Ana Fructuoso Ros

Ana Fructuoso RosInspiración sin límites

Quizá un poco como fruto del azar, Ana Fructuoso Ros decidió publicar su primer libro superados los cuarenta años. Tras el nacimiento de su segunda hija, Ana pasaba por una etapa profesional con menos carga laboral. Aprovechó esta situación para recuperar su afición por la escritura y comenzar así a publicar sus textos. Bendito azar aquel que le reconectó con una inquietud que, en realidad, le acompañaba desde el colegio. “Las monjas me acuerdo que se reían de mí porque no era muy buena estudiante, y yo quería ser escritora”, rememora.

Fructuoso es Jefa de Sección (Reclamaciones y Recursos) en el área de Gestión Académica de la Universidad de Murcia, donde lleva trabajando 35 años. Es filósofa de formación y escritora por afición, y en ambos casos, la influencia de su tía Josa Fructuoso ha sido fundamental. Desde pequeña, con apenas siete años, Ana se recuerda leyendo a Platón y Aristóteles. Creció rodeada de libros difíciles de entender para una niña de su edad, pero eso no le hizo desistir en su empeño de encontrar en ellos “alguna solución para la vida”. En la universidad comprobó cómo el mundo de la filosofía había olvidado, también en sus textos académicos, a las grandes filósofas de la historia. Ana cuenta que, en su clase, donde había una mayoría notable de chicos, sus compañeras siempre estaban “muy calladas”. Incluso ella, confiesa, llegó a preguntarse si había hecho bien escogiendo aquella carrera.

Alejada ya de aquellas dudas iniciales, Ana defiende que siempre ha tenido muy desarrollado el sentido feminista de la vida. Probablemente por eso, las protagonistas de sus textos, que suelen reflejar cosas intimistas y psicológicas, son mujeres. Le cuesta identificarse como escritora porque, a pesar de haber publicado varias obras, y contar con una inspiración que fluye a raudales, Ana, de momento, no vive de esto. No obstante, está convencida de que “las mujeres ahora mismo tenemos muchas más cosas que contar”, por eso reconoce que se siente más cómoda retratando personajes en los que puede volcar su experiencia como mujer. “Las mujeres de los sesenta estuvimos educadas de una forma muy sumisa, como eran nuestras madres y nuestras abuelas”, afirma. Ana no olvida que, a su madre, una profesora de música adelantada a su época, le miraban “un poco raro” en el pueblo porque una mujer formada no resultaba atractiva para los hombres de la época.  

En su obra, y en su vida, las referencias musicales han sido una constante. “Cuando empecé a hacer la novela, la música fue como un punto de referencia. No es autobiográfica, pero de las épocas que voy narrando en la novela, me acordaba exactamente qué era lo que sonaba, lo que yo oía”, asegura. La velocidad de las nubes fue publicada en 2018 tras quedar finalista en el certamen literario “Mujer al Viento”, del Ayuntamiento de Torrejón de Ardoz (Madrid). Antes, en 2014, ella misma se buscó la manera de publicar un conjunto de relatos bastante amplio que quedaron agrupados bajo el título Desde el columpio y otros relatos. Aunque ahora goza de menos tiempo que cuando retomó la escritura, Ana tiene ya una nueva novela acabada, y otra en desarrollo. Está claro que las musas, lejos de abandonarla, le acompañan permanentemente, porque como ella misma asegura, “no sé si me dará la vida para escribir todo lo que quiero escribir”.

Forma parte del colectivo +Mujeres, desde donde se reivindica la igualdad de las mujeres en el mundo de la cultura. Gracias a ello, Fructuoso colabora escribiendo en una columna de opinión en el diario La Opinión de Murcia. Desde ahí aborda algunos de los temas más destacados de la agenda feminista, y desde El Periódico de Yecla escribe bajo el pseudónimo de Concha Ortega; una limpiadora temperamental a través de la cual Ana se inspira para escribir relatos. Ella asegura que, cuando se concentra, puede escribir hasta sumergida en una batalla campal. Por eso, aprovecha cada rato que le queda libre para dejar correr la tinta que, afortunadamente desde su pluma, parece ser un recurso inagotable.