De la villa tardorromana de Algezares a la aldea campesina. Poblamiento tardoantiguo y altomedieval en Murcia

En esta exposición pretendemos profundizar, desde el punto de vista arqueológico en el conocimiento de los tipos de hábitat que se dan en la Región de Murcia, entre los siglos VI y VII; una etapa histórica difícil de visualizar o caracterizar arqueológicamente, a pesar de que en las dos últimas décadas se han materializado diversas obras de síntesis que analizan fenómenos tan interesantes como la transformación y abandono de las uillae tardorromanas, la cristianización de las urbes,  las sedes episcopales, el poblamiento rural o  los, nada desdeñables, estudios ceramológicos.

En un intento de simplificación diremos que, entre los siglos VI y VII, los modelos de hábitat, no urbano, que documentamos en Murcia son de tres tipos.

En primer lugar un tipo de hábitat que surge, a partir del siglo V, de la transformación que acontece en las antiguas uillae tardorromanas, en las cuales tanto los espacios señoriales de representación de carácter áulico, como los ámbitos productivos, pierden o abandonan su función inicial, fragmentándose en unidades menores de habitación doméstica o de actividad artesanal, casos éstos representados en el entorno de Murcia por la uilla de Algezares o la Senda de Granada.

De forma sincrónica, al margen de este proceso del cambio que se da en estos establecimientos residenciales, se detecta en el medio rural el progresivo abandono de las áreas clásicas de poblamiento romano y su desplazamiento, bien hacia zonas menos accesibles aunque cerca del llano, bien hacia puntos elevados en la sierra.

El primer caso da lugar a un tipo de hábitat rural ex novo de carácter aldeano, integrado por casas o cabañas de escaso porte junto a áreas productivas y de almacenamiento, con necrópolis muy numerosas en sus inmediaciones, cuya vida, como sucede en Los Villares (Murcia), se prolonga hasta la caída de Carthago Spartaria a manos visigodas (624). En el interior de Murcia, estas agrupaciones rurales –configuradas de forma semejante (cabañas, silos y cementerio)- se crean a partir de este momento perdurando hasta el siglo VIII (Rinconada de Olivares, Jumilla).

En las zonas elevadas los nuevos emplazamientos se caracterizan por su “encastillamiento”,  ocupando atalayas naturales de gran amplitud, en los que se documenta grandes espacios despejados junto a zonas de caserío, defendidos por largos paños de muralla (Coímbra de la Buitrera, Jumilla).

Luis A. García Blázquez

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