REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


 
Los arabismos en el judeo-hispano-marroquí (Hakitía)[1]
Mohamed El-Madkouri Maataoui
(Universidad Autónoma de Madrid)

La diáspora, iniciada en 1492, lleva a la comunidad judía peninsular a repartirse a lo largo y ancho del Mare Nostrum. Parte de ella se marcha hacia el Oriente (principalmente a Turquía) y otros emigran al Magreb. Habida cuenta de las circunstancias que rodean la expulsión, la población sólo pudo llevarse consigo principalmente bienes espirituales, esto es, su religión, el folklore, la literatura popular y la lengua. Una vez en estos países entra en contacto con la población autóctona, judía y musulmana.

Este trabajo versa precisamente sobre aquella lengua mantenida por los judíos como señal de identidad frente a nuevas realidades sociales, pero que una vez roto el cordón umbilical con su lengua madre, el español, y con el paso del tiempo, ha de recorrer caminos distintos en oriente u occidente. Uno de esos caminos es el judeo-español en el Magreb donde voy a centrar mi estudio. No obstante, si bien existen trabajos interesantes sobre el ladino, pocos son los que se han dedicado exclusivamente al estudio de la Hakitía. Ésta es la lengua de uso común entre los migoraĉim, judíos emigrados a Marruecos, que existió como lengua hablada, cada vez más minoritaria, hasta bien entrado el siglo XX. La mayoría de los trabajos existentes hasta ahora sólo hablan del tema de la Hakitía o bien como sucedáneo del ladino, o bien lo abordan desde el punto de vista antropológico, siendo las aproximaciones más interesantes aquéllas interesadas por el romancero, el cancionero y el folklore.

Por ello, el propósito de mi trabajo es analizar, desde el punto de vista lingüístico, la influencia en la Hakitía de la lengua dominante en el contexto social en el que se han movido los migoraĉim, esto es, el árabe dialectal marroquí hablado tanto por la población musulmana como por los tocâbim, los judíos autóctonos.

El corpus que he manejado para realizar este estudio está basado, en su mayoría, en la obra, Dialecto Judeo-hispano-marroquí o Hakitía, de José Benoliel (1977). Este autor que Diego Catalán califica como “Sefardí culto y literato, residente en Lisboa y Tánger”, ha contribuido considerablemente al Romancero tradicional que Menéndez Pidal andaba recopilando a principios del siglo XIX (http://www.ucm.es/info/iusmp/amp.htm#N). En una respuesta a Menéndez Pidal, de fecha 9 de octubre de 1904. José Benoliel afirma que:

Hace años que por más de una vez estuve con deseos de coleccionar y publicar, con correcciones y notas, el cancionero o romancero marroquí, o sea de los judíos de origen español establecidos en Marruecos, esto es en Tánger, Tetuán, Alcázar, Larache y Arzila, que son los que conservan, con el idioma castellano, la tradición de los romances de otras eras (http://www.ucm.es/info/iusmp/amp.htm#N).

Y es éste precisamente el escenario de la Hakitía, norte de Marruecos: Tánger, Tetuán, Alcázar, Caracha y Arzila y los protagonistas de esta lengua son los judíos de origen español establecidos en Marruecos.

Benoliel es efectivamente el pionero del estudio de la Hakitía y su obra, Dialecto judeo-hispano-marroquí o Hakitía, es una referencia en los todavía insuficientes estudios, lingüísticos o no sobre esta lengua. Raymundo Serruya, en la reseña de la obra de Abraham Ramiro Bentes, Os Sefardim e a Hakitia, publicado en 1981, opina que:

A pós a bora pioneira do filósofo José Benoliel sobre esse dialecto, publicada pela Real Academia de Letras da Espanha, a presente estudo de Abraham Bentes consititui uma contribuição ímpar no campo da dialectologia e lingüística (http://www.amazoniajudaica.com.br/cultura.htm).

El interés de esta obra no sólo reside en el estudio y descripción de lo que Benoliel llama dialecto, sino en el excelente corpus que ofrece como materia prima para su estudio.

 

La diáspora: exilio, condición y estatuto de los expulsados

A finales de la Edad Media, en un ambiente dominado por la ideología religiosa, manifiesta en los Santos Tribunales de la Inquisición, y por intereses económicos y, en cierto grado políticos, enardecidos por las empresas reconquistadoras, miles de familias judías, y moriscas fueron expulsadas más tarde, u obligadas a salir de la tierra donde años atrás convivieron las tres religiones.

Así fue comoen 1492, tres meses después de la caída del reino de Granada, los reyes católicos pusieron fin —por lo menos oficialmente— a la existencia de judíos en España con la decisión irrevocable de su expulsión.

Ésta diáspora dirigiéndose al Sur fue precedida por la emigración de 1397, debida a las persecuciones provocadas por causa de las predicaciones de Fernando Martínez y de San Vicente Ferrer. Cabe señalar que los judíos castellanos durante todo este intervalo de tiempo trataron de adquirir la condición de “súbditos” en los reinos cristianos. Así, tanto en el ámbito civil como en el militar desarrollaron su labor los judíos en favor de la Corona Española; muchos eran fabricantes de armas de la época y no pocos participaron en la financiación de la empresa reconquistadora. No obstante, autores como Kriegel señalan otras razones como desencadenantes de la expulsión:

Los redactores de la orden de la expulsión subrayan que tan sólo con su presencia, los judíos constituyen una amenaza a la paz pública ya que provocan el sublevamiento de los segadores extranjeros (...) cuya agitación dirigida, al principio, contra el “ghetto” puede prolongarse con el pillaje de la ciudad (...) la práctica de la usura y la influencia nefasta de los judíos sobre la Sociedad Cristiana (Kriegel, 1979: 230, 231)

Los emigrados judíos de finales del siglo XV, en su gran mayoría sevillanos, se establecieron en Argelia. Una minoría de ellos, sin embargo, siguió hacia el oriente del Mediterráneo oriental, instalándose principalmente en Turquía. De entre los residentes en Argelia muchos judíos cruzaron las inexistentes fronteras de entonces (tratándose de un imperio que abarcaba desde Túnez hasta Tombuctú) para terminar viviendo en el Marruecos actual, estableciéndose al principio en la ciudad de Debdú para repartirse después por la mayoría de las grandes urbes del país.

En cuanto a los expulsados del siglo XV, éstos fueron acogidos ya en el Imperio Otomano, ya en Marruecos por los sultanes de las dinastías de los Banu Marin y de los Banu Watta.

Según Laredo (1948), en el Marruecos de los Banu Marin los judíos fueron acogidos beneficiándose del “trato tolerante y amistoso de las clases educadas”. Fueron considerados como “Gente del Libro”, protegidos por el estado musulmán, por lo que pagaban un tributo y estaban exentos del servicio de las armas, además de tener libertad en cuanto a su vida intelectual, judicial y religiosa. La autoridad mayor de los judíos se manifestaba en el Najid que, a propuesta de la comunidad, era nombrado por el sultán musulmán como jefe de los judíos (šaij al-yahūd). Este hombre de confianza de la autoridad era el intermediario entre el sultán y sus súbditos judíos.

La mayoría de los historiadores judíos subrayan la autonomía de los judíos en Marruecos en lo relativo a materia religiosa, derecho privado y autogobierno. Establecieron de forma independiente sus propios consejos comunales así como sus propias instituciones jurídicas, quedando sólo supeditados en ésta última materia a la legislación general del Estado musulmán en lo relativo a enjuiciamiento criminal.

Los recién llegados, como la mayoría de los judíos autóctonos de Marruecos, no siempre vivían en los mallaḥ, juderías o barrios judíos. Algunos historiadores como Kenbib (1985) afirman que se debe distinguir los guetos europeos de los guetos europeos de mallaḥ marroquíes, a los cuales no deben aplicarse “los estereotipos específicos de la diáspora de Europa central y oriental”. Pues, a diferencia del gueto, “el mallaḥ aislado no es una institución generalizada. Ciudades como Asafi, Tánger, Essauira... no tienen un mallaḥ propiamente dicho” (Levy, 1981).

Así pues:

Si en tierra cristiana, el Ghetto corresponde a una voluntad de segregación —al mismo tiempo que a la tendencia natural de los judíos a agruparse alrededor de las sinagogas, los baños rituales, las carnicerías Kaĉer... etc.— En tierra marroquí, las fechas de creación de los mallaḥ prueban que no existe allí ninguna sistematización (Levy, 1981)

Todo ello induce a pensar que los judíos no han vivido del mismo modo en todos los sitios, ni han experimentado los mismo hábitos vivenciales en todos los casos. Es verdad, que dentro de la comunidad judía existe cierta tendencia al agrupamiento y a la endogamia, pero esta regla ha tenido sus excepciones según Simón Levy en ciudades marroquíes como Asafí, Tánger y Essauira.

 

La complejidad de la convivencia

Tras la diáspora, los judíos marroquíes no formaban una comunidad compacta y unificada. Varios conflictos se dieron en el seno de la Comunidad entre los “inmigrados” y los “autóctonos”, especialmente en el norte del país (Levy, 1981). Existían claras diferencias que transcendían la mera adhesión a la religión judía entre los toĉabim (judíos autóctonos)y los migoraĉim (judíos inmigrados).

Los indígenas que hablaban árabe y beréber temían perder las riendas de la dirección del judaísmo marroquí. Éstos llamaban a sus correligionarios sefardíes rūmī o ‘aymī [2]. Este conflicto de intereses desembocó en la creación de las Santas comunidades de los expulsados frente a las Santas comunidades de los residentes. No obstante, se ha podido apreciar un fenómeno algo insólito: el judío recién establecido en el norte de Marruecos designaba a su correligionario indígena con el nombre de forastero (Donath, 1968).

Los judíos rumíes o ‘aymíes se esforzaron por conservar su lengua en medio arabófono, y en ciertas zonas bereberófonas. Este empeño en su conservación fue fructífero y la lengua judeo-española estuvo vigente hasta entrado el siglo XX. En 1986, fecha del inicio de mi investigación, todavía se podía contar con algunas ancianas judías que lo podían hablar en Marruecos.

La razón de ello es el hecho de que, en afirmación de Rafael Lapesa (Alonso, 1969):

Las colectividades judías son excepcionalmente tradicionales y conservadoras para todas las formas de vida colectivamente fijadas. Esto se debe quizás a que la lengua constituyó un marcador de identidad y singularidad frente a la población arabófona, tanto judía como musulmana. Mantuvieron la lengua española allá donde constituyeron sus comunidades en el norte de Marruecos como vehículo de comunicación hasta bien entrado el siglo XX.Fue también la lengua del culto –bajo la forma del ladino- y constituyó el símbolo de identidad de los judíos procedentes de la península ibérica. Se manifestó —como dice Amado Alonso— como “El idioma privativo de la colectividad, rodeado, como una isla por el idioma nacional de sus nuevos países.”

 Los migoraĉim tenían sus propias leyes y reglamentos comunitarios que diferían de los de los toĉabim, así como su folklore y su literatura. De hecho, visto su pasado cultural andalusí, se consideraban en muchos aspectos superiores a los marroquíes. Además para ellos España seguiría durante muchos años siendo la tierra, añorada, del retorno. Este fenómeno se observa por ejemplo en el hecho de que hasta las familias sefardíes que han vivido en ambientes totalmente arabizados, han tardado más de dos siglos en olvidar “el español”. Sin embargo, este español hablado por los judíos en Marruecos, una vez cortado el cordón umbilical con España, ha seguido un rumbo distinto, sujeto como todo fenómeno social a las coacciones del tiempo y del espacio.

 

1.      El contexto lingüístico

1.1.           El polémico nombre: Hakitía

¿De dónde procede el nombre Hakitía, con el cual se designa a esa lengua neo-hispana que servía de vehículo de comunicación y de identidad a los sefardíes del norte de África? La mayoría de los autores que han escrito sobre este tema no hacen más que repetir, citándola o no, la teoría de José Benoliel sobre el controvertido nombre. Wagner Bentes Lins, opina en la presentación del Libro de Abraham Ramiro Bentes, Os Sefardim e a Hakitia, que:

 

Bentes atribui duas orgens à etimologia da palabra Hakitia. A primeira refutada por Bentes, mas utilizada por motivos de comparação, sugere que a palabra Hakitia tenha se originado da corruptela do nome Isaac, que no diminutivo me español seria “isaquito”, originando então os termos Haquito, ou Hakitia (ver Bentes, p. 70)

A segundo, e mais aceita pelo autor, é o arigen no verbo árabe HAKA: “conversar, falar, dizer, narrar, cujo pasivo, como se sabe é a palabra consagrada no princípio de cualquier narrativa. Sendo assim, para designar um dialeto como pretensões a engenhoso e sutil, como o de que nos ocupamos, não podia escolher um termo mais adecuado do que Hakitia, não só pela extensão significativa do mesmo, senão pela sua heterogênea composição serviria de tipo norma de muitos outros (Bentes, 1981:74).

 

Esta información sobre el origen y la etimología de la Hakitía coincide, sin embargo, con esta otra de José Benoliel, en su obra mencionada anteriormente, publicada en 1977:

¿Es la palabra Hakitía el nombre genuino y original de este dialecto, o un apodo relativamente moderno que, según se supone, le pusieron por irrisión y en trueque de otras chuflas del mismo jaez, los llamados Forasteros, esto es, los Judíos del interior, de habla arábica?

En este caso, Hakitía vendría de Haquito, aféresis de Ishaquito, diminutivo de Isaac, muy usado por los Judíos de origen español, y significaría: idioma de los Haquitos, haciéndose de esta palabra una especie de apelativo común a todos aquellos Judíos.

Esta etimología, sin embargo, me parece demasiadamente cómoda y pueril para ser aceptada como evidente.

[...]

A mi ver, la primera hipótesis es la más acertada, y la palabra Hakitía, como millares de otras, podría muy bien haber sido formada de raíz árabe y terminación castellana; lo que es tanto más probable cuanto que, en la misma Hakitía, figura no raras veces la voz ﺣﻛﺎﻳﺔ  ḥikāia o ḥikāiata, el plural ḥikayāt con la significación de dicho agudo, ocurrencia feliz, acción o chasco digno de atraer la atención; y derivada del verbo ﺤﻛﻰ haka’, conversar, hablar, decir, narrar, cuyo pasivo, como se sabe, es palabra consagrada en principio a cualquier narrativa. (Benoliel, 1977: 3-4)

Comparando estas afirmaciones de Benoliel con las anteriores de Bentes, vemos que parecen traducción el uno del oto. Ahora bien, el texto de Bentes data de 1981, mientras que el de Benoliel es de 1977.

 

1.2.           El español como vehículo de comunicación: el Ladino

Situándonos en la Península antes de la diáspora, pocos eran los judíos que sabían hebreo por lo que se llevó a cabo una traducción de los textos sagrados y litúrgicos hebreos al español (Sephiha, 1981). Esta traducción literal, seguramente para respetar la elección y la disposición divina de las palabras, no consistía más que en sustituir las lexías hebreas por otras homólogas en el español del siglo XIII. De hecho, el autor de la primera gramática del español, Antonio de Nebrija, afirma en el prólogo de la misma que “... hasta que vino el hebreo al estado en que ahora la vemos, tan perdida que de cuántos judíos que oí biven ninguno sabe dar más razón de la lengua de su lei.”

Este desconocimiento del hebreo por parte de la comunidad judía peninsular hizo que la traducción fuera en la práctica una especie de lengua hebrea revestida de palabras españolas, siendo el léxico español y la sintaxis hebrea. Ahora bien, si entendemos por lengua el conjunto del léxico, la sintaxis y todas las interfaces fonológico-morfológicas, entonces la lengua del texto traducido (español-hebreo) no es igual que la lengua meta en origen, esto es, el español. La lengua de este texto traducido, en unión con la lengua coloquial hablada por los judíos, es lo que más tarde se denominaría el Ladino. Aún así, y una vez instalados en Marruecos, los judíos tampoco conseguían entender estos textos. Había, pues, que interpretarlos.

 

2. La Hakitía

La Hakitía, por su parte, terminará por constituirse en el vehículo lingüístico común a todos los judíos procedentes de España y en la lengua vehículo de comunicación entre todos ellos. Al ser como eran los judíos de la diáspora una comunidad lingüística minoritaria dentro de un marco sociolingüístico más amplio en el que la lengua vehículo de comunicación era el árabe dialectal marroquí, la lengua que traen de España va a estar expuesta de forma sistemática a cambios e interferencias provenientes del árabe dialectal marroquí.

Siguiendo a Sephiha, la trayectoria histórica de este “dialecto” se puede dividir en dos grandes períodos:

a.- Desde 1492 hasta 1860. Este periodo se caracteriza por cierta continuidad con respecto al español medieval, puesto de manifiesto en el Ladino. Caja y casa se pronunciaban como [kaja] y [Kaza], por ejemplo.

b.- Desde 1860 hasta la desaparición de la Hakitía como vehículo de comunicación comunitaria. Este nuevo periodo viene marcado por la ocupación española de Tetuán en 1860. Los hakítico-parlantes y sobre todo las élites intentaron imitar los hábitos lingüísticos y la pronunciación española del siglo XIX. En este periodo precisamente es donde se observa el interés de España por “intervenir” en Marruecos mediante empresas económicas y colonizadoras. Sin embargo, todos estos intentos (anteriores al protectorado) tuvieron sólo un éxito relativo y su influencia se reduce a ciertos cambios cosméticos de fonética y léxico.

 

2.1. Relación entre Hakitía y Ladino

A pesar de ser un sistema lingüístico estable, el Ladino tuvo muchas veces que acudir a la Hakitía para renovar sus formas arcaicas —dentro del mismo paradigma lingüístico— como en el siglo XIII. Así, se pasó de Kanté a Kantí y de Cantaste a Kantates (Sephiha, 1981). El Ladino, por su parte alimentaba a la Hakitía de cierto léxico español.

Aún más, el Ladino puede considerarse como un factor esencial para el mantenimiento de una lengua ibérica en tierras africanas. Los textos religiosos conservaban no sólo el Ladino, sino indirectamente la Hakitía. Todo lo religioso es sagrado en todas las culturas, y lo es la lengua portadora de sus textos. No obstante, son de destacar los cuentos, los romances y la literatura popular, en general, para la conservación de la lengua hablada. Una representación de la relación entre las dos lenguas podría ser la siguiente:

 

 

 

 

 

 

 

 


Es decir, que existe una relación de retroalimentación entre dos registros de la Hakitía, (la lengua popular y la lengua de los cuentos y romances), por una parte, y la Hakitía (cuentos y romances + lengua popular) y el Ladino, por la otra. La misma relación que existe entre Ladino y Hakitía, existe entre los dos registros de ésta. El Ladino, que no deja de ser una lengua vinculada con los textos religiosos, proporciona el léxico necesario a la Hakitía en su conjunto, a la vez que se nutre del vocabulario usual de los judíos hablantes de la Hakitía.

 

3. Los arabismos en la Hakitía

Sería difícil hablar de los arabismos en la Hakitía, sin mencionar su razón de ser: el contexto de bilingüismo social en el que vive inmersa la comunidad judía. Así la Hakitía, como toda lengua, va a estar sujeta a una serie de modificaciones necesarias para que sus hablantes adapten la lengua a la nueva realidad sociocultural e histórica en la que viven. Los hakítico-parlantes tuvieron que aprender o al menos comprender el árabe (aunque muchos ya lo sabían en España). El árabe se convierte, pues, para los hakítico-parlantes en:

a)      La lengua de uso habitual en las interacciones comunicativas con los árabes y los toĉabim;

b)      La lengua de prestigio, ya que es la del Estado y la que los autóctonos hablaban. En esto, no puedo menos de apoyarme en Mackey al afirmar:

Podemos constatar que la importancia de una lengua no es dada por su valor lingüístico interno, ni por la forma de sus nombres, ni por la estructura de gramática, sino por su función como vehículo que permite comunicar lo que es importante y con los que son importantes (importantes para los que usan la lengua según los dominios que los atañan) (...) Una lengua tiene en sí una importancia que proviene de los pueblos que la usan, de su número, de sus riquezas, de su movilidad, de su producción cultural y económica, factores que constituyen lo que llamamos el poder innato de dicha lengua (Mackey, 1976)

Desde la realidad de los judíos en Marruecos el bilingüismo de los hablantes de la Hakitía, viene determinada por los siguientes factores:

a.- Factores económicos.

Los judíos, caracterizados por su actividad comercial —desde comerciantes de capital importante hasta tenderos y ambulantes— tenían la necesidad de usar el árabe, y en ocasiones el beréber, para comunicarse con todos los marroquíes. De hecho, un dicho marroquí dice “Un zoco sin judíos es como un juez sin testigos”.

Entre las clases menos pudientes se encontraban los obreros y asalariados que trabajaban junto con árabes —judíos y musulmanes— con los que no había más remedio que comunicarse en la lengua que hablaban: el árabe.

b.- Factores sociales.

Por ser los hablantes de árabe superiores en número a los hablantes de la Hakitía y por ser los barrios judíos y musulmanes —en las ciudades con mallaḥ— abiertos había un contacto directo con la lengua árabe, “Cuanto más mayor es la diferencia en número entre las dos comunidades tanto más es elevado el porcentaje de bilingüismo en la comunidad minoritaria.” (Mackey, 1976)

No obstante, en esta situación de bilingüismo social y con el fin de estudiar la trayectoria de los arabismos en la Hakitía, resulta preciso distinguir dos niveles de contacto lingüístico:

  1. Individual. Éste se manifiesta en los préstamos lingüísticos o alternancias de códigos puntuales, causadas por las circunstancias pragmáticas de la comunicación.
  2. En el sistema lingüístico como tal. Préstamos que se toman para denominar nuevas realidades o para marcar matices idiomáticos.

El nivel 1 depende básicamente del hablante, de su grado cultural, su clase social y su sexo. Así, pues, y situándonos en la realidad marroquí precolonial, la mujer tanto judía como musulmana era muy conservadora, un conservadurismo que traslada a lo lingüístico. Nada de cafés públicos, nada de paseos sin rumbo fijo por las calles... El zoco y las fiestas, además de las relaciones profesionales entre las judías y las musulmanas, debieron desempeñar un papel determinante en las influencias interlingüísticas, pero no tan destacado como el que en la actualidad desempeñan los medios de comunicación, sin olvidar las nuevas tecnologías, el deporte y el cine.

La mujer hakítico-hablante ha jugado, en este caso, un doble papel propiciando tanto la conservación de la Hakitía como la naturalización de los arabismos en la misma. En el momento en que el sector femenino de la comunidad usa una palabra árabe, ésta ya empieza a considerarse como arabismo de la Hakitía. Es la mujer judía la que normaliza los arabismos. De hecho, se ha observado un uso menos frecuente de los neologismos en las conversaciones femeninas que en las masculinas en contexto marroquí. La fuente de agua, el horno colectivo de pan, el baño público, las fiestas, los zocos y mercadillos son centros sociales de información. Estos centros dinámicos desempeñaron una doble función. A la par que servían para realizar intercambios lingüísticos para salvaguardar la lengua, propagaban las interferencias con el árabe en el mundo femenino. Aunque este mundo femenino no era muy cerrado al entorno árabe, su arabización era muy lenta y pausada.

c.- Factores políticos.

A pesar de tener los judíos en general y los ibéricos en particular, cierta autonomía quedaban bajo la tutela del estado arabófono. En caso, por ejemplo, de contratos con los árabes se dirigían a un notario árabe.

d.- Factores religiosos.

Tanto los judíos de origen peninsular como la población arabófona —judíos y musulmanes— tienen casi parecidas supersticiones, parecidos mitos, parecidas tradiciones y usos culturales. Esta cercanía es fácil de comprobar si se comparan los refraneros usados por los adeptos a las dos confesiones, independientemente de la lengua que hablen. Curiosamente en la cultura popular, algunos santos son venerados tanto por los judíos como por los musulmanes. Incluso en el dominio religioso, la concepción monoteísta tanto judía como musulmana habrá de producir expresiones especiales de implorar a Dios, o al Dios:

 

allāh iftisah

 Dios te valga (respuesta a un mendigo a quien no se le puede dejar limosna)

allāh ird*ā’ ‘alaik

 Dios te conceda la gracia

allāh yarḥamuhu

 Dios le tenga en gracia

allāh ijlaf

 Dios se lo pague

subḥānā allāh

 Alabado sea Dios

 

No obstante, este conservadurismo no ha impedido que en la Hakitía haya un considerable número de arabismos. Hasta se puede decir que la Hakitía es un ladino fuertemente arabizado. El grado y la naturaleza de los arabismos en la Hakitía son mucho más importantes de lo que se pensaba. El número y el tipo de arabismos son mucho más amplios de lo que José Benoliel ofrece en su libro Dialecto judeo-hispano-marroquí o Hakitía. Esto es fácil de demostrar ya que el glosario final de los arabismos del mismo libro no recoge todas las palabras árabes que aparecen en los ejemplos y textos hakíticos contenidos en el libro.

El siguiente cuadro, que analiza exclusivamente el glosario de José Benoliel y exceptuando todos los demás arabismos del libro, evidencia la importancia de este fenómeno.

 

Orden alfabético

Número de palabras

 Número de arabismos

 % de arabismos

arabismos verbales

% de arabismos verbales en los arabismos

% de arabismos verbales en la Hakitía

A

396

122

30,8

9

7,73

2,27

B

220

74

33,64

10

13,51

4,54

C

221

05

2,26

1

20

0,45

D

222

68

30,63

22

32,35

9,90

E

217

73

33,64

11

15,06

5,06

F

184

72

39,13

30

41,60

16,30

G

121

23

19

5

21,73

4,13

G’

71

71

100

20

28,16

28,16

H

105

27

25,32

6

22,22

5,71

H’

239

137

57,32

44

32,11

18,41

I

39

12

30,71

0

0

0

J

96

86

89,58

26

30,23

27,08

J’

93

42

45,16

10

23,80

10,75

K

132

53

40,15

15

28,30

11,36

L

90

31

34,44

11

45,48

12,22

M

344

101

29,36

15

14,85

4,36

N

96

46

47,9

20

43,47

20,83

Ñ

04

00

00

00

00

00

O

43

02

4,65

1

50

2,32

P

159

01

0,62

00

00

00

Q

30

00

00

00

00

00

R

148

51

34,40

14

27,45

9,45

S

261

217

44,83

36

30,76

13,79

T

199

74

37,19

17

22,97

8,54

U

102

64

62,75

16

62,74

15,68

V

56

00

00

00

00

00

X

127

94

74,01

31

32,97

24,40

Y

71

06

8,45

00

00

00

Z

66

48

72,72

17

35,41

25,75

X’

170

113

64,47

31

27,43

18,23

 

3.1. Aproximación fonética a los arabismos de la Hakitía

 

3.1.1. El consonantismo.

La realización de las consonantes de los arabismos de la Hakitía corresponde a tres factores esenciales: el consonantismo español medieval, el consonantismo del árabe dialectal marroquí y el consonantismo hebreo. En este caso el español, el árabe y el hebreo han contribuido a forjar la pronunciación hakítica de las consonantes.

Las oclusivas:

Labiales:

La [b] española y la árabe tienen casi el mismo punto de articulación. Sin embargo, la árabe es más enfática que la española. Los informantes hakíticos vacilaban entre las dos pronunciaciones sin que se sepa a ciencia cierta si se debía a rasgos lingüísticos o a su avanzada edad.

La [p] el sonido bilabial oclusivo sordo español, existente también en hebreo, es inexistente en árabe como fonema, aunque sí como realización fonética. De hecho la mayoría de los hispanismos con [p] del árabe la sonorizan. La palabra española Pala es bala en árabe. No obstante este caso no es generalizable a todos los casos ya que el árabe marroquí pronuncia la [p], incluso, se ha notado que el árabe dialectal Geblí del norte de Marruecos, tiende a ensordecer la [b], la palabra baid*a (huevo) es generalmente Paita.

Dentales:

Las dentales españolas y árabes no tienen el mismo número ni el mismo punto de articulación. Éstas se presentan como dento-alveolares. La punta de la lengua se eleva situándose en la parte intermedia entre la cara interna de los dientes y la parte prealveolar para realizar, por ejemplo, el sonido d̲al. Su correlato sonoro español sería [d]. Las divergencias en las realizaciones fonéticas de las dentales árabes y españolas es lo que ha llevado a José Benoliel a intentar traducir el sonido dentoalveolar sordo árabe [t] como una especie de africación [ts]:

Tsjarduil-Tsgaĉtir-Ejźtits

La [t] árabe dialectal se convierte en una especia de [ts] en Hakitía.

Velares

La [k] árabe difiere de la española en ser ésta articulada con “el postdorso de la lengua que se eleva contra el velo del paladar... La punta de la lengua desciende hasta los incisivos.” (Navarro Tomás, 1982)

El punto de articulación de la [k] árabe es anterior al de la [k] española. En árabe no es el postodorso de la lengua lo que se pone en contacto con el paladar, sino que se aprecia un leve contacto del dorso de la lengua con la parte anterior del paladar. Esto hace que la [k] árabe sea menos enfática que la española. De hecho existe una oposición en árabe entre [k] y [q]. La última es posterior y sonora. De hecho los hispanismos del árabe con [k] pasan a pronunciarse con [q]. Así, Castilla es qas*tāla en árabe.

El correlato sonoro del fonema velar sordo español [k] es [g] que no plantea problemas para con su homólogo del árabe dialectal [g] como en l`gamra. Este sonido entra en una serie de transferencias con el velar oclusivo sonoro [q] y con la oclusión gutural, Hamza en varias zonas de Marruecos.

Observamos al abordar esta serie de sonidos oclusivos que, aunque presentan casos de divergencias en su realización, son más o menos coincidentes. Con lo cual se puede reconocer la filiación del arabismo en la Hakitía. Entre el árabe y el español los sonidos [b], [t], [d], [k] y [g] no plantean grandes problemas para la determinación del arabismo. Existen, sin embargo, otros sonidos árabes que no coinciden con los españoles.

Entre éstos inexistentes en español, pero incorporados, no sin modificaciones, a la Hakitía están la dentoalveolar sonora enfática d*ād y su correlato sordo t*ā’. Estos sonidos aunque no son fonemas españoles tienen sus realizaciones en palabras como Don y Torrejón. Esto es lo que hace quizá que el oído hakítico perciba la d*ād y la t*ā’ como distintos de la d y t españolas. De hecho Benoliel transcribe la t como ts, quizá porque asocia la d y la t españolas con las enfáticas del árabe d*ād y t*ā’. De hecho estos dos sonidos coinciden el [d] y el [t] en la trascripción de Benoliel.

Por último nos queda la oclusión glotal, Hamza. Esta hamza existe también en hebreo, pero no en español. Los hablantes de la Hakitía la han mantenido. Según José Benoliel:

Se mantiene en Hakitía donde se usa antes de vocal inicial para dar a este cierto cuerpo. Cierta fuerza. ¡éa!, ¡ay!, ¡uy!, ¿á? ¡áhah!.

La incorporación de la hamza a los hábitos fonéticos es lo que, quizás, ha afectado la pronunciación de algunas palabras españolas como:

avellana

‘al veyána

nieve

‘ñeb

Fricativas

Labiodentales

Aquí es donde se plantean los mayores problemas para el estudio de los arabismos en la Hakitía. Pues, la diferencia entre la realización fónica tanto por el árabe como por el español de las fricativas es enorme. Era preciso para los hablantes de esta lengua, si no quisieran elegir uno de los modos de pronunciación, forjar su modo peculiar de pronunciación.

La fa [ﻒ] árabe se realiza del mismo modo que la española, como labiodental fricativa sorda. Sin embargo, cabe advertir que la fa árabe en ciertos contornos enfáticos se hace enfática, como:

fad*d*a (rebosar, desbordar)

fād* (rebosar , instruir, informar)

fat*ina (apercibirse)

fatana (enamorar, descarrillar moralmente)

Otro sonido labiodental fricativo es el sonoro [v]. Esta realización es conocida tanto en el español medieval y en hebreo, pero es menos frecuente en árabe dialectal marroquí. Sin embargo, existe como realización fonética al sonorizar la [f] y en ciertas palabras como [venven]

Labiodentales

Al plantearse demasiadas divergencias entre las realizaciones árabes y españolas, la Hakitía tuvo, pues, que modificar el punto de articulación de los sonidos o españoles o árabes. La sīn [ﺲ] árabe no tiene el mismo punto de articulación que la [s] española. Ésta es alveolar lo que ha hecho que la pronunciación árabe la asimilara con la fricativa palatal sorda.

tomates

tomatis o matisa

La [ﺲ] árabe es, sin embargo, más dental que alveolar y hay quienes la clasifican, no sin razón, como dental por la proximidad de su punto de articulación a la zona dental. Lo mismo se puede decir del correlato enfático [ﺺ]. Este sonido ha perdido generalmente su carácter enfático en la Hakitía convirtiéndose en [ﺲ]. Este fonema árabe es transcrito en Benoliel como [s]. Es difícil saber si Slip hace referencia a s*lib con [ﺺ] o slīt* con [ﺲ]. Pues la primera significa en árabe “insolente” o “travieso” y la segunda hace referencia a la prenda, slip.

Siempre en esta zona intermedia entre las dentales y las alveolares tiene lugar la pronunciación sibilante árabe: la fricativa dental o dentoalveolar sonora [ﺯ]. Que exista enfatización o no de este sonido, no plantea ningún problema de tipo fonético. Cabe notar además que el sonido [z] existente en el español medieval, en la Hakitía, pervive en el español actual peninsular en formas como [mizmo].

Alveolares

Parece criticable la teoría según la cual se califica la [ﺶ] y la [ﺝ] como palatales (Tammam, 1984). Aunque estos dos fonemas puedan tener en algunas circunstancias una realización palatal, como fonemas árabes son alveolares. La realización de estos dos fonemas en español es palatal, y más exactamente prepalatal. Según Menéndez Pidal (1980):

La lengua antigua distingüía dos fricativas prepalatales. X (ĉ) sorda y J, g sonora: Dixe se pronunciaba con un sonido diferente que hijo y coger. El sonido de la X y de la J eran respectivamente muy parecidos al de la ch, y, g, j, francesas de chambre, tour, pero sin labialización.

Esta realización prepalatal de la ĉ y de la j, mantenida por la Hakitía, ha conservado una pronunciación parecida a la del árabe marroquí, originario de los arabismos.

Palatales

Tan solo la oclusiva postpalatal sorda [g] puede tener una realización notablemente fricativa.

Velares

La fricativa velar sorda [ﻍ] puede tener una realización parecida a la de la fricativa velar sonora española [g]. Este sonido existe en muchos préstamos árabes a la Hakitía:

nāġūz  ﻨﺍﻏﻮﺯ

 ġbār ﻏﺒﺍﺭ

Uvulares

Se trata en este caso de un conjunto de sonidos inexistentes en español tanto medieval como actual. Sin embargo se han introducido en la Hakitía asociados a los arabismos. Éste es el caso de las fricativas uvulares sorda [ﺡ] y sonora [ﻉ]:

‘aid ﻋﻳﺪ

fiesta, celebración

ḥaraka   ﺤﺭﻜﺔ

cabalgata, alboroto.

ḥiss  ﺤﺲ

sentimiento

Queda el caso de la h [ﻫ] que es una aspiración glotal o laríngea y es sorda. Esta realización fonética existió en el español medieval y figura también en el uso hakítico.

halkear

ﻫﻠﻜ

harbear

ﻫﺭﺐ

haraŷ

ﻫﺭﺝ

Las africadas

Es curioso el hecho de que Benoliel no informa de las antiguas africadas españolas dz y J, cuando Menéndez Pidal afirma que:

Aún hoy los judíos españoles de Bulgaria y de Marruecos conservan restos de la pronunciación africada en la sonora de ciertas palabras como podso (pozo), teisu (tieso), con s sonora.

He aquí una duda pendiente de despejar. Nuestros registros no nos permiten averiguarlo con certeza debido a que la instalación del Protectorado español en el Norte de Marruecos, donde se han cogido las muestras, puede que haya influido en el cambio de la pronunciación de la población tradicionalmente hakítica.

Las nasales

La oclusiva nasal sonora [m] tiene, aparentemente, la misma realización que la árabe. Esta [m] se dentaliza en contacto con dental.

La [n] española y la árabe coinciden en sus articulaciones como alveolares sonoras. Lo mismo se podría decir de la oclusiva bilabial sonora nasal [m]. Ambas, [n] y [m], pueden cambiar su punto en contacto según su entorno silábico.

La [ñ] palatal española es inexistente en árabe. Es asimismo, según parece, menos extendida en los usos hakíticos y se presenta, según el cuadro anterior, menos frecuente que otros sonidos.

Las laterales

La [l] se presenta tanto en español como en árabe como alveolar sonora. Tiene la misma realización en la Hakitía. El árabe presenta el caso de una [l] enfática:

lat*āfa

ﻟﻄﺍﻔﺔ

laḥ’d*

ﻠﺤﺾ

La lateral alveolar sonora puede realizarse como interdental o dental según su entorno.

Las vibrantes

La vibrante alveolar sonora árabe [r] y [ﺮ], coincide con la española y es fielmente transmitida al uso hakítico. Sin embargo, hay que observar que la [r] de la lengua árabe de Marruecos enfatiza en un entorno silábico o vocálico enfático. Esta enfatización es categóricamente desempeñada por el español hablado por los judíos de la Hakitía en Marruecos.

3.1.2. El vocalismo

El vocabulario español es sencillo y bien limitado y desempeña con cierta lógica su papel fonético y fonológico. Este vocabulario se basa en tres grados de abertura [a, o, e, u, i] y dos timbres graves [a, o, u] y agudo [e, i]. Este sistema vocálico es heredado por las palabras de la Hakitía de origen ibérico usadas por los judíos de habla neo-hispana. Sin embargo, esto plantea serios problemas al intentar acomodar el aluvión de vocabulario árabe introducido en la Hakitía a la tradicional pronunciación materna de las vocales.

Estos hakítico-parlantes se enfrentan a dos sistemas vocálicos totalmente diferentes, sino opuestos: el español y el sistema árabe dialectal. La distinción que hace el árabe literal entre vocales largas y otras breves se desvaneció en el dialecto marroquí, resultando un sistema con: “Una estructura vocálica de duración más bien análoga.” (Buzineb, ver bibliografía)

Desde el punto de vista fonético articulatorio las vocales árabes desbordan a las españolas. Estas cinco vocales varían entre abiertas y cerradas. Sin embargo, el sistema vocálico dialectal marroquí posee un vocalismo que vacila entre catorce y dieciocho matices. Un vocalismo complejo donde todavía no existe un consenso de descripción y representación (Brunot y Malaka, Marçais, Gaudefroy-Demombynes y Mercier.) Citamos la caracterización mínima ofrecida por Arnold Steiger.

 

I

la [i] cerrada palatal.

i

la [i] abierta entre la [e] francesa y la [i]

E

La [e] cerrada del francés [é], en bébé

E

La [e] abierta, en perro

A

La [a] palatal, más cerca de la [e] abierta francesa que de la [a] media española

a

La [a] media, en padre

A

La [a] velar, entre la [a] media y la [o] abierta

O

La [o] muy abierta, como la [o] inglesa, en not

O

La [o] cerrada, como en francés beau, prône

O

La [u] abierta entre [u] y [o] como en culpa

U

La [u] cerrada, como la [u ] francesa en cou

Ö

La [ö] alemana cerrada

A

La [e] labializada, muda

Ü

La [ü] alemana cerrada como Bühue

 Un cuadro de correspondencias puede ser el siguiente:

vocales

árabe marroquí

español

I

X

X

Į

X

X

X

X

Ę

X

X

X

X

Ą

X

-

A

X

X

Ă

X

-

ò (abierta)

X

X

X

X

Ų

X

X

U

X

X

Ö

X

-

ə

X

-

Ü

X

-

 

Observamos al intentar cotejar las realizaciones vocálicas del árabe dialectal marroquí con el español la enorme vacilación del marroquí ¿qué podemos concluir? La conclusión lógica y que podría ser experimentada:

a.- La Hakitía crea un sistema fonético vocálico propio. De hecho José Benoliel se da cuenta de la existencia de una [ą] plena y abierta y otra media o cerrada que podría ser [a] o [ạ]. También distingue una [o] abierta y otra media.

b.- A pesar del intento de este nuevo sistema, no se abarcan todos los matices vocálicos del árabe, con lo que a veces resulta difícil establecer la etimología del arabismo en la Hakitía.

No obstante, y desde un punto de vista estrictamente sincrónico, de todo este número tan sólo tres tienen carácter fonológico /a/, /i/ y /u/. Así, el hablante de la Hakitía guardando tan sólo este número nuclear de tres vocales funcionales puede pronunciar las palabras árabes aunque altere sus matices vocálicos. Pronunciado por ejemplo /dolm/ o /dulm/, no altera en nada el significado. Además la [a] ultrabreve es, muchas veces, redundante.

las*qa, les*qa, l’s*qa

ﻟﺼﻗﺔ

Puede afirmarse, pues, que el sistema vocálico del árabe dialectal no tiene la importancia que tiene su homólogo español. El sistema fónico árabe es consonántico más que vocálico. Además, las consonantes en árabe muchas veces desempeñan su papel sin vocales patentes.

El papel silábico es generalmente asignado a las vocales porque pueden funcionar como centro prosódico de la sílaba. Más, esto no constituye ni siquiera una realidad constante e inflexible. En efecto, hay numerosas lenguas (...) en que ciertas categorías pueden desempeñar el papel de esta función. (Benkirane, 1982)

Además de esta abundancia de consonantes, existen en árabe-marroquí, lo que nos atrevemos a llamar “microvocales”. Éstas se presentan como el rasgo vocálico mínimo que ayuda a exteriorizar una consonante sin tener, aparentemente, ninguna función fonológica propia. Son realizaciones fonéticas vocálicas en las cuales los grados de timbre y apertura, que operan en las vocales ordinarias, son mínimos. Así, para un hispanohablante será difícil apreciar el encadenamiento de una serie de consonantes sordas, que sin vocales desempeñan su papel fonológico; como por ejemplo:

š’ft

ﺸﻔﺖ

Tampoco resulta, para un oído español, fácil pronunciar la palabra, muy común en el norte de Marruecos:

 fššš’t’k

ﻔﺸﺸﺗﻚ

No obstante, desde el punto de vista de la fonética acústica deben existir ciertos rasgos vocálicos para pronunciar tal aglomeración de consonantes sordas. Así pues, una leve vocal —chva— opera entre f`_k.

Los arabismos quedarán pues sujetos a ciertas modificaciones tanto en el dominio de las vocales como en el desplazamiento del punto de articulación para las consonantes.

Las semivocales

Según el criterio establecido por Tomás Navarro Tomás, las semivocales son sonidos cuyo:

Movimiento articulatorio [es] inverso al de las semivocales. Transición desde la abertura vocálica a la estrechez fricativa. La abertura inicial disminuye progresivamente, dentro de la ordinaria brevedad del sonido (citado por Carreter, Diccionario)

Según este criterio pueden ser semivocales en árabe, como en español /e/ y /i/. Con lo cual no se han podido apreciar en este caso observaciones dignas de interés.

Las semiconsonantes

En la articulación de las semivocales, los órganos articulatorios forman cierta estrechez como punto de partida, que, según Navarro Tomás:

En el breve trabajo en que se produce el sonido, dicha estrechez se hace cada vez más amplia, la actividad de los órganos representa un movimiento de transición entre la articulación fricativa y la vocal.

Esta definición ayuda a limitar las semiconsonantes del árabe marroquí a dos [w] y [y]. No obstante se ha observado en la Hakitía la tendencia a la consonantización de las semiconsonantes árabes. Así tenemos en El indiano, el kadí y la luna, las formas:

-         Los hamacas desfilaron sin llevar sobre sí más prendas que zaragüel. (p. 139)

-         Vestió Salomón su traje berberisco compuesto de logrados zaragüeles. (p. 37)

En el Dialecto Judeo-hispano-marroquí o Hakitía, de José Benoliel, además de facilitar el autor la “autentica” palabra saraúel (pantalones), no duda en incorporar la otra forma, que parece más extendida, zaragüeles.

Este proceso de consonantización de la [W] es observable también en Zúngear (adornar). Aquí la consonantización de la semiconsonante viene reforzada por la aparición de una [n]. La palabra original es: Zeweq. Sin embargo, en el sustantivo Zuaq, también arabismo de la Hakitía, se ha mantenido la semiconsonante.

Tampoco escapa la [y] a dicho proceso de consonantización. Parece ser que el sonido [g] es el que más se prefiere para sustituir a dicha semiconsonante.

Ar. Š´yyer

Hak. Xigrear

Aquí la es una auténtica consonante, sin embargo se ha sustituido por la [g].

Algunas consideraciones sobre las consonantes de la Hakitía

Al tratar las consonantes árabes y españolas se han podido observar varias diferencias en el modo de pronunciar unas y otras. Así pues, muchas consonantes árabes han adquirido en Hakitía un matiz nuevo. Las consonantes árabes son las que en la cadena hablada adquieren un matiz enfático, pero al pasar al uso hakítico lo han perdido por completo. Incluso muchas, que ordinariamente son enfáticas, han dejado de serlo. Así, el cuadro fonológico de las dentales en árabe sería:

 

 

Ensordecimiento y sonorización:

Nos encontramos aquí ante un hecho sugestivo que es el problema del ensordecimiento y de la sonorización.

 

Ensordecimiento:

Es de notar que la oclusiva dental sorda final de lexía se ensordece, muchas veces, en la Hakitía así tenemos por ejemplo.

Asat  (enemigo, perseguidor)

 ar. Asad,  (león)

 

La dental fricativa sonora enfática (d) se asimila muchas veces a la oclusiva dental sorda.

Hamtear (causar dentera)

Hamto (agrio), ar. h*amd

Tufrear (trenzar), ar. d*afara

Em`auuet (allanado-sano), ar. maaud

 

Se nota también, a veces, el ensordecimiento de la palatal fricativa sonora J.

Haraš, por H(araŷ ﺤﺮﺝ

Bellareš, por Ballāraŷ ﺑﻼﺭﺝ

Sonorización

Frente al ensordecimiento tenemos el proceso inverso que la sonorización. Así la oclusiva dental sorda se ha sonorizado en la forma:

Sedfear (alinear y clasificar cosas)

La duplicación, šadda.

Una de las características de las lenguas árabes es el tašdīd o duplicación de las consonantes. Este fenómeno tiene una función gramatical:

haraba

huir

harraba

hacer huir, traficar

En la forma con tašdīd, desdoblamiento, el sujeto lo que hace no es huir, sino obrar para que se realice la acción del verbo, es decir, hacer huir. Aplicando la nueva terminología lingüística, los verbos con tašdīd en árabe son causativos.

Los arabismos de la Hakitía han conservado el tašdīd siempre en posición intervocálica:

L’qqat

Tenaza

Addum

Palmito, palmera enana

Yorreón

Empujón

Addib

Lobo

Lillah

Por Dios

Gomma

Aflicción

Deddear

Competir

Qubbear

Vaciar

Arar

Calmar algún dolor

El tašdīd o desdoblamiento se pierde, sin embargo, en muchas ocasiones, en medio de la palabra en posición no intervocálica:

‘adbear

  torturar - ar. ‘addab, ﻋﺪﱠﺐ

Quadear

 alcahuetar - ar. qawwad, ﻗﻭﱠﺩ

Vez‘ear

 repartir - ar. wazza‘a, ﻮﺯﱠﻉ

Raq‘ear

 remendar - ar. raqqa‘a, ﺭﻗﱠﻊ

Esta desaparición del tašdīd cuando se halla en una posición no intervocálica, especialmente en verbos con –ear es muy frecuente en Hakitía. Sin embargo, estas palabras a pesar de la perdida del desdoblamiento conservan su valor semántico primitivo. Harbear en el judío marroquí del árabe ﻫﺮﱠﺏ, no significa huir, sino hacer huir.

La falta de vocal, sukūn.

El sukūn árabe se entiende como una especie de ausencia de vocal, es la falta de uno de los tres sonidos vocálicos fundamentales del árabe: a, u, i. Este fenómeno es muy frecuente en marroquí, como efecto de la reducción del tradicional sistema vocálico del árabe clásico. En efecto, pueden sucederse en la cadena hablada hasta seis consonantes sonoras o sordas sin vocalización (Ben Kiran, 1882). Este fenómeno complicado para un hablante no acostumbrado a tal proceso fónico, es de difícil asimilación. Esta articulación del sukūn, restableciendo una vocal inexistente que ayude a pronunciar, es anómala.

Ahora bien, si se toma como referencia de la Hakitía el español medieval, abundante en consonantes sonoras y muy vocálico, en comparación con el árabe, observamos que el hablante de la Hakitía tendrá que determinar la estrategia de equilibrar estos dos sistemas aparentemente opuestos. Pues en el español medieval, como en el actual, las vocales son fundamentales en la estructura de las sílabas.

En efecto, la Hakitía somete el arabismo al sistema vocálico adaptándolo a las estructuras silábicas del español. No obstante, el sukūn, con el cual empiezan casi siempre las palabras árabes plantea serios problemas a los hakítico-parlantes. Pues, a dos consonantes agrupadas al principio de la palabra árabe se le suele añadir, muchas veces, una vocal.

Árabe marroquí

Hakitía

bjor ﺑﺨﻮﺭ (incienso)

 ebjor

‘dul ﻋﺪﻮﻞ (notario)

 E`dul

hdiyya ﻫﺪﻴﱠﺔ (regalo, boda)

 ehdiyya

rd*a V. ﺮﻀﻲ  (aceptar, condescender, satisfacerse)

 ordear

Se observa en estos ejemplos que se ha antepuesto siempre una vocal a la forma léxica árabe. La función de esta vocal es sistematizar las sílabas del árabe para que se adapten al sistema español.

En otros casos, como los siguientes ejemplos, se ha insertado una vocal tras la consonante inicial.

šdid ﺷﺪﻴﺪ (fuerte)

šedid

mh*amsa ﻤﺤﻣﺼﺔ (especie de alcuzcuz)

memas

mh*a ﻤﺤﻲ (suprimir, borrar)

mehear

mrah*ba ﻤﺮﺤﺑﺍ (bien venido, venida)

marahba

Este cambio formal de la lexía árabe es dado por lo inconsciente que es esta tendencia, hacia una simetría en los esquemas lingüísticos, heredada del castellano.

Dudas e indecisiones

Así pues, al describir el sistema consonántico tanto español como árabe, hemos detectado ciertas anomalías en la pronunciación de los arabismos. Cosa curiosa es la afirmación de José Benoliel en la página 8:

Las voces de éste último (alude al árabe), son pronunciadas naturalmente como las pronuncian los moros...

Luego en la página 11, no muy lejos de la anterior, dice:

C vale s-s ambas pronunciadas, es como con más fuerza que una sola en palabras derivadas del árabe, cuya primera letra radical es una Sin o un Çad.

Pues, lógico será preguntarse ¿por qué no se hace la distinción entre la sīn y la s*ād (normalmente distintos en árabe), si todas las “voces” son pronunciadas?

Además, de la ya vista tendencia hakítica a añadir vocales inexistentes en la palabra árabe, asistimos a cierta fluctuación de las vocales a/e.

Estos dos sonidos se permutan a pesar de ser tan diferentes. La causa de esto es dada por el proceso que en árabe clásico se llama imala. Este proceso consiste en el acercamiento de la pronunciación de la [a] a la de la [i] sin lograrlo del todo, lo que creó en árabe dialectal la [e]. Así pues, por ser la [a] la razón de existir de la [e], observamos que en los arabismos de la Hakitía —y no pocas veces en el dialecto árabe— se desdibujan muy a menudo las fronteras entre ambas vocales.

kullaha*bīb    ﻜﻠﱠﺤﺑﻴﺐ   (todo amado)

En vez de “kulleha*bīb”

Lo mismo observamos en expresiones con la palabra Allāh (Dios), en que se observa una indecisión entre la [a] y la [e].

 

sajt*allāh ﷲ ﺴﺧﻄ  p. 98 

(La cólera de Dios),

‘ibād ellah ﻋﺑﺍﺪ ﷲ   p. 119

(Siervos de Dios, creyentes, mortales)

 

Otra de las alteraciones vocálicas observadas es aún más importante: o/u. Esta confusión no es exclusiva, sin embargo, en los arabismos de la Hakitía, sino que abarca también una enorme cantidad de palabras ibéricas, como por ejemplo:

“pumada”, por pomada.

“pulilla”, por polilla.

Esta sustitución de la o por la u en las palabras españolas es confusa cuando se trata de los arabismos. Parece no existir una razón sistemática del porqué unas palabras se escriben con [u] y otras con [o]:

Fukkear, (socorrer)

Hokkear, (fregar, insistir)

Y por último queda por comentar el curioso fenómeno de la e/i. Al pronunciarse la [a] del árabe clásico como una [e], en algunos casos, ante tašdīd (Gaudefroy-Bemomipymes y Mercier, Manuel d’arabe marocain.), y al no tener la [e] y la [i] funciones vocálicas en árabe, estos dos vocales han acabado confundidas en muchas palabras.

naŷŷār, ﻧﺠﺍﺭ

niŷŷar (carpintero)

qeššet*, ڪﺷﱠﻄ

kištear (despojar a alguien de lo suyo, robar)

Tras este vistazo sobre las particularidades fonéticas del árabe y del español medieval, que ha permitido constar tanto las convergencias como las divergencias entre el árabe y el español, me ocuparé ahora en destacar la fisonomía del arabismo en la Hakitía.

Las lenguas judeo-hispánicas en general, y particularmente la Hakitía, conservan muchos rasgos de la pronunciación medieval del español al no presenciar la reestructuración del sistema fonético de éste en los siglos XV y XVI. No obstante, esto no justifica tomar estos “dialectos” como reflejo actual de lo que era el español medieval como se ha hecho en muchas ocasiones (Revah, 1965). La Hakitía aunque ha conservado algunos de los muchos rasgos fonéticos del español medieval, ha seguido su propia evolución. No es un fiel espejo de lo que era el español. Los argumentos de esta afirmación son de dos tipos: teóricos: las lenguas cambian, no están estancadas y empíricos: la Hakitía no se parece demasiado al Poema de Mío Cid ni al Poema de Fernán González. De hecho, todos los dialectos neo-hispánicos han seguido evolucionando, pero a su modo particular. Sería poco científico afirmar que estos dialectos son fotocopias de lo que ha sido la lengua española medieval. En la Hakitía se dan dos fuerzas antagónicas: evolución y conservadurismo. Ha evolucionado como toda lengua, pero se ha conservado como vehículo de comunicación comunitario dentro de un ambiente musulmán y judío autóctono mayormente árabe.

 

3.2. Aproximación morfológica a los arabismos de la Hakitía

La analogía ha desempeñado un papel importante en el cambio formal y articulatorio de los arabismos. Esta analogía se presenta bajo dos aspectos:

a.- Creación de formas árabes análogas a otras ibéricas como el caso de: d’f`eón (empujón), Jorreón, (tirón), šojrear (roncar).

b.- Creación de palabras árabes análogas a otras preexistentes como, el caso de todas los verbos, que tienen el mismo esquema en –ear.

La metátesis:

Este rasgo existente ya en el dialecto árabe marroquí es omnipotente, también en Hakitía. En efecto, el caso de la metátesis parece, a veces, muy arbitrario y no se rige por ninguna regla. Así tenemos, por ejemplo:

seddaja

saŷŷāda (estera de pequeñas dimensiones) ﺴﺠﱠﺍﺪﺓ

jaftear

jat*afa (arrebatar) ﺨﻄﻑ

ñeque ala yo

nakbī ‘alīa anā ﺃﻧﺍ ﻋﻟﻳﻪ ﻨﺑﻜﻲ

La apócope:

Observamos que un número considerable de lexías árabes introducidas en la Hakitía han perdido su fisonomía con la supresión de un sonido al final de la lexía. Así tenemos verbos que en árabe tenían la forma: cvcšvc

šellear

 ﺸﻟﱠﻞ  (enjuagar)

harrear

 ﺤﺭﱠﺭ(dar vacaciones)

šettear

 ﺷﺘﱠﺕ (esparcir)

Al pasar al uso hakítico van perdiendo la última sílaba: cvšcv. La vocal breve se ha alargadado: cvšcv

Algunos fonemas árabes cambian por otros en la Hakitía, como en el caso de l/r, b/f y f/š.

karkol

 por karkor ﻜﺮﻜﻭﺮ (montón)

arfil

 por arbil o xarbil ﺷﺮﺑﻳﻝ (calzado de mujer)

kišuelo

 kifwalū ﻭﺍﻟﻭ ﻜﻳﻑ

Se nota pues que existe una permutación, en Hakitía, entre la [b] fricativa no enfática y la [f] labiodental fricativa sorda. Este fenómeno puramente fonético de cambio del modo y del punto de articulación de los sonidos originarios del árabe, permite resolver algunos problemas etimológicos con Seftarray.

No es de extrañar que José Benoliel dude de la procedencia árabe de esta palabra. Su carácter religioso puede que haya participado en inducirle a descartar lo árabe de Seftarray. Por ello, este autor le ha buscado una etimología de difícil comprobación empírica. Para Benoliel, Seftarray procede de “Saftarra” que es un compuesto de Sabbat y Haftará. Como la distancia fonética y composicional es enorme entre Sabbat y Haftará, el autor pensó que se podría justificar mediante el hecho de que en vez de Sabbat, los hablantes de la Hakitía escribían, abreviando esta palabra, solo S. No obstante, hoy en día la lingüística moderna insiste en que la fonética está en el habla y los cambios fonéticos también, en la lengua hablada, y no la escritura. En todos los casos aunque fuera cierto que se escribía la S por Sabbat, esta S no es una mera letra, sino un concepto. El que lee S no leerá solo una letra, sino todo un concepto. Veo S, leo Sabbat. Tampoco hay que descartar la importancia del Sabbat, para la comunidad judía, sería ilícito convertir su día sagrado en una mera letra del alfabeto latino. Incluso en la remota hipótesis de que fuera cierto convertir Sabbat en S, ¿cómo explicar la transformación Haftorá en Array? ¿Cuáles son sus pasos y procedimientos fonéticos? Difícil sería contestar.

Seftarray, para mí, aunque religioso en su contenido, en su significado, es un arabismo en su forma, en su significante. No se trata de Haftorá, sino de ar-rā’i ﺍﻟﺭﱠﺍﻱ (opinión, pensamiento, consulta...). Sabbat es la palabra toĉabim, Sabt o Sebt. Ahora bien, ¿cómo Sebt, se ha convertido en Saft? Aquí estamos ante dos cambios de tipo a la vez sintagmático y paradigmático. El árabe es una lengua consonántica, y ya hemos visto el caso de la alternancia de la [e] y la [a]. Además en el caso de la palabra correspondiente al sábado, Sabbat, en árabe tenemos indistintamente Sabt y Sebt. Ahora bien, para la formación de Saftarray, la [b] ha pasado a [f], como en los casos anteriores. Este fenómeno no se da sólo en Hakitía sino, además en el judeo-marroquí de Fez. (Marçais, 1977)

Morfología verbal de la Hakitía

Considerable fue el número de verbos formados con raíces árabes y terminaciones españolas. Algunos verbos españoles, han sufrido ciertas transformaciones fonéticas y morfológicas para adaptarse al nuevo sistema hakítico. Pues en los verbos es donde se ve el aspecto y los procedimientos creativos de la Hakitía. Los arabismos verbales no fueron adoptados, sino adaptados al nuevo sistema. ¿Cuáles son los procedimientos de la creación verbal en los arabismos verbales?

Este es un tema que requiere especial atención porque los préstamos verbales son generalmente limitados o inexistentes entre lenguas; incluso se ha llegado a casos poco frecuentes en la historia de los préstamos interlingüísticos en esta lengua.

Existen varios tipos de arabismos verbales:

a.- verbos existentes y reconocibles en árabe.

b.- verbos inexistentes como tales en árabe.

c.- verbos existentes, pero con alteraciones fonéticas y semánticas.

Sin embargo, en las páginas siguientes no voy a reiterar lo dicho en mi aproximación fonética a la Hakitía, sino que intentaré someter ciento veinticuatro formas verbales a un estudio morfológico.

Cabe observar, para empezar, que los mecanismos de conjugación de la Hakitía tienen unas terminaciones que ni coinciden con el español medieval, ni con el actual, lo que invita a pensar que son creaciones genuinamente hakíticas.

En lo que se refiere a las formas verbales árabes en Hakitía, se nota que tienen un modo especial de construcción y en esto podemos distinguir tres grupos fundamentales:

a.- verbos formados directamente sobre otros del árabe:

qaddear

 

poder

‘addear

 

aguantar, tirar, sufrir...

‘assear

 

vigilar

jabrear

 

notificar

jerrear

 

retardar

En todos estos verbos la forma árabe es fácilmente reconocible por no haber experimentado un gran cambio fonético. Se ha llegado, por ejemplo, a qaddear mediante el verbo árabe qadd ﻗﺪ) ) más una (-e) que Benoliel denomina de ligación, y la terminación (-ar). La raíz léxica en este caso es árabe. Sin embargo, la denominada (-e) de ligación no es estable en todos los casos, ni general en todos los verbos. Pues existen verbos carentes de esta (-e) de ligación como los siguientes:

nennarse

 

dormirse

alkohololar

hacer alcohol, pintarse los ojos

           

assuakarse

 

hacerse “assuak”, pintarse las encías con “assuak”

 

b.- verbos con la raíz árabe alterada:

šwear

asar

raq‘ear

remendar

kafrear

hacerse ateo, renegar

kartear

caer

malear

molestar

ordear

aceptar

Aquí tenemos una serie de verbos formados a partir de otros verbos árabes, pero con alteraciones a dos niveles.

1.- La función vocálica se ve sometida a una revalorización para una mejor pronunciación de la nueva palabra. Ejemplo de ello son los siguientes casos: de kafara se ha pasado a kafr, para dar luego kafrear.

De raqqa‘a se ha pasado a req‘, para construir raq‘ear.

2.- Algunas formas verbales árabes han sufrido elisiones o desplazamiento de sonidos para acomodarse a la fonética de la Hakitía, como se ha observado en la parte fonética al principio de este trabajo.

c.- verbos formados a partir de sustantivos:

haditear

 

-         hablar al oído, cuchichear

-         procedente de h**adīt, o h**dīt ﺤدﻳﺙ

atauilar

 

-         alargar

-          procedente de t*awīl, t*uīl ﻄﻭﻳﻞ

johdear

 

-         esforzarse

-         procedente de ŷuhd ﺟﻬﺪ

atuniar

 

-         apolillar

-         procedente de tūnīa ﺗﱞﻭﻧﻴﺍ

 

En estos casos, se nota que la raíz del verbo hakítico no es un sino un sustantivo árabe. Este procedimiento, de formar verbos a partir de sustantivos, es muy frecuente en la Hakitía. Observamos pues que a la raíz árabe (alterada o no) se le añade más que la controvertida e- de ligación —en caso de existir— la terminación –ar. Una terminación ésta casi exclusiva de los verbos hakíticos.

Conjugación de los verbos hakíticos

Verbo Arrahar:

Personas

Presente de indicativo

Pretérito imperfecto de indicativo

Pretérito indefinido de indicativo

Futuro de indicativo

 

1º, plural

2º, plural

3º, plural

1º, plural

2º, plural

3º, plural

Arraho (y)

Arrahas

Arraha Arrahamos

Arrahais

Arrahan

Arrahaba

Arrahabas

Arrahaba

Arrahabamos

Arrahabais

Arrahaban

Arrahí

Arrahastes

Arrahó

Arrahimos

Arrahistis

Araron

Arraharé

Arraharás

Arrahará

Arraharemos

Arraharis

Arraharán

 

 

 

 

Personas

Potencial

Imperativo

1º, plural

2º, plural

3º, plural

1º, plural

2º, plural

3º, plural

Arraharía

Arraharías

Arraharía

Arraharíamos

Arraharíais

Arraharían

arraha

 

 

 

arrahai

 

Personas

Presente de subjuntivo

Pretérito imperfecto de subjuntivo

Futuro de subjuntivo

1º, plural

2º, plural

3º, plural

1º, plural

2º, plural

3º, plural

Arrahe

Arrahes

Arrahe

Arrahemos

Arrahis

Arrahen

Arrahara

Arraharas

Arrahara

Arraharamos

Arraharais

Arraharan

Arrahare

Arrahares

Arrahare

Arraharemos

Arrahareis

Arrahare

Observamos lo siguiente:

1.- No existen las formas de cortesía, Ud. y Uds. del imperativo

2.- La segunda persona del plural del imperativo termina en -i

3.- La primera persona del singular del indicativo tiende a incorporar una –y final.

4.- Las segundas personas tienden a terminar en la segunda persona del pretérito indefinido del indicativo en –s, la misma tendencia que observamos en el español actual.

5.- La segunda persona del plural del pretérito indefinido tiende a terminar en –tis.

6.- La segunda persona del plural del subjuntivo termina en –ís.

Aquí no sólo el verbo es un préstamo, sino que también la morfología verbal es distinta de la española. No se trata, una vez más en el caso de la Hakitía, de un dialecto sino, más bien, de una lengua propia e independiente, tanto del español como del árabe.

3.3. El arabismo sustantivo en la Hakitía

Son numerosos los sustantivos árabes que han pasado al judeo-hispano-marroquí. La importancia cuantitativa de los préstamos sustantivos es considerable como se ha podido comprobar en el cuadro al principio de este trabajo. Incluso, podemos afirmar que la Hakitía no es tan solo un dialecto “mixto” sino que tiende, en su sustantivación a ser árabe y hebreo más que español. Los judíos hablantes de la Hakitía no parecen reacios a su nueva sociedad a juzgar por los tipos y naturaleza de los arabismos en su lengua. No se circunscriben a ningún ámbito concreto y tampoco hacen referencia exclusivamente al mundo de las “cosas” y “nuevas realidades”, sino que abarcan también el mundo de lo abstracto, filosófico y hasta religioso. Si no, ¿cómo explicar que, junto con nombres hebreos e hispanos, los judíos para nombrar a sus hijos optaban por nombres como: mas‘ud (feliz), mujluf (con descendencia), ‘a’iš (vivo), ‘ayyuš (vivificador), ha*bīb (amado), etc.?

Ahora bien, si las lenguas, por lo general, son reacias a la incorporación de préstamos verbales de otras lenguas, y si tenemos en cuenta que, en el caso de la Hakitía, los préstamos verbales se ven dificultados por su especial complejidad morfofonológica, y aún así han pasado; los sustantivos sí que se han incorporado a esta lengua sin ningún tipo de dificultades. Éstas son, parece ser, las razones de por qué los préstamos sustantivos del árabe al español superan a los verbales. No obstante, no todos los sustantivos son pronunciados en la Hakitía, según sostiene Benoliel, como “los pronuncian los moros”. La mayoría de estas palabras han experimentado ciertos cambios fonéticos cuya importancia depende de su frecuencia de uso y, especialmente, del momento histórico en que se han incorporado a la Hakitía. Los prestamos antiguos están más “desgastados”, que los recién incorporados. Los préstamos del siglo XVI, por ejemplo, serían mínimos y experimentarían enormes cambios en comparación con los del siglo XVIII, por ejemplo.

El artículo árabe en los préstamos.

En árabe el artículo definido “al-” es incorporado a las palabras que empiezan con lo que los gramáticos árabes llaman didácticamente letras lunares. Este artículo, que desde el punto de vista gramatical se ve integrado en la lexía, no está eternamente vinculado a ella, sino que se elimina cuando la gramática árabe lo exige.

La función del artículo, según Rafael Lapesa, es presentar:

Normalmente al sustantivo, cualquiera que sea su género y número, tanto con referencia a entes determinados como a entes indeterminados conceptualmente.

Sin embargo, en la Hakitía, la mayoría de las veces, esta integración tiene carácter definitivo. Así el lexema de la palabra árabe queda —en Hakitía— vinculado para siempre con su artículo.

Al ‘azba

moza

Albaisar

crema de habas

Aldhor

oración del mediodía, o sencillamente “mediodía”

Álguerba

urbe de piel para transportar agua

 

Ahora bien, a estas palabras, que ya llevan el artículo incorporado, se les añade además el español diciendo, por ejemplo, la alguerba.

Derivación de sustantivos de perífrasis árabes.

De este caso tenemos el ejemplo anterior de Seftarray, ya comentado, procedente de ﺍﻟﺮﺍﻱ ﺴﺑﺕ o tultjālīminadduniā, procedente de: ﺘﱞﻟﺕ ﺍﻟﺧﺍﻟﻲ ﻣﻦ ﺍﻟﺪﻧﻴﺍ     (lit. el tercio desértico del mundo que, pragmáticamente significa algo como el “infierno”)

Derivación de sustantivos de verbos árabes

En este caso se trata de la derivación morfológica de sustantivos a partir de otros verbos árabes ya existentes en la Hakitía como:

-         jorrear, que se convierte en jorreón.

-         daf‘ear, que se convierte en dafe‘ón.

El género de los arabismos en Hakitía.

Para el género de los sustantivos árabes usados en Hakitía distinguiremos dos posibilidades:

1.- Sustantivos árabes cuyo femenino procede de otras formas:

a.- Sustantivos árabes cuyo femenino no es declinable de las mismas formas, sino de otras palabras:

walad (chico), bint (chica)

imma (mamá), bāba (papa)

b.- Sustantivos que forman el género femenino mediante la alternancia 0 (cero) / a.

Aquí no había problemas considerables con el femenino de los arabismos de la Hakitía, ya en español como en árabe, la marca del femenino es –a.

fallāh** (labrador, agricultor) / fallāh**a (labradora, agricultora)

bagl (mulo), bagla (mula)

2.- Sustantivos que designan realidades no sexuadas:

De esta serie de sustantivos notaremos que la marca (-a) asignada al femenino no establece una oposición de tipo (masculino/femenino), sino que opone una cosa grande a otra pequeña. Este fenómeno es muy presente en el dominio de los utensilios por ejemplo:

šaqqor (hacha) / šaqqorra (hacha pequeña)

El número de los arabismos en Hakitía

En cuanto al número de los sustantivos y a la distinción singular/plural, tenemos dos clases:

1.- Los que siguen el modelo español.

a.- Los que toman la -s como marca del plural

Se someten a esta regla casi todas las formas terminadas en vocal, como:

seddaja /seddajas

rešha/ rešhas

Caben aquí también formas árabes que originalmente no terminan en vocal. Al pasar al uso hakítico se les ha incorporado una vocal final de auxilio, como por ejemplo en:

garbal que da garballo/ garballos (tamiz/tamices)

b.- Los que añaden –es.

Generalmente son sustantivos terminados en una consonante como en:

šilbot (una especie de pez)/ šilbotes

addib (lobo) / addibes

c.- Cabe observar aquí que existe una serie de arabismos que han entrado en la Hakitía como plurales. Es decir, que son formas plurales desde su origen y que, sin embargo, se vuelven a pluralizar en esta lengua (doble marca):

šrot (pl. de la forma árabe šart*, condición) que en Hakitía se pluraliza en šrotes.

1.- Sustantivos que forman su plural como en árabe.

a.- Los que toman la terminación –in para el plural.

em‘awej / em‘awjin (torcido/torcidos)

b.- Los que añaden –a para el plural:

‘attar / ‘attara (vendedor ambulante/ vendedores ambulantes)

c.- Los que tienen otras formas árabes para el plural.

fels / flus (dinero/dineros)

dirham / drahm (dirham/dirhames)

qbila / qbail (tribu/tribus)

Diminutivos y aumentativos

Es característica general —y parece que hay acuerdo de todos los lingüistas— que los préstamos lingüísticos una vez establecidos en la segunda lengua, se someten en todo a las leyes de la lengua receptora. No obstante, en el caso de los arabismos de la Hakitía, parece ser que la anterior no es la regla general. Así podemos encontrar al lado de palabras de origen árabe que hacen su diminutivo mediante un sufijo español del tipo, -ito, -ita, -illa (-ía), -illo, (-ío): haja, hajita... otras que lo forman siguiendo los procedimientos sintácticos de la lengua árabe:

dar, duiría (casa, casita)

En cuanto a los aumentativos, el árabe marroquí los forma normalmente mediante construcciones perifrásticas. Esta es, quizá, la razón por la cual todos los aumentativos de la Hakitía siguen los procedimientos de dicha lengua.

3.4. El arabismo adjetivo en la Hakitía

La gramática tradicional define al adjetivo como una parte de la oración cuya función peculiar consiste en determinar o calificar al sustantivo, cualquiera que sea el oficio que éste desempeñe en la oración. Así pues, el adjetivo “no tiene el poder propio del sustantivo de constituir objetos”. Siempre informa algo del sustantivo y por esta razón le sigue en género y número” (Gili Gaya, 1982).

Formación de los arabismos adjetivales en Hakitía

Entre los adjetivos de procedencia árabe se distinguen dos tipos:

a.- Adjetivos de forma fiel a su origen árabe. Estos adjetivos son aquellos que se han quedado con su forma primitiva árabe, ej. h*ariš ﺤﺭﺵ (áspero), imsaffah** ﺍﻣﺳﻓﺢ (a dos velas, sin dinero), imŷawŷ ﺍﻣﺟﻭﺞ (casado), qawī ﺍﻗﻭﻱ (fuerte).

b.- Los que se forjaron a estilo español, a partir de verbos arabo-hakíticos.

Esta serie de adjetivos son puras creaciones hakíticas a partir de palabras árabes preexistentes. Tenemos, por ejemplo:

elheado (distraido)

hameado (caliente)

zagi (desenfrenado)

Se ha observado que a veces existen dos formas de adjetivos, una árabe como meblí, por ejemplo, y otra, de pura creación hakítica como ebleado, (enfermo, adicto a algún vicio).

Concordancia de los adjetivos

El adjetivo árabe hakiticado obedece a las reglas sintácticas de esta lengua y concuerda en género con la categoría a la que define. Este adjetivo puede ir precedido de una artículo como en el caso de:

A ressiya el kahla que significa algo como “tierra desierta”, siendo el adjetivo literalmente: la negra.

En este caso —con el artículo— se acentúa más la cualidad adjetival atribuida al sustantivo y el adjetivo es más especificativo. El papel de este artículo es intensificador.

En cuanto a las variaciones de género y número parece que no difieren en nada de las de los sustantivos.

Sustantivación de los adjetivos

Aunque existe cierta polémica sobre la sustantivación de los adjetivos, me declinaré por las teorías tradicionales que a efectos de este trabajo no cambian nada de los planteamientos de la Lingüística General y sí nos permiten acercarnos a este fenómeno en la Hakitía. La gramática tradicional define esta categoría gramatical como:

Toda cualidad considerada en abstracto y no atribuida por consiguiente a ningún ser, se convierte en un concepto sustantivo, el cual puede expresarse, bien con un cambio de sufijo (de amargo, amargura), bien sustantivando el adjetivo por medio del artículo, o de un adjetivo determinativo, como ya es sabido. También los adjetivos con o sin artículo, pasan a menudo a ser nombres concretos, cuando por callarse el sustantivo a que se refieren asumen ellos la significación de la representación compleja que ambos expresaban. (Gili Gaya, 1982)

No obstante, en Hakitía este proceso es algo distinto. Toda adjetivación árabe —no derivada— en Hakitía es por sí sola sustantiva. Lo que hace —en este caso— del “sustantivo” un portador de la cualidad adjetiva, es la presencia de otro sustantivo o determinante, como en los siguientes ejemplos:

-         un zagi (un desenfrenado)

-         l’emŷaweŷ (el casado)

Las partículas

Si se tratara tan sólo del paso de palabras árabes —sustantivos, adjetivos y verbos— diríamos que su incorporación a la Hakitía fue por una necesidad “técnica”, “cultural”... Pero enfrentándonos con partículas árabes —preposiciones, interjecciones, conjunciones y adverbios— que sustituyeron o coexistían con otras españolas —preexistentes— no podemos más que plantear las siguientes hipótesis:

1.- El español hablado en Marruecos ya ha dejado de ser español, para convertirse en nueva lengua.

2.- El recurso del árabe es algo más que necesidad lingüística consciente, es el resultado de una serie de interferencias lingüísticas espontáneas debidas al fenómeno del bilingüismo de los sefardíes.

En este caso, se podría afirmar positivamente en los dos sentidos. La Hakitía es una lengua, no es un dialecto. Y de hecho reúne todas las condiciones lingüísticas para serlo: un vocabulario propio, distinto en mucho al español, y una morfología, fonética y sintaxis propias. También se podría afirmar que la opción por los arabismos y lo árabe traduce un interés extralingüístico de los hakíticos a lo árabe. Un interés que desde luego desborda las fronteras materiales que reducen los préstamos a una nomenclatura de sustantivos. Veamos el caso de las partículas:

Las preposiciones

-         men, (de)

-         ‘ala, ‘la, (sobre)

-         ebla, bla, (sin)

Las conjunciones

-         la ... la, (ni... ni)

-         umma, (en cuanto a)

El adverbio

-         lá, (no)

-         má, (no, en “ma cuedo hablar sin que levantes una šamata?”)

-         wajja, (Sí, vale, muy bien)

-         jiar, (bien, muy bien)

-         ‘ad (acabar de, apenas... )

-         belhara, (a lo menos)

-         beljatar (voluntariamente)

-         bel‘ani (adrede)

Además se adverbian las palabras árabes adjetivas como las españolas mediante el sufijo –mente.

Las interjecciones

La interjección es aquella palabra que inesperadamente y repentinamente sirve para expresar la impresión de un estado de ánimo:

-         ¿A?

-         ¡Aha!

-         ¡Ah!

-         ¡Ah*!

-         ¡ Ah* - Ah*!

-         ¡Ajjay!

Consideraciones sintácticas y semánticas de los arabismos en la Hakitía

La palabra árabe al ser admitida y asimilada por la Hakitía desempeña un papel opcional como cualquier palabra auténticamente española. El valor del préstamo lingüístico, en este caso, no depende absolutamente de su lengua de procedencia, sino también, y en gran medida, de la lengua que lo acoge. El término árabe no siempre tiene, por ello, un significado fijo (tradicional), sino que su sentido depende también de la comunidad que lo usa. Por eso, podemos clasificar los significados de los arabismos léxicos en las siguientes categorías:

a.- Palabras que han conservado su sentido genuino árabe.

En este caso la palabra guarda su sentido y sus acepciones primitivas tanto reales como figuradas. La mayoría de las palabras que forman este grupo o designan utensilios, instrumentos, oficios, topónimos y nombres propios, o son verbos o adjetivos que se han incorporado quizá tardíamente al uso hakítico y que tanto para los hablantes de la Hakitía como para los árabes hacen referencia a las mismas realidades. Ejemplos de ello son los siguientes:

-         h*ami (caliente, ardiente)

-         h*amto (agrio, ácido)

-         jabrear (avisar, anunciar)

-         h*aslear (pillarse, caer en una situación comprometedora)

b.- Palabras árabes que incorporan a su sentido primitivo acepciones nuevas.

Aquí cabe una serie de palabras árabes cuyo domino semántico no se limita a su acepción primitiva, sino que adquiere, además de ésta, una o más acepciones, como por ejemplo:

Faqs*a, ﻔﻗﺻﺔ, que pasa de significar “disgusto considerable” para significar, lloro, llanto. En realidad el llanto y el lloro no son más que manifestaciones de la faqs*a, y no la pueden sustituir. Sin embargo, el uso hakítico ensancha el campo semántico de faqs*a para englobar el llanto y el lloro.

Fed*d*ear, ﻔﺿﻰ, que significa literalmente “terminar, agotar”, adquiere en Hakitía la acepción, además de éstas, de ejecutar un trabajo o un negocio, activar. Ésta última acepción no hace parte del sentido primitivo de fed*d*ear.

c.- Palabras árabes que pierden parte de su sentido primitivo.

Éste es un fenómeno opuesto al anterior. Si las palabras árabes en el caso b.- añaden acepciones nuevas y ensanchan el sentido de la palabra, aquí es el contrario. Muchas palabras pierden una o muchas de sus acepciones primitivas y se ve restringida la significación de las mismas, como por ejemplo:

Arrah*ar del árabe rāh*a que significa (descanso o sosiego). Sin embargo, en Hakitía no tiene el significado de sosegar, calmar, sino que ha restringido su significado y lo ha cambiado para significar “calmar con caricias o con fricciones algún dolor”. Si queremos detectar las razones de dicho cambio del significado las tenemos que buscar en el sentido real de rāh*a. El dolor es enemigo del descanso y del sosiego, por eso se ha forjado en Hakitía esta acepción de calmar el dolor.

Duiría es el diminutivo del árabe dār (casa) y equivale a casita. En Hakitía significa “casita sin piso bajo, edificada sobre algún almacén o algo semejante”. Esta acepción es añadida a la palabra porque cualquier árabe no entenderá más que el concepto de casa independientemente de su forma y arquitectura.

d.- Palabras árabes que pierden por completo su sentido primitivo.

En este caso la palabra árabe sólo conserva de su origen el significante. El significado ha cambiado. La palabra se parece, en este sentido, a un continente cuyo contenido ha cambiado o total o en su gran parte. Ejemplo:

Fiqearse (ﻓﺍﻕ en árabe es despertarse, despabilar), en Hakitía es “tener insomnio”. Se nota que despertarse es distinto de tener insomnio ¿Cómo se ha llegado a este extremo?

La relación entre “despertarse” y “tener insomnio” es el estado de no sueño, es dejar de dormir o no dormir. Sin embargo, los puntos de vista difieren entre el árabe y la Hakitía.

‘as*rear (ﻋﺻﺭ en árabe es apretar, estrujar o exprimir, por ejemplo, un enjambre lleno de miel, una naranja o trapo mojado...) No obstante, en Hakitía, tiene el significado sólo de “hacer esfuerzos para dar a luz”. La ‘as*s*ara, —la que estruja— no es una exprimidora o batidora para frutas, sino la persona que ayuda a ‘as*rear en el parto, la comadrona.

e.- Palabras árabes que pierden su sentido bajo la influencia de otras palabras árabes.

Aquí no se trata de préstamos, sino de calcos. No son pues las palabras árabes las que pierden su significación, sino las españolas. En este sentido, la influencia de una palabra árabe participa en la evolución semántica de la correspondiente en Hakitía. Tenemos, por ejemplo:

-         ¿Qué me debes? ¡No me debes nada! (p.120)

Si examinamos el verbo deber vemos que ha pasado a significar estrictamente todo lo contrario de lo que significa en español. Este verbo ha pasado a tener un significado opuesto al de su original. En realidad lo que la frase anterior quiere decir es:

-         ¿Qué te debo? ¡No te debo nada!

Este cambio de sentido se debe a su confluencia con el del verbo árabe sāla, ﺴﺍﻝ. Aquí se trata de un significado propio de la Hakitía como resultado de la transferencia del árabe al español.

En todos los casos los arabismos, como en su fonética, han sufrido ciertas transformaciones semánticas. Las palabras genuinamente españolas también manifiestan, en algunos casos, cambios semánticos a causa de las interferencias semánticas del árabe.

3.5. Campos semánticos de los arabismos en Hakitía

En un corpus de 1004 palabras tomadas del Glosario —que contiene más de 1700— se han podido encontrar los siguientes campos semánticos en los cuales se pueden agrupar dichas palabras.

CAMPO SEMÁNTICO

SUBESPECIALIDAD

EJEMPLOS

Oficios, 9,24 % del total.

 

Agricultura y ganadería, 3,68 %:

 

ra`í (ganadero, pastor)

zarbear (vallar)

ejnear (consechar)

sania (pozo ancho)

rebba’ (arrendatario)

 

Comercio, 2,88 % del total:

 

saumear (poner precio a una mercancía, informarse de su precio)

rbah* (ganancia)

suqear (comprar en el zoco)

rob‘í (medida de capacidad)

qama (estatura, braza... etc.)

 

Transportes y viajes, 1,09 % del total:

 

šuari (alforja)

‘win (provisiones para el viaje)

sorra (lío de ropa)

 

Otros, 2,29 % del total:

 

Tenemos como ejemplo:

sen‘a (oficio, arte)

tarraf (zapatero)

terrah* (mozo de horno)

tah*ona (molino)

Geografía y clima, 2,78 % del total.

 

 

 

qbila (cabila)

rawya (vapor nocturno que quema las plantas)

uta (llanura)

wad (río)

ermel (arena)

Topónimos, 2,39 % del total

 

 

‘elj (el que habla un idioma extraño)

‘arbi (árabe)

rifi (refeño)

braber (beréber)

Romi (europeo)

Fauna y flora (y palabras relacionadas), 4,68 %

 

 

sarsrear (trinar los pájaros)

bagla (mula)

essem (veneno)

išša (¡alto!, para parar a un burro)

Arquitectura, 2,98 %

 

 

aljorsa (arte)

qaus (arco)

tebqa (estante)

setuan (zaguán)

 

Casa y mobiliario, 4,08 %

 

 

ašaš (cestito de palma bajo y sin asas)

berrada (cantarillo de barro)

cabonar (lavar)

rešha (treta)

Cocina y alimentación, 4,18 %

 

 

t‘am (alimento, comida)

qotban (pinchos morunos)

borma (caldera, marmita con dos asas)

fidearse (desbordar, rebosar)

keftsa (carne picada o propia para asar)

Cuerpo humano: Anatomía, medicina y enfermedades, 4,18 %

 

ras (cabeza)

dwa (remedio, cura)

bukmía (mudez, embarazo en el habla)

buhamron (Sarampión)

samtear (dar una fricción)

Indumentaria, ropa (lujo, adorno, colores) 4,38 %

 

rihiyya (babucha)

sfifa (diadema)

qojja (madeja de pelo)

šulear (hilvanar)

bed‘iya (chaleco)

 

Tiempo y calendario, 2,30

 

 

zemni (antiguo)

alh*ad (domingo)

‘oddear (esperar mucho tiempo)

sobh*ear (amanecer)

 

Diversiones (fiestas, música, diversiones), 4,97%

 

 

šettah (bailarín)

‘id (fiesta)

ra*h*a (descanso)

Términos típicos marroquíes, 3,32

 

 

rezza (turbante)

haŷ (el que ha hecho el peregrinaje de la Meca)

lah*af (manto con que se cubren las árabes del norte de Marruecos)

Términos religiosos (árabes y hebreos), 1,46 %

 

 

sallear (rezar, orar: para musulmanes)

ueddearse (hacer las abluciones rituales)

šarah (versión árabe de los textos sagrados bíblicos)

qarear (leer textos religiosos, rezar)

 

Superstición y mitología, 1,39 %

 

 

‘ainear (causar el “mal de ojo”)

alfasoj (especie de incienso)

seh*rear (“se quedaron seĥreándole hatta que perdió sus bienes”)

Ciencia y enseñanza, 0,39%

 

 

qartas (papel blanco)

qorma (cepo de madera que sirve para mantener los pies atados, se usaba como castigo a los escolares)

Padres e hijos, 2,68%

 

 

abni

abenti

wedbear (educar, castigar)

Estado y justicia, 4,08 %

 

 

‘dul (notarios)

‘askri (soldado)

qadi (alcalde, juez)

šhud (testigos)

Trabajo, 1,59 %

 

 

moqaf (trabajar en el moqaf, trabajar con ahinco, cansarse mucho)

‘ayyear (cansar)

Cantidades y enumeración, 2,29 %

 

 

ellajri (el último)

ajor (otro)

elluli (el primero)

šuayy (poco, un poco)

Relativo a la persona, 7,16%

 

Carácter y decisión 3,7 %

 

šdid, šedid (fuerte, duro, terrible)

emjarreb (experimentado)

sifa (Fisionomía, cara)

 

Dificultad y fuerza, 3,38 %

 

‘aujear (Torcer)

dra` (fuerza, brazo)

wahlearse (pillarse, encontrarse en un callejón sin salida)

Relaciones humanas y sociales, 23,16 %

 

Favores, 3,08 %

 

‘zzear (dar los pésames)

sotrear (abrigar, proteger)

yed-allāh (“mano de Dios”, auxilio, ayuda)

walí (protector)

 

Mala conducta, mal comportamiento,1,59 %

 

šaitan (travieso)

surraq (ladrón)

šmat (engaño)

zekti (astuto)

 

Cuidado y descuido, 1,29 %

 

zarfearse (esquivarse, retirarse)

el-gafla (descuido)

‘alear (recordar, prestar atención)

 

Malestar, dolor, lástima... 4,38%

 

zuffan (indecente, insultante)

dahša (asombro, espanto)

susear (consumir)

rowe‘ar (hacer mucho ruido)

 

Violencia, riña y disputa, 3,98%

 

šeršma (lluvia de bombas, ...)

so‘rearse (enfurecer, rabiar,...)

cona (bulto en alguna parte del cuerpo)

 

Deseo, amor y vida conyugal, 1,49 %

 

‘ašqear (querer)

emŷawaŷ (casado)

zain (hermosura)

 

Vicio, 2,78 %

 

qotna (mujer muy baja)

selbearse (ser insolente)

salgot (pilluelo)

 

Relación entre los hombres (no clasificados), 2,98 %

 

šrot, šrotes (condiciones)

‘bdear (servir en calidad de esclavo)

pelear (dejar de paz)

šuar (consultación)

Propiedad (riqueza, pobreza) 2,49 %

 

qosmiya (parte, suerte)

qella (miseria)

Partículas no clasificadas 3,18 %

 

 

la (no)

ebla/bla (sin)

men (de)

‘assak (cuanto más)

h*atta (hasta)

 

Según estas estadísticas la mayor cifra de arabismos corresponde al campo semántico: “Relaciones humanas y sociales” —23,16 %— y si lo cotejamos con “Enseñanza y educación” —0,39 %— notamos que cuando los hakítico-parlantes se han acomodado al modo de vivir de los marroquíes, han adoptado su terminología social y humana. No obstante, han conservado una enseñanza y una educación religiosa hebrea. La segunda cifra más importante corresponde a oficios —9,94 %— donde se pueden observar palabras como ra`í y rbah,* respectivamente. Aquí, es más que una necesidad de denominar conceptos nuevos.

3. 6. Arabismos sintácticos

La Hakitía no solo ha tomado préstamos léxicos y fraseológicos del árabe, sino que, como se ha visto en la fonética y en la morfología, se ha nutrido de ciertos giros sintácticos propios del árabe marroquí. La influencia de la sintaxis del árabe marroquí es existente en la Hakitía. Sin embargo, es una influencia diversa y compleja que requiere un conocimiento tanto del árabe hablado en el norte de Marruecos, como de la sintaxis del español medieval. Casos de evidente transferencia sintáctica del árabe al judeo-hispano-marroquí son los siguientes:

1.      Adjetivo + gerundio

El gerundio en estas construcciones pone de relieve y acentúa más el adjetivo. Son ejemplos de ello:

-         Cayente šweando, caliente abrazando.

-         Nuevo š`leando, nuevo brillando

-         Mojado qatreando, mojado goteando.

-         Pobre sa`eando, pobre mendigando.

-         Vazzio šilbando, vacío silbando.

2.      Adjetivo + participio

-         Cayente h*ameado, caliente calentado

-         Cayente h*ami, caliente calentado

La diferencia entre estos dos ejemplos, y otros muchos de este tipo, es la forma morfológica del participio. En el primer caso se ha formado un participio hakítico con la raíz árabe h*amī y los morfemas españoles –e / -ado. Este tipo de estructuras sintagmáticas es muy común como se ha visto en la parte morfológica de este trabajo. Sin embargo, en el segundo ejemplo el participio es, en su totalidad árabe. h*ami es a la vez participio y adjetivo, y viene anexado, en el sintagma anterior al adjetivo hakítico, cayente.

3.      Adjetivo + sustantivo

No se trata en este tipo de sintagmas de un adjetivo epíteto, como sería de suponer, sino que el sustantivo refuerza la clasificación del adjetivo. Ambos, adjetivo y sustantivo, se refieren a algo precedente. El sustantivo es en este caso, en cierta manera, adjetivo del adjetivo:

-         Blanco qartas, blanco papel

Este sintagma califica a algo que es blanco como el papel. Se trata de una especie de comparación en la cual se ha omitido la partícula comparativa.

-         Blanco qartas, blanco papel, sería: blanco como el qartas, esto es: muy blanco.

Con este tipo de giros se pretende acentuar y recalcar la cualidad presente en el adjetivo.

-         Preto asallés, negro oscuras. Cabe notar que la palabra asallés es berberismo usado en el norte de Marruecos, para hacer referencia a la oscuridad y a la noche prieta.

-         Amarío asafrán, amarillo azafrán.

4.      Sustantivo + gerundio + sustantivo

Se trata de sintagmas con la estructura: nominativo + gerundio + acusativo:

-         Matador matando almas.

-         Matador cortando las cabezas.

Si se examina la función de “matador” se observará, que desde el punto de vista semántico, desempeña la función de un adjetivo. Este “matador” califica a alguien seguido de un gerundio que acentúa la acción del verbo e intensifica el hecho de “matador”. Este tipo de estructuras es árabe.

5.      Repetición de sinónimos

Es el empleo en la misma secuencia de más de una palabra con el mismo significado:

-         “Me cansí de arrogar y xortear, y todo en vano y en vazzio, como el que se mea en la arena”.

En este ejemplo se observa la repetición de arrogar y xortear, y vano y vazzio.

6.      La repetición de la conjunción “y”

-         Ayúdame y andaré, y verás lo que haré.

-         Tallo y mollo y copia aburcada.

La conjunción desempeña un papel primordial en árabe. Su existencia es abundante y de obligado uso en la gramática árabe como nexo entre segmentos apositivos.

7.      Uso del artículo indefinido en vez del definido

-         Los venga una muerte que los leve a todos.

Este giro es puramente árabe y es muy reiterado en el árabe marroquí.

8.      El uso particular de “suyo”

Suyo en numerosos ejemplos de la Hakitía es traducción, calco, del significado del marroquí diālu ﺪﻳﺍﻟﻭ, que significa literalmente suyo, pero que también puede significar “bienes”. Al traducir en Hakitía a Suyo, éste adquiere también el significado de bienes:

-         ¡Gay del que suyo no tiene!

9.      Empleo de: sobre + nombre o pronombre

-         Ella quería feššearse sobre él.

-         Quijjo haze mal a su haber y se volvió sobre él.

-         El Dio faje sobre nosotros

Como en el caso anterior este sobre traduce la partícula árabe ‘alaih.

10.  Empleo del pronombre átono en vez del tónico

Este fenómeno lo tenemos en formas como:

-         Lleva a sus hijos con él (consigo)

11.  Se usaban formas particulares para expresar la reflexividad con su cabeza

-         Dale esta rescuesta, y que šauré con su cabesa (con sí mismo)

-         ¡Dešame con mi cabeza!

Desde el punto de vista de la sintaxis de la oración hakití se observa la influencia del árabe. A nivel del texto o del discurso se notan, al lado de los arabismos semánticos, la abundancia de la conjunción “y”. Ésta sirve en árabe como cópula entre los segmentos del texto. La expresión de la reflexividad sigue el modelo árabe: con su cabeza, con su alma...

3. 7. Arabismos conceptuales y cognitivos

En este apartado se analizarán y describirán aquellos arabismos que no se manifiestan materialmente de unidades menores del lenguaje como son las palabras, sino en los conceptos. Son concepciones de la realidad y del mundo que proceden no estrictamente de la lengua, sino de la realidad pragmática. De estos arabismos conceptuales y cognitivos tenemos:

a.      Refranes y fraseologismos traducidos

El refrán es una manifestación humana que traduce el modo de pensar de una colectividad dada. El refrán revela las preocupaciones, los ideales y la relación del hombre con el medio ambiente en una situación cultural determinada. De un dicho, por ejemplo, como Mejor es vezino cercano que hermano lexano, podemos sacar todo una sociología comunitaria del judío hispano-marroquí. Este dicho contrasta, sin embargo, con este otro No desconfíes en tu hermano y cuidado que te ilusione el amigo, usado por los hablantes de la Hakitía y que sin embargo es traducción del marroquí ﺼﺍﺣﺑﻚ ﻴﻐﺭﻚ ﻻ ﺧﻭﻚ ﺧﻭﻚ. Ambos refranes, aparentemente contrarios por revelar dos concepciones de vida distintas, se dan al mismo tiempo en la Hakitía. Una vez más, los sefardíes marroquíes han conservado su identidad colectiva a la vez que se han imbuido de la cultura circundante. Estos judíos de habla ‘aŷamiyya, aljamiada, tenían su identidad propia y no se han confundido con facilidad con la otra comunidad judía de Marruecos. Así pues, si bien los hakítico-parlantes han adoptado muchos refranes marroquíes, se han quedado, sin embargo, con otros muchos suyos. Si se comparan los refraneros de la Hakitía y de los de Fez (judío y musulmán), se observa que los últimos coinciden plenamente convirtiéndose en el mismo, mientras que el primero se distancia de ellos con algunos usos. No obstante, a pesar de ello, el refranero de la Hakitía incorporó muchos refranes árabes y creó otros nuevos que traducen su nueva realidad hispano-marroquí. El almehrez y el añafe se cayeron al pozzo o cuantos almehreces quebrantes, son de pura creación hakítica, pero cualquier marroquí los puede reconocer como suyos. Esto implica que mientras pasaba el tiempo los judios ‘aŷamies, aljamiados, se marroquinizaban cada vez más culturalmente. Esta comunidad lingüística ha asimilado muchos dichos árabes marroquíes y han traducido a su lengua numerosos fraseologismos marroquíes. Este proceso de asimilación es lento y duradero y, es de suponer, se mantuvo durante varias generaciones. Mencionaré a continuación unos ejemplos de refranes de la Hakitía:

-         No fregues mucho el cobre, que gole (huele) mal, o que dará golor

-         La compañía de Zarzor

-         Cansa el que da, y no el que toma (entiéndase “se cansa”)

-         El gato, cuando no haya (halla) la carne, dice que está fidionda

-         Apartaivos todos para que yo pase

-         Dar golpes a el agua hatta que se endurezca

-         Ande comen cuatro, comen cinco

-         Da el dio nueces a quien no tiene dientes

-         Entrar por un oído y salir por otro

-         La šedda (crisis, contratiempo) no dumea (no dura, no es eterna)

Además de numerosos refranes de este tipo, existen otros fraseologismos cuyas expresiones en Hakitía son aparentemente españolas, mientras que su contenido es árabe:

-         ¡Se le salgan las tripas! o ¡se le salgan los ojos!

-         Venga lo que le leve (lleve)!

-         Loores al dio por esta hora que mirimos tu cara

-         El dio le leve y le traiga con bien (en un viaje)

-         El dio añada en tu vida.

-         Se olvide de ti la muerte

-         Tú y tu suerte

-         Por el t‘am que šerquemos (por la comida que compartimos). En la tradición cultural marroquí compartir la comida con alguien entrañaba una serie de compromisos como amistad, fidelidad, sinceridad... una especie de pacto de paz y hermandad.

-         Por este pan

Todos estos fraseologismos aluden a costumbres y tradiciones marroquíes.

-         ¿Quién te miro, la emkoh*la, en la dolma? (¿quién te ve, ¡oh! pintada los ojos, en la oscuridad?)

Una clasificación tipológica de estos dichos y refranes en campos semántico-cognitivos es difícil. Cada uno de ellos es por sí solo un campo de vida y prueba de la dificultad de limitar las interferencias de lo árabe en la Hakitía.

b. La comparación y la metáfora

Cada cultura tiene una serie de conceptos y significados que tienen una connotación especial, una significación adicional. Cuando un marroquí habla, por ejemplo, de la luchaza del cerdo, muy pocas veces alude al ave nocturna o al animal de patitas cortas, sino a conceptos particulares forjados por el medio, los usos y las costumbres marroquíes. La lechuza es la maldad, la fealdad, la mala suerte. El cerdo o el jabalí es la fuerza insensata, ciega, unidireccional, la desproporción de la constitución física, el mal olor, la suciedad, la gordura, la falta de respeto y de atención... Dicho de otro modo, el cerdo o h*allūf simboliza todo lo ridículo. La hiena alude más a la insensatez, a la futilidad, a la falta de resoluciones eficaces, etc., más que al animal. Al contrario de la hiena tenemos el lobo y la zorra. El asno además de tener algo común con la hiena es símbolo de la pereza. A veces, se hace la comparación con el nombre de una persona y tenemos en este caso al famoso Embarca que es un nombre como cualquiera, pero al entrar como elemento de comparación alude a una mujer negra.

Al lado de estos términos que podemos calificar como peyorativos y cuyo número es considerable, hay otros de tipo positivo. Así, por ejemplo, para expresar la belleza se alude a la luna y se menciona la gacela o la paloma. Para expresar la extrema facilidad se cita al agua.

Cabe mencionar, aquí, que muchos términos con que se hace la comparación no aluden tan sólo a la realidad física sino, muchas veces a la realidad mental y oral. Así, por ejemplo, la lechuza no es tan sólo “ave fea”, sino que es, la mayoría de las veces, un signo de mala suerte, o de desgracia. Otros términos en cambio no aluden, en absoluto, a la físico de lo comparado sino a su intelecto. Pues, al decir, por ejemplo, que “uno se parece a una hiena o que es una hiena”, no significa que este hombre cojea —porque se tiene la convicción de que la hiena cojea o que tiene algo en común físicamente con dicho animal— sino que alude a su torpeza, estupidez, sandez, etc. Pero no vaya uno a comprender que el calificado de hiena es enfermo mentalmente, sino que es simplemente ridiculizado.

En efecto muchos términos y connotaciones —por no decir todos— usados en Marruecos eran empleados por los hakítico-parlantes. Así tenemos en judeo-hispano -marroquí o Hakitíalos términos siguientes:

1.      Para indicar defectos físicos:

-         Gordo como un halluf (cerdo)

-         Alto como un bellarex (cigüeña)

-         Fea como una yuca (lechuza)

-         Boca como un fondaq (muy grande)

-         Labios de Embarca (africanos, gordos)

-         Delgado con sennara (anzuelo)

2.      Para indicar la belleza tenemos:

-         Los ojos como las estrellas (p. 71)

-         Cuerpo como datilar (p. 71)

-         El cabello como la seda (p. 71)

-         Una joven (bonita) como la luna en sus quince (p. 71)

Esta figura metafórica es clásica en árabe y se encuentra con abundancia en Las mil y una noches y no descartamos su posible existencia en español.

3.      Comparaciones de tipo informativo:

Este tipo de comparaciones son de tipo informativo, pero denotan el punto de vista (que puede ser irónico) del hablante.

-         Ojos de gato (p. 74)

-         Vida de gato (o de perro), tener siete almas. (p. 74)

4.      Defectos de intelecto y falta de disciplina

-         Perezoso como el azno àgzan (holgazán) (p. 72)

-         Liviano como la pašara (mariposa) (p. 72)

-         Ajzari (cruel) como un asad (león)

-         Boca de hojera (retrete), (maldiciente, malhablante)

Proceso de asimilación de este tipo de arabismos cognitivos

La asimilación de los arabismos no queda al nivel de la superficie lingüística, sino que la mayoría de las veces es profundo. Se observa, por ejemplo, la diferencia entre:

-         Hacer hara (ruido)

-         Hacer haidus (tipo de baile)

La primera expresión tiene un significado denotativo, mientras que la segunda, no significa precisamente bailar, sino que se ha metaforizado para significar “levantar un escándalo”. Cabe observar en este caso que la palabra hakítica Haidus, procede del árabe ﺤﻳﺪﻭﺱ que a su vez procede del beréber ah*idus (baile en círculo en que se alternan hombre y mujer que se van alejando o aproximándose al centro del círculo cantando en beréber). Puede que lo del escándalo se deba a que los árabes no entendían ni el baile, ni lo que se decía en él. O incluso, al formar un círculo, se interpreta como el coro que se forma junto al escándalo. Aquí la asociación de ah*idus con el escándalo, interpretación que veo más lógica, procede de una asociación entre el círculo del baile y el coro que se formaría entorno a una persona en situación de escándalo.

Este tipo de connotaciones y concepciones cognitivas, que han pasado del árabe al uso de la Hakitía, demuestran una vez más que los hablantes de dicha lengua no quedaron al margen de la cultura mayoritaria, sino que formaban parte de ella. Además, al margen de los términos y expresiones “traducidas”, existen otras que han pasado intactas al uso de la Hakitía, como por ejemplo:

-         ‘ala ‘allāh, a lo que Dios quiera.

-         ala id*d*ra’, por violencia

-         ‘ala al-gafla, por sorpresa,

-         ‘ala jair, con salud

-         ‘ala jatrik, a tu gusto

-         ala sibba, estar esperando la menor ocasión para tomar una decisión.

-         ‘ala sjat ‘allāh, al caso, a una suerte.

-         ‘ala sa‘di uiyamī, por mal de mis pecados (p. 265)

Sin embargo, cabe notar, que algunas de las expresiones mencionadas tienen un sentido diferente a la misma expresión dicha por los árabes: ‘ala ‘allāh, por Dios; ‘ala jair, bien (engloba todo, salud, negocios...).

El dominio léxico religioso de los hakítico-hablantes no fue ajeno a la influencia árabe. Así, el Dios, es decir Dios, fue sustituido —muchas veces— por Allāh, que:

...da origen a muchas locuciones que, aunque en puro árabe son de uso corriente, entre los que hablan Hakítia. (Benoliel, 41)

¿Quién no decía?

-         ¡Allāh ibnī!, ¡Por Dios, hijo mío!

-         ¡Allāh ibnatī!, ¡Por Dios, hija mía!

-         ¡Allāh a lalla!, ¡Por Dios, señora mía!

-         ¡Allāh iftisah!, ¡Dios, te valga! (respuesta a un mendigo)

-         ¡Allāh ird*ā’ ‘alaik!, ¡ Dios te conceda su gracia!

-         ¡Allāh yarḥamuhu!, ¡Dios lo tenga en su gracia!

-         ¡Allāh irh*am waldik!, ¡Dios, se apiade del alma de sus padres!

-         ¡Allāh ujlas! ¡Dios y nadie más!

-         ¡Yāllāh! ¡Vámonos!

-         ¡Subah* li-allāh! Hemos amanecido con Dios

-         ¡Subḥānā ‘ala allāh!Con el mismo significado que el anterior

-         ¡Allāh, Allāh!, no es fácil

-         ¡Allāh ibarak fīk!, Dios te bendiga

-         In šā’ Allāh, Ojalá

-         Mā šā’ Allāh, Dios no lo quiera.

-         Billāh al-‘adim, Por Dios eterno (Juramento)

-         Allāh ijlaf, Dios os lo compense, O Dios se la pague.

-         Al-h*amdu-li-allāh: gracias a Dios

-         Fīyad Allāh, en manos de Dios

-         Al-d*aif li-allāh: el huésped que pide hospitalidad en nombre de Dios

-         In qad*a’ Allāh, Una fatalidad (172)

 

Conclusión

La presencia del elemento árabe en la Hakitía es consecuencia del contexto bilingüe en el que se mueven los hakítico-parlantes. Éstos tenían que hablar árabe para entenderse con los demás compatriotas. Por un lado, el debilitamiento del judeo-español, y por otro lado las causas económicas, sociales, políticas y hasta el monoteísmo compartido, favorecieron, en cierta medida, los préstamos, incluso en aquellas expresiones típicamente religiosas. Pues, en el Glosario de José Benoliel el 38,75 % de las palabras son de procedencia árabe. Esta lengua ha permanecido en Marruecos hasta la segunda mitad del siglo XX, y lo ha conseguido gracias a dos factores esenciales:

-         La concentración de esta comunidad lingüística y su fuerte identidad, marcada con respecto a la mayoría árabe tanto musulmana como judía autóctona.

-         La existencia del ladino y de una literatura popular (canciones y cuentos) como superestrato (relacionado con los textos religiosos hebreos) de la Hakitía.

Sin embargo, la colonización española en el norte de Marruecos y la implantación de escuelas francófonas de la AIU (Alianza Israelita Universal) en el país, además del éxodo masivo de los judíos marroquíes una vez descolonizado el país han supuesto la desaparición de la Hakitía.

Al lado de los arabismos, los hebreismos, reducidos por supuesto, han participado en forjar muchas de las peculiaridades de esta lengua de origen hispano. Así, si se parte de que:

Toda la cuestión de las lenguas en contacto y de las relaciones interlingüísticas con su respectivo intercambio de préstamos tendrá que plantearse partiendo de los grupos sociales. (Schilieben-Lange, 1977)

Se puede afirmar que los hablantes de la Hakitía incorporaron a su lengua los préstamos árabes gracias a:

-         La presencia en el mismo país de otro grupo judío también, pero de habla árabe y, en ocasiones, beréber.

-         El estado de minoría, cualquiera que sea, es siempre favorable al conservadurismo y al repliegue sobre la identidad propia, sin que esto signifique ninguna ruptura con la sociedad circundante.

Estos dos factores, además de las relaciones entre los hablantes de la Hakitía por una parte y con los arabófonos, musulmanes y judíos, por otra, ha favorecido el bilingüismo de los judíos del norte de Marruecos. Éstos se han encontrado en la necesidad en una situación lingüística favorable a las transferencias lingüísticas. Sin embargo, los arabismos de la Hakitía manifiestan en su lingüística todo tipo de modificaciones que van desde lo fonético hasta lo semántico y lo pragmático, por las siguientes razones:

-         La diferencia de los puntos de articulación entre los sonidos árabes y hakíticos. Esta no coincidencia genera, en la mayoría de las ocasiones, serias transformaciones tanto en la misma lengua hakítica como en los arabismos.

-         La función preponderante de las vocales en la Hakitía, lo es menos en árabe. Frente a la abundancia de realizaciones fonéticas en árabe (sin función fonológica), la Hakitía, como lengua neoespañola, tiene un número limitado fonético, pero superior desde el punto de vista fonológico. Esta no coincidencia fonéticofonológica explica los muchos casos de vacilación fonética y gráfica en los arabismos de la Hakitía. La lengua española, madre de la Hakitía, presenta un “equilibrio” silábico, gracias a las vocales, mientras que el árabe es caracterizado por la preponderancia de las consonantes que son las que determinan la pronunciación de las vocales. Este “equilibrio” silábico hispánico es difícilmente notable en árabe en que pueden darse grupos silábicos sin una función marcada de las vocales como en árabe. Ya en Hakitía muchas palabras agregan nuevas vocales para sistematizarse en la Hakitía.

-         La enfatización pertinente en árabe como rasgo de oposición fonológica se ha visto reducido en la Hakitía. Muchas consonantes enfáticas cuyo papel fonológico es pertinente en árabe se han neutralizado en Hakitía. De allí la desaparición en Hakitía de la s*ād, la d*ād y la t*ā’.

-         Los arabismos —como se observa generalmente en los préstamos interlingüísticos— han manifestado ciertos cambios en fisonomía. No obstante, en el caso de la Hakitía, el préstamo de la Hakitía no se aleja mucho de su etimología árabe porque el bilingüismo de los judíos les permitía la corrección cuando se percataban de que una determinada palabra era árabe.

Desde el punto de vista semántico, y una vez introducida en la Hakitía, la palabra árabe se inserta en una estructura lingüística nueva, estableciendo nuevas relaciones y oposiciones semánticas, lo que hace que dicho préstamo cambie, en ocasiones, de significado. Paralelamente a esto observamos que no pocas palabras españolas han sufrido considerables cambios semánticos bajo la influencia del árabe. Desde el punto de vista pragmático y cognitivo hemos podido observar que existen varios espacios metafóricos, irónicos y comparativos comunes entre la Hakitía y el árabe.

 

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[1] La base de este trabajo es mi tesina de licenciatura, realizada en 1986 en la Universidad de Rabat, Marruecos, bajo de la dirección del profesor Simón Levy.

[2] El término Romi sigue siendo en muchos lugares de Marruecos un apelativo para referirse a los extranjeros cristianos y por extensión a todo occidental. Los beréberes usan el neologismo de la misma palabra, aromi, mientras que los árabes marroquíes se declinan habitualmente por nasraniī, pl. nasarà, con la misma significación.