REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


NO TOCARÁ, PERO ¿Y SI TOCA?

COMENTARIO SOCIOLINGÜÍSTICO DEL RECLAMO COMERCIAL
DE LOS VENDEDORES DE CUPONES

María del Mar Gómez Cervantes

(Universidad de Murcia)

 

0.     INTRODUCCIÓN.

1        NIVEL SUPERESTRUCTURAL

1.1             LA REGIÓN DE MURCIA.

1.2            FICHA TÉCNICA.

1.3            TRANSCRIPCIÓN.

1.3.1    LA PERSUASIÓN.

1.3.2    HISTORIA DE LA PERSUASIÓN: NACIMIENTO Y VALORACIÓN.

1.3.3     LA PERSUASIÓN ES COSA DE DOS.

1.     ¿QUIERES SER UN COMUNICADOR EFICAZ?

2.     NIVEL MACROESTRUCTURAL. EL CAMPO DE DISCURSO.

3.     NIVEL MICROESTRUCTURAL.

4.      CONCLUSIÓN.

5.  BIBLIOGRAFÍA.

 


0. INTRODUCCIÓN

El planteamiento del que partimos para llevar a cabo este estudio va a surgir de una pretensión básica y fundamental y que, sin duda, supone la ruptura de la estrechez de mira que, hasta el momento, se ha mantenido en cuanto a las explicaciones lingüísticas que se han llevado a cabo, así como de los análisis textuales que eran elaborados, como productos de aquellas. De esta manera, la dirección que va a seguir este comentario no va a obviar planteamientos sociolingüísticos que tienen en cuenta los aspectos sociales y psicosociales del lenguaje y el habla. Por lo tanto, mi sistema de análisis va a ir encauzado por los raíles del habla que, como actividad que supone la actuación, estará referida a un oyente, en tanto que actividad social regulada por normas y en determinados contextos y situaciones.

Así, se produce una conjugación, de constante y mutua relación, entre la actuación y la repercusión social que caracteriza al hablante y, de esta forma, podemos hablar de una actuación social, que es el verdadero producto de nuestras comunicaciones cotidianas y que se deriva a partir de categorías sociológicas subyacentes, en tanto que resultado de la competencia lingüística y de la actuación sociológica. Con tal cometido, mi análisis va a pretender, ante todo, abordar cuestiones, antes relegadas a otros ámbitos por no ser consideradas “propiamente lingüísticas”, como: la situación, la intención del hablante, la percepción del oyente, la repercusión del contexto, las estrategias de las que se vale el productor del discurso... que son, como veremos, de orden pragmático, sin olvidar los planteamientos tradicionales, siempre latentes a lo largo de todo el análisis y a los que dedicaremos también su espacio pertinente aunque, quizás, visualizándolos desde un punto de vista diferente, un punto de vista que trasvase lo estricta y rigurosamente sistemático.

Reproduzco, pues, el esquema central del que parte este planteamiento y que tomo de José María Jiménez Cano cuyos planteamientos, de talante sociolingüísticos, han conformado el pilar fundamental de este trabajo[1]. En concreto, este esquema aparece en el capítulo “Criterios definitivos y orientaciones estables. Una apuesta” de la obra a la que hacemos mención en la nota a pie de página, y que supone esta sistematización:

 

 

                              Base comunicativa/semiótica

             

 

 

 

 

 


                                                                                  

categoría                                                   procesos   

                                                              

 

                                Definición de las unidades

 

Así, tendremos en cuenta también el planteamiento que, con respecto al comentario lingüístico de textos orales han sido expuestos por autores como Luis Cortés Rodríguez y Antonio- M. Bañón Hernández en Comentario de textos orales.Teoría y práctica (La tertulia) Edit Arco/ Libros, S.L.Madrid, 1997. En cuyo capítulo se da la ejemplificación práctica de una previa aportación teórica y en donde se indica una división por niveles, que hemos mantenido en la exposición de este trabajo, del siguiente modo:

- Nivel superestructural

- Nivel macroestructural

- Nivel microestructural

Correspondiéndose cada uno de estos con, en primer lugar: la forma global del género discursivo y los factores contextuales; el nivel que hemos indicado en segundo lugar, se correspondería con el comentario temático y argumentativo del texto y, por último, y en correspondencia con el tercer nivel indicado, se tratará de la segmentación, combinación y análisis de los distintos planos comprendidos en el enunciado, es decir, trataremos los aspectos lingüísticos de diversa consideración.

Parece adecuado, pues, este planteamiento que podría ilustrarse con una serie de esferas concéntricas cuyo centro es el texto en cuestión y cuyos planteamientos se enfocan de un modo más o menos distanciados, desde el punto de vista estrictamente lingüístico, con respecto a aquel.

Otro referente básico en este trabajo será la obra de don Antonio Briz. Grupo Val. Es. Co que tiene por título ¿Cómo se comenta un texto coloquial? Edit Ariel Practicum, Barcelona, 2000, en el que, fundamentalmente, nos vamos a centrar en las normas de transcripción, en la ficha técnica que describe la grabación, objeto de nuestro análisis, y, que se constituirá como fuente imprescindible para el tratamiento de muchos aspectos de carácter pragmático, contenidos en este estudio.

Como cabe deducir, estas dos obras que acabamos de mencionar siguen esa línea que he planteado al inicio de esta introducción, en tanto en cuanto llevan a cabo sus planteamientos a partir de un estudio orientado a los textos coloquiales, atendiendo a un nivel que supera lo estrictamente sistemático y que no descuida aspectos como los referidos con anterioridad.

Por último, quiero señalar que, dentro de los planteamientos que he dispuesto y, teniendo en cuenta la finalidad a la que quiero incardinar mi comentario, a lo largo de este trabajo, apoyaré mis tesis en otras teorías que sugieren un punto de vista afín al que aquí me propongo mostrar, tales como: los planteamientos de Van Dijk, sobre todo orientados a su propuesta acerca de la estructura profunda del texto, las tesis mantenidas por la lingüística cognitiva, en tanto que trata el conocimiento del ser humano en base a una teoría de prototipos, o las consideraciones que, en esta línea, sostiene don Estanislao Ramón Trives, así como el concepto de poliacroasis de don Tomás Albadalejo Mayordomo. No obstante, y a pesar de que este bosquejo no sea muy riguroso, a lo largo de este trabajo y en sus lugares correspondientes, se dejará ver qué planteamientos, de cada uno de estos representantes de la lingüística, son los que me han interesado, del mismo modo que también se especificará los títulos que, de estos autores, han sido consultados.

 

1. NIVEL SUPERESTRUCTURAL

 

Para comenzar, y en tanto que el nivel mencionado tiene en cuenta, principalmente, el elemento contextual del texto, me gustaría hacer explícitas algunas cuestiones que caracterizan y determinan nuestro entorno geográfico, en tanto en cuanto creo que son decisivas en lo que a la expresión lingüística se refiere. Se tratará de ofrecer unos datos que mostrarán, atendiendo a los que más nos interesa, la predominante actividad agrícola de nuestra zona, la cuestión de la inmigración y la situación lingüística.

 

      1.1 LA REGIÓN DE MURCIA

 

La Comunidad Autónoma de Murcia está situada en el sureste de la Península Ibérica. Ocupa una superficie total de 11.314 Km, lo que representa el 2,2 % del territorio nacional. Ubicada en el pleno Arco del Mediterráneo, limita al este con la provincia de Alicante; al oeste con Granada y Almería; al norte con Albacete y al sur con el Mar Mediterráneo.


El comportamiento de la economía regional, desde mediados de los ochenta ha permitido que la Región creciera ligeramente por encima de la economía nacional en el período 1986-1997. La estructura económica de la Región se caracteriza por un sector agrario más importante que en el entorno nacional junto a una menor terciarización de la economía.  Con respecto al mercado de trabajo, es necesario aludir al fuerte ritmo de crecimiento de la población y a las consecuencias que supone tal, puesto que se ha producido un incremento que ha llevado a multiplicar por cuatro el producto dentro del entorno nacional y duplicar el de la Unión Europea en los últimos años. El empleo, cada vez, está creciendo más rápidamente que en el conjunto de España y el paro se reduce en mayor magnitud.

Atendiendo a las cuestiones culturales y lingüísticas, que, en definitiva, son las que más nos interesa, tenemos que tener en cuenta cuestiones de gran actualidad como la inmigración, en tanto que los extranjeros que se encuentran en la zona mediterráneo-levantina y, concretamente en nuestra Región, alcanzan una tasa, en cuanto al total de la población existente, de las más elevadas de nuestro país y que suponen la presencia de colectivos de diversas procedencias: Marruecos, Perú, República Dominicana y Ecuador, fundamentalmente.

Con respecto a la situación lingüística en la Región de Murcia hay que decir que, si desde el punto de vista diacrónico podemos utilizar el término dialecto murciano, para designar una situación histórica delimitada cronológica y geográficamente, y forjada paulatinamente con la aleación e incorporación de distintos códigos y normas lingüísticas, tales como el árabe, mozárabe, aragonés, catalán-valenciano y andaluz sobre una base inicial castellana, bien es cierto que desde un punto de vista sincrónico la situación lingüística actual no nos faculta para seguir empleando dicha denominación. Se recurre, por ello, a la noción de habla regional en su acepción de vestigios que queda de un antiguo dialecto, ya en desuso, una vez que han actuado sobre él los diferentes procesos de regularización, normalización y sistematización sufridos por el idioma, o lengua general, de la que depende.

Como muy bien advertía J. Muñoz Garrigós, desde una perspectiva extralingüística, cabría apuntar el hecho de que se trata de una región natural muy fuertemente comarcalizada, habiendo servido como núcleo aglutinador de las siete subzonas en las que, lingüísticamente, se divide nuestra región, su recia personalidad histórica, social y cultural de algunas ciudades.[2]

 

 

 

1.2     FICHA TÉCNICA

 

Realizada una contextualización general, pasaremos a tener en cuenta el ejemplo que nos ocupa en tanto que manifestación lingüística anclada en tal entorno y que nos llevará a, previamente, hacer un minuciosa anclaje de esta de modo que no se pueda “escapar” ningún dato que, de algún modo, contribuya en dicha manifestación lingüística.

 

 

-INVESTIGADOR: María del Mar Gómez Cervantes.

DATOS IDENTIFICADORES DE LA GRABACIÓN:

        -FECHA DE LA GRABACIÓN: 12 de Febrero de 2004. Jueves. Diez y media de la mañana.

       -TIEMPO DE LA GRABACIÓN: tres minutos y treinta segundos.

       -LUGAR: En Murcia, ciudad, concretamente, en la puerta del edificio de Jefatura Provincial de tráfico.

SITUACIÓN COMUNICATIVA:

        -TEMA: La venta de cupones para esa misma noche.

        -PROPÓSITO O TENOR FUNCIONAL PREDOMINANTE: Interpersonal (monólogo). TONO: informal; MODO o CANAL: oral.

          TIPO DE DISCURSO: Monólogo persuasivo.

TÉCNICA DE GRABACIÓN: Captación de unos instantes del monólogo  persuasivo para la venta de cupones. El observador no es participante en tanto que éste sólo insta al emisor a que continúe con su exhortación comercial y que actúe con la naturalidad a la que, hasta el momento había correspondido. No se tratará, pues, de una grabación secreta si bien, hay que precisar que la emisora no cambia, para nada, con la interpelación, oral, que habría llevado a cabo hasta el momento. Con este último dato quisiera señalar que, aunque la señora que nos ofrece la grabación es consciente de tal, no se le insta a que se correspondan sus palabras con un tema impuesto o expresamente establecido, sino que esta se mantiene en la mecánica oral que habría llevado hasta el momento.

 

 

DESCRIPCIÓN DE LOS PARTICIPANTES:

          -NÚMERO: 1 sola emisora. Activa.

          - SEXO: mujer.

          - EDAD: Según lo que ella precisó: 52 años.

          -NIVEL DE ESTUDIOS: La señora nos informó acerca de los estudios que habría llevado a cabo en los siguientes términos: “tres veces de cursillos pero ahora mi(h)mo[3] no sé de lo que son”.

           -PROFESIÓN: Venta de cupones.

          - RESIDENCIA O DOMICILIO HABITUAL: En Murcia.

          -NIVEL SOCIOCULTURAL: Bajo. Este dato se trata de una valoración personal puesto que, a pesar de que no ha sido, explícitamente, obtenido por parte de la emisora, podemos deducirlo por otros datos externos a los que se le suman los datos lingüísticos como datos no menos orientadores.

          -LENGUA HABITUAL: el castellano en su variedad meridional en esta zona geográfica: el murciano.

          -GRADO DE PROTOPICIDAD COLOQUIAL: Se trata de una conversación coloquial prototípica.

 

Así, si hasta el momento he seguido las pautas que propuestas por Antonio Briz[4] me parece oportuno destacar algunos aspectos que están en consonancia con la contextualización del texto, y que han sido establecidos por José María Jiménez Cano[5] y a los que responde este enunciado del siguiente modo:

En primer lugar, hay que atender al contexto geográfico, de manera que hemos de aludir a un predominio monolingüístico, dentro de nuestra comunidad, lugar en donde se sitúa la producción del texto, tratándose, además, de una comunidad uniestatal.

El ámbito en el que se desarrolla el texto en cuestión es de tipo urbano, centro de Murcia, lo cual, en este caso, no va a ser condicionante para un empleo del lenguaje más cuidado, tal y como cabría esperar.

Siguiendo, pues, la caracterización de la variedad lectal a la que nos estamos refiriendo, y dentro del apartado de las variedades intralingüísticas, habremos de referirnos al sociolecto empleado en tanto en cuanto consideramos como tal al lenguaje de grupo, es decir, al uso del sistema lingüístico supraindividual, en tanto que lengua de carácter convencional característico de un grupo de individuos de una comunidad lingüística. En este caso, podríamos hablar de una variedad lingüística que estaría situada entre la de tipo mesoestándar y, quizás, la variedad subestándar, me refiero al uso del vocativo “acho” con el que se apela a los receptores masculinos, y que, considero, aparece como rasgo de un uso de la lengua un tanto vulgar.

En cuanto a la consideración cronolectal es pertinente añadir que se trata de un uso de la lengua, el que aparece empleado por la vendedora de nuestro fragmento discursivo, que no puede llamarnos la atención por su desfase temporal, sino que se muestra un uso de términos que nos son reconocidos por su utilización cotidiana, usual, incluso predominante hoy día.

Si por sexolecto entendemos la determinación en el empleo de la lengua por medio del sexo al que pertenece el hablante, considero que no podemos destacar que, en el caso que nos ocupa, existan rasgos que sean decisivos en tanto que manifestaciones del sexo femenino, sexo de nuestra productora del texto, si bien quizás este condicione la continua apelación a “la nena”, pero, no obstante, hay que tener en cuenta, tal y como hemos anotado con anterioridad que, al tratarse de un jueves, día en el que se celebra la venta del mercado en las proximidades en las que se ha producido este texto, y la continua asistencia a dicho lugar, sobre todo, por mujeres justifica esa apelación a la mujer, de un modo genérico, que muestra cercanía y, en cierto modo, tiene sentido afectivo.[6]

La raza de esta vendedora era, perceptiblemente, la gitana, aunque, tal y como ella me manifestó, a pesar de que no conste en la grabación, se había criado toda su vida en Murcia y, de este modo no hay ningún tipo de rasgos o variantes lingüísticas que pudiesen denotar diferencias con respecto a nuestro empleo, cotidiano, de la lengua.

No es apreciable, tampoco, ninguna influencia, por parte de otras lenguas, dentro de este texto ni nada que nos pueda hacer pensar en contaminaciones lingüísticas o variedades interlingüísticas.

Con respecto a las llamadas variedades transitorias, en tanto que variantes según determinados elementos contextuales, hay que hablar de que se trata de un dominio de tipo público, a pesar de su carácter vulgar, ya que va dirigido a todos los receptores que se sitúan en un entorno próximo, delimitado por la capacidad perceptiva de la voz y, en tanto que permita distinguir lo que se dice, sin llevar a cabo distinciones sobre la condición social a la que pertenezcan dichos oyentes aunque, bien es verdad que, sobre todo, se refiere a trabajadores. Tenemos que tener en cuenta, aparte de la mencionada situación de la celebración del mercado, que la señora, instalada en la puerta del edificio de Jefatura Provincial de Tráfico, lugar de continuo flujo social, insta, prioritariamente, a los trabajadores o personas pertenecientes a la clase media que son los que más frecuentan, sin duda, esta concurrida zona.

Con respecto al tono personal de este texto, habría que considerar que, en el eje que a tal respecto podría tenerse en cuenta, en cuyos extremos estarían situados los tonos: formal e informal, este discurso oral quedaría situado en un punto más bien inclinado hacia el extremo de la informalidad. El empleo de un léxico general, cotidiano y sin una cuidada conciencia estética dará lugar a que se usen términos como: “nena”, (frente a, por ejemplo: “chica”, “señora”, “señorita”...), “llevo” (en lugar de “porto”, “traigo”...), “acho” (sustituible por “chico”, “señor”, “caballero”...), “venga”(por“apresúrate”, “date prisa”...). Así mismo, y como ejemplo bastante ilustrativo con respecto al carácter informal del texto que nos ocupa, hay que señalar el empleo de la forma de imperativo con el pronombre –se- que, como sabemos, está considerado como un uso vulgar, a pesar de la frecuencia con la que se utiliza en muchas zonas de nuestra Comunidad.

En cuanto al uso del vocativo, ya hemos hecho mención a este en el apartado anterior, pero, no obstante, hay que considerar que no es nimio el empleo de los vocativos en los textos persuasivos, como es este el caso. Para hablar del vocativo, me voy a referir al artículo de Antonio Miguel Bañón Hernández, que imparte clases en la Universidad de Almería: “Apuntes sobre el tratamiento apelativo en el Siglo de Oro Español”[7] en donde nos encontramos una cita de nuestro gramático Sánchez de las Brozas (página 2 del artículo) que reza así:

“Está establecido que según la naturaleza de cada uno, tenga un nombre distinto y varios apelativos, por los que uno se puede dirigir a ellos y ellos responden, según el estrato al que pertenecen o sus condiciones; todos sabemos que quieren poseer estos apelativos. Para que se pueda juzgar, todos los hombres somos de carne por naturaleza; pero por la condición, cada uno se agrupa bajo aquellos nombres que os he citado antes”.

Así, con respecto a vocativos como zagal y similares, y considerando que también “much-ACHO” y “nena”, empleados en nuestro texto, estarían en este grupo, don Antonio Miguel Bañón muestra que son adecuados, tal y como advertiría el Diccionario de Autoridades, preferentemente en el ámbito rural distinguiendo así el ámbito de la corte y de la aldea como constituyentes de los dos núcleos principales de la época (el Siglo de Oro)  y, por ende, de quienes pertenecían a uno u otro núcleo.

La persuasividad, tal y como hemos mencionado antes, considera Bañón que es compañera del conversar y, por lo tanto, el vocativo será uno de los mecanismos con mayor peso específico en esta materia. Según esto, cabe resaltar el carácter, al menos, afectivo de los términos empleados por nuestra productora textual.

Por último, hemos de mencionar la estructura pronominal o verbal que muestra el uso del “tú” frente al “usted” y que será motivo de reflexión en el apartado que dedicaremos a la deixis de persona y con respecto a la deixis social.

No obstante, si de lo que se trata es de aclarar el tono funcional que se deriva del texto, objeto de nuestro análisis, hemos de hablar de la intención persuasiva, tan latente como fácilmente apreciable, y a la que le dedicaremos un tratamiento minucioso tal y como merece.

 

1.3. TRANSCRIPCIÓN

 

1A:Venga nena que me queda er pavo pa e(h)ta nochee­/ Er perroo­/ er pavoo­/ er toricoo­///

2 Venga que voy a da la suerte hoyyy­///

3B?: y pa mañana®

4A: Noo® /  pa hoy ¯ / no pa mañana¯///

5Llevo perro(h) ­ llevo pavo(h)­///

6Me pone e(h)ta muje nerviosa ®// eso no lo ponga(h)® [8]

 7C?: deme uno¯

8A : ¿de hoy?­///

9Venga que me queda la e(h)caleraa®  / nena(h) pa hoy­///

10Er premio pa e(h)ta nocheee­///

11Llevo er pavico y er perroo ­/// llevo gallegoo(h)­///

 12 (Muc)ACHO/­¡ llevarse la suerte pa hoy!­///

 

Se trata, como vemos, de un texto oral y, en tanto que natural, es momentáneo, adecuado a la percepción auditiva, por su condición lineal, que ya sería apreciada por Saussure cuando tendría en cuenta la característica de la linealidad del signo lingüístico, y, así mismo, responde a la condición de espontánea y en forma de monólogo; un monólogo un tanto especial, en lo respectivo a la finalidad a la que apunta: la persuasión. Pero, además, hay que señalar que va acompañada, dicha expresión oral, por otro tipo de expresión material que, al igual que la anterior, también es momentánea y que es la gestual, tan importante como la anterior en tanto en cuanto acompaña a las explicaciones verbales, complementando la información dada por aquellas.

1.4. LA PERSUASIÓN.

 

1.4. 1 HISTORIA DE LA PERSUASIÓN. NACIMIENTO Y VALORACIÓN

 

El tema de la persuasión tiene una larga tradición y, como sabemos, hoy se ha convertido en un objeto de estudio con un grado importante de institucionalización. No obstante, ya en la Antigüedad griega estuvo presente como un ámbito significativo de la reflexión filosófica y, consecuentemente, ha sido motivo de una rica bibliografía.

Yo considero que la persuasión es un fenómeno social de carácter habitual y permanente en todas las épocas, aunque, bien es verdad que, en cada una de las épocas, la expresión de tal fenómeno ha aparecido revestido de diferentes formas y en grados variables de intensidad, pero, siempre, unida a la interacción y a la comunicación, por lo que su estudio de modo alguno puede separarla de las determinaciones sociales que posee.

Vamos a realizar un breve repaso por la tradición histórica de este empleo del lenguaje en su dimensión más socializadora. Así, hemos de comenzar aludiendo a la Retórica puesto que bajo tal forma, la persuasión fue motivo de preocupación en la Antigüedad. Nacida probablemente en Sicilia, la Retórica se ha mostrado como un capítulo esencial en Atenas en un período que cubre parte de los siglos V y IV antes de Cristo. Según la definición clásica, Retórica es el arte de hablar bien y convincentemente, es decir, para los griegos consistía en la techné del buen decir, de encantar y seducir a los auditores. La Retórica es, por lo tanto, el instrumento que hace posible la persuasión. Hablamos, pues, del “arte de la persuasión” teniendo en cuenta que la palabra “arte”, en griego se designaba como techné, esto es, una capacidad que surge como el producto de la aplicación de un saber , y no de un inexplicado talento. Se trata, por tanto, de una práctica basada en determinados conocimientos.

 Al respecto, el alemán Werner Jaeger nos dice: “Dicha palabra trata de expresar que estas labores prácticas o estas actividades profesionales no responden a una simple rutina, sino a reglas generales y a conocimientos seguros”[9].

Aristóteles definió la Retórica como la facultad de considerar, teoréticamente, los medios posibles de persuadir o de prestar verosimilitud a cualquier asunto. De este modo, podemos ver que lo que más importa en cuanto a la consideración de tal medio, son las palabras y los discursos, siendo, pues, ese es el objetivo de su expresión, no el conocimiento ni el hallazgo de algunas verdades, sino el dominio práctico de ciertas técnicas orientadas al logro de una comunicación persuasiva. La Retórica es, en definitiva, la persuasión a través del discurso.

Así, este arte se instaló y se divulgó en Grecia teniendo un momento privilegiado en Atenas en tanto que los llamados “sofistas” cuya designación, con la intervención principalmente de Platón, en alguna medida de Jenafonte y, más adelante, de Aristóteles, llegó a ser una categoría infamante, asociada a una especie de comercio de apariencias, comenzaron  a ser sus principales impulsores. Hegel asegurará, por su parte, que los sofistas son: “principalmente, maestros de la elocuencia”.[10]

La Retórica se convertiría así, no sólo en una materia más de estudio, sino la más importante, sin duda. El propio Gorgias, considerado por algunos como el padre del arte de la sofística, sostiene que, en el discurso, es en donde reside un gran poder, dado que con él podemos realizar las obras más divinas por medio de la palabra, que es su elemento más pequeño. Reproduciremos unas palabras que, al respecto, considero muy oportunas y que pertenecen a su Elogio a Helena:

 

“...el encantamiento inspirado en las palabras puede provocar el placer y evitar el dolor, pues su fuerza unida con el sentimiento del alma, mitiga, persuade y enajena por medio de la magia. El poder del discurso sobre la constitución del alma puede ser comparado con el efecto de las drogas sobre el estado corporal”[11].

 

Por lo tanto, y según lo dicho hasta el momento, cabe suponer que, en Grecia, manejar bien el idioma, hacer sutiles distinciones, razonar con propiedad y elaborar y pronunciar hermosos discursos, pasaría a ser una parte importante de la paideia griega, teniendo muy presente los griegos que ningún trabajo intelectual se puede realizar sin el concurso de la palabra.

No obstante, no faltó, por parte de Platón, la clásica acusación realizada a la labor de los sofistas en cuanto que ofrecían, según conveniencia, hacer triunfar el razonamiento débil por sobre el más fuerte, la apariencia por sobre la realidad. A pesar de que esta conocida acusación se hiciese eco en el arte que los sofistas procuraban, no han faltado defensas realizadas a propósito y, con el fin de ilustrarlo, vamos a reproducir las palabras de Hegel, para quien los sofistas debieron ser personas cultas y plenamente conscientes respecto de las estructuras profundas del razonamiento y, de este modo, considera Hegel que el crimen que se les atribuye, en cuanto a que logran deducirlo todo,“no depende de la característica propia de los sofistas, sino del razonamiento reflexivo. En todo acto, por malo que sea, va implícito un punto de vista esencial en sí: basta con destacar este punto de vista para que el acto quede disculpado y defendido”. 1988, TOMO II, Pag 25.

 

Por último, quiero referir las palabras del profesor Gastón Gómez Lasa que, al igual que Hegel, considera que, al hablar de los sofistas, no estamos ante unos vulgares malabaristas lo cual argumenta en los siguientes términos:

 

“La técnica de la palabra, del logos, no puede estar sometida a la ciencia en general de las cosas. La técnica del logos, por tanto, no debe rendir ninguna sumisión doctrinaria ni estar bajo la tutela de aquellos que se aplican a interpretar la naturaleza ni menos aquellos que se consagran a explorar y a explicarnos qué es el ser”.

 

Hay que tener en cuenta otro aspecto, destacado por los sofistas y que está muy relacionado con el estudio que vamos a llevar a cabo, se trata de no olvidar cómo, para este grupo de intelectuales, el elemento comunicacional fundamental fue siempre el discurso, esto es, el monólogo que les suponía la expresión de una propuesta terminada y presentada en términos unilaterales. El discurso tiene un sentido lineal y, ciertamente, favorece el intercambio. Es la manifestación de un pensamiento que se dirige a una audiencia silenciosa. Pero los griegos admitían dos formas de hacer uso del logos: el monólogo y el diálogo. A pesar de tal consideración, no es baladí que tengamos en cuenta que el gran recurso filosófico planteado y desarrollado por Sócrates y Platón, el diálogo, tiene todas las características que lo hacen adecuado al despliegue de la persuasión en tanto en cuanto el diálogo sólo ocurre si existe algún interés compartido en torno al cual ronda la duda, la confusión o alguna iniciativa de perfección. Además, creo que si hablamos del diálogo habrá que tener en cuenta que se da la disposición, por parte de uno de los interlocutores, hacia el otro, en el sentido de querer escuchar y de ser escuchado. Así, queda excluida la práctica del diálogo cuando se trata de una problemática resuelta, cerrada, impermeable a nuevas sugerencias. No quiero decir con esto que el monólogo no pueda servir a propósitos persuasivos, pero el diálogo parece más apropiado a estos procesos, conforme a sus características.

Señalaremos, para ultimar, que la persuasión es un acto de construcción o restitución de un sentido y, si tenemos en cuenta que los seres humanos no somos capaces de vivir sin un sentido, (hablo de “sentido” como respuesta al por qué), habrá que tener en cuenta al fenómeno de la persuasión como un elemento esencial en la construcción de éste, si bien, esto no implicará una pérdida de la libertad.

Ricardo López[12] nos resume, en ocho proposiciones sobre la persuasión, su consideración al respecto:

-1. La persuasión es posible.

-2. Nadie puede persuadir a cualquier persona de cualquier cosa en cualquier ocasión.

-3. Para que alguien pueda persuadir, alguien debe dejarse persuadir.

-4. Nadie debe pretender estar en posesión de una verdad única.

-5. El contexto (situacional, histórico, social, cultural) es parte inseparable de la persuasión.

-6. Las diferencias entre los seres humanos, con seguridad provocarán internos persuasivos.

-7. Hay más posibilidades de persuadir a quien tiene dudas y no a quien cree conocer la verdad.

-8. La persuasión es superior a la coacción y al exterminio.

 

2. LA PERSUASIÓN ES COSA DE DOS

 

Cuando hablamos, nos comunicamos o interaccionamos, nos servimos del lenguaje al cual lo elevamos a un proceso de dinamismo que envuelve a emisor y a oyente. Esta consideración me remite a traer a colación unas palabras de Teun A. Van Dijk:

 

“Afirmar que, al hablar hacemos algo, esto es, algo más que meramente hablar, es un simple, pero importante hallazgo de la filosofía del lenguaje. Debemos añadir que el uso de la lengua no es sólo un acto específico, sino una parte de la interacción social”[13].

Vemos, pues, que, tal y como considera el propio Tomás Albaladejo[14], el discurso retórico, por esa referencia directa a la persuasión, se revela esencialmente pragmático en su constitución. De este modo, si consideramos que la Retórica es el arte que nos enseña a hacer un acto de habla concreto, tal y como quedó explícito más arriba, habrá que tener en cuenta que, en tal acto, habrá dos elementos esenciales que son: el oyente y el orador. Hecha esta distinción hay que apuntar que, este último, tal y como consideraría el ilustre profesor Don Tomás Albaladejo tiene una actuación triple: “locutiva, ilocutiva y perlocutiva”, si bien “en esta actuación destaca la parte correspondiente al acto de habla perlocutivo, por el que el orador intenta ejercer una influencia en el receptor de tal modo que le persuada y le lleve a actuar de un modo determinado”[15].

De esta forma, cabe presuponer que, el orador, en posesión de su arma más eficaz: el lenguaje, ha de corresponder con ciertas condiciones necesarias como son, aparte de la posesión del conocimiento del funcionamiento de los mecanismos lingüísticos, gramaticales y léxicos necesarios, la capacidad de identificar los intereses de los oyentes y lograr la persuasión o convicción.

Vamos a tratar, llegados a este punto del estudio, una propuesta que me ha parecido muy interesante y que está, sin duda, en conexión con el tema que estamos analizando, y es la idea de poliacroasis que fue propuesta por Tomás Albadalejo[16] y a la que vamos a hacer especial atención porque considero que, en las aportaciones que, con respecto al tema de la persuasión se han llevado a cabo, se han tenido en cuenta aspectos tales como, por ejemplo las técnicas de persuasión, los elementos de la persuasión, el uso del lenguaje en la persuasión o, bien, han estado enfocadas al estudio del orador, pero, por la documentación que yo he manejado para la elaboración de este trabajo, y teniéndolo en cuenta como una valoración personal, creo que no se le ha prestado la debida atención a la figura del oyente, u oyentes, en este caso. Así, y haciendo aprecio de que tales consideraciones no trasvasan el terreno de la valoración personal, voy a detenerme en este punto de modo que esta clarificación previa sirva como precedente explicativo a la posterior aplicación a los textos que nos dispondremos a analizar.

El término “poliacroasis”, se construye a partir de “poli” y “akróasis” (audición, interpretación), se trata de la designación a una audición múltiple por la que el orador se encuentra con importantes diferencias entre los oyentes de su discurso, que necesitan ser tenidas en cuenta. De este forma, la poliacroasis estará relacionada con los géneros oratorios, partiendo de la formulación de los géneros oratorios efectuada por Aristóteles en su Retórica a partir del examen y clasificación del oyente (akroatés) del discurso (discurso deliberativo, discurso judicial y discurso demostrativo).

Así, no me ha parecido nada baladí, el hecho de que, a partir de la fuente griega citada, Tomás Albaladejo considere que son las características y la función del oyente las determinantes con respecto a  las peculiaridades de cada discurso y que, es en función de éstas sobre las que el orador va a llevar a cabo un proceso de adecuación del discurso en el marco del hecho retórico en el que se sitúa su actividad comunicativa. Así, el orador, si desea ser eficaz en su comunicación, ha de saber adaptarse al auditorio de manera que, si el auditorio cambia, y no obviando la diversidad y la multiplicidad de oyentes que lo forman, llevará consigo que la argumentación cambie de aspecto porque, si lo que se pretende es lograr con éxito su finalidad comunicativa, es preciso que le presten atención aquellos a quienes está destinado.[17]

 Teniendo en consideración todo lo apuntado hasta el momento, por lo tanto, habrá que decir que la poliacroasis, en tanto que indicadora de una multiplicidad auditora, va a encubrir, al mismo tiempo, la posibilidad de una multiplicidad interpretadora, que va a implicar las diferencias motivadas por los oyentes y que se entenderá como un componente imprescindible en la comunicación retórica. Los oyentes serán entendidos, por Tomás Albaladejo, clasificados en dos grupos principalmente: los primarios, que son aquellos que pueden tomar decisiones, y los secundarios, que serían aquellos otros que no pueden tomar decisiones.

Es muy interesante la aportación que nos hace el profesor Albaladejo acerca de la polifonía o, mejor, la poliacroasis en la literatura, y más en concreto en la novela, pero, por no ser este el tema que nos disponemos a estudiar, quede considerada esta mención, únicamente, con la pretensión de que se tenga en cuenta por el alto grado de interés que despierta.

Para ultimar esta relación que se establece entre la persuasión y las importantes aportaciones que al respecto realiza Don Tomás Albaladejo, tenemos que traer a colación que uno de los puntos más destacados de su teoría es la que hace referencia al binomio: persuasión/ convicción. De este modo, y partiendo de las contribuciones que, al hilo de esta cuestión realizan Chaïm Perelman y Lucie Olbrechts- Tyteca, en la obra a la que hemos hecho mención arriba, nuestro gran lingüista, en su artículo: “Sobre la posición comunicativa del receptor del discurso retórico”, habría vinculado la convicción a la Retórica, de modo que no quedarían excluidos de tal enfoque los receptores que, si bien son eximidos de la acción de decidir, sí serán tenidos en consideración por un orador que pretende convencerlos. Lo podemos ver mejor si reproducimos las palabras de Don Tomás:

 

“En mi opinión, el orador tiene en el discurso un doble objetivo: por un lado, persuadir al destinatario primario y, por otro, convencer al destinatario secundario. Estos fines no están, desde luego, separados, pues puede entenderse que la influencia en el destinatario primario es en estos discursos fundamentalmente la persuasión, pero con un importante componente de convicción...”[18]

La poliacroasis, por tanto, afecta a todos los niveles retóricos y a todas las operaciones retóricas ya que afecta de un modo muy especial al componente pragmático, que es el que domina en cualquier proceso de producción y recepción textual.

Brevemente, me dispongo a mostrar la síntesis de las aportaciones más inmediatas que hay que tener en cuenta a partir de esta nueva “categoría pragmático-lingüística” que es la de la poliacroasis. En primer lugar, habremos de considerar que tal categoría está, sin duda, vinculada a la oralidad afectando, de este modo, al conjunto de operaciones retóricas y a la totalidad del hecho retórico. Así, no es nimia la consideración de que la poliacroasis incita a la simultaneidad, no olvidando la doble perspectiva productivo-receptiva de toda comunicación lingüística, es esto por lo que supone un enriquecimiento de la pragmática lingüística, como componente de la Retórica general,  teniendo en cuenta toda su configuración semiótica y sin olvidar el elemento de la sintaxis y de la semántica.

La poliacroasis, además, contribuye a poner de relieve el principio de decorum y, por ende, de coherencia (que en todo texto habrá de estar enfocada a las perspectivas: sintáctica, semántica y pragmática).

Un apunte conclusivo y aclaratorio nos va a llevar a dirigir nuestras miradas, aun de una forma rápida, hacia la explicitación, merecida sin duda, de las llamadas “operaciones retóricas” que pueden ser constituyentes del discurso (inventio, dispositio y elocutio) como aquellas que no son constituyentes del discurso (memoria y actio o pronuntiato). Serán las últimas que hemos mencionado las que estarán más directamente relacionadas con la oralidad del discurso retórico, por ser éstas las que mantienen una relación más estrecha con la emisión del discurso y con su recepción por parte del auditorio. Así, la operación de la memoria supondrá la retención mental del discurso, por parte del orador, con el fin de poderlo transmitir con fluidez al auditorio. No obstante, la oralidad del discurso retórico está más relacionada con la operación retórica de la actio o pronuntiato que se trata de la pronunciación del discurso como actuación retórica. El orador ha de superar el ámbito estrictamente textual y poner en ejercicio, no sólo la voz, sino también el gesto y el movimiento del cuerpo. La presencia de acentos intensivos, la entonación; las pausas y las vacilaciones; el ritmo; los cambios que dentro de la una misma voz se reflejan; los estados de ánimo... serán elementos que podrán apreciarse en tanto se preste la expresión a una recepción auditiva y que, por ende, presuponga el compartimento de un contexto común para orador y oyente.

La intellectio muestra una operación retórica que, si bien no es constituyente del discurso, sí que será la operación que permita que el orador examine la causa y el conjunto del hecho retórico en el que está situado para, a partir del conocimiento de estos, organizar su actividad retórica en las restantes operaciones retóricas. De este modo,  en el mecanismo de la intellectio se dará la adecuación del material del que dispone a la intención que persigue, (no olvidemos la importancia que, con respecto a tal consideración, tendrán las reacciones de los oyentes), por lo que, en dicha operación, se hallará el germen de los propósitos pragmático-comunicativos del texto teniendo en cuenta el objetivo que pretende el orador y sin olvidar las necesidades suscitadas en sus receptores.

Con respecto a la elocutio será la encargada de producir el nivel textual de forma que, a consecuencia de esta operación, se pondrán en contacto orador y oyentes.

La linealidad de la oralidad se encuentra íntimamente unida con la llamada dispositio que supone la plasmación sucesiva de aquellas partes que componen el discurso siendo éste el punto en el que el orador ha de plantearse las cuestiones relativas a la estructura y, debido a ello, habrá de tenerse en consideración una operación retórica diseñadora del significado que el texto poseerá. Es inevitable que tengamos que traer a colación, al plantear esta cuestión, las apreciaciones que, al respecto, realizará Francisco Chico Rico considerando que la organización de los discursos dependerá de la voluntad pragmático-comunicativa del orador, de la imagen que éste tenga de su receptor, del tipo de contexto comunicativo en que se halle...[19]

Así, el único orador ha de tener en cuenta las divergencias sociales, ideológicas, estéticas... del múltiple y variado auditorio y, si tenemos en cuenta tales premisas aplicadas a la situación que va a ser nuestro motivo de estudio, no será nimio considerar que el hablante, emisor del mensaje persuasivo, tendrá también que tener en cuenta que los oyentes-receptores de su mensaje podrán adoptar dos actitudes: pueden tomar o no decisiones, pero en cualquier caso él se verá afectado por cualquiera que sea su postura adoptada. La dispositio, pues, va a ser el soporte especialísimo en el que va a recaer gran parte de la dimensión pragmática del texto, por ello, llegados al punto en que lo trataremos y a consta de los ejemplos prácticos, haremos una especial mención a este aspecto, puesto que consideramos que el dominio y la “sabia” manipulación textual se deriva, sobre todo, del buen empleo de la dispositio, así como de las estrategias derivadas del llamado ordo artificialis (frente al ordo naturalis), dotadas de gran carga expresiva y de una finalidad persuasiva clara.

Vemos, por lo tanto que no se trata de una simple elección, baladí o arbitraria, la de traer a colación las teorías del profesor Albaladejo, sino que, hay que verlo como algo necesario teniendo en cuenta la orientación que yo quiero darle al estudio que, seguidamente, nos vamos a disponer a ofrecer en tanto en cuanto mi intención es la de mostrar un nuevo método de exégesis textual incardinada a abarcar un terreno más amplío, de manera que pueda extenderse a tener en cuenta todos los elementos participantes en el acto comunicativo, concibiendo a éste, como el resultado de un proceso dinámico y recíproco de producción/ emisión y de recepción/comprensión que nos llevará a tomar en consideración aspectos, hasta ahora, desterrados del terreno de la lingüística y atribuidos a otras disciplinas.

 

 

 3. ¿QUIERES SER UN COMUNICADOR EFICAZ?

 

La actualidad de la cuestión de la persuasión ha llevado a la anunciación de cursillos, publicitados por Internet, que pretenden instruir a la persona como un “comunicador eficaz”. No sé, en realidad, hasta qué punto podríamos aclamar la modernidad de tal cuestión si tenemos en cuenta que, ya en Grecia, tal y como veíamos con anterioridad, los sofistas tenían como propósito tal enseñanza. Quizás el único elemento que pueda darle un barniz de modernidad a tal situación pueda ser la vía por la cual se emite y recibe la información.

Tengo que advertir que, quizás, en este nivel no haya respondido al planteamiento que, al respecto, realizan Luis Cortés Rodríguez y Antonio-M. Bañón Hernández en la obra, ya anteriormente referida, pero he de señalar que el texto que nos ocupa no puede decirse que responde a un “frame” determinado como pudiese ser, por ejemplo, un cuento, un prospecto, una sentencia... y, por ello me he basado en hablar del monólogo, de la persuasión, (a pesar de que esta se corresponda con la intención y, por ende, se tratará también en otro nivel), de las técnicas de la Retórica aplicadas al discurso persuasivo... recordemos al respecto las palabras de los citados autores, en la obra que nos está sirviendo de guía:

 

“...no toda interacción necesita de una superestructura y que no toda interacción es igualmente rigurosa con las categorías que caracterizan su esquema textual.” (pág 20).

 

También, he de decir que no he seguido los puntos que estos autores presentan en cuanto a la mostración de los factores contextuales, en tanto que me ha parecido más completa la ficha técnica que aparece en la obra, también referida con anterioridad, de Antonio Briz y, en general, todo el Grupo Val. Es. Co.

 

 2. NIVEL MACROESTRUCTURAL. EL CAMPO DEL DISCURSO

 

Pasaremos a tratar el campo del discurso que se da en el texto que he seleccionado, teniendo en cuenta, en primer lugar, la competencia lingüística del emisor. Me propongo detenerme en este aspecto con el fin de mostrar la importancia que tal concepto inspira con respecto a cualquier manifestación lingüística.

Comenzaré, pues, haciendo ver que no ha sido nimia la anterior referencia contextual a la que hemos hecho mención, si tenemos en cuenta que mi análisis del texto se incardina por un planteamiento que integra el punto de vista sociológico y que, por tanto, nos hace necesario conocer las competencias específicas de grupo, es decir, de los seres humanos en tanto que se comunican y producen el lenguaje dentro de un grupo y, por ende, correspondiente a la variabilidad, regular y condicionada socialmente, de la lengua.

 

Para hablar de la competencia lingüística me voy a basar en la propuesta racionalista, (frente a las consabidas teorías empíricas), que realiza Chomsky. De este modo, hay que señalar que la base de esta competencia lingüística, sin duda, estará en el mecanismo de adquisición del lenguaje y que hará constatable la poca diferencia que existe entre las gramáticas que han interiorizado los hablantes de la misma lengua, pese a la importante repercusión que, no sólo la inteligencia sino también las condiciones en las que se adquiere el lenguaje, pueden tener al respecto. Así, hablamos de competencia en tanto que capacidad lingüística del hablante de la lengua materna, el conocimiento interior, inconsciente, de su lengua que supone un sistema internalizado y que se manifiesta por la capacidad, o incapacidad, de formar cuantas frases se quieran y entenderlas teniendo en cuenta un sistema cognoscitivo y abstracto de conocimientos y creencias que se desarrolla en la más temprana infancia, que subyace al comportamiento del ser humano y que determina los modos de dichos comportamientos observables.

Ampliando, pues, el campo de aplicación de la competencia y tratándola en términos de una competencia comunicativa, tal y como nos interesa con respecto al texto a tratar, hay que considerar que en toda situación de habla se repiten estructuras generales, como universales pragmáticos, que son objeto de una teoría que ha de reconstruir un sistema de reglas, según el cual se generalizan situaciones de habla o se transforman frases en enunciaciones. Las enunciaciones de la actuación, comunicación, tienen un componente que establece el sentido pragmático. Las unidades básicas de una teoría de la competencia comunicativa o pragmática universal son los enunciados elementales, abstraídos de los componentes variables de las situaciones concretas, frente a las frases elementales que se considerarán como las unidades lingüísticas que representan una fase a abstraer de su realización en la comunicación. Así, la existencia de estos universales permiten que se produzcan los procesos onomasiológicos y semasiológicos respectivos a la figura del hablante y del oyente. De este modo, y según lo que aprecia Baldinger, la onomasiología partiría del concepto, que no es el significado de una palabra en tanto que no depende de la estructura de una lengua dada, y pretende encontrar las designaciones, las realizaciones lingüísticas que le son pertinentes, según la lengua que domina el hablante. Por su parte, el oyente, hará el recorrido en sentido inverso en tanto que, partirá del monema y pretenderá acceder al contenido de dicho términos. Contenido o significado que se prevé mudable por los consabidos cambios extralingüísticos no tanto repentinos como habituales.

Tras este planteamiento cabe, pues, considerar que, previamente, se da una categorización del mundo extralingüístico, por parte de los usuarios de la lengua, que aparece estructurado en esa especie de “conciencia lingüística” que poseen los hablantes y que, creo, puede considerarse sistematizada según la llamada teoría de los prototipos. De esta forma, y teniendo en cuenta que todo el léxico se estructura en torno a un prototipo, que será el miembro categorizado más rápidamente que el resto, que suele ser el mencionado en primer lugar y que, podríamos decir, es el que sirve de punto referencia cognitiva, el resto de términos, no prototípicos, constituirán el grupo de los “miembros perisféricos” entre los cuales se dará ese “aire de familia” del que hablaba Wittgenstein , es decir que se da una “semejanza de familia” que mantiene la relación semántica que les concede un cierto carácter asociativo. Según este planteamiento que procede, entre otros lingüistas de Georges Kleiber, profesor de la Universidad de Estrasburgo II, en su obra La Semántica de los prototipos, y de la que tengo conciencia por las clases impartidas en nuestra Universidad por el doctor Estanislao Ramón Trives, creo que podemos deducir, en base al texto que nos disponemos a analizar, que la productora del discurso, utiliza términos que podríamos considerar como prototípicos, de modo que, en su intento por pregonar el producto que vende, nadie pueda ser llamado a error. La “suerte” es un término muy genérico, pero, precisamente por ello, será fácilmente entendido por cualquier oyente. Será, por lo tanto, tal y como veremos, el uso de términos prototípicos, y, por ende, genéricos, los que se emplearán en todos aquellos intentos lingüísticos que pretendan la persuasión siendo, pues, la generalidad un recurso plenamente constatable, y no sólo en la promoción oral del producto, en este caso el cupón de la ONCE, sino que, el tan esperado anuncio navideño, que preconiza el extraordinario sorteo de la Lotería de Navidad, concluye con una, tan significativa oración como es: “Que la suerte te acompañe” tratándose, en este último caso, de un anuncio que no se rige por la espontaneidad del texto que nos ocupa.

No obstante, quisiera hacer una aportación personal en tanto en cuanto, al documentarme acerca de la competencia lingüística, me planteé la posibilidad de una competencia social que, solapada a la anterior, constituyese el soporte principal de nuestras comunicaciones y, de este modo, hallé la respuesta de tal cuestión en Heringer para quien, junto a la competencia de carácter lingüístico, proponía una competencia social que definía como aquello “que hay que saber y creer para conducirse en cualquier situación, dentro de un grupo social, de forma tal que no se llame la atención”[20]. Se trataría, por lo tanto, de la capacidad de llevar a cabo acciones y sucesiones de acciones de acuerdo con determinadas reglas, conjuntos de modelos y estrategias de actividad y que, supongo, tendrían la misma validez que las determinaciones que condicionan las producciones lingüísticas.

Aclarado, pues, el concepto de competencia lingüística y social que establecemos como base fundamental para cualquier acto de habla que se lleve a cabo, quiero señalar que, dentro de este proceso prelingüístico, no puede descartarse un aspecto al que, anteriormente, hemos hecho mención hablando acerca de la persuasión, y que es la intención. Lo considero como una fase prelingüística y tratable tras la aclaración de lo que es la competencia del hablante, puesto que se tratará del ejercicio de selección y combinación de los medios lingüísticos (tanto desde el punto de vista semántico como sintáctico), y del establecimiento del nivel comunicativo correspondiente y apropiado. La intención es de tal importancia en la comunicación que, sólo se hallará el entendimiento de ésta cuando sea posible el entendimiento de los hechos que llenan la intención tratándose, por lo tanto, de una fase de mayor complejidad que sus correspondientes realizaciones semántico-gramatical-fonológicas.

El propio Van Dijk habla de la intención comunicativa en términos de plan subyacente y en tanto que admite que existe una estructura profunda del texto que  es como un “marco global: un plan que subyace en la serie de representaciones (semánticas) respectivas” o “el plan de un texto”.

Así, en nuestro texto cabe señalar una intención persuasiva que, como toda conducta intencional, estará guiada por unas normas. De esta manera, la actuación, habrá que entenderla como la conducta lingüística factual, como el uso real del lenguaje en una situación concreta y en tanto que supone la no total correspondencia con la competencia, si tenemos en cuenta que el discurso natural muestra desviaciones de las reglas, comienzos falsos, cambios de estrategia durante el proceso del habla... y que depende de convicciones extralingüísticas sobre el oyente y la situación, así como de los principios de la estructura cognoscitiva, y habremos de atender a aquellos actos que podríamos considerar como unidades fundamentales o mínimas de la comunicación lingüística que son los actos verbales.

 De este modo, y siguiendo a Austin y su famosa obra How to do things with words, del año 1962, habremos de distinguir entre los llamados “actos ilocutivos” que, en tanto que forma de llevar a cabo una acción lingüística, en nuestro texto, se dan por medio de la apelación y la exhotación a la compra, y los llamados “actos perlocutivos” que, definidos como la designación de los efectos provocados por los anteriores, en nuestro caso, hay que señalar la compleja seducción a la compra de cupones.

Estoy intentando, con todo lo que he tratado hasta el momento, demostrar cómo, desde el punto de vista macroestructural, el hablante elabora su mensaje atendiendo, en primer lugar, a la fase semántica, previa a la codificación, es decir que nos estamos moviendo en el terreno del tema que, como hemos visto, asienta sus bases en una competencia y que se guía por una intención determinada. Así, el resultado explícito de tales procedimientos, en el caso que nos ocupa, queda puesto de manifiesto por medio de la selección de unos determinados campos semánticos que responden a la intención a la que hemos hecho mención y que responde a la estructura condicional siguiente:

    Si compras (cupones).....................puede cambiar tu suerte 

(nos referimos en términos generales en tanto que se trata de una abstracción del mecanismo subyacente, latente en todo el discurso).

Se trata de una estructura diatáctica, si tomamos en consideración la terminología que, para tal tipo de estructuras, utilizaría el profesor Estanislao Ramón Trives[21] y supone una implicación o coimplicación de las dos estructuras oracionales A y B, de modo que lo primero implica lo segundo. Como cabe esperar, dicha implicatura también se da en el campo de la semántica y, de este modo, veremos que se precia una relación mutua entre los dos campos semánticos que podemos substraer de este texto:

El campo semántico de la posesión (que estaría compuesto por los términos: “queda”, “llevo”) y el campo semántico de la suerte/premio (que estaría compuesto por los términos ( “perro(h) ”, “pavo(h) ”, “torico(h) ”, “e(h)calera”, “gallego(h)”)[22]. El campo semántico, como sabemos, es un conjunto de palabras/ expresiones que abarcan un determinado campo de significado; un grupo de expresiones que juntamente con sus significados léxicos o sus contenidos pertenecen a un mismo sistema lingüístico y que tienen en común, al menos, un rasgo semántico.

 Puede sorprendernos el hecho de que el segundo campo semántico que hemos señalado no se corresponda, como cabría esperar, con términos que, convencionalmente, se correspondan al hiperónimo señalado (“suerte”), es decir, términos como: dinero, fortuna, regalo... sino que hemos señalado sustantivos que, en un uso de los mismos de forma pertinente, apropiada, designan realidades que no corresponden a tal campo semántico. Esta cuestión, a pesar de que la trataremos en el apartado correspondiente a la coherencia y la presuposición, podemos adelantar que se trata de un uso, de los términos señalados, con sentido traslaticio, no atreviéndome a denominarlo “metafórico” en tanto que, considero, para hablar de metáfora se tendría que mostrar una similitud de aspecto externo, función y uso, es decir, que habría de darse cierta similitud semántica que, creo, en este caso no se da. Se trata, simplemente, de motes que, según me han informado, es, en muchas partes de Levante, entre Valencia y Almería, en donde existe la tradición de dar a cada cifra de las dos últimas del Cupón un nombre diferente; así, habitualmente, compradores y vendedores los denominan por estos motes y no por el número correspondiente. No se sabe cuándo comenzó esta costumbre, pero, en todo caso, es anterior a la creación de la ONCE, pues ya era utilizado en diferentes rifas surgidas en las zonas levantinas.[23] De este modo, se pudo concienciar, de un modo más fluido, a los habitantes de tales zonas, en qué consistía realmente ese tipo de sorteo no mostrándose muy alejado del sistema de las rifas al que ya estarían acostumbrados y tenían plenamente asumido.

Reproducimos la lista que muestra tal correspondencia consensuada, entre dos últimas cifras y el nombre concedido a ellas:

 

 

 

El tema, por lo tanto será el de la persuasión para la venta de cupones que se apoya en una justificación muy eficaz: si lo compras, quizás, cambies tu suerte, suponemos que a mejor, claro.

Ya hemos visto, con anterioridad, y a propósito de la competencia, la distinción que se ha de hacer en lo concerniente al campo del discurso, con respecto a lo que se sabe y lo que no sabe. Así mismo, y teniendo en cuenta lo que se sabe, habría de tenerse en consideración otros aspectos como: lo que quiere/ lo que no quiere; lo que se debe/ lo que no se debe; lo que se puede/ lo que no se puede.

A este respecto hay que considerar que, desde el punto de vista pragmático, tal y como estamos viendo el texto, habría que señalar que la productora del discurso[24] se sirve de una serie de estrategias supeditadas a la intención persuasiva, que nunca habremos de perder de vista, de modo que tengamos en cuenta la manipulación de los signos con la intención de desatar la conducta deseada, la compra de los cupones, en la  persona a la que se dirige. En la persuasión no se tratará de la transmisión de información, o la representación de argumentaciones; se trata de señales lingüísticas que tienen como objetivo una determinada estructura afectiva, por medio de la utilización de ciertas estrategias como son:

- Entre lo que debe / no debe decir. Habrá que descartar el uso de un lenguaje grosero, que pueda resultar descortés o, como se dice últimamente “políticamente no correcto”. Por el contrario, se han de usar sustantivos que denoten cierta afectividad, cierta emotividad. En el caso que nos ocupa, podríamos señalar la apelación a la “nena” que supone cierta afectividad si bien, habría que advertir que, en tanto que la vendedora no da señas de una nutrida competencia lingüística debido, quizás, a la carencia que le supone no haber llevado a cabo muchas lecturas o acceder a otros medios que hubiesen ampliado su léxico, habría recurrido a aquel apelativo que le parece más adecuado sin rebasar, y nosotros consideramos que sin llegar, el límite de lo “excesivamente afectivo”.

De hecho, si buscamos este término en el Gran Diccionario General de la Lengua Española, editorial VOX, Primera Edición, ( Reimpresión), Abril, 1995, nos damos cuenta que, en una de sus acepciones aparece definido del siguiente modo: “Expresión de cariño, especialmente en femenino”.

Otra apelación, quizás no tan cariñosa, es la de “acho”que según se nos describe en el llamado “Diccionario Flojo”:

Acho:

Tío, colega, macho, chaval... muchACHO. Expresión "typical garrulation" muy habitual en la ciudad sin ley y alrededores.

 

Si de mostrar el uso de términos en los que se integren semas que designen cierta afectividad se trata, habrá que decir que, a falta de otros recursos, la vendedora se sirve del mecanismo de la sufijación, con el uso del sufijo –ico, de modo que sus palabras adoptan un matiz más cariñoso.

 

Vemos, por otro lado, que son términos que tienen un contenido muy genérico puesto que, en tanto que discurso persuasivo, su productora conoce que debe de usar términos con significado gráfico o denotativo, vago y con extensión general (por ejemplo “nena”, “suerte”, “much(acho)”...)

 

- Entre lo que se quiere/ no se quiere decir. La vaguedad del significado a la que aludíamos con anterioridad nos muestra que el hablante no pretende concretar ni afinar la designación que lleva a cabo.

 Del mismo modo, es patente que, en ningún momento, la persuasora haya dicho el precio de los cupones. No obstante, es digno de mención que dicha estrategia, que supone ocultar el precio del cupón, también aparece en los anuncios que, de este producto, nos encontramos a menudo en cualquier lugar público y que constatan que, si bien el precio se muestra en el cupón, aparece de un modo tan reducido que apenas es perceptible:

 

 

 

 

Sin embargo, y a pesar de que no puede apreciarse muy bien la imagen, el premio de 500 sí que queda destacado, incluso utilizando el color rojo para llamar mucho más la atención del “receptor visual”. No obstante, parece curioso el hecho de que los boletos de lotería, por el contrario, no destacan tanto el premio, sino que este aparece por el reverso y con letra pequeñita, y, contrariamente al cupón, sí que hace explícito y fácilmente captable el precio.

En contraste con esta estrategia de ocultar el precio y, siendo también una manifestación oral, persuasiva y voceada, hay que señalar que los comerciantes que se instalan en los mercados, sin embargo, usan, precisamente, como medio para atraer la atención de los oyentes, la repetición constante de los precios de sus productos, de modo que se logre captar la atención de los viandantes cercanos y a sabiendas de que aquello que vocean sorprende por la insignificancia de sus precios. Además, creo que también se aprovechan de que no se tiene el producto ante los ojos puesto que, en más de una ocasión nos habrá ocurrido que, seducidos por lo que aprehendemos acústicamente y dejándonos llevar, tan sólo por este criterio, nos hemos tenido que arrepentir, después, al comprobar la calidad del producto voceado.

Así, en el tercer ejemplo que reproducimos en el CD, el vendedor vocea su producto del siguiente modo:

1A: Ala¯/ a euro la(h) braga(h)¯// la(h) tanga(h) a euro (...)///

2Toda sa euro¯/ toda sa euro¯///(...)[25]

 

En contraste con esto, en el caso de la tómbola[26], el productor del discurso intenta persuadir, al contrario de lo que hace la vendedora de cupones o el vendedor de ropa íntima de  mujer, refiriendo, continuamente, cuáles son los premios a los que se puede optar con la participación pertinente. Incluso, llega a llevar a cabo tal referencia con una entrega ficticia de los mismos puesto que, como testigo puede decir que ni dio DVD, ni muñeco petoño, ni verde ni azul, ni nada de esto, pero, bien es verdad que se trata de otra de las tretas de las que se valen las personas de las tómbolas para conseguir la captación de inversores.

1A: ¯ / un DVD // A ver/ secretario un DVD para e(h) te señor® (...)

2Sí ¯ efectivamente...®/ un DVD. (...)

3Ese DVD fantástico para ese chico¯ (...)

4DVD / microondas / el muñeco “petoño” (...)[27]

 

Por otro lado, me parece curioso que, en ningún momento se haga mención a la obra social que se hace mediante la compra de dichos cupones puesto que, como sabemos, al adquirir una de estas participaciones, y en tanto que son concedidas a personas que tienen algún tipo de falta física, (minusvalía), de modo que carecen de un acceso inmediato al mundo laboral, podemos ayudar a una persona necesitada, entonces, ¿por qué no se menciona esta causa? Es curioso porque la pretensión de conmover al receptor es algo que, como en el caso de los mendigos, es empleado como técnica persuasiva, por tanto ¿no se menciona porque se presupone? Yo creo que, más que esto, habría que tener en cuenta que esta sociedad tan egoísta en la que vivimos hace que sea más provechoso el uso estrategias alusivas a la obtención de beneficios, a nivel particular, a que se haga mención a la labor “de buen samaritano”.

 

- Entre lo que se puede/ no se puede. En este caso resulta muy significativo la cuestión que supone no asegurar, en ningún momento, y a pesar de las técnicas de persuasión que se usan, que la vendedora tenga toda la certeza de que el número premiado sea aquel que ella porta. Para hablar de este aspecto habría que traer a colación el concepto de entropía que si bien, en un principio, sería utilizado en el campo de la termodinámica, después pasaría a designar la probabilidad, en tanto que estaría aplicado al campo de las telecomunicaciones. De este modo se establece una relación entre la información y la entropía, de forma que, siendo todas las posibilidades existentes igualmente equiprobables, como es el caso de los números de la ONCE en tanto que todos ellos tienen la misma posibilidad de ser seleccionados, estamos ante una situación de incertidumbre, de indeterminación, en donde sólo cabe la especulación, la conjetura. De esta manera, cuanto mayor sea la indeterminación, que remite al concepto de la entropía, mayor será la información.

 Esa incertidumbre con respecto al número premiado la tenemos todos nosotros tan asumida que, el hecho que alguien la desafíe asegurando saber con toda entereza cuál será el número premiado nos lleva, al menos, a vacilar en cuanto a si lo creemos o no, pero, no obstante, nos puede surgir la duda de: “¿y si en realidad lo sabe y estoy despreciando una gran oportunidad?”. Duda ésta de la que se aprovechan estos vendedores.

 

Quizás, el hecho de que la voceadora repita tanto puede llevarnos a pensar que, a falta de una competencia comunicativa, que se precie suficientemente instruida en la perspicacia lingüística que requiere la persuasión, recurre a la insistente repetición semántica que supone dar siempre las mismas premisas para lograr la venta, pero, más bien creo que la vendedora recurre a tal mecanismo con una intención muy determinada:  la de lograr llegar, de un modo más sencillo, a todos los oyentes, más o menos instruidos. La brevedad, como sabemos, supone eficacia, captación rápida, que puede lograr la respuesta rápida sin demorarse en exceso al dar tal respuesta, a no pensarse mucho qué hacer. He de decir que, más adelante, dedicaremos un apartado acerca de la cuestión de la repetición y nos detendremos algo más, pero, no obstante, he querido hacer mención a ella en este apartado en tanto que puede considerarse como una técnica pragmática que logra la permanencia, en la sucesión de frases, por medio de la concatenación de la frase precedente con la subsiguiente de modo que nunca se pierda el hilo argumentativo, en este caso persuasivo, del discurso.

Este tipo de estrategia es utilizada en otros textos que pretenden, al igual que este, lograr introducirse en la mente del destinatario seleccionado intencionalmente, fijar una idea en él.

No cabe duda, no obstante, de que la repetición está es íntima conexión con el carácter oral de los discursos que la emplea, y que suponen el rápido aprendizaje, así, imaginemos que la vendedora, para ofertar sus cupones se hubiese basado en el uso de premisas que respondan a, al menos, tres tipos de oraciones diferentes. Como cabe imaginar, no resultaría nada económico, ni lingüística ni monetariamente, para la vendedora, en tanto que no tendrían, tales expresiones, tanto efecto en los receptores.

 Tal y como hemos enunciado más arriba, hay otros textos que también se precian de tal recurso como: las canciones, de todo tipo, pero sobre todo las canciones infantiles (cumpleaños feliz, cumpleaños feliz...), también la poesía lírica popular (De las frutas, la manzana, de las aves, la perdiz, de las colores, la grana, de las damas, la Beatriz)[28]o, por ejemplo las oraciones de Misa (Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo...), son algunas de las manifestaciones lingüísticas que también recurren a la técnica de la repetición con las pretensiones que hemos aludido.

Vemos, por lo tanto que, al contrario de lo que pudiese ocurrir en una conversación, en donde son habituales los cambios de temas, las constantes desviaciones con respecto a las cuestiones tratables, la flexibilidad discursiva que acepta cualquier tipo de traslación temática... en este caso, al tratarse de un monólogo, guiado por una única y exclusiva intención, dominado por un único interés y sin posibilidad de  intervención de otro interlocutor, en el sentido de que se pueda establecer un intercambio comunicativo, hemos de considerar que no podemos hablar de cambios temáticos ni de temas primarios y secundarios que determinen una caracterización concreta a este texto desde el punto de vista del nivel macroestructural. No obstante, creo haber hecho constar que hay un programa de dirección o selección y combinación para la generación del texto y que, como tal, queda expandido en conceptos proposicionales y supondrán una serie de relaciones y presuposiciones semánticas que, más adelante trataremos de un modo más detenido.

Pasaremos, seguidamente, a tratar el siguiente nivel que nos ocupa que es el nivel microestructural.

 

3. NIVEL MICROESTRUCTURAL

 

En este punto habría también que tener en cuenta un tipo de competencia, en este caso gramatical, que supone la elaboración formal del discurso, por parte del hablante, así como la interpretación por parte del destinatario en tanto que receptor acústico de unas determinadas formas gramaticales que responden a una específica estructuración gramatical.

De este modo, en primer lugar, me veo en la necesidad de advertir que lo que hay que tener muy presente, a lo largo de este estudio, es que estamos ofreciendo un enfoque desde el punto de vista pragmático, esto es, que estamos considerando el texto que estamos analizando, en su situación concreta, que se trata de una codificación y emisión como actividad comunicativa intencional, final, y que, como tal, habrá que diferenciar entre: el modelo sintagmático nucleado, en sentido estricto, que se sitúa más allá de la concreta selección material de los segmentos verbales, pero que supone una correspondencia con la perspectiva sistemática, y, por otro lado, habrá que tener en cuenta la dinámica sintagmático discusiva, el nuevo orden requerido por el flujo verbal, de modo que, a lo meramente sintagmático, habrá que añadírsele una dinaminación discursiva que, como veremos, llevará a cabo transformaciones solamente justificables desde el punto de vista que hemos apuntado, desde el punto de vista pragmático.

Así, lengua y necesidades discursivas harán que se mantenga el llamado “tipo sintagmático latente” al que aludiría Ferdinand de Saussure en el Cours de Linguistique Générale.

En cualquier caso, ya haremos una mención más detenida con respecto a lo que hemos planteado cuando se trate de analizar el nivel sintáctico. Vayamos, pues, ahora a tratar de otros niveles que también conforman este apartado microestructural.

 

Así comenzaremos por el nivel fónico y habremos de resaltar aspectos como los siguientes:

VOCALES:

En cuanto a las vocales, hay que señalar la frecuente tendencia del murciano con respecto a la supresión de las consonantes finales, sobre todo de la –s- final, ya  sea como indicadora del morfema de plural, en el caso de los sustantivos, ya sea como morfema de persona, en el caso de los verbos, y, así, con dicha pérdida, se produce una abertura de la vocal precedente que no llega a ser como la pronunciación abierta de los hablantes andaluces, pero que queda patente. Hay que señalar que, como precedente a dicha pérdida, se da un estado de debilitamiento de la consonante, pero, la abertura y el alargamiento compensatorio que se da en la vocal, hará que termine por producirse la pérdida de la misma.

 Este rasgo lo encontramos en términos como: “perro(h)”, “pavo(h)”, “torico(h)”. También con la eliminación de otras consonantes: “muje”, “da”...

No obstante la pérdida de la –s- también se da en el interior de las palabras, causando el mismo efecto que el que hemos apuntado aquí arriba: el del alargamiento compensatorio. Hay que señalar que los casos en los que se aprecian dichos cambios suele darse la combinación: -s-, en posición implosiva, más otra consonante: “e(h)calera”, “e(h)ta”...

Hay que hacer ver, además, que, cuando dentro de una misma palabra (generalmente por la pérdida de una consonante sonora), o en un enlace fónico (sinalefa), se encuentran seguidas dos o más vocales medias (e, a, o), se produce, casi siempre, ya sea para evitar el hiato, ya sea por la ley de brevedad y menor esfuerzo, un fenómeno de absorción o contracción, o bien una resolución con un diptongo. Este fenómeno, muy corriente en todas las hablas vulgares, tiene en el lenguaje rústico murciano un extraordinario predominio.

De modo que, cuando se da el caso de los encuentros de –aa-, -ee- y –oo-, se producirá una simplificación en a, e, o respectivamente: “pa”.

 

CONSONANTES:

No hay que mencionar rasgos que sean, en exceso, destacables sino que habría que señalar, únicamente, el trueque de la alveolar –l- con la alveolar –r- como en el artículo “el” que aparece pronunciado como “er”.

 

Por último, hay que destacar un caso de “metaplasmo” o “vicio” fónico, en tanto que se produce la aféresis, con pérdida de la sílaba inicial, en la palabra “acho” que, como ya dije más arriba, es algo propiamente vulgar, pero de uso frecuente, al menos, por la zona en donde nosotros nos situamos.

 

De esta manera, y con la intención de concluir este primer apartado, habrá que señalar que, si tenemos en cuenta las diferencias internas en la lengua a las que alude el lingüista francés Coseriu[29], habría que señalar que, en el uso que de la lengua mostramos en el ejemplo, motivo de nuestro análisis, convergen: de entre las diferencias diatópicas, queda patente el dominio de la correspondiente a la lengua regional; de entre las diferencias diastráticas, habría que señalar que se da un tipo de lenguaje popular y, por último, teniendo en cuenta las diferencias diafásicas, concretaríamos diciendo que se trata del lenguaje de la persuasión enfocado, por la pecualiaridad que supone el darles ciertos motes a los dos números finales, a la venta de cupones.

Como ya indicamos más arriba, no podemos hablar de que se dé un dialecto con respecto a nuestro dominio lingüístico, sino, más bien y tal y como señala José Múñoz Garrigós, se habría de aludir a él como “español hablado en Murcia”.[30]

No obstante, y a pesar de las peculiaridades que conlleva el uso del murciano, es preciso señalar que la vendedora, movida por la precisión de la venta del producto, (recordemos que se trata de un producto que no podrá ser revendido otro día puesto que su plazo de vigencia se limita hasta la hora del sorteo), domina la expresión lingüística de manera que logra una vocalización correcta, con la intención de que su mensaje sea perfectamente entendido y que no quepa la menor duda de la venta que ofrece.

 

Pasaremos, seguidamente, a tratar el nivel morfológico de modo que atendamos a todas las categorías lingüísticas que son usadas en este análisis.

De esta forma, habría que señalar el predominio de los verbos, que muestran la aclamación para llevar a cabo la acción de la compra. Destaca el uso del imperativo,  apelativo: “venga”, utilizado al inicio de la oración de modo que está en total relación con la llamada: función apelativa del lenguaje, que lo que pretende es iniciar un contacto con el oyente, iniciar una relación, de carácter asimétrica en tanto que sólo habrá un hablante y el resto serán oyentes, y, para ello, comprueba, previamente, la eficacia del canal.

 En el resto de los casos en los que se utilizan los verbos, estos suelen aparecer en primera persona del singular, como señalización de la productora del discurso y vendedora del producto, de modo que, al darse el caso, en nuestra lengua, de que cada una de las personas gramaticales del verbo, tres del singular y tres del plural, poseen sus propios morfemas, sin posibilidad de confusión por homofonía, como veremos, se evitará la redundancia que supondría la aparición del sujeto, indicado por medio del pronombre “yo” que únicamente lograría irrumpir negativamente en ese intento por lograr brevedad y eficacia en el discurso.

En cuanto a los sustantivos, es curioso la tendencia de cambiar la condición de abstractos que poseen algunos de ellos y hacerlos concretos, es decir, materializarlos. Tendencia esta que queda patente en el caso de los números que, como ya vimos, se tiende a darles nombres, de un modo, en muchas ocasiones arbitrario, y que supone la identificación de los números con algo material, cotidiano, palpable. Así mismo, la “suerte” también aparece materializada, en los cupones, en tanto que la vendedora repite: “llevo la suerte”.

Todos estos sustantivos que, como he dicho, tienden a despertarnos ideas materiales, evitando toda abstracción conceptual, a pesar de su significado genérico, aparecen introducidos por artículos, tal y como se llamaban en la Gramática tradicional, determinados: la, el evitando el uso de la indeterminación que, en dicho planteamiento lingüístico, se les concedía a: un, una, o de los indefinidos: algunos, pocos, todos... He destacado este dato porque me ha parecido que no es algo puramente casual, sino que lo he querido traer a colación porque considero que contribuye a ese anhelo por lo material, por la demostración de la venta de algo real, verdadero, palpable.

 Se trata, pues, de otra estrategia propia del discurso persuasivo, oral, puesto que la recepción acústica por la que se rige el oyente hace que tenga que imaginarse el producto, en tanto que se carece de su presencia y, sin duda, siempre será más fácil que imaginemos realidades materiales, al ser evocadas por medio de la recepción del término que las designa, en comparación con la dificultad que supone evocar abstracciones.[31]

No es nimia la frecuencia con la que aparecen los adverbios temporales, de los que no trataré en exceso en tanto que procuraré hacerlo en un apartado posterior en el que trataremos acerca del fenómeno de la deixis.

Voy a destacar, en este apartado, un recurso que aparece en el texto y que, a pesar de que pueda ser motivo de discusión, yo considero que pertenece al nivel morfológico; se trata de el mecanismo de formación de palabras que, en este caso, viene dado por medio de la sufijación, en concreto con el sufijo –ico y que aparece en las palabras: “tor-ico” y “pav-ico”. Este sufijo, de significación diminutiva y apreciativa, tal y como es usado en este caso, es añadido a los sustantivos y adjetivos, tanto femeninos como masculinos. Su predominio se vincula a algunas regiones como Aragón, Córdoba y Murcia, aunque, antiguamente, tuvo un uso más extenso.

 

Trataremos, a continuación, del léxico. Este apartado, quizás quede poco desarrollado, pero, he de advertir que de lo que trato es de hacer un somero comentario acerca de las unidades léxicas que aparecen en el texto para, llegado el momento de abarcar la semántica textual, extenderme más al respecto.

Creo que ya hemos dicho algo con respecto a este nivel en tanto que ya referimos el por qué de utilizar motes para referirse a las dos últimas cifras, también hemos hablado de la tendencia a la materialización de los sustantivos que designan realidades abstractas, y, poco más nos queda por decir. No podemos constatar que el lexicón, entendiendo este como la totalidad de las palabras o el repertorio de signos que configuran el saber internalizado del hablante, en este caso, de esta vendedora, pueda ser muy nutrido, sino que, por el contrario, la constante repetición de los términos, ahoga la posibilidad de una competencia léxica que destaque por su amplitud.

Bien es verdad, no obstante, que la productora de este discurso sabe muy bien seleccionar los términos que emplea y, como veremos, llevar a cabo su combinación. Así, no es baladí el significado, sobre todo, de los verbos empleados puesto que, en primer lugar, aparece, utilizados a modo de exhortación, verbos que suponen movimiento: “venga”. La incitación a la acción puede ser un aspecto digno de comentario puesto que, por medio de esta evocación, la vendedora aproxima más su producto al oyente, lo implica más en la compra.

 La influencia de los métodos de venta oral en la publicidad escrita son bastante frecuentes y, de este modo, también nos encontraremos con ejemplos de este tipo en dichos contextos:

 

 

Como vemos, el uso de verbos que implican aproximación al lugar de la venta son frecuentes y se usan como estrategias de persuasión.

Aparece, tal y como podemos constatar con la lectura del texto, el uso del verbo “llevar” que, curiosamente, aparece empleado con dos sentidos diferentes:

Llevo perro(h) , llevo pavo(h) ”. En este caso el verbo está empleado con el sentido de traer puesto, de poseer. También implica movimiento y, respecto a ello, hay que tener en cuenta la situación: la señora, situada frente al edificio de Jefatura Provincial de Trafico, no permanece inmóvil, sino que va andando por toda la fachada de dicho edificio, con la intención de captar un mayor número de compradores. Comparemos esta situación a la de los vendedores de cupones en los quioscos de cualquier ciudad.

“Acho, llevarse la suerte pa hoy”. El verbo “llevar”, en este caso, se usa con el sentido de conducir algo desde un lugar a otro alejado de aquel en que se habla o se sitúa mentalmente la persona que emplea dicho verbo, (ya trataremos esto con más detenimiento cuando hablemos acerca de la deixis).

Por último, la perspicacia de la voceadora hace que, trayéndolo a un primer lugar, de modo que pueda asegurarse la percepción de dicha información, lo primero que captemos, después del vocativo, es el verbo quedar, podríamos cuestionarnos ¿por qué no: “tengo”? creo que esto se justifica por el contenido semántico de ese término en tanto en cuanto, “quedar” presupone una venta anterior, por lo que nos evoca más a la adquisición del producto que nos están poniendo, como se dice “en bandeja” y que, quizás, pueda lograr un cambio en nuestras vidas; así, si otros han probado suerte ¿por qué nosotros no?.

Creo que no podemos añadir mucho más en cuanto al léxico de modo que, en próximos apartados, y a propósito de otras cuestiones muy relacionadas con este nivel, de nuevo abarcaremos otros aspectos del léxico.

 

Si continuamos este análisis por niveles que estamos llevando a cabo, teniendo siempre muy presente que lo realizamos desde el punto de vista pragmático, pasaremos ahora a tratar acerca del nivel sintáctico.

Tal y como advertimos al iniciar este apartado del nivel microestructural, la sintaxis va a ser fundamental tenerla en cuenta, puesto que es la parte de la gramática que regula la ordenación conjunta de los elementos. No obstante, yo voy a plantear un punto de vista de la sintaxis que no va a estar desvinculado ni de la semántica  ni de la pragmática, puesto que todo uso significativo del lenguaje se realiza, a un mismo tiempo, en la sintaxis, la semántica y la pragmática. Esta será la base para nuestro análisis, dejemos, pues, teorías como la presentada por Chomsky, para quien: “las consideraciones sintácticas y semánticas pueden separarse unas de otras”. Dicha afirmación corresponde a su obra, traducida a nuestra lengua como: Las estructuras sintácticas, del año 1957. Dejo, pues, explícita mi perspectiva con respecto a la conjunción: sintaxis, entendida como la disposición-en-sucesión-cronológica de las unidades lingüísticas: la semántica en tanto que  selección de los elementos contrastantes en el contexto, y la pragmática entendida como la interrelación dinámica entre el conocimiento del mundo por los hablantes y la dimensión sintáctico-semántica, dimensiones que no son independientes una de otra.

Comenzaremos por hablar del tipo de estructuras empleadas en el texto. Se trata de estructuras muy simples, repetitivas, sin incidencias barroquistas. Para hablar de este aspecto me voy a remitir al artículo de José María Jiménez Cano: “Sintaxis y traducción. La conservación de las estructuras sintácticas en la poesía y en los textos abreviados”.[32]

Según lo expuesto en este artículo, partimos de la idea de que “el tipo sintáctico es el sintagmático, esto es el constituido exclusivamente o preponderantemente por unidades suboracionales y los tipos de textos son tanto de naturaleza literaria (poemas) como no literaria (los denominados microtextos o textos abreviados)”.

Ya Saussure habría tenido en cuenta el sintagma entendiéndolo, aproximadamente, como un encadenamiento de palabras que aparecen en combinación, que responden a unas reglas establecidas y que, como cabría esperar, pertenece al ámbito de la lengua. Reconocido, pues, dicha unidad, el profesor Jiménez Cano considera que podría ser considerada como estilema, vinculada al estilo que se posee en la elaboración de un determinado tipo de discurso, de modo que lo vincula a los textos poéticos, publicitarios y periodísticos en los que dicha unidad ejercería a modo de molde.

Si bien este planteamiento es indiscutible, aún más si tenemos en cuenta el nutrido muestrario que, a modo de ejemplificación, nos ofrece, hemos de considerar que, cuando se trata de un discurso de carácter oral, tal y como el que nos ocupa, no podemos asegurar, al menos desde mi punto de vista, que se puedan corresponder, de un modo tan riguroso, a la configuración que, en el estadio de la lengua, caracteriza al sintagma. Este planteamiento es el mismo que hice cuando iniciamos el apartado que aquí nos ocupa, en tanto que, el habla está siempre referida al oyente, es una actividad significativa, es como la respuesta a un juego de actividad comunicativa, que si bien está regulado por normas, hay que entenderlo en determinados contextos y vinculado a ciertas situaciones. Se trata, pues, de un paso desde un modelo sintagmático nucleado, perteneciente a una lengua dada, a un nuevo orden que responde al flujo verbal, en donde la variedad y la identidad sistemático- funcional estarán en relación, como diría el Doctor Estanislao Ramón Trives, de homeóstasis. Quiero decir que el hablante se hace con ciertas destrezas discursivas a partir de un modelo que adquiere como adecuado, que parte de la sintaxis y que, en el contexto del discurso, se transformará en un nivel sintagmático. Ahora, el usuario, en tanto que emplea la lengua para una actividad comunicativa, va a echar mano de estrategias discursivas y va configurar su discurso basándose en un mecanismo de selección y combinación según su propia intencionalidad.

No obstante, bien es verdad que podemos confirmar la relación entre este tipo de textos orales, de carácter, en definitiva, publicitario y los que, por ejemplo, aparecen en los periódicos, en las secciones en las que se ofrece la venta, compra o alquiler de, por ejemplo, vivendas, tal y como vemos en los ejemplos:

 

“Llevo er pavico y er perro (...) llevo gallego(h)” en comparación con:

 

 

 

 

 

La concisión con la que aparece este tipo de estructuras no se da en todas los espacios publicitarios que contiene el periódico sino que, aunque pueda resultar curioso, sólo aparece en aquellos en los que precisa vender, comprar o adquirir a partir de un previo acuerdo económico. Ocurre, pues, igual que en la venta de cupones, y, en general de toda la “venta oral”[33]. De este modo quiero hacer ver que, cuando se trata de cuestiones más “serias”, cuestiones en las que la economía y el negocio juegan un papel importante, cuestiones de las que dependen las ganancias o pérdidas de una persona; la brevedad, la simpleza y la concisión son los requisitos más apreciables.

 Son múltiples las diferencias con respecto a otros en los que se publicita un producto que si bien es para su venta, no supone tanta urgencia y, además, de las ganancias que pueden obtenerse a partir de la compra de dicho producto, dependen, no una única persona propietaria, poseedora de dichos bienes en los que está implicado, sino que suelen ser empresas que acaparan a una serie de accionistas, empresarios y otros contribuyentes que están implicados, parcialmente, en dichos negocios y, por ende, se muestran más o menos afectados por la andadura económica de los mismos, pero nunca se sentirán tan afectados como cuando la venta es ostentada, única y exclusivamente, por una persona.

Así, cabría especularse que la brevedad que caracteriza a dichos anuncios, los que suponen la venta de un producto como propiedad privada, se hayan visto influenciados por esa venta voceada y, por lo tanto, por el tipo de estructuras que se emplean en dichas formulaciones lingüísticas, aún cuando ello suponga romper con las normas gramaticales que, si bien quedan latentes bajo la expresión, no se corresponden con el mensaje que nosotros captamos, pero, sin duda, el hecho de que sean eficaces, fácilmente asimilables, que estén al alcance de todos, y que eviten cualquier tipo de desvío con respecto a la intención comunicativa que subyace a su elaboración, las convierte en recurso para una venta precisa, necesaria e individual.[34]

De este modo hay que apreciar que se prescinde del sujeto, de artículos, en muchas ocasiones, y de otros elementos llegando a la máxima abstracción expresiva, llegando a mostrar lo más preciso: “llevo perro, llevo pavo ”.

Continuamos hablando de la sintaxis, desde el punto de vista que hemos, inicialmente, establecido, y me veo obligada a advertir que, en nuestro análisis, vamos también a tener en cuenta lo implícito, lo que no aparece, expresamente, mostrado en el texto, pero que, no por ello, deja de ser importante, determinante y, en ocasiones, la base de tales formulaciones captables.

 Por ello, vamos a ampliar nuestro punto de vista y vamos a abarcar la los campos del enunciado y el de la enunciación, casi siempre olvidada, pero de tal necesidad que, como veremos, dará explicación a muchos fenómenos que aparecen en nuestro texto.

Habermas, hace un apunte, acerca de la enunciación que nos va a ser muy explícito puesto que lo realiza señalando las diferencias entre frases, como unidades lingüísticas, y enunciaciones, en tanto que frases en situación o “unidades pragmáticas del discurso (...) para distinguir entre las estructuras de las situaciones del discurso, dependientes del lenguaje, y las expresiones lingüísticas que se utilizan en las situaciones del discurso”.[35]

 

Por lo tanto, puede decirse que, todo enunciado es producto del mecanismo de enunciación, lo cual supone que, cuando el hablante habla, está respondiendo a una actitud programática o a varias actitudes juntas, en nuestro caso, la actitud es la de la persuasión y esto va a quedar mostrado en ciertas manifestaciones formales, pero lo que es impensable es olvidarnos de aquello que no percibimos directamente. Se trata, en definitiva, de un paso a la pragmática.

 Así, el profesor Lapesa[36], distingue entre dos tipos de causales: de la enunciación y del enunciado, tal y como nosotros las conocemos. Con esta distinción, el profesor Lapesa hace ver que la dinámica interoracional se nutre de una serie de elementos inferenciales, subyacentes o implícitos,  que aclaman una interpretación guiada por un planteamiento silogístico.

Y, precisamente, en nuestro texto encontramos un ejemplo de este tipo de oraciones: “venga nena que me queda er pavo pa e ta noche”. Si analizamos este enunciado podríamos decir que hay dos oraciones, una de ellas en imperativo, que supone una apelación, a la que ya hemos hecho mención con anterioridad, y una oración causal de la enunciación:

La parte implícita sería: “lo digo” (verbo performativo) y la parte que aparece explícita: “que (porque) me queda er pavo pa e ta noche”.

Es muy frecuente, tal y como veremos cuando tratemos de la presuposición, la tendencia que hay a no tener en cuenta esos verbos de lengua que, al no aparecer de un modo explícito en la oración, no se toman en consideración. No obstante hay que tener en cuenta el modo de resolución que tienen las diferentes lenguas con respecto a la manera de mostrar en el enunciado si se trata de una causal del enunciado o de una causal de la enunciación. Así, frente al sincretismo o unitarismo de dicha oposición morfológica que demuestra nuestra lengua para la expresión de ambos tipos de oraciones causales, otros sistemas lingüísticos apuestan por la diversificación nexual . Esta diferencia queda muy bien representada en el esquema que ofrezco a continuación:

              ENUNCIADO                                          ENUNCIACIÓN

 

Latín      quia, quoniam...                                          nam, enim...

Alemán  weil+ postposición verbal                              denn...

Francés   parce que...                                                car...

Español   porque                                                       porque

 

Dicha omisión del verbo de lengua, dejando en posición inicial del enunciado el que mencionado, se trata de un empleo muy propio de la oralidad, que usamos de un modo cotidiano y que resulta menos usual en la lengua escrita, quizás porque el hecho de que pueden crear ambigüedad, requiere de una situación interpersonal que, en caso de duda, pueda esta ser resuelta cómodamente.

 Así, recordemos de nuevo el spot publicitario de la Lotería de Navidad que, como sabemos, finaliza con unas palabras pronunciadas por una vocecita susurrante que son: “Que la suerte te acompañe”. Seguro que si hubiese aparecido de forma escrita, su formulación hubiese sido: “Espero (“deseo”, “quiero”...) que la suerte te acompañe”, pero lo que interesa es incitar, a todo tipo de público, a la compra del boleto de Lotería y, frente al contenido alegórico de todo el anuncio, accesible sólo a un público nutrido de ciertos conocimientos, aparece la conclusión final ya sí interpretable por todos.

Este tipo de que inicial que hemos vinculado al uso oral de la lengua, y que supone la omisión de un verbo de lengua (“digo”, “comento”, “pregunto”, “sugiero”...), también tiene otra manifestación escrita, aparte de la publicitaria, que, obviamente, representa la lengua oral, al igual que la anterior, se trata de los mensajes cortos del móvil en los que es usual este empleo:

Mensaje recibido el día 11 /01/04 a las 21:00:

Q no me esperes pa cena, q m quedo, lueg t yamo y esas cosiks, ok?. Bsicos”.

Queda, pues, patente la curiosa mezcla: economía de caracteres y aparición de elementos de los que se puede prescindir.

 

Hay que señalar la topicalización que es tan frecuente en la actividad discursiva de modo que, tal y como he dicho con anterioridad, se desafía a la sintaxis, que queda latente bajo la expresión discursiva, y se da una nueva estructuración de los enunciados, que no frases, que viene, ante todo, determinada por la intención del productor del discurso. Así, nos encontramos con un “aparente desorden sintáctico” en oraciones como:

“...me queda er pavo, pa e(h)ta noche”

 

 en donde se antepone el predicado al sujeto, lo cual no es casual sino que la argucia de la vendedora selecciona, para iniciar su discurso, este verbo por el contenido semántico de este y que, como vimos, tiene, tal vez, la misma funcionalidad que el apelativo.

Creo que, la sintaxis de este texto no ofrece mayores peculiaridades de las ya expuestas, tan sólo que se trata de enunciados cortos, entre los que se dan pausas que casi parecen treguas para la reflexión, y que no ofrecen mayores complicaciones.

 

Señalaremos ahora un nivel que vamos a llamar pragmático textual y que voy a justificar teniendo en cuenta que, en él, voy a tratar aquellos aspectos que están, lingüísticamente reconocidos como indicadores pragmáticos, es decir que, a pesar de que los anteriores apartados los hemos tratado desde el punto de vista pragmático, ahora vamos a intentar analizar aquellos elementos que, estrictamente, han sido considerados como tales.

Comenzaremos por hablar de la coherencia y, con tal cometido, empezaremos por tener en cuenta el concepto que Van Dijk tiene con respecto a la llamada estructura profunda y que la define del siguiente modo: “es un marco global: un plan que subyace en la serie de representaciones (semánticas) respectivas” o “el plan de un texto...así como nuestra conducta parece estar determinada por planes subyacentes (intenciones etcétera)”. Esta estructura profunda del texto es una especie de paráfrasis más abstracta, una estructura lógica abstracta del texto, que debe entenderse temáticamente o semántico-temáticamente. La aceptación de una estructura profunda del texto, por lo tanto, se verá apoyada por los hechos de la coherencia del texto, la posibilidad de resúmenes temáticos o en forma de títulos, (por ejemplo, en el caso del texto que nos ocupa, podríamos hacer la síntesis de: persuasión para la venta de cupones),  y la memorización de textos independientemente del léxico, así como por la producción de diferentes formas superficiales basadas en una idéntica estructura profunda del texto.

Así, teniendo en cuenta que, en base a dicha estructura profunda, latente en todo el discurso, se llevará a cabo la selección y combinación de elementos para la generación del texto, procedamos a ilustrar, a partir de nuestro texto, esa coherencia textual que va a hacer que las sucesiones de frases hayan de entenderse como coherentes, este es, pertenecientes al mismo texto. Me voy a basar en W. Dressler[37] que establece como medios de coherencia:

La recurrencia, que determina la identidad referencial, en forma de repeticiones de palabras, partes de frases o frases enteras, aliteraciones, de construcciones paralelas... En nuestro texto es muy abundante la repetición, tal y como ha quedado expuesto más arriba, de hecho, en tanto a la finalidad apuntada, esta práctica se anota como imprescindible y, de este modo, nos encontramos con recurrencia en cuanto a los términos: “perro(h) ”, “pavo(h) ”, “torico(h) ”; de estructuras: imperativo+(apelativo)+ causal de la enunciación; y, como veremos, la curva entonativa también aparece repetida en todos los enunciados.

La paráfrasis que supone la explicación o interpretación amplificada en un texto y que, en el caso que estamos analizando queda representando con los siguientes términos: “suerte” que aparecería como elemento englobador, semánticamente, de otros como: “perro(h)”,  “torico(h) ” o “pavo(h) ”.

La pro- forma en tanto que indicador de una misma referencia que otras manifestaciones lingüísticas también contenidas en el texto, creo que nos puede llevar a señalar el pronombre “uno” que aparece en boca de un segundo hablante, no identificado, tal y como hemos señalado en la transcripción, y que, de nuevo, parece referirse a esos términos que hemos señalado más arriba y que dan nombre a los últimos números de los cupones. La manera tan genérica con la que el comprador hace mención al producto que va a adquirir, hace ver que, con el término empleado, únicamente alude a “cupón” sin que le importe el número en concreto.

La inclusión o implicación lógica queda manifiesta, en el caso que nos ocupa, en la oración condicional que, más arriba, hemos expuesto: “ si compras cupones tienes probabilidad de cambiar tu suerte”. Se trata de una relación que también, y al mismo tiempo, supone el vínculo: causa/consecuencia en tanto que dándose la primera premisa, podrá, consecuentemente, darse la segunda. Así, todo el texto, se compone de unidades semánticas que, o participan de la causa, o bien manifiestan las consecuencias de dicho planteamiento.

La contigüidad semántica (similitud/roce), o sea, la recurrencia o presencia de rasgos semánticos idénticos. De nuevo habría que aludir a los términos que hemos tratado en otros puntos anteriores puesto que, son éstos los que “soportan” todo el “peso” semántico del texto. Creo que, con este punto, Dressler se refiere a la llamada isotopía en tanto que tal concepto, que tan claramente trató Greimás en su obra de 1973 Semántica estructural, apunta al compartimento, por parte de los lexemas que componen el mensaje, de, al menos, un sema en común.

De este modo, me veo también en la necesidad de aclarar que la coherencia a la que hemos hecho mención, queda manifiesta en el texto por medio de una serie de recursos formales, sintácticos al fin y al cabo, que dotan al discurso de la cohesión pertinente. Se trata, pues, de hacer notar que, desde la consabida concordancia, hasta el uso de ese “que” de valor causal, todo el texto configura una armazón fuertemente cohesionada y relacionada, dejándose ver tanto con ese tipo de marcadores morfemáticos y conjuntivos a los que hemos hecho mención, como por medio del asíndeton que, de algún modo, supone la concordancia subyacente entre términos que, semánticamente, están relacionados a pesar de que prescindan de una manifestación material.

Así, si admitimos que hay latente un planteamiento lógico que orienta este discurso y que aparece subyacente al mismo, habrá también que admitir que forman parte de dicho texto algunos aspectos que aparecen omitidos, implícitos o, mejor, presupuestos. Se trata, por ende, de aquello que, a pesar de que no queda manifiesto, no supone un problema para su comprensión puesto que el conocimiento compartido, de manera más o menos generalizada, por todos los seres humanos y hablantes de una misma lengua, nos va a acreditar el éxito de nuestros enunciados aún cuando estos no den toda la información que tenemos en nuestra mente en el momento mismo de hablar. Desde este punto de vista, podríamos decir que el hablante da menos información de la que, inicialmente, se plantea dar y que el oyente “capta” más información de la que, materialmente, le ha sido emitida. Según esto, las presuposiciones que hemos de advertir en nuestro texto se dan en los siguientes niveles o apartados:

-Se presupone un conocimiento de la incidencia del materialismo en nuestra sociedad occidental, constituyéndose como algo trascendente. Así, si tenemos en cuenta que los conceptos que integran nuestro ser se constituyen de toda aquella información que nos llega ya filtrada por nuestra propia mente, en tanto que no podemos huir de aquellos esquemas culturales que ya hemos interiorizado y que, por ende, forman parte de nosotros, hay que destacar dos preceptos culturales que Schaeffer considera como fundamentales en cualquier persona:

 -La paz personal, el tener una conciencia desculpabilizada, en tanto que el hombre aborrece el hecho de que su conciencia pueda acusarle.

 -Tener en abundancia. La abundancia produce                         seguridad en la mente del hombre.

 

Así, el hombre, por antonomasia, asocia el dinero a los valores: libertad y felicidad que suponen para él la condición suprema a la que puede aspirar el ser humano llegando, incluso, al endiosamiento de aquel.

 

Partiendo, pues, de tal presupuesto, dominante en nuestro texto, podríamos destacar ciertas carencias que son tan perceptibles como fácilmente repuestas, me refiero a:

 

- No se dice, en ningún momento, la palabra “compra” aun siendo esta el apoyo semántico sobre el que se concreta la intencionalidad de la vendedora y, por ende, germen del texto.

- No es apreciable el término “cupón” puesto que este aparece reducido, por medio de una operación sinecdótica, en el nombre que, metafóricamente, se le da a las dos últimas cifras de dicho cupón. Se presupone, por lo tanto, que, a pesar de que, hoy, no tengamos conciencia de la relación de tales significantes con los números a los que se vinculan en concreto, pero, bien es verdad que podemos saber que se trata de cupones de la ONCE, sobre todo porque ningún otro tipo de participaciones en un sorteo son así denominadas. A esto habría que añadir la aportación que, para tal identificación, suponen las reiteradas menciones adverbiales que nos hacen advertir que se trata de un sorteo diario, (frente a, por ejemplo la lotería que no se rige por tal procedimiento), o el hecho de que sea una venta voceada o que, como sabemos, se trate de un producto que se otorgue a aquellas personas que, por alguna razón, se muestran faltas de algún tipo de facultades, sobre todo visuales, y que, por lo tanto, no puedan acceder tan fácilmente al mundo laboral.

- No aparece mencionado el número. En realidad, poco importa que sea uno u otro, lo que interesa es la venta, por parte de la productora del discurso, y de que, al menos, haya posibilidad de poder obtener parte del premio. No obstante, se presupone que se conoce cómo funciona este tipo de sorteos, es decir, se tiene conciencia de que la adquisición de un cupón, predispone la posibilidad de que los cinco números que contiene coincidan con los resultantes del sorteo de esa misma noche.

- Tampoco aparece explícita la cuantía a la que asciende “el premio”. Se considera como algo consabido, no obstante tampoco es crucial el conocimiento de la cantidad exacta, basta con saber que, seguro, toca algo más del euro con cincuenta que nos vamos a gastar y, por ende, si toca obtenemos, sin duda, más de lo que invertimos.

- No quedan explícitas las consecuencias de la “suerte” puesto que, cada uno, podrá invertir ese dinero en lo que considere más adecuado. Así, no se usa como técnica persuasiva expresiones como “venga que vas a poder pagar la hipoteca” a pesar de que, la mayoría de los receptores a los que se dirige el mensaje estén en tal situación de deuda.

Con todo esto creo que he hecho patente todo aquello que subyace y que, en tanto que asumido por todos nosotros, ontogenéticamente, podemos apreciarlo aun cuando no quede, materialmente, expresado.[38]

 

Otro aspecto que, con respecto a este nivel pragmático textual, hay que resaltar es la llamada deíxis. Con tal nombre se denominan a todos aquellos pronombres, adverbios e, incluso, formas verbales que nos proporcionan, no sólo las coordenadas espacio-temporales, sino las coordenadas pragmáticas de la comunicación, las cuales vienen dadas por el hablante, el oyente, el objeto/tema, la situación, por las relaciones sociales y de autoridad relevantes, por las intenciones... teniendo como centro del sistema deíctico la categoría personal “yo”.

La relación que establecen, en la actuación lingüística, los elementos deícticos con  respecto a los elementos hacia los que señalan, es una relación de tipo referencial y se da, como hemos dicho, a partir de un “YO, AQUÍ y AHORA” que nos hace advertir el carácter egocentrista que se da en la actuación lingüística, y que es diferente con respecto a la subjetividad en tanto que esta expresa el tipo de funcionamiento de otra clase de expresiones de la lengua que están dominadas por la modalidad, el modo, la intencionalidad... en tanto en cuanto injerencia del YO en el enunciado.

 Así, podemos considerar que, las coordenadas contextuales y los puntos de referencia, sumados a las presuposiciones de las expresiones lingüísticas, pueden ser muy importantes para la pragmática lingüística.

Para ejemplificar este recurso con el texto que nos ocupa, voy a reproducir el cuadro que, con respecto a los tipos de deixis aparece en la obra de Antonio Briz, director del grupo de investigación Val. Es. Co. y catedrático de Lengua Española en el Departamento de Filología de la Universidad de Valencia, que tiene por título: ¿Cómo se comenta un texto coloquial? Editorial: Ariel Practicum, Barcelona, 2000, en la página 247,[39] porque me parece muy adecuado para poder ver, de un modo panorámico, los tipos de deixis que se pueden dar en las diferentes situaciones pragmáticas y que, de hecho, también quedan ilustradas en el texto que nos ocupa.

 

 

 

 

Así, podemos hablar de los siguientes ejemplos, con respecto a las distintas tipologías deícticas:

Deixis de persona. En tanto que deixis personal habría que indicar que las unidades lingüísticas que indican al emisor son:

VOY a dar...”. Se trata de un verbo irregular (ir) y, así, hay que apuntar que esta forma pertenece a la primera persona del singular del presente de indicativo que, en este caso, aparece introducida en una forma perifrástica incoativa.

“llev-O” morfema que indica primera persona del singular del presente de indicativo.

Para señalar al receptor se utilizan los siguientes unidades deícticas: los vocativos: “nena”, “acho” como: “veng-A” que es el morfema que se emplea en nuestra lengua para la tercera persona del singular del presente del subjuntivo, o, por ejemplo: “llevar-SE” en donde aparece el pronombre SE para referirse a la segunda persona del plural (vosotros). Como he dicho con anterioridad, se trata de un uso vulgar de la lengua bastante frecuente en nuestra zona, así, es habitual que, sobre todo entre los hablantes que poseen un ínfimo nivel cultural, se realice ese trueque entre el pronombre personal de tercera persona, singular o plural, (se) y el correspondiente a la segunda persona del plural (os). Quizás tal cambio venga producido por la semejanza tanto homófona como homógrafa de aquel pronombre con respecto a los que se utilizan para referirnos a la segunda persona del singular (te), siendo esta la otra forma del modo imperativo[40]. En cuanto a la deixis social, hay que indicar que, será el comprador el que mostrará un tratamiento “de usted” a la vendedora que podría justificarse como producto del reconocimiento de esta como una persona de mayor edad que él y, por otro lado, como persona desconocida o, al menos no de confianza, para él. Lo vemos en el ejemplo: “dem-E”.

 En cambio, la mujer que emite el texto que estamos analizando, se decanta por el tuteo que supone una mayor proximidad con respecto al oyente, de hecho, pocos anuncios publicitarios aparecen con la fórmula de tratamiento: “usted”, decantándose por el uso del “tu” o apostando por la impersonalidad.[41]

Con respecto a la deixis espacial, hay que señalar que, en tanto en cuanto la vendedora está, constantemente, en movimiento, (hay que tener en cuenta que la situación de estaticidad podría, incluso, descender la venta puesto que no supondría captar la atención de todos aquellos receptores que puedan estar por los alrededores), y, por ello, es difícil que pueda anclar su enunciado en una coordenadas espaciales determinadas.

Por último, es patente la indicación  temporal en este texto lo cual no es algo nimio si consideramos que el sorteo se realiza diariamente y que, como sabemos, los cupones no sirven de un día para otro. Además, es frecuente que, el mismo vendedor, a un mismo tiempo, porte cupones que van a ser sorteados en días diferentes, bien es verdad que próximos, pero no intercambiables ni acumulables de un día para otro. La necesidad, pues, de dejar patente para cuándo es la participación hace que, constantemente, se usen adverbios de tiempo como: “hoy”, “e(h)ta noche”, “no pa mañana”. Vemos, por lo tanto, que se alude a un futuro próximo.

Si quisiéramos ejemplificar, en base al texto propuesto, el uso fórico de algunas unidades lingüísticas, creo que sólo podríamos indicar el pronombre numeral cardinal “uno” que utiliza el comprador y que orienta tanto hacia una referencia anterior (anáfora), como posterior (catáfora), puesto que, como hemos mencionado varias veces, el discurso repite los mismos términos alusivos, por tanto, a los mismos referentes.

 

Para ir finalizando con este estudio, vamos a tener en cuenta el fenómeno de la prosodia que supone la atención a los aspectos de tipo melódico, es decir, el conjunto de medios de articulación del discurso como el acento, la acentuación, la entonación, las pausas, la elevación y descenso del tono fundamental; todos los fenómenos que afectan a la duración;  la altura tonal; la energía tonal; las relaciones de duración; la jerarquización dinámica y las diferencias tonales, que se expresan en los sonidos, pero que no son propiedades de los sonidos mismos sino de la palabra, dándose un determinado carácter tonal a todos los sonidos. Así, la prosódica estaría en total conexión con esa rama de la lingüística que estudia los fenómenos que acompañan a las expresiones lingüísticas audibles y visibles, con función psíquico-expresiva, representativa y apelativa, que es la paralingüística.

Según lo dicho, la entonación, en un texto como el que nos ocupa, es de una importancia suprema en tanto que lo que pretende es captar la atención del oyente, no por medio de lo que pueda mostrarle de manera visual, sino que ha de atraer a este mediante el empleo de un reclamo acústico por el que se sienta “seducido”.

Así, uno de los retos que habrá de tener en cuenta el vendedor será, sin duda, la necesidad de usar la variedad tonal de modo que, ante todo, el discurso no se perciba como monótono, aburrido, y de manera que no procure la atención de aquel al que va dirigido.

 De esta forma, nuestra locutora se muestra consciente de ello y no cae en la tendencia monotonal a la que tiende el hablante. Tenemos que tener en cuenta, con respecto a lo que acabamos de comentar, que también, por ejemplo las máquinas tragaperras utilizan un tipo de música que, en tanto que rítmica y cambiante en cuanto a su entonación, atrae mucho más la atención, y que, sobre todo, las personas ludópatas reconocen muy bien constituyendo, de hecho, la captación de dicha melodía un impulso irremediable al juego.

 De este modo no resulta baladí la consideración de las melodías como herramienta de persuasión tal y como vemos en estos ejemplos, o como se puede ver en los anuncios publicitarios, cuyas melodías llegan a tener tanta importancia que, incluso, llegamos a identificar el producto con tal recepción acústica.

 Tengamos en cuenta al respecto, por ejemplo el, ya mencionado, anuncio de la Lotería de Navidad que, con sólo ser oído, y en tanto que, casi, forma parte de nuestros conocimientos del mundo, nos sobra para identificar la época del año en la que estamos y el producto que se anuncia y, hasta tal extremo esto es así, que se ha llegado a decir  que la Navidad se inicia cuando aparece en pantalla el “señor calvo”.

 Centrándonos en  el análisis de la entonación, hay que tener en cuenta dos elementos fundamentales en la producción de la melodía del habla: la entonación y el tonema. El grupo de entonación sería reconocido por Quilis del siguiente modo:

 

 “porción del discurso comprendida entre dos pausas, entre pausa e inflexión del fundamental, entre inflexión del fundamental y pausa, o entre dos inflexiones del fundamental que configuran una unidad sintáctica más o menos larga o compleja (sintagma, cláusula, oración)”.[42]

 Hemos de aclarar que, entendemos como “fundamental”  la magnitud alcanzada por el tono en cada punto de la curva melódica; su unidad de medida en el hercio.

Según lo planteado, la inflexión del fundamental, constituye también un elemento clave en la configuración de la curva melódica. Esta inflexión del fundamental, cuando se produce en posición final del grupo de entonación, se conoce como tonema, tal y como lo consideraría don Tomás Navarro Tomás. [43]

Por lo tanto, en nuestro texto, tal y como hemos visto al realizar la transcripción, se establecería, por ser más frecuente, el tipo sintagmático como grupo tonal (aunque, en ocasiones esté configurado, dicho grupo tonal, por un único término), configurando su inflexión un tonema de tipo ascendente, en tanto en cuanto, la curva melódica que podría trazarse, en cada uno de estos enunciados, seguiría una orientación de elevación, de ascendencia.

Así, considero oportuno que nos hagamos eco de los planteamientos que, en este sentido realiza don Antonio Hidalgo Navarro en un aparatado de la obra de Antonio Briz ¿Cómo se comenta un texto coloquial?, al cual ya hemos hecho referencia con anterioridad y, pudiéndolo localizar en las páginas: 263-284 de la mencionada obra.

De este modo, habría que tener en cuenta el eje paradigmático que nos permitirá identificar y determinar los significados modales a partir de la captación de la entonación del enunciado. Así, y en base al texto que nos ocupa, creo que estamos ante una función de tipo expresiva que don Antonio identifica como “función modal secundaria” reconociendo que, en la conversación coloquial, los valores modales de los enunciados pueden manifestar una gran variedad de alteraciones subjetivas que, en este caso, aparecen determinadas por la intencionalidad del hablante: la persuasión. De este modo si, al aparecer por escrito nuestro texto nos puede llevar a pensar que está compuesto de una serie de enunciados de tipo asertivo, fundamentalmente, y que, por ende, responden a un esquema del grupo tonal rematado por una inflexión descendente, hay que advertir que, tal y como hemos dicho con anterioridad, se dará un tratamiento subjetivo, desde el punto de vista de la entonación, por parte de la vendedora con intención de captar la atención del máximo número de oyentes.

En cuanto al eje sintagmático, creo que el texto que está siendo objeto de nuestro análisis, responde a una función integradora de modo que, el tonema ascendente funciona como instrumento indicador de vínculo informativo, a modo de rama tensiva que, sin embargo, en este caso, no supone la distensión inmediata en la rama que le sigue. Tenemos que advertir que se trata de enunciados breves, esquemáticos, y tan reducidos que, todos ellos finalizan al llegar la curva melódica a un punto climático patente, sin tener espacio suficiente para la reducción de la tensión alcanzada, sino que, de nuevo, la inserción de un nuevo enunciado, grupo tonal, suple el descenso entonativo de aquel.

Tratando, pues, de los aspectos que son estudiados por la mencionada paralingüística, habría que señalar las manifestaciones gestuales o kinésicas que acompañan a la expresión verbal y que no son menos significativas ni secundarias. Bien es verdad que, esta emisión viene dada con pretensión de que sea captada, sobre todo, acústicamente y no tanto de un modo visual lo cual va a ser decisivo para que no se extreme la gesticulación, ni otro tipo de expresiones que pertenecen a la comunicación no verbal, en tanto que no será decisiva. No obstante, hay que mencionar que la vendedora porta los cupones en la mano con intención de ser mostrados y que, continuamente, los va zarandeando de modo que pueda apreciar, aquel receptor que también lo sea visual, la variedad de números que porta.

Habría que añadir, aunque no esté en relación con la expresión oral de la señora, el colorido de los cupones, la iconografía que poseen, el hecho de que, a menudo, utilicen, a modo de ilustración, símbolos que representan: países, comunidades, sellos que pertenecen a diferentes épocas, monedas... en definitiva, representaciones que han hecho historia, que son, más o menos, ilustrativos o identificatorios en nuestro contexto social y que, configuran una serie o grupo de representaciones que van apareciendo de forma seriada, cada día, y que podría constituir, en algunos casos, otro motivo para la adquisición del cupón.

Del mismo modo, en el caso de la tómbola, vemos que uno de los recursos principales que tienen como función principal atraer la atención de los receptores es el uso de una música de fondo que, casi siempre, es música que es actual, ritmosa, de frecuente audición en esa época determinada, de modo que, la percepción de la misma incita a, al menos, acercarnos al lugar de su emisión.

 

 

4. CONCLUSIÓN

 

Para finalizar, haré una serie de precisiones que me parecen adecuadas, a modo de conclusión.

En primer lugar, quiero destacar que, como he intentado dejar patente a lo largo de todo el trabajo, mi pretensión ha sido la de hacer ver cómo también se puede llevar a cabo un análisis textual que rebase los límites de lo estrictamente lingüístico y que, de algún modo, trascienda el típico esquema de comentario que, desde los estudios de primaria nos enseñan basándose, principalmente, en una visión del texto por niveles, descartando toda posible vinculación de dicho ejercicio de exégesis a otros campos como el sociológico, el psicológico y, por ende, olvidando la incidencia de elementos que, sin duda, también forman parte del esquema comunicativo como: el receptor, el contexto, en todas sus dimensiones posibles, o el tipo de canal o soporte que, de hecho, forman parte y llegan, incluso, a determinar el texto que se produce. Del mismo modo, no se puede ver, única y exclusivamente, como objeto de análisis aquello que aparece en texto sin trascender a otros niveles que lo hacen ser así, me refiero con esto a la mínima importancia que se le ha concedido a aspectos como  la enunciación, la intencionalidad del emisor, la determinación que supone el receptor, la gesticulación y demás aspectos paralingüísticos.

De esta forma, también he querido romper con los moldes tradicionales que suponían la promoción, exclusiva, de textos escritos, “modélicos”, desde el punto de vista lingüístico, prototipizados, sin mostrar interés por el verdadero uso del lenguaje, sin prestar atención al manejo que de él hace un hablante concreto, con una intención determinada, pero real, espontáneo, vivo, y, en definitiva, generalizado.

Mi decisión por analizar los textos que intentan vender algo, y más concretamente por vender algo que pueda hacernos cambiar nuestra suerte, me ha seducido porque considero que, en ellos, aparecen entremezclados diversos aspectos de un interés supremo: la psicología del que ha de vender, la psicología del receptor, las estrategias lingüísticas empleadas por aquel, las implicaturas culturales que supone el deseo por un destino mejor, el pensamiento social y de máxima actualidad, la moderna idea de la publicidad... que, en definitiva, supone la conexión de la lengua a nuestra actual civilización, tan moderna como competitiva, tan perspicaz como pícara, en una sociedad que obliga, sobre todo, al deber de sobrevivir, lo cual se ha dado y se dará siempre, del mismo modo que fue, y seguirá siendo, herramienta fundamental, para lograr tal fin, algo que conocemos desde siempre, que forma parte de nuestro ser y que, cada día, se logra especializar más en nuestras necesidades, en base a nuevos conocimientos empíricos. Me refiero, claro está, al lenguaje

Espero, pues, haber hecho realidad todas mis pretensiones en este análisis realizado sobre “los sonidos habituales de la calle”, haciendo ver que la trascendencia de estos llega hasta los ámbitos más estudiados y de más preparación, como es la publicidad televisiva o de la prensa, de modo que se hace ver que, siempre, el pueblo tendrá la palabra y esto será determinante a la hora de intentar ofrecerle cualquier premisa con el fin de una supuesta mejora de su condición de vida.

Así, espero haber mostrado la adecuación de nuestro lenguaje con respecto a la intención persuasora que, sin duda, nos puede hacer llegar hasta donde queramos tal y como reconoce el propio Guzmán de Alfarache en un fragmento en el que nos describe cómo se juntaban todos los pícaros, tanto los que estaban más ejercitados en su actividad picaresca como aquellos que lo estaban menos, para decidir cuáles habrían de ser las estrategias que resultasen más efectivas en su tarea:

“Juntábamos algunos a referir con cuáles exclamaciones nos hallábamos mejor. Estudiábalas de noche, inventábamos modos de bendiciones. Pobre había que sólo vivía de hacerlas y no las vendía, como farsas. Todo era menester para mover los ánimos y volverlos compasivos”[44]

 

5. BIBLIOGRAFÍA CITADA Y CONSULTADA:

 

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           Albaladejo, T., “Algunos aspectos pragmáticos del sistema retórico” en M. Rodríguez Pequeño (comp), Teoría de la literatura. Investigaciones actuales, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1993. y Albadalejo Tomás, “The pragmatic Nature of Discourse-building Rhetorical Operations,en koiné, III, 1993.

            Albaladejo, T., “Polifonía y poliacroasis en la oratoria política. Propuestas para una retórica bajtiniana”. Podemos hallar este artículo en: F. Cortés Gabaudan, G Hinojo Andrés y A. López Eire (eds.), Retórica, Política e Ideología. Desde la Antigüedad hasta nuestros días, Salamanca, LOGO, Vol. III (Ponencias), 2000.

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                     Timoneda,  Sarao, fol.29 en Lírica española de tipo popular editorial Cátedra Letras Hispanas, deudécima edición, 2001.



[1] Cito la obra de este autor que ha constituido el germen de este análisis, haciéndose explícito, en los casos pertinentes, otros trabajos que, de este mismo autor han sido utilizados a lo largo de este estudio. Me refiero a Claves textuales, pragmáticas y sociolingüísticas para el comentario de textos  compuesto de una serie de artículos que podemos encontrar en otras fuentes como: “Problemática metodológica en el análisis de los fenómenos textuales y pragmáticos”,  Anales de la Universidad de Murcia, volumen XLI, 1-2, Facultad de Letras. Curso 1982-83 (edc.1983), págs:299-370 y “Producción lingüístic, usuario lingüístico y teoría del texto”, Anales de la Universidad de Murcia, volumen XLIII, 1-2, Facultad de Letras. Curso 1984-85 (edc.1984), págs:127-171. “Presupuestos teóricos para una Grafémica textual,  Estudios de Lingüística, E.L.U.A. Departamento do Lengua Española, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Alicante, 1, 1983, págs 227-248. “La formación lingüística y gramatical en la didáctica de la Lengua Española,  Anales de Filología Hispánica, Universidad de Murcia, 2, 1986, págs 43-58. Y, por último: “Bosquejo general para el comentario sociolingüístico de textos literarios”, en Estudios de Sociolingüística. Sincronía y diacronía,  de Pilar Díez de Revenga y José María Jiménez Cano (eds), D.M., Murci, 1996, págs 155-183. “Claves sociosemióticas para el análisis de textos ecologistas”, en Estudios de Sociolingüística. Sincronía y diacronía II de Pilar Díez de Revenga y José María Jiménez Cano (eds), D.M., Murcia, 1999, págs 197-218.

[2] Muñoz Garrigós, J. “Historia de las hablas murcianas”, en Historia de la lengua española en América y España, Universidad de Valencia/ Tirant lo Blanch, 1995, pág: 153.

[3] Señalaré de este modo (h) las aspiraciones pertinentes a los textos orales que forman el corpus de este trabajo, a falta de contar con otro procedimiento que pueda ilustrar de un modo más fehaciente tal aspiración.

[4] Antonio Briz. Grupo Val. Es. Co, ¿Cómo se comenta un texto coloquial? Edit Ariel Practicum, Barcelona, 2000, págs:17 y 18.

[5] Me refiero al texto Claves textuales, pragmáticas y sociolingüísticas para el comentario de texto, que se compone de una serie de capítulos y que yo, en este momento, me voy a centrar en el que aparece bajo el título: “Bosquejo general para el comentario sociolingüístico de textos literarios” (capítulo VII) que podemos consultar en Estudios de Sociolingüística. Sincronía y diacronía. De Pilar Díez de Revenga y José María Jiménez Cano (eds.), D.M., Murcia, 1996, págs. 155-183, así como en el capítulo siguiente: “Claves sociosemióticas para el análisis de textos ecológicos” que podremos encontrar en Estudios de Sociolingüística. Sincronía y Diacronía II , de Pilar Díez de Revenga y José María Jiménez Cano (eds.), D.M., Murcia, 1999, 197-218,

[6] Bien es verdad que, el mismo día en que se recogió esta grabación, quise también recoger la manifestación acústica de un hombre que, al igual que esta señora, vendía cupones por el mercado (segunda de las grabaciones que contiene el CD) y bien es verdad que las apelaciones a las mujeres no eran en balde puesto que, al referirse a ellas, las aludía con un piropo, el de “guapa”. He considerado necesaria esta anotación puesto que me parece oportuna si se trata de hablar acerca del sexolecto. En este caso, la ficha técnica a la que respondería esta grabación seguiría los mismas apreciaciones que las que han sido apuntadas para la señora que vende iguales, con las únicas diferencias de que el lugar es el recinto en donde se celebra el mercado, que se trata de un señor, cuya edad es de 45 años y cuyo nivel de estudios se sitúa en “los debidos”

[7] Este interesantísimo artículo lo podemos encontrar vía Internet, respondiendo a la siguiente dirección: www.tonosdigital.com.

[8] Este fragmento, debido a que se le han caído a la señora los cupones cuando se disponía a vendérselos a un señor que se había acercado, se produce entre risas.

[9] Se trata de la obra que responde a la siguiente descripción bibliográfica: Jaeger Werner, Los ideales de la Cultura Griega . Fondo de Cultura Económica. México. 1967, pág 515.

[10] Nos estamos refiriendo a la obra: Hegel, G. W. F. Lecciones Sobre la Historia de la Filosofía. Fondo de Cultura Económica. México. 1985.

[11] Este fragmento ha sido extraído de la siguiente fuente: Llanos, Alfredo. Los Presocráticos y sus fragmentos, (Traducción según la recopilación en griego de Hermann Diels). Juárez, Buenos Aires, 1968, págs. 281-282).

[12] He traído a colación el artículo de este filósofo que obedece al título: “Crítica y defensa de la persuasión. Una epistemología de la Persuasión desde los Sofistas”.

[13] La cita que reproduzco más arriba pertenece a: T. A. Van. Dijk, Texto y contexto. Semántica y pragmática del discurso, Madrid, Cátedra, 1980, pág.266.

[14] Tomás Albaladejo, “Algunos aspectos pragmáticos del sistema retórico” en M. Rodríguez Pequeño (comp), Teoría de la literatura. Investigaciones actuales, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1993, pág. 47-62 y Tomás Albaladejo, “the pragmatic Nature of Discourse-building Rhetorical Operations”, en koiné, III,1993, pág. 5-13.

[15] Tomás Albaladejo, Algunos aspectos pragmáticos del sistema retórico, cit. Pág.52.

[16] La idea de poliacroasis fue adelantada como propuesta por Tomás Albaladejo en su contribución al Congreso sobre la Lengua y los Medios de Comunicación, celebrado en 1995 en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, “ El texto político de escritura periodística: la configuración retórica de su comunicación” que lo podemos encontrar en: J. Garrido Medina (ed.), La lengua y los Medios de Comunicación, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, tomo I, 1999, pág.390-396.

No obstante, este término fue propuesto, por primera vez, en la ponencia de Tomás Albaladejo titulada: “Polifonía y poliacroasis en la oratoria política. Propuestas para una retórica bajtiniana”, pronunciada en el II Congreso Internacional de LOG, Asociación Española de Estudios sobre Lengua, Pensamiento y Cultura Clásica, congreso sobre “Retórica, Política e Ideología. Desde la Antigüedad hasta nuestros días” celebrado en Salamanca en noviembre de 1997. Podemos hallar este artículo en: F. Cortés Gabaudan, G Hinojo Andrés y A. López Eire (eds.), Retórica, Política e Ideología. Desde la Antigüedad hasta nuestros días, Salamanca, LOGO, Vol.III (Ponencias), 2000, pág. 11-21.

[17] Me gustaría hacer una breve apreciación al respecto, teniendo en cuenta que tales consideraciones ya habrían sido tenidas en cuenta por parte de Chaïm Perelman y Lucie Olbrechts- Tyteca en Tratado de la argumentación. La nueva Retórica, Madrid, Gredos, 1989, pág.55.

[18] Tomás Albaladejo Sobre la posición comunicativa del receptor del discurso retórico , en Castilla, Estudios de Literatura,19,1994, pág.9.

[19] F. Chico Rico, Pragmática y construcción literaria. Discurso retórico y discurso narrativo, Alicante, Universidad de Alicante, 1988

[20] Las ideas recogidas de este lingüista tienen como fuente original el artículo “Zur Analyse von Sätzen des Deutschen auf der Unterstufe” de la revista científica Linguistik und Didaktik de Munich.

[21] Los planteamientos de este profesor de la Universidad de Murcia quedan explicitados de una forma más completa en su obra: Estudios sintácticos-semánticos del Español I. La dinámica interoracional edit. Godoy,1982, Murcia.

[22] No hago mención al campo semántico temporal por considerar que tales menciones a “hoy”, “mañana”, “e(h)ta noche”... no tendrían tanto la función de un “anclaje” semántico como de proporcionar un “anclaje” temporal y, por ende, serán tratados como elementos deícticos en el apartado correspondiente.

[23] Personalmente, había creído que tales nombres eran dados porque, quizás, muchos de los compradores no conocían los nombres de nuestro sistema numérico de modo que, por medio de darles tales denominaciones a los números, de un modo consensuado y de la misma forma que se elabora cualquier otro código, tales compradores probaban suerte dejándose llevar por lo que les sugeriría el nombre evocado .

[24] Me gustaría aclarar que intento evitar la alusión a EMISOR /RECEPTOR puesto que tales nociones me parecen más adecuadas para la designación que las de CODIFICADOR/DESCODIFICADOR, en un sentido general, es decir, sin tener en cuenta la visión personalizada que, al tratar de la comunicación humana es necesaria. Considero que las actividades de codificar y descodificar pueden ser llevada a cabo por cualquier aparato maquinizado, hoy día, sin embargo la producción articulada y la interpretación adecuada única y exclusivamente puede ser llevada a cabo por el ser humano. Se trataría, pues, de una diferenciación entre la visión del proceso comunicativo desde el punto de vista de la teoría de los ingenieros de la comunicación o desde el punto de vista lingüístico que es el que a nosotros nos interesa.

[25] Esta grabación responde a la siguiente ficha técnica:

-INVESTIGADOR: María del Mar Gómez Cervantes

-DATOS IDENTIFICADORES DE LA GRABACIÓN: se llevó a cabo el día 15 de Febrero de 2004. Jueves. Día de mercado en Murcia. A las 11 y media de la mañana. La grabación se extiende durante 10 segundos. El lugar es el recinto que está apropiado a la venta del mercado, por lo tanto se trata del centro de Murcia.

-SITUACIÓN COMUNICATIVA: Tema: se trata de la venta de ropa interior femenina, en cuanto al propósito o tenor funcional predominante, hay que decir que es interpersonal, de tono más bien informal y cuyo medio o canal es oral.

-TIPO DE DISCURSO: es un monólogo persuasivo.

 -TÉCNICA DE GRABACIÓN: se trata de captar unos momentos de ese voceo que promociona la venta de productos de lencería íntima femenina. Se trata de una grabación secreta, en tanto que el vendedor no sabe que está siendo grabado y en donde el observador no es participante.

- DESCRIPCIÓN DEL PARTICIPANTE: es un único participante, varón, de 50 años, aproximadamente, y que, por lo que se puede deducir, en tanto que no sabemos ningún tipo de dato personal que hubiese sido ofrecido por él mismo, de bajo nivel cultural.

 

 

[26] La grabación de el fragmento de la tómbola se corresponde con la siguiente ficha técnica:

-INVESTIGADOR: María del Mar Gómez Cervantes

-DATOS IDENTIFICADORES DE LA GRABACIÓN: se llevó a cabo el día 21 de Febrero de 2004.  Sábado. En las fiestas de carnaval. A las 12 y media de la noche. El tiempo de la grabación es de 3 minutos y quince segundos. En cuanto al lugar: se trata de el recinto ferial de Águilas.

-SITUACIÓN COMUNICATIVA: tema: la participación en sorteo de regalos varios. En cuanto al propósito o tenor funcional predominante, es de tipo interpersonal con un tono con más inclinación hacia el extremo de lo informal y cuyo medio o canal es oral.

- TIPO DE DISCURSO: se trata de un monólogo, aunque, bien es verdad, que en algunos momentos parece ser que el feriante establece conversación con alguno de los participantes indicándoles cuál es el funcionamiento del sorteo.

- TÉCNICA DE GRABACIÓN: en la grabación hemos intentado dejar constar un fragmento del discurso, persuasivo, de un feriante. Se trata de una grabación secreta.

- DESCRIPCIÓN DEL PARTICIPANTE: los datos que de el podemos ofrecer han sido obtenidos por deducción, puesto que no pudimos obtener ningún tipo de datos personales que fuesen dados por este. No obstante, podemos decir que es un varón, de, aproximadamente, 29 años, y cuya condición social, considero, no era tan baja como la de los otros emisores aquí referidos.

[27] He empleado el símbolo (...) para mostrar que sólo he transcrito aquellos fragmentos del texto que me han parecido más interesantes y que venían a colación con respecto a lo que estamos estudiando. Por lo tanto, no se puede suponer el mismo rigor en estas dos transcripciones que la primera en tanto en cuanto, en ella nos hemos basado, fundamentalmente, para llevar a cabo este estudio.

[28] Timoneda,  Sarao, fol.29 en Lírica española de tipo popular editorial Cátedra Letras Hispanas, deudécima edición, 2001, pág 76.

[29] Coseriu, E. Principios de semántica estructural, Biblioteca Románica Hispánica, edit: Gredos, 2ª edición, versión española de Marcos Martínez Hernández, Madrid, 1981.

[30] Alvar, M. El español de España. Manual de Dialectología hispánica, Barcelona, Ariel, 1996. En esta obra encontraremos que, la parte dedicada al murciano estaría elaborada por Muñoz Garrigós.

[31] Con respecto a esto me gustaría mencionar cómo el niño, en su adquisición del lenguaje, es decir, en ese proceso evolutivo que supone la adquisición de un sistema de denominaciones y conceptos que abarcan y articulan el mundo, en definitiva, en la ontogénesis lingüística que experimenta con un desarrollo y creciente dominio de todos los procesos que permiten el uso del lenguaje, considero que el niño asume la función representativa del lenguaje por medio de la identidad de los objetos y el conocimiento de las diferentes propiedades de dichos objetos, de manera que, creo, su primera tendencia será al dominio de aquellos sustantivos que designen realidades concretas en tanto que, será por medio de dichos términos por los que este sujeto establecerá los contornos pertinentes a su mundo y conseguirá su estabilización.

[32] Aparece en la revista Tonos Digital, número 3 de Marzo de 2002.

 

[33] De hecho, el día que grabé el texto que estamos analizando, también quise captar las manifestaciones orales que se dan en el mercado que, como cada jueves, estaba montado en Murcia y, para mostrar la concisión que requiere el ejercicio de vocear los productos en venta, había un vendedor que, insistentemente, repetía “a tres, a tres”, se suponen que euros, pero no logré saber cuál era ese producto que, quizás, resultaba barato. Nos referimos a la grabación que, en el CD aparece en cuarto lugar. Responde a la misma ficha técnica a la que hemos aludido con anterioridad, en el caso del ejemplo del vendedor de la ropa interior femenina. Únicamente, cabe distinguir que, en este caso, se trara de la venta de ropa de vestir y que la vendedora (mujer, en esta situación), tiene 29 años y que, según nos dijo, sólo cuenta con estudios primarios

[34] No obstante, también podría considerarse que, al tratarse de la venta de un producto dependiente de un sólo poseedor, y no de una empresa como en el caso del anuncio, por ejemplo de la Coca Cola, y teniendo en cuenta las tasas a las que ascienden la publicidad de un producto, en cualquiera que sea el medio comunicativo, se puede deducir que las posibilidades económicas que se dan en un caso y en otro son bastantes diferentes. Aunque, es curioso el hecho de que, incluso, las esquelas que aparecen en los periódicos, sean más extensas que esos anuncios que, a nivel individual, reproducen la venta de un determinado producto poseído. Se puede deducir que lo que una persona se ahorra en los negocios que lleva a cabo, en vida, se lo gasta, tristemente, para dar noticia de su fallecimiento.

[35] Habernach-Luhmann, “Vorbereitende Bemerdunger zu einer Theorie der kommunikativen Kompetenz” en Theorie der Gesellschaft oder Sozialtechnologie: was leistet dei Systemforschung?, 1971.

[36] Rafael Lapesa, “Sobre dos tipos de subordinación causal” en Estudios ofrecidos a Emilio Alarcos Llorach, Oviedo 1978, pág: 173-205.

[37]  De Beaugrande- Robert Alain y Wolfgrang Ulrich Dressler Introducción a la lingúística del texto, edi: Ariel, edición de 1997, Barcelona.

 

[38] Sumamente representativo, en tanto al aspecto de la presuposición, es el rápido diálogo que se produce entre el comprador y la vendedora y que se resuelve en los siguientes términos: “deme uno”, “¿pa hoy?” en donde se presupone qué se vende, características de lo que se vende...

[39] En concreto, este aspecto de la deixis es tratado por Raquel Martínez Ruiz en la susodicha obra. Tal y como, en la introducción de este manual aparece, Raquel Martínez es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Valencia. Actualmente, trabaja como profesora en la Escuela de Idiomas de Segorbe. Su investigación, según se nos dice en tal lugar, se centra en el estudio de la deixis en el español coloquial.

[40] Además de señalar el uso vulgar que supone el añadir el pronombre SE a la forma del imperativo presente para señalar a la segunda persona del plural (vosotros), hay que tener en cuenta que tal añadido se produce a partir de la forma no personal del verbo infinitivo, haciendo, pues, que diste mucho esta forma con la correcta: “llevaos”. Se hace, pues, evidente el carácter oral y el empleo vulgar que se realiza de la lengua.

[41] Recordemos, a este respecto, conocidos eslóganes como: “porque lo vales”, “si no tomaS DANAO, ¿qué haS desayunao?”...

[42] Quilis, A.y otros “El grupo fónico y el grupo de entonación en español hablado” Revista de Filología Española, 73, 1993, pág 55-64.

[43] Navarro Tomás, T. Manual de pronunciación española, Madrid, CSIC, 1ª ed. de 1919 y Manual de entonación española, Madrid, Guadarrama, 1ª ed. de 1944.

[44] Alemán, Mateo:  Guzmán de Alfarache I. Edición de José María Micó. Edit: Cátedra Letras Hispánicas. Sexta edición. Madrid, 2003