REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


EL  SALUDO  “DIOS  TE  SALVE”

 (ENSAYO  HISTÓRICO-FILOLÓGICO)

Francisco  Gómez Ortín

(Universidad de Murcia)

 

Resumen:

El presente artículo completa otro anterior publicado en la revista Tonos Digital sobre la traducción española del saludo ‘Dios te salve’. Se fundamentan histórica y filológicamente las vicisitudes de esta peculiar traducción y se proponen nuevas soluciones que acaben con este disparate lingüístico y recuperen la intención y el sentido originario de la fórmula salutatoria.

 

Abstract:

The present paper complements another published in the Tonos Digital journal about the Spanish translation of the greeting '¡Dios te salve!'. The vicissitudes of this particular translation are historically and philologically explained and new solutions are proposed in order to finish this linguistic nonsense and to rescue the original intention and sense of the greeting formula.

 

Keywords:
History of translation, false friends, translation errors, Catholic formulae

 

 

Introducción

¿Quién sería el primero que tradujo con la peregrina fórmula “Dios te salve” las palabras iniciales latinas “Ave” y “Salve”, en las oraciones marianas Avemaría y  Salve?  Estoy seguro de que pretendía saludar a la Virgen, recordando el saludo del arcángel. Sin duda quiso decir “Dios te saluda, María”; pero le salió algo tan absurdo como “Dios te salve, María”. ¿Habráse oído mayor disparate que decirle “Dios te salve” a Santa María, Virgen y Madre? El texto evangélico (Luc 1, 28) dice: “Alégrate,  llena de gracia...  María  pensaba cuál sería esa salutación”; pero, es claro que “Dios te salve” no es literalmente ningún  saludo, sino un deseo. Si al menos dijera “Dios te salva”, sería una afirmación certera. Con todo, lo que pasma de verdad es que en cinco siglos nadie haya parado mientes en lo descabellado de tal versión. Si hay alguna persona a quien menos le cuadre la frase optativa “Dios te salve” es precisamente a María, la Madre de Dios, la primera salvada y plenamente llena de gracia divina. ¡Qué digo, cuadre! Deviene casi en  herejía, pues niega o pone en duda nada menos que el dogma de la Inmaculada Concepción, según el cual María fue concebida sin pecado original en el primer instante de su ser natural, es decir, preservada de toda mancha, mediante la redención preventiva de Cristo. Esa perífrasis “Dios te salve”, con intención salutatoria, viene paradójicamente a decir algo muy distinto, rayano casi en ofensa. Y, sin embargo, ahí tenemos incrustada hasta los tuétanos del español católico esa frase “Dios te salve”, que pretendiendo ser un piropo,  resulta casi un insulto o  magno despropósito.

 

Con este atrevido párrafo se abría mi sucinta disertación sobre el “Dios te salve”, la cual, publicada en la revista Tonos Digital de la Universidad de Murcia y aireada por la prensa y radio murcianas, armaría la sabrosa  polvareda de marras. A tan osada conclusión llegué por la vía breve de la pura intuición, atendiendo solamente al significado del verbo salvar. Pues bien, curiosamente, a esa misma conclusión he vuelto a llegar, salvo matices, tras un larguísimo periplo por el vasto océano del léxico castellano, a través del CORDE académico, ese inconmensurable acervo de datos que recoge 410 millones de registros. En él aparece el sintagma “Dios te salve” con vida propia, independiente de las voces “Dios” y “salvar”. Este hecho demuestra que la frase surgió, desde un principio, con un significado especial de saludo, semejante a otras frases salutatorias, en que se nombra a Dios.

Ante todo, he de confesar, en honor a la verdad, que alguien se me adelantó asumiendo la misma controvertida tesis, aunque con escaso bagaje filológico. Por supuesto, yo desconocía  tal escrito, del 8-9-2005,  de cuya existencia en la Red me informó el P. Benjamín Agulló, franciscano, de Valencia. Me alegré de esa coincidencia, pues ya somos dos los que propugnamos la conveniencia del cambio en el texto avemariano. Agradezco a D. Alejandro Jiménez Alonso, de Santander, la cortesía de enviarme su artículo, junto con  las respuestas  pertinentes de varios obispos.  

 

Fórmulas de saludo antiguas y modernas

Los griegos usaban, para el saludo, dos verbos: jáire ‘alégrate’ y hygiáine ‘ten salud’ (la salud produce alegría), los cuales, desgastado su prístino significado directo, habían quedado reducidos a meras fórmulas repetitivas de saludo. Los romanos, a su vez, empleaban indistintamente dos verbos, ave y salve, con valor de “salud, te saludo, sé salvo o sano, buenos días”. El ave se usaba ordinariamente por la mañana, y el salve por la tarde. Cicerón usa  la expresión: “jubeo te salvere” (me alegraré de que estés bien). Asimismo, se utilizaba el verbo vale ‘sé fuerte’ como fórmula  de despedida, muy corriente en las Epístolas de Cicerón. Y Catulo, en un epitafio: “in perpetuum, frater, ave atque vale” (hermano, te saludo y despido para siempre).

Al ser meras fórmulas de saludo el jáire griego o el ave latino del texto evangélico lucano, como tales han sido traducidas en las principales lenguas modernas europeas. La más explícita de todas es el francés: “Je vous salue, Marie, pleine de grace” ‘Yo os saludo, María”. La rara versión alemana también alude a saludo: “Gegrüsst sei Du, Maria” ‘Saludada eres,  Maria”. Por contra, el inglés no necesita expresar el saludo con un verbo, sino que  recurre a una interjección breve y espontánea, como es hail, gemela del alemán heil, equivalentes a hola. Ambos vocablos hail y heil están relacionados con la salud, pues comparten la misma raíz (heal ‘curar’, healthy ‘sano’). En la zona republicana, durante la guerra civil de 1936-39, el saludo obligatorio era “¡salud!”, para evitar la mención explícita o implícita de Dios en las frases hechas: Dios te guarde, buenos días (nos dé Dios), o adiós. Tanto hola, como sus cognados hello, hallo, hail, heil o el francés holà, son afines a la interjección latina heus, ‘eh, oye’. Se trata de una exclamación poligenética, según Corominas, o sea, “de creación expresiva, común a varios idiomas europeos”.

 

El ambiente general de la Edad Media, impregnado de honda religiosidad cristiana, propició que, al trasvasar los saludos latinos ave y salve a los  romances peninsulares, se insertara  el nombre de Dios, tan familiar y sagrado para el cristiano. Desgraciadamente no es posible documentar el momento de la oscura Alta Edad Media en que se compuso el sintagma “Dios te salve”, puesto que el corpus académico CORDE no recoge esa fórmula  antes  del siglo  XIII. Hoy es un enigma  conocer el  cuándo, el dónde y el porqué surgió, en el incipiente romance, el saludo “Dios te salve”, derivado de los saludos latinos Ave y Salve, el cual hubo de formarse, sin duda, en los siglos X-XII. Veamos las diversas fórmulas medievales de saludo, despedida o buen augurio, algunas de ellas todavía vigentes en el habla rústica y familiar: Dios te guarde, a la paz de Dios, vaya Vd. con Dios, quédate con Dios, si Dios quiere, Dios te ampare, Dios te bendiga, Dios vaya contigo, Dios mediante, si Dios quiere, Dios nos libre, adiós, “buenos días (noches o tardes) nos dé Dios”. Este último saludo, en su forma abreviada, se popularizó desde finales del siglo XVI por lo menos, a medida que iba perdiendo vigencia el saludo medieval “Dios te salve”, al que vino a sustituir y desbancar. El Diccionario de Autoridades (1726) recoge ya (con enrevesadas definiciones) estos modernos saludos: “Buenas noches.- Es salutación usada del que de noche entra en alguna pieza, u otro lugar adonde hai otro”; y “Buenos días.- Freqüente y común salutación, con que al que se saluda se le da a entender el deseo de que tenga aquel y otros con felicidades y gustos.” Como testimonio, se aduce este lugar del Guzmán de Alfarache (1599): “En más estiman un beso las manos, falso y mentiroso, que un Dios os dé buenas noches o buenos días”. Asimismo, el lingüista Raimundo de Miguel, en su Nuevo Diccionario latino-español etimológico (3ª ed. Madrid 1871) traduce “Salve” (en Plauto) por ‘Buenos días, tardes, noches, Dios te guarde’, atestiguando así, 1º que, en su época, el sintagma “Dios te salve” era ya sólo un arcaísmo en el lenguaje, 2º que el antiguo saludo “Dios te salve” era sinónimo de “Dios te guarde”, y 3º que su equivalente moderno era “Buenos días”.

 

Documentación  diacrónica de la frase Dios te salve

Yo, por mi cuenta, había rebuscado tres citas medievales del sintagma “Dios te salve”, todas referidas a la Virgen, las que, por cierto, no registra el  CORDE . Helas aquí:

 

1. “Dios te salve, preciosa Reina de gran valía,

esfuerzo e conorte de quien en ti se fía,

a ti viene tu siervo ofrecerte este día

una pequeña prosa, e dice Ave María”.

(Pedro López de Ayala (Vitoria, 1332-1407), Cantiga a la Virgen, en Poesía Mariana Medieval. Antología. Introducción y notas de Joaquín Benito de Lucas. Madrid, Taurus Ediciones, 1968,  62).

 

2.  “Dios te salve, Reina y Madre

del Hijo de Dios sagrado”.

(Lucas de Soria, del siglo XV, Coplas a la Asunción de Nuestra Señora, en Poesía Mariana Medieval, 127)

 

3. “Placentero fue el primero

gozo, Señora, que hubiste;

cuando el vero mensajero

te salvó tú respondiste” (nota, te saludó).

(Alfonso Álvarez de Villasandino (SS. XIV-XV), Cantiga,  en Poesía Mariana Medieval, 69). Texto muy interesante y único en usar el verbo salvar por saludar.

 

Luego, acudí al CORDE, siglas del Corpus Referencial Diacrónico del Español, el cual  me ha henchido la medida. Abruma el ingente cúmulo  de registros que nos proporciona este banco de datos de la R. Academia. Estos son los resultados de mi búsqueda.

Trascribo aquí los textos que mencionan la consabida expresión y que juzgo más significativos por su  especial contexto. Obsérvese cómo, en los textos que a continuación ponemos, el empleo de la fórmula “Dios te salve” es normalmente profano, o sea, no dirigido a la Virgen, lo que prueba que era una mera fórmula vulgar de saludo, sin connotación sacra alguna, de la misma guisa que  hoy serían “hola” o “buenos días”.

 

1. “Descendió la Gloriosa, vino a la posada

do orava el monge, la capiella colgada;

díxoli: “¡Dios te salve!”, la mi alma laçdrada 

por a ti dar confuerto he fecha grant llamada”

“Dueña”, dixo el monge, “si tú eres María,

la que de las tus tetas mamantest’ a Messía,

yo a ti demandava...”

(Gonzalo de Berceo, El duelo de la Virgen (1236-1246), ed. de Germán Orduna, Madrid, Espasa-Calpe, 1992, p. 807). No es el monje el que saluda a la Virgen, sino la Virgen al monje.

 

2. “Dixo la paloma: -El alcaraván me lo dixo. Et la raposa fue a buscarlo, et fallólo parado en pies, et díxole: - Dios te salve, amigo, ¿qué fazes aquí?”

(Anónimo, Calila e Dimna (1251), ed. de Juan Manuel Cacho Blecua y María Jesús Lacarra, Madrid, Castalia, 1993, p. 353). La raposa saluda al alcaraván.

 

3. “E non lo faría, si non porque sé, que aína avré de ser con él. Pues, ¡Dios te salve, fijo, bivo e muerto! Ca buen bivo fuste e buen muerto eres” .

(Anónimo, Bocados de oro (1250), ed. de Mechthild Crombach, Bonn, Seminar der Universität Bonn, 1971, p. 132). Saluda la madre de Alejandro Magno a su hijo muerto.

 

4. “La virgen Calisto, cual ora vio a Jupiter  crovo que verdaderamientre era Diana, e levantós luego de la yerva en que yazié, e recibióla como a señora, e díxol: Dios te salve, deidad mayor que Jupiter mismo, siquier aun óyalo él”.

(Alfonso X, General Estoria,  Primera Parte (c. 1275), ed. de Pedro Sánchez Prieto-Borja, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá de Henares, 2002, 268 V). La doncella Calisto saluda a la diosa Juno. Júpiter convirtió a Calisto en la Osa Mayor.

 

5. “Respuso el dito Juan, cuydando que el judio non diría otras maleças ni blasfemias ni denuestos de sancta Maria,e dixo al judio: El angel entró o ella era, e saludola e dixo: Dios te salve, plena de gracia. El seynor es con tu. Bendeyta serás sobre todas las muyleres

(Anónimo: Documentos judíos notariales (1305), ed. de Fritz Baer, Berlin, Akademie Verlag, 1929, p. 185). El ángel la saludó, diciendo el saludo corriente.

 

6. “Encontré una serrana

vestida de buen bermejo

e buena çinta de lana;

díxele yo ansí: “Dios te salve, hermana”.

Diz: “¿Qué buscas por esta tierra?””.

(Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, Libro de Buen Amor (1330-1343), ed. de Alberto Blecua. Madrid, Cátedra, 1992, p. 246). El arcipreste saluda a una serrana.

 

7. “Le veya sano de los ojos, e tan bien andante. E fue a su posada e díxole: Dios te salve, amigo. E díxole Buena Verdad: “Amigo, bien seas venido”.

(Anónimo, Libro de los gatos (c. 1400), ed. de Bernard Darbord, París, 1984, p. 100).

Un interlocutor saluda a su amigo.

 

8. “Su madre, que era llamada Carmente, era adevina... E quando Evandrus oyó la respuesta que desto le fizo Ercules, luego le saludó e le dixo estas palavras: “Dios te salve, Ercules, fijo de Júpiter””.

(Pero López de Ayala: traducción de las Décadas de Tito Livio (c. 1400), ed. de Curt J. Wittlin. Barcelona, Puvill, 1982, p. 257). Evandrus saluda a Hércules.

 

9. “En las vidas de los Santos Padres se leye que un discipulo de Sant Machario, yendo delante del por un camino, encontró a un saçerdote de los ydolos que llevava un gran madero a cuestas. E díxole el discipulo: - ¿Onde vas, diablo?  El saçerdote con gran saña diole de palancadas que le dexo por muerto. E despues encontrole Sant Machario e dixole -  Dios te salve, labrador. E el dixole: -¿Qué bien viste en mí que asi me saludaste? E rrespondio el viejo Sant Machario: - Vi que trabajavas e non estavas ociosso. E dixo el sacerdote: - En tu salutacion entendi que eras  siervo de Dios poderoso; mas el monje saludome mal, e yo dile feridas”.

(Clemente Sánchez de Vercial, Libro de los exemplos por A.B.C. (1400-1421), ed. de John Esten Keller. Madrid, CSIS, 1961, p. 173). San Macario saluda a un labrador. Nótese cómo se habla de “salutación” ‘saludo’, “el monje saludome mal”.

 

10. “Ninguno non est digno en la tierra de saludar a la Virgen María, sinon aquel que façe  vida e conversaçion de ángel; onde, quando el ángel entró a ella e díxole: “Ave, graçia plena, Dominus tecum” (“Dios te salve, llena de graçia, el Señor es contigo”).

(Anónimo, Un sermonario castellano medieval, (1400 – 1500), ed. de Manuel Ambrosio Sánchez, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1999, p. 17 R).

Se traduce el Ave evangélico por el saludo Dios te salve.

 

11. “(Acathes) el primero que vido la deseada tierra, e non pudo contener con plazer de la vista de la divulgar en bozes de todos oídas: ¡Italia, Italia!, geminándola por afecçion. E fizo advertir a los otros que la mirasen e viesen e plazenteramente la saludasen, diziendo palabras gaudiosas, ansí como “¡Dios te salve, tierra deseada, tierra de nuestros padres e lugar de nuestra folgura!”. Ansí festivaron aquella vision”.

(Enrique de Villena, traducción y glosas de la Eneida, libros I-III (1427-1428), ed. de Pedro M. Cátedra, Madrid, Turner Libros, 1994, p. 815). Véase cómo se habla de saludo; “plazenteramente la saludasen, diziendo palabras gaudiosas, ansí como ¡Dios te salve, tierra deseada!”. Se trata aquí de la figura retórica apóstrofe.

 

12. “Dixe: “Dios te salve, hermana;

aunque vengas d’Aragón,

desta serás castellana”.

Respondióme: “Cavallero,

non penséis que me tenedes””.

(Marqués de Santillana, Íñigo López de Mendoza: Serranillas (1429-1440), ed. de A. Gómez Moreno; Maximilian P. Kerkhof, Barcelona, Planeta, 1988, p. 5). El caballero saluda a una serrana, dándole el tratamiento de hermana, que empleaban los  rústicos.

 

13. “Ansi como fue delante del Rey fincó las rodillas delante del, e díxole: - Señor, Dios te salve, así como Rey a que dan todo buen loor del mundo”

(Pedro de Corral, Crónica del rey don Rodrigo, postrimero rey de los godos (Cronica sarracina) (c. 1430), ed. de James Donal Fogelquist, Madrid, Castalia, 2001, p. I, 205).

Un vasallo saluda al Rey. El mismo saludo se emplea para  reyes y súbditos.

 

14. “E como Sócrates le mirasse, díxole: “Tú assimesmo esfuérçate, e Dios te salve, que nos assimesmo faremos”. E Sócrates, buelto a nos, dixo: “¡Cómo es cortés aqueste honbre!”

(Pero Díaz de Toledo, traducción del Libro llamado Fedrón (sic), de Platón (1445-1447), ed. de Nicholas G. Round, Londres, Támesis, 1993. La expresión aquí podría significar Dios te guarde, más que mero saludo.

 

15. “Mudó el nonbre de Eva como el angel le dixo: “Ave que es Dios te salve sin macula ninguna””.

(Antonio de Villalpando, Razonamiento de las Reales Armas de los Católicos Reyes don Fernando e doña Isabel (c. 1474-1500), ed. de María Teresa Herrera y María Nieves Sánchez, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2000, 129 R).

Aquí Dios te salve podría connotar Dios te proteja o guarde.

 

16. “Entró en la tienda y mandó que le diessen apriessa las armas y el cavallo, porque pensó que otro alguno de los suyos saldría a ensayarse con el cavallero y quería él aver antes la honra que otro la oviesse. Y fue muy aína armado. Y desque estovo encima de su cavallo, fuesse muy aína fazia él y dixo: - Cavallero, assí Dios te salve. Apartémonos yo y tú y si vienes a demandar justa, yo te la daré de grado”.

(Anónimo, Historia de Enrique, fijo de doña Oliva, rey de Jerusalem y emperador de Constantinopla (1498), ed. de Nieves Baranda, Madrid, Turner Libros, 1995). La expresión aquí tiene el sentido de Dios te guarde  

 

17. “Esta es de amar porque  es Madre de Dios; esta es de maravillar, porque es arca e sacrario del Spiritu Santo. Por lo primero dize: Dios te salve, Rreyna de los çielos; por lo 2º dize: “Dios te salve, Alegría de los ángeles; por lo IIIº dize: “Dios te salve, Esperança e Amparo de los pecadores”.

(Anónimo, Sermones de la Real Colegiata de San Isidoro de León (1500), ed. de Pedro Cátedra, Salamanca, Semyr, 2002, p. 154).

Los tres saludos se dirigen a María, connotando admiración y alabanza.

“E saludóla omildosamente como a madre de su Señor, e dixole esta palabra: “Ave María, Dios te salve, Virgen María, llena eres de gracia”” (O. c., p. 166).

El saludo Dios te salve quedaría como fórmula estereotipada  de la traducción Ave.

 

18. “Entrando el ángel a la Virgen dixo: “Ave, gracia plena etc.” ‘Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo’ ”.

(Anónimo, Sermones de Epístolas y Evangelios por todo el año de Fray Ambrosio Montesino (1506- c. 1514), ed. electrónica de María Matesanz del Barrio, Madrid, 1995, p. 202 V).

“Llegó a ella el angel Gabriel, el qual, con el gesto y reverencia que a tan escogida Madre convenía, le dixo. ‘Dios te salve, llena de gracia. Nuestro Señor es contigo’ “.

(O. c.,  distinción III.). La fórmula Dios te salve queda ya consolidada como traducción del Ave latino en el evangelio de Lucas.

 

19. “Sagrada virgen preciosa,

Dios te salve, templo suyo,

¡o virgen maravillosa,

en cuyo vientre reposa

el hijo de Dios y tuyo”.

(Fray Íñigo de Mendoza, Cancionero (1507), ed. Julio Rodríguez Puértolas. Madrid, Espasa-Calpe, 1968, p. 302). El saludo Dios te salve queda consagrado ya a María.

 

20. “De Lope de Sosa porque tañendo el Ave-María, se arrodilló cabe una esclava, que hedía a ajos:

Es la salsa tanto fina

que a todos nos da gran pena,

Dios te salve, Catalina,

de ajos llena:

Y es tu ayre tan corruto,

que diré, pues me hirió,

malaventurado el fruto,

que de tu vientre salió”.

(Anónimo, Cancionero de obras de burlas provocantes a risa (c. 1445-1519), ed. Luis Sánchez. Londres, 1841-1843, p. 131). Lope de Sosa saluda de burlas a Catalina  parodiando el avemaría, y usando el saludo que ya casi solo se aplicaba a María.

 

21. “Algunos hombres son enojosos y burladores, assí como un asno que encontró con un león, y díxole burlándose d’él: ¡Dios te salve, hermano! E rióse d´el”.

(Anónimo, Vida de Ysopo (c. 1520),  ed. de Diego Romero Lucas. Valencia, Universidad de Valencia, 2001, p. fol. XIXV). El asno saluda al león.

Assí dixo el philósopho: - Sepamos d’él qué sabe fazer.  Y vuelto al Ysopo díxole: - Dios te salve, moço. Respondióle Ysopo”.

(O. c., ibid.). El filósofo saluda a Esopo.

 

22. “Los soldados hicieron una corona de espinas y pusiéronla sobre su cabeça, y venían a Él y dezían: “Dios te salve, Rey de los judíos”, y dávanle bofetadas”.

(Francisco de Osuna, Primera parte del Abecedario espiritual (1528), ed. de José Juan Morcillo Pérez. Madrid, Cisneros, 2004, p. CXLIX R). Los soldados saludan a Jesús.

“Judas Escariote venía delante como adalid, y llegóse a Jesú (sic), y besólo diziendo:”Dios te salve, Maestro”. E Jesús díxole: “Amigo, ¿a qué veniste?””

(O. c.,  p. CXLVII R). Judas saluda a Jesús.

 

23. “Pandulfo.- Tía señora, Dios te salve.

Celestina.- Hijo, ¿qué buena venida es ésta?

Pandulfo.- Señora, Felides, mi señor, te embía este manto”.

(Feliciano de Silva, Segunda Celestina (1534), ed. de Consolación Baranda. Madrid, Cátedra, 1988, p. 301). Pandulfo, criado, saluda a la Celestina.

Polandria.- Ora déxate desas burlas, y en despertando mi señora llámanos al jardín; y anda acá, Poncia. Dios te salve, amigo Filínides.

Filínides.- Assí haga a ti, señora Acais”.

(O. c., p. 291).  Poliandra, criada de Celestina, saluda a Filínides. “Así haga a ti, señora Acais”; aquí  “Dios te salve” quiere decir “Dios te guarde”.

Pandulfo.- Allí veo venir a Zambrán; quiero alaballe la carta para estar bien con él, que no será poco buena granjería para esta noche. Dios te salve, hermano Zambrán.

Zambrán.- Vexacá la mano de voxa merxé, xeñor Pandulfox”.

(O. c, p. 165). Pandulfo saluda a Zambrán, ambos criados de Celestina.

 

24. “Aquiles cuando vió a Héctor

d’esta manera ha hablado:

- Dios te salve, fuerte Héctor,

buen caballero esforzado”.

(Pedro de Luján, Coloquios matrimoniales (1550),  ed. Asunción Rallo Gruss, Madrid,

R. Academia Española, 1990, p. I, 317). Aquiles saluda a Héctor.

“Fulgencio.- Paréceme que él forcejea por levantarse a hablarme. Dios te salve, señor Lauream, y te dé próspera vejez.

Lauream.- Ansí haga a ti, señor Fulgencio”. (O. c., p. 269). Fulgencio saluda a Lauream. Se ve cómo Dios te salve se refiere a la salud física, al añadir “te dé próspera vejez”. Lo mismo te dé Dios a ti.

“Julio.- Dios te salve, mi hermano Hipólito.

Hipólito.- Salvo seas, hermano Julio”  (O. c., p. 243). Julio saluda a su hermano Hipólito. El saludo es Dios te salve. Al responder Salvo seas, otra fórmula de saludo se está aludiendo al sentido etimológico de salvar ‘tener salud’.

 

25. “Doroctea, casada y Eulalia, doncella.

Dor.- Dios te salve, hermana Eulalia, y te deje gozar tu fresca y moza y hermosa juventud.

Eul.-  Ese mismo te guarde y prospere, hermana Doroctea”.

(Pedro Hernández de Villaumbrales, Peregrinación de la vida del hombre (1552), ed. Biblioteca Virtual  Cervantes. Alicante, Universidad de Alicante, 2003, p. 67). Se ve clara la sinonimia entre  “salve” de Dios te salve y “guarde”  (ese mismo te guarde).

“Luego llegó Pelio Roseo y con debido catamiento començó de hablar de esta manera contra el juez que en el trono sentado estaba: - Dios te salve, en tu compañía. Porque yo no hierre contra tu merecer, te pido me digas qué oficio ejercitas en este apartado lugar.

Tornándole el juez las saludes, así dijo: - Yo soy juez y hago justicia” (O. c., sin pág.). Pelio saluda al juez.

“Pues como ya Pelio Roseo por verdadero hombre le hubiese reconocido, en esta forma le començó de decir: - Di, hombre, que Dios te salve, desigual y más estraño que los otros hombres en los pensamientos, soledad y hábito, si a ti place, ¿qué haces en este tan apartado y secreto lugar?” (O. c., sin  pág.). Mero saludo.

 

26. “Saluda también esa dulce patria; y como peregrino que la ve aún desde lejos, envíale con los ojos el corazón, diciendo: Dios te salve, dulce patria, tierra de promisión... Dios te salve, madre nuestra, esperanza nuestra, por quien sospiramos”.

(Fray Luis de Granada, Libro de la oración y meditación (1554), ed. Álvaro Huerga. Madrid, Fundación Universitaria Española – Dominicos de Andalucía, 1994, p. 213).

Saludo a la patria, como apóstrofe.

“¡Oh puerta del cielo... lecho florido de la esposa de Salomón! ¡Dios te salve, llaga del costado precioso, que llagas los devotos corazones!” (O. c., p. 99).   

Saludo a la llaga del costado.

“Judas dióles esta señal: A cualquiera que yo besare, prendedle vosotros,  y luego llegándose Jesú, dijo: Dios te salve, Maestro. Y dióle paz en el rostro” (O. c., sin pág.).

Judas saluda a Jesús.

“Hincadas las rodillas burlaban de él diciendo: ¡Dios te salve, rey de los judíos! Y escupiendo en él, tomaban la caña , y heríanle con ella en la cabeza” (O. c., p. 77)

 Saludo burlesco de los soldados a Jesús.

 

27. “Ave María.- Dios te salve, María, llena de gracia. El Señor es contigo. Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fructo de tu vientre, Jesús.

Dios te salve. Esta palabra es la primera que el ángel san Gabriel dixo a la Virgen María cuando le vino con la embaxada, que había de parir al Hijo de Dios, como lo cuenta el evangelista san Lucas. Es modo de saludar”; el cual entre muchas veces que los ángeles aparescieron a los hombres, nunca se halla haberle usado ellos sino sola  ésta. No sin misterio, según ponderan los doctores, pues nunca hubo embaxada tan alta ni de tan gran hecho; y había de quedar después a los hombres por costumbre para honrar a la Madre de Dios. Para que haciéndole esta salutación le pongamos delante aquella primera vez que le fue hecha”.

(Felipe de Meneses, Luz del alma cristiana (1555), ed. Biblioteca Virtual  Miguel de Cervantes. Alicante, Universidad de Alicante, 2003, sin pág.). Para esta fecha, el texto del Avemaría se encuentra perfectamente fijado. El autor ignora el uso antiguo vulgar del saludo Dios te salve.

 

28. “Dios te salve, excelentísima Señora y después de Dios entre los sanctos sanctísima María. Dios te salve, benignísima Madre de misericordia, Dios te salve, reparadora de la gracia y del perdón” (p. 159). “Dios te salve, magnífica sala y resplandesciente palacio del Emperador eterno” (p. 160).

(Fr. Luis de Granada, Manual de diversas oraciones y espirituales ejercicios (ed. ampliada, 1559), publicada por Fr. Justo Cuervo, Madrid, Imp. Hija de Gómez Fuentenebro, 1906). El saludo Dios te salve se usa aquí como apóstrofe a María.

 

29. “¡Oh  puerta del cielo, ventana del paraíso... ¡Dios te salve, llaga del costado precioso, que llagas los devotos  corazones!”

(San Pedro de Alcántara, Tratado de la oración y meditación (c. 1560), ed. de Eduardo Bustamante. Madrid, Rialp, 1999, p. 99). Apóstrofe a la llaga del costado.

 

30. “Tomándole la caña de las manos, heríanle con ella en la cabeza, diciendo: Dios te salve, Rey de los judíos”.

(Fray Luis de Granada, Vita Christi (1561), ed. de Fr. Justo Cuervo. Madrid, Imp. de la Hija de Gómez Fuentenebro, 1906, p. 386). El Salve latino se traduce por Dios te salve.

 

31. “Nunca jamás en toda la vida caya de tu memoria aquel gran siervo de Dios (el gran Casiano), que en todos deciocho años nunca con las orejas exteriores oyó de su maestro esta palabra, Dios te salve: el cual con las interiores cada día oía del Señor, no Dios te salve (que es palabra incierta y de futuro), sino,  ya eres salvo”.

(Fray Luis de Granada, traducción de la Escala Espiritual de S. Juan Clímaco (1562), ed. de Fr. Justo Cuervo. Madrid, Imp. de la Hija de Gómez  Fuentenebro, 1906, p. 218).   

El autor da a entender que Dios te salve, además de saludo, contiene un deseo futuro en el sentido de salvación espiritual.

 

32. “Catilina huyó temiendo tu ingenio y tú pusiste en destierro y condenaste a Marco Antonio. Dios te salve, el primero llamado padre de la patria” (habla de Cicerón).

(Jerónimo de Huerta, traducción de los libros de Historia natural de los animales de Plinio (1599), ed. de R. Academia Española. Madrid, CORDE, 2004, p. fol. 71 V).

El Dios te salve equivale al Salve español, que se usa literariamente como interjección de saludo admirativo o enfático, a veces incluso en tono humorístico.

 

33. “Galalón.- Sálveos Dios, copia dichosa,

tan bella como valiente.

Bernardo.- Dios te salve y te contente.

Marfisa.- ¡Salutación enfadosa!

Sálveme mi brazo a mí,

y conténteme mi fuerza”.

(Miguel de Cervantes Saavedra, Comedia famosa de la casa de los celos y selvas de Ardenia [Ocho comedias y ocho entremeses nuevos] (1615), ed. Florencio Sevilla Arroyo; Antonio Rey Hazas, Alcalá de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 1995, p. 224). Obligado por la medida del verso, el poeta pone “sálveos Dios”, equivalente a “Dios te salve”.  Juega aquí el autor irónicamente con el doble sentido de la frase, el de saludo, ya casi obsoleto, y el de salvación física.

 

34. “Glosa al Ave María.

Ya que con acuerdo santo

vas castigando ladrones

hasta apurar sus bolsones,

de su hechizo o de su encanto

Dios te salve.

Mil castigos intentar

puedes, Felipe divino,

que ya te enseña el camino

y siempre te ha de ayudar

María”.

(Conde Villamediana, Juan de Tassis y Peralta, Poesías (1599-1622), ed. José Francisco Ruiz Casanova, Madrid, Cátedra, 1990, p. 1044). El valor de saludo se va diluyendo , teniendo aquí tiene el sentido figurado de librar de un peligro. Se dirige a Felipe III.

 

35. “La salutación que hizo el ángel San Gabriel a la Virgen Santísima, diciendo: Dios te salve, María. Y la que hace la Iglesia: Dios te salve, Reina y Madre, Dios te salve. Y Juan Yagües, en sus Amantes de Teruel:

Salve, tierra dichosa, do Dios hombre

nació muerto de frío entre animales.

Y Lope de Vega, en el canto quinto de su poema castellana:

Salve, Belén soberana,

casa de pan, en la cual

nació aquel pan celestial

con que el hombre enfermo sana

de la culpa original.

Salve, mil veces dichosa”.

(Bartolomé Jiménez Patón, Elocuencia española en arte (1604-1621), ed. Francisco J. Martín, Barcelona, Puvill, 1993, p. 389). Nótese cómo a principios del siglo XVII la fórmula Dios te salve se aplica ya exclusivamente a María, a diferencia de Salve, que puede emplearse cuando se saluda a otras personas o cosas, a modo de apóstrofe.

 

36. “Dios te salve, María. - ¿ haze mi tía?

Nota al ke no atiende al rrezado.

Dios te salve, Mendo. – No a mí, ke estoi komiendo.

No kiere ke el otro se le pege i le aiude a komer, ke pareze se ofreze a ke le konbide.”

(Gonzalo Correas, Vocabulario de refranes y frases proverbiales (1627), ed. Louis Combet, Institut d’Études  Ibériques de l’Université de Bordeaux, 1967, p. 396).

La frase proverbial primera alude a las frecuentes distracciones del que está rezando avemarías, y a la vez  está pensando en otra cosa.

 

37. “Y entrando el Ángel díxola: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo”.

(Francisco de Quevedo y Villegas, Política de Dios, gobierno de Cristo (1626-1635), ed. James O. Crosby, Madrid, Castalia, 1966, p. 208).

El saludo Dios te salve, a estas alturas, en las primerías del siglo XVII, ya se ha sacralizado, reservándose su uso exclusivo para María.

 

38. “- Dios te salve, Beatriz amiga” (la Virgen María la saluda).

(María de Zayas y Sotomayor, Desengaños amorosos. Parte segunda del Sarao y Entretenimiento honesto (1647-1649), ed. Agustín G. de Amezúa. Madrid, R. Academia Española, 1950, p. 397). La Virgen María saluda a la devota Beatriz.

 

Damos el recuento final de los textos suministrados por el CORDE: De los 38 lugares aquí trascritos, el sintagma “Dios te salve” tiene uso profano o secularizado en 23 textos (números 1, 2, 3, 4, 6, 7, 8, 9, 11, 12, 13, 14, 16, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 30, 32 y 38), frente  a los 13 restantes, que entrañan  valor religioso, aplicado a la Virgen María.

El corpus diacrónico CORDE no contiene ningún texto con “Dios te salve” desde 1664 hasta 1849. Este vacío o laguna viene a confirmar el desuso general en que cayó este saludo desde mediados del siglo XVII, conservando sólo el valor religioso mariano. Avala esta opinión la extraña ausencia total de la frase en el Diccionario de Autoridades, que registra numerosas frases en la voz Dios. A su vez, el saludo “Dios te salve” suena a postizo o arcaico en escritores del siglo XIX. En la novela histórica romántica se vuelve a usar la expresión “Dios te salve”, imitando el lenguaje medieval; tal en la novela Doña Urraca de Castilla (1849), de Navarro Villoslada. Igualmente, durante los siglos XX y  XXI, los literatos  emplean a veces la frase Dios te salve con un tono poético o metafórico, o como saludo solemne, enfático o irónico, pero sin correspondencia alguna con el lenguaje moderno  en ningún nivel de habla.

 

“Toma en sus brazos a una niña de mes y medio, va a la cárcel entre seis y siete de la noche, y al hallarse con su marido, cambiaron de traje, a lo que prestaba la estatura de ambos, y le dijo: “Anda, Dios te salve con mi hija, que yo sufriré gustosa cualquier pena, aunque sea la muerte, con tal que viváis tú y ella””.

(Antonio Pirala, Historia de la guerra civil y de los partidos liberal y carlista. Tomo VI. (1868). Madrid, Turner, 1984). El sentido está claro; se trata de la acepción normal de salvar la vida, no de fórmula de saludo.

 

Interpretación alternativa de Dios te salve

No es creíble que la Iglesia española y el pueblo católico español, defensores a ultranza de la “pía creencia” de la Inmaculada, hubieran adoptado a la ligera la fórmula “Dios te salve”, tan contraria aparentemente a la verdad de la creencia, que España entera juró defender. Hay gran número de textos medievales que sugieren una interpretación distinta.  Recordemos a pari el empleo del inglés save, salvar, guardar, proteger de males o peligros físicos y espirituales, sin excluir la salvación del alma. God save the King (Queen), tiene el sentido claro y obvio de “Dios salve o guarde  al Rey” de todos los males posibles, incluída la condenación.

De igual modo, en castellano, “Dios te salve” querría decir “Dios te guarde y proteja” de cualquier mal, no única y precisamente en el sentido soteriológico de que salve tu alma del pecado,  y  te lleve a la gloria eterna.    

La clave de la confusa frase “Dios te salve” radica en la disemia del verbo salvar (librar de males el cuerpo, y salvar de la condenación el alma). Pero la evolución semántica lo alteró todo, haciendo que la voz salvar, al aplicarse a la Virgen, adquiera un sentido espiritual y que se piense sólo en la salvación espiritual, no en la física. De ahí, que en pleno siglo XXI llegue a escandalizar el “Dios te salve”. No hubiera ocurrido lo mismo si se hubiera preferido adoptar el verbo guardar, en vez de salvar, con valor de proteger.

 

Textos catequéticos y sinodales

No fue, por supuesto S. Juan de Ávila, el Apóstol de Andalucía, el inventor de la traducción “Dios te salve”; pero, por ahora, es el más antiguo autor que la trae en un catecismo: “Doctrina christiana que se canta” (Valencia 1554). Allí siempre aparece “Dios te salve, María”,  y “Dios te salve, Reina y Madre”. Este texto de la Doctrina sería adoptado por los jesuitas, amigos de S. Juan de Ávila, que lo propagaron en sus dos popularísimos catecismos (Astete y Ripalda).

Últimamente, he encontrado dos textos paralelos con el “Dios te salve”, anteriores en un año al catecismo de Juan de Ávila. Se hallan en las actas de los sínodos diocesanos de Oviedo y Astorga, celebrados ambos en 1553. De aquí infiero que la expresión “Dios te salve”, aunque se adelante un año, en realidad debió de gestarse en las postrimerías del siglo XV o en las primerías del XVI, pues la fórmula ya aparece fijada e inmutable, lo que presupone largo espacio de tiempo. Esta hipótesis queda corroborada afortunadamente con mi ultimísimo hallazgo. En las actas del sínodo de Tuy de 1528, aparece también el consabido “Dios te salve”. Por ende, el texto del Ave María hemos de retrotraerlo, necesariamente, un cuarto de siglo al menos, lo que nos acercaría ya al intervalo de tiempo en el que se introdujo “Dios te salve” como fórmula oficial en el Ave María, entre el término a quo (1496) y el término ad quem (1528). Al enderezar mis pesquisas al campo de los sínodos diocesanos, creo haber dado con una pista segura para dilucidar el origen de la rara versión “Dios te salve”. Las Actas de los sínodos son una fuente muy acertada, pues su carácter jurídico hace que recoja las oraciones del catecismo, aprobadas en su forma oficial. Si el sintagma “Dios te salve” se localiza en un lugar tan lejano del noroeste de España, situado en la raya de Portugal, con más razón ha de existir en otras diócesis, cuyas actas sinodales no conocemos. Desgraciadamente, hasta la fecha sólo se han publicado nueve volúmenes de Actas de sínodos españoles, todos los cuales he revisado minuciosamente.

He aquí el texto íntegro del Avemaría y de la Salve, tal como lo recogen las Actas del sínodo del obispado de Tuy (Pontevedra), celebrado en 26-28 de junio de 1528, y presidido por el obispo Diego de Avellaneda: “El Ave María en romance.- Dios te salve, Virgen Santa María, llena de gracia. El Señor es contigo. Bendita eres tú entre las mugeres, y bendicto es el fructo de tu vientre, Jesus. Virgen y madre de Dios, ruega por nos pecadores. Amén” (p. 399). “La Salve en romance.- Dios te salve, Reyna, madre de misericordia: vida, dulçedumbre y esperanza nuestra...” (p. 400) ( Synodicon Hispanum, I. Galicia, preparado por la U. P. de Salamanca.  Madrid, BAC., 1981).

 

El P. Gaspar Astete, SJ. (1537-1601) publica su  Catecismo en 1599. Se popularizó en la mitad norte de España. A su vez, el P. Jerónimo Martínez de Ripalda SJ.  (1535-1618) edita su Catecismo en 1618, difundido por la mitad sur. Estos catecismos pasaron asimismo a Hispanoamérica, donde también arraigó el sintagma “Dios te salve”.

 

Traducciones bíblicas

En la Biblia protestante de Casiodoro de Reina (1569), revisada por Cipriano de Valera (1602): Ave, gratia plena (Lucas), ‘Salve, muy favorecida’; y Ave, Rabbí (Mateo), ‘Salve, Maestro’.

Constantin Rosch, ofmcap. : Ave, gratia plena (Luc), ‘Sei gegrüsst, du Gnaden volle’;  Ave, Rabbí (Mt), ‘Sei gegrüsst, Meister’  (Das Neue Testament, Paderborn  1938).

Louis Segond : Ave, gratia plena (Luc), ‘Je te salue, pleine de grâce’ ; Ave, Rabbí (Mt), ‘Salut, Rabbí’ (Le Nouveau  Testament, Paris 1959).

L. A. Schökel y J. Mateos: Ave, gratia plena (Luc), ‘Alégrate, favorecida’; Ave, Rabbi, (Mt), ‘Salud, Maestro’ (Mt)  (Nueva Biblia Española, Madrid 1975).

Traducción del Nuevo Mundo: Ave, gratia plena (Luc), ‘Buenos días, altamente favorecida’; Ave, Rabbi (Mt), ‘Buenos días, Rabbí’. Aunque la versión de los Testigos de Jehová carece de valor científico, sin embargo, nos sirve para probar que el saludo correspondiente al jaire o ave sería hoy el  ordinario Buenos días, tardes, noches. Por supuesto, en Mt. debería ser lógicamente Buenas noches, no Buenos días.

Repárese en que las versiones modernas de la Biblia, todas suelen traducir: “Alégrate, María”. Que el “jáire” griego era  simple expresión salutatoria, lo evidencia el saludo de Judas, antes del beso al Maestro (“jáire, Rabí”, de Mat 26, 49, traducido “ave” en lat. y “salve” en español), dado que sonaría a cruel sarcasmo decirle que se alegre, cuando lo va a entregar. Era una fórmula estereotipada de saludo, al igual que nosotros cuando decimos “Buenos días”, pese a que haga un tiempo de perros. El “jáire” en este pasaje debió traducirse por el saludo aséptico “Buenas noches”. Huelga, por lo mismo, la nota de la Biblia de Jerusalén, que supone una connotación especial de alegría en María por el mensaje de la Encarnación. La trascendencia del saludo del ángel y la conmoción en María no estriba en la palabra jaire, sino en “llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres”. ¿Por qué la incoherencia de traducir el “jaire” por “alégrate” en  Lucas,  y “salve” en  Mateo, siendo así que en los dos lugares se trata de una fórmula de saludo? Tan sólo la Iglesia evangélica traduce: “Hola, María”.

 

Ya antes de que se introdujera la fórmula “Dios te salve, María” o “Dios te salve, Reina y Madre”, el nombre de ambas oraciones era, y sigue siéndolo,  el respectivo vocablo inicial latino Ave y Salve. Así el confesor dice al penitente: “Rece tres Avemarías y una Salve”. Téngase en cuenta que, en la Edad Media, el clero y los monjes rezaban en latín y el pueblo procuraba unirse a ellos imitándolos. A finales del siglo XV es cuando comienzan a usarse esas oraciones en romance. La invocación “Ave María” parece ser anterior a la expresión “Dios te salve, María”. Berceo, clérigo, escribe: “Cuando Gabriel sabrosamente/ dixo: Ave María” (Milagros de Nuestra Señora).

Por su parte, en las lenguas hispánicas, el gallego y portugués conservan la forma más arrimada al latín. Gallego: “Ave Maria, chea de gracia”, y “Salve, Raiña”. Portugués: “Ave Maria, cheia de graça”, y “Salve, Rainha”. En cambio, la frase “Deu vos salve, Maria”, en catalán y valenciano, tal vez dependa del castellano “Dios te salve”.

 

Texto capital e independiente

Damos aquí la más antigua o primera traducción completa del Ave María y de la Salve, que se halla en la obra, Breve e muy provechosa doctrina y enseñanza que ha de saber y de poner en obra todo cristiano e cristiana. En la qual deven ser enseñados los moçuelos primero que en otra cosa. Ordenóla Fray Hernando de Talavera, primero arzobispo de Granada. Granada 1496:

“Ave María, llena de gracia. El señor contigo. Bendicta tú en las mugeres. Y bendicta tu madre. Y bendito el fruto de tu vientre Iesu”; y “Salve, Reyna de misericordia. Dulçor de vida. Esperanza nuestra, Salve”. Este interesantísimo texto demuestra que, aunque la oración del Avemaría estaba ya muy difundida con el inicio “Dios te salve, María”, no debería tener todavía un carácter oficial unánime, pues de lo contrario la habría  puesto tal cual el sabio fraile jerónimo Fr. Hernando de Talavera (1428-1507).

Es sumamente llamativa esta versión innovadora del Ave María, que parece ignorar (lo que es inverosímil) o contradecir (lo que sería inconcebible) la expresión ya  adoptada general u oficiosamente en España como inicio de la oración avemariana. Yo me alineo con la fórmula del gran arzobispo de Granada, la que abrazo como favorita.

 

Recapitulación

En la evolución semántica del saludo “Dios te salve” hallamos aspectos negativos y positivos. Hay dos puntos negativos, de imposible solución: a) el origen o principio de tal expresión, que puede remontarse a las primerías del romance, y b) la datación de tal saludo como cabeza del texto oficial avemariano.  A su vez, los puntos positivos indagados y documentados son: a) el empleo normal y corriente del saludo “Dios te salve”, aplicado a todo tipo de personas o cosas, desde el siglo XIII ininterrumpidamente hasta promediado el siglo XVII; b) la lexicalización del sintagma “Dios te salve”, cuyo valor era el de una interjección, al estilo de hola; y c) la sacralización del saludo, cuyo uso quedó constreñido a la traducción del texto lucano y al inicio de las oraciones marianas Avemaría y Salve, incluídas en los catecismos, como nos revela la historia de tal saludo. De todo lo cual se desprende que la fórmula “Dios te salve” no tuvo, en un principio, valor sagrado, sino que era un saludo común y generalizado, aplicable a toda clase de personas o cosas, y por ende, a María; tal como se emplean hoy la interjección hola o los saludos ordinarios buenos días o noches. Por último, dentro del siglo XXI, perdido absolutamente el sentido de saludo en la frase “Dios te salve” (que quería simplemente decir Dios te guarde de todo mal), hoy día si se analiza  el verbo salve en tal expresión, ésta se presta a confusión y suena casi a herejía, pues sólo se piensa en la salvación espiritual del alma, lo que aplicado a la Virgen, resulta chirriante e incomprensible, como ya  ha ocurrido al menos con dos personas, una de ellas un servidor. He llegado a esta conclusión inconcusa: Prescindiendo de todo el complejo pasado semántico del saludo “Dios te salve”, se debería retirar tal expresión por confusa y anacrónica, pues el subjuntivo-optativo “salve” hoy indica tan solo un deseo de que Dios salve (le dé la salvación del alma) a la persona a quien nos dirigimos.  

 

¿Tendrá arrestos la Conferencia Episcopal para jubilar esa antigualla venerabilísima, adaptándola al lenguaje del siglo XXI? Bien podría reemplazarse por un saludo más corriente, al estilo de “hola”, o bien, si buscamos algo menos vulgar y estridente, podría ser “Dios te saluda, María”, o mejor, “Dios te guarde, María”, que no tiene en sí connotación soteriológica alguna. Sin embargo, yo me inclino más a que se sustituya por  las originales voces latinas, tan sonoras, Ave y Salve, homologándonos con el italiano (“Ave, Maria, piena de grazia”), con el portugués y con el sobredicho texto castellano de 1496. ¡Qué ocasión se perdió, durante el Concilio Vaticano II, para modernizar aquí el lenguaje, al igual que  se hizo en el Padrenuestro! Si hay gran demanda de cambio, lo estudiaría la Conferencia Episcopal. En caso de que llegara a efectuarse algún cambio, no se descartan las inevitables protestas de integristas o tradicionalistas. Y es que no falla el  adagio castellano medieval: “Mudar costumbre es a par de muerte”. Con todo, no se olvide que la modificación del Padrenuestro apenas suscitó reacción.

 

Post Scriptum.- Cuando se publicó, meses ha, el somero embrión de este ensayo, llegó hasta mí el runrún sardónico de que me había pasado no sé cuantos pueblos. ¡Tate, tate, folloncicos!, ¿conque me pasé veinte pueblos, eh? Y, ¿no se habrán pasado de listos, no ya pueblos, sino regiones enteras, los ignaros zoilos que ni han saludado el CORDE?