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Blog de la UCC+I

null El Coronavirus y las críticas a la investigación científica

Hace unos días, el prestigioso científico Anthony S. Fauci mostraba su preocupación por el creciente rechazo manifestado por amplios sectores de la sociedad estadounidense contra la investigación científica durante la grave crisis del coronavirus, cuestionando su aparente papel irrelevante en la solución de la pandemia.

            Hace unos días, el prestigioso científico Anthony S. Fauci mostraba su preocupación por el creciente rechazo manifestado por amplios sectores de la sociedad estadounidense contra la investigación científica durante la grave crisis del coronavirus, cuestionando su aparente papel irrelevante en la solución de la pandemia. Fauci, experto epidemiólogo y director del centro estadounidense de Enfermedades Infecciosas, ha chocado con la estrategia seguida por la administración Trump, criticando el retraso en la adopción de estrictas medidas cautelares (confinamiento y distancia social) y rechazando la pretensión de un retorno prematuro a la “normalidad” en ciertos estados sin las necesarias garantías de seguridad.

 

            PastillasTodos nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, pero siendo rigurosamente escrupulosos, quizá la comunidad científica deba admitir cierta responsabilidad inculpatoria, coadyuvada por la agobiante presión mediática. En este tiempo se han creado demasiadas expectativas fallidas de pronta curación. Desde primeros de marzo, los medios han resaltado prometedores resultados en ensayos con diversos antivirales (remdesivir, ritonavir, lopinavir), en paralelo con denodados esfuerzos por obtener una vacuna segura y eficaz, que se barruntaba factible en breve plazo. Posteriormente, se vendió la hidroxcloroquina y otros desinfectantes y/o antisépticos, como la bala mágica capaz de neutralizar al coronavirus –globo sonda auspiciado por comentarios irresponsables del propio Trump-. Sin embargo, todas las pruebas con hidroxicloroquina han sido suspendidas por falta de conclusiones. Más recientemente, se ha publicitado un efecto interesante de la dexametasona, cuya validez está pendiente de otras experiencias más concluyentes.

 

            En paralelo, asistimos a un bombardeo descomunal de publicaciones científicas centradas en la COVID-19. Muchas veces se trata de evidencias preliminares con insuficiente probatura experimental o contradictorias entre laboratorios; no siendo infrecuente que los artículos sean aceptados el mismo día de su recepción, impidiendo su imprescindible y sosegada revisión por pares, para garantizar un mínimo de idoneidad. También se han producido las primeras retracciones, tendencia que probablemente se agudizará en los próximos meses. Todo ello no es óbice para reconocer que la ciencia ha realizado un trabajo ímprobo que ha permitido desentrañar hasta sus mínimos detalles, la estructura del virus, su ciclo replicativo incluyendo el receptor celular, la secuencia completa de su ARN (hay al menos ocho COVID-19 distintos) y las diferencias con los coronavirus humanos y de otras especies animales.

 

            Sin embargo, tan exhaustivo conocimiento no ha servido para encontrar hasta ahora (y en mi modesta opinión) una explicación convincente y definitiva sobre la tremenda capacidad de contagio y diseminación de la COVID-19. Volviendo a Santa Bárbara, debemos recordar que durante el estado de alarma han estado cerradas las universidades, con excepción de ciertos servicios que han prestado un meritorio apoyo a los hospitales en tareas de diagnóstico mediante PCR. Sorprendentemente, en este periodo se han lanzado diversas convocatorias nacionales y regionales sobre proyectos COVID-19, probablemente con un perfil epidemiológico o estadístico, ya que la investigación en este tipo de patógenos requiere laboratorios dotados de especiales medidas de seguridad, que en España son muy escasos. En consecuencia, parece lícito plantear una reflexión crítica sobre el papel jugado por la ciencia en la terrible pandemia que padecemos. Adicionalmente, sería extensible a la función investigadora de la Universidad; aunque con la que está cayendo, eso sea otra historia.

 

Juan Carlos ArgüellesJuan Carlos Argüelles Ordóñez, es catedrático de Microbiología en la Universidad de Murcia. Ha colaborado con distintos medios de comunicación (El País, Norte de Castilla, Hoy, Diario Montañés o Investigación y Ciencia). Y ha sido hasta 2020 articulista del diario La Verdad (Murcia). Autor de diversos libros de narrativa y ensayo, sus últimos libros publicados en Amazon son: “Un acto de amor” (2019) y “La Doble Hélice deADN: mito y realidad; 2ª edición) (2020).

 

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