estudios
ARGUMENTACIÓN, (DES)CORTESÍA Y
GÉNERO EN EL DISCURSO PARLAMENTARIO
Catalina Fuentes Rodríguez
(Universidad
de Sevilla. España)
RESUMEN:
En el
presente artículo se analiza el discurso parlamentario, concretamente las
preguntas orales, para comprobar los recursos argumentativos que utilizan tanto
los miembros del gobierno como de la oposición y si la variable sexo es un
factor determinante en sus intervenciones. La investigación demuestra que
mujeres y hombres recurren a los mismos procedimientos en aras a construir una
imagen que depende de su rol en el intercambio parlamentario: si pertenecen a
la oposición recurren a una estrategia de ataque y si pertenecen al gobierno
utilizan mecanismos más corteses o atenuados para proyectar una imagen
colaborativa.
Palabras
clave: discurso
parlamentario, argumentación, (des)cortesía, género
ABSTRACT:
The present paper analyzes the parliamentary
discourse, in particular the oral questions, in order to check the argumentative
resources used by the members of the government and by the opposition and to
determine if the sex of them have influence in their speech. The research shows
that men and women use the same procedures in order to build a face which
depends of their role in the parliamentary interaction. If they are in the
opposition group they use an attack strategy. The members of the government use
polite or attenuated mechanisms so that they can project a more collaborative
face.
Key-words: parliamentary
discourse, argumentation, (im)politeness, genre.
1.INTRODUCCIÓN
En el
acercamiento al lenguaje parlamentario las corrientes más fructíferas han sido
el Análisis crítico del discurso (Wodak 2009, Wodak-Meyer 2003, Wodak-Van Dijk
eds.2000, Van Dijk 2000a, 2000b, 2001, 2005, Martín Rojo-Whittaker eds. 1998) o
perspectivas socio e interculturales como la de Bayley (ed., 2004). Los acercamientos
lingüísticos han hecho hincapié en el léxico, fundamentalmente (Rebollo 1988,
1995, García Santos 1987, Fernández Lagunilla 1999), o en las características
del lenguaje empleadas y su adecuación (Arce 2006, Núñez-Guerrero 2002,
Chilton-Schaffner 1997, Nieto 2000, del Rey 1997, Fernández Lagunilla 1999,
Charaudeau 2005, Hernando Cuadrado 2004). El aspecto persuasivo o retórico[1]
también ha ocupado un lugar importante (Schwart 1976, Ilie 2004, Alcaide 2004),
la organización de la interacción (Cortés- Bañón 1997, Cortés 2008, Blas Arroyo
2000, 2003, 2011, Fernández García 2000, Fetzer 2002[2],
Bañón-Arcos-Requena, 2012), o el tipo de discurso o género[3] (Fairclough
1995, 2003, Fernández Lagunilla 1999, Chilton 2004, Scollon-Scollon 2001,
Garcés et al.2010). En nuestro caso nos
hemos centrado en la teoría de la argumentación y la cortesía verbal[4].
Cada una por separado ha realizado descripciones de este tipo de discurso
(Fuentes Rodríguez 2011a, Blas Arroyo 2003, 2011, Harris 2001).
Sin embargo,
dado que la cortesía es uno de los aspectos que puede utilizarse
estratégicamente, como mecanismo argumentativo (Fuentes 2009a), argumentación y
cortesía se encuentran íntimamente entrelazados y en el texto político aún más,
ya que se trata de un texto con proyección pública y muy ritualizado. En este
artículo pretendemos mostrar las estrategias argumentativas empleadas por
hombres y mujeres en el Parlamento andaluz, concretamente en las preguntas
orales, y cómo las utilizan para construir su imagen.
2.DISCURSO
POLÍTICO: IMAGEN Y ENDOGRUPO/ EXOGRUPO
El discurso
político está construido en torno a una polarización de espacios cognitivos
(Van Dijk 2002, Chilton-Schaffner 2002, Bayley 2004, Wilson 1990): varios
conjuntos de representaciones se oponen de manera, generalmente, agresiva. El
objetivo es presentar lo propio como lo verdadero e imponerse al sistema
contrario. Esto justifica los mecanismos discursivos empleados, y, sobre todo,
los recursos argumentativos, dentro de los cuales se encuentra el empleo de la
descortesía o la violencia verbal (Anscombre-Ducrot 1987, Culpeper 1996, Bravo
2005, Fuentes-Alcaide 2002).
Todo ello se
enfoca hacia la construcción de la imagen de los propios participantes (Goffman
1959, 1967, Brown-Levinson 1987): un “self” creado para este tipo de
interacción (Arundale 2006, Spencer-Oatey 2007). Es un rol grupal: los
parlamentarios son portavoces de una ideología y de los presupuestos de una
comunidad de práctica. Su receptor es triple: el propio grupo, ante el que el
postulante tiene que demostrar su fuerza y capacidad; el grupo contrario, con
el que establece la confrontación ideológica y argumentativa, y el público
votante, dotado de poder, al que se intenta persuadir de su eficacia y de la
bondad de sus propuestas.
Vamos a ver
a continuación qué mecanismos lingüísticos utiliza el parlamentario para la
argumentación, cómo crea una imagen (Brown-Levinson 1987, Arundale 2006) y usa
y gestiona la descortesía como instrumento de su argumentación para desempeñar
su rol. Esto es más visible en el caso de la oposición política.
El resultado
es una argumentación fuerte, con la intensificación como característica
fundamental. La descortesía en este contexto se relativiza por lo esperable de
su aparición. Sin embargo, a veces es
utilizada por algunos parlamentarios (Harris 2001, Ilie 2001, 2004, Fuentes
2011b) como rasgo definitorio de su identidad, de su imagen o rol (Bravo 2004,
Fuentes Rodríguez 2009b, 2010a, 2011b, Spencer-Oatey 2007) en el enfrentamiento
verbal, para proyectarse como argumentador brillante, capaz y agresivo.
Analizaremos
este comportamiento en textos del Parlamento andaluz, y comprobaremos, además,
si el sexo puede tener una influencia en estas realizaciones: si estos procesos
son más marcados en caso de ser empleados por hombres, como tradicionalmente se
cree, o si las mujeres recurren a los mismos mecanismos expresivos.
3.
LA ARGUMENTACIÓN POLÍTICA
La argumentación tiene dos fines estratégicos: uno en relación con el exogrupo (Van Dijk 2006): realizar la tarea de oposición con respecto a los otros (lo mismo el gobierno cuando responde) y la de creación de una imagen para vindicarse ante el endogrupo. La descortesía es uno de los mecanismos empleados para ello. No la vemos ahora en su vertiente social como un comportamiento inadecuado (en relación con las normas sociales) sino en el uso estratégico que hacen los parlamentarios de ella en virtud del tipo discursivo en el que estamos y los fines comunicativos que busca.
La
comunicación parlamentaria se caracteriza por este perfil público: el tema que
se discute, los personajes que participan en la interacción lo son. Defienden,
en teoría, el interés de todos, y tratan asuntos que afectan a toda la
comunidad. Esta asiste a los encuentros comunicativos en un espacio público, el
Parlamento, donde lo que se dirime es el futuro de todos. Los parlamentarios
son sus portavoces, o deberían, con lo que consiguen una legitimación, y les
concede un perfil que trasciende su propia persona.
Por tanto, la
interacción parlamentaria es un choque no de propuestas personales, opiniones o
ideas, sino macroideas, mundos, sistemas de creencias, que se enfrentan en un
espacio donde todo está decidido y polarizado. Tal y como
señala Ilie (2003:34):
Parliamentary debating tactics and strategies consist of cooperative
interaction and adversarial encounters, both of which instantiate a struggle
for political influence and authority that is conveyed partly rationally, and
partly emotionally (Ilie 2001).
En este
entorno, la función de los participantes también es fija, en virtud de lo que
la sociedad haya decidido: están en el gobierno (poder) o en la oposición. Las
funciones de cada grupo están perfectamente delimitadas y esto prevalece sobre
el propio partido, le concede un perfil. El miembro del gobierno presenta
propuestas, defiende su gestión, intenta convencer, y se defiende de los
ataques. El rol de la oposición es atacar, denigrar la gestión del gobierno y
pedir informaciones y explicaciones. De entrada, pues, la descortesía está
legitimada de la parte de la oposición. Es su “labor de oposición”. Esta
legitimación, el ser, además, lo esperado el enfrentamiento en la cámara, hace
que se relativice el efecto de los mecanismos descorteses. Lo que en otro
contexto comunicativo sería un ataque frontal a la imagen del receptor, aquí se
acepta como parte de las reglas del juego. Así lo vemos en la intervención del
consejero Ávila Cano tras la pregunta del Sr. Salas Machuca y después de
haberle este atacado con todas las armas a su alcance, aunque, eso sí, sin tono
soez:
ni porque unas veces
lo digan a gritos y otras mesuradamente, como hay que agradecerle que lo haya
hecho usted en este momento.
Por tanto,
la argumentación parlamentaria está polarizada en:
-defender la
postura propia
-atacar la
de los otros
Generalmente el gobierno toma predominantemente
la primera, y la oposición la segunda.
En el fondo,
el hablante no es sino representante de un partido, tiene una imagen grupal en
la que se subsume su imagen individual (Fuentes Rodríguez 2010b). Esta imagen,
además, se caracteriza por tener un componente ideológico y un perfil
profesional: no están ahí por sus características individuales, sino como
portavoces de unas ideas, de unas propuestas, de un sistema de creencias, que
se utiliza como espacio cognitivo que los define y que se defiende en la
interacción.
Al mismo
tiempo, el parlamentario proyecta una imagen personal, crea un yo que, a pesar
de estar inscrito como miembro del grupo y hablar en su nombre, intenta dibujar
una identidad personal por encima de él (Fuentes Rodríguez 2013a). Busca
destacar, reivindicarse, legitimarse como el mejor representante del grupo. Para ello recurre a una argumentación
que pretende brillante, en la que la descortesía se utiliza como un arma. Es
esta una función estratégica que comparte el ámbito parlamentario con el
mediático: descortesía para la
construcción de la imagen.
Igual que
los periodistas quieren ser incisivos, eficaces, brillantes en sus entrevistas
(Garcés 2009), los parlamentarios quieren reivindicarse ante su propio grupo, a
través del ataque al otro. Para ello se recurre a una serie de estrategias, que
vamos a ver a continuación. Y en ellas no hay diferencias de sexo. La mujer,
que ha llegado más tarde al parlamento, ha copiado comportamientos propiamente
masculinos, agresivos, porque ha considerado estos como propios del rol y ha
adoptado este, sin darle ningún toque personal. Es decir, si algunos sostienen
que la mujer es más insegura, atenúa más (Jespersen, 1922, Lakoff 1973, 1975)
esto no es más que un estereotipo que no se ve reflejado en el Parlamento.
4.
CORPUS.
Vamos a
centrarnos en un tipo discursivo, las preguntas orales (Wilson 1990, Harris
2001, Pérez de Ayala 2001, Ilie 2004, Chilton 2004, Fuentes Rodríguez 2012,
2013b), por su extensión (más cortas), porque los roles están perfectamente
delimitados en ellas y por su grado de espontaneidad en la verbalización. Si la
primera parte de la misma (Fuentes Rodríguez 2012, Pérez de Ayala 1996, 2001)
está más ritualizada, y más aún en el Parlamento andaluz (Fuentes Rodríguez
2013b), la segunda es totalmente espontánea, y por tanto concepcionalmente oral
(Koch-Oesterreicher 2007 [1990]). Se utiliza la cortesía ritual, pero
fundamentalmente la descortesía, tanto en la formulación de la pregunta, por
parte de la oposición, como en la reacción o respuesta del Ejecutivo. En
ocasiones se recurre a la ocultación (Rasiah 2010), como procedimiento. En
Fuentes (2012) describimos su comportamiento y las estrategias corteses o
descorteses empleadas, por lo que remitimos a este trabajo.
Elegiremos
intercambios donde se dan todas las variables de sexo: hombre o mujer en el
representante del gobierno y en el diputado que pregunta. Esto nos dibuja
cuatro situaciones posibles[5].
Hemos
elegido al azar diferentes Diarios de Sesiones. En concreto, hemos analizado
110 preguntas orales[6].
De ellos seleccionamos una serie de ellas para ilustrar el análisis, en las que
intervienen un miembro de la oposición y otro del gobierno. Dejamos fuera la
interacción entre un miembro del PSOE y el gobierno, porque se alinean, al ser
del mismo grupo. En este caso, lo grupal, el partido, predomina sobre la
función de gobierno y oposición. Y la pregunta ya no es control de la misma,
sino una oportunidad para mostrar la bondad de la gestión, o directamente de
agradecimiento o alabanza. Por ejemplo, dice el sr. Muñoz Sánchez: “Gracias,
señor Recio, por el exhaustivo informe sobre los controles efectuados en
relación a los fondos europeos(…)”. Sigue un ataque al PP (exogrupo). Y termina
con “Muchísimas gracias” (DSPA 114, pág. 34). El sr. Caballos Mojeda agradece
la respuesta al consejero y alaba su gestión, en una labor que es de mutuo
reconocimiento, ya que él, como miembro del mismo partido, refuerza su imagen
grupal:
Señora Aguayo, gracias
por la respuesta. Está claro que se están recogiendo los frutos de una gestión,
no de ahora, sino de muchos años en los que ha habido una gestión de los fondos
públicos ortodoxa y responsable. Le animamos a que siga por esa línea, y para
ello va a contar con el apoyo del partido y del Grupo Socialista. Muchas
gracias (DSPA 114, VIII Legislatura, pág. 49, sr. Caballos)
5. INTERACCIÓN HOMBRE (OPOSICIÓN)- HOMBRE (GOBIERNO): Salas Machuca (PP) /
Ávila Cano (Consejero de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo) - DSPA 9, IX Legislatura,
28-6-12, págs. 39-40[7].
El tema es
la ampliación de la investigación de los ERE. Es un tema complejo, que ha sido
la estrella en el enfrentamiento entre el PP y el PSOE tanto en esta como en la
legislatura pasada, y ha trascendido a la política nacional.
En el primer
turno la pregunta sigue la fórmula establecida.
Doy por formulada la pregunta (DSPA
9, IX Legislatura, pág. 39, sr. Salas Machuca)
El Consejero
responde con una acusación indirecta al grupo de la oposición:
Señoría, la Junta de
Andalucía fue la primera que denunció, ha sido y somos los primeros en
colaborar con la Justicia en esta materia y en tantas otras, y lo vamos ahora
seguir haciendo. Más allá de sentencias anticipadas, de juicios paralelos, en
los que encontramos, normalmente, además —normalmente, además—, la presencia
dirigente de su partido ((DSPA 9, IX Legislatura, pág. 39, sr. Ávila Cano).
El segundo
turno es más rico en procedimientos, y el sr. Salas recurre a todo un conjunto
de estrategias y mecanismos argumentativos para atacar la imagen del consejero.
La constante es la intensificación: crea una imagen poderosa, brillante, como
argumentador, del yo frente al otro, mediante reiteraciones, interrogaciones,
mecanismos de intensificación como es que,
y de refuerzo modal. Recurre a enunciados modalizados: imperativos (“Haga usted
y cumpla con su obligación”), exclamativas, oraciones de comentario. Y ataca la
imagen del consejero mediante la acusación. Esta aparece sobre todo en el
léxico empleado, el campo semántico de la ilegalidad: argucia, ilegalidad, fraude, trama.
|
Salas
Machuca (PP) |
Ávila Cano (gobierno-PSOE) |
Turno 1 (pregunta-respuesta) |
Fórmula |
-respuesta -reiteración -acusación
al grupo |
Turno 2 (réplica- dúplica) |
-Intensificación
en la acusación: Interrogaciones Reiteraciones Es que… -Modalización.
Mandato Diminutivo: semanita, consejillo Exclamativas Oraciones de comentario Refuerzo
modal. Es evidente -Léxico
acusatorio: argucia, ilegalidad,
fraude, trama -Atenuación,
fórmula indirecta, en 3ª persona, como ocultación, pero usada para atacar: cuánto cinismo de quien no respeta… |
-Acusaciones al
exogrupo: No cree en lo público -Defensa en 3ª
persona: el gobierno… |
La
reiteración de elementos del mismo campo semántico dibuja un panorama
sémicamente reforzado en el ámbito negativo: No respetar, bloquear, ilegalidad, fraude, imputados, trama,
imputaciones, juez, tejemaneje, esconder, ilegal, argucia, procedimiento
irregular, poner la mano en el fuego (por inferencia), andarse por las ramas,
intrusos, dar lecciones, cobrar comisiones, jugar con el diablo, saltando la
ley a la torera, escuela de diablos, susto mediático. De ellas hay
expresiones hechas coloquiales: saltarse
la ley a la torera, jugar con el diablo, tirarse toda la tarde dando lecciones,
andarse por las ramas, y términos como
tejemaneje, semanita, consejillo. El sr. Salas Machuca recurre a la
coloquialidad como medio de acercamiento al receptor. Es una estrategia
descortés, que pretende potenciar la fuerza del ataque.
A eso se une
la metaforización: Escuela de diablos,
el recurso a elementos evidenciales (es
evidente, evidente, por lo visto), que dan fuerza a la aserción. Y las reiteraciones
frecuentes: “Y, señor Ávila, todos los días en la prensa una escuela de
diablos, todos los días”. La intensificación recurre frecuentemente al uso de es que. La vemos reforzando una
conclusión: “Es que no hay día en el que no haya un susto mediático…”.
El objetivo
es, pues, la búsqueda de la intensificación y elaborar una imagen potente. Las
estructuras sintácticas empleadas son, como hemos dicho:
a)
Interrogaciones
retóricas: “¿Usted pone la mano en el fuego…?”, usada como acusación
“Por cierto, ¿sigue usted
manteniendo que nadie cobró comisiones? Que es que llevan ustedes así año y
medio…”, esta es una causal del decir, pero coloquial también. Le da más fuerza
al discurso.
b)
Comentario:
“curioso”
c)
Mandatos:
“haga usted y cumpla con su obligación”. “Dígalo”
d)
Diminutivos
con valor afectivo y al mismo tiempo intensificador: “una semanita muy
cargada”. O minusvalorador: “Zarrías es el que presidía el consejillo donde se
paraba la legalidad, donde moría la legalidad…”
Todo un inventario de la retórica
clásica al servicio de un objetivo: la argumentación de ataque, de minusvaloción
del contrincante.
En su respuesta,
el Consejero curiosamente agradece el tono mesurado, lo que muestra que se
relativiza la fuerza del ataque en este contexto, pero como paso previo (o
fondo) para dicho enfrentamiento: “ni porque unas veces lo digan a gritos y
otras mesuradamente, como hay que agradecerle que lo haya hecho usted en este
momento, van a conseguir, señorías, que se sentencie un asunto por su parte
antes que por parte de la justicia”
Su ataque se
dirige al grupo, no al diputado: “No creen en lo público…” y refuerza su
postura: “Pero yo insisto:…” Reitera, y en la inferencia deja entrever la
acusación: “seguimos con la propaganda”, “ni por mucho que adjetive
negativamente”. O al final de su intervención, en la que de nuevo el ataque es
indirecto, oculto en ese plural: “debemos preocuparnos”, que hace inferir que
ellos no lo hacen:
Por eso, señorías, en
este asunto creo que debemos preocuparnos también por lo que se preocupan los
andaluces: por el paro, por las dificultades económicas. Y a eso es a lo que
este Consejero dedica el máximo de su atención, a pesar de sus risas, señoría,
el máximo de su atención (DSPA 9, IX Legislatura, pág. 40, sr. Ávila Cano).
La
estrategia, pues, es de acusación al exogrupo y de refuerzo de la imagen propia:
“este consejero dedica el máximo de su atención” (en tercera persona). Y en la
parte anterior: “Confío plenamente en la actuación judicial”. El enfrentamiento
es indirecto, a través de inferencias, sin entrar en descalificaciones
directas. La atenuación o indirección se emplea para construir una imagen que
prevalezca sobre la oposición, frente al ataque directo, que elige su
contrincante.
6.
INTERACCIÓN HOMBRE- MUJER: Sr. Zoido (PP)/ Sra. Martínez Aguayo (Consejera de
Hacienda y Administración pública)- DSPA 128, VIII Legislatura, 15-9-11, págs.
36-37[8].
Cuando el interlocutor
del gobierno es mujer, la situación no cambia sensiblemente.
|
Zoido |
Martínez
Aguayo |
Turno
1 |
Formularia |
Respuesta
tajante, reiterada. Neutra |
Turno
2 |
-Dirigido
a otro interlocutor: -Acusación: A) reiteración B)
interrogaciones C) mandatos o recomendaciones:
lo que tienen que hacer… -Recurre a la
emoción: desprecio y tristeza. -Acusa de
prepotente a Griñán |
-Aclaración
de quién es el receptor. -Denuncia la
descortesía: se presenta con su función de rol, -Ruego atenuado -Ironía, como defensa
ante su descortesía. -Fuerza
argumentativa, intensificación: Elemento de fuerza en la respuesta: mire usted… Insistencia en la enunciación como
estrategia intensificadora: Yo le digo
a usted, Y le voy a decir una cosa más… -Modalidad: Petición: Así que un poquito de claridad (con un atenuador) Mandatos: no venga aquí con las cuentas del Gran Capitán, metaforización,
otro campo, para deslegitimar No
venga… Haga usted, por favor… Y no vuelva a venir a decir aquí… -Alusión a su persona
y su capacidad como juez: argumento devuelto al contrario |
En este caso
el que recurre a las formas indirectas es el diputado que pregunta, el sr.
Zoido, del PP, pero crea un discurso altamente descortés, aunque
lingüísticamente atenuado. Además, se destroza el estereotipo de que el
discurso de la mujer es más “subjetivo”, o recurre más a la emoción (Fuentes
Rodríguez 2012, Stein- Martin-White 2005, Caffi-Janney 1994, Martin 2000, y
Hunston-Thompson 2000)[9].
Por el contrario, tenemos que afirmar que esta se gestiona argumentativamente,
como una estrategia retórica. Así lo emplea Zoido, como un mecanismo para
atenuar formalmente su expresión, y, de paso, darle más fuerza a su discurso,
cuando acusa al presidente de la Junta de despreciarlo.
Tras un primer
turno formulario, con una respuesta tajante de la Consejera:
Sr. Zoido: Por reproducida
Sra.
Martínez Aguayo:
Señoría,
la Junta de Andalucía no tiene deuda con el Ayuntamiento de Sevilla. No hay
deudas. (DSPA 128, VIII Legislatura, pág. 36)
comienza el Sr. Zoido con una
narración: “vine a esta Cámara hace tres años para pedir…”, que termina en acusaciones:
“Pero el señor Griñán tuvo el gesto de desprecio no hacia mí, sino a los
sevillanos… Me entristeció su actitud prepotente…”. Usa su enunciación como
argumento de ataque al Presidente y estrategia de empatía con el receptor.
Luego lo
acusa de no pagar la deuda a través de interrogaciones retóricas, fórmula
indirecta, pues, pero polarizada en el sr. Griñán:
¿Es que acaso el señor
Griñán y ustedes ven normal que deban 88000 euros por el famoso sello del coche
? ¿Es que acaso…? (DSPA 128, VIII Legislatura, pág. 36, sr. Zoido)
A esto sigue
una recomendación –mandato: “Lo que tiene que hacer es… lo que tienen que hacer...”,
que supone una forma también descortés pero ya directa, porque la persona toma
una posición de poder con respecto a su interlocutor.
Su
argumentación, pues, se centra en reclamar un pago, acusar a Griñán de ello, y
en hacer recomendaciones al gobierno. Ha destrozado la imagen de su oponente,
el Presidente de la Junta, como alguien que no paga y desprecia a los demás, y
ha creado una imagen del yo altamente reforzada y positiva, como defensor de la
legalidad y de su pueblo.
La
estrategia de la consejera Martínez Aguayo es también indirecta: comienza
presentándose (algo codificadamente cortés), para demostrar que Zoido ha
cometido la mayor descortesía al no reconocerla como interlocutora, al no saber
a quién se está dirigiendo. Es decir, Zoido la ha despreciado y ninguneado en
el propio acto comunicativo.
Señor Zoido, mi nombre
es Consejera Martínez Aguayo. Se está usted dirigiendo a mí y le ruego que, al
menos, tenga la delicadeza de seguir dirigiéndose a mí. El señor Griñán, que yo
sepa, no está en la sala, luego no sé por qué interpela usted al señor Griñán,
que aquí no está (DSPA 128, VIII Legislatura, pág. 37, sra. Martínez Aguayo).
Comienza su
defensa, pues, reprochando su descortesía, con ironía: que yo sepa, de manera atenuada, y con expresiones altamente
corteses: “Le ruego tenga la delicadeza…” Pero el sentido inferido es una
crítica atroz a un comportamiento inadecuado. El público reacciona con
aplausos.
Se presenta
como Consejera, en su función política, de gobierno, por tanto defiende su
imagen de rol. Sigue su legitimación como interlocutora, algo necesario en este
momento ya que el otro no la ha reconocido como tal:
Hablo en nombre del
Gobierno y hablo en nombre de él. Y le recuerdo mi nombre porque entiendo que
se le ha olvidado. Nada más que a título informativo (DSPA 128, VIII
Legislatura, pág. 37, sra. Martínez Aguayo).
Este final
es una ironía, una forma indirecta de descortesía, argumentativamente más
rentable. Tras esta primera estrategia de deslegitimación del otro, pasa a
defender su gestión, y la inicia con un Mire
usted, apelativo y elemento de fuerza argumentativa. Como también lo es la
recurrencia al decir: “y yo le digo a usted. Y le voy a decir una cosa más…”
Utiliza la
emoción para imponerse al otro: “Así que un poquito de claridad en las
cuentas”. Un mandato literal atenuado
con un poquito, pero claramente
descortés. Este mandato se une a otros ya más explícitos: ”No venga usted aquí
con las cuentas del Gran Capitán”, en que ridiculiza, deslegitima el argumento
y luego lo atenúa con por favor:
“Haga usted, por favor, bien su trabajo en este sentido”. Todo ello, como
vemos, uniendo modalidad y atenuación. Al final pasa al ataque directo,
curiosamente utilizándolo a él como garante de su argumentación:
Y no vuelva a decir
aquí, en este Parlamento, que le debemos nada a mercasevilla, porque a la
contestación del Consejero, en las actas, me remito, y usted, que es juez, debe
saber distinguir muy bien lo que es querer, de lo que es capacidad de exigir(DSPA
128, VIII Legislatura, pág. 37, sra. Martínez Aguayo)
Basa su argumento
en la capacidad personal del contrario, con lo que el uso del otro redunda en
beneficio propio.
Por tanto, el
discurso de la Consejera es cortés formalmente, pero con una gran fuerza
argumentativa. Defiende su gestión, y ataca al otro. Proyecta una imagen de
argumentadora fuerte, que no se deja amilanar por ser mujer. Utiliza, pues, los
mismos procedimientos del hombre y toma la postura de defenderse atacando.
7.
INTERACCIÓN MUJER- MUJER: Sra. López Gabarro (PP)- Sra. Martínez Aguayo- DSPA
128, VIII Legislatura, 15-9-11, págs. 37-39[10].
En el
encuentro mujer-mujer se confirma la tendencia expuesta. La mujer adopta el rol
agresivo como característica del parlamentario, y no crea un universo
comunicativo distinto. Aquí predomina la función discursiva sobre el sexo.
|
Sra
López Gabarro |
Martínez
Aguayo |
1 |
Formulario |
Respuesta
cortés Admite
salvedad: es cierto que.. |
2 |
-Acusación:
tienen la osadía de… Ustedes negaron Acusación directa en el léxico: palabras sin sentido, aferrarse al poder,
enchufismo, provocación -Modalidad: Mandato: dígame usted Interrogaciones |
-Evaluación:
sorprendente, me aburro… -Reiteración -Defensa
tajante: es falso -Modalidad: Mandato: no vuelva a decirlo, no diga aquí, no venga a decir. Otra cosa:… Un poquito más de seriedad en eso Tengo que decir Interrogaciones: ¿Le suena la farmacia? Pues… Ruego (atenuación) para una acusación. |
En el
enfrentamiento entre las dos mujeres hay un grado de fuerza y descortesía
elevado. La primera parte es colaborativa y cortés. Es en el segundo turno, de
nuevo, cuando aparece el ataque al otro y la defensa por parte del gobierno.
La sra.
López Gabarro acusa al gobierno en plural: “hablan ustedes continuamente…
tienen ustedes la osadía de decir que no se están produciendo recortes
sociales”. Acusa de ocultar la crisis, pero dirigiéndose siempre al rol grupal.
El ataque
más duro comienza con un preámbulo constituido por varias interrogaciones
retóricas que son realmente acusaciones, en acumulación: “Y le pregunto… ¿no
hay dinero para pagarles a las empresas, pero sí para los ERE fraudulentos? ¿No
hay dinero…? ¿No hay dinero…?”. La reiteración de la misma fórmula le proporciona
más fuerza. Con ello acusa al gobierno y destroza la imagen tanto de la
consejera como del gobierno. Y lo hace, como vemos, a través de acusaciones
indirectas (en interrogaciones) o directas, siempre intensificadas, lo que le
da una gran fuerza en su argumentación.
No tienen el más
mínimo pudor de utilizar el dinero público para extender los tentáculos del
Partido Socialista. (DSPA 128, VIII Legislatura, 15-9-11, pág. 38, sra. López
Gabarro).
Acusa de
tejer una tela de araña, de usar palabras vacías, sin sentido, de aferrarse al
poder.
Ante esto,
la Consejera responde recurriendo primero al argumento emocional, usando
términos evaluativos: “hace usted una mezcla de cosas realmente sorprendente”.
A continuación expresa aburrimiento. A partir de ahí la acusación se hace de
forma directa, recriminándole el seguir diciendo lo mismo, como una muletilla.
Legitima y da fuerza a su aserción:
Yo le he dicho aquí
muchas veces, y se lo voy a volver a repetir, aunque yo misma me aburro de
decirlo, que fuimos el primer Gobierno que… (DSPA 128, VIII Legislatura,
15-9-11, pág. 38, sra. Martínez Aguayo)
Y pasa directamente al ataque:
Luego no me diga usted
aquí que hemos negado la crisis, porque es directamente falso. Es falso, no
vuelva a decirlo. Otra cosa, señoría, es que la crisis, la situación es muy
difícil y muy compleja, y, desde luego, no venga usted a decir o a intentar
confundir o trasladar a los andaluces, que tienen un nivel de inteligencia
mucho más alto que eso, que somos desde Andalucía los culpables de una crisis
que trasfiere todo el planeta. Así que un poquito más de seriedad en eso[11]
(DSPA 128, VIII Legislatura, 15-9-11, pág. 38, sra. Martínez Aguayo)
Como vemos,
hay mandatos directos: “no me diga…, no venga usted a decir… Así que un poquito
más de seriedad..”. Este enunciado nominal es propio del lenguaje coloquial, al
igual que estructuras de focalización informativa del tipo:
¿Le suena la Farmacia?
Pues la pagamos. Cosas que en otros sitios no se puede decir que estén haciendo
(DSPA 128, VIII Legislatura, 15-9-11, pág. 39, sra. Martínez Aguayo)
Esta
estrategia apelativa, de recreación de un supuesto diálogo permite ser directa,
inmediata, reforzar los propios argumentos, y, como aquí, crear una imagen
positiva frente a la de los otros, en esa sugerencia: “Cosas que en otros
sitios no se puede decir que estén haciendo”. Termina cortésmente, pero con un
ataque claro inferido:
y le ruego que, si lo
tiene tan claro, se lo transmita a su consejero de Valencia, que dice
directamente que no va a pagar (DSPA 128, VIII Legislatura, 15-9-11, pág. 39,
sra. Martínez Aguayo).
De nuevo la
forma indirecta, la atenuación. Es una forma de presentar una imagen de
argumentadora eficaz, aunque no violenta. La atenuación va ligada, pues, a la
función, al rol discursivo: el representante del gobierno intenta proyectar una
imagen más amable, más cercana al diálogo.
8.
INTERACCIÓN MUJER- HOMBRE: Sra. Martín, PP- Sr. Alonso Alonso, Consejero de
Turismo, Comercio y Deporte- DSPA 128,
VIII Legislatura, 15-9-11, págs. 62-63[12].
Cuando la
diputada es mujer, recurre a los mismos procedimientos en su estrategia de
ataque al consejero, reafirmando las conclusiones de Brenes (2012) para la
ironía y de Márquez (2012) para otras formas de atenuación: es la función
parlamentaria la decisiva a la hora de elegir unos procedimientos u otros, y
esto va ligado directamente a las operaciones de imagen que se desarrollan en
el mismo.
|
Sra
Martín |
Sr.
Alonso Alonso |
1 |
Ritual |
Información,
respuesta |
2 |
-Acusación:
en el léxico -Modalidad:
a)Exclamación
descortés: Cuánto desahogo y cuánta
política b)
obligación: usted debe aclarar… c)
emoción: estupefactos d)
Le pido que… -
léxico coloquial: pillar el toro,
metáfora: enfermería política |
-
Ironía: esta criatura debe ser un monstruo, yo no lo conozco (inferencia) -
acusación: ustedes están mintiendo |
De nuevo es
en la réplica-dúplica donde se presenta claramente el enfrentamiento. Comienza
la sra. Martín con exclamaciones para acusar y destruir la imagen del
Consejero: “¡cuánto desahogo y cuánta política…” Curiosamente aquí la diputada
usa el término político en sentido negativo,
a pesar de definir su propia actividad.
No se da cuenta de que con ello atenta también contra la imagen propia.
Ataca al
otro con un léxico lleno de elementos acusadores, negativos: escándalo, jugosos contratos, bajar el
sueldo, congelar las pensiones, poner en la picota de la vergüenza, trato de
favor, nuevo escándalo, intermediario, hacer su agosto, despilfarrar,
dilapidar, esquilmar, estupefactos, indecencia, inmoralidad, vergüenza, lacra,
corrupción, despilfarro, clientelismo, trato de favor, tumba. Y expresiones
coloquiales que acercan más el discurso al receptor, lo hacen más afectivo: “un
suma y sigue, siguen mangoneando, pillar el toro”, metáfora que continúa con
“enfermería política”. Hay, pues, una reelaboración para conseguir más efectividad
en su argumentación.
También
recurre a la obligación como modo de imposición al otro: “usted debe aclarar
inmediatamente este nuevo trato de favor a un destacado militante socialista”. Muestra
una posición de fuerza, de exigencia, descortés pero legitimada por su función
de miembro de la oposición, que tiene derecho a exigir aclaraciones del
gobierno. Pero en este enunciado incluye un ataque directo en la presuposición
del sintagma “nuevo trato de favor”, que de este modo se da por hecho, no se
discute.
La
acumulación de acusaciones destruye la imagen del consejero:
Ustedes siguen, señor
Consejero, premiando con jugosos contratos a altos cargos del Partido
Socialista (…) El Partido Socialista ha puesto en la picota de la vergüenza a
Andalucía(…) Estamos (…) ante un nuevo escándalo de intermediarios vinculados
con el Partido Socialista (…) ustedes han despilfarrado, dilapidado y
esquilmado(…) en Andalucía los escándalos tienen la firma del Gobierno andaluz
y del Partido Socialista (DSPA 128, VIII
Legislatura, 15-9-11, págs. 62-63, sra. Martín).
Siguen otras
peticiones: “Le pido que no se resista y que asuma sus responsabilidades
políticas”, y valoraciones negativas: “Lo que está ocurriendo es una
indecencia, una inmoralidad”, reforzadas: “está claro”, “se ponga usted como se
ponga, una vergüenza”.
El
Consejero, en su respuesta, recurre primero a dar datos de empresas con las que
trabaja la Junta, y luego pasa a la ironía: se refiere a sí mismo como “este
gran dirigente del Partido Socialista”. Argumenta que no conocía a la persona
de la que se está hablando, ya que son 314 miembros en el Comité Director de
Andalucía. Justifica el derecho de esta persona a trabajar: “¿por el hecho de
tener un carné no puede trabajar, una persona?”, se remite a su valía profesional,
que consigue contratos en el PP, o en Madrid, y se refiere a él, de nuevo de
forma irónica: “debe de ser un monstruo, esta criatura debe ser un monstruo”. Usa
formas coloquiales y valorativas como criatura,
y el debe de ser, debe ser, de
probabilidad, suposición. Recurre a un argumento de autoridad, una cita de
Ortega para sustentar su acusación de mentir.
Como vemos,
la postura de la diputada es más fuerte que la del Consejero, que recurre a la
indirección de la ironía para contestar. Sin embargo, ambos utilizan la
emoción, la modalidad y la acusación como estrategias argumentativas. Refuerzan
su discurso siempre buscando crear una imagen potente y destrozando la del otro
interlocutor. El ataque es más directo y descarnado en la parte de la oposición,
sea hombre o mujer, ya que está legitimado en esta interacción comunicativa.
9.
CONCLUSIONES
El papel de
la oposición, pues, sea hombre o mujer, es el de acusar al otro, y su
estrategia predominante la intensificación. El parlamentario elabora una argumentación
llena de fuerza, no para convencer al interlocutor, sino a su grupo y no del
contenido de lo que dice, sino de su legitimación argumentativa, de su poder
como enunciador. Elabora una imagen propia que se postula ante su propio grupo
como un portavoz capaz de realizar la tarea de oposición.
Mujeres y
hombres usan las mismas estrategias, luego estas son definitorias del rol de
gobierno y de oposición. Los mecanismos empleados para esta estrategia de
intensificación son predominantemente:
-La
reiteración
-La
focalización: es que
-Las
alusiones al decir
-El
recurso a la emoción, a la modalización:
interrogaciones retóricas, mandatos, exclamaciones
-Un
léxico polarizado, que crea un campo de referencia, un universo cognitivo
claramente negativo sobre el otro. Cuando se defiende el miembro del gobierno,
cuando defiende su gestión, el universo cognitivo es positivo.
En suma, en
las preguntas orales, hombres y mujeres recurren a la descortesía como arma
para realizar su tarea de oposición y crear una autoimagen, una identidad
agresiva. El miembro del gobierno, por su parte, usa al principio de su
respuesta la cortesía o la indirección para crear una imagen colaborativa, y
luego en la defensa pasa al ataque.
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[1]La función
última del discurso político es la obtención del poder o el mantenimiento en él
(Hernando Cuadrado 2004: 128). Su característica más relevante es, por tanto,
la virtualidad persuasiva, mostrando un lenguaje más matizado e igualitario que
en épocas anteriores, con un estilo “perifrástico, altisonante y
pseudo-técnico”. Este objetivo persuasivo, que según algunos autores puede
llegar a ser autoritario (Hague et al.
1982[2004]: 14), explica la presencia de los rasgos configuradores del género:
el doble lenguaje, el carácter polémico y agitativo (Fernández Lagunilla 1999,
Núñez-Guerrero 2002: 46) y la ambigüedad (Núñez- Guerrero 2002: 46).
[2]Este tipo
de lenguaje se desarrolla en la interacción, a través de la cual el hablante va
ganando en credibilidad (Fetzer 2002).
[3] Desde la perspectiva
de género, el discurso político es una actividad estratégica (Fairclough 2003:
71), que tiene como meta las siguientes funciones (Chilton-Schäffner 1997:
212-213): "coercion, resistance, opposition, protest, dissimulation,
legitimization and delegitimation". Posee, por tanto, unos objetivos
claros y bien definidos, bajo los que subyace la ideología del hablante (Scollon-Scollon
2001 [1995]: 179). Por esta razón, podemos englobar el discurso político entre
los discursos institucionalizados o "voluntary discourse systems
(Scollon-Scollon (2001 [1995]: 177), que se presenta como herramienta
legitimadora del sistema político imperante.
[4] Cfr.también
Bolívar (2001, 2003, 2005).
[5] No
olvidemos que el tipo discursivo elegido, la pregunta oral, tiene polarizadas
claramente las funciones: es un control al gobierno por parte de la oposición.
[6] 28 en
DSPA 114 y 128 (VIII Legislatura, 12 de PSOE, 12 PP y 4 de IU), 27 en DSPA 112
y 9 (IX Legislatura) con 12 PP, 11del PSOE y 4 de IU. En este caso las de IU
son colaborativas, ya que este partido forma coalición con el PSOE en el
gobierno.
[7] (http://www.parlamentodeandalucia.es/webdinamica/portal-web-parlamento/pdf.do?tipodoc=diario&id=69113)
[8]
http://www.parlamentodeandalucia.es/webdinamica/portal-web-parlamento/pdf.do?tipodoc=diario&id=61973
[9] La teoría de la “appraisal” está tomando en la actualidad mucho auge:
“(…)the theory is concerned more particularly with the language of evaluation,
attitude and emotion, and with a set of resources which explicitly position a
text’s proposals and propositions interpersonally. That is, it is concerned
with those meanings which vary the terms of the speaker’s engagement with their
utterances, which vary what is at stake interpersonally both in individual
utterances and as the texts unfolds cumulatively”
(http://www.grammatics.com/appraisal/AppraisalOutline/AppraisalOutlineWPFiles.html).
Cfr.
Martin (2000), y Hunston-Thompson (2000) para una revisión de estos
planteamientos, y la web: http://www.grammatics.com/appraisal, en la que
encontramos aportaciones e incluso una síntesis y actualización de la propia
teoría. Otros trabajos en los que podemos encontrar una exposición y aplicación
de la misma son White (2000, 2002, 2003, 2004), Martin (1995, 2003, 2004),
Painter (2003), o Kaplan (2004) y González Rodríguez (2011). El tema de la
evaluación es ahora un campo de análisis fructífero, donde abundan los
acercamientos desde diversos puntos de vista. Consúltese, asimismo, Lemke
(1992, 1998), Englebretson (ed., 2007), la perspectiva de Kärkkäinen (2003), o
los estudios encuadrados en Niemeier-Dirven (eds. 1997).
[10] http://www.parlamentodeandalucia.es/webdinamica/portal-web-parlamento/pdf.do?tipodoc=diario&id=61973
[11]
Encontramos cierta tendencia a usar evaluaciones por parte de las mujeres. Sin
embargo, en un estudio paralelo de Carranza (2012) sobre las preguntas orales,
esta concluye que las mujeres tienen menos a hacer explícito el afecto. Su
interpretación es: “Entendemos que esto es debido a un énfasis en la
neutralidad, pues la expresión del afecto
generalmente está más asociado a las mujeres que a los hombres y pueden
incidir en la percepción de su profesionalidad. Sin embargo, este es un aspecto
muy subjetivo que habría que estudiar en futuros trabajos” (Carranza: 2012,
111).
[12] http://www.parlamentodeandalucia.es/webdinamica/portal-web-parlamento/pdf.do?tipodoc=diario&id=61973