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IMPORTANCIA Y VALORACIÓN
SOCIOLINGÜÍSTICA DEL DARIJA EN EL
CONTEXTO DE LA EDUCACIÓN SECUNDARIA PÚBLICA EN CEUTA[1]
Verónica Rivera
(UNED-Centro Asociado de Ceuta)
1.- MARCO INTRODUCTORIO
1.1.- ANÁLISIS DE LA POBLACIÓN CEUTÍ
La
ciudad de Ceuta ha servido, desde su formación, como punto de encuentro y
comunicación entre los continentes europeo y africano, constituyendo un enclave
de confluencia y convivencia de diferentes razas, religiones y culturas –la
europeo‑cristiana, la árabe‑musulmana, la judeo‑hebraica y la
hindú‑brahmanista-.
Ceuta
tiene una extensión aproximada de 19,8 km2 y una población cercana a
los 75.300[2]
habitantes de derecho, sin contar con las más de 5000 personas que cruzan la
frontera hispano-marroquí diariamente para desarrollar tareas laborales
–normalmente en el servicio doméstico y la construcción-. El principal motor
económico de esta ciudad norteafricana es el comercio, sin olvidar a los
numerosos funcionarios de la Administración Pública que trabajan y residen en
Ceuta.
La
población cristiana -españoles de origen- sigue siendo la mayoritaria en estos
momentos, representando el 55% del censo, cuando hasta 1970 suponía el 92%[3].
Estas personas pertenecen, en general, a la clase media-alta, debido, entre
otras razones, a la percepción de una retribución complementaria en concepto de
indemnización por residencia. Como avanzamos anteriormente, está formada por
funcionarios –militares, docentes y personal administrativo de los diferentes
Ministerios- y sus características y rasgos definitorios no difieren del resto
de la comunidad española.
La población árabe‑musulmana constituye
la minoría mayoritaria -41% del total-, cifrada en torno a los 40.000
habitantes -aunque de derecho hay poco menos de 25.000-. Los rasgos que
conforman su identidad son los siguientes: proceden del Yebbala, región del
norte de Marruecos, y poseen un alto índice de analfabetismo (39%) y natalidad
(4,4 hijos por familia). Su nivel socioeconómico y cultural es bajo –las tasas
oficiales de paro que registra esta minoría giran en torno al 26%-, con unos
ingresos mensuales inferiores a 600 euros en el 45% de la población, problemas
de adaptación a la cultura europea y con una presencia muy marcada de la
religión islámica en sus vidas[4]. El
índice de movilidad de este colectivo es muy inferior al de las restantes
culturas.
La
población judeo-hebrea -2,5% del total de habitantes- se reparte entre la clase
alta o media-alta y posee unos elevados recursos económicos, formando un grupo
extremadamente fiel a las tradiciones religiosas y dedicado casi exclusivamente
al comercio.
La
población hindú‑brahmanista -1% del total- presenta características
similares a la anterior, aunque su dedicación al comercio es casi exclusiva y
su participación social en la comunidad general es un poco más baja.
1.2.- LA INMIGRACIÓN EN CEUTA
A
todo lo anterior hemos de añadir las "oleadas" de inmigrantes de
otras latitudes -subsaharianos, argelinos y, últimamente, chinos-, conducidos
por las mafias con la intención de que su paso a la Península Ibérica les sirva
de llave para entrar en la Unión Europea. Estos inmigrantes son alojados en el
Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (C.E.T.I), un lugar de construcción
reciente y bien dotado donde se ofrece todo tipo de servicios: médicos,
higiénico-sanitarios, alimentarios y educativos, así como asesoramiento legal.
La presión de la inmigración ha descendido de forma considerable desde la
entrada en vigor, en 1999, de la Nueva Ley de Extranjería.
Los inmigrantes que habitan en Ceuta son personas pertenecientes a las
clases más populares tanto por su nivel de formación o instrucción, como por su
nivel socioeconómico. A ello hay que añadir que sufren fuertes choques
culturales debido a la rápida incorporación de la cultura del inmigrante al
mundo moderno, al que debe adaptarse. Por un lado se produce un avance hacia la
modernidad –que, en ocasiones, es visto como una traición hacia los valores
tradicionales que rigen la cultura, la religión y la vida material del
inmigrante- y, por otro lado, una tendencia a la conservación o recuperación de
las formas y presupuestos tradicionales que conforman su identidad grupal y que
adquieren más valor si cabe por su oposición a las sociedades occidentales.
2.- APROXIMACIÓN A LA SITUACIÓN
SOCIOLINGÜÍSTICA EN CEUTA
2.1.- CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE EL
BILINGÜISMO Y EL CONTACTO DE LENGUAS
Comenzaremos con la noción de bilingüismo, que, como todos sabemos, ha contado con numerosos
autores preocupados por su definición. Así, desde L. Bloomfield, quien en 1933
definía el bilingüismo como “la posesión de una competencia de hablante nativo
en dos lenguas” hasta J. McNamara (1967:56), por ejemplo, que desde el extremo
opuesto afirma que “el individuo bilingüe es aquel que posee una competencia
mínima en, al menos, una de las cuatro habilidades lingüísticas, es decir,
comprender, hablar, leer y escribir, en una lengua distinta a su lengua
materna”, existe una gama de posturas intermedias, entre las que encontramos la
de Miquel Siguan (2001) en su obra Bilingüismo
y lenguas en contacto. Entiende Siguan (2001:29) por bilingüe “al sujeto que posee dos sistemas lingüísticos –dos
lenguas- con amplitud y profundidad similar y que es capaz de utilizarlos en
cualquier situación de su contexto social con parecida facilidad y eficacia”,
añadiendo que dentro de esta definición podemos distinguir distintos grados o
aspectos según el bilingüe se identifique más o menos con una de las lenguas -y
la considere su lengua personal- y dependiendo de que el ámbito de las
situaciones en las que es capaz de utilizar las dos sea más o menos amplio.
2.2.- EL BILINGÜISMO EN CEUTA
Así pues, según estas
definiciones casi el 50% de la población de Ceuta es bilingüe, aunque con
algunos matices que introduciremos más adelante, puesto que, según el segmento
de edad al que nos refiramos, las capacidades y destrezas básicas -receptivas y
productivas- las dominan en mayor o menor medida.
Profundizando en lo
anterior, sería conveniente recoger el análisis de Lambert, quien en 1960
introdujo los términos bilingüismo
aditivo y bilingüismo substractivo.
Según este autor, hablamos de bilingüismo
aditivo cuando la adquisición de la segunda lengua no representa un
obstáculo para la primera sino más bien un estímulo para su desarrollo, y
hablamos de bilingüismo substractivo
en el caso contrario, cuando el progreso en una lengua se hace a costa del
retroceso de la otra. Pues bien, el bilingüismo que posee la mayor parte de la
población árabe-musulmana en Ceuta es de tipo substractivo, lo cual quiere
decir que el español y el árabe-darija se encuentran mermados, tanto por el
conocimiento que de estas lenguas –lengua y dialecto, más específicamente-
tienen los hablantes, como por el desarrollo posterior de ambos códigos
lingüísticos.
También puede ocurrir incluso que la adquisición de una
segunda lengua no sólo perjudique al desarrollo de la primera, sino que no sea
capaz de asegurar el desarrollo normal de la segunda. Para reflejar este hecho,
Hansegard (1975) propuso hablar de semilingüismo,
una situación lingüística caracterizada por la pobreza de vocabulario y de la
morfosintaxis en cada una de las lenguas que domina el sujeto bilingüe y un
déficit de automatismo para mantenerlas separadas. Más adelante retomaremos
esta definición para referirnos al comportamiento sociolingüístico de los
individuos bilingües ceutíes, puesto que, al menos en el segmento de edades más
jóvenes, se corre el peligro de desembocar en el semilingüismo.
Hemos visto hasta ahora el bilingüismo desde una
perspectiva individual, como una posesión del hablante, si bien el componente
social o grupal es casi más importante que el personal, puesto que “las
actitudes de los individuos hacia una lengua particular pueden afectar el
mantenimiento, la restauración, la sustitución o la muerte de una lengua en la
sociedad” (Baker, 1997). La distinción realmente útil sería la que
diferenciaría una capacidad bilingüe
frente a un uso bilingüe, es decir,
partiendo del uso individual de las lenguas, plantearnos cómo usa el individuo
esas dos lenguas, cuándo, dónde, con quién…
En palabras de Baker,
“la gente que habla una lengua minoritaria dentro de un
contexto de lengua mayoritaria puede decirse que forma una comunidad de habla o
comunidad de lengua. El bilingüismo en el nivel individual es la mitad de la
historia. La otra mitad esencial es analizar cómo se forman y cambian los
grupos de personas que hablan esa misma lengua” (Baker, 1997:67).
Continuando con estos planteamientos teóricos,
recordaremos que cuando la atención cambia al desarrollo de dos lenguas en
sociedad, entonces recurrimos a la noción de diglosia, que es un término con connotaciones de tipo social, no
como el bilingüismo. En el entorno diglósico coexisten dos lenguas,
permaneciendo una de ellas –la llamada lengua débil- en situación de desequilibrio
a favor de la otra –que es la denominada lengua fuerte-, bien por razones
histórico-culturales, bien por motivos socioeconómicos.
Si, siguiendo a Ferguson (1959:328-335) tenemos en cuenta
los nueve rasgos que caracterizan el fenómeno de la diglosia, en Ceuta el español y el dialecto árabe marroquí se
encuentran en esta situación, ya que por su función, prestigio, herencia
literaria, adquisición, estandarización, estabilidad, gramática, diccionario y
fonología, el español es la lengua de prestigio y el darija la de menor valoración o débil. En la comunidad musulmana de
Ceuta hallamos bilingüismo y diglosia juntos, puesto que casi todos los
individuos arabófonos son capaces de usar ambas variedades lingüísticas: la
alta (español) para unas funciones determinadas y la baja (darija) para unos
propósitos diferenciados.
Para completar la visión general que estamos ofreciendo
sobre la situación lingüística ceutí como entorno
o medio diglósico, hemos de
puntualizar lo siguiente:
a.- La lengua materna del 50% de la población ceutí –la lengua débil o en
desventaja- es el dialecto árabe marroquí -caracterizado por la oralidad y
carente del carácter normativo que aporta la existencia de un código escrito-
llamado "darija"[5] y propio
del Yebbala, región al norte de Marruecos que incluye las poblaciones de Tetuán
–ciudad del norte de Marruecos donde el dialecto puede ser considerado como un
tipo de koiné septentrional, cada día
más influenciada por la koiné de
Casablanca-, Tánger, Larache, etc. Se trata, pues, de un dialecto árabe de
origen fundamentalmente rural[6].
b.- Este dialecto se encuentra en situación de desequilibrio o desventaja
respecto al árabe clásico y culto -o fusja-,
lengua fuerte, con una gran tradición cultural y con un enorme prestigio derivado
de ser la lengua en la que está escrita el Corán.
Los hablantes de esta lengua culta pueden acceder a la lectura de periódicos y
obras literarias, pero son una minoría en Ceuta[7].
c.- La población que habla darija
o dialecto árabe marroquí se encuentra en una situación doblemente diglósica,
puesto que, por un lado, los musulmanes ceutíes hablan un dialecto en clara
desventaja respecto a la lengua española y, por otro, utilizan un dialecto
débil frente a la lengua árabe culta. Ángeles Vicente indica que existe un
proceso de koinización marroquí en el
uso del árabe entre los jóvenes ceutíes. La koinización,
recordemos, “refleja un proceso dinámico, normalmente de estabilización
(regularización o acomodación lingüística) y mezcla de dialectos” (Medina López
1997:33).
d.- En resumen, los dos fenómenos que forman parte del proceso de
formación del dialecto árabe actual de Ceuta son los siguientes: la
desaparición de los rasgos considerados rurales –que quedan circunscritos a la
población adulta- y la alternancia de códigos entre el árabe y el español
(Vicente 2003:146).
Así pues, a la desventajosa situación socioeconómica que ya
apuntábamos en la introducción se une un doble desequilibrio lingüístico. No es
difícil imaginar, por lo tanto, que este hecho no hace sino reforzar el
sentimiento de exclusión y segregación cultural y fomentar la división social
en la población ceutí en general y en las aulas de los centros públicos en
particular. De hecho, los jóvenes estudiantes ceutíes no tienen un concepto
positivo de su lengua materna dentro del entorno escolar –incluso no tienen muy
claro el nombre de la lengua: “hablo árabe”, “no me dejan hablar
musulmán en clase” o “mi profesora está aprendiendo el
dialecto de nosotros” son frases extraídas del trabajo de campo
realizado para preparar esta comunicación-. Esta valoración negativa de cara a
los hablantes monolingües españoles contrasta con los resultados de una
encuesta que realizamos en el IES Almina de Ceuta, según la cual casi el 45% de
los alumnos considera más importante el árabe, si bien los motivos varían
–“porque es la lengua del paraíso”, “porque es la lengua del Corán.”[8]
Por último, no podemos
finalizar este apartado dedicado a la descripción de situaciones de contacto
lingüístico sin mencionar los fenómenos de alternancia y mezcla de códigos. Maschler define las mencionadas
situaciones de contacto lingüístico indicando que
“In the bilingual
context, the ‘relatively freely constructed utterances in discourse’ are the
cases of code-switching. The ‘relatively fixed constructions in grammar’, on
the other hand, are those switches which are part of the mixed code” (Maschler
1998:137).
Lo que ocurre es que la separación entre los dos códigos
puede no ser completa –de hecho, a menudo no lo es-, y entonces nos hallaríamos
ante un sistema lingüístico con numerosas interferencias que constituiría un
atentado contra la corrección del código utilizado. Esta falta de corrección
puede interpretarse a su vez como un conocimiento insuficiente de la lengua y
por tanto como un bilingüismo imperfecto
(Siguan, 2001:175). Alternancia de códigos y mezcla de códigos son así dos
tipos de hechos totalmente distintos, el primero consustancial con el
bilingüismo y el segundo propio de un bilingüismo limitado o defectuoso.
2.3.- LA “CULTURA DEL CODE-SWITCHING”
El estudio y análisis del code-switching debe ser considerado como una cuestión
interdisciplinar. La descripción puramente lingüística es muy importante, por
supuesto, y resulta fundamental analizar las reglas que rigen el empleo de la
alternancia de códigos en los planos fonético-fonológico, morfosintáctico y
léxico-semántico, pero no hemos de olvidar las implicaciones sociales,
cognitivas y psicológicas que este fenómeno posee. El estudio del code-switching supone, pues, una
definición exhaustiva de los grupos sociales que utilizan los dos códigos
lingüísticos en un mismo discurso, la manera de mezclarlos e incluso la
consideración de otras cuestiones, como son el proceso de construcción de la
identidad –de lo que nos ocuparemos a continuación- o la dimensión lúdica de
esta manifestación lingüística. Suzanne Romaine pone como ejemplo la mezcla de
inglés y panjabí en la India e indica que “un hablante puede mezclar códigos
por una variedad de razones, por ejemplo para redefinir la interacción y
llevarla a un terreno social diferente o para evitar precisamente mediante
continuos cambios de código la definición de ese terreno” (Romaine, 1996:80) y
concluye afirmando que “las funciones a las que sirve la alternancia de códigos
están presumiblemente al alcance de todos los hablantes, sean monolingües o
bilingües. Sin embargo, los medios lingüísticos para marcarlas o el grado en
que se culminan con éxito dependerá de los recursos de que cada cual disponga”.
El code-switching
en Ceuta es un fenómeno relativamente reciente, puesto que las generaciones
mayores de arabófonos ceutíes han vivido en una situación de monolingüismo que
dio paso a una situación bilingüe con préstamos y, posteriormente, se ha
convertido en una tendencia hacia la conversación en español cargada de
construcciones árabes.
Como hemos visto, la
mezcla de códigos es muy habitual, tanto es así que puede hablarse de un nuevo
sistema, para lo cual es interesante retomar la noción de “culture interstitielle” de Louis-Jean Calvet (1994) en referencia a
esta situación, que surge cuando los hablantes que se encuentran entre dos
lenguas y culturas fomentan una cultura nueva –denominada intersticial-. Este
fenómeno se acentúa aún más si nos referimos a la población bilingüe
adolescente, dado que hacen de la mezcla de códigos una seña de identidad
social por un lado, y de autoafirmación de la propia personalidad del joven por
otro. Como puede comprobarse, el code-switching
trasciende las fronteras lingüísticas y se convierte en un fenómeno social y
psicológico. Podemos, pues, afirmar que la alternancia y mezcla de códigos
funciona como un factor de cohesión interna en la sociedad y constituye una
“nueva lengua” con fines muy específicos: la segregación, la autoafirmación personal
y grupal, y el afianzamiento del núcleo interno del grupo formado por los
jóvenes bilingües ceutíes.
En palabras de A. Vicente (2004 b: 33),
“On trouve une
situation similaire à Sebta mais, de plus, les jeunes de cette ville se
considérant en même temps différents des deux autres groupes, les chrétiens qui
parlent espagnol et les marocains”.
De hecho, curiosamente los jóvenes musulmanes ceutíes
utilizan el término árabe gawri o gawriya para referirse a los
cristianos/as y la palabra española kurdo
o kurda para mencionar a los
musulmanes marroquíes. De nuevo observamos cómo el code-switching posee un carácter críptico y socialmente cohesivo
–uso del árabe para mencionar a los cristianos y del español para referirse a
los marroquíes- dentro de una sociedad como la ceutí, fuertemente segregada.
Los jóvenes bilingües ceutíes tienen muy claro que no son marroquíes, aunque
aún haya quien confunda los términos. De hecho, realizando una encuesta para
preparar este trabajo, la mayoría de los estudiantes me aclaraban que ellos no
decían palabras como stilo, qalem bik, qalem rassas o šberdina
porque les parecía “cutre o bajuno”
o, simplemente, “porque lo dicen los
kurdos y yo no soy uno de ellos” y, en su lugar, preferían buli,
lebis
o zapatillas –términos no connotados negativamente-.
Entre los múltiples ejemplos de mezcla de códigos que
utiliza la población juvenil bilingüe puede verse el trabajo de Bárbara Herrero
(1998) o los siguientes, recogidos en el centro de Ed. Secundaria Almina:
Aprobarti?
(¿has aprobado?); aprobartiniši?
(¿me has aprobado?); aprobarts? (¿he aprobado?); alaš saludartiniši?
(¿por qué no me has saludado?).
2.4.- EL BILINGÜISMO EN LOS
CENTROS ESCOLARES PÚBLICOS CEUTÍES.
Los musulmanes ceutíes, cuya lengua materna y familiar es
una variable dialectal del árabe, estudian como única lengua escolar el
español, desde su inicio en Educación Infantil hasta el final de cualquier
otro nivel educativo superior.
“Por consiguiente, los niños se ven inmersos en un
ambiente lingüístico prácticamente desconocido para ellos […]. Dándose así
una situación de bilingüismo sustractivo, en el cual, el cambio de lengua, en
el paso del hogar a la escuela, tiene más consecuencias negativas que
positivas” (Díaz-Aguado, 2003).
Para conseguir un bilingüismo aditivo, que es realmente
el más conveniente, sería necesario que los niños musulmanes en sus hogares
aprendieran desde las edades más tiernas las dos lenguas a la vez o, si esto no
es posible, iniciar su educación en su lengua materna junto con el español como
segunda lengua, para ir pasando de una a otra progresivamente sin rupturas.
Desgraciadamente, apenas encontramos centros educativos en los que destaque la
preocupación por el alumno que posee una lengua minoritaria y se enfrenta por
primera vez a la lengua dominante.
También hemos de tomar
en consideración que las dificultades al ingresar en la escuela no estriban
sólo en una diferencia lingüística, sino de mentalidad –diferencias
culturales-, puesto que la forma de pensar que el niño musulmán recibe de su
familia contrasta a menudo con el ambiente cultural del centro educativo y, de
este modo, al impacto lingüístico que
sufre el alumno se une el impacto
cultural –para empezar, las fiestas religiosas ya no son las mismas- y, lo
que es aún más grave, la toma de conciencia de pertenecer a una minoría –hecho
que no se produce, por regla general, hasta el ingreso en la escuela-.
Por lo tanto, a la distancia cultural –que se muestra
también en el absentismo escolar que se produce al no coincidir los días
festivos en el calendario musulmán y en el cristiano- respecto a los modelos de
la sociedad escolar se añade la distancia social. La entrada en la escuela no
significa sólo una dificultad de comunicación, sino el contacto con un mundo
extraño en el que el alumno se siente inseguro y poco capaz, con lo cual se
abona el terreno en el que crecerán la baja autoestima, la inadaptación, etc.
en la escuela primero y en el mundo laboral después.
Dado que los niños
tienen su primer contacto con el español en la escuela y que esta norma
lingüística es poco utilizada por sus madres/padres y casi desconocida para sus
abuelos, entonces el code-switching
hace su aparición como un habla vernácula
intrafamiliar[9].
En las familias ceutíes de origen musulmán la competencia de las madres -menos
en el caso de los padres, que pueden haber accedido a estudiar incluso en el
extranjero- puede ser baja, y su preocupación por que los hijos adquieran
correctamente las dos lenguas y las mantengan separadas puede ser también muy
pequeña, tanto más cuando los propios padres las mezclan al usarlas; como
consecuencia de todo ello, “las adquisiciones lingüísticas de los hijos en una
de las dos lenguas, o en las dos, serán harto deficientes. Lo cual no será un
obstáculo para su capacidad de comunicación, pero sí rebajará su corrección
lingüística” (Siguan 2001: 65).
Al carácter intrafamiliar y comunicativo inicial de la
interferencia de códigos hay que añadir, posteriormente, el de seña de
identidad y de diferenciación posteriormente. De este modo, si en los primeros
años de la enseñanza obligatoria el alumno mezcla los códigos o los alterna con
fines comunicativos –porque desconoce algunas palabras del español, por
ejemplo-, sucesivamente irá “aprendiendo” que existen situaciones en las que
puede/debe alternar los códigos para que sus compañeros monolingües no lo
comprendan y, a la vez, para sentir que forma parte de un grupo social y
cultural determinado –se va creando una identidad cultural-. Este hecho es de
vital importancia para unos adolescentes que no son marroquíes, pero tienen
como lengua materna el dialecto árabe marroquí y tampoco se sienten
identificados con los españoles monolingües, que no pertenecen a su ámbito
religioso y cultural. Recordemos que la forma de marcar las diferencias entre
ambos grupos sociales se consigue mediante el uso del code-switching.
De todos modos, la
situación descrita podría cambiar de forma significativa si de verdad hubiera
un clima intercultural –no multicultural, que ya lo hay- en los centros
educativos. Las relaciones sociales dependen principalmente de las percepciones
que tenemos de los demás, de manera que, según pensamos o según se forme
nuestro conocimiento sobre los otros, así sentiremos y nos comportaremos. En el
caso de los centros educativos ceutíes, un conocimiento poco profundo o inadecuado
está generando estereotipos que, a su vez, desarrollarán prejuicios entre las
diferentes culturas -un hecho que conducirá a la discriminación-.
3.- LA ENSEÑANZA DEL ESPAÑOL EN LOS
CENTROS PÚBLICOS CEUTÍES
3.1.- CARACTERÍSTICAS DE LOS
CENTROS EDUCATIVOS PÚBLICOS EN CEUTA
Como muestra de la situación lingüística actual en Ceuta,
recordaremos que en las aulas de los centros públicos ceutíes[10]
podemos encontrar las siguientes situaciones:
Ante esta situación no podemos permanecer impasibles, sino
intentar adaptar materiales y actitudes pedagógicas y didácticas para que la
integración no se produzca de manera traumática. Por ello cabe plantearse la
siguiente cuestión: ¿qué debe hacer la escuela con los niños que llegan a las
aulas ceutíes con una lengua materna distinta al castellano, que es la lengua
que se utiliza en la escuela? La respuesta es complicada: desde arbitrar
programas de acompañamiento escolar hasta llevar a cabo un programa de
mantenimiento de la lengua familiar, pasando por una escasa política de
inmersión lingüística.
3.2.- ANÁLISIS DE LA PARADOJA
CEUTÍ
El bilingüismo de Ceuta es de un tipo especial y lo
encontramos definido en Appel y Muysken (1993), quienes refieren tres
situaciones de bilingüismo social. La
más interesante es la que recoge la existencia de un grupo monolingüe, por lo
general dominante desde una perspectiva sociológica, y otro bilingüe. A esta
situación hay que sumar que la población bilingüe es diglósica en una de las
lenguas -árabe clásico y darija-.
Como indicábamos anteriormente, en Ceuta se produce un
hecho paradójico: los profesores de lengua española enseñamos español a alumnos
que no son inmigrantes sino españoles de pleno derecho, que no conocen bien el
idioma –no dominan las destrezas básicas del mismo-, que no tienen el español
como lengua materna –sino una lengua ajena a las lenguas romances- y que
proceden de una cultura no occidental[12].
Este hecho va unido a los siguientes factores:
Según mi punto de vista, los docentes –fundamentalmente
los que se dedican a la enseñanza primaria- deberían abordar la enseñanza del
español a los alumnos arabófonos monolingües que se incorporan al mundo escolar
como si de “español para extranjeros” se tratara. Coincidimos, pues, en este
sentido, con Mª José Navarro (2003), quien reitera la
“necesidad de conocer y aplicar en nuestro contexto las
metodologías experimentadas con éxito en la enseñanza de segundas lenguas por
los grandes déficits lingüísticos de nuestra población escolar, por las razones
expuestas, extensible a cualquier contexto, pues el aprendizaje funcional de la
lengua es el instrumento fundamental de acceso a la cultura y a la ciudadanía”.
3.3.- ESPAÑOL COMO SEGUNDA LENGUA
Y FRACASO ESCOLAR
Este es un aspecto importantísimo en el análisis de los
problemas lingüísticos y sus consecuencias en el ámbito social, puesto que,
como acertadamente indica Suzanne Romaine (1996)[13]:
“con frecuencia se considera que la lengua es la causa fundamental
de los mayores índices de fracaso escolar que se detectan en los grupos sociales
minoritarios. Al ser uno de los principales instrumentos de socialización,
la escuela desempeña un importante papel de control sobre los alumnos, y les
transmite los valores y usos lingüísticos dominantes, en buena medida los
de las clases medias, de modo que quienes lleguen a ella con un trasfondo
cultural y lingüístico diferente tendrán grandes posibilidades de sufrir algún
tipo de conflicto. Ello es cierto incluso para los alumnos de clase obrera
que pertenecen a la cultura dominante, pero lo es mucho más para los que proceden
de minorías étnicas” (Romaine, 1996:227-228).
El bilingüismo se ha
utilizado como explicación del fracaso escolar de algunos alumnos, puesto que
se consideraba contraproducente desarrollar y mantener las capacidades
lingüísticas en más de una lengua. Las divergencias surgen cuando no pensamos
en el bilingüismo darija/español, sino inglés/español o francés/español. Si
está socialmente bien considerado que un chico español marche a Estados Unidos
a aprender y/o profundizar en el estudio del inglés, ¿por qué somos tan
prejuiciosos con respecto al darija y al español? De nuevo la sombra del prestigio lingüístico aparece sobre los
hablantes de las lenguas minoritarias.
No podemos circunscribir
los problemas en el rendimiento de los escolares al bilingüismo. El escaso
desarrollo de la lengua escolar en casa[14] y el
desajuste cultural y lingüístico entre el entorno familiar y el centro
educativo hacen que se produzcan ciertos desequilibrios individuo-escuela que
culminan con unos resultados académicos negativos[15]. No
hemos de olvidar que en numerosas ocasiones el profesor olvida que el uso que
hace de la lengua debe fijarse sobre todo en la situación de los que no dominan
la lengua de la escuela y dirige su atención hacia aquellos que entienden y se
comunican con él de manera más cómoda y exitosa. De este modo, al alumnado que
debía aprender o desarrollar una segunda lengua, en situaciones de este tipo,
sólo le queda ir separándose, día tras día, de la institución educativa, fracasar
y ser socialmente excluido.
Tampoco es desdeñable que las minorías, en la mayoría de
los casos, tienen un acceso más restringido a los recursos económicos y a las
posibilidades de promoción profesional, circunstancia que también se refleja en
los índices que miden el fracaso educativo, social, psicológico y económico.
Además, en el caso que nos ocupa, puesto que el éxito escolar se evalúa en
función del dominio de la lengua española, encontramos al bilingüismo
seriamente amenazado por el fantasma del fracaso escolar y considerado como un
problema.
Si a todos los factores
anteriores unimos que los profesores tienden a mostrar prejuicios negativos
hacia los escolares bilingües darija/español, no por el hecho en sí de ser
bilingües, sino por sus dificultades de adaptación a las estructuras y
elementos de una lengua que practican poco en casa, por pertenecer a una
minoría cultural y religiosamente distanciada, por carecer –a menudo por falta
de medios económicos o por la escasa formación académica de la familia- de un
refuerzo o apoyo educativo que, en cambio, sí suelen poseer los alumnos
monolingües, etc. si unimos, como decíamos, a todo esto, la actitud poco
orientadora, receptiva[16] y
estimulante por parte del profesorado, entonces no deben extrañarnos las cifras
de fracaso escolar, amén de otros factores ajenos a esta circunstancia como
pueden ser la falta de materiales y dotación personal para reforzar el
aprendizaje y el uso del español por parte de estos alumnos[17].
3.4.- ACTUACIONES PARA MEJORAR LA COMPETENCIA
LINGÜÍSTICA EN ESPAÑOL: MEC-PLAN PROA
El derecho a la
educación de los niños, hijos de emigrantes o no, es incuestionable y está
reconocido legalmente. Muchos de los alumnos con nacionalidad española, tienen
características semejantes a los inmigrantes sin serlo, pues su lengua y su
cultura materna es distinta de la oficial. Ante esto no caben lamentaciones
sino acciones y nuevas alternativas metodológicas, puesto que caminamos hacia
una interculturalidad cada vez mayor.
Se plantea,
pues, en Ceuta –al igual que en el resto de las comunidades españolas- la
necesidad de una escuela no ya integradora, sino inclusiva, en la que estén
incluidos “todos” sin distinción, en la que la diferencia sea una fuente de
riqueza. Si esto no se hace los centros educativos serán cada vez más
segregadores y reproductores de desigualdades. Los alumnos se convertirán en
analfabetos funcionales y, lo más grave, en inadaptados por no responder a sus
propias expectativas o a las que los demás han depositado en ellos. Por otro
lado, las tradicionales concepciones de la educación están generando unos
climas angustiosos de convivencia, por lo que sería necesaria una revisión de
los planteamientos didácticos del profesorado para adaptarlos a los nuevos
tiempos. Actualmente no sirve de nada transmitir conocimientos de “nuestra
cultura” y evaluar a los alumnos en función de ellos, sino que sería
conveniente fomentar la cultura del entendimiento, del conocimiento como fuente
de satisfacción y de progresión personal y también como elemento formador de un
pensamiento no manipulado y no extremista.
Un importante
vehículo de acceso a la cultura democrática e integradora es la lengua, por lo
que resulta imprescindible generalizar su aprendizaje funcional a través de
metodologías motivadoras que partan de los intereses y necesidades de los
alumnos y que consiga un verdadero aprendizaje que capacite para desenvolverse
en la vida, que enseñe a pensar, a actuar con responsabilidad de una manera
autónoma y sin manipulaciones.
En
la actualidad, en Ceuta se llevan a cabo programas de inmersión lingüística en
centros de educación infantil y primaria donde el 100% del alumnado es de
origen musulmán y, por lo tanto, con un gran desconocimiento de la lengua
española.
Para los alumnos que se encuentran matriculados en centros
donde se imparte la Enseñanza Primaria y Secundaria Obligatoria existe el Plan
PROA (www.mec.es/educa/proa) o
Programa de Acompañamiento Escolar y de Apoyo y Refuerzo –en centros públicos
de Educación Secundaria dependientes del M.E.C.-, un programa que pretende
mejorar los índices de éxito escolar de los alumnos en situación de desventaja
educativa y que tiene entre otros objetivos: potenciar el aprendizaje y el
rendimiento escolar y mejorar la integración social de los alumnos.
4.- CONSIDERACIONES FINALES Y
PERSPECTIVAS DE FUTURO
a.- En Ceuta el bilingüismo habitual –sobre todo entre los
jóvenes- es de tipo substractivo y encontramos una situación lingüística de
bilingüismo con diglosia, pero con un “doble entorno diglósico” (español-darija
/ árabe culto-darija) con el dialecto árabe marroquí en situación de desventaja
por ser la lengua débil.
b.- Está emergiendo en la actualidad una “cultura del
code-switching”, una cultura intersticial como base de la autoafirmación
personal y grupal de los jóvenes. El inconveniente que tiene esta alternancia
de códigos es que los jóvenes poseen cada vez menos competencias en ambos
idiomas. Sería pues, interesante, promover conjuntamente el refuerzo de la
enseñanza del español –para hablantes cuya lengua materna es el darija- y del
árabe marroquí, aunque de manera optativa y no vinculante en las calificaciones
del alumno, sino para mejorar sus conocimientos del idioma[18]. El
problema que surge aquí es el siguiente: ¿qué árabe se enseñaría de forma
optativa, el árabe clásico o el árabe-darija?:
“Si se tiene en cuenta que el trasfondo de estos alumnos es fundamentalmente magrebí -sobre todo marroquí-, popular y oral, la solución no ofrece ninguna duda: lo que se tiene que enseñar es el árabe marroquí” (Ángeles Vicente, 1999).
Recientemente se ha
avivado la polémica sobre la enseñanza del dialecto árabe marroquí en Ceuta,
sobre todo desde que el Consejo de Europa recomendara al Gobierno español, en
un informe titulado “Aplicaciones del Capítulo Europeo para las Lenguas
Regionales o Minoritarias”, que se preste mayor atención y protección a una
serie de lenguas minoritarias del Estado, entre las que cita expresamente al
“bereber en la Ciudad Autónoma de Melilla y el árabe en la Ciudad Autónoma de
Ceuta”. Asimismo, hemos de aclarar que el Consejo de Europa matiza en uno de
sus apartados que “otras lenguas como el árabe (cuyo dialecto no escrito se
denomina dariya en la zona de Ceuta) o el bereber no se han contemplado de
forma expresa en el acuerdo suscrito por España”, pese a tener una presencia
tradicional en estas zonas del país.
c.- Los profesores de lengua
española se encuentran ante un hecho paradójico: enseñan español a alumnos no
inmigrantes, españoles de pleno derecho cuya lengua materna no es el español
(todo ello contando con un reducido apoyo institucional).
d.- Observar la multiculturalidad es fácil, educar en
igualdad, difícil, pero lo más complicado de todo es caminar hacia el futuro
con la conciencia vacía de prejuicios.
Vicente (1999:146) augura un difícil y laborioso futuro para los
docentes:
“la educación de estos niños va a plantear serios
problemas en un tiempo breve y va a costar serios esfuerzos de adaptación al
grupo de docentes. Es decir, aparecerá una realidad nueva que hará cobrar mayor
fuerza a la urgencia de programas de interculturalidad en los colegios
españoles”.
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págs. 33-47.
[1] Comunicación presentada en el
Seminario sobre “La situación lingüística de Ceuta”. Universidad de Cádiz/IEIOP (
ABSTRACT:
This work analyzes the linguistic
situation lived in high school in
Languages constantly in contact
within multicultural context in
As can be detected, this diglossic
context –with ‘Darija’ strongly disparaged, make that Muslim students –mainly
from culturally disadvantages homes, come into a situation of inferiority
respect of their non-Muslims classmates. Finally, the connection between low
marks from students with ‘Darija’ as mother language and high academic failure
indexes will be analyzed, and also other consequences like low self-esteem that
those actions produce.
KEY WORDS: darija (darija language) – valoración social (social valuation).
[2] Datos
extraídos de los indicadores socioeconómicos del Ministerio de Administraciones
Públicas (01-01-2005).
[3] Esta
alteración de cifras tan espectacular se debe, entre otras causas, a que
numerosos musulmanes de origen marroquí y residentes en Ceuta adquirieron la
nacionalidad española a mediados de los años 80 (1986-87 especialmente). Este
hecho ha tenido serias repercusiones en la vida social de la ciudad, puesto que
el origen de algunos rencores y desigualdades actuales se encuentra en el
denominado “reparto de nacionalidades”. Ángel Quero (1999) trata con bastante
objetividad este tema en el epígrafe 2 –“1986: El “año de inflexión” en el
estudio demográfico”- de su estudio dedicado a Ceuta.
[4] Más
adelante veremos cómo la religión condiciona las actitudes lingüísticas.
[5] Darija significa ‘dialecto’ en árabe.
[6] Ángeles
Vicente (2003:144) indica que el dialecto árabe hablado en Ceuta es
principalmente un dialecto de tipo magrebí, de grupos humanos sedentarios y con
los rasgos característicos de los dialectos montañeses del norte de Marruecos,
aunque también hay personas cuya forma de hablar procede de otras regiones como
el Rīf y el Sūs.
Según esta autora, pueden
hallarse diferencias diatópicas en algunos barrios ceutíes –como es el caso de
Benzú-.
[7] Los
niños y adolescentes ceutíes acuden por las tardes a las madrassas para recibir “clases de árabe”, centradas más que en el
idioma, en la transmisión de valores culturales y religiosos islámicos.
[8] Jiménez
Gámez (2005) apunta una interesantísima línea de investigación: la relación
entre jóvenes y tendencias fundamentalistas o integrismo islámico, puesto que
“no sabemos si está ocurriendo en Ceuta como en otras ciudades europeas en las
que las nuevas generaciones acuden al fundamentalismo para luchar contra la
marginación”.
[9] Cfr.
Vicente, 2003:149.
[10] Los
centros privados y concertados cuentan con un escaso o nulo porcentaje de
alumnos musulmanes en sus aulas.
[11] De los
16 centros de Educación Primaria, 5 tienen un 100% de alumnos musulmanes, 4
poseen una mayoría de entre el 70 y el 90% y, por último, hay 6 con un 50%-70%.
Solamente en un centro la representación de alumnos bilingües es muy escasa.
[12] Este es
tal vez el rasgo más importante de los mencionados, puesto que en la situación
que describimos se encuentran hablantes de comunidades como el País Vasco,
Galicia o Cataluña, por ejemplo, pero la cultura a la que pertenecen es la
occidental-europea.
[13] Cfr. en
especial el capítulo 7: “Los problemas lingüísticos como problemas sociales” y
el epígrafe titulado “lengua y fracaso escolar”.
[14] Hay
escolares ceutíes a los que sus familias les recomiendan insistentemente no
hablar en español en casa.
[15] Es en
los barrios más desfavorecidos –donde, por cierto, hay mayor número de alumnos
de origen magrebí- donde se alcanzan las tasas más elevadas de fracaso escolar.
En el IES Almina, por ejemplo, de 161 alumnos matriculados en 1º de la ESO
(curso 2005-06) se pasa a 47 matriculados en 2º de Bachillerato.
[16] Cfr.
Rivera, Verónica (2005).
[17] Romaine
examina las diferentes actitudes de unos profesores en EEUU ante dos estilos
diferentes estilos de narración: el de una chica negra que utiliza un código
restringido y el de otra blanca que utiliza un código elaborado, más acorde con
las estructuras lingüísticas y mentales de la profesora (Romaine 1996:233-238).
[18] En esta
línea argumental se manifestó Mohamed Ali –líder de UDCE, “Unión Demócrata
Ceutí”- recientemente, indicando que “La lengua árabe gozará de protección atendiendo a la singularidad de la
población ceutí. Se promoverá su uso, su difusión en los medios de
comunicación y su enseñanza, respectando la voluntariedad de su aprendizaje”,
dejando claro que el castellano es el único idioma oficial de Ceuta (El País, 20 de febrero de 2006).
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