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APROXIMACIÓN AL
ESTUDIO DE
(Universidad de Granada)
RESUMEN
En este estudio hemos querido trazar un primer acercamiento
al estudio de la lengua poética del autor italiano Tommaso Stigliani y lo
hemos hecho analizando su mayor obra, Il
Mondo Nuovo (1628), poema épico sobre el descubrimiento de América. Hemos
analizado los principales fenómenos de la ortografía,
la fonética, la morfología, la sintaxis y el léxico que aparecen
en el texto, teniendo en cuenta la norma lingüística del siglo XVII y las
opiniones y teorías de los principales lingüistas de la época. Con este estudio,
por tanto, ofrecemos un acercamiento a la concepción de lengua poética que
Tommaso Stigliani, a través de su poema y de sus escritos teóricos, puso de
manifiesto a lo largo de su carrera literaria.
ABSTRACT
In this study, we have attempted
to make inroads into the study of the poetic language of the Italian author,
Tommaso Stigliani, analysing his principal work, Il
Mondo Nuovo (1628), an epic poem on the discovery of
La
concepción de lengua poética expresada por Tommaso Stigliani en el Occhiale,
compendio de severas críticas sobre los excesos lingüísticos del siglo XVII[1],
surge a partir de las reglas aristotélicas recogidas por Tasso de la definición
de elocución. La necesidad de reflejar “chiarezza, purità, convenienza,
ornamento e diversità” en el lenguaje de la poesía, lleva a nuestro autor a una
posición extrema de considerar la pureza de las palabras como principio
fundamental de todo poema épico. No es de extrañar, por tanto, que Stigliani
tuviera predilección por el áureo periodo lingüístico del Trecento, donde según
él, se llegó “in colmo d’osservanza in tutte le parti appartenenti a purità”[2].
De aquí también su repudio continuo a los barbarismos
poéticos y a las voces “forastiere o avveniticce”, aunque su postura no llega a
ser intransigente, porque la pureza que nuestro poeta persigue “non è di sua
natura in modo severa e schifa che vieti i detti usi (di voci e frasi nuove e
di voci e frasi straniere), ma solo gli limita, cioè non esclude totalmente la
straniezza e la novità, ma le regola”[3].
Aunque
el lenguaje puro para Stigliani se identifique con el toscano (un toscano no
reconocido únicamente como florentino, sino con fronteras más abiertas), su
regolismo lingüístico no coincide plenamente con la lengua ideal que promulgó
Pietro Bembo o con los preceptos gramaticales de
Podríamos
definir, por tanto, como moderadamente conservadora la lengua poética de
Stigliani, nacida de un ideal lingüístico surgido de sus propias convicciones
teóricas, llegando a alcanzar un modelo personal y autosuficiente de lengua.
Estas características tendrían que haber quedado reflejadas en su Grammatica,
de la que tantas veces habla como compendio de sus conocimientos lingüísticos[4]. Sin embargo, su definición de lengua y su rechazo a
cualquier aporte externo, sea de
Con las
escasas noticias sobre la postura de Stigliani respecto a la lengua poética y
sin ningún parámetro lingüístico que nos enumere las nociones gramaticales que
llevó a cabo en sus obras hemos tenido que ceñirnos a los pequeños apuntes
sobre su concepción de lengua que quedan reflejados en el Occhiale para
analizar el nivel lingüístico del Mondo
Nuovo, poema épico objeto de nuestro estudio[6].
Nos hemos visto obligados a partir de las reglas de
En
primer lugar, la acentuación gráfica del Mondo Nuovo de T. Stigliani se
caracteriza por el uso que nuestro autor hace tanto del acento grave, muy frecuente
en la mayoría de los textos literarios del Seicento, como del acento agudo,
presente tan sólo en aquellos vocablos donde la pronunciación de los mismos es
desconocida por tratarse de un término poco común o de nueva acuñación.
De
esta manera, la acentuación grave aparece gráficamente evidente en todos los
monosílabos, como verbos (diè, è, può, fà, fù, fò, stè, sà, dò, sò, hò, hà,
vò, và, etc.); adverbios (già, più, quì, là, giù, quà, sì, etc.);
preposiciones (à, sù, frà, trà); numerales (trè); pronombres
personales (tù) y conjunciones (ò, nè, etc.). Igualmente, se
acentúan los sustantivos apocopados (dì, piè, rè, virtù, età, nemistà,
etc.); los compuestos oxítonos (tuttitrè, oltracciò, perciò, ingiù en
alternancia con ingiuso, quaggiù en alternancia con quaggiuso,
etc.); las locuciones conjuntivas con el relativo “che” (acciocchè, purchè,
benchè, sicchè, poichè, talchè, perocchè, perciochè, finchè, fuorchè,
etc.), y, por último, aparecen también acentuados aquellos sustantivos de
procedencia americana con una pronunciación oxítona (Aitì, Cemì, Canarì,
Cunabò, Perù, Casmù, etc.).
Aunque,
como hemos dicho, de uso restringido en el Seicento, el acento gráfico agudo
está muy presente en nuestro poema, sobre todo, en aquellos términos nuevos
relacionados con la conquista de América como es el caso de canóe, coppéi,
Borchén, Caggiágo, Ighéa, Caiárima, Océano, Sciarágua, etc.; o de aquellas
palabras de uso poco común como lúcere, fólgore, intrépido, indómito, magía,
grávida, etiopéno, rimóvere, etc.; o incluso para distinguir gráficamente
un verbo del adverbio como en el caso de gía / già.
Indicando
una elisión, el apóstrofo aparece en nuestro poema utilizado con regularidad y
disciplina, respetando en cada caso las normas y reglas gramaticales
propugnadas por la mayor parte de la tratadística lingüística del siglo XVII.
El caso más habitual de elisión es la colisión vocálica entre dos palabras del
tipo: poch’ore (VII, 42, 1), aver’alta (VIII, 19, 3),
quest’isole (IX, 77, 4), dritt’occhio (IX, 7, 7), dott’arte
(XX, 128, 4), sian’atti (XX, 128, 6) poetic’arte (I, 2, 7),
fresc’aura (I, 115, 2), nobil’alma (XI, 103, 4), etc., aunque
catégorica suele ser también la presencia del apóstrofo en el relativo “che”
cuando se encuentre seguido de una palabra que inicie por la “h” etimológica
como es el caso de las formas verbales c’hò o c’hà. El apócope
postvocálico de las preposiciones articuladas, suprimiendo con ello el
diptongo, está generalizado en las formas: de’, da’, a’, co’, ne’, su’, tra’,
etc., aunque aparecen también, en menor medida, las formas dai, coi, nei.
La aféresis de “im / in·” inicial cuando está precedida de otra vocal no se
harà de forma sistemática, sino que predominará la permanencia de la vocal
delante de las nasales. Encontramos escasos casos de aféresis en lo
‘ncantatore (II, 11, 5), lo ‘ncendio (XIV, 128, 6) alla ‘nfelice (XVIII,
33, 3), la ‘nterruppe (XX, 140, 2) e ‘n guisa (XI, 81, 6), e
‘n duolo (XI, 112, 7) etc., aunque cuando la vocal que precede al grupo “im
/ in·” es también otra “i”, la elisión se produce en la palabra que la
antecede: t’invij (I, 21, 1), costu’insegna (I, 52, 5),
gl’inganni (V, 2, 6), s’introdusse (I, 94, 4), etc., con la
excepción trovai ‘n porto (XI, 35, 7). El adverbio d’improviso
aparece siempre con el apóstrofo, mientras que el adverbio dintorno se
alterna con la forma apostrofada d’intorno.
Por
último, el apócope vocálico es constante incluso en el caso del artículo
indeterminado masculino singular al que le sigue una palabra que inicia por
vocal: un’Angelo (II, 130, 7), un’arboscello (I, 14, 3),
un’antro (IX, 70, 4), un’amor (II, 46, 5), un’uom (VI, 100,
6), un’assedio (IV, 83, 5), un’arcione (VI, 10, 8), etc.
En
cuanto al uso abusivo de las mayúsculas, tan presente en los textos literarios
del Seicento, tenemos que decir que obedece, sin duda, a los cánones enfáticos
propios de la poética barroca. El exceso que algunos poetas hacen de esta marca
gramatical, tal es el caso de Giambattista Marino, fue objeto de crítica. Así, nuestro moderado Stigliani en su Occhiale
hace rotundas observaciones al poeta napolitano porque: “scrive di più Giardino
colla prima maiuscola, e Nume, e Garzone, e Vecchio, e Giovane, e sì fatti
altri nomi appellativi, che deono ordinariamente andar tutti con minuscola”[8].
Evidentemente,
la aparición de las mayúsculas estaba regulada por las reglas y principios
gramaticales de lingüistas como Salviati que defendía su uso en aquellos
términos que indicaban nombres propios, instituciones, grados o dignidades
importantes, etc.
Stigliani,
sin embargo, supo manejar con soltura el uso de las mayúsculas que, sin
excesos, aparece constante. Además de después de punto, de inicio de verso u
octava, se normaliza en los nombres propios de persona (Silvarte, Colombo,
Guarnesse, Beuci, Caggiago, Salazaro, Pacileo, etc.); en los nombres
mitológicos propios (Sfinge, Briareo, Medusa, Scilla, Ciclopi, Centauri,
Chimera, etc.); en las personificaciones (Fortuna, Amore, Natura,
etc.) en los nombres de grados o titulaciones dignatarias (Rè, Principe,
Baroni, Capitano, Rettor, Pontefice, Pastor, Regina, Duce, Signor, Sacerdote,
etc.); en los nombres geográficos reales o mitológicos (Spagna, Genoa,
Appennino, Anversa, Equinozzio, Napoli, Paradiso, Inferno, Cielo, Dite,
etc.); en la denominación de pueblos (Inglesi, Franchi, Antipodi, Moro,
Indian, etc.), aunque en este campo con grandes oscilaciones corregidas
posteriormente en la revisión de su poema y presentes en las apostillas al
mismo[9].
Por
otra parte, la puntuación en el Mondo Nuovo de Stigliani está utilizada
en función del sistema métrico y la organización sintáctica en cada estrofa. Si
bien la terminología de estos signos de puntuación durante todo el Seicento
variaba según el autor que la describiera, todos coinciden en la existencia de
pausas más breves y otras más acusadas, así, la coma, punto y coma, los dos
puntos y el punto. El signo de interrogación incidía en la entonación de la
frase, mientras que el paréntesis, dentro del discurso, señalaba un inciso o
una interjección en el mismo. En nuestro poema, el uso de estos signos es el
que prescribía la normativa, por tanto, con la coma se indicaba una pequeña
pausa en la lectura, pero Stigliani, como Lodovico Dolce había promulgado en su
gramática, la coloca también antes de la “e” conjunción, del “che” relativo,
delante de “né, come, quando” y del “se” hipotético[10].
El
punto y la coma suspende el sentido con una pausa le lectura breve, pero más
acusada que la coma. Divide miembros sintácticos de significación autónoma y en
el poema es escasa y aparece, normalmente, al final del verso. También en esta
posición encontramos a los dos puntos, señalando una pausa más larga en la
lectura:
Strideano
orribilmente in aria sparti
I quattro, di ch’io
dissi, opposti fiati:
Alzando onde
contr’onde, e l’acqua in parti
Spezzando vaste, e
’n pezzi ismisurati:
Ch’à liquide
montagne assomigliarsi
Pareano, che
venissero ad urtarsi (IV, 29, 3-8).
El
punto, con una amplia nomenclatura defendida por Salviati[11],
aparece en nuestro poema cerrando un periodo métrico y sintáctico, al final de
la estrofa, aunque está presente también en las proposiciones explicativas que
requerían los dos puntos antes del discurso directo:
Stà lieto
Licofronte. Io son’il messo
Astarotte, che vengo
à liberarti (II, 77, 1-2)
Si
hablamos de la grafía etimológica latina vemos que el verso, mucho más que la
prosa, es propenso a la conservación, aunque a veces resulta excesiva. Los
intentos de establecer un canon son múltiples ya desde el Cinquecento, así,
Pietro Bembo con su obra Le cose volgari di Messer Francesco Petrarca,
empieza a renovar la ortografía humanística en relación, sobre todo, con las
grafías etimológicas como la “h”, los digramas griegos o los grupos
consonánticos latinos “ct, pt”. Más tarde, la reforma de Gian Giorgio Trissino[12]
llevada a cabo en sus obras (Canzone a Clemente VII,
En el
Seicento, las discusiones lingüísticas continúan y las oscilaciones
ortográficas están presentes en la mayor parte de textos publicados. Éste es el
caso de nuestro poema en el que encontramos un ejemplo más de uso de las
grafías. Así:
1. El uso de la “h” etimológica se restringe
en el Mondo Nuovo, alejándose así de
la normativa de
Es
obvio, por tanto, que Stigliani limita aún más que la preceptiva cruscante el
empleo de esta grafía etimológica, excluyéndola de la totalidad de los términos
de procedencia latina que todavía en el siglo XVII sufrían oscilaciones. Así en
el Mondo Nuovo encontramos irsuto (IX, 44, 8), istoria (I,
1, 7), onore (II, 56, 5), umide (I, 19, 5), erboso (VIII,
61, 2), oggi (VIII, 56, 6), omai (X, 1, 5), uopo (XVII,
23, 2), por ejemplo, y no, hirsuto, historia, honore, humide, herboso,
hoggi, homai, huopo.
2. El tratamiento de los digramas
etimológicos por parte de nuestro autor se resuelve hacia el conservadurismo
etimológico cuando se trata de palabras que comienza por “ab-“ (como es el caso
de absenza, V, 32, 8; absorto, VII, 117, 7; o absente,
XIII, 77, 5) o que contengan el grupo consonántico “n + s líquida” (así instante,
II, 77, 4; instabile, IV, 32, 4; inscrizzion, VII, 103, 6;
instupidì, XVII, 174, 1; instinto, VII; 110, 5; inscrutabili,
IX, 26, 4; etc.). Por otro lado, los grupos de oclusivas aspiradas griegas “th,
ph, ch” remiten su presencia en nuestro poema, tan sólo Stigliani conserva la
velar aspirada en los vocablos de terminología eclesiástica Christo (V,
68, 2) y christiani (XIV, 35, 1), aunque alternando con las formas Cristo
(I, 8, 5) y cristiani (I, 41, 1).
3. La grafía etimológica “-x-“, en desuso ya
desde finales del Cinquecento, no aparece en ningún vocablo de nuestro poema y
en su lugar, siguiendo las indicaciones bembescas, Stigliani resuelve la “x”
intervocálica y preconsonántica como “s”. Al primero de los casos encontramos: esangui,
(II, 68, 8); esauditi (VI,
20, 2); esaminar (XI, 26, 1); esecutori (XI, 31, 4); esercizio (X, 93, 1); esequie (XVIII, 144, 7); esalando (XIV, 49, 7); esempio (V, 8, 6), (aunque en ésta última
palabra existen oscilaciones con la forma essempio, XV, 70, 4); estinto
(XV, 7, 2); esterno (XVII,
10, 3); sesto (I, 6, 2);
Estremadura (I, 101, 6);
estremo (II, 15, 5); etc., como preconsonántica.
4. La “j” semiconsonántica a inicio de
palabra se resuelve generalmente con la “g” palatal, como sugería la norma
toscana: giacea (II, 9,
1); giumenti (XVII, 152,
5); Giason (IV, 84, 1); gioconda
(XIII, 10, 2); gioventù (XIII, 116, 2); giogo (XIII, 68, 1); gioco (I, 76, 8); Giovanni (IX, 125, 1); Giesù (II, 86, 6) (manteniendo la i
diacrítica), giudizio (III,
74, 6; etc., aunque esta yod persiste en el término iattura (XIV, 24,
3), aceptado con esta grafía también por el Vocabulario de
5. Del mismo modo, como lo exigía la norma
etimológica de carácter innovador, la solución del “ti” átono latino precedido
de vocal o consonante líquida y nasal deriva en el grupo “zi”, mientras que
cuando en latín existía un grupo consonántico del tipo “cti” o “pti”, la
solución derivaba entonces en “zzi”. Así queda
recogido en nuestro poema, por un lado: spazio (II, 14,5); ozio (XII, 15, 6); letizia (I, 28, 3)
(alternando con letitia); nazione (IV, 67, 6); condizion /XV, 27, 1); sazio (X, 33, 1);
grazioso (I, 103, 3); nunzio (II, 12, 5); spezie (VII, 66,
4); silenzio (IX, 112, 2) (alternando con silentio), avarizia (II, 39,2); pigrizia (II, 39,
2); etc.; y por otro: nuzzial
(I, 80, 6); Equinozzio (III, 86, 8); elezzion (IV, 77, 6);
instruzzion (VII, 76, 5); inscrizzion (VII, 103, 6); distruzzion
(X, 5, 3); seduzzion (XIII, 115, 4); azzion (XVI, 99, 4);
perfezzion (XVII, 39, 8); afflizzion (XVII, 67, 6); etc.
6. En la evolución de la dental y palatal
latinas “ti”, “ci”, seguidas de vocal átona, Stigliani ha mantenido el sonido
palatal “ci”, eliminando, por tanto, la solución interdental “zi”. Los
ejemplos, reducidos en nuestro poema, son: supplicio (XVIII, 32,4) y giudicio (XVIII, 32, 2) entre otros.
7. La distinción entre el sonido sordo y
sonoro de la interdental “z” intervocálica había sido motivo de crítica también
en el Occhiale por parte de Stigliani. Ante la rima imperfecta “aguzza /
ruzza” que aparece en el Adone, nuestro poeta aduce que Marino no había
llegado a captar la verdadera pronunciación de la interdental, eligiendo la
grafía, simple o doble, según tradicionales reglas ortográficas. Si bien
8. A pesar de que la oscilación en el uso de
las consonantes dobles es muy frecuente, especialmente, donde el toscano no
concuerda con el latín, Stigliani opta por un criterio, no exclusivamente
etimológico, sino cercano a las pretensiones de Salviati de geminar la mayor
parte de las consonantes. Así, en el Mondo Nuovo se conservan en gran
medida las consonantes simples y geminadas de origen latino como improviso (II, 126, 5); colà (II, 35, 5);
scelerato (IX, 158, 8); publica (V, 6, 8); fabril (V, 10, 8);
etc., aunque en los últimos ejemplos, conforme a un gusto normalizado por la
geminación consonántica, en el poema encontramos igualmente pubbliche (VI, 55, 2); fabbriche (II, 87, 8);
fabbri (VII, 73, 3). Es evidente, pues, la opción stiglianesca por
la presencia de consonantes dobles y así: labbra (I, 72, 7); rabbia (III, 6, 2); opportuno (IX, 146, 2);
testuggine (III, 31, 7); intollerante (XII, 136, 5); immagine (XIV,
34, 6); femmina (VI, 13, 3); freddezza (VII, 93, 5); nebbia
(II, 43, 4); etc.
La fonética llega a sufrir grandes
divergencias a finales del siglo XVI que se irán atenuando conforme avanzan los
años. Sin embargo, en la edición romana de nuestro poema, persisten todavía
determinadas oscilaciones fonéticas que se van resolviendo hacia la norma
lingüística moderna, no sin ciertas dudas previas. Entre los fenómenos
fonéticos más relevantes del Mondo Nuovo destacamos:
1. Dentro del vocalismo tónico, el
diptongamiento de “e” en “ie” se evidencia en numerables vocablos como altiera (VII, 71, 6); primiero (VII, 22, 6);
fiera (IX, 105, 6); lieve (X, 68, 4); guerriero (V, 1, 2);
etc., aunque con formas alternativas como fera (XIII, 122, 7); altero (VIII, 14,
2); etc. De igual modo nos encontramos oscilaciones con el
diptongo “uo” procedente de la latina “o” abierta, de manera que junto a
términos como ispagnuolo (XVI,
167, 5); figliuol (XVII, 117, 7); stuolo (XVIII, 13, 3);
lacciuolo (XX, 167, 5); capriuol (I, 24, 4); cuore (III, 104,
4); ruote (VII, 48, 7); fuoco (XIV, 18, 1); etc., aparecen
también éstos otros: foco (XIV,
117, 7); core (XV, 5, 4); rote (XVIII, 111, 6); vole (XX,
160, 1); gioco (I, 76, 8); loco (I, 76, 7); socero
(XIV, 149, 8) etc. Las formas latinas con “u” en vez de la toscana “o” dejan
también su rastro en nuestro poema, pero con grandes oscilaciones: sculto (I, 22, 8) / scolto (VI, 36, 5);
cultori (VI, 54, 1) / coltori (V, 61, 8); culto (IV, 44, 6)
/ incolto (VII, 55, 6); vulgo (VIII, 2, 1) / volgo
(XX, 135, 7); etc. Por otro lado, la alternancia de los diptongos se generaliza
y junto a rauche (II, 118, 7);
ausa (V, 85, 2); tauro (VIII, 103, 4) encontramos, roco (IX, 42, 7); oso (XVI, 85, 2); toro
(XXX, 55, 1).
2. La representación gráfica de los sonidos
palatales es redundante cuando junto a la vocal “e” aparece la llamada “i”
diacrítica. Tal es el caso de giel (I, 39, 8); Crociero (III, 97, 1); trinciera (XII, 13,
8); gorgiera (XIII, 76, 6); effigie (XIII, 130, 8); coscienza (XX,
138, 2); etc., incluso aparece en los plurales de los sustantivos y
adjetivos que acaban en “–cia /-gia”, independientemente si le antecede o no
una consonante: provincie (VIII,
74, 7); grigie (XV, 67, 3); stigie (II, 8, 1); etc.
3. Entre la normalización gráfica más
generalizada que atiende a una neta distinción fonética, se encuentra la alternancia
de “u / v”. Stigliani utiliza la “u” minúscula tanto para la vocal como para la
consonante, mientras que para la mayúscula elige la “V”.
4. En el plural de los sustantivos y
adjetivos que acaban en “-io” y en las desinencias del imperativo y del
pretérito indefinido, se recurre a la grafía “ij”, teniendo un valor no sólo
gráfico, sino también silábico, necesario, por tanto, para la rima y el cómputo
del verso. Así: occhij (II, 11,
8); demonij (II, 47, 4); gij (XIV, 23, 4); partij
(XIV, 114, 4); etc.
5. En cuanto al consonantismo, los fenómenos
se refieren a evoluciones requeridas por la poesía, por considerarse de mayor
elegancia para el verso la presencia de ciertas formas como aquellas verbales
que ceden la dental sonora por desinencias en “-aggio / -eggio”: veggio (XV, 73, 1); caggia (VI, 114, 2);
chieggiono (XX, 108, 7); etc. De igual manera, la “-gl-” en posición
interna deriva en el grupo consonántico “-gghi-”, como es el caso de vegghiar (VI, 28, 5); mugghiava (XVIII, 150,
5); etc. Por otra parte, la palatización del grupo “-ng-” delante
de vocal anterior se produce en determinados casos como en giugnea (III, 47, 3); aggiugne (X, 56, 8);
spignere (XII, 141, 4); piagnesse (VIII, 47, 8); etc., aunque
no se produce la generalización del fenómeno. El intercambio de ciertos grupos
consonánticos es común en nuestro poema y así, junto a navigio
encontramos navilio (“gi / li”); junto a veneno aparece veleno
y velenoso (“l / n”); junto a scoverto, scoperto (“p /
v”); junto a vasello, vascello (“s / sc”), motivo éste último de
muchas de las correcciones efectuadas a la última edición del Mondo Nuovo[15].
Muchas
de las oscilaciones morfológicas que abundaban en los textos escritos del
Seicento debido, todavía, a formas de influencia latina, en Stigliani las
encontramos estabilizadas, aunque persisten todavía algunos fenómenos
arraigados al lenguaje poético de los que nuestro hace uso constante, como, por
ejemplo, los que siguen:
1. Como parte de la morfología nominal,
tenemos que prestar especial atención a las formas del artículo determinado,
plural y singular, que aparecen recogidas en nuestro Mondo Nuovo. Así,
para determinar a un sustantivo singular encontramos las formas “il” delante de
palabras que comiencen por consonante, incluida la “z” (il corridor, I, 42, 4; il Duce, I, 52, 1; il genitore, I,
63, 1; il zelo, IV, 43, 7; il
zefiro, XII, 101, 4; il zio, XVII, 30, 5; etc.), con la
variante “’l” cuando le precede una palabra que acaba en vocal (che ‘l gran,
XVII, 58, 2; sotto ‘l pennon, I,
55, 7; oltra ‘l fuggir, I, 124, 4; avea ‘l legnaggio, II,
4, 5; etc.). Por otro lado, la forma “lo” aparece tanto para palabras que
comiencen por “s” líquida (lo scettro, IX, 22, 8; lo squadron, XII, 100, 1; lo spazio, II, 14,
5; lo spirto, II, 17, 5; lo stuolo, XII, 27, 8; etc.);
como para palabras que comiencen por el apócope “’n” (lo ‘ncantatore, II, 11, 5; lo ‘ndugio, XVI, 27, 6; lo ‘nvito, XVI,
27, 6; lo ‘ncendio, XIV, 128, 6; etc.). Por último, la forma
apostrofada “l’” está presente en aquellas ocasiones en las que las palabras
comiencen por vocal (l’armata, l’immagine, l’ombra, l’isola, etc.). Como
prescribe Bembo, después de la preposición “per” aparece siempre en singular la
forma “lo” (per lo mar, II,
122, 8; per lo gozzo, II, 73, 4; per lo spasmo, VII, 30, 1;
per lo scudiero, VIII, 96, 3; per lo terreno, XII, 117, 2;
etc.).
Las formas del plural también se mantienen dentro de la
norma y así, la forma “i” aparece con sustantivos que inicien por la consonante
(i nocchieri, i rivi, i presagi, i zefiri, i zaffir, etc.); la forma
“gli” viene empleada con palabras que comiencen por “s” líquida (gli spirti,
gli stolti, gli scudi, gli scandali, gli schermi, etc.), aunque alternada
con la forma “li” (li spirti, li sforzi, li stuoli, etc.). Interesante a
este respecto son las siguientes palabras de Stigliani: “’gli’ e ‘li’ articoli,
quando stanno da sé e non son composti, sieno l’istesso, cioè che ‘gli’ vaglia
per ‘li’; atteso che in composizione ciaschedun d’essi in virtù dell’accento
suona per ‘l’ iterata. Per figura, quando l’articolo genitivo ‘de li’ è due
parole, la seconda si pronunzia con ‘l’ scempia. Ma quando esso si comprime in
una, cioè in ‘deli’, la ‘l’ per virtù dell’accento si fa doppia e dicesi
‘delli’. E l’istesso si può dir di ‘degli’, la cui seconda sillaba, contenendo
virtualmente due ‘l’, non può in composizione sonarne una”[16].
Finalmente, el artículo plural que acompaña la
preposición “per” varia en función del inicio de la palabra que le sigue, de
manera que aparece “per li” cuando la siguiente palabra comience por consonante
(per li cerchij, per li fianchi, per li color, etc.), mientras que será
“per gli” cuando comience por vocal (per gli orecchi, per gli orti, per gli
omeri, per gli occhij, etc.).
2. Ante las multitud de formas recogidas en
los textos literarios del Seicento para indicar los numerales, en especial,
aquellas que indicaban el número dos (duo, dui, doi, duoi, due, du’, dua),
Stigliani opta por seguir la tendencia latina recogida por Petrarca que
distinguía la forma “duo” para el masculino (duo dì, XIX, 83, 5; duo anni, I, 70, 6;
duo Baroni, I, 74, 4; duo veleni, I, 84, 6; duo eserciti,
IV, 39, 8; etc.), y la forma “due” para el femenino (due donne, VI, 91, 7; due mani,VIII, 98, 5; due
spade, X, 59, 6; due vele, II, 107, 4; due punte, I,
104, 5; etc.).
3. Ya dentro de la morfología verbal, los
imperfectos en “-o” (-avo, -evo, -ivo, ero), ya desde mediados del Cinquecento
usados por los florentinos más espontáneos, no terminan por imponerse en la
norma lingüística del Seicento, aunque las oscilaciones empiezan a evidenciarse
en los textos toscanos, principalmente. En nuestro poema, aunque narrado en
tercera persona, podemos notar la presencia del uso del imperfecto, primera
persona, en “-ava”, como en el caso aislado del verso Io che con fede amava
il mio consorte (II, 50, 3).
4. Las oscilaciones en la tercera persona
plural del pretérito indefinido son continuas en nuestro poema entre las formas
“-ssono” (temperassono, ritenessono, fessono, tornassono, empissono,
avessono, aiutasseno, etc.) y “-ssero” (trassero, esponessero,
ascendessero, fussero, potessero, venissero, affogassero, etc.), aunque la
abundancia de éstas últimas es mucho más acusada.
5. La sufijación con pronombres directos a
las formas verbales apocopadas es objeto de crítica por parte de
Además del acusado recurso al
hipérbaton, donde la construcción de las frases se ve enormemente alterada
debido a las características de la lengua poética y su sujeción a la rima y a
la estrofa, la sintaxis del Mondo Nuovo no es particularmente
innovadora. Destacamos algunas de sus carácterísticas:
1. Ya desde el segundo Cinquecento,
encontramos oscilaciones en las parejas pronominales del tipo “se gli” o “se
le” (se gli son care, IX, 16,
2; se gli rese, XII, 73, 8; se gli erano, XIV, 75, 8; se le
suppon, I, 60, 7; etc.) alternadas con otras del tipo “gli si”, “le
si” (gli si fù ravvolto, XII,
73, 5; gli si perdona, XVI, 17, 3; le si ponesse, XX, 155, 8; le
si voltaro, XX, 180, 7; le si coricò, VI, 88, 4; etc.),
aunque sean más frecuentes éstas últimas en la lengua escrita de entonces, en
el Mondo Nuovo la presencia de unas y otras está equilibrada.
2. En las construcciones de participio
absoluto, siguiendo la línea marcada por Bembo, Stigliani mantiene el
participio en masculino singular: ito vicin (I, 14, 4); fatto il cielo nero (I, 38, 2); vistosi addutto
(XIV, 88, 1); fattosi allegro (XVI, 50, 5); etc.
3. En las proposiciones concesivas, Stigliani
usa el modo indicativo y subjuntivo indistintamente con la conjunción “sebbene”
(se ben solea, III, 40, 3;
se ben non piagò, XII, 140, 6; se ben riputi, XVII, 134, 3;
etc.), mientras que con el nexo “benché” se atiene sólo al subjuntivo (benche
sembri, XIV, 138, 5; benche ‘l
premesse, XVIII, 41, 1; etc.).
En
cuanto al léxico, merece especial atención la presencia de latinismos en la
lengua de principios del siglo XVI que se debió, principalmente, al cambio
radical del sistema educativo y cultural del momento. La investigación técnica
y científica, sobre todo, provocó una necesidad urgente de acuñar nuevos
términos para dar nombre a la infinidad de nuevas materias y fenómenos que
surgían de los estudios en curso. Así, la lengua italiana, fijada como nueva
lengua de estudio, tuvo que recurrir a las lenguas clásicas para atender a las
nuevas necesidades lexicográficas.
En la
vertiente literaria, sin embargo, el uso del latinismo surgió más bien del
deseo de elegancia y solemnidad que necesitaba. No fue otro el motivo por el
que Ariosto y Tasso acumularon gran número de latinismos en sus obras y lo que
en un primer momento se consideró una licencia poética, pasó a formar parte de
la lexicografía italiana.
Con
los años, gramáticos y lexicógrafos, en su labor de buscar la pureza y mejora
de la lengua italiana, terminan por considerar esa inmensa ola de latinismos
literarios como un gran defecto de los textos que hay que corregir. En efecto,
los poetas comienzan la revisión de sus obras para eliminar todo rastro de
acercamiento a las lenguas clásicas, llegando a casos tan extremos como el de
Tommaso Stigliani, en el nuevo siglo, se hace eco de esta
situación y resta “al latino la sua funzione storica di serbatoio privilegiato
per la lingua italiana, e a collocarlo senz’altro tra le lingue straniere”[19].
Su
intervención en el Occhiale nos deja clara su postura antilatinista,
llegando a enumerar, concretamente, hasta 258 latinismos presentes en el poema
de Giambattista Marino. Ya con anterioridad,
en su epistolario, había acusado a las lenguas clásicas de contribuir a la decadencia
del italiano por su perenne presencia en el sistema educativo nacional: “Noi
italiani oggidì tutti andiamo in nostra fanciullezza alle scuole di grammatica
ad apprendere il latino col mezzo del nostro favellare natio, e avviene che
molte voci e modi di quello idioma ci s’attaccano e poi ci scappano detti o
scritti, qualvolta italianamente ragioniamo o scriviamo”[20].
Es de
suponer, por tanto, que, en el Mondo Nuovo, la presencia de
construcciones y términos latinos sea mínima y limitada, en todo caso, a las
grafías etimológicas del tipo “ab + consonante”, el uso de la interdental “zi”
con la grafia latina “ti” o la conservación de la vocal “u” en vez de la
italiana “o”, que anteriormente hemos descrito.
Con
todo, Alessandro Tassoni en su crítica al poema stiglianesco, identificó
ciertos fenómenos lingüísticos con evidentes rasgos clásicos. Así, la expresión per chiome (I, 69, 5), según
Tassoni, “è detto alla latina per comas”; el verso mentre sedea il Colombo
appresso prora (IV, 60, 5) también “è detto alla latina senza l’articolo”. La presencia de
las sordas oclusivas etimológicas, como es el caso de giuppa (X, 59, 3) per giubba,
reclama la atención también del modenés por su distanciamiento de la norma
toscana.
Si
bien estas influencias latinas se encuadran dentro de la ortografía y la
sintaxis, los latinismos léxicos también se encuentran presentes en nuestro
poema procurando la sorpresa en el texto. Tal es el caso del latinismo ostro,
de un uso muy restringido ya en el latín mismo, pero que pasa a convertirse en
una palabra de moda en la poesía barroca. En nuestro poema, sin embargo,
aparece en contadas ocasiones con el significado de “rosso” (VIII, 56, 2; XIII,
18, 4...), siendo de uso más común el latinismo purpureo (II, 24, 1; X,
64, 2; XII, 120, 7...). Del mismo modo, puede aparecer la palabra en su forma
fonética latina originaria como ebeno
por ebano (III, 5, 8; VII, 55, 6; IX,
120, 6...). De la misma estirpe latina es el epíteto indómito con el que
se designa al indio (XX, 39, 1). Otros latinismos presentes en el Mondo Nuovo son: unqua (XIII, 47,
7); ambo (XIII, 23, 8); arena (XIII, 139, 4); ausa (V, 85,
2); amplesso (X, 19, 3); vagina por “fodero” (XVII, 116, 7); con
el derivado, invaginarsi (X, 48, 8); etc.
Por
otro lado, la presencia de indigenismos americanos en el Mondo Nuovo,
además de enriquecer verbalmente el poema, lo coloca, junto a las primeras
crónicas históricas, en el elenco de fuentes que reunieron por primera vez los
vocablos referentes a la fauna y flora americanas, a la nueva geografía apenas
descubierta o a la civilización indígena[21].
No podemos hablar, sin embargo, de una invasión de terminología indígena en
nuestro texto, sino de una moderada relación de nombres de procedencia
americana, fruto del intercambio lingüístico, a veces no directo, entre el
español o portugués y el italiano[22].
A esto, sin duda alguna, contribuyó Giambattista Ramusio con sus traducciones
de las crónicas americanas de Pietro Martire y Gonzalo Fernández de Oviedo[23],
fuentes históricas de nuestro poema.
Stigliani, ajustándose a su teoría poética, nos presenta
estas “voces peregrinas” en el modo que “siano intelligibili, che siano poche,
e che siano il meglio di que’ tali idiomi”[24].
Por
ello, y por el escaso espacio literario que nuestro poeta concede a la descripción
del pueblo americano, los citados términos que encontramos en nuestro poema son
fácilmente localizables. En primer lugar, el cacique, principal figura de la
organización política precolombina, cobra vida en el Mondo Nuovo en los
personajes Guarnesse (XI, 22, 6); Canarì (XI, 123, 5); Beuci
(XI, 123, 5); Caggiago (XI,
123, 5) y Cunabò (XI,
123, 6), adaptaciones fonéticas al italiano de los verdaderos caciques
de la isla
Lo
mismo sucede con la terminología geográfica o geofísica que tras sufrir los
necesarios ajustes lingüísticos se incorpora en el poema con la siguiente
grafía: Aiti (VII, 3, 1); Cuba
(XI, 131, 8); Giamaica (XIII, 28, 6); Casmù (XI, 126, 2); Temistitán
(XI, 141, 1); río Maragnon (XIV, 138, 1); estrecho Magaglian
(V, 38, 6); etc.
En
cuanto a la flora americana, a pesar de que Fernández de Oviedo estudia en su Historia
Natural una parte considerable de plantas y vegetales indígenas, Stigliani
limita su presencia a unas pocas referencias como son las maghize (VI,
47, 3); la giucca (VI, 47, 5); el mammei (VI, 48, 3); las guanabanne
(VI, 48, 3); etc., entre los productos comestibles y de uso cotidiano entre la
población india. Menciona también a la planta alucinógena, usada en los
rituales paganos, llamada coiba (VI, 60, 3) o cohoba, como la conocemos
hoy en día, y el árbol coppei (X, 105, 6), de gran utilidad para el
americano por la grandiosidad de sus hojas, útiles en la vida diaria, incluso
para escribir sobre ellas.
Para
la fauna del nuevo continente, por el contrario, nuestro autor reserva un papel
aún más limitado. La enumeración de animales acaba con aquella de las viandas
que los indios regalan a Colón para abastecer a su tripulación, es decir, mannati, tiburoni, gavicanne, chiurca, baccalai
(VI, 48, 1-2) y lirenes (VI,
48, 3). Aislados, sin embargo, aparecen otros términos que denominan
animales salvajes como la baute (XV, 46, 5), cuadrúpedo “il qual quasi
alla Tigre hà il corpo eguale, / benché simile il grifo abbia alla Berta, / con
branca fessa, e in cinque diti aperta” (XV, 46).
Los
dioses y ritos practicados por el pueblo conquistado ocupa buena parte del
espacio dedicado a la presentación de la nueva cultura, así, la descripción de
la figura mitológica india por excelencia, el cemì (VI, 52, 4) se
describe en varias octavas, resaltando los poderes malignos del mismo por su
semejanza física con el demonio. Imagen, como vemos, de gran fuerza épica y respetada
en su totalidad por Stigliani. En contacto directo con este ídolo están los buiti
(VI, 58, 5) o piachi (VI, 58, 6), sacerdotes y a la vez médicos
conocedores del poder curativo de las plantas americanas.
En
los rituales o danzas es necesario el instrumento musical al que llaman maghei
(VII, 56, 6), tambor de madera usado tanto en la guerra como en los bailes
donde se recitan los areitos, que Stigliani registra como areti (XV, 39, 4). Por último, no podía
faltar la canoa o medio de transporte acuático de los indios, a la que
nuestro poeta dedica estos versos para su descripción: “su una barca essi
vennero che fassi / d’un legno intero picciola, ed umile / con coltei cava di
taglienti sassi / per non esser del ferro ivi lo stile” (VI, 30).
Tal y como apuntamos al principio y
tras este análisis lingüístico de los principales aspectos de la lengua poética
en el Mondo Nuovo, podemos confirmar
que si bien Tommaso Stigliani se muestra conservador en los principales
aspectos que la lengua italiana del siglo XVII defendía a través de las grandes
autoridades del campo lingüístico, no deja de sorprendernos que el poeta dejó
manifiesta en los más de cuatro mil octavas que componen su poema heroico su
propia concepción de lengua poética, en la que es imprescindible la presencia
de elementos innovadores que son a su vez testimonio de los continuos cambios a
los que la poética barroca estaba sujeta.
BIBLIOGRAFIA
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altri scrittori del Seicento. Bari:Laterza, 1911.
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botánica italiana del siglo XVI”. En: GARCÍA AGUILAR, M. - DE BENEDETTI, A.
(ed.). Lenguas de una lengua. Granada: Comares, 2005, p. 57-76.
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e Viaggi, (Milanesi, M. ed.). Torino: Einaudi, 1985, vol. V.
STIGLIANI, T. Dello Occhiale opera difensiva del Cavalier Fr. Tomaso
Stigliani, scritta in risposta al Cavalier Gio: Battista Marini Dedicato
all’Eccellentiss. Sig. Conte D’Olivares. Venetia: Pietro Campanello, 1627.
STIGLIANI, T. Il Mondo Nuovo, Poema eroico del Cavalier Fra’ Tomaso
Stigliani diviso in trentaquattro canti cogli argomenti dell’istesso autore. Roma: Giacomo Mascardi,
1628.
STIGLIANI, T. Lettere. Roma: Bernabò dal
Verme, 1651
[1]
Stigliani, 1627. Esta obra se publicó dos años después de la muerte de
Giambattista Marino, por lo que los juicios críticos que en ella se expresan
causaron la discordia entre el grupo de poetas marinistas que defendían el
Adone como la gran obra poética del siglo XVII italiano.
[2]
Stigliani, 1651, p. 192.
[3] Ibídem, pág. 102.
[4] Así
aparece en su epistolario editado por Angelo Borzelli y Fausto Nicolini (1911): “ciò io fo per
usar brevità e per non ripetere interamente quanto ho discorso in lungo nella
mia Grammatica, trattando de’ pronomi e degli articoli affissi a’ verbi”, (p.
277).
[5] Stigliani, Lettera
risponsiva dell’autore al Signore Aquilino Coppini, editada por Pieri,
1976, p. 411.
[6] Il Mondo Nuovo, Poema eroico
del Cavalier Fra’ Tomaso Stigliani diviso in trentaquattro canti cogli
argomenti dell’istesso autore. Esta obra épica sobre el descubrimiento de
América había contado ya con una edición parcial en 1617, en la que aparecían
tan sólo los veinte primeros cantos. Su autor, Tommaso Stigliani, la concibió
durante años en la corte de Parma y Piacenza, tratando de buscar la fama
literaria narrando las aventuras de Cristóbal Colón y su tripulación en tierras
americanas. Sobre el estudio y edición de la misma, véase García Aguilar, 2003.
[7] Para
la realización de este trabajo nos hemos ceñido al análisis lingüístico de los
veinte primeros cantos del Mondo Nuovo
en su edición de 1628.
[8] T. Stigliani, 1627,
p. 503.
[9]
Continuamente nuestro poeta corrige el uso de mayúsculas en palabras como:
Ispan, Toschi, Pilota, Pastor, Regno, Rettor, Infernale Impero, Saracina,
Turco, etc.
[10] Cfr. Marazzini, 1993.
[11] Divide
entre el punto “fermo”, seguido de minúscula, el punto “trafermo”, seguido de
mayúscula, el punto “fermissimo”, seguido de un espacio blanco doble y delante
de mayúscula, y, finalmente, el punto “trafermissimo”, que cierra el verso y da
paso a otra estrofa o párrafo.
[12]
Principalmente, Trissino promulgaba la distinción entre las vocales e y o
abiertas y cerradas, utilizando para ello a las letras griegas ε y ω;
la distinción entre i y u con valor de vocal y de consonante,
utilizando para ello la grafía j y v; también, la distinción
entre z sorda y sonora, utilizando para la sonora la grafía ç.
Renuncia, sin embargo, a distinguir la s sorda de la sonora.
[13] Así,
A. Firenzuola, Discacciamento delle nuove lettere (1524); Martelli, Risposta
alla Epistola del Trissino (1524), C. Tolomei, Polito (1525) o N.
Liburnio, Le tre fontane (1526).
[14]
[15] Existe
un volumen del Mondo Nuovo de 1628 en
[16] Borzelli-Nicolini,
1911, p. 286.
[17] Ibídem, p. 277.
[18] Ibídem, p. 288.
[19] Panciera, 1990, p. 70.
[20] Stigliani, 1651, p.
196-197.
[21] Cfr. García
Aguilar, 2005.
[22] Cfr.
Beccaria, 1985.
[23] Cfr. Sommario dell’istoria dell’Indie occidentali
del signor don Pietro Martire y Sommario
della naturale e generale istoria dell’Indie occidentali di Gonzalo Ferdinando
d’Oviedo, en Ramusio, 1985, p.19-956.
[24] Stigliani, 1627, p.
76.
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