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“El Perú y Cataluña:
paralelismos sociolingüísticos”, de Joan
Martí i Castell, EL PAÍS,
TRIBUNA, 6 DE ABRIL DE 2012
http://elpais.com/elpais/2012/03/27/opinion/1332857198_405742.html
El
quechua es, como el catalán, el elemento interclasista que reúne al pueblo
El
Perú vivió la potencia imperial de los incas entre los siglos XIII y XV, y el
sometimiento al colonialismo español, a partir del XVI. La situación de
subordinación generó reacciones indígenas que llevarían a la independencia.
No
es del todo forzado el paralelismo con la historia de Cataluña: esta vivió su
período de esplendor en la época medieval, y en el siglo XVI comenzó a sentir
las consecuencias del dominio de las dinastías castellanas, que impulsaron el
resurgir del sentimiento identitario y el anhelo de plena soberanía.
En
el Perú, como en Cataluña, el despertar de las voluntades democráticas en las
épocas moderna y contemporánea sitúa como prioridad la lucha contra las
desigualdades insostenibles, desde la perspectiva de colectividad que ve en su
cohesión la mejor defensa de los derechos fundamentales. Allí y aquí se afianza
la convicción de que, como primera condición para la regeneración
sociopolítica, cultural y económica, ha de ser hegemónico el respeto a la
idiosincrasia marginada.
En
el avance hacia la nueva realidad, la lengua tiene una función capital: el
quechua —hablado por cerca de 10 millones de personas— es, como el catalán, el
elemento interclasista que reúne al pueblo; como todos los idiomas, es el
elemento endógeno y exógeno más tangible en la conciliación de los ciudadanos,
por el que se reconoce una manera de percibir, de analizar y de transformar la
realidad.
Una
diferencia importante distancia el proceso de normalización en el Perú respecto
al de Cataluña: la dificultad de superar el autoodio,
en un contexto en que no ha despuntado una burguesía no rural. Todavía las
clases sociales son esencialmente dos: la de los enriquecidos y la de los
desposeídos; y el quechua marca a los segundos. No obstante, la situación
política abre hoy vías para la persuasión escalonada en favor del autoestima y,
por lo tanto, de la certeza de que la lengua quechua es apta para la cultura
más alta; se va desvaneciendo la diglosia “español, lengua A, versus quechua,
lengua B”, que se sustituye por una oposición en la que el quechua destaca como
la lengua de los orígenes y de la solidaridad.
El
Perú sabe, como Cataluña, que la educación es un ámbito particularmente
decisivo para la recuperación lingüística: asegura la competencia oral y
escrita unitaria de los ciudadanos a través de la inmersión; en los niveles
superiores, abre las puertas al idioma para que sea instrumento de expresión en
la investigación de punta en todas las áreas del saber. Hoy el Perú tiene en
marcha una reforma que desea aprovechar también para estos fines: escuela
gratuita y obligatoria para todos, pero necesariamente inclusiva de la realidad
identitaria, especialmente en el uso vehicular del quechua. Contra el
analfabetismo, por supuesto; pero a favor de la alfabetización inicial en la
lengua quechua. Todo ello, desde un panorama abierto; la voluntad de no quedar
al margen de la mundialización bien entendida, de apertura al universo, de
conocer, pues, cuantas más lenguas, mejor, no les impide ser conscientes de los
peligros de una segunda dominación ideológica lingüístico-cultural.
El
Perú, desde mediados del siglo XX, está en la vía prometedora de superación de
un contexto con doble cara: la de las clases dominantes opresoras y la de la
revolución de los campesinos, que se convirtió en terrorismo insoportable.
Todo
eso he aprendido en la experiencia de un Congreso que reunió a casi 300
especialistas, en el que la normalización del quechua tenía un papel
preponderante. La amable invitación de que fui objeto se dirigía al Institut d'Estudis Catalans, la academia de la lengua catalana. Elaboré un
decálogo, que hicieron suyo, y que contiene las condiciones necesarias (no
siempre suficientes) para la recuperación de una lengua subordinada, y que me
permito reproducir: 1. La voluntad popular de defenderla y usarla. 2. La
existencia de la conciencia social de pertenencia a una identidad. 3. La
implicación del poder socioeconómico. 4. La lengua debe llegar al uso general
escrito. 5. Debe contar con una codificación ortográfica, gramatical y léxica
aceptada por todos sus hablantes. 6. La educación debe asegurar una competencia
suficiente en todos los ciudadanos y servirse de la lengua en los grados más
elevados (Universidad y alta investigación). 7. Debe contar con el apoyo del
gobierno correspondiente en su defensa, protección y difusión. 8. Dicho apoyo
exige que legisle una política lingüística que reconozca la oficialidad de la
lengua y la convierta en instrumento de
Auguro
que el Perú seguirá las vías de crecimiento adecuadas que le permitirán medrar
tal y como merece: sólo así podrán quedar en el olvido agravios e iniquidades
de ayer o de hoy.
*Joan
Martí i Castell es catedrático emérito de