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null La UMU busca obtener extractos a partir de pigmentos naturales con capacidad protectora frente a cáncer y alzheimer

Fuente: La Verdad

El recuerdo al azul del cielo y el mar quizá explique la capacidad sanadora que desde antiguo se atribuye a este color, conectado con la sensación de paz y muy buscado durante siglos para reproducirlo en prendas y pinturas. Pero la investigación que nos ocupa va mucho más allá. Dejando atrás lo que cada tonalidad nos pueda inspirar, los pigmentos naturales también guardan, sin que lo podamos ver a ojo gentil, propiedades de alto valor. El grupo de investigación de la Universidad de Murcia (UMU) en el que trabaja el biólogo Pedro Martínez Rodríguez se ha centrado principalmente en unos denominados betalainas, que son los responsables de los colores amarillo y violeta de plantas comestibles como la quinoa, la remolacha y el higo chumbo, para determinar su capacidad a la enfermedad del alzhéimer. 1

El trabajo, iniciado en marzo de 2022 con el arranque de la tesis doctoral de Martínez Rodríguez y que está previsto que dure cuatro años, «se centra en la caracterización de compuestos naturales bioactivos, es decir, que presentan propiedades beneficiosas para la salud», resume el investigador. El objetivo es obtener esos compuestos a partir de los citados pigmentos naturales, y «además nuestra investigación también abarca la producción biotecnológica de estos compuestos, así como su modificación química y su búsqueda e identificación en otras especies vegetales». De esta manera, asegura, ya han logrado obtener «una amplia batería de compuestos bioactivos, algunos de ellos totalmente novedosos». Ahí es donde se contextualiza «nuestro objetivo principal», que, señala, «es evaluar el papel protector que tienen estos pigmentos frente la enfermedad del alzhéimer».

De momento ya se conoce la actividad protectora de extractos ricos en estos compuestos frente a la grave demencia. Lo que queda por ver es cómo actúan cuando se les administra individualmente. Y el elegido por el grupo de especialista para evidenciarlo es un gusano, el 'Caenorhabditis elegans'. Este microscópico nematodo, como se denomina a la categoría de más de 25.000 especies conocidas de gusanos redondos a la que pertenece nuestra pequeña cobaya (apenas alcanza un milímetro de largo), puede desarrollar distintas enfermedades humanas, incluida el alzhéimer, si se le modifica genéticamente.  1

Crecimiento tumoral

«Los gusanos enfermos de alzhéimer se desorientan y nosotros somos capaces de ver si este fenómeno se revierte cuando les alimentamos con compuestos bioactivos, tanto naturales como modificados». Pedro Martínez revela que en su laboratorio disponen de una gran variedad de estirpes del 'Caenorhabditis elegans' con los que simulan un amplio rango de patologías. Algunos presentan diferentes tipos de tumores, por ejemplo, lo que permite estudiar el efecto protector que les presentan diferentes compuestos contra el cáncer. «Nuestro objetivo es realizar modificaciones en la estructura de estos compuestos y ver si aumenta su actividad frente al crecimiento tumoral en los gusanos».

Por mucho que nos empeñemos en calificar a algunas como tal, un gusano no se parece demasiado a una persona. Y, sin embargo, «a pesar de las diferencias obvias, resulta que esta especie comparte un gran porcentaje de genes con el ser humano (alrededor del 80% de los genes clave), por lo que se considera un modelo ideal para el estudio de enfermedades humanas y sus posibles tratamientos», describe el experto.

«Cómo se organiza la vida»

Martínez Rodríguez se encarga de la producción biotecnológica, a partir de fuente naturales; de caracterizar y modificar los compuestos bioactivos vegetales obtenidos, y de evaluar «sus propiedades promotoras de la salud utilizando estirpes de 'Caenorhabditis elegans'», que se emplea como modelo de enfermedades como los mencionados alzhéimer y cáncer. Todo ello dentro de la iniciativa financiada por la Agencia de Ciencia y Tecnología de la Región de Murcia, la Fundación Séneca, ahora adscrita a la Consejería de Medio Ambiente, Universidades, Investigación y Mar Menor. 400

Hasta este proyecto le ha traído el mismo afán de «poder entender y comprender cómo funciona y se organiza la vida y los seres vivos» que, relata Martínez, «me hizo darme cuenta de que había elegido la carrera correcta». Esa carrera es biología. El investigador confiesa que la inició «sin saber muy bien qué era lo que quería hacer», si elegir 'bata' o 'bota', como acostumbran a decir los estudiantes de esta disciplina para decantarse por el trabajo del laboratorio o el del campo. «A lo largo de la carrera me fui dando cuenta de que lo que me gustaba era el estudio y la explicación de la vida a nivel molecular y de la ilusión que me hacía poder estar algún día investigando cosas relacionadas con eso en un laboratorio». La pandemia de covid-19 y el desarrollo de las primeras vacunas para combatirla, que paradójicamente tanto negacionista ha aflorado, en su caso le llevó afortunadamente a darse cuenta «de la importancia que presenta la investigación biotecnológica en la sociedad, y quise seguir ese camino». Ahora vuelca lo aprendido en un estudio con una misión tan capital como luchar contra algunas de las enfermedades más serias de nuestro tiempo a través de determinados compuestos. «Los pigmentos con los que más estamos trabajando son las betalaínas, y las hay de dos tipos: betaxantinas que son amarillas y betacianinas que son violetas o rojas». Benditos colores.

Un bicho sanador y la máquina del tiempo de vida

El investigador del departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la UMU Pedro Martínez, afirma que su grupo es «pionero en el trabajo con el modelo [de gusano] 'Caenorhabditis elegans' en la Región de Murcia». El especialista presume de la «gran variedad de estirpes» del bicho con las que cuentan, y de sus «instalaciones muy potentes para poder llevar a cabo nuestras investigaciones con los gusanos», como la que ahora están realizando relacionada con la lucha frente al alzhéimer y el cáncer. De entre los útiles de estas instalaciones, «destaca la máquina del tiempo de vida o 'Lifespan machine'». Se trata de una plataforma automática que permite monitorizar la longevidad de miles de gusanos a la vez y observar cómo aumenta o disminuye cuando son sometidos a diferentes tratamientos. Los investigadores son capaces de alargar notablemente la corta vida de estos invertebrados, de apenas dos semanas, alimentándolos con determinados compuestos promotores de la salud, como están haciendo en el proyecto que les ocupa. «Esta plataforma de análisis del tiempo de vida de 'Caenorhabditis elegans' se encuentra únicamente en nuestro laboratorio de la Universidad de Murcia y los de los desarrolladores originales», afirma.

 Pie de foto: 1. Placas suplementadas con pigmentos bioactivos en las que viven los gusanos de la investigación 2.'Lifespan machine' por dentro, con las placas de gusanos. UMU 3. El investigador Pedro Martínez en el laboratorio. UMU