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Revista de estudios filológicos
Nº24 Enero 2013 - ISSN 1577-6921
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relecturas

LA INMIGRACIÓN EN EL DISCURSO OFICIAL DE LAS ORGANIZACIONES CATÓLICAS OBRERAS

José María Jiménez Cano

(Universidad de Murcia)

 

          Introducción

 

El interés general del estudio del discurso de la inmigración desde el punto de vista del factor religioso estriba en la condición multiconfesional de la población migrante. El interés particular del análisis del discurso de la migración en las organizaciones obreras católicas estriba en su naturaleza dual, confesional y sociopolítica. Como es archisabido, la condición religiosa es uno de los subparámetros étnicos más determinantes en los diversos contextos de emigración. Las manifestaciones religiosas son, entre los diferentes factores culturales (especialmente los de raíz folklórica) las que contribuyen a la primera reescritura de las marcas profundas de identidad de la población emigrante en las sociedades de acogida. De la misma forma, se convierten en la demostración más palpable de las diferencias y en una de las causas superficiales de los conflictos interétnicos [1] .

La solidaridad y el internacionalismo –caridad y ecumenismo en el discurso católico- fueron los dos principios motores en la formación del Movimiento obrero en la Europa del siglo XIX. Las sociedades capitalistas modernas se articulan en el complicado binomio de capital y trabajo, siendo decisiva en ambos polos su mayor o menor libertad de movimientos. La condición económica no determina en última instancia los movimientos de capitales y de población, pero casi siempre los alienta. Las organizaciones políticas y sindicales del Movimiento obrero han abordado de forma diferente el discurso de las migraciones. Están por estudiar las pautas cronológicas y las claves textuales de ese particular campo de discurso. La intención de este breve estudio es aportar un grano de trigo al granero de la historia del obrerismo católico. No va a pasar de ser una limitada y parcial, pero relevante, selección de textos. Este tipo de textos suelen quedar fuera de la observación sociológica y filológica por su circulación interna en el seno de estas organizaciones. Algunos de ellos se difunden también en publicaciones periódicas [2] . Esta antología fragmentaria nos facilita, por añadidura, una primera cronología, base para una posterior comparación de elementos relevantes en el estudio del discurso de la emigración en las organizaciones obreras (políticas y sindicales): cuándo aparecen por primera vez los problemas ligados a las migraciones, cómo se comprenden, qué estrategias discursivas se utilizan en su descripción y en su explicación, cómo se argumentan los conflictos y las alternativas. En este estudio en particular, se plantean interrogantes sobre la prontitud en la conciencia y en la autocompresión de los roles de los trabajadores españoles emigrantes, que fue la primera [3] , y la relativa tardanza en la percepción y aceptación de los obreros extranjeros. Es interesante observar, en el caso específico de las organizaciones católicas, cómo se actualiza y referencia el discurso bíblico con la identificación de estos nuevos agentes sociales y cuáles van siendo los procesos de nominalización y de apelación, de conocimiento y reconocimiento.

 

          Antecedentes históricos

 

Un momento decisivo en la historia del Movimiento Obrero Católico, en particular en el caso de los movimientos apostólicos especializados de Acción Católica española, fue el de la formulación explícita de su identidad cristiana. Este proceso pretendía abrir las puertas a una presencia pública en una sociedad pluralista y democrática, a la vez que empezaba a hacer las cuentas con el pasado inmediato de lucha abierta contra las instituciones franquistas y unas relaciones de claro antagonismo con un importante sector de la jerarquía eclesial comprometido en palabra y obra con el Régimen de Franco. Sin entrar en los detalles de este reajuste, los documentos emanados por el conjunto de este importante sector del Movimiento Obrero Católico son hoy una fuente de información privilegiada para comprender las formulaciones de una visión cristiana de la sociedad española y de la Iglesia católica española en unos momentos de profunda agonía en los que empezaban a reubicarse los diferentes sectores económicos, políticos e ideológicos de la sociedad española.

En el aspecto que nos interesa en este trabajo, los movimientos apostólicos especializados, sin una conciencia expresa de ello, empezaban entonces a dejar de ser protagonistas y sujetos activos o solidarios con la clase obrera española emigrante en Europa para asumir el nuevo rol de anfitriones de un cada día más importante número de población inmigrante. El tránsito del papel de actante al de circunstante. De sujeto agente a sujeto paciente o en otros casos circunstante de compañía. En el Plan de Actividades de Representación general de 1978 se utilizaba como criterio de clasificación de las diócesis “el desarrollo en el funcionamiento organizativo, si es una diócesis sangrada por la emigración y el paro o es una diócesis receptora de emigrantes”. En el repaso de cada una de ellas se le dedica un apartado especial, el de ‘Emigración’, a las que se denomina “Diócesis de la Emigración”, Bélgica y Suiza: “La realidad de estas diócesis está muy condicionada por las mismas características de la Emigración y han de tener una atención particular. Estas dos diócesis están vinculadas a la HOAC General y con un núcleo importante de militantes. Habría que destacar la situación de crecimiento y consolidación de Suiza…En Alemania existe HOAC pero está totalmente desconectada de la marcha general”.

La ignorancia de la inmigración extranjera del horizonte de las preocupaciones se pone de manifiesto en el repaso de los problemas que se consideraba necesarios abordar “a nivel de pueblo y de Iglesia”. Se citaban a título de ejemplo: “Constitución, divorcio, aborto, enseñanza, elecciones municipales y distintas concepciones Fe-Política”. [4]

 

          Cortejo inmenso de marginados sociales

 

Estas nuevas formulaciones de la identidad cristiana militante comienzan a encuadrar y tipificar el fenómeno de la emigración en el marco de la definición de la pobreza, piedra de toque del mensaje evangélico y de la praxis de los grupos cristianos. Así se hace en un documento clave para este proceso en el apartado titulado “la perspectiva bíblica sobre los pobres” [5] :

“En la perspectiva bíblica los pobres son los desposeídos por los ricos, los expoliados y explotados por los ricos. Los que son oprimidos y reprimidos con violencia por los poderosos, los que son aplastados y humillados por ellos. Los que son víctimas y juguete de la tiranía de los poderosos. Los que no pueden defenderse ni hacer valer sus derechos ante las leyes que imponen otros, ni ante los jueces que se dejan sobornar por los ricos y poderosos. Como consecuencia de todo ello, los pobres, según la visión bíblica, son personas descorazonadas, desalentadas, sin esperanza, abatidas y afligidas. El prototipo de los pobres según la Biblia , son los huérfanos, las viudas, los esclavos y los extranjeros. A ellos se les explota, se les despoja de sus bienes con facilidad, se les humilla, se les desprecia y se les margina sin escrúpulos.” (263)

Acercándose a la realidad actual: “Desde la perspectiva bíblica, los pobres de nuestro siglo son ese conjunto de personas que no pueden participar activamente en las decisiones de la sociedad en la que viven; los que no pueden influir en las instituciones ni en las leyes, porque no saben, no pueden o no los dejan; esos millones de hombres, condenados por los grupos de presión económica y de presión política al hambre, al analfabetismo y a la enfermedad, porque se les excomulga de los bienes materiales y culturales; ese cortejo inmenso de marginados sociales: minusválidos físicos y psíquicos, ancianos y niños abandonados o maltratados, enfermos sin recursos económicos, parados, pequeños campesinos, refugiados, emigrantes, grupos étnicos discriminados, analfabetos, presos y expresos, etc.; esas mayorías de hombres explotados, oprimidos y reprimidos por la violencia de los estados clasistas y por los poderosos de la tierra.” (263-264)

Los pobres son considerados lugar teológico: “El Dios cristiano es un Dios que se ha revelado a los pobres como su liberador. Es un Dios experimentado y conocido por los pobres desde su pobreza, o por aquellos que se solidarizaron con los pobres y se comprometieron en el proceso de su autoliberación.” (265) “El Dios conocido y experimentado por los pobres y por los que se solidarizaron con ellos, comprometiéndose en el proceso de autoliberación, es un Dios que asume la causa de los pobres como su propia causa; es un Dios parcial, que toma partido por los pobres, los explotados, los oprimidos y los marginados frente a los ricos, los explotadores, los opresores y los marginadores; es un Dios que aborrece las prácticas de explotación, de opresión y de represión violenta de los ricos y poderosos; es un Dios solidario de los pobres, que les hace justicia y los libera; es un Dios que promete a los pobres su reino, cuya esencia es, “la liberación y la justicia” (Isaías, 9, 6; Jer. 23, 5-6); es un Dios padre de todos, que quiere eliminar todas las relaciones injustas entre los hombres, que no quiere que haya explotadores y explotados, marginadores y marginados, sino una comunidad de hijos de Dios y de hermanos, iguales, libres y solidarios; es un Dios que inculca la justicia interhumana, la fraternidad, la solidaridad y la comunión.” (266)

Este sería el Dios de los emigrantes: “Por eso, el encuentro con el Dios cristiano nunca puede ser pleno y total sin el encuentro con los pobres, sin la comunión y la solidaridad con ellos, sin el compromiso político en el proceso de autoliberación. Los pobres son el lugar teológico por excelencia para el encuentro con el Dios revelado en Jesucristo. Los que no son pobres o no se solidarizan con ellos no pueden llegar al verdadero conocimiento de Dios y de Jesucristo, no pueden lograr una auténtica experiencia cristiana de la fe. Sólo podemos encontrarnos con el Dios revelado en Jesucristo en los pobres, desde los pobres y con los pobres.” (266-267)

Este planteamiento, en el que hemos entrado ‘in media res’, pretendía actualizar, profundizar, criticar y reelaborar las propuestas contenidas en el libro Cristianos y Revolucionarios, considerado fruto de una coyuntura concreta de la sociedad, de la Iglesia y de la HOAC (287), aunque de inmediato se indicaba que: “El Programa de la HOAC para el bienio 1981-1983, aprobado en la V Asamblea General de la HOAC celebrada en Barcelona del 12 al 16 de agosto de 1981, no pretende sustituir a Cristianos y Revolucionarios. Formula tan solo ocho proposiciones que expresan lo que vamos a hacer en común toda la HOAC en orden a seguir realizando el proyecto contenido en “Cristianos y Revolucionarios” en el actual contexto socio-político y eclesial.” (288)

La situación general de la coyuntura socio-política se valoraba como de “crisis generalizada y, en especial, por la crisis del movimiento obrero y la crisis de militancia.” (289)

En esas proposiciones no se mencionan expresamente a los emigrantes. No eran todavía tema de interés común: “Crear, fomentar y potenciar cauces para el diálogo, entendimiento y amistad entre los compañeros/as que tienen diversas opciones ideológicas y organizativas sobre temas de interés común: ecologismo, solidaridad contra el paro, solidaridad con los países oprimidos, educación, feminismo, marginación, juventud, campesinado, objeción de conciencia, militarismo, OTAN, etc… (291) De forma todavía más clara: “En el próximo bienio debemos fortalecer la solidaridad con la vida de los parados y la lucha frente al paro desde todas las realidades organizativas del movimiento obrero y desde todos los ámbitos posibles, impulsando y apoyando la lucha de los propios parados, fortaleciendo la solidaridad del resto de la clase obrera y de todas las organizaciones con ellos, apoyando todas aquellas medidas que tiendan a un reparto justo del trabajo existente, etc… No podemos olvidar que esta solidaridad, además de ser una exigencia de la ética militante es para los cristianos una exigencia de la fe y del seguimiento de Jesús de Nazaret que se solidarizó especialmente con los pobres y marginados. Igualmente, debemos impulsar la solidaridad con los demás marginados de nuestra sociedad como exigencia de nuestra fe y de nuestro seguimiento de Jesús de Nazaret: con los minusválidos, disminuidos físicos y psíquicos, gitanos, chabolistas, alcohólicos, drogadictos, analfabetos, tercera edad, etc.” (294) No se veía, por tanto, necesario plantear un grupo específico de estudio. Se daba la posibilidad de un GOES dedicado a los Marginados: “para profundizar en el trabajo con este sector.” (300)

La mención explícita que no aparece en estas proposiciones, sí quedaba recogida en el capítulo cuarto: “Algunas aplicaciones al momento actual”, en el apartado segundo dedicado a la Identidad cristiana y solidaridad con los marginados:

“La solidaridad con los pobres, los oprimidos y los marginados es la característica fundamental de la dimensión política de la identidad cristiana, … En nuestra sociedad española actual tenemos amplios sectores de marginados: un millón doscientos mil minusválidos físicos y psíquicos; cerca de dos millones de parados; los ancianos que no tienen pensión ni familiares que los cuiden; numerosos jóvenes que no han conseguido empleo ni tienen un clima familiar sano; enfermos sin recursos económicos y sin atención familiar; enfermos de enfermedades profesionales, cuyo sueldo no les alcanza a vivir; campesinos, refugiados, emigrantes, grupos étnicos como los gitanos, analfabetos, presos, “ex-presos”, drogadictos, homosexuales, prostitutas, etc.

          Los cristianos individuales, los colectivos eclesiales como la HOAC y la Iglesia como totalidad tenemos que solidarizarnos con los marginados. Esta solidaridad no se puede reducir a la limosna y a la mera ayuda asistencial. Debe tener las siguientes características:

a)   Una amplia comunicación de bienes materiales.

b)   Ayudas de todo tipo, especialmente aquéllas que están orientadas a una promoción personal que les permita liberarse de la situación de marginación, siendo protagonistas de su propia liberación.

c)    Una defensa pública de sus derechos como personas frente a la sociedad y al Estado.

d)   Una denuncia y una condenación explícita y permanente de todos los mecanismos legales y estructuras sociales que fabrican marginados en serie. Ejemplos de estos mecanismos y estructuras sociales pueden ser algunas de las leyes aprobadas recientemente en el Parlamento y otras que siguen vigentes de la etapa anterior: el “estatuto del trabajador”, que sería mejor denominarlo “estatuto de los empresarios contra los trabajadores”; la “ley básica de empleo”, que sería mejor denominarla “ley básica de desempleo”; la ley sobre los minusválidos actualmente en trámite; la ley de peligrosidad social; y, en general, todas aquellas leyes y decretos relativos a los marginados, que consolidan su situación de marginación, ya que no pretenden eliminar de raíz las causas de esa marginación ni ofrecer posibilidades reales para salir de ella, sino simplemente paliar un poco sus efectos y tranquilizar hipócritamente la conciencia ciudadana.” (155-156)

 

Sólo dos años antes, en 1979, en una visión de mayor acento marxista, la esfera de la emigración quedaba fuera del horizonte de la lucha obrera. En la mencionada obra Cristianos y Revolucionarios [6] la visión que se da de la clase obrera es la siguiente:

“De momento, consideramos pueblo real al conjunto de clases dominadas de la sociedad y a las organizaciones que representan y defienden sus intereses. Los agentes de las clases dominantes formarán parte del pueblo real el día que abandonen sus prácticas de explotación económica, de opresión política y de dominación ideológica. Mientras tanto los consideramos fuera del pueblo real por sus prácticas de dominación sobre la mayoría. Ellos mismos se autoexcluyen de la unidad popular, al impedir con sus prácticas la igualdad, la libertad, la fraternidad, la comunión, la solidaridad y la corresponsabilidad de todos los ciudadanos de cada país. Son ellos los que no quieren ser pueblo, imponiendo su legalidad para proteger sus privilegios y afirmando demagógicamente la igualdad de todos los ciudadanos ante las leyes que legitiman sus desigualdades económicas, políticas y culturales.

Para nosotros trabajar por la unidad popular es un imperativo de ética revolucionaria y un imperativo de ética evangélica que nos exige continuar las actitudes y prácticas comunitarias y liberadoras de Jesús de Nazaret que puso en marcha la solidaridad de los pobres para la liberación de todos.”

La gran preocupación es poner en pie esa estrategia de unidad popular. Ni como colectivo preciso, ni como problema a resolver se plantea la cuestión de las migraciones ni la situación de los emigrantes:

“El mayor obstáculo para lograr la unidad popular consiste en el cúmulo de contradicciones existentes en el conjunto de las clases dominadas y en las organizaciones que constituyen el pueblo: intereses económicos, políticos e ideológicos de las distintas clases dominadas, fracciones de clase y estratos encontrados; excesivo pluralismo de organizaciones obreras y populares con diversas ideologías, con distintos análisis de la sociedad, estructurales y coyunturales, con diversas estrategias y tácticas de lucha sindical, política e ideológica, con diversas estrategias y tácticas de unidad popular; las experiencias históricas negativas entre las organizaciones obreras y populares: rupturas y fracasos en la unidad de acción, en los pactos, alianzas y coaliciones; divisiones y enfrentamientos entre las organizaciones; la lucha por la hegemonía sindical y política; las diversas maneras de comprender y realizar la unidad popular, intentando subordinar, excluir o eliminar a otras organizaciones obreras y populares; el sacrificar la unidad popular a los intereses del propio sindicato, partido u organización de base; los efectos de las prácticas del bloque dominante sobre el conjunto dominado; la carencia de un análisis de la sociedad compartido por todas las organizaciones.

          La unidad popular implica múltiples unidades parciales que van desde la unidad de acción hasta la fusión de dos o más organizaciones sindicales y políticas, pasando por la coordinación, la federación, las alianzas, los pactos, las coaliciones, etc.

Todas estas dificultades contribuyen a aumentar la complejidad y problematicidad de la unidad popular.” (289-290)

Así se contemplaba el plan de actividades a emprender por el conjunto de los militantes:

“En el próximo bienio, desde las luchas en el frente ideológico es necesario impulsar el proceso hacia la unidad popular que, a su vez, potenciará esas luchas.

Para ello es necesario fomentar la coordinación de las luchas que se llevan a cabo en el seno de los aparatos ideológicos, empezando por la unidad de acción entre las diversas realidades organizativas; favorecer la elaboración de propuestas unitarias a partir del estudio conjunto de los problemas y reivindicaciones; facilitar e impulsar el diálogo entre todos los trabajadores y entre las centrales sindicales y partidos políticos obreros en orden a elaborar y difundir análisis unitarios sobre los problemas y posibilidades de lucha en el seno de los aparatos ideológicos (especialmente el aparato educativo, el informativo y la familia).

          A través de todas estas tareas es necesario conseguir que el mayor número de personas conozcan el análisis de la sociedad española y especialmente las contradicciones existentes en el frente ideológico y entre las diversas corrientes ideológicas propias de la clase obrera y del pueblo; profundicen en la necesidad incuestionable de resolverlas para avanzar hacia la unidad popular, en las distintas hipótesis de trabajo para construirla y en la validez y eficacia de la vía de la complementariedad.” (200)

Para cada organización en la que se estuviera se facilitaban una serie de actitudes y prácticas unitarias. En el frente ideológico esas organizaciones eran: asociaciones de alumnos, de enseñantes, de padres de alumnos, otras asociaciones, todo tipo de asambleas, movimientos de renovación pedagógica, coordinadoras, federaciones, sindicatos, partidos políticos, etc. En el frente político dos de las tareas que se plateaban eran: “d) Desarrollar la solidaridad económica, moral y efectiva entre los ciudadanos, entre las asociaciones de vecinos de los barrios y los municipios. E) Elevar la conciencia política del conjunto del pueblo, colaborando a que los vecinos y ciudadanos presionen para que las leyes que se elaboren recojan sus intereses y aspiraciones y a que estén informados de las tareas que los parlamentarios realizan, y puedan criticarlas.” (187)

Ni siquiera en la valoración crítica que se hizo de este programa [7] se recoge la referencia al colectivo emigrante. Véase como ejemplo la siguiente afirmación de Carlos Díaz:

“Esta HOAC no es la antigua. Su extracción es diferente y el número de maestros, profesionales, ateses y demás la puede ir configurando como una organización de aristocracia obrera, que no son los pobres. No confundamos la lucha por las vacaciones pagadas y el Ford Fiesta con la lucha por los pobres. Si la HOAC lucha por los pobres, ¿por qué no hacerse eco de los niños enfermos, abandonados, los parados, los gitanos, etc., en una palabra, los más marginados, los más pobres? ¿Por qué no se orienta hacia esos colectivos la sensibilidad de la HOAC ?” (27)

          En esta misma línea debería entenderse la pregunta que realizaba en este mismo Boletín interno Ramón Echarren, obispo entonces de Las Palmas de Gran Canaria:

          “¿No sería conveniente definir brevemente el concepto o la realidad de quiénes son los oprimidos, explotados y dominados de la tierra a la luz de la sociología y del Evangelio?” [8]

 

          A la búsqueda del inicio

 

En la propuesta de trabajo para los grupos de reflexión del compromiso en el curso 87/88 [9] va a seguir sin aparecer la inmigración como un frente explícito de lucha y de compromiso. Se reconoce una situación de “gran desorientación en el tema del compromiso, no sólo en los militantes de la HOAC , sino que es una situación generalizada en el mundo obrero y en sus organizaciones, y que está relacionado con la crisis de valores, utopías, … crisis muchas veces alimentada desde las instancias del poder” (99). Es muy interesante el que sea consciente de “un tipo de sociedad que está emergiendo” (112).

Se percibe una progresiva dualización del mundo del trabajo y se vislumbra la aparición de trabajadores marginales o sumergidos, pero sigue sin identificarse el sujeto inmigrante: “Aunque siempre ha existido una división en la clase obrera entre lo que podríamos, por decir de alguna manera, llamar trabajadores privilegiados (empleo fijo, trabajo cualificado, experiencia organizativa…) y trabajadores marginales (eventuales, sin cualificar, desorganizados…), hoy la agravación de esta tendencia como resultado de la reestructuración capitalista, plantea importantes retos al sindicalismo actual. Más cuando las perspectivas de futuro señalan importantes aumentos de trabajadores marginales.” (112) “Tradicionalmente, la lucha en el marco de la empresa por salarios más dignos, mejoras y control en el propio trabajo, llevó a los trabajadores a desarrollar una conciencia de clase, que ha sido una de las principales bases de desarrollo del movimiento obrero y de sus organizaciones.

          La salida neo-capitalista a la crisis está suponiendo la implantación de nuevas tecnologías, la descentralización productiva, el desarrollo de la economía sumergida, la precarización de la clase trabajadora (paro, trabajo temporal, trabajo negro…). En toda esta situación en que aparecen intereses tan diversos como los de los trabajadores industriales, empleados, técnicos, parados, trabajadores sumergidos… ¿Qué conciencia desarrollan los sindicatos? ¿Es posible,  a través de la actividad reivindicativa y de lucha encontrar fórmulas que ayuden a recuperar la conciencia…?”. (112)

Se es consciente de los cambios en la estructura de clases y del problema de cómo asumir la representación: “Sin pretender sentar ninguna tesis sobre la evolución de las clases en el capitalismo actual, parece evidente que su desarrollo está dando lugar a la aparición de «sectores» dentro de la clase obrera –trabajadores industriales, empleados, técnicos, parados, trabajadores sumergidos… que, de hecho, plantean dificultades a la hora de encontrar reivindicaciones y formas de lucha que puedan hacer converger intereses tan diversos. Por otra parte, en medio de esta situación, tendríamos que ir viendo cómo los sindicatos pueden dar respuestas solidarias; cómo pueden atender las reivindicaciones y necesidades de los trabajadores marginales…” (119-120).

 

          Hacer converger intereses tan diversos

 

Bajo esos calificativos genéricos de trabajadores marginales y sumergidos se van a encuadrar los nuevos sujetos dignos de la solidaridad activa con los pobres y oprimidos. Se inicia un proceso de discernimiento cuyo resultado será el hacer aflorar la presencia de trabajadores inmigrantes. Es bueno saber cómo se planteó: “De siempre, la solidaridad (obrera, internacional…) ha sido uno de los valores fundamentales que han movido al Movimiento Obrero en su lucha emancipadora.

          Hoy, sin embargo, son muchas las voces que denuncian la falta de solidaridad con ese sector que hemos denominado TRABAJADORES MARGINALES, pero que en una perspectiva amplia, en relación a la situación laboral, incluiría a los parados, a la mujer, a todos aquellos que se ven abocados a trabajar en la economía sumergida, a los pensionistas, a los jóvenes,…”. (121)

Descrita la situación, se propone un proceso de encuesta en el que se diluciden las siguientes cuestiones: “- En qué sentido en nuestro compromiso, tenemos en cuenta a todos esos trabajadores. - Descubrir si lo que se vive en los ambientes tiene algo que ver con la solidaridad, o por el contrario, prima el corporativismo, el bienestar personal e individual… - Si las instituciones, principalmente los sindicatos, tienen en cuenta los intereses de estos trabajadores, o son otros los intereses que defienden.” (121).

Este proceso de reflexión se orientará, en lo que a la transformación evangélica de la sociedad se refiere, hacia la necesidad de definir con claridad quiénes son ahora los destinatarios y en la búsqueda eficaz de un compromiso comunitario [10] :

“PARA ALGUNOS SIGUE SIN HABER UNA RESPUESTA AL TEMA DE NUESTROS DESTINATARIOS. Tal vez porque tenían otras expectativas, y esperaban que la HOAC delimitara su especialización a algún sector del Mundo Obrero: «a los últimos», «al Movimiento Obrero organizado», «a los trabajadores con conciencia»…

Lejos de esas expectativas, la HOAC se plantea la necesidad de reafirmar su compromiso con el conjunto del Mundo Obrero; tomando conciencia:

- de su diversidad.

- De la pluralidad de situación en su seno.

- De cómo en su seno nacen las «nuevas pobrezas», las nuevas formas de marginación, etc.” (105-106)

Siguen sin aparecer individualizados estos ‘nuevos pobres’ hasta el momento en que, para conseguir una mayor eficacia en el compromiso evangelizador, se decide fijar una tarea común [11] (por azares de la enumeración identificada como “1B”): “El desarrollo de la Tarea 1.B. no es propiamente una tarea de Difusión, sino que está inserta dentro de las tareas que la HOAC quiere llevar a cabo para concretar su misión evangelizadora. En ella nos planteamos la reflexión y discernimiento de un tema que nos preocupa desde nuestro ser y misión: La situación de los trabajadores extranjeros. Su desarrollo tiene también una función formativa: nos interpela a los militantes y a la HOAC y nos cuestiona sobre cuál es nuestro testimonio, personal y comunitario, es el gesto. Pero también con ella queremos difundir la Buena Noticia al máximo número de personas. Por ello planteamos una difusión a nivel general: presentación de la reflexión, medios de comunicación, elaboración de un folleto para divulgar la reflexión…

          Pero también se hace necesario que en las diferentes diócesis concretemos la difusión de esta tarea, teniendo en cuenta cuáles son nuestros destinatarios y que queremos que nuestra Buena Noticia llegue al máximo número de personas y colectivos, que interpele realmente a la sociedad y a la Iglesia.” (171) Previamente se habían recordado los acuerdos de la VIII Asamblea General: “En la Asamblea General hemos reafirmado que nuestros destinatarios son el conjunto del Mundo Obrero y hemos tomado conciencia de: su diversidad, la pluralidad que se da en su seno y de cómo en él nacen las «nuevas pobrezas», las nuevas formas de explotación.” (164)

De esta forma tan peculiar, se pone rostro y se da nombre a estos nuevos pobres: los trabajadores extranjeros. Y lo que es más importante se difunde bajo el título de España país de inmigración [12] , de Antonio Martínez Rodrigo, delegado diocesano de inmigraciones de Madrid, un primer estudio de síntesis de esta nueva realidad. En la presentación se recuerda el proceso seguido: “En la HOAC estamos reflexionando sobre la situación de los trabajadores extranjeros en nuestro país. Lo estamos haciendo desde nuestros propios medios y militantes. Comenzamos confeccionando un material en el que se contenía la situación de estos hombres y mujeres que abandonan su familia y su cultura en busca de mejores condiciones de vida. Hicimos a continuación un juicio cristiano sobre su nueva realidad de explotación y marginación [13] .” (3) Sorprenden en estas palabras introductorias los giros apelativos que se emplean: “estas gentes venidas de «fuera»”, “estos hermanos/as nuestros/as” y “los compañeros/as extranjeros/as”, que se alternan con inmigrantes y trabajadores extranjeros, aunque es la etiqueta de inmigrante (y, en general, “el fenómeno de la inmigración”) la que se impone. La situación general se describe de la siguiente forma: “La presencia de los inmigrantes está provocando todo tipo de reacciones. Nuestros pueblos, barrios y ciudades no pasan ya de largo ante ellos/as. Acogida, xenofobia, racismo, desconcierto se entremezclan en las calles y en los periódicos”.

Se hace, por primera vez, de forma explícita ofrecimiento de apoyo solidario y reconocimiento social: “queremos mostrar nuestra solidaridad «en obras y palabras» con estos hermanos/as nuestros/as de múltiples formas personales y comunitarias. Consideramos que los inmigrantes son trabajadores como nosotros mismos y como nuestro mundo obrero de aquí. Por desgracia, se sitúan en el último eslabón de la cadena de explotación a que están sometidos todos los trabajadores, por el hecho de serlo”. (3)

Impresionan estas palabras de autoconvencimiento terapéutico: “Estas consideraciones nuestras queremos fundamentarlas cuanto más mejor. Debemos dar y darnos todo tipo de razones a favor de una mayor dignidad con los compañeros/as extranjeros/as y en contra de su marginación y rechazo laboral y social”. (3)

Una vez realizado este discernimiento colectivo, se inició una campaña de difusión. El 25 de marzo de 1993, en Madrid, intervinieron: “Antonio Ángel Algora, Obispo de Teruel y responsable de la Pastoral Obrera en España, que expuso la aportación de la Iglesia, principalmente de la Doctrina Social de la Iglesia., a la situación en la que viven los trabajadores extranjeros; Inés Ayala, de la Ejecutiva Confederal de U.G.T., que planteó la aportación del sindicalismo a este tema; Abdel Hamid Beyuki, Presidente de A.T.I.M.E. (Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes), que comunicó las dificultades, con las que se encontraban para organizarse en España; y el Presidente de la HOAC que presentó el discernimiento que hemos realizado y las acciones que vamos a llevar a cabo.” [14] Se valora de forma especial que “El desarrollo de esta tarea nos ha permitido, desde todos los ámbitos, conectar e implicar a numerosas organizaciones sociales y eclesiales. Es significativo el número de obispos que han elaborado una Carta Pastoral sobre los trabajadores extranjeros, con motivo de la realización de esta acción solidaria. Igualmente el trabajo realizado con las delegaciones diocesanas de migraciones “ACOGE”, o con otras organizaciones sindicales, no-gubernamentales, asociaciones de inmigrantes, etc. Destacamos, globalmente, el esfuerzo que han realizado todas las Comisiones y el entusiasmo que han puesto de manifiesto los militantes por implicarse en todo el proceso, aunque no se haya dado de igual forma en todas las diócesis. Desde la Comisión Permanente, valoramos todo el proceso positivamente, teniendo en cuenta que es el primer año que desarrollamos esta tarea. Eso no resta el que tengamos que revisar la experiencia para qué cosas tenemos que mejorar.

Queremos señalar que, aunque el proceso que nos planteamos haya finalizado, no quita que sigamos trabajando y aportando sobre esa problemática. Ha sido mucho el esfuerzo que hemos realizado con organizaciones y personas, que se han mostrado sensibles a esta situación y no podemos, por tanto, abandonar este trabajo. Las Comisiones Diocesanas deben continuar trabajando y planificando qué militantes pueden seguir encargándose de estar presentes en toda la coordinación y potenciación de las asociaciones y plataformas que se han creado a favor de estos trabajadores. Sería importante seguir potenciando las delegaciones de migraciones en todas las diócesis.” (20)

Comienza desde este momento a crearse la dinámica de mantener como referente social el mundo de la inmigración. Sirva de ejemplo el Informe de la Comisión Permanente al Pleno General de representantes de 25/26 de junio de 1994: “En este contexto, los rasgos que hoy caracterizan la situación del mundo obrero son:

- Sus condiciones de trabajo y de vida están sufriendo un retroceso importante que se expresa: en el paro, en el trabajo precario, en la economía sumergida, en la pérdida de condiciones de trabajo y de derechos laborales. En el mundo obrero hay colectivos que están en peores condiciones: mujeres, jóvenes, minusválidos, inmigrantes.

- Está debilitado. Y se expresa en:

. Un movimiento obrero débil en su organización. Con una baja participación y afiliación, con importante sectores alejados. Un movimiento obrero con más resonancia que fuerza real.

. Las dificultades para generar proyectos liberadores que sean apoyados por los trabajadores.

- En general está atrapado por la cultura capitalista…” [15]

Esta referencia al colectivo inmigrante se empieza a generalizar en los planes de actuación de todas las instancias militantes obreras católicas. En un cuaderno conmemorativo de la HOAC de Vizcaya se recuerda  el cumplimiento de las tareas emprendidas el curso 91-92 sobre los trabajadores extranjeros: “Nuestra reflexión y discernimiento finalizó el Día de la HOAC (en Maristas, Iturribide) con una mesa redonda y una manifestación por El Arenal, en la que se implicaron los propios inmigrantes. En todo momento se contó con la colaboración de SOS Racismo y Bilbo Etxezabal”. [16]

De manera periódica se incide sobre la situación de la inmigración, especialmente en el estudio que se emprendió en el año 2000 sobre los trabajadores y trabajadoras de la economía sumergida: “nos encontramos en un momento de transición entre antiguas y nuevas formas de economía sumergida, en el marco de transformaciones muy importantes en el funcionamiento de la economía y del trabajo, por lo cual conviven formas antiguas y nuevas de economía sumergida de una gran diversidad.

Esta diversidad viene marcada en gran medida por los procesos de dislocación y descentralización productivas que llevan, entre otras cosas, a una dinámica de subcontratación de la producción (que adopta formas muy diversas: desde la derivación por parte de una gran empresa de parte de sus procesos productivos de fabricación a talleres que funcionan totalmente en la clandestinidad o más habitualmente que no practican de forma oculta su actividad pero funcionan con muchas irregularidades laborales; o el trabajo a domicilio sin relación contractual o con una relación contractual que sólo refleja en parte la realidad –trabajar más horas de las contratadas, por ejemplo-; hasta sacar fuera de la plantilla de la empresa tareas secundarias como la limpieza o el mantenimiento, que pasan a ser realizadas por empresas cuyos trabajadores se ven sometidos a condiciones irregulares; pasando por prácticas muy difundidas como la subcontratación de obra en la construcción en una cadena en la que, a medida que aumentan los eslabones, se van degradando cada vez más las condiciones laborales y de seguridad, con horarios cada vez más largos, con peores condiciones de trabajo, con la proliferación de falsos autónomos; hasta llegar a la sobreexplotación de los trabajadores inmigrantes sin papeles).

Esta práctica de subcontratación incluye desde la precarización en diversas formas hasta llegar a formas sumergidas de trabajo. Se trata de un proceso muy poco transparente y encadenado de demandas de unidades de producción más pequeñas que trabajan para una empresa central. En ese proceso se utilizan muchas formas de trabajo degradado y sin derechos.” [17]

Los trabajadores inmigrantes ya han pasado a ser una pieza más en el tablero del análisis de la situación laboral española y europea: “Entrando ya en la caracterización de los trabajadores de la economía sumergida, en el plano europeo, disponemos de la citada Comunicación de la Comisión Europea, en la que se puede observar que con carácter general en casi todos los países europeos la delimitación de los sectores económicos en los que abunda la economía sumergida es bastante homogénea y se pueden clasificar en tres grupos:

- Los sectores tradicionales como la agricultura, la construcción, la hostelería, el comercio al por menor y los servicios domésticos, caracterizados por una producción intensiva en mano de obra.

- Sectores manufactureros y de servicios empresariales, donde reside en los costes el principal factor de competencia (textil, calzado…).

- Sectores modernos en los que el uso de las nuevas tecnologías permite la deslocalización de la contratación y prestación de servicios (el teletrabajo, por ejemplo).

En los dos primeros grupos es donde se produce la mayor parte del trabajo sumergido, y donde éste se da en las condiciones más precarias, mientras que el tercer grupo, aunque no siempre es así, afecta en mayor medida a profesionales cualificados que eligen esta opción.

Actualmente, los principales generadores de subempleo y economía sumergida son: el aumento de la demanda de servicios personalizados (limpieza, cuidados sanitarios…), las subcontratas desde las grandes industrias hacia las pequeñas y medianas empresas, y la explotación del trabajo en casa por el desarrollo de las telecomunicaciones. Sin embargo, sigue habiendo gran cantidad de trabajo sumergido, con mecanismos ya muy antiguos, en sectores tradicionales como la agricultura, el comercio al por menor, las comidas preparadas, el servicio doméstico, la hostelería, el textil y en general muchas industrias ligeras tradicionales que derivan trabajo a domicilio. En algunos sectores tradicionales, como la construcción, se emplea con frecuencia a inmigrantes en situación irregular.

Respecto a la caracterización de los trabajadores, la Comisión señala los siguientes grupos como los que más participan en la economía sumergida: trabajadores con dos o más empleos, parados, inactivos, y emigración sin papeles. Hay que señalar que la mayor parte de los trabajadores en economía sumergida constan como inactivos y no como parados o activos. Por lo general, los que tienen dos o más empleos son hombres, y las mujeres suelen estar económicamente inactivas. Mujeres, jóvenes y jubilados son los que con más frecuencia participan en la economía sumergida trabajando en su domicilio. (…) Por lo que respecta a los trabajadores, no existe un tipo dominante de empleo sumergido, sino más bien una pluralidad de situaciones bien diferenciadas. Entre extremos como el del profesional liberal que elige situarse en la economía sumergida porque gana más dinero y el del emigrante sin papeles que se ve obligado a ella para sobrevivir.” [18]

 

Los emigrantes ‘sin papeles’

 

En los siete años transcurridos desde el reconocimiento de la condición inmigrante se ha producido la integración del colectivo inmigrante en las pautas del análisis social de la HOAC. Se van detectando y etiquetando sus nuevas condiciones de vida y trabajo, manteniendo el discurso teológico de la solidaridad con los pobres en el que los ‘sin papeles’ ocupan el último escalón: “Sobre todo, la economía sumergida es un gran fraude social porque genera empobrecimiento, incrementando la vulnerabilidad y dependencia de sectores amplios del mundo obrero, sobre todo aquellos que ya son más débiles (como hemos visto, afecta sobre todo a colectivos como las mujeres, los inmigrantes sin papeles, los obreros de baja cualificación, los jóvenes que se incorporan por primera vez al trabajo…, y se aprovechan precisamente de esa debilidad). Por ello constituye un gran reto a la solidaridad con los pobres. Solidaridad que es fundamental para construir una sociedad humana y justa, porque el empobrecimiento, la vulnerabilidad y la dependencia de las personas es una grave quiebra de la comunión social y llama a la lucha contra la pobreza”. (41) (…) “De ahí que la situación de las trabajadoras y trabajadores en la economía sumergida, además de una interpelación a la construcción de la justicia y a la restauración de sus derechos es, para los cristianos (y para toda persona que quiera ser solidaria con ellos), una llamada a plantearse una vida desde la toma de partido a favor de los empobrecidos. Para la Iglesia es, además, piedra de toque para su ser y misión: «Sólo una Iglesia que se acerca a los pobres y a los oprimidos, se pone a su lado y de su lado, lucha y trabaja por su liberación, por su dignidad y por su bienestar, puede dar un testimonio coherente y convincente del mensaje evangélico»”. (42)

Sobre esta base, el 17 de agosto de 2003 se denunciaba en manifiesto público al nuevo sistema económico mundial por condenar “a los pueblos al empobrecimiento permanente, explota y destruye los ecosistemas que sirven de hábitat para la vida de muchas especies animales y vegetales y con ello el sistema que hace posible la misma vida humana, expulsando a los inmigrantes que llegan a nuestros países buscando sobrevivir.” [19]

El último análisis oficial de las situaciones del mundo obrero recoge un apartado específico sobre “Condiciones de vida y trabajo de los inmigrantes.” [20] Por primera vez a los emigrantes se les reconoce que “concentran en su existencia todas las situaciones que hemos descrito pero de una manera peculiar: el trabajo, la familia, la educación, la cultura, la integración, etc., suponen para ellos una permanente carrera de obstáculos difícil de superar y son expresión de la situación de los países empobrecidos.” (163)

Se vuelven a poner los acentos en la denuncia del diseño de la política de extranjería que “ha ido configurando la figura del inmigrante como algo puramente funcional a las necesidades del mercado y como un instrumento al servicio de la flexibilización y precarización del empleo en algunos de los sectores productivos. Así, se ha configurado una «buena» inmigración y una «mala» inmigración construida en torno al concepto de «ilegalidad» vinculado a la reducción del trabajador inmigrante a un individuo a utilizar en la producción y que, después, debe ser invisible y desaparecer.” (163)

Como se pone de relieve en el siguiente texto, se han necesitado 25 años para explicitar y asumir la condición religiosa de una parte de la población inmigrada: “Es necesario estar atentos a las migraciones de numerosos inmigrantes musulmanes que llegan y conviven con nosotros. Como militantes cristianos debemos conocer a fondo su cultura y religión y cuidar unas actitudes de humildad y respeto que desde nuestra identidad cristiana nos haga «instrumentos» de paz y concordia.” (164) También es novedad la propuesta de una estrategia en la consideración de las situaciones de inmigración: “Una de las aportaciones fundamentales que la HOAC ha realizado ha sido, y debe seguir siendo, la preocupación constante por plantear las distintas situaciones de injusticia como PROBLEMAS POLÍTICOS, es decir, como problemas que tienen su origen en una manera concreta de organizar la sociedad y como PROBLEMAS CULTURALES que conforman una manera de pensar y de desear alienante que legitiman las situaciones de desigualdad e injusticia. Y que tienen solución en la medida que se cambie el modelo de organización de la sociedad. Por lo tanto, el trabajo a realizar es un trabajo político que trata de plantear las relaciones entre las personas, los ambientes y las estructuras.” (164)

Las propuestas de actuación empiezan a introducir el diálogo intercultural por encima de las actitudes asistenciales y solidarias: “Fomentar el desarrollo de la cultura y de la conciencia obreras entre los inmigrantes desde el respeto a las culturas, costumbres y creencias respectivas. Es importante promover cauces de convivencia para un mayor conocimiento mutuo y como medio para combatir el miedo y el rechazo. El sentido que del trabajo tienen los trabajadores inmigrantes.” (165)

 

Proceso de madurez

 

Los fragmentos que hemos hilvanado son testimonio de un camino de madurez que recorre los últimos treinta años de vida de parte del Movimiento Obrero Católico. Al no haber incluido en este estudio los textos periodísticos de difusión quincenal o mensual [21] que facilitan la crónica cercana de las condiciones implicadas en las diversas situaciones de la inmigración, quedan fuera muchas cuestiones que tienen que ver sobre todo con el retrato y el testimonio directo de los sujetos de la emigración. El recurrir a textos de contenido más doctrinal y analítico permite trazar las líneas maestras de cómo se ha producido en una determinada institución el proceso de conocimiento y reconocimiento de una realidad tan vieja en la historia humana como es la acogida del otro, del extranjero.

Esta mirada panorámica sobre estas cuatro últimas décadas permite afirmar que el factor religioso – a pesar del amparo del reconocimiento ideológico y teológico de los inmigrantes como lugar teológico para el encuentro con Dios en el mundo de los pobres- ha sido secundario, pese a las generalidades tópicas que sobre la relación entre emigración y religión se hacían al inicio de este capítulo, válidas quizás para la caracterización de cada grupo étnico particular y relevantes, sin duda, en la medida en que se vaya produciendo el encuentro (o desencuentro) cotidiano entre los trabajadores de diversas confesiones.

Sorpresa mayúscula es la comprobación de cómo, en un colectivo que asumió el problema de la emigración y en donde algunos trabajadores se vieron sometidos durante dos décadas a la más cruda emigración, fueron necesarios catorce años para emprender como tarea la solidaridad efectiva con los trabajadores inmigrantes, personalizados, por fin, en el conjunto de los pobres y marginados; y dieciséis para hacer de la inmigración una referencia obligada en el análisis de la sociedad española y europea.

 

Capítulo del libro: Discurso periodístico y procesos migratorios, de Antonio Miguel Bañón (ed.). Editorial Gakoa. Bilbao. 2007. Págs. 235-258.



[1] Cf. “El modelo de integración difundido por la prensa española. A propósito del pañuelo de Fátima”, de Antonio Miguel Bañón Hernández. En F. Checa, Á. Arjona y J. C. Checa (eds.), Inmigración y derechos humanos. La integración como participación social. Icaria. Barcelona. 2004, págs. 229-262.

[2] Una presentación histórica de este tipo de periodismo es la realizada por Pedro José Navarro y Ángel Ruiz Camps en el artículo “¡Tú!, periódico apostólico obrero”. En XX Siglos, “Los católicos en la lucha por la democracia”, nº 16, 1993, págs. 26-35. Para un encuadre histórico general es de obligada lectura “Los cristianos, la lucha por la democracia y la creación del movimiento obrero (1947-1977)”, de Rafael Díaz-Salazar. En XX Siglos. Ibídem, págs. 5-14.

[3] Así se pone de relieve en Obreros cristianos en Europa. Relaciones internacionales de la HOAC (1946-1975), de Basilisa López García. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia. Murcia. 2005. Para las referencias que a partir de ahora se van a realizar de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), puede consultarse Aproximación a la Historia de la HOAC (1946-1981), de Basilisa López García. Ediciones HOAC. Madrid. 1995.

[4] Cf. Boletín Interno, Número 1, marzo de 1978, págs. 13,16 y 17.

[5] Cristianos en la lucha obrera, Comisión General de la HOAC. Ediciones HOAC. Madrid. 1981. Las citas recogidas a continuación pertenecen a la V parte (“La fe, núcleo originante de la identidad cristiana”) y se recoge, reelaborado para su publicación, el texto de la ponencia dada por la Comisión General de la HOAC a la V Asamblea General de militantes.

[6] Cristianos y Revolucionarios. Programa militante de la HOAC. Comisión General de la HOAC. Ediciones HOAC. Madrid. 1979.

[7] Críticas a “Cristianos y Revolucionarios”. Boletín interno, nº 14, julio de 1981, pág. 27

[8] Ibídem, pág. 31.

[9] Boletín interno, Número 22, Mayo de 1989.

[10] “Reflexión en torno al compromiso de la H.O .A.C.  y sus militantes”, Ponencia presentada por la Comisión Permanente en la reunión general de responsables de encuadramiento celebrada los días 11-12 de mayo de 1991. Cf.  Boletín interno, número 23, octubre de 1992.

[11] “Reunión general de responsables de difusión de 22-23 de febrero de 1992” . En Boletín interno, número 23, octubre de 1992.

[12] España, país de inmigración. La condición inmigrante. Cuaderno de NOTICIAS OBRERAS. Número 18. Ediciones HOAC. Mayo de 1992. El estudio sirve de referencia histórica para contrastar los datos estadísticos, geográficos, sociales y económicos de la inmigración en España, desde el inicio de la década de los sesenta, que se presentan en contexto nacional y europeo. Se recogen las actitudes de acogida de las diversas instancias políticas y, sobre todo, se propone un programa de actuación política para todas las organizaciones políticas, sindicales y sociales. Siguen gozando de plena vigencia el contenido de su propuesta de una “antropología de la fraternidad” (61-64). La bibliografía y el directorio de instituciones y centros de acogida de trabajadores extranjeros son referencias históricas interesantes. Años después, Antonio Martínez Rodrigo, cuenta cómo fue el nacimiento de la Pastoral Inmigrante : “Nació en 1984 a partir de grupos parroquiales y gente de Iglesia, de la base de la Iglesia , interesados por la problemática creciente del mundo de la inmigración. El germen institucional fue el Secretariado Nacional de Migraciones que ya existía desde los años 60. El entonces Arzobispo de Madrid, D. Ángel Suquía, se sintió muy interesado por estas iniciativas y promovió en todo lo que pudo la creación de la Pastoral inmigrante”. Hoja de Pastoral Obrera,  nº 4, Mayo de 1999. (versión electrónica: www.archimadrid.es/depot/hojapasobre/ ).

[13] Publicado como Separata nº 21 en la revista Noticias Obreras, nº 1069, bajo el título de “Contra la discriminación de los trabajadores extranjeros: solidaridad”.

[14] Boletín Interno, nº 24, octubre de 1993, pág. 16. El resto de actuaciones e iniciativas se recogen en las páginas 17 y 18. Destaca la reunión de los días 4 y 5 de abril de 1993, en Bélgica, del Grupo Europeo del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos sobre las migraciones (pág. 19).

[15] Boletín Interno, nº 25, octubre de 1994, pág. 239.

[16] HOAC-BIZKAIA 1985-95. 10 años al servicio de la Evangelización del Mundo Obrero, de Román Bilbao. Colección Yunque, 18, mayo de 1996, pág. 31.

[17] “Las trabajadoras y trabajadores de la economía sumergida”. Material de reflexión para militantes, octubre de 2000, pág. 5.

[18] Ibídem, págs. 16 y 17.

[19] “Iglesia comprometida con la justicia en el mundo obrero”. Comunicado final de la XI Asamblea General de la HOAC. 14-17 de agosto de 2003. En Boletín Interno, nº 35, febrero de 2005, págs. 138-139.

[20] “Situaciones del mundo obrero que van a vertebrar el quehacer apostólico comunitario de la HOAC ”, (acuerdo del Pleno General de Representantes, celebrado el 11 y 12 de julio de 2004), en Boletín Interno, nº 35, febrero de 2005, págs. 163-166.

[21] Como es el caso de las revistas Noticias Obreras y ¡Tú!