Crecer en la adversidad, contra todo pronóstico, es posible gracias a la capacidad de imaginar un mañana distinto. La capacidad creativa forja un modo de ser y estar en el mundo. Este concepto es lo que María García nos plantea en su exposición “Flor en el desierto”: nos perdemos entre las áridas arenas para poder encontrarnos, buscar un espacio de libertad donde poder crear.

Las rosas del desierto son rocas sedimentarias que se forman en los desiertos. Se le da este nombre porque su forma recuerda la de las rosas debido a que los cristales que se generan se agrupan simulando los pétalos de las rosas. "Una flor puede florecer en el desierto "con esta afirmación la diseñadora María García nos sitúa en el mundo.

Ser una rosa en el desierto supone observar el entorno y nutrirse de este, sea cual sea la situación que se nos presente. Entender que cada cambio es una oportunidad de crecimiento y evolución.

Una flor que germina, crece, se transforma, evoluciona dando lugar a un nuevo territorio con identidad propia. El diseño como paisaje de nuestra experiencia. 

Las dunas doradas, las líneas y las formas presentes en las áridas arenas son la fuente de inspiración que la joven diseñadora ha utilizado para crear su colección, recreando formas, movimientos y tonalidades de la tierra desde la salida del sol al ocaso.

Rocío Marín Navarro