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Gerónimo Torres Casanova,
Rector de la Universidad Libre de
Murcia
Francisco Javier Díez de Revenga
(Universidad
de Murcia)
Personalidad fundamental en la
historia de la enseñanza universitaria en Murcia es Gerónimo Torres Casanova,
canónigo de
Había nacido Gerónimo Torres en Murcia
en el año 1822, estudió en el Seminario Conciliar de San Fulgencio en el que
obtuvo
Lino
Torres y Camila Casanova tuvieron cuatro
hijos y una hija. Dos de los hijos hicieron carrera eclesiástica: Simón fue
canónigo de la catedral y secretario el Cabildo. Murió antes el Sexenio. El
otro eclesiástico fue Gerónimo. Y a los negocios y a las rentas patrimoniales
se dedicaron Martín, Pablo y Camila. Pablo, casado con Ramona García-Otazo
Clemencín (nieta de un hermano del ministro y estudioso del Quijote, Diego Clemencín Viñas), tendría
tres hijos: Lino, Dolores y Gerónimo Torres García-Otazo. Los dos varones estudiaron
la carrera de Derecho en Madrid y se casaron Lino con Josefa de Parada Díaz, y
Gerónimo con Felisa, que murió pronto sin descendencia, y posteriormente con
Clementina de Parada Díaz, las tres madrileñas y hermanas. A la graduación de
doctorado de sus sobrinos asistía en la capital de España Gerónimo Torres cuando
le sobrevino la muerte de un ataque de aplopejía a los cincuenta y siete años
de edad. Navarro Melenchón, de acuerdo con el testamento que existe en
Protocolos Notariales, informa también que Lino Torres Abad murió el 16 de
octubre de 1868. Gerónimo heredaría por valor de 29.644 escudos, el 96,3 % en
bienes raíces, dos tercios rústicos y solo un 3.7 % en bienes muebles. Lino
Torres había transformado todo su patrimonio mercantil en 1867 en propiedad
territorial. Se puede afirmar por tanto que era una familia muy rica.
Según
los padrones y censos consultados por Navarro Melenchón, en 1873 Gerónimo Torres, ya Deán de
A su muerte, según figura en la
esquela publicada en
Y
lo que no dice la esquela es que también había sido Licenciado en Teología y
Cánones, Canónigo de
Tres son las actividades que
distinguieron la figura de Gerónimo Torres: la eclesiástica, la política y la
académica, y en las tres logró contar con el respeto de sus paisanos, aunque en
las tres no estuvo exento de polémica. Y en las tres llegó al puesto más alto:
en la eclesiástica cuando llego a ser Vicario Capitular Sede Vacante tras la marcha a Valencia del obispo Mariano Barrio,
en junio de 1861 cuando aún no había cumplido los cuarenta años; en la política
como Vicepresidente de la Junta Revolucionaria que se constituyó en la ciudad
de Murcia tras el derrocamiento de la reina Isabel II en septiembre de 1869, en
realidad Presidente efectivo de esa Junta como también lo fue, desde similar
vicepresidencia, de la Junta Revolucionaria de Provincia de Murcia; y en la académica
al desempeñar el cargo de Rector de la recién creada Universidad Libre en 1869.
Vicario capitular Sede Vacante
La
carrera eclesiástica de Gerónimo Torres Casanova es poco conocida hasta la
fecha de 1861 cuando, inesperadamente y en plena juventud, es elegido Vicario
capitular Sede Vacante tras la marcha
de Murcia del obispo Mariano Barrio, elevado al arzobispado de Valencia.
Inesperadamente, porque lo lógico es que hubiera sido elegido Joaquín González
del Castillo, que con el obispo Barrio desempeñaba los cargos de Deán de la
Catedral, Provisor, Vicario General y Gobernador del obispado en las frecuentes
ausencias del prelado titular.
María
José Vilar, en su estudio La polémica
elección en 1861 del clérigo liberal Gerónimo Torres Casanova como Vicario Capitular
y Gobernador Eclesiástico de la Diócesis de Cartagena. Tres cartas inéditas del
Archivo Secreto Vaticano (Littera
Scripta in honorem Prof. Lope Pascual Martínez, Murcia, Universidad de
Murcia, 2002), da cuenta detallada de las circunstancias en que esta elección se
produjo y de las protestas que ante la Nunciatura hicieron los clérigos
disconformes, así como las dudas de la legación vaticana y la confirmación de
su cargo que el sacerdote murciano recibió directamente de la Santa Sede, a
través del ministerio de Estado.
Como señala María José Vilar, el
clérigo había obtenido por oposición su canonjía en la Catedral muy pocos años
antes, en 1858, en plena juventud, a los treinta y seis años. Vilar lo
considera «individuo de despierta inteligencia, amigo de los libros y fácil
comunicador», y señala que «en posesión de una dialéctica fácil y persuasiva, y
con un talante un tanto provocador y arrogante, se hizo temible para sus
contrincantes en el Cabildo, suscitándole enemigos que no dudarían luego en
alegar contra él la ideología liberal del joven clérigo».
El 8 de mayo de 1861 fue su elección
de Vicario Capitular y Gobernador Eclesiástico de la Diócesis por el cabildo
catedralicio y el día 13 Torres lo notificó al Nuncio de Su Santidad. Al no
recibir la habilitación que le correspondía otorgar al Nuncio, le vuelve a
escribir el día 17. No contestaría el representante de la Santa Sede hasta el
día 29 y en esa respuesta le pide algunas informaciones y le indica que se han
presentado alegaciones a su nombramiento. Pero a estas alturas, Torres ya había
recibido, a través del Ministerio de Estado, la correspondiente habilitación
directamente desde la Santa Sede mientras el propio Nuncio considera las alegaciones en términos tan generales que no le es
posible juzgar si son procedentes, por lo que requería también más información
de los alegantes. Torres decide dar por zanjado el asunto y comenzó su gobierno
de la diócesis que no finalizaría hasta el 27 de noviembre de ese año 1861, día
de la toma de posesión del obispo siguiente, el gallego Francisco Landeira, con
el que Gerónimo Torres se entendería de manera distante y fría.
Landeira
nombraría en septiembre de 1862 a González del Castillo nuevamente Provisor, Vicario
General y Juez de Obras Pías y Testamentarias, con lo que el hombre de confianza
del obispo Barrio volvía a serlo del obispo Landeira. En 1871, cuando muere
González del Castillo, Gerónimo Torres lograría promoverse a Deán de la
Catedral, pero las relaciones con el obispo ya estaban muy deterioradas, sobre
todo porque en esas fechas Torres ya había desempeñado o estaba desempeñando
una actividad política muy intensa desde la facción liberal progresista, lo que
sin duda provoca el desdén del obispo, con el que rompe definitivamente en ese 1871,
cuando el prelado nombra a otro canónigo, Fabriciano Cebador, Vicario General y
aparta definitivamente a Gerónimo Torres del gobierno de la diócesis a pesar de
ser el Deán de la Catedral, con el pretexto de que estaba muy ocupado como
Rector de la Universidad Libre.
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Carta de Gerónimo Torres al Nuncio de Su Santidad
de 13 de mayo de 1861 (M. J. Vilar)
Landeira
se retiró a Lorca y allí permaneció hasta su muerte a principios de 1875. Lo
que está claro es que una carrera eclesiástica que pudo ser muy brillante
porque cualidades no le faltaban a Gerónimo Torres, fue arruinada por su
carrera política. María José Vilar lo resume con toda claridad al final de su
trabajo: «Su creciente distanciamiento del obispo, rayano en la ruptura con
ocasión de la revolución septembrina, y su notoria militancia durante el
Sexenio democrático, alejaron toda posibilidad razonable de que pudiera
alcanzar la mitra.»
Licencia firmada por el Vicario
capitular de 22 de mayo de 1861 (M. J. Vilar)
Es muy curioso que, aunque habían
pasado ya bastantes años, el cronista que hace la necrológica de Gerónimo
Torres en La Paz de Murcia, el 4 de
julio de 1879, alude con detalle a esta etapa eclesiástica del finado, y evoca
la polémica que se debió de suscitar en la ciudad por el nombramiento de
Vicario Capitular, que el periodista anónimo atribuye a la juventud de Torres,
cifrada por él, creemos que equivocadamente, en 36 años: «El Sr. Torres desde
que fue ordenado de sacerdote ha ido obteniendo sucesivamente todas las
dignidades eclesiásticas. El Sr. Obispo Barrio, que además de su grandísimo
celo, tuvo un tino especial en aprovecharlo todo en el mejor servicio de su
diócesis, nombró bien pronto al joven abogado y sacerdote, fiscal de su
Tribunal eclesiástico, cargo que desempeñó en circunstancias harto difíciles, a
satisfacción del prelado, y con el prestigio que corresponde a aquel respetable
tribunal. Poco después el Gobierno de S.
M. le propuso para canónigo de esta Iglesia y el Supremo Tribunal de la Rota
Romana le condecoró a su vez nombrándole su Auditor honorario, diploma
distinguidísimo, que son muy pocos los eclesiásticos que llegan a obtenerlo. No
había cumplido aún el Canónigo Torres 36 años, cuando el Sr. Obispo D. Mariano
Barrio, fue promovido al Arzobispado de Valencia, y el Cabildo, teniendo en
cuenta sus dotes de gobierno, lo nombró su Vicario Capitular, Sede Vacante, elección disputadísima, y
que se prestó a muchos comentarios, ya por ser sobradamente joven el Canónigo
sobre que caía la elección, y más principalmente por otra persona dignísima que
tenía entonces el Cabildo de Murcia, y que como Provisor y Vicario General ha
honrado después por muchos años nuestro Tribunal eclesiástico. Díjose entonces
que el Canónigo Torres se había puesto enfrente de su antiguo y respetable
amigo D. Joaquín González del Castillo, que es la persona a quien aludimos,
pero la verdad es que este señor en aquellos momentos no quiso ser elegido,
para evitar disgustos muy graves que en su prudencia no pudo menos de prever:
así lo hemos oído muchas veces a íntimos amigos del Sr. Torres.»
Actividad política
En
su libro sobre Organización social y
sistemas políticos en Murcia durante
En efecto, el diario La Paz de Murcia publicó un suplemento a
su número del 29 de septiembre de 1868 dando a conocer la alocución de la Junta
Revolucionaria de la Ciudad de Murcia dirigida a los murcianos y firmada entre
otros por Gerónimo Torres como Vicepresidente. Tal como publica el mismo
periódico al día siguiente, el 30, «La junta revolucionaria que ayer se
constituyó se compone de los siguientes señores: Marqués de Pinares, Torres (D.
G.), Herrera Forcada, Meseguer (D. S.), Hernández Amores, Lacárcel (D. J.),
Monassot, Nolla Orriols, Aguilar, Poveda, Giménez (D. M.) Sandoval (D. R.),
Ibáñez de Alba, Marín Baldo (D. R.)» Pero en el texto del 29 había más nombres:
como presidente figuraba el Duque de la Victoria; como vicepresidentes, Torres
y Herrera Forcada; y como vocales, además de los ya citados, Restituto
Sandoval, Joaquín Báguena y Pascual
Abellán; y como secretarios, además de los citados Marín Baldo y Nolla, Antonio
Hernández Amores. Es evidente, como hemos adelantado y así se le reconocería
durante años, que quien presidía la Junta Revolucionaria de la capital, y luego
de la provincia, era Gerónimo Torres ya que la presidencia le correspondía al
Duque de la Victoria que no era otro que Espartero, y el otro vicepresidente,
Herrera Forcada era el Gobernador Civil.
Y hay que destacar en el texto de la
alocución de la Junta Revolucionaria algunas frases que hoy estarían de total
actualidad, ya que el texto no puede ser más moderno y avanzado. Pensar que en
1868, entre los propósitos de los revolucionarios, que toman como modelo lo
conseguido por la Constitución de 1812, figuran los que a continuación
reproducimos, da idea de lo avanzado del «pensamiento» de los sublevados: «Murcianos,
confiad en vuestra Junta cuya decisión, lealtad y patriotismo os salvará de
todos los peligros.- El sufragio universal será la piedra angular en que
descanse nuestra regeneración política y social. Usando de él libremente
podréis elegir aquí vuestros administradores y para el Parlamento Soberano que
pronto deberá reunirse, aquellos que os han de representar dando a la nación el
gobierno que ella elija.- Entre tanto os
expondremos nuestro pensamiento en breves palabras.- Respeto a la propiedad
como principio eterno de derecho; amor al trabajo como medio único de bienestar
y felicidad en los pueblos; seguridad personal garantida en la inviolabilidad
del hogar doméstico; orden como requisito indispensable al perfeccionamiento de
todo gobierno; moralidad en las diversas esferas de la administración pública, e
igualdad completa en sus derechos en todos los ciudadanos.- Murcianos, viva la
libertad, viva la soberanía nacional, viva el pueblo y el ejército.»
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Alocución de la Junta Revolucionaria de Murcia de
29 de septiembre de 1869
La Paz de Murcia
del 7 de octubre recoge esta interesante
noticia: «Ayer tarde llegó a esta ciudad el Excmo. Señor Mariscal de Campo D.
Lorenzo Milans del Bosch, gobernador militar de la vecina plaza de Cartagena.
En la estación le esperaban para saludarle varios individuos de la Junta Revolucionaría.
Acompañado del vice-presidenle de la misma D. Gerónimo Torres, del gobernador
de la provincia D. José Herrera y Forcada y de otros señores estuvo a visitar
después el casino y otros edificios.» Y en la edición de la tarde del mismo
día: «La Junta revolucionaria ha hecho en obsequio del señor Milans cuanto es
dable hacer, siendo así que la noticia cierta de su visita a esta ciudad la
tuvo muy pocas horas antes de su llegada. El señor D. Gerónimo Torres, con esa
solicitud de que tantas pruebas tiene dadas, ha acompañado constantemente al
general. La música ha contribuido a amenizar las horas que en Murcia ha pasado.»
Milans del Bosch sería inmediatamente trasladado a Madrid y nombrado segundo cabo
del capitán general de Castilla la Nueva, gobernador militar de Madrid y comandante
general de la provincia por su amigo, el ministro de la Guerra Juan Prim, de lo
que da cuenta La Paz con alborozo el
17 de octubre.
Pero
más curioso aún es el suelto que aparece en La
Paz el 11 de octubre: «Hasta los más encarnizados enemigos del partido
liberal han convenido en que la figura más distinguida de la revolución en este
país ha sido don Gerónimo Torres. El que sea buen murciano no podrá olvidar nunca
los servicios prestados por este distinguido patricio a la causa del orden en
los difíciles y críticos momentos por que hemos atravesado. Cuatro días dando
empleos le han gastado más que treinta años de vida pública. ¡Qué gangrena
lleva consigo la cuestión de destinos, que así esteriliza y mata las más puras
reputaciones!».
El
13 de octubre se constituye la Junta Provincial Revolucionaria con los mismos
presidente y vicepresidentes (Torres y el Gobernador Civil). Lo dice el Boletín Oficial de la Junta Provincial Revolucionaria
publicado en los días inmediatos. Y con referencia a la actividad partidaria,
también hay noticias en la prensa de esas semanas: el 27 de noviembre La Paz da cuenta de la aprobación de la
candidatura para dirigir el Partido Progresista, encabezada por su presidente
Gerónimo Torres. Y la prensa no ahorra elogios hacia su persona, como lo hace La Paz del 24 de octubre, cuando relata
la celebración de un banquete en honor de los que han hecho la revolución: «Ahí
estaba un sacerdote, que casi dotado de la ubicuidad, y revestido de su sotana
que aun cuando no es hipócrita siempre es respetable, supo en los días
turbulentos de la revolución, contener al pueblo murciano que ávido esperaba la
hora de romper sus cadenas. A él se debe que en Murcia no haya sido sangrienta
la conquista de la libertad; y grande es el hombre cuya voz contiene a un
pueblo. Rico y ocupando una elevada dignidad en la jerarquía eclesiástica, no
se comprende, que, sin un amor intenso a la causa del pueblo, hubiera expuesto
tan resueltamente sus intereses y su vida. Ya sabéis todos quien es; pero ¿por
qué no he de decir su nombre cuando ha
de pasar a nuestros hijos en las gloriosas páginas de la historia de la
libertad? Es ¡D. Gerónimo Torres!»
Coincide
esta manifestación con lo que escribe el anónimo autor del obituario que La Paz le dedica el día 4 de julio de
1879: «Cuando vino la revolución del 68 el Sr. Torres pudo hacer o hizo
efectivamente a Murcia incalculables beneficios. Asustaba lo que podía hacer, o
hasta donde podía llegar aquella revolución, que no tenía ejemplar en nuestra
historia; muchos tenían confianza en los hombres que la dirigían; los que
estaban al frente de ella en esta localidad eran honrados y buenos; pero no
siempre los hombres tienen espaldas para contener las iras populares cuando se
desbaratan. En aquellos supremos momentos de verdadero apuro, Murcia entera
puso sus miradas en el Canónigo Torres; tenía verdaderas simpatías en este
pueblo; había socorrido a los pobres; había favorecido a los necesitados; había
sido pública y privadamente el paño de lágrimas de muchas amarguras; había
hecho bien a todos; había sido toda su vida un hombre verdaderamente generoso y
amigo de hacer el bien, y en él se fijaron las gentes pacíficas, y le
suplicaron se colocase al frente de aquel movimiento para contener a los
impacientes, y evitar esos terribles desórdenes que por desgracia, suelen ser
tan frecuentes en estos casos. No seremos nosotros los que digamos lo que hizo
el Canónigo Torres en aquellas circunstancias. En Murcia no hubo que lamentar
una desgracia personal; ni un insulto, ni un atropello; y con su actividad, y
con su prestigio, y con sus amigos y con su propia fortuna, que por cierto
quedó entonces muy mermada, fue una verdadera providencia para el pueblo.»
|
Candidatura de Gerónimo Torres para Diputado a
Cortes (1 de enero de 1870)
De
acuerdo con la información que facilita el Índice Histórico de Diputados del
Congreso, Gerónimo Torres Casanova fue, en efecto, diputado, en dos
legislaturas. En las elecciones parciales de 23 de enero de 1870 resultó
elegido para la Legislatura 1869-1871 por la circunscripción de Murcia,
Distrito de Murcia. Sustituyó en el escaño a José Echegaray Eizaguirre. Obtuvo
5.568 votos frente a su oponente republicano que obtuvo 1.154. Fecha de alta 10
de febrero de 1870. En las elecciones triunfó el Partido Progresista con 159
diputados, seguido de la Unión Liberal y el Partido Republicano Federal con 69
escaños y del Partido Demócrata con 20. Los isabelinos y los carlistas apenas
alcanzaron representación en la cámara.
Esas
Cortes proclamaron una nueva Constitución y designaron a Amadeo de Saboya Rey
de España por mayoría absoluta el 16 de noviembre de 1870. El presidente del
Gobierno, el general Juan Prim, fue el encargado de proponer su candidatura por
su carácter católico y progresista. Los progresistas dominaban el Congreso de
los Diputados con 159 escaños, el 45% de la Cámara, en alianza con los
unionistas. Fecha de baja: 2 de enero de 1871.
En
las elecciones para Legislatura 1872-1873 de 2 de abril de 1872 fue elegido por
la misma circunscripción y distrito de Murcia. Votantes: 3.661, votos
obtenidos: 3.142. Fecha de baja: 22 de marzo de 1873.
El Rector Torres Casanova y
La
creación de
Y
fue en septiembre de 1869 cuando en las correspondientes sesiones de
|
Muceta de Rector de Gerónimo Torres (Luis Pescador,
Madrid) Colección particular
Los
estudios que
Aun
así, cuatro cursos de actividad y uno final marcaron la existencia de un centro
de gran importancia, en que hay que destacar fechas significativas como la de
la expedición de títulos de Doctor e investidura en acto público, lo que logró
conseguirse a pesar de las dificultades legales.
Contó
Sabemos
que uno de los problemas planteados a
Documento firmado por el Rector de la Universidad
Libre de 24 de abril de 1870 (C. Ruiz Abellán)
Tampoco
fue buena la situación presupuestaria de
De
las actividades desarrolladas por
Se
ha señalado que la causa de la extinción de
Edificio del Instituto
Provincial de Segunda Enseñanza
donde se estableció la
Universidad Libre
Con
las condiciones planteadas en
Y
el cronista anónimo que redactará en 1879 para La Paz de Murcia la necrológica del Rector, recordará con emoción
que en realidad fue el alma de la institución desde el mismo momento en que se
ideó: «Desde aquel
instante ya no pensó en otra cosa: buscó local; invitó a las personas que por
sus cualidades especiales pudieran estudiar y dar forma al pensamiento:
organizó un claustro de profesores, que en aquella ocasión pudo honrar el
establecimiento más antiguo y mejor acreditado; estimuló el patriotismo de
todos para que trabajasen mucho a pesar do lo exiguo de las retribuciones; y
Murcia tuvo una Universidad literaria, que no la pudieron matar los celos o la
rivalidad de las escuelas oficiales, pero que debió caer y cayó efectivamente
bajo la pesadumbre de una legislación, buena sin duda, pero que mejor meditada,
no debió ser aplicable para Murcia. Nuestra Universidad tenía vida propia: no
necesitaba recursos del Estado: de ella han salido jóvenes brillantísimos, que
serán siempre la honra y el orgullo de nuestra malograda escuela. Por la
posición topográfica de Murcia, por los institutos y establecimientos de
segunda enseñanza que tiene a su alrededor, por la importancia de esta capital,
y por otras circunstancias, que no son del caso enumerar, Murcia debía tener una
Universidad literaria mejor que Oviedo, que Salamanca, y que otros pueblos que
apenas tienen alumnos que se inscriban en sus clases. ¡Honor, pues, a su primer
Rector y fundador el Excmo. Sr. D. Gerónimo Torres!»
Final
Poco
sabemos de Gerónimo Torres a partir de 1874 y la prensa local apenas lo menciona.
Tan sólo La Paz de 25 de enero de
1875 lo sitúa en Madrid a donde asistía con otros murcianos que son citados
(Gonzalo Baños, Abellán Medina, Sandoval, los Corvalanes, Pardo, Andrés
Almansa, Ernesto Castillo, los Marín Baldos, Villasante, Rivera, Valero, los
Fontes, D. Primitivo Vergara, González Conde, José Gómez, Clemencín, Montiel,
Salván, Alix, Donato Carrillo, D. Gerónimo Torres, Fuentes, Cuartero…) a las celebraciones
en honor de Alfonso XII que tenían lugar en la villa y corte por su entrada en la
ciudad como rey el 14 de enero de aquel año. En diciembre de 1877 participa
como miembro de la Junta para la distribución de ayudas económicas para los
damnificados en las recientes inundaciones (La
Paz, 12 de diciembre) y en febrero de 1878 sabemos que toma posesión del
obispado en nombre de nuevo obispo Diego Mariano Alguacil, que hará su entrada
en la ciudad en los días siguientes (La
Paz, 6 de febrero). Y, por último, La
Paz de 3 de diciembre informa de que
ha sido nombrado Vicepresidente de la Comisión Provincial dela Cruz Roja en
Murcia.
Los
periódicos murcianos dieron cuenta inmediatamente de la muerte de Gerónimo
Torres, tan pronto recibieron la noticia por telégrafo desde Madrid, tal como
lo relata La Paz del día 2 de julio:
«La noticia de su pérdida, ocurrida en Madrid, se extendió ayer con suma
rapidez, con tanta como el telégrafo la comunicó, causando gran sentimiento,
pues era un hombre de gran valía y a quien Murcia debe mucho y no podrá
olvidar.» Y el mismo día 2, El Diario de
Murcia le dedica una necrológica extensa en la que destaca su labor en los
días de la Revolución de septiembre: «En el momento de saberlo, se nos vinieron
a la imaginación aquellos días inolvidables del mes de Setiembre de 1868,
cuando el sacerdote murciano era llevado en triunfo en medio del pueblo por las
calles de esta ciudad, cuando su nombre era vitoreado mil y mil veces a los
acordes de los himnos populares, cuando presidía aquella Junta Revolucionaria,
y cuando con su respetabilidad se imponía a los díscolos y evitaba las
colisiones y desgracias que todo el mundo esperaba en aquellos memorables días.
Pertenecía el Sr. D. Gerónimo Torres y Casanova, Deán de la Santa Iglesia
Catedral de Murcia, a aquella raza de viejos liberales, que en su vida política
habían sabido hermanar el amor más profundo por la religión y el culto más
sagrado por la libertad. Era de aquellos honrados liberales que habían recibido
como en precioso legado, para comunicarlo a las generaciones venideras, la savia
vivífica de aquellos gigantes del año 12, patriarcas de la libertad y del
régimen constitucional.»
|
La Paz de
Murcia, 14 de julio de 1879
El
4 de julio será La Paz la que le
dedique una extensa necrológica, de la que algún fragmento ya hemos
reproducido, en la que valora todos sus aciertos en las tres facetas de su vida
que le distinguieron, y destaca por último su carácter como hombre de acción:
«El Sr. Torres era uno de esos caracteres que necesitan estudiarse, porque real
y verdaderamente no se comprenden a primera vista. Tímido al parecer, sabía
arrostrar todos los peligros con ánimo sereno en los momentos más difíciles y
apurados; sin que le podamos llamar un genio, tenía ese talento práctico no
solo para ver el fondo de las cosas, sino para ver en ellas todo lo que hay, y
verlas tales y como son: su entendimiento no se alucinaba nunca: huía del
optimismo y del pesimismo, como vicios incapaces de producir nada bueno.
Tolerante con todos, a todos escuchaba, y rara vez les quitaba la razón; pero
cuando llegaba el momento de obrar, su voluntad era inquebrantable a pesar de
todos los obstáculos y de todas las contrariedades.»
Y por último, será El Diario de Murcia el que haga la
crónica del funeral con la habitual y detallada enumeración de los asistentes:
Gobernador Civil, Presidente de la Diputación, Alcalde de Murcia, miembros del
Cabildo Catedral, sacerdotes y numerosas personalidades de la vida pública local,
aunque una nota final de esta crónica no ha de sorprender ni siquiera en su
sugerente redacción: «El señor Obispo no pudo asistir al acto fúnebre, porque
según nos dijeron estaba un poco indispuesto.» Se trataba del nuevo obispo de
Cartagena desde 1876, el conservador Diego Mariano Alguacil Rodríguez, que en
su etapa de obispo de Vitoria, en 1871, había sido senador carlista. «Algo
indispuesto», en efecto, debía de estar el obispo cuando no pudo asistir al
funeral por el alma de quien tanto había luchado por Murcia y por la libertad.