El aire que respiramos, por el Prof. Dr. D. Mariano Gacto, académico numerario

Mariano Gacto 654

Artículo publicado como Columna de la Academia en el Diario La Verdad el 13 de febrero de 2016

Muchos estudios sobre la calidad del aire se basan en determinar la presencia de contaminantes químicos tóxicos, como óxidos de nitrógeno o dióxido de carbono. Estos gases derivan en parte del intenso uso de combustibles fósiles y contribuyen al calentamiento global por su efecto invernadero. Sin embargo, cambios climáticos drásticos ocurrieron en otros períodos de diversas eras geológicas, o durante el fin de las glaciaciones, sugiriendo que las oscilaciones de temperatura pueden deberse también a otras causas. En cualquier caso, esta controversia ha alentado un ferviente ecologismo basado en el control de la calidad química del aire que, aunque interesante, ignora en cambio otros aspectos biológicos a considerar sobre el aire que respiramos.

Un reciente informe de un grupo del departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Murcia concluía que la contaminación del aire en Murcia por gases contaminantes “no es alarmante pero sí preocupante”. No obstante, conviene resaltar que el aire no es solamente una mezcla de gases. Es también una parte de la biosfera que contiene numerosas partículas inertes suspendidas y seres vivos asociados, como virus, esporas y células vegetativas de bacterias y hongos. Muchos microorganismos son componentes naturales del ambiente aéreo, y la determinación de este aeroplancton es un control de calidad sanitaria porque contiene poblaciones potencialmente patógenas o inmunógenas. Las bajas concentraciones de materia orgánica en el aire no favorecen el crecimiento microbiano, pero permiten dilatadas supervivencias. Un humano adulto consume más de 10.000 litros diarios de aire, por lo que el contenido microbiano del aire puede causar infecciones respiratorias y desórdenes en la salud humana.

Empleando colectores automáticos de aire diseñados para retener con eficacia bacterias y hongos suspendidos en volúmenes determinados de aire, nosotros hemos estudiado la evolución anual de las poblaciones aéreas microbianas en diversas zonas urbanas de Murcia, incluyendo ambientes cerrados y abiertos. Teniendo en cuenta varios parámetros como la cantidad de aire inhalado y el valor medio de la contaminación microbiana, puede afirmarse que cada ciudadano incorpora diariamente en Murcia no menos de 5.000 microorganismos por vía aérea. Esto puede ser llamativo, pero tal nivel no está en un rango superior al detectado en el aire de muchas otras ciudades. Afortunadamente, la densidad microbiana detectada corresponde en su mayoría a especies no patógenas o peligrosas de bacterias y de hongos. Por tanto, como nuestros colegas, podemos indicar que la contaminación microbiana del aire de Murcia es preocupante pero no alarmante.