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Andrés Sobejano Alcayna, humanista y escritor
Francisco Javier
Díez de Revenga
(Universidad de Murcia)
Una de las personalidades más singulares que ejerció la
enseñanza en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Murcia fue
Don Andrés Sobejano Alcayna, distinguido por su gran formación humanística, por
su extensa sabiduría y por su dedicación a las letras y a la enseñanza a lo
largo de muchísimos años. De extraordinaria dimensión cultural podemos
considerar su obra y su significación, así como su vinculación a las revistas
murcianas relacionadas con la generación del 27, ya que en ellas participó
activamente, tanto en el Suplemento
Literario de La Verdad como en Verso y Prosa o en Sudeste.
Evocar la venerada figura de don Andrés
Sobejano para los que fuimos sus alumnos, resulta sumamente grato, aunque ya lo
conociéramos en sus últimos años. Pero más que de recuerdos personales, que los
hay muchos y agradables, vamos a tratar de fijar la dimensión de su figura en
el tiempo.
Nació en Murcia, el 28 de agosto de
1890 el seno de una familia de raigambre artística, ya que su padre era el
pintor costumbrista José María Sobejano (1852-1918), autor de una importante
obra pictórica, entre cuyos cuadros destacan algunas pinturas imprescindibles
en la historia artística murciana, como “Dulce coloquio”, “Atardecer”, “Mujer
descansando con perro”, “Cociendo pan” o “Palique huertano”, que forman parte
de la colección del Museo de Bellas Artes de Murcia.
Andrés
Sobejano adquiere su sólida formación humanística en el Seminario de San
Fulgencio de Murcia y, abandonado éste, en la Universidad de Madrid, donde fue
discípulo, entre otros, de Ramón Menéndez Pidal y Enrique Soms Castelín,
catedrático de Griego que lo acogió como discípulo y quiso que se dedicara a la
Filología Griega. Pero interesado el joven Sobejano en formar una familia
cuanto antes, opositó a una plaza del Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y
Arqueólogos, que obtuvo destinado en Granada. Conseguido el traslado, la
desempeñó en el Museo de Bellas Artes de Murcia y en la Biblioteca
Universitaria.
Desde la creación de la Universidad de
Murcia, en 1915, fue profesor de diferentes asignaturas: latín, lengua y
literatura españolas, francés, literaturas románicas, paleografía, latín vulgar
y bibliología. Fue secretario de la Facultad de Filosofía y Letras, entre 1929
y 1960. También desempeñó la plaza profesor numerario de francés del Instituto
Alfonso X el Sabio de Murcia hasta su jubilación. Desde su fundación, en 1940,
perteneció a la Real Academia Alfonso X el Sabio, de la que fue
Archivero-Bibliotecario.
Su dilatada dedicación a la enseñanza,
así como la amplitud científica con que se caracterizaba su saber, no queda mal
resumida en esta frase admirable, por su acierto y concisión, de Francisco
Alemán Sainz: “Una pequeña multitud de murcianos nos hemos examinado con don
Andrés Sobejano de las más variadas disciplinas”.
Uno de los más destacados valores de la
personalidad de Sobejano era particularmente la gran riqueza cultural, debida a
una sólida formación y a un interés constante por las distintas ramas de las
letras. Conocedor de las Bellas Artes en su sentido más amplio, dedicó su
pluma a la poesía, a la literatura y, en general, a cualquier aspecto de la
cultura. Entre sus actividades cabe destacar la de traductor de poesía francesa
y latina, por lo que ha sido siempre muy elogiado. En este terreno cabe
recordar su versión castellana de la Cantiga
de Santa María de la Arrixaca, de Alfonso X el Sabio.
Sombra
y vislumbre, su único libro de poesía, que fue premiado con el Polo de
Medina de 1959, recoge toda una sensibilizada lírica de inspiración muy humana.
Sus más antiguos poemas vieron la luz por primera vez en el Suplemento Literario de La Verdad y en Sudeste. En el Suplemento publicó también algunas traducciones de Paul Valéry,
Francis Jammes y otros poetas, como veremos más adelante.
Biógrafo,
ya en sus últimos años, del cardenal Belluga, también colaboró muy activamente
en
Su participación, a lo largo de su
dilatada vida, en las numerosas empresas culturales que se llevaron a cabo en
Murcia, se inicia en su colaboración constante y activa, junto a Jorge Guillén,
Juan Guerrero Ruiz, José Ballester y otros escritores, en las revistas
murcianas del 27, tanto en el Suplemento
Literario de La Verdad (1923-1926), como
en Verso y Prosa (1927-1928) y Sudeste
(1930-1931), en cuyas páginas aparece como uno de sus más asiduos
colaboradores con poemas, traducciones, críticas literarias, semblanzas,
recuerdos. Tan culto escritor concedió con su presencia a las dos publicaciones
una envidiable altura, que venía a unirse a la indiscutible calidad poética de
algunos de los más significativos componentes de la redacción.
Así, en el primer Suplemento Literario de La Verdad, todavía sin numerar, de 18 de
noviembre de 1923 ya figura una colaboración de don Andrés: las “Paráfrasis
líricas y penitenciales”, que aparecen en primer plano de la página, en la
columna central. Su continuación en el número siguiente completa el gran poema
que constituye en conjunto. Está compuesto de cuatro glosas a otros tantos
versículos de los Salmos. Los versos
de Sobejano denotan aquí inspiración y sentimiento religioso, al tiempo que
observan una musicalidad tenue en el verso. La sobriedad de tales versiones
puede comprobarse en la IV, que glosa el versículo “nive delababuntur in
Selmon...” (Psalm. LXVII-15),
perteneciente al número de 2 de diciembre de 1924:
Tú
eras la luz y yo ciego.
tú
eras ampo, y limo yo.
yo
era herrumbre y tú eras fuego.
tu
destello en que me anego
fue
el que me transfiguró.
Cuando hasta mi alma aproximas
tu
candidez de jazmín,
van
emulando mis rimas
la
blancura de las cimas
de
los montes de Efraín.
En el número 1 (6 de enero de 1924) del
Suplemento publica nuestro autor tres
poemas originales suyos. Es Andrés Sobejano un poeta muy singular, sobre todo
por el gran bagaje de cultura que aporta a su faceta de creación. Su escogido
léxico es muy significativo como nota estilística fundamental. En este sentido
son dignos de recordar los tres poemas que aparecen en el número 1, titulados
“Sorella”, “La balada del último amor” y “... Cavat lapidem”. Véase cómo el
peso de la concisión es a veces generador de belleza en el último de estos
tres poemas, construido en breves heptasílabos. La suspensión de lo evocado es
quizá lo más significativo de la breve cuarteta:
Cada
día, una gota
de
amor...
¡Pasará
el tiempo!
¡La vena de mi fuente
horadará
el destino!
La producción lírica incluida en el Suplemento por Sobejano se completa con
otros tres poemas publicados en el número 6 (10 de febrero), titulados «Poema
del hijo único», «La cisterna clara» y «Ad astra» (14). De ellos destaca el
citado en primer lugar, que refleja una faceta de la lírica de Sobejano bastante
frecuente: la modalidad tenue y en cierto modo negra de su poesía, que el
lector de Sombra y vislumbre podrá
constatar en toda una sección del libro. La poesía en cuestión tiene este
sentido, porque se trata en efecto de una elegía a la madre desde la
perspectiva dolorida del hijo único.
Sólo estas seis muestras nos dan un
claro reflejo de una poesía compleja por su fuerte sentimiento humano mezclado
con una formación cultural de gran solidez, que se ha de reflejar, no ya en el
léxico, sino en la propia simbología, imágenes y temática de cada uno de sus
poemas.
En el Suplemento dedicado a Rubén Darío (2 de marzo de 1924), Andrés
Sobejano, en su “Rubén Darío (1867-1916) Airoso in honorem...”, manifiesta, sin
querer unirse a los numerosos elogios de la crítica, su admiración personal por
el autor nicaragüense y confiesa lo que en su juventud le inspiró la poderosa
imaginación y extraordinarias calidades estéticas del poeta de Cantos de vida y esperanza.
Entre los traductores, que colaboraron
en el Suplemento Literario, ninguno
tan cuidadoso y fiel como Andrés Sobejano, que en esta tarea siempre ha contado
con un buen merecido nombre. Y no pensemos que los escritores recogidos son de
fácil interpretación y versión. Entre ellos están Francis Jammes, la Condesa de
Noailles (número 10) y las poetisas Dominique Sylvaire y Annie Vivanti (número
7). Para dar una clara idea de las cualidades de Sobejano en esta tarea, tan
practicada a lo largo de su vida, recogemos del número 10 (16 de marzo de 1924)
la versión del conocido poema «Las granadas», de Paul Valéry, que podrá ser
comparada con la versión de Jorge Guillén aparecida en el número 4 de Verso y Prosa. He aquí la traducción de
Sobejano:
Oh macizas granadas entreabiertas
al
rebosar pletórico del grano:
diademas
sois de un rostro soberano
brillantemente
en vuestro estuche insertas.
Si el
sol estivo al que crecéis despiertas,
henchidas
y melíficas granadas,
os
hizo, del orgullo dilatadas,
estallar
en rubíes las cubiertas,
y
quebrantar de la corteza el oro
a
impulsos de una fuerza que desborda
de
rojas gemas fúlgido tesoro.
esta
ruptura luminosa y sorda
me
recuerda la arcana arquitectura
de mi
alma, siempre grávida y madura.
En Verso
y Prosa, Sobejano sólo publicó una colaboración: una reseña sobre El obispo leproso (número 2, febrero de
1927), donde se lleva a cabo un agudo análisis de la novela de Miró, quien
envió a Sobejano una expresiva carta de gratitud, publicada por Juan Guerrero
Ruiz. Elogiaba nuestro crítico esas cualidades peculiares del gran escritor
alicantino que todos admiramos y que para él eran fundamentales: su lirismo, su
subjetividad, la especial forma de escribir, sus obsesiones, entre ellas la del
Ángel mancebo de la Oración del Huerto
de Salzillo. Miró escribe a Don Andrés, un domingo de febrero de 1927:
Señor Don
Andrés Sobejano.
Distinguido
amigo: Me parece que el estilista es el crítico y no el criticado, estilista y
amigo de generosidad desbordante. Quiero ir a Murcia, y, entonces, no
discutiremos de nada, pero me acompañará usted a Jesús, y veremos, otra vez, el
“Ángel”. No tema que la imagen aparezca en más libros. Ni el Ángel, ni Oleza,
ni capellanes, ni devotos. Todo eso se acabó.
En
cambio, principia nuestra amistad.
A
Guillén, un saludo ceremonioso.
A Juan
Guerrero Ruiz, un abrazo de Sigüenza.
Y a
usted le saluda cordialmente, su obligado
Gabriel Miró
Domingo-II-27.
También Sobejano colaboró una sola vez
en Sudeste, en el número 2, de
octubre de 1930, con una serie de cinco poemas, bajo el título general de
“Momenta”, de los que “Pitagorismo” y “Balada del sí y del no” pasaron a Sombra y vislumbre. Quedaron olvidados
en la revista los tres poemas más breves: “Sudeste”, “Sollozo” y “Barcarola”.
El que coincidía con el título de la revista es, como las otras dos
cancioncillas, muy expresivo:
En la pradera marina
se
abren subitáneas rosas:
Las
sembró la luna insomne;
Anfítrite
las deshoja.
Al fallecer en Murcia, el 4 de
noviembre de 1969, la revista universitaria Monteagudo
-con la que tantas veces había colaborado- le dedicó una breve semblanza,
escrita sin duda por Mariano Baquero Goyanes, que resume su valor cultural, por
una parte, y su carácter personal, por otra, con palabras tan justas y
acertadas como éstas: “erudito, poeta, profesor, periodista, alerta y sensible
a cuanto representa arte, belleza, espíritu. Defensor apasionado de la mejor
tradición humanística murciana. Su cortesía, su nunca apagado interés por las
manifestaciones, tan variadas, del arte y de la cultura en Murcia. Su admirable
formación clásica, su rico verbo poético, su trato amable, su fino sentido del
humor, contribuían a perfilar una figura que ha de quedar como inolvidable para
cuantos disfrutaron de la amistad y el saber de don Andrés”.
Bibliografía
Alemán Sainz, Francisco,
Habitantes de Murcia, Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1980.
Baquero Goyanes, Mariano, “Recuerdo
de Don Andrés Sobejano”, Monteagudo,
Murcia, Universidad de Murcia, 50, 1969.
Díez de Revenga, Francisco
Javier, Revistas murcianas
relacionadas con la generación del 27, Murcia, Academia Alfonso X el Sabio,
1979.
Díez de Revenga Francisco Javier, -
Paco, Mariano de, Historia de la
literatura murciana, Murcia, Universidad de Murcia-Academia Alfonso X el
Sabio, 1989.
Guerrero Ruiz, Juan, “Unas cartas de Gabriel Miró”, Cuadernos de Literatura Contemporánea, 5-6, 1942, pp. 219-225.
Sobejano Alcayna, Andrés, El argumento artístico en la cuestión de la
regionalidad murciana, Murcia, Real
Sociedad Económica de Amigos del País, 1925.
------------------------, Laudes y honores literarios
al Doctor Angélico, patrono de los estudios universitarios, Murcia,
Universidad de Murcia, 1952.
------------------------, Poesía eucarística moderna, Murcia,
Universidad de Murcia, 1952.
------------------------, El Lavatorio según la
interpretación escultórica del artista murciano Juan González Moreno en el paso
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------------------------, Sombra y vislumbre (poemas), Murcia, Diputación Provincial, 1960.
------------------------, Via Crucis y vía mortis de
un ilustre español, Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1961.
------------------------, El cardenal Belluga, Murcia, Academia Alfonso X el Sabio,
1963.
------------------------, Florilegio de la
versificación de Francisco Cascales, Murcia, Academia Alfonso X el
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------------------------, Don José Loustau, la
Universidad y la Academia, Murcia,
Academia Alfonso X el Sabio, 1965.
------------------------, Don Andrés Baquero o la
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------------------------, En memoria del gran
poeta dramático Alejandro Casona: su noviciado literario en Murcia, Murcia, Academia Alfonso X el
Sabio, 1965.
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