Patologías de la postura corporal

Las desalineaciones del aparato locomotor son frecuentes en la población en crecimiento, siendo la mayoría de ellas asintomáticas (no duelen). Las desalineaciones del raquis en el plano frontal (escoliosis) son las más conocidas y tienen una prevalencia del 2-3%. Las del plano sagital son de creciente interés debido a su elevada prevalencia (10-25%) y a las alteraciones que provocan en la edad adulta.

La mayoría de estas alteraciones poseen una naturaleza postural, siendo conocidas como actitudes posturales, no estructuradas, en las cuales, no existe alteración estructural ósea y pueden ser corregidas de forma autónoma por el alumno/a. Por otro lado, las deformidades pueden ser estructuradas, de menor frecuencia de aparición y caracterizadas por la persistencia de la posición anómala que no permite su corrección activa ni pasiva, acompañada de deformación estructural de vértebras y discos intervertebrales. No obstante, es fundamental tener en cuenta la evolución de las actitudes posturales, ya que pueden estructurarse si no existen las medidas de prevención adecuadas (Rodríguez, 1998).

Rodríguez y cols. (1999) opinan que es necesario prestar mucha atención a las deformidades funcionales o posturales y, sobre todo, dada su alta prevalencia, en las actitudes cifóticas.

Aunque las desviaciones de la columna vertebral pueden aparecer en cualquier momento del crecimiento, es más frecuente que aparezcan entre los 11 y los 13 años y tienen más probabilidad de agravarse hasta los 16 o 17 años.

 

ALTERACIONES POSTURALES

ESCOLIOSIS

En el plano frontal la columna vertebral debe ser rectilínea y estar equilibrada, sin presencia de curvaturas. A la desaparición de esta linealidad se le denomina escoliosis. La Scoliosis Research Society considera escoliosis las curvas que superan los 10º de desviación en el plano frontal, entendiendo que desviaciones inferiores a este valor no producen ningún tipo de patología.

Imagen extraída de: http://traumainfantil.com/images/escoliosis.gif

Las curvas escolióticas pueden ser de dos tipos:

1) las que desaparecen con un movimiento de la columna vertebral (estiramiento, flexión, suspensión o corrección postural) y se denominan actitudes escolióticas (no existe rotación vertebral), cuya tendencia habitual no es hacia la estructuración.

2) las que no se corrigen completamente, persistiendo la desviación en cualquiera de las posturas anteriores y que se denominan escoliosis estructuradas (existe rotación vertebral). Éstas últimas son más graves y tienden a incrementarse en los brotes de crecimiento, producen un notable defecto estético, dolor vertebral en la edad adulta y existen actividades físicas que las pueden perjudicar. En las clases de Educación Física encontraremos, con frecuencia, a alumnos que presentan actitudes escolióticas y, con menor frecuencia, alumnos/as que presentan escoliosis estructuradas.

La prevalencia de escoliosis estructurada es inferior al 2% de la población. En Murcia, Santonja encontró un 1,18 % de escoliosis estructuradas tras examinar a más de 10.000 escolares. Ferrer y cols. (1996), en Albacete, encontraron un 10% de sospechas de escoliosis estructuradas tras el estudio de 925 deportistas escolares con una media de edad de 13 años que asciendía hasta el 16% en chicos/as mayores de 14 años.

La gravedad de la escoliosis está ligada al género, siendo igual de prevalente en curvas moderadas y más frecuente en chicas cuando se trata de curvas graves (de mayor magnitud de desviación). La historia natural de las desviaciones muestra que de diez curvas de 15º o menos, sólo aumentan el valor angular dos o tres. Al sobrepasar los 20º el porcentaje se eleva muchísimo, por lo que en estos casos se debe empezar con el tratamiento ortopédico cuanto antes, ya que sólo este tratamiento puede detener la evolución de la curva, pero sin capacidad para corregirla.

La mayor parte de las escoliosis (70-80%) tienen causa desconocida (idiopáticas), aunque existen estudios que atribuyen factores genéticos a dichas escoliosis. La denominada escoliosis del adolescente se inicia en torno a la pubertad y suele tratarse de una curva de localización torácica y convexidad derecha. Son consideradas un 75% de todas las escoliosis.

También es posible que aparezca una escoliosis debido a problemas de naturaleza postural. Una actitud escoliótica durante el crecimiento puberal, podría (no es frecuente) ser un factor determinante de una escoliosis estructurada.

Con frecuencia podremos encontrar escoliosis lumbares y dorso-lumbares debidas a dismetrías de los miembros inferiores.

Al existir una descompensación de la pelvis en oblicuidad por acortamiento unilateral de miembros inferiores, la región lumbar se incurva para compensar dicha desviación pélvica. La convexidad de la curva se puede encontrar del lado del miembro más acortado. Esta desviación sólo es perceptible en bipedestación, desapareciendo cuando la persona se sienta, se acuesta, o cuando se compensa la diferencia mediante un alza. La estructuración de estas curvas es más difícil si tenemos en cuenta que la bipedestación es poco frecuente en actividades diarias, predominando generalmente las posiciones de sedentación y decúbito.

Las escoliosis producirán una disminución de la flexibilidad de la columna vertebral y un cambio en la función de la musculatura de la espalda, por lo que el alumno tendrá limitados ciertos movimientos de la columna vertebral. En las escoliosis dorsales graves, existe cierta restricción de la capacidad cardio-respiratoria y una disminución del consumo máximo de oxígeno.

¿Cómo detectar una escoliosis en el contexto escolar?.

Existen numerosos medios que podemos utilizar para detectar la presencia de una escoliosis (marcación apófisis espinosas, observar desnivel de hombros y pelvis, asimetría del triángulo del talle, desviación del pliegue interglúteo, protrusión de una escápula) así como para discernir si es actitudinal o estructurada (test de Adams). Algunos son inviables en el ámbito escolar ante la imperiosa necesidad de retirar la ropa para visualizar el tronco y la pelvis. La identificación de las desalineaciones con la ropa no es sencilla, ya que ésta disimula notablemente los defectos de la columna vertebral.

Siendo prácticos, existen dos medios esenciales para evaluar la posible presencia de una escoliosis: observar el triángulo del talle (comprendido entre la cara interna del brazo y la cintura) y la altura de los hombros. No obstante, no todas las escoliosis estructuradas presentan desnivel de hombros y escápulas. Sin embargo, ninguno de ellos nos permite discernir entre actitud escoliótica y escoliosis estructurada.

Para esto podemos utilizar el test de Adams, que consiste en realizar una flexión profunda del tronco desde bipedestación con las rodillas extendidas, y palmas de las manos juntas. El profesor se colocará frente al niño y observará los dos hemitórax, comparando la altura de los mismos. La presencia de una dismetría, también denominada giba costal (un lado más alto que el otro), es un signo de estructuración. Este fenómeno se produce por la rotación de las vértebras hacia la convexidad de la curva.

Es importante clarificar que el papel del profesional de la Educación Física es la "sospecha" de desalineaciones y en ningún momento debe invadir las competencias profesionales del médico, que será el responsable de realizar un diagnóstico. El papel del profesor será informar a los padres a través del tutor, los cuales deberían cerciorarse de tal sospecha.

Actitud ante los niños con diagnóstico de escoliosis

Cuando un alumno aporta un informe médico en el que se manifiesta la existencia de una desalineación frontal del raquis, hay que cerciorarse de qué tipo es, si es postural o estructurada. La columna vertebral escoliótica no es una columna frágil y será un error desaconsejar la práctica total de la Educación Física. Sin embargo, será el médico quien decida la posibilidad o no de realizar las clases con normalidad.

En general, las actitudes escolióticas no presentan ninguna contraindicación para la práctica de la Educación Física y a nivel extracurricular deberá realizar un tratamiento adecuado basado en la fisioterapia. Sólo el deporte realizado con importantes cargas de trabajo y con gran volumen puede precisar matices en aspectos relativos a su entrenamiento.

En las escoliosis estructuradas, la práctica físico-deportiva depende de la magnitud de las mismas, el tipo de curva, su causa, si es o no compensada, la posibilidad de evolucionar que tenga y el tratamiento que precise llevar. Cuando un alumno precise llevar corsé y no pueda retirárselo durante las clases de Educación Física por el consejo de su médico, podrá realizar ejercicios de estiramiento y de elongaciones axiales, desarrollar su equilibrio, así como realizar ejercicios respiratorios y de potenciación general sin cargas. En general, a los escolares que tienen escoliosis hay que limitarles los ejercicios bruscos, el trabajo de saltos con aparatos, las cargas y los deportes violentos.

El tratamiento con corsé es hoy día el único medio efectivo para intentar frenar la progresión de una escoliosis estructurada. Ésta tiende a aumentar su magnitud en los brotes de crecimiento y sólo el médico especialista debe determinar el tipo de corsé y cuándo ha de llevarlo. La retirada del corsé multiplica el riesgo de evolución de la escoliosis que, en casos graves, requiere de técnicas quirúrgicas complejas.

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