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La estrategia del agua, Lorenzo Silva
(Barcelona, Círculo de
Lectores, 2010)
- Le presento al
brigada Bevilacqua, señoría. Ahí donde lo ve, nuestro
máximo especialista en homicidios.
Mientras trataba de no descomponer el
gesto, me juré a mí mismo que si algún día estaba en mi mano favorecer o ayudar
de algún modo al teniente Aparicio, recordaría que tenía motivos suficientes
para abstenerme de hacerlo. Pero todavía faltaba que la juez pusiera su granito
de arena para complicarme mi ya esforzada compostura:
- ¿Ble… vil…
cómo? Disculpe, brigada. ¿Nunca le han dicho que tiene usted un apellido un
poco incómodo de pronunciar?
- No, nunca –respondí, impasible.
- Ah, bueno. Pues al menos para mí lo
es.
- Es italiano, basta con traducirlo, bevi il acqua, «bebe el agua». Pero para facilitar las cosas
también atiendo por Vila. Si le va mejor…
(pág. 29)
Dio media vuelta y se encaminó a paso
rápido hacia donde estaban los de los monos blancos. Sólo yo sabía cuánto había
llegado a acostumbrarme a contar con su eficacia. Sin ella, a aquellas alturas,
podía ocurrirme lo que el sargento al que interpreta Burt
Lancaster en De aquí a la eternidad le dice a
la mujer de su superior, la perturbadora Deborah Kerr, que le sucedería al marido en caso de faltarle él. He’d strangle in his own spit if I wasn’t here to swab
his throat out, afirma
el crudo Burt. En su día me
aprendí la frase así, en ingles y todo, para poder decirla sin riesgo delante
de oficiales incompetents y monolingües, aunque cada
vez era más difícil usarla sin exponerse a un arresto.
(págs. 49-50)
- Y aquí tengo la letra de la canción.
- A ver, sargento. Ejercicio de
traducción directa.
- No me fastidies –protestó Chamorro.
- ¿Has visto, Johnny?
No se atreve. Tendrás que ayudarla.
Virginia me miró de reojo.
- Si crees que con eso me picas, vas
listo.
- No parece muy difícil –apreció el
guardia.
- Adelante –le pedí, mientras me
dejaba llevar por la música.
- Pues, vamos a ver… «Y cuando vengan
los ángeles, te abrirán por la mitad, para ver si todavía estás ahí. Y debajo
de tus costillas encontrarán…»
Arnau se interrumpió y arrugó la
frente:
- ¿Encontrarán…? –pregunté.
- Esto no me lo sé. A heart shaped locket. ¿Qué es
locket?
- Ni idea. Mira el diccionario en línea.
La sargento
no dejó pasar la oportunidad de vengarse:
- Vaya, el inglés de míster Perfect también tiene sus
lagunas.
- Y el español, o qué te habías
creído.
- Locket.
«Colgante, dije» -leyó Arnau.
- «Un colgante en forma de corazón».
Qué más.
- «Una vieja fotografía tuya en brazos
de papá» -continuó traduciendo el guardia–. «Y
después… te coserán y te devolverán al agua. De donde todos nacimos. Y
alimentarás a los fantasmas, y alimentarás a los vivos. Y serás un extraño y
serás un amigo. Y serás el leproso y serás el que cura. Y serás el héroe y la
tragedia.» Aquí repite el estribillo, lo de que todos nacimos del agua y demás.
Y sigue así: «Y cuando quemen tu cuerpo, tan sólo quedarán cristales de arena.
Dos pequeños puñados. Todo lo demás es agua, agua, agua. Todo lo que debes saber
es que naciste del agua. Estás hecho de agua. Eres agua viviente, agua, agua,
agua.» Y lo repite dos veces más.
Chamorro miraba ahora la pantalla de
Arnau con gesto serio.
- Una canción bastante particular
–juzgó el guardia, acabado el ejercicio de traducción–.
Desde luego, no es pop al uso.
(pág. 144)
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