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Revista de estudios filológicos
Nº34 Enero 2018 - ISSN 1577-6921
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tritonos

ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE EL USO DE LOS HIPOCORÍSTICOS EN EL RUSO MODERNO Y LA VARIANTE MEXICANA DEL ESPAÑOL

Elena Antonyuk

(HSE, Escuela Superior de Economía, Universidad Nacional de Investigación, Moscú)

lienaru@mail.ru

 

Elena Kárpina

(HSE, Escuela Superior de Economía, Universidad Nacional de Investigación, Moscú)

elenaespan@hotmail.com

 

Fecha de recepción: 28-8-2017 / Fecha de aceptación: 15-12-2017

 

 

RESUMEN:

Este artículo se centra en algunos rasgos específicos de la formación de las derivaciones de los nombres de pila (hipocorísticos) en la lengua rusa y en la variante nacional del español de México. Y en ese contexto, se compara el uso y se analizan algunos de los recursos más frecuentes en el habla de los rusos y los mexicanos.

PALABRAS CLAVE: hipocorístico, antropónimo, aféresis, apócope, síncopa, palatalización, préstamo

ABSTRACT

This article focuses on some specific features of the derivation of first names (hypocoristic) in the Russian language and in the national variant of the Spanish of Mexico. And in that context, we compare the use and analyze some typical and frequent examples in the speech of the Russians and Mexicans.

KEW WORDS: hypocoristic, anthroponym, apheresis, apocope, syncope, palatalization, borrowing

 

1.   INTRODUCCIÓN

 

Desde el siglo XX en algunos países anglosajones (especialmente en los EE.UU y, algo menos, en Reino Unido) se nota cada vez más la tendencia a sustituir el nombre de pila por un hipocorístico no sólo en el lenguaje hablado sino también en el registro oficial: por poner unos casos, Jimmy en lugar de James, Al por Albert, Bobby por Robert. Con bastante frecuencia el nombre hipocorístico, incluso si se trata de un préstamo, se considera principal entre los nombres de pila de los políticos: Tony Blair (en lugar de Anthony Charles Lynton Blair), Bill Clinton (en lugar de William Jefferson Blythe III Clinton), etc. Ni en  Rusia ni en México, ni tampoco en otros países hispanos, la situación ha llegado a ese extremo; sin embargo, ninguna lengua puede prescindir de los hipocorísticos. ¿Cómo definirlos, cuáles son sus funciones?

 

2.   ¿QUÉ SON LOS HIPOCORÍSTICOS?

 

El DRAE registra el término y establece que se refiere al “nombre que, en forma diminutiva, abreviada o infantil, se usa como designación cariñosa, familiar o eufemística, p. ej., Pepe, Charo (http://dle.rae.es/?id=KT69on7, el 25 de julio de 2017, última consulta). Se trata, pues, de nombres propios apelativos (antropónimos apelativos) que connotan carga afectiva.

En el mundo académico ruso e hispano, el tema ha sido tratado por diferentes lingüístas, como Boyd-Bowman (1955), Chichágov (1959), Speránskaya (1969), Goverdóvsky (1979), Shvéitser (1982), Prieto (1992), Espinosa (2001), Suprún (2001), Gutiérrez (2009), Estrada (2014), entre otros. Según Boyd-Bowman, los hipocorísticos son un tipo de deformaciones lingüísticas que se deben al rudimentario sistema fonemático de los niños que aprenden a hablar y a los esfuerzos conscientes que hacen los adultos con la intención cariñosa de imitar ese sistema (1955:337-338). Por lo tanto, se hace claro que los hipocorísticos no son simplemente deformaciones, sino que se relacionan por motivos afectivos con ciertos procesos en la fonología y pueden ser originados intencionadamente por un adulto o por un niño.

 Además de ser definidos como hipocorísicos (Boyd-Bowman, 1955; Estrada, 2014; Espinosa, 2001; Superánskaya, 1969), por mencionar sólo algunos, tienen otras definiciones: seminombre o diminutivo (Chichágov, 1959) o forma familiar de ciertos nombres de pila, especialmente en boca de los niños o de los adultos que imitan su lenguaje (Corominas y  Pascual, 1989).

 

 

 

 

3.   LOS HIPOCORÍSTICOS EN LA LENGUA RUSA

 

          Según las costumbres y cuadros lingüísticos de cada país, el nombre propio de una persona (antropónimo) se compone de uno o varios nombres de pila y de uno o varios apellidos. En Rusia, además del nombre y apellido, forma parte del antropónimo un patronímico, que sustituye el apellido de la madre en la práctica del español,  derivado del nombre de pila del padre, y que se sitúa en medio de ambos como, por ejemplo, Alexandr Seguéevich Pushkin (Alexandr, hijo de Serguéi Púshkin).

Los antropónimos, por su naturaleza, suelen llevar todo tipo de connotaciones. Cabe recordar que el término “connotación” se ubica en la frontera entre la lengua y el habla, entre la lingüística y la extralingüística, incluyendo esta última el aspecto sicológico, cultural, social, étnico (Goverdóvski, 1979).

A nivel del habla, prácticamente todas las formas antroponímicas (completas, hipocorísticas, diminutivas) son afectivas, evaluativas y expresivas. En cuanto a los hipocorísticos y sus formas diminutivas, como derivantes de los antropónimos, estos conllevan una connotación afectiva no solo a nivel del habla, sino también  a nivel lingüístico. Su potencial connotativo crece a lo largo del funcionamiento, siendo parte integrante del cuadro linguocultural de cada país en general, así como de cada situación comunicativa en concreto.

Las situaciones comunicativas informales son “caldo de cultivo” universal para los hipocorísticos. Tanto en el ruso como en la variante mexicana del español en la mayoría de los casos los hipocorísticos se forman a través de la reducción o el truncamiento silábico (aféresis o apócope): Iván - Vania, Petr - Petia, Fedr - Fedia. Sin embargo vale la pena mencionar el hecho de que en ruso, un nombre de pila, mediante transformaciones morfológicas, puede convertirse  en varios hipocorísticos para objetivos del tratamiento informal: Elena: Liena, Aliona; Dmitry: Dima, Mitia; Alexandr/a: Sasha, Shura. Las transformaciones morfológicas posteriores les añaden toques adicionales, que pueden ser cariñosos, afectivos: Dmitry: Dima, Dímochka; Alexandr: Sasha, Sáshen’ka, así como despectivos, peyorativos: Dmitry: Dima, Dimón; Anatoly: Tolia, Tolián.

La presencia del patronímico en los antropónimos rusos -Natalia Ivánovna (hija de Ivan), Elizaveta Petróvna (hija de Piotr)- crea dos fórmulas de tratamiento: la de tres componentes, nombre-patronímico-apellido y la de dos, nombre-patronímico, siendo esta última parte de la etiqueta. Los nombres propios y los patronímicos como apelativos a menudo se someten a reducciones o truncamientos silábicos, creando unas formas hipocorísticas de registro informal bastante específicas:

1)   síncopa: Pal Pálych =  Pavel Pávlovich, Mar’ Ivanna = María Ivánovna;

2)   aféresis+síncopa: San Sánych = Alexandr Alexándrovich.

 

Estas formas también pueden llevar connotaciones tanto afectivas, como despectivas, dependiendo de cada situación comunicativa específica, propias para un ambiente relajado, poco formal o un entorno familiar. Así, Vania /Van’ka (Iván) o Mania / Man’ka (María) se acepta de modo emocional diferente dependiendo del entorno social: en la ciudad dichos hipocorísticos se aplican con sentido despectivo, mientras que en un pueblo/aldea, al contrario llevan un sentido cariñoso y se usan para llamar a niños o a jóvenes.

Las combinaciones de nombre de pila hipocorístico y patronímico completo: Lena (Lénochka) Mijáilovna por Elena Mijáilovna; Natasha Víktorovna por Natalia Víktorovna conllevan una amplia gama de connotaciones afectivas y a veces, burlescas . Según la observación de V. Suprún (2001) en este sentido se podría afirmar que existen preferencias genéricas: las derivaciones hipocorísticas en las fórmulas de tratamiento son más frecuentes para la comunicación femenina.

Algunos hipocorísticos de nombres rusos se usan como nombres de pila en países hispanos. Es el caso de Niurka, derivado de Ana: Niura+sufijo “k” que le confiere una connotación diminutiva-despectiva. Actualmente es un nombre de pila muy popular en Cuba, por ejemplo: Niurka Marcos, cantante cubana; Niurka Nahomy Oliva Villema, deportista cubano-española.

Otros hipocorísticos entraron en la historia como metáforas al denominar objetos materiales. Así, Matrioshka (Matriona) representa un conjunto emblemático de  muñeca rusa, Masha (María) y Alionushka (Elena) son las dos principales protagonistas de los cuentos mágicos rusos.

Es el caso de Katyusha (Yekaterina) para designar los lanzacohetes múltiples, creados en la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial, así como Natasha (Natalia) que fue el nombre de la primera bomba nuclear táctica que apareció en los años 60 del siglo XX. Más tarde, en la década de los 90,  el nombre Natasha se convirtió en apelativo: así llamaban a todas las mujeres turistas de Rusia. Actualmente podemos encontrar el hipo Natasha (y no Natalia) como parte de nombre comercial de varias empresas (Natasha Ahinoa, Natasha S Models S.L., Natasha Investissements S.L., Agropecuaria Natasha S.L., etc.).  

El hipocorístico Tania (Tatiana) también tiene larga trayectoria en América Latina. Por ejemplo, lo usaron como seudónimo  Ana Luciano Divis (1900-1999), cantante y actriz hispano-argentina y Tamara Bunke (1937-1967), guerrillera argentina. En cuanto al hipocorístico Volodia (Vladimir) recordemos que así se llamaba Volodia Teitelboim, político y escritor chileno (1916-2008). Otro hipo es Sasha o Shura (Alexándr/Alexandra), que se usa como el nombre de las famosas deportistas canadienses Sasha Andrews (1983) o Sasha Cárter (1974) y de Sasha Piqué Mebarak (2017), el segundo hijo de Shakira.

 En estos casos los hipocorísticos mencionados tienen forma independiente como tal y oficial y no se asocian con el nombre de pila (Tatiana, Vladimir, Alexandr, Ekaterina, Natalia). Mientras tanto subrayamos que en el ruso moderno en caso de hablar de las personas conocidas de cualquier ámbito siempre se usa el apellido y el nombre completo y nunca el hipocorístico, como por ejemplo, en política tenemos a Vladímir Putin y no Volodia o Vova, Borís Yeltsin y no Boria, Mijaíl Gorbachov y no Misha; Andrei Konchalovski (cine) y no Andriusha, Ivan Bunin (literatura) y no Vania, Serguéi Rajmáninov (música) y no Serioga o Serezha, etc. Este fenómeno se explica por la tradición rusa y su componente cultural de uso de hipocorísticos únicamente en el plano familiar o entre amigos.

 

4.   LOS HIPOCORÍSTICOS  EN LA VARIANTE MEXICANA

 

El español es una lengua plurinacional. En sus variantes nacionales existen diferentes  modos de  transformar los  nombres propios en hipocorísticos. Vamos a centrarnos en algunos, típicos para la variante nacional de México.

Son de gran variedad y número los hipocorísticos en el español corriente o familiar en México entre hablantes de todos los niveles socioculturales. Son muy usuales entre los miembros de una familia, entre amigos, incluso en el entorno laboral, etc. Los nombres propios de personas pueden ser abreviados, igual que en ruso, por apócope, aféresis, síncopa, o por medio de palatalización de fonemas o de imitación de formas extranjeras al formar la mayoría de hipocorísticos para nombrar o dirigirse cariñosamente a una persona dada. Como en la mayoría de las lenguas indoeuropeas  los nombres de pila hispanos, y por tanto también mexicanos, tienen raíces semitas: Jesús, Miguel, José, David, Daniel, Tomás, Jaime (Jacobo), Elías, María, Magdalena, por mencionar sólo algunos. Otros ascienden a sus equivalentes griegos o latinos: Jorge, Nicolás, Elena, Verónica, Catalina, Isabel. Cabe señalar, además, que muchos de los nombres femeninos suelen derivar del epíteto que acompaña el nombre de la Virgen María o de diferentes santas: Dolores, Mercedes, Remedios, Pilar, Generosa, etc.

Igual que en ruso, en el español mexicano para transmitir el sentido afectivo el hablante recurre a la simplificación del nombre de pila, transformándolo en un hipocorístico. El tema de los mecanismos de formación de hipocorísticos en México ya ha sido investigado por  Prieto (1992), Espinosa (2001), Gutiérrez (2009) y Estrada (2014), entre otros estudiosos. Se llevó a cabo la recopilación de hipocorísticos en varias ciudades mexicanas (Estrada, 2014), así como la clasificación de los principales mecanismos formadores de los hipocorísticos (Espinosa, 2001). Se estableció que los mecanismos pueden ser de tipo prosódico, silábico, segmental o morfológico. Uno de los procesos más comunes es la reducción o el truncamiento silábico, cuyo efecto es la supresión de algún sonido al principio o al final de un vocablo, o sea, la aféresis o la apócope:

Ejemplos de aféresis: Octavio = Tavo, Guadalupe = Lupe, Ernestina = Tina, Adolfo = Fito (este último deriva su hipocorístico del diminutivo del nombre original Adolfito);

Ejemplos de apócope: Elena = Ele,  Teresa = Tere, Monserrat = Monse, Cristina = Cristi, Alejandro = Ale, Gumersindo = Gume

          La  /i/ final de los nombres junto con  la apócope o la aféresis enfatizan el sentido cariñoso. Es interesante observar que la terminación  /i/ la presentan, en su mayoría, los nombres femeninos: Noemí = Mimí, Cristina = Cristi, Susana = Susi, Pilar = Pili, Beatriz = Beti, Patricia = Pati, Victoria = Viki.

En algunos casos, los nombres pueden derivar en varios vocablos, suprimiendo en uno la parte inicial y en el otro la final: Clemencia = Mencha o Clemen, Guillermina = Guille o Mina, Fernando = Fer o Nando, Cristina = Cristi o Titi.

La supresión de uno o más sonidos dentro de un vocablo, síncopa, es otra de las formas más comunes de los hipocorísticos.

Ejemplos de síncopa:  Raúl = Rul, Berta = Beta

La mayoría de los hipocorísticos son resultado de la combinación de diferentes procesos: Ofelia y Rafaela coinciden en Fela, pasando por “aféresis” y “síncopa” al mismo tiempo. En algunos casos particulares se han producido varios hipocorísticos a través de estos tres procesos. El nombre Esperanza, según la observación de la lingüísta mexicana M. Espinosa (2001),  “pasa por aféresis y apócope, en consecuencia: Pera (que acepta diminutivo: Perita), este último se  convierte en Pelán y, posteriormente, recupera la última sílaba del nombre original y la palataliza, quedando por fin Pelancha, forma que a su vez sufre nuevamente aféresis y origina Lancha. El nombre de pila Gabriel (y su femenino Gabriela), al perder sus fonemas finales (Gabri), reorganiza su última sílaba (que es poco común en el español) a través de la síncopa, creándose “Gabi y Gabo” (Espinosa, 2001).

La palatalización, analizada en el trabajo de Gutiérrez Santana (2009-2010) es otro proceso muy frecuente en la creación de los hipocorísticos en México, por lo tanto  el sonido /ĉ/ es muy frecuente en los hipocorísticos. La pérdida de sonidos, así como  el proceso de transformación  /f/ > /p/ muchas veces acompañan la palatalización en en este proceso;

Ejemplos de palatalización: Isabel = Chabela, Santiago = Chaco o Chavo, José María = Chema, Rosalía = Chalía, Jesús = Chucho o Chuy, Consuelo = Chelo, Salvador=Chava, Lorenzo=Lencho; Soledad = Chole, Clemencia = Mencha, Gumersindo = Chindo.

La palatalización también puede producirse con la nasal palatal /ň/: Antonio = Toño o alternando  /y/ con  /ň/, como en el caso de  Leonor = Noñó y Noya.

 Otro ejemplo de la palatalizacion es el hipo de Concepción (Concha): el grupo /ción/ palataliza a /ĉa/, también acepta la vocal /i/ en Conchi o en su diminutivo: Conchita.

Las formas de Luis = Güicho. Luisa = Güicha  después de la palatalización  (/s/ a /ĉ/ ),  (Luicho, Luicha) velarizan  la alveolar (/l/) que se transforma en /g/, cosa también muy común en el español de México.

En algunos casos los antropónimos del mismo origen histórico derivan en un solo hipocorístico. Así, los nombres Feliciano y Susano pasan por aféresis y  palatalización coincidiendo en Chano; Josefa y Josefina se someten a apócope derivando en Chepa y Chepina. El nombre de Gregorio quedando como Goyo, pasa por síncope, perdiendo la /r/ y  se palataliza, en este caso en lugar  de / ĉ/ con /y/. Rosario como Chayo presenta el mismo tipo de palatalización.

Los hipocorísticos pueden ser resultado de procesos especiales, únicos: Jesús, uno de los nombres de mayor tradición, crea su hipocorístico a partir de su última sílaba: Chucho y Chuy.

En cuanto al hipocorístico Lalo (Eduardo), la investigadora M. Espinosa  (2001) opina  que podría ser originado por el lenguaje infantil, al igual que  Cuco (Refugio) y Coco (Socorro). Los dos  siguen guardando  relación que tienen con su significado y hacen alusión a “refugiarse”, “retirarse”, “pedir ayuda”.  Cuco y Coco que son sumamente parecidos, siguen aludiendo al sentido de buscar refugio.

En el lenguaje popular mexicano muchos hipocorísticos son préstamos y tienen su equivalente en otro idioma, de preferencia, el inglés.

Ejemplos de préstamos: Miguel = Miky, Daniel = Dany, Carlos = Charly, Alfredo = Fredy.

El fenómeno de elisión de vocal final y la aparición de varios sonidos consonánticos en posición final de la palabra, descrito inicialmente por Boyd-Bowman (1955), fue registrado en Mérida, Yucatán, y sus alrededores. Su origen  podría ser la influencia de la lengua maya.

 Ejemplos de elisión de vocal final:  Fabián = Fabi = Fab, Dolóres = Lola = Lol, Gregorio = Grek, Arturo = Tur.

En Yucatán, el arraigo de la lengua maya que por más de cuatro siglos sigue conviviendo con el español, lo que influye notablemente en ambas lenguas, creando de una parte el dialecto maya, mestizado con numerosos préstamos del español, y de la otra, variaciones de todo género en el español que se habla en la región. Si en el lenguaje de casi todos los pueblos hispanoamericanos se observan muchas voces, así como gran parte de nombres propios de origen indígena adaptados a la fonética y morfología española, en la península de Yucatán por contra se conservan con su pureza original las voces autóctonas mayas incluso refiriéndonos a los hipocorísticos.

Como observó Suárez Molina (1996) dicha influencia se explica por el influjo de las terminaciones mayas. Gracias al elemento fonético y quizás morfológico indígena en algunos casos se formaron hipocorísticos de forma distinta al español por los fonemas que entran en su estructura y por sus finales consonantes. Podemos notarlo, aparte de los arriba mencionados, en tales hipocorísticos como Bernardo = Beluch, Augusto = Cuxo, Graciela = Gach, Lorenzo = Lol, Ernesto = Nex, Enrique = Quiquix, Rafael = Rach, Agustina = Tinuch, Arturo = Turix, Eugenio = Uxo, María =  Maruch, Joaquín = Huach, Gabriel = Gabuch.

En algunas ocasiones, los hipocorísticos de determinadas formas no pueden ser explicados a través de un cambio fonológico. La explicación  hay que buscarla en la historia. Uno de los hipocorísticos más difundidos en todas las variantes de la lengua española, Pepe (José, del hebreo Yosef), según una de las versiones, deriva de las iniciales bíblicas de José como Padre Putativo de Jesús. Sin embargo, es sólo una hipótesis, que necesitaría comprobarse con un estudio más profundo, tanto fonológico como histórico de estas formas. Hace falta encontrar más elementos o indicios que permitan concluir por qué, en español, se establece un signo de igualdad entre José y Pepe.

 

5.   CONCLUSIÓN

 

El tema de los hipocorísticos, dada su difusión últimamente no sólo en el registro familiar, sino también en algunas situaciones del ámbito formal, es muy actual en la lexicografía de la lengua española moderna, por ende en la variante nacional del español de México. En cuanto a la lengua rusa, este tema ha sido tratado mucho menos y, básicamente, como aspecto secundario en los estudios lexicológicos. Al comparar las estructuras de las dos lenguas, se podría decir que  la pérdida de sonidos y la palatalización son los principales recursos para crear los hipocorísticos, aunque falta mucho para sacar conclusiones definitivas y se requieren estudios adicionales. Asimismo, vale destacar que el complejo proceso de la creación y el uso de los hipocorísticos, tanto en Rusia como en México, refleja no sólo las particularidades fonológicas de las dos lenguas, sino también las de la cultura popular e idiosincrasia, siendo parte de su respectivo cuadro lingüístico nacional.

 

6.   BIBLIOGRAFÍA

 

Boyd-Bowman, P. (1955). Cómo obra la fonética infantil en la  formación de los hipocorísticos. Nueva Revista de Filología Hispánica, 9 (4), 337-366.

Corominas, J. & Pascual  J.A. (2008). Breve diccionario crítico etimológico de la lengua castellana (4 ed.). Madrid: Gredos.

Chichágov, V.Yu. (1959).  Iz istorii ruskij imen, ochestv i familii [Sobre la historia de los nombres, patronímicos y apellidos rusos]. Moscú: Uchpedquiz (en ruso).

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Estrada, J. B. (2014). La formación de los hipocorísticos en el español de México. Anuario de Letras. Lingüística y Filología, vol.2, 5-15.   

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Gutiérrez Santana, L. (2009-10). Palatalización en algunos hipocorísticos femeninos de Chile y México. Revista sobre investigación y divulgación sobre los estudios de género, 6. Consultado el 20 de junio del 2017 en http://bvirtual.ucol.mx/descargables/59_palatizacion_hipocoristicos.pdf

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