaje como vehículo neutral cuya utilidad consiste en etiquetar
realidades idénticas → principio de identidad 2) el carácter eminentemente
práctico de la traducción → emisión de prescripciones con validez universal
3) la obsesión por la Biblia y los clásicos → rechazo a los demás tipos de textos 4) el
posicionamiento a favor de la traducción literal → respeto y fidelidad al texto original y rechazo
de las que se apartan del mismo, que no son sino adaptaciones. (Equivalencia
formal).
Si nos
centramos en la subtitulación veremos claramente que, los estudios
prescriptivos no podrán considerar nunca esta modalidad como traducción sino
que, vendrán a tacharla más bien de adaptación. Obviamente, como hemos visto
con anterioridad, las características propias de la subtitulación, entre las
que destaca la condensación, (recordemos que para sintetizar deberíamos
recurrir a técnicas como la omisión, compensación, neutralización, etc) no
permitirán una traducción literal, ni una fidelidad absoluta al texto original.
De hecho, en ocasiones con la subtitulación se puede llegar a sufrir una merma
del 75% respecto del texto original y es que, mientras que en la imagen hablan
varios personajes, el traductor sólo cuenta con dos líneas en pantalla. Esto no
quiere decir que con la subtitulación podamos apartarnos del texto ya que, al
conservarse la banda sonora original se produciría el llamado gossiping effect (Törnqvist 1995: 49) o efecto cotilla. Pero,
aún así, los prescriptivistas puros no podrán aceptarla como traducción ya que
se vulnera el carácter sagrado del texto en pro de la recepción de la
información de los espectadores.
Y es
que, llegados a este punto, debemos comprender que, el prescriptivismo postula
el principio de equivalencia por el que, cada traducción es equivalente al
texto original, así que, sólo existe una traducción correcta para cada texto.
Por lo tanto, según la visión de esta escuela, sólo existiría una traducción
adecuada para cada guión cinematográfico, una traducción con validez universal,
y las nuevas reediciones en DVD, los distintos subtitulados para cine y
televisión, etc. son buena muestra de que, en realidad, hay diversas maneras de
traducir estos productos y que, la traducción no se convierte en un producto
estancado sino que la validez de la misma depende de la sociedad en la que se
dé, junto a otros factores, por lo que es un producto que avanza y se adapta a las
necesidades de cada época.
Recordemos, además, que la escuela prescriptivista sólo se limita a
tachar una traducción de “correcta” o “incorrecta” en base al principio de
identidad con el texto original. Es decir, no busca los porqués de una
determinada elección, (condicionamientos sociales, lector tipo, etc) sólo busca
la fidelidad que lleve a la equivalencia, sólo pone etiquetas a las
traducciones.
Por otro
lado, el prescriptivismo centra su atención en la traducción de la Biblia y los
clásicos y, en caso del subtitulado y del doblaje, encontramos traducciones
para televisión (series, películas…) cine, multimedia… y serían muy aislados
los casos (obras canónicas, etc) en los que se ocuparía de estas modalidades de
traducción audiovisual. La escuela prescriptivista rechazaría su estudio a priori.
Es más,
el simple debate entre la preferencia por el doblaje o la subtitulación dejaría
de tener sentido desde el prisma prescriptivista ya que, si sólo hay una
traducción correcta para cada texto, ¿cómo es posible traducirlo de dos maneras
tan diferentes? Sólo una de las dos modalidades sería válida y, hemos visto que
las características propias de la subtitulación hacen que ésta no sea
considerada una traducción del texto audiovisual ya que, entre otras cosas, se
vulnera absolutamente el principio de identidad entre el texto original y la
traducción que tanto defiende la escuela prescriptivista.
Si
pasamos a estudiar la opción del doblaje, vemos que la escuela prescriptivista
también tendrá sus reservas para considerarlo una traducción. A grandes rasgos,
no encontramos el problema de la síntesis y la segmentación característico de
la subtitulación, aunque cada idioma tiene una extensión diferente a la hora de
expresarse. Pero, por encima de esto, nos encontraremos con que, en el doblaje
es importantísimo el ajuste para que no haya un desfase entre el movimiento de
los labios de los actores originales y los de doblaje. Esto quiere decir, como
apunta Rosa Agost (1999: 16) que en todo doblaje es necesario un sincronismo
visual, una armonía entre los movimientos articulatorios visibles y los sonidos
que se oyen. Este ajuste lleva a los traductores o a los ajustadores a cambiar
palabras del original para poder encajar mejor en los labios de los actores y
que las voces resulten lo más naturales posibles, intentando apartarse lo menos
posible del texto original pero, sobre todo, de las imágenes.
Desde el
momento en que alteremos el texto original y condicionemos nuestra traducción
al sincronismo visual con los labios de los actores, estaremos cruzando la
barrera y la traducción pasará, a ojos de los prescriptivistas, a ser
considerada adaptación. Pero, esto no es todo. Recordemos que, tanto el doblaje
como el subtitulado son sobre todo traducciones subordinadas a la imagen (valga
el término inglés screen translation
como muestra). Ya hemos comentado que la imagen es inviolable y que será el
traductor el que deberá poner los medios para que las palabras sean coherentes,
en la medida de lo posible, con las imágenes.
The problem is
that the visual image is inviolable. Scenes cannot be re-shot for the sake of
confronting the new audience with familiar setting and stories. Apart from cutting out scenes
entirely, the only means of remolding is linguistic. (Whitman-Linsen
1992: 125-126)
Si el
traductor debe respetar estas imágenes, tendrá que sacrificar palabras,
referencias e incluso fragmentos del texto original. Obviamente, la vulneración
del texto original, la falta de equivalencia entre el original y su traducción
impide a todas luces que la escuela prescriptivista pueda considerar el doblaje
o el subtitulado como traducción.
Además,
tal y como hemos comentado con respecto a la subtitulación, en ocasiones los
doblajes para cine y televisión no son siempre los mismos y, la llegada del DVD
ha traído consigo nuevos doblajes para películas antiguas. Una vez más,
estaríamos vulnerando el principio de identidad defendido a capa y espada por
los prescriptivistas y pasando a considerar el doblaje como una adaptación y no
una traducción.
Tras
observar la traducción audiovisual desde el prisma prescriptivista, vemos que
ésta queda más bien tachada de adaptación y que es imposible plantear si quiera
un debate entre la preferencia entre el doblaje y la subtitulación. Las
aportaciones de los estudios descriptivistas traerán consigo un soplo de aire
fresco a este campo de la traducción, como a todos los campos de la misma.
La opinión de
los estudios descriptivos. La importancia del descriptivismo en la traducción
audiovisual.
Entre los prescriptivistas puros y los
descriptivistas existe una etapa de transición de la teoría de la traducción en
la que los estudiosos dieron un gran paso en busca de resolver la supuesta
intraducibilidad de las lenguas. Se producen cambios tan importantes e
impensables hasta entonces como la afirmación de que la literalidad de la
traducción puede llegar a eliminar el espíritu del texto original (Nida, 1964)
y, aunque se parte de principios prescriptivistas, los estudiosos desconfían
del principio de identidad, ya que es una aspiración idealista. Se pretende
resolver los problemas de los anisomorfismos de las lenguas. Mounin (1963)
habla de una teoría de la traducción que reúna y estudie los problemas que
dificulten la misma. Para él, la traducción sólo es posible en cierta medida y
dentro de ciertos límites. El panorama ya no es tan pesimista. Nida (1964)
establece por primera vez el concepto de la historicidad, clave para las
teorías descriptivistas, así como el de equivalencia dinámica, diametralmente
opuesto a la equivalencia formal que defendían los prescriptivistas.
Con el
paso de los años y la importancia que fue ganando la traducción como
disciplina, fueron aumentando los estudios y las escuelas con diferentes
perspectivas pero desde un punto de vista descriptivista. Esta etapa de estudio
que se apoya en el descriptivismo se conoce como fase científica de la
traducción y se extiende desde los años setenta hasta nuestros días.
El
enfoque descriptivista supone una ruptura de los ejes prescriptivistas. Ya no
se establecen nociones a priori, como
postulaban los prescriptivistas, sino que la equivalencia (ya no formal) se
busca a posteriori. Mientras que el
prescriptivismo se apoya en la deducción, el descriptivismo se vale de la
inducción. El texto traducido comienza a cobrar una importancia pareja al texto
original. De hecho, autores como Toury reclaman la importancia del estudio del
texto meta, factor totalmente olvidado por los prescriptivistas, cosa que
aumentaba más el abismo entre sus teorías y la realidad traductora.
Towards
Descriptive Translation Studies, then, translational problems are always
reconstructed rather than given. They are reconstructed through target-source
comparison rather than on the basis of the source text alone, or even of the
source text in its relation to the overall possibilities of the target language
to recode its (relevant) features that is, on the basis of the initial
`translatability´of the source text into the target language. (Toury, 1981: 15)
Así, la actividad traductora tiene un fuerte
componente socio-histórico (a partir del cual se establecerán las normas de
traducción de cada sociedad y época) y
la traducción se considera una disciplina autónoma.
El
descriptivismo postula que es traducción todo aquello que una sociedad
determinada considere traducción, independientemente de su procedencia,
calidad, fidelidad, etc. En palabras de
Toury (1985:20), “any target-language
utterance which is presented or regarded as such within the target culture on
whatever grounds”.
Algunas escuelas destacadas de la etapa
científica de la traducción son la polisistémica o escuela de la manipulación,
el Escopo y la escuela Deconstructora.
Para
Theo Hermans (1985:10-11), los teóricos de los estudios de traducción tienen en
común:
[…] an approach
to literary translation which is descriptive, target-oriented, functional and
systemic; an interest in the norms and constraints that govern the production
and reception of translations, in the relation between translation and other
types of texts processing, and in the place and role of translations both
within a given literature and in the interaction between literatures.
La traducción audiovisual es una modalidad
relativamente reciente y, como ya hemos comentado, mientras que los
prescriptivistas se dedicaban a la Biblia y los clásicos, los descriptivistas
no rechazaran a priori ningún tipo de
traducción por lo que, doblaje y subtitulación entrarán en su corpus de
estudio. Es más, se dedicarán a estudiar y explicar los procesos
interlingüísticos que se han empleado en la traducción de los mismos,
contrastándolos con los empleados en otras traducciones, sin criticar los
errores y sin hablar de traducción “correcta” o “incorrecta”. El principio de
identidad, clave en la mentalidad prescriptivista, ya no tiene cabida desde el
prisma de los descriptivistas, y un texto tendrá tantas traducciones como una
sociedad acepte como tales. En general, el traductor tendrá que adaptarse al
contexto de la traducción, es decir, a las exigencias del lector/ espectador,
restricciones del medio, exigencias de publicación, tipo de material,
características del mensaje… En ocasiones, será imposible trasladar el
contenido y la forma de un mensaje a la vez pero, a diferencia del prescriptivismo,
la equivalencia no tendrá que ser formal, se podrá sacrificar parte del
contenido o la forma. El mensaje, sin embargo, llegará a los receptores. Por
eso, aunque la merma pueda llegar a ser grande, en la subtitulación, por
ejemplo, sacrificaríamos gran parte de la forma para que llegara el contenido,
función que prima en este caso. En otros casos, como la traducción poética, la
forma tendría mayor importancia.
Así
pues, las características propias de la subtitulación se consideran restricciones
del medio al que tiene que adaptarse el traductor y, mientras los receptores
asuman que es traducción lo que les llega, no hay por qué dudar de que lo sea.
Del mismo modo, el ajuste y sincronismo del doblaje suponen una adaptación a
las restricciones del medio y al tipo de material y, será traducción siempre
que los espectadores lo consideren como tal.
Hemos
dicho que una traducción se considerará traducción en función de la
aceptabilidad de la sociedad y, por lo tanto, los descriptivistas estudiarán y
apreciarán las distintas traducciones que se hayan hecho de una obra a lo largo
de la historia o para adaptarse a los distintos medios (televisión, cine, DVD
y, por supuesto, doblaje o subtitulación) e irán describiendo los diferentes
procesos y condicionantes sufridos por las mismas. A partir de las tendencias
que descubran y describan, podrán inducir las normas de traducción que imperan
en cada momento o cada sociedad.
Así,
para los descriptivistas sí tendría sentido plantear un supuesto debate la preferencia
por el doblaje o subtitulación pero, como apunta Chaume (2004: 53) la búsqueda
de la que debe predominar supone un falso debate, ya que las situaciones
socio-culturales de cada país determinan en última instancia la elección de una
u otra modalidad. Es decir, una vez más, los descriptivistas podrán inducir y
describir las normas de traducción a través del estudio de las traducciones. El
hecho de elegir la subtitulación supondrá una preferencia por la
extranjerización, debido, entre otros factores, al anteriormente mencionado gossiping effect, mientras que optar por
el doblaje responderá a una preferencia por la familiarización o, en palabras
de Venutti (1995), domestication.
Por lo
tanto, desde un punto de vista descriptivista, podremos hablar de traducción
audiovisual y, el concepto de adaptación con respecto a la modalidad
audiovisual se considerará como:
- la adaptación de guiones cinematográficos,
novelas, cuentos, etc. para llevarlos a la gran pantalla.
- los procesos de adaptación a una determinada
sociedad, factores económicos, culturales, etc. que desde una perspectiva
descriptivista, son necesarios a la hora de enfrentarse a una traducción de
cualquier tipo. Es decir, como una estrategia de traducción.
En el
mundo de la traducción audiovisual son de gran importancia los estudios
descriptivos con base polisistémica, es decir, los que estudian las
traducciones desde el contexto socio-histórico al que pertenecen. De ella son
autores destacados Guideon Toury y Theo Hemans. Aunque desde un principio se
centran en la literatura, a finales de los años 80 autores como Cattrysse
hablan de la posibilidad de un análisis de la traducción audiovisual desde la
perspectiva polisitémica. Además, los autores estudiarán la importancia de las
normas en este campo de reciente estudio.
Otra de
las escuelas destacadas en los Estudios sobre Traducción es la del Escopo,
aquella que guiada por Hans J. Vermeer y Katharina Reiss, postula que la
actividad traductora está determinada por su propósito, es decir, que el fin
justifica los medios.
Desde de
la perspectiva de estas dos escuelas se puede entender un fenómeno que está muy
de moda en los doblajes desde hace unos años. Nos referimos a la naturalización
de los elementos humorísticos y culturales para acercarse a la nueva audiencia
meta, aunque para ello se sacrifiquen palabras, expresiones, elementos
culturales, nombres propios, topónimos y muchas otras cosas del original, a
favor de otros que transmitan a los nuevos receptores las mismas sensaciones que
a los receptores originales. Algunos
ejemplos los encontramos en películas como Austin
Powers 2 (1999) y 3 (2002), Shrek (2001) y Shrek
2 (2004), Garfield, (2004) Ali G Indahouse (Ali G anda suelto, 2002) o La
vrai vie des Daltons (Los Dalton
contra Lucky Luke, 2005). Mientras que los prescriptivistas tacharían a
este recurso de aberración, estas escuelas, que se apoyan en el decriptivismo
sin buscar una equivalencia formal, apreciarían que el énfasis se ha puesto en
el efecto humorístico, por ejemplo, que el texto produce tanto en el lector del TO como en el del TT.
Para los polisistémicos se trataría de traducir en función del polo de
recepción, según las necesidades del polisistema meta (arrancar la risa, etc.).
La escuela del Escopo, por su parte, consideraría la finalidad (en este caso la
humorística) como principio dominante de
toda traslación, por lo que también se justificaría su uso. Desde el prisma
prescriptivista, sólo podría considerarse, nuevamente, adaptación.
Como
hemos venido comentando, esta naturalización sólo será válida en el doblaje, en
el que la nueva banda sonora facilita la
familiarización, mientras que en el subtitulado, puesto que se filtra el idioma
original, se opta por la extranjerización.
Conclusiones
Según la
escuela prescriptivista, la traducción audiovisual no podría considerarse
traducción sino adaptación, y un supuesto debate por la preferencia entre el
doblaje o la subtitulación no tendría sentido ya que sólo existe una traducción
ideal y correcta para cada texto. Lo que subyace principalmente es el principio
de identidad, el concepto de equivalencia prescriptivista. Pero, para empezar,
los doblajes y subtitulaciones, como cualquier forma de traducción, prescriben
con el paso de los años. Además, en los menús de los DVD podemos seleccionar la
modalidad que prefiramos. Se trata de dos traducciones muy diferentes de un
mismo texto ya que deben adaptarse a las restricciones impuestas por el medio
en que se dan y, los prescriptivistas no admiten más que una traducción
correcta para cada texto, aquella que cumple los presupuestos establecidos por
la teoría.
Además,
las características propias de la subtitulación (condensación, segmentación y
síntesis) y del doblaje (ajuste y sincronismo) impiden la fidelidad absoluta al
texto original que reclama la escuela prescriptivista. El hecho de estar
subordinada a la imagen, ya de por sí,
convierte a este tipo de traducción, a ojos de prescriptivistas, en
adaptación. En cualquier caso, doblaje y subtitulación no serían objeto de
estudio de esta escuela, sólo centrada en la traducción de la Biblia y los
clásicos.
No
debemos olvidar que, entre el prescriptivismo puro y el descriptivismo hay una
fase de transición conocida como prescriptivismo funcionalista en la que el principio
de identidad se considera una aspiración idealista y cuyas ideas desembocaron
en el descriptivismo.
Es un
hecho que se distribuyen películas dobladas y subtituladas en todo el mundo. La
elección de la modalidad, el supuesto debate sobre cuál debe predominar queda,
a ojos de los descriptivistas, ligada a factores socio-culturales, a las
costumbres de cada país, de cada época concreta. No hay más que observar que,
en España por ejemplo, el doblaje vino impuesto por la censura gubernamental,
mientras que el subtitulado era típico de las salas de arte y ensayo. Así
ocurrió y se convirtió en costumbre en nuestro país hasta el punto de que, en
general, nuestra sociedad se ha acomodado a la mayor facilidad ofrecida por
esta modalidad para recibir una producción audiovisual. Sin embargo, en los
Países Bajos, a la gente le horrorizaría pensar en un actor u actriz cuya voz
no sea la original, aunque el hecho de hablar su mismo idioma facilitara la
tarea de descodificación del mensaje. Además, con la llegada de los DVD quizá
las preferencias cambien en nuestro país, ya que se ofrecen las dos versiones.
Estos hechos merecen ser observados y comprendidos desde la perspectiva
descriptivista, porque nos permite inducir y describir las preferencias de cada
sociedad y cada época concreta, sin buscar traducciones correctas o incorrectas
ni criticarlas.
Además,
el hecho de que haya las reediciones de películas antiguas pone de manifiesto
que, efectivamente la traducción se adapta a las necesidades de cada época, como
las características intrínsecas del doblaje y la subtitulación son necesarias
para adaptarse a las restricciones impuestas por el medio. Pero, esto no quiere
decir que la traducción audiovisual sea una adaptación. Los doblajes y
subtitulaciones se reciben como traducciones y por lo tanto, lo son desde una
perspectiva descriptivista. La visión de algunas escuelas como la de la
manipulación o el escopo son muy importantes en traducción audiovisual ya que,
dando prioridad a las necesidades del polisistema meta en un caso y a la
finalidad del texto en otro, admiten como traducción cosas que la escuela
prescriptivista tacharía de aberración o sacrilegio.
Comentario
personal
En mi
opinión, enfrentarse al estudio de la traducción audiovisual desde una perspectiva
prescriptivista supone cerrar los ojos ante la evidencia, ante la realidad
traductora. Es un hecho que hay doblajes y subtitulaciones de una misma
película y también que en ocasiones se reeditan con el paso de los años o que
varían según sean para cine o televisión. Todos estos procesos deben ser
analizados y comprendidos desde el descriptivismo. Como en cualquier modalidad
de traducción, esto nos permite inducir y comprender las normas que imperan en
cada sociedad en cada momento.
Puesto
que los espectadores vamos al cine, vemos la televisión o compramos películas,
queda claro que aceptamos como traducción el producto que recibimos. El hecho
de buscar las limitaciones de lo que nos llega, las manipulaciones que ha
sufrido el texto con respecto al original, etc. debe de ser comprendido como
las restricciones a las que tiene que adaptarse el traductor en el proceso. Una
vez entendidas estas restricciones impuestas por el contexto de traducción, y
siempre que el mensaje llegue a los receptores y se reciba y acepte, no hay por
qué hablar de adaptación audiovisual. Para mí, la adaptación es un recurso que
tiene el traductor para, como la misma palabra indica, adaptarse a las
necesidades de los espectadores, factores económicos, factores socio-históricos,
factores profesionales y de recepción de la información (doblaje y
subtitulación). Todos ellos son para autores como Chaume (2004: 165) los
factores externos que influyen en la traducción audiovisual y a los que el
traductor debe adaptarse.
El
prescriptivismo forma parte de un estadio precientífico de la Teoría de la
Traducción y, si bien tuvo su importancia, la validez de los presupuestos
prescriptivistas ha sido rebatida en multitud de ocasiones y, considero que
acercarse a la traducción desde este prisma supone, en la actualidad, un
retroceso. Los estudios basados en el descriptivismo acabaron con la creencia
de largo aceptada de la supuesta intraducibilidad de las lenguas. Valgan como
muestra los interesantes análisis que desde esta perspectiva han hecho autores
españoles de gran importancia en este campo como Rosa Agost (1999), Jorge Díaz Cintas (2003) o Frederic Chaume,
(2004).
En
cuanto al supuesto debate entre la elección de doblaje o subtitulado, pienso
que, efectivamente, las situaciones socio-culturales son las que determinan las
preferencia por una u otra modalidad. Así, las distribuidoras operan según el
país receptor. La llegada de los DVD nos permite elegir la opción que
prefiramos. Y, poco a poco estamos asistiendo al nacimiento de un mayor número
de salas que ofrecen la versión doblada y la subtitulada. Será porque la
sociedad lo reclama.
Cada
modalidad nos ofrece una traducción del texto igual de válida. Es posible
realizar un trasvase de los elementos principales del texto original aunque
tenga que condensarse o ajustarse la información. No hay más que ver una
película para saber que ambas modalidades permiten la decodificación y
comprensión del mensaje por parte de los receptores, sin vulnerar la
importancia de las imágenes, de las que depende este tipo de traducción.
Sin
emitir juicios de valor, el descriptivismo estudia y describe las limitaciones
de cada modalidad, sus ventajas e inconvenientes, los contextos
socio-históricos concretos en los que se dan, los factores a los que tiene que
adaptarse el traductor… Pero, en cualquier caso, los espectadores tenemos la
última palabra.
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