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APOSICIÓN SINTAGMÁTICA: POR UNA
DESCRIPCIÓN CONJUNTA DE LOS SUSTANTIVOS Y ADJETIVOS APUESTOS
Mercedes BANEGAS SAORÍN
(Université Paris 10-Nanterre)
La facilidad de traslado de categoría
adjetiva a sustantiva y viceversa muestra que entre estas dos categorías
nominales la frontera es muy permeable. Existen, sin embargo, descripciones de
combinaciones sintácticas que, constreñidas por la pertenencia categórica
original pasan por alto los comportamientos idénticos de estas dos unidades, en
los que sus límites sintáctico-semánticos[1] y enunciativos se borran.
Fijémonos en estos términos: adjetivo explicativo, adjetivo
especificativo, aposición explicativa, aposición especificativa, relativa
explicativa, relativa especificativa, relativa apositiva. Todas estas
apelaciones, de metalenguaje binario, designan a su vez relaciones entre dos elementos, de extensión y complejidad
diversa, cuya relación lógica se teje de manera que un elemento nominal dado es
completado por otro elemento nominal o conmutable por él. (Entendemos el
vocablo nominal como sistema nominal,
opuesto a sistema verbal).
¿Cómo conciliar los actos de lengua
mencionados con la clasificación extendida entre los especialistas españoles de
la aposición en general? y ¿cómo explicar dónde se deslinda el terreno entre
aposición y complementación de un sustantivo por un adjetivo o una frase
adjetiva?
Proponemos en este estudio una
revisión de la noción de aposición, de acuerdo con las estructuras que se
incluyen en ella, alrededor de varios ejes: algunos de los cuales -los
referentes a la forma y a las categorías combinadas- son abordados en la
definición « clásica »; nosotros propondremos nuevos enfoques de
naturaleza semántica, que girarán en torno a la predicación y a la enunciación.
El objetivo es ensanchar la visión pobre y la delimitación rígida que
caracterizan la clasificación de todas estas estructuras.
El
término de aposición implica la reunión de dos elementos jerárquicamente
ordenados y que forman una expresión designativa compuesta. La tradición
gramatical reciente la reserva para los sustantivos pospuestos a otros
sustantivos con o sin pausa[2], mientras que si son los adjetivos los que
ocupan dicha posición, estas estructuras binarias son llamadas incidentales[3] por la escuela funcionalista española. Por otra
parte, se ha establecido también que la expresión de dos adjetivos (azul pálido)
y de dos adverbios (aquí cerca) constituye igualmente una
aposición[4].
Antes de distinguir la aposición
explicativa de la especificativa (que sólo es evocada con respecto a la reunión
de dos sustantivos), estos postulados conciben la aposición como de un sistema
que requiere que los elementos asociados pertenezcan a la misma categoría
gramatical (sustantivo + sustantivo, adjetivo + adjetivo, adverbio + adverbio).
Esta teoría da a entender que existen tres sistemas apositivos: nominal,
adjetival y adverbial. Ahora bien, los criterios formales y sintácticos sobre
los que se asienta esta descripción (identidad categórica, reunión de elementos
con o sin inciso) impide captar a) las diferencias esenciales entre los
diferentes casos de aposiciones nominales y b) las similitudes entre ciertos
sustantivos en aposición y el comportamiento propiamente adjetivo de una parte
de ellas. Ello plantea la necesidad de redefinir la noción de aposición. Nos
cuestionaremos sobre la pertinencia de la agrupación bajo la rúbrica de
aposición unas y otras construcciones, introduciendo, como nuevos elementos de
reflexión, los tocantes a la relación semántica que se teje entre las unidades
reunidas, en particular a partir de las ideas de predicación y de enunciación.
Por fin, un análisis estructural concluirá el análisis conjunto de asociaciones
nominales que emprendemos.
Proponemos el estudio de varios pares
de estructuras con esquemas formales similares: el primer elemento –las más de
las veces sustantivo, pero en ocasiones adjetivo– irá completado por un segundo
–sustantivo o adjetivo– que podrá ser o no ser interpausal. Todos nuestros
ejemplos constarán por tanto de lo que llamaremos la « serie
sustantiva » y la « serie adjetiva », apelación determinada por
el segundo elemento, a saber N+ N, por una parte, y N+Adj o Adj+Adj, por
otra.
1. Semantismo: predicación de
existencia vs predicación gramatical
1.1. El primer par objeto de estudio recoge, en la
serie sustantiva, algunas de las estructuras contempladas por la tradición
lingüística como aposición especificativa
o como aposición adjunta:
(1a) la
calle Balmes, el rey Juan Carlos I, el poeta Berceo, la reina Dido, el general
Pinochet, el profeta Miqueas, el papa Calixto, la ciudad de Lima, tu hermana
Rosa.
Formalmente todas estas estructuras se componen
de un nombre común al que se adjunta, directamente o por medio de preposición,
un nombre propio.
Cabe preguntarse ahora qué relación semántica
une a estos términos, A (el que aparece en primer lugar) y B (el que le sigue,
a su derecha). A priori, el sentido y la función de los elementos que completan
a un sustantivo son los de calificar la entidad a que aquél se refiere. Así,
estas unidades complementadoras, modificadoras o adjuntas, a menudo adjetivos,
pero igualmente SP y sustantivos adjetivados, se oponen al paradigma de los
demás adjetivos (el perro blanco ‡ el perro marrón ‡ el perro negro.
Ahora bien, en las secuencias
propuestas, los nombres B, Balmes, Juan
Carlos I, Berceo, Dido, Pinochet, Miqueas, Calixto, Lima, Rosa no predican
algo del nombre común que los precede, dado que, por definición, los nombres
propios no pueden adjetivarse ni calificar a los comunes; sería de esperar que
los segmentos A, la calle, el rey, el
poeta, la reina, el general, el profeta, el papa, la ciudad, tu hermana lo
hicieran, pero, en cambio, su posición antepuesta les impide expresar una
cualidad que compita con las otras cualidades no mencionadas: su función
consiste tan sólo en explicitar una propiedad que el ente nombrado comporta
intrínsecamente[5].
El nombre común de estas secuencias no presenta, pues, una lógica de selección
o de alteridad, ya que no está adjetivado y no atribuye un carácter distintivo
al nombre propio. El papel de soporte y de aporte de comunicación (o de núcleo
y modificador) es difícil de atribución y de distribución entre las dos
unidades en juego. Se perciben estas secuencias como asociaciones sintagmáticas
más que como selecciones paradigmáticas como las efectuadas en el perro blanco[6],
donde hay, expresamente, voluntad de seleccionar a los perros blancos de entre los que no son blancos. Estamos, pues, ante una construcción ciertamente compuesta
pero con valor unitario, cercana a los fenómenos de composición (tirachinas, coche cama, pez espada, Budapest).
Una serie de adjetivos[7]
imponen ahora comparación con la serie sustantiva estudiada:
(1b) una
suntuosa comida,
las verdes praderas[8],
un completo fracaso,
un gran hombre.
En estos segmentos, el rol
calificador es claramente desempeñado por un adjetivo antepuesto a un
sustantivo. De nuevo aquí, suntuosa y
comida, verdes y praderas, completo y fracaso, gran y hombre
forman bloque; los otros tipos de comidas
(no suntuosas), de praderas (no verdes), de fracasos (no completos) y de hombres (no grandes) no
son tenidos en cuenta. El hecho de que las entidades convocadas contengan en su
formulación los semas indicados por el adjetivo no tiene como misión situarlas
en relación de oposición con las demás entidades que no los posean (oposición
que se establecería entre comida
suntuosa, praderas verdes, fracaso completo, hombre grande –en las que el
adjetivo está pospuesto– y las mismas
entidades carentes de las cualidades citadas en posposición al nombre).
La serie sustantiva y la serie
adjetiva muestran, pues, una fusión con el primer elemento comparable a la de
los sustantivos compuestos. En esta reunión, el término que podría calificar,
bien porque es adjetivo originalmente, bien porque se convierte en uno de
ellos, lejos de hacerlo, se conforma, gracias a la posición antepuesta, con
hacer explícita en la formulación una de las propiedades que la entidad
designada contiene. Dicho de otro modo, la predicación gramatical propia a los
adjetivos se transforma en estas ocurrencias en predicación de existencia: el
ente es nombrado con la expresión binaria que define su existencia.
1. 2. Estudiaremos ahora un grupo de secuencias
extraídas de las consideradas aposiciones por la tradición gramatical: aposición especificativa, por tratarse
originalmente de dos sustantivos unidos sin pausa y aposición adjetiva cuando ambos términos son adjetivos. En nuestra
serie sustantiva agruparemos:
(2a) Lope
comediógrafo no es superior a Lope lírico;
El Neruda embajador;
Madrid capital;
puente
de hierro;
un día sin pan;
la capital del Perú
y en la serie adjetiva:
(2b) el
verde pálido,
el marrón oscuro,
el azul turquesa,
el rosa bombón.
La estructura de las combinaciones de (2a)
presenta un soporte sustantivo (Lope,
Madrid, Neruda, puente, día, capital) que es completado por un aporte de
comunicación en forma de sustantivos adjetivados (comediógrafo, lírico, embajador, capital) o de sintagmas
preposicionales (de hierro, sin pan, del
Perú). En la serie adjetiva, los soportes serían originalmente adjetivos
(en una mesa verde, un coche azul, su
vestido rosa, el color marrón), pero aquí, precedidos de determinante,
están sustantivados; el soporte resultante es completado por otros adjetivos (pálido, oscuro), o por sustantivos adjetivados (turquesa,
bombón)[9].
Las unidades así reunidas dejan ver
la oposición con las entidades que no presentan la cualidad predicada por el
segundo elemento (ser comediógrafo, ser capital, ser de hierro,
ser sin pan, ser pálido, ser oscuro, ser turquesa, ser bombón). La predicación efectuada por los
elementos que aparecen en segunda posición es constante en cada uno de los
ejemplos, tanto de la serie sustantiva como de la adjetiva. La causa de ello
estriba en el valor calificativo[10] que
todos estos segundos elementos, claramente modificadores, ponen en aplicación.
Otras secuencias susceptibles de ser
incluidas en este grupo están constituidas por sustantivos calificados por verdaderos útiles calificativos. En
efecto, en la serie
(2c) el
hombre perdido divagaba sin cesar
los niños de diez
años de edad
los signos perdido
y de diez años de edad ejercen una
predicación sobre los signos que están a su izquierda, hombre y niños
respectivamente. El mecanismo formal y semántico de esta serie es idéntico al
de las (2a) y (2b). Sin embargo, los lingüistas españoles en general no
consideran estas secuencias como apositivas por no existir identidad categorial
entre los elementos asociados[11]. Pero, como hemos visto en (2a) y (2b), los
elementos de la izquierda hacen oficio de soporte y los de la derecha, de
aporte de comunicación: de poco les sirve ser originariamente sustantivos o
adjetivos, ya que lo único determinante en esta reunión es la función
sintáctico-semántica desempeñada por cada uno. Por eso los términos soporte y aporte se revelan más adecuados que sustantivo y adjetivo,
puesto que éstos intercambian sus roles y posiciones, mientras que soporte y
aporte, no[12].
1.3. La mayoría de combinaciones de (2) pueden
modificar su estructura de manera que el segundo término constituya un inciso.
Los lingüistas españoles consideran como aposiciones explicativas:
(3a)
Lope de Vega, comediógrafo bien conocido;
Lima, capital del Perú[13]
Forma lmente,
en estas construcciones bimembres el modificador carece de autonomía a pesar de
su posición interpausal, ya que no se trata ni de una yuxtaposición ni de una
coordinación de elementos (*capital del
Perú, *comediógrafo bien conocido). Lo que aquí sigue constante respecto a
las estructuras de (2), y al contrario que en las (1), es una predicación
efectiva entre el núcleo y el modificador.
La serie adjetiva comparable con la
serie sustantiva de más arriba recogería ejemplos como éstos:
(3b) el
hombre, perdido, divagaba sin cesar
los niños, de diez
años de edad,
el verde, pálido por el sol,
el puente, hecho de hierro,
la lámpara, de hierro forjado.
De nuevo, independientemente de la
naturaleza categorial del aporte de comunicación (sustantivo en (3a), adjetivo
o SP en (3b)), lo que está en juego en estas secuencias es la relación
incidental o predicativa que media entre los dos elementos. Se adjudica a
menudo un contenido circunstancial a las secuencias entre pausa debido a la
flexibilidad de posición (pueden moverse al primer lugar en la cadena hablada).
Notemos que esta característica observada en los adjetivos interpausales (3b)
por quienes los consideran como integrantes de las denominadas estructuras
incidentales está igualmente presente cuando el elemento interpausal es un
sustantivo original (3a).
Hemos visto, pues, que tanto en (2)
como en (3) es constante una relación de incidencia del término pospuesto sobre
el término que encabeza la secuencia. ¿Qué conlleva el inciso que caracteriza a
las últimas? Reflexionemos en términos de enunciación.
2. Los sintagmas nominales compuestos y la enunciación
Todas las series del apartado (2) –ya
sean llamadas aposiciones o adjetivos– son de naturaleza especificativa, en el
sentido de que seleccionan el soporte dado de entre las demás entidades de la
misma especie que no presentan la propiedad suministrada por el aporte de
significación. No ocurre lo mismo en los apartados (3), en los cuales la
característica aportada es considerada como secundaria o superflua; por eso
–llámeselas aposiciones, adjetivos o estructuras incidentales– son de carácter
explicativo. Es preciso señalar, no obstante, que la propiedad añadida por los
modificadores al sustantivo o al adjetivo sustantivado que constituyen los
soportes conserva los mismos semas en todas ellas; así, comediógrafo no altera su significado sea cual sea la construcción
en que aparece (especificativa o explicativa): contendrá [persona / escritor /
escritor de comedias]; lo que cambia es el contenido selectivo o bien
secundario que el locutor pretenda dar y que será reflejado por la estructura
elegida:
anteposición
à inherencia,
posposición à restricción,
inciso à ausencia de restricción.
Para nosotros la expresión de la restricción
sobrepasa lo semántico y es una función perteneciente al ámbito de la enunciación[14].
Así pues, nuestra descripción
conjunta anunciada en el título, reúne de nuevo, gracias al enfoque
enunciativo, las combinaciones cuyo segundo miembro es un sustantivo y aquellas
cuyo segundo miembro es un adjetivo.
3. Análisis sintagmático conjunto
La
semejanza entre las secuencias de (1), (2) y (3), no sólo estructurales, sino
también semánticas y enunciativas hacen posible un análisis estructural común,
según las bases de la escuela funcionalista, de los sintagmas nominales con
expansión sustantiva y con expansión adjetiva[15] estudiados en cada apartado. Este recurso
permitirá apreciar que a un mismo núcleo nominal se adjuntan, según un mismo
esquema de base, las distintas complementaciones apositivas. La agrupación de
las series a, b y c de cada apartado simplificará nuestras clasificaciones en (1),
(2) y (3).
3.1. En primer lugar, la predicación de
existencia con explicitación de la propiedad inherente, desde el punto de vista
de la enunciación, queda plasmada en la fórmula[16]:
(1) SN [Det [N [N] [N/SP/Adj)]]]
Observaremos que lo característico de
estas construcciones es que, debido al fenómeno de casi lexicalización que se
produce, los constituyentes últimos integran no un SN, sino un N:
3.2. En segundo lugar, la aposición especificativa acoge, en el lugar destinado al modificador (o
aporte en términos lógico-semánticos), tanto a sustantivos como a sintagmas
preposicionales y a adjetivos. Los roles de soporte y de aporte, o de núcleo y
modificador son ahora existentes y se distribuyen como constituyentes últimos
de un SN, según la fórmula:
(2) SN [Det [SN [N] [N/SP/Adj)]]],
que ilustramos como sigue:
3.3. En tercer lugar, la aposición explicativa
aloja, en el lugar destinado al modificador, tanto a sustantivos como a
sintagmas y a adjetivos. Las construcciones entre comas presentan la particularidad de
ser bimembres, independientemente de la categoría que desempeñe la posición de
modificador: el núcleo ha de ser recuperado, dado que el modificador carece de
autonomía. El esquema que preside estas estructuras es, pues:
(3) SN [SN1 + SN2],
donde SN1
[(Dét) [N]], y
SN2 [(Det) [SN [N] [SN/Adj/SP]]],
que ejemplificamos como sigue:
4. Síntesis de los apartados 1, 2 y 3
Estructura |
|
Ejemplos |
Predicación |
Enunciación |
SN [(Det) [N
[N] [N]]] SN [(Det) [N
[N] [SP]]] |
(1a) |
La calle Balmes, El rey Juan Carlos I, El poeta Berceo, La reina Dido, El general Pinochet, El profeta Miqueas, El papa Calixto, Tu hermana Rosa, La ciudad de Lima |
Predicación de existencia |
Inherencia |
SN [(Det) [N
[N] [Adj]]] |
(1b) |
Una suntuosa comida, Las verdes praderas, Un completo fracaso, Un gran hombre |
||
SN [Det
[SN [N] [N]]] SN [Det
[SN [N] [SP]]] |
(2a) |
Lope comediógrafo no es superior a Lope lírico; El Neruda embajador; Madrid capital; El puente de hierro; Un día sin pan; La capital del Perú |
Predicación
gramatical |
Restricción |
SN [Det [SN
[N] [Adj]]] (SAdj [Adj] [Adj]]) |
(2b) |
(El) verde pálido[17], (El) marrón oscuro, (El) azul turquesa, (El) rosa bombón |
||
SN [Det [SN [N] [Adj]]] SN [Det [SN [N] [SP]]] |
(2c) |
El hombre perdido divagaba sin cesar Los niños de diez años de edad |
||
SN [SN1 + SN2], donde SN1 [(Det) [N]], y SN2 [(Det) [SN
[N] [SN]]] |
(3a) |
Lima, capital del Perú; Lope de Vega, comediógrafo bien conocido |
Predicación
gramatical |
Superflua |
SN [SN1 + SN2], donde SN1 [(Det) [N]], y SN2 [(Det) [SN
[N] [Adj/SP]]] |
(3b) |
El hombre, perdido, divagaba sin cesar; Los niños, de diez años de edad; El puente, hecho de hierro; La lámpara, de hierro forjado; El verde, pálido por el sol |
Conclusión
Anunciábamos que estudiaríamos dos
cuestiones descuidadas en la descripción de los sintagmas nominales compuestos:
por un lado las divergencias entre estructuras tenidas por aposiciones y, por
otro, las similitudes entre estos casos de aposición entre sustantivos y otras
combinaciones en las que el elemento apuesto
es adjetivo o SP. En efecto, el único parecido de los segmentos de (1a) con
los de (2a) y (3a) reside en la coincidencia de categorías entre el elemento
que los encabeza y el que los sigue (dos sustantivos originales). La
utilización de los criterios semánticos de la predicación y de la enunciación
ha permitido evidenciar que los casos (1a) se asemejan sobre todo a los de
(1b), formados por adjetivo antepuesto y sustantivo, extrayendo los rasgos de
predicación de existencia y de inherencia. La comparación estructural de (1a) y
de (1b) ha mostrado, además, la responsabilidad de la anteposición en la
expresión de estos dos rasgos. Dicha posición es ocupada tanto por adjetivos
originales (un gran hombre, un completo fracaso, etc.) como por
sustantivos adjetivales (el poeta Berceo,
tu hermana Rosa, la ciudad de Lima,
etc.). Llamamos la atención, tras el estudio de este grupo, sobre el traslado
de función sustantiva a adjetiva y sobre el poco peso de la pertenencia
categórica original, puesto que lo que cuenta es el papel desempeñado en el
discurso.
Los grupos estudiados en (2) y (3),
en contraste con el (1) y gracias a los mismos criterios aplicados, revelan que
el vínculo semántico de sus elementos estriba en la predicación realizada del
segundo sobre el primero y que estaba ausente en las secuencias de (1): esta
predicación –o incidencia, según G. Guillaume– prevé y permite ver, tanto en
(2) como en (3), un soporte al que se une un aporte de información. A las
estructuras respectivas, posposición e inciso, se les adjudica la actitud del
locutor ante su enunciado: restrictiva en (2) y superflua en (3). Las
características inferidas son válidas tanto si el segundo miembro es un sustantivo
original (Lope lírico, el Neruda
embajador, etc.) como un adjetivo o un SP (el hombre perdido, un día sin pan, etc.).
Iniciábamos este trabajo reprobando
la rigidez de los criterios utilizados en la descripción de la aposición. Lo
concluiremos con una apertura hacia dos soluciones. La primera tiende a
escindir las secuencias de (1a) y las de (2a) y (3a) debido a las diferencias
observadas –semánticas, enunciativas y estructurales–, superiores
cuantitativamente a las semejanzas –reunión de dos sustantivos originales–. Al
mismo tiempo esta escisión impone el acercamiento de los segmentos (1a) a los
(1b). Esta solución supone la aceptación de que la ausencia de predicación
gramatical es la causa de la frontera entre los grupos (1) y los grupos (2) y (3).
Entonces, ¿cuáles seguirían siendo aposiciones y cuáles no?
La segunda solución consiste en
integrar los adjetivos explicativos y especificativos a la aposición nominal,
dadas las similitudes –semánticas, enunciativas y estructurales– que han
demostrado compartir. Esta opción implica acercar la noción de complementación
nominal[18] a la de aposición. Dicho acercamiento presenta
la ventaja de considerar como aposiciones
–complejas– las oraciones relativas
en todas sus variedades, incluida la relativa apositiva: notemos que esta
designación comporta la idea de adjetivo
y de aposición, de manera que
contribuye a conciliar la aposición con la adjetivación. La complementación
sintáctica, equivalente a la predicación semántica, no definiría las secuencias
de (1b).
Nos conformamos en este trabajo con plantear
estos nuevos elementos de análisis, frente a la heterogeneidad de los llamados
sustantivos apuestos y la identidad de funcionamiento de una parte de ellos
–los predicativos– con los adjetivos, esperando abrir nuevas perspectivas para
la comprensión de estos actos de lengua.
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[1] Los gramáticos de la Antigüedad, hasta Donat, del siglo
IV, mezclan bajo la etiqueta de nomen
los sustantivos y los adjetivos y se tardará mucho tiempo en distinguir nomen adjectivum y nomen sustantivum, como en nuestros días (Cf. Michèle NOAILLY, 2004, p. 152).
[2] Así, los términos de aposición
explicativa y aposición
especificativa, a nivel de los sintagmas, son otorgados al sustantivo que
completa a un sustantivo por Lázaro Carreter (Diccionario) y M. Seco (Diccionario),
quienes distinguen dos tipos de aposición: por una parte la aposición explicativa o epexegética,
donde « el segundo miembro ejerce con relación al primero una función
explicativa (Lope de Vega,
comediógrafo bien conocido) » y por otra la aposición especificativa (Lope comediógrafo no es superior a Lope
lírico).
Por su parte, S. Gili Gaya (1998, §
159, p. 210-211) y A. Benito Mozas (1995, p. 76-77) consideran ambos la
aposición como la complementación de un sustantivo por otro con o sin
preposición: el rey soldado; Lima,
capital del Perú; puente de hierro; un día sin pan. Sea con o sin
preposición, las comas decidirán que la aposición sea especificativa, en los dos primeros ejemplos, y explicativa en los dos últimos.
[3] Desde 1988 ha habido, de forma unánime, una ampliación
de las construcciones que podían cumplir esta función incidental, con los trabajos de A. ÁLVAREZ MENÉNDEZ y A.
FERNÁNDEZ. Cf. GUTIÉRREZ ORDÓÑEZ S., La oración y sus funciones, p. 317, que
recoge las propuestas de unos y otros. En efecto, esta posición puede ser
ocupada no sólo por el adjetivo, sino también por los nombres sin
determinación, los adverbios, los sintagmas preposicionales, por proposiciones
subordinadas e incluso por tradicionales conjunciones compuestas. Aporta como
ejemplos: Entonces, pasaré a verte a
las cuatro (p. 317), Yo, que fui
previsor, me quedé en casa (p. 318), Saliendo el sol, emprenderemos la marcha
(p. 319), Pedro –dijo el director– es
un gandul (p. 319), entre otros.
[4] Manuel SECO,
en su Diccionario extiende la noción
de aposición a otras categorías, incluida la del adjetivo, pero a condición de
que las categorías en cuestión sean idénticas: « no solo hay una aposición
de sustantivos […], sino también de adverbios (aquí cerca), de adjetivos (un
color azul pálido), de sustantivo y locución sustantiva (Madrid, capital de España), etc. ».
[5] Obviamente, la inherencia del rasgo hermana respecto a Rosa o
de calle respecto a Balmes es conocida sólo por un número
reducido de individuos: los que asisten a la situación de comunicación. Los
demás citados, en cambio, son conocidos por gran parte de la comunidad de
hablantes; las enciclopedias de nombres propios darán, entre los semas
respectivos de Juan Carlos I, Berceo,
Dido, Pinochet, Miqueas, Calixto y
Lima los de rey, poeta, reina, general, profeta, papa y ciudad, suerte que
Rosa y Balmes no correrán, sin que su inherencia sea por ello menos real.
[6] Cabría preguntarse si los
nombres propios realizados en el enunciado pospuestos al nombre común se
revisten de las propiedades de los nombres comunes adjetivables, es decir
seleccionar a la entidad calificada de entre las mismas entidades que no posean
dicha propiedad; dicho de otro modo, si se oponen al resto de nombres propios combinables
con el nombre común que encabeza el decurso. Así, el rey puede ir seguido tanto de Juan Carlos I como de Felipe II o de Carlos III; el poeta puede ser completado por Berceo, por Garcilaso, por Manrique, etc.; la calle puede ir seguido de Balmes
como de Pisuerga o Santo Cristo. Ahora
bien, es una oposición que conllevan todas las categorías de la lengua. Para el
caso de estos nombres propios, dicha relación paradigmática con el resto de reyes, de calles, de poetas, en
resumen, de los otros nombres propios, sería igualmente propia de
construcciones simples (no binarias, como las que nos ocupan) tales como Juan Carlos I pronunció su discurso, He
leído a Berceo, Balmes es el nombre de mi antigua calle.
[7] Los adjetivos elegidos designan propiedaddes subjetivas
o valorativas y pueden, por ello, anteponerse y posponerse. No se podrán
incluir, entre estos ejemplos, adjetivos que designen propiedades objetivas (alto, caliente, mudo, calvo) ya que,
según M. FERNÁNDEZ LAGUNILLA y A. ANULA REBOLLO (1995, § 7.4.2.2) “en
situaciones no marcadas prosódicamente, es decir, no enfáticas, sólo van
pospuestos”.
[8] En este grupo, sólo verdes
es un adjetivo epíteto, por decir una cualidad inherente a praderas. Notemos que los otros tres, por estar antepuestos, son
comparables a los epítetos en la medida en que la anteposición hace de la
cualidad algo inherente para el hablante que la emplea. La diferencia entre verdes praderas y suntuosa comida, completo fracaso y gran hombre se sitúa entre la lengua y el habla: las praderas son de forma intrínseca verdes a ambos niveles, mientras que comida, fracaso y hombre son de forma intrínseca suntuosa,
completo y grande a nivel del habla únicamente. Los diccionarios reflejarán
esta diferencia, aportando sólo la cualidad que es inherente en la lengua. Por
otro lado, son tanto más equiparables este epíteto y los otros adjetivos de la
serie propuesta cuanto que todos se pueden posponer, perdiendo su expresión de
la inherencia: aunque poco frecuente, el segmento las praderas verdes seleccionaría, entre las otras propiedades de praderas, el verdor.
[9] A los fenómenos de antonomasia, tales como Juana la loca, el manco de Lepanto, hay que prestarles una especial atención, ya
que si bien tienen lugar los mismos mecanismos gramaticales, habrá diferencias
según que aparezcan solos o en aposición explicativa. Así, Juana la loca correspondrá al esquema de (1) y el manco de Lepanto al esquema (2), pero si se construyen en
aposición explicativa (Su hija, Juana la
loca; Cervantes, el manco de Lepanto), respondrán al
esquema (3), sin olvidar que el principio de recurrencia que rige estos
esquemas impondrá, para el caso de Juana
la loca en a. e., como SN2 la retoma del esquema (1).
[10] « La conducta del apuesto es semejante a la de un
adjetivo complemento nominal [ya que] es sustituible por adjetivos o segmentos
de valor equivalente (El rey monje à el rey humanitaria à el rey de las Crónicas [,y] concuerda en género y número con el elemento A (Los reyes monjes) […] », S.
GUTIÉRREZ O., La oracion…, 1997, p. 457-458.
[11] Es curioso constatar que, al contrario que los
españoles, los gramáticos y lingüistas francófonos han tendido a integrar el
adjetivo apuesto en la categoría de la aposición, cuando hasta finales del
siglo XVIII esta función quedaba reservada al sustantivo. Franck NEVEU (2001,
p. 337-356) hace un recorrido histórico alrededor de esta noción y explica que
Charles BALLY (1950, § 474) habla de transferencia de la categoría de nombre a
la de adjetivo en construcciones como Cicéron
orateur est supérieur á Cicéron philosophe o Cicéron, orateur romain, la primera con valor especificativo y la
segunda, explicativo.
Hoy en día, los especialistas franceses contemporáneos,
tales como Henri Bonnard (1993, § 235), acogen bajo la apelación de aposición a los sintagmas y a los calificativos unidos al nombre con o sin
comas. Para ellos la identidad categorial de las unidades ligadas no es
indispensable. Cuando la aposición directa está enmarcada por comas, el autor
la llama apposition détachée o explicative: Les enfants, âgés de dix ans,
paient place entière; L’homme, égaré, divaguait constamment. En
cuanto a la aposición desprovista de comas, es llamada apposition liée déterminative: Les enfants âgés de dix ans paient place
entière, L’homme égaré divaguait
constamment.
Al lado de estos ejemplos con adjetivos se encuentran
bajo esta apelación construcciones con sustantivos, como en las gramáticas
españolas: le poète Verlaine, la note do,
le gaz hydrogène; un poète, Verlaine, remit en honneur les vers impairs; la
ville de Paris, le pays de France. También se consideran en aposición
estructuras incidentales de contenido circunstancial, como Riche, il aidait les pauvres.
[13] Observamos una diferencia entre las asociaciones en las
que el segundo término no es autónomo y aquellas en que sí lo es por constituir
un verdadero SN con todos sus componentes, como Cervantes, el manco de
Lepanto, o Madrid, la capital de España, que son más que una
predicación y una aposición, una glosa coordinada. No es la opinión de la RAE,
1931-1959, § 222, g: « El nombre
en aposición puede ser un adjetivo u otra frase sustantivada: Cervantes, el manco de Lepanto… » y
§ 223: « lo mismo que el nombre en aposición, el adjetivo que como
atributo se refiere a un substantivo, puede completar la significación de éste
de dos maneras: unas veces lo especifica, y otras lo explica […] ».
[14] Cf. « L’adjectif qualitatif : du
structural á l’énonciatif », Mercedes BANEGAS SAORIN, in Hommage á Madeleine et Arcadio Pardo,
Université de Paris X, (dir. Thomas GOMEZ et Marie-Claude
CHAPUT), 2005, en prensa.
[15] Toda unidad sintáctica compleja resulta del desarrollo o
expansión de otra más simple por la que puede ser sustituida »
(Hernanz-Brucart, Principios de sintaxis
funcional, 1987, p. 27). Se puede encontrar también el término de proyección para designar este mismo
fenómeno.
[16] Marcaremos esta posición de modificador en negrita.
[17] El artículo entre paréntesis indica que si el sintagma
es construido sin artículo estamos ante un soporte –o núcleo– adjetivo. La
fórmula de la izquierda, entre paréntesis también, es la correspondiente a esta
eventualidad (en el color verde pálido,
por ejemplo, donde el núcleo es color).
[18] « Las unidades que pueden funcionar regularmente
como complemento del nombre son el SAdj, el SP y las oraciones de
relativo » (Hernanz-Brucart, 1987, p. 155).
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