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IGNACIO CEMBRERO 04/07/2010
Dos lenguas más
en la España de las autonomías que se añadirían a las tres cooficiales? Todavía no, pero los musulmanes de Ceuta y de Melilla han
empezado a revindicar el reconocimiento del dariya
(árabe dialectal marroquí) en la primera ciudad y del tamazig,
la lengua de los bereberes del norte de África, en la
segunda. La mitad de los 155.000 habitantes de ambas ciudades son musulmanes.
Mustafá Aberchán, el líder de Coalición por Melilla, el partido de
oposición musulmán, sueña a veces en voz alta con que "en un futuro, el tamazig acabe siendo cooficial",
pero en su propuesta de nuevo estatuto de autonomía para la ciudad no ha
apostado abiertamente por ello.
Mohamed
Alí, que encabeza la Unión Democrática de Ceuta (UDCE), el principal partido
musulmán local, ha solicitado, por su parte, el reconocimiento institucional
del dariya en el futuro estatuto de autonomía de la
ciudad, pero aún no en pie de igual con el castellano, "la lengua oficial
de la ciudad". "No se trata de mermar su carácter oficial",
insiste.
En las calles de
Melilla no hay letreros en tamazig ni en sus escuelas
libros de texto en ese idioma. Y, sin embargo, "hay ciudadanos españoles
-cerca de la mitad de la población- de cultura amazig
(bereber) que hablan tamazig
como herencia y culto a sus padres y abuelos", afirma Quebdani
Ben Abdellah. "No son
extranjeros, no vienen de otro país, simplemente configuran la realidad
intercultural de nuestra ciudad".
"Se habla el
españoltamazig (...) como el spanglish que emergió en EE UU", y que consiste
en un castellano salpicado de palabras inglesas, matiza Mohamed
Houdou, en las páginas del diario Melilla Hoy.
Sea lo que fuere, "es una lengua viva", recalca Jahfar
Hassan Yahia, profesor de tamazig en la ciudad.
En las calles de
Ceuta no hay tampoco ningún rótulo en árabe, "ni siquiera en la frontera
con Marruecos, por la que transita una mayoría de arabófonos
a los que se les da la bienvenida en la ciudad en varios idiomas, pero no en el
suyo", se queja Mohamed Alí. "En la
Península hay carteles en árabe para orientar a los inmigrantes marroquíes que
viajan a su país en coche, pero una vez en Ceuta desaparecen", denuncia.
Más antiguo que
el griego y el latín, el tamazig fue la principal
lengua del norte de África hasta su islamización, en
el siglo VIII, pero aún hoy día la hablan unos 25 millones de personas, sobre
todo en Argelia y en Marruecos, donde el Instituto Real de Cultura Amazig (bereber) trabaja para
unificar sus tres variantes regionales (Rif, Atlas y Souss). El Rif, que rodea a
Melilla, es una de las zonas donde más pervive.
Posee un alfabeto
propio (tifinag), aunque hoy día se escribe
más bien con el latino y, excepcionalmente, con el árabe. La gran mayoría de
los que lo hablan no saben leerlo o escribirlo, pero esto es secundario a ojos
de los lingüistas. "Toda lengua (...) es un fuerte signo de identidad para
los que la hablan, esté codificada o no lo esté", afirma el catedrático
Juan Carlos Moreno Cabrera en su libro La dignidad e igualdad de las lenguas.
"En todo el
norte de África, los bereberes de Melilla son los
únicos que viven en un Estado democrático", subraya el profesor Yahia. "Aun así, no se respetan sus derechos
fundamentales como la lengua, la cultura y el respeto por su memoria
histórica", asegura.
"Prueba de
ello es que no se estudia ni siquiera como cultura", denuncia Yahia. "Los niños rifeños no
saben nada de su historia", añade. "Al entrar en la escuela, deben
dejar en la puerta su bagaje cultural". "El sistema escolar les
convierte en clones culturales", se lamenta. "La mitad de la
población no tiene acceso a educarse en su lengua", denunciaba en 2009, en
el Congreso de los Diputados, Joan Tardà, de Esquerra Republicana de Catalunya
(ERC), el más fiel aliado de los bereberes.
La que era
entonces ministra de Educación, Mercedes Cabrera, reconoció que todo ello tenía
un indudable impacto en el elevado fracaso escolar en ambas ciudades. Melilla
y, más aún, Ceuta están a la cola de España e incluso de la Unión Europea. La
evaluación del nivel de primaria de la OCDE, divulgada hace dos semanas, las
coloca en los dos últimos puestos de la educación española, ya de por sí
deficiente.
La barrera
lingüística "es solo una causa, entre otras, del mal resultado",
matiza Aquilino Melgar, director provincial de Educación en Ceuta. "El
problema lingüístico se ha reducido mucho gracias a la escolarización infantil
temprana", recalca su homólogo de Melilla, Miguel Heredia. "Sería aún
menor si a los peques que entran en el colegio se les enseñase el castellano
como segunda lengua, potenciando ante todo el lenguaje oral", sostiene la
asesora lingüística Verónica Reyes.
Pese a la
escolarización infantil, las cifras cantan. El abandono educativo temprano se
situaba, por ejemplo, en ambas ciudades en el 54,8%, casi un 25% por encima de
la media de España. En claro, una mayoría de jóvenes de entre 18 y 24 años no
han completado ningún tipo de educación o formación.
Casi todos están
abocados al paro. "En una década solo habrá trabajo para el 15% de quienes
no cursan como mínimo ciclos formativos de grado medio o el bachillerato",
explicaba el mes pasado, en Ceuta, Carmen Maestro, presidenta del Consejo
Escolar Estatal.
Ceuta y Melilla
son los dos únicos lugares de España donde la educación no está transferida y
el peso de la enseñanza pública es aplastante (79% del alumnado), casi un 12% por
encima de la media española. Solo Castilla-La Mancha supera ese récord. La
mitad de los alumnos son musulmanes, predominan incluso en infantil y primaria,
y no suelen hablar castellano en sus casas.
No hay
estadísticas por confesiones, pero el fracaso y el abandono escolar se ceban
especialmente en ellos. Basta para comprobarlo con comparar las estadísticas de
los centros escolares frecuentados casi al 100% por musulmanes y otros en los
que apenas hay chavales de esa confesión. Ese reparto del alumnado perjudica a
la integración.
El Partido
Popular, que gobierna ambas ciudades, parece consciente del problema. A
instancias suyas, el pleno del Senado aprobó el 11 de mayo, por unanimidad, una
proposición no de ley que insta al Gobierno a "frenar y corregir los altos
porcentajes de fracaso y abandono escolar". Le pide además que
"fortalezca las medidas destinadas al alumnado cuya lengua materna no sea
el castellano (...)".
Mientras el tamazig pierde terreno en el norte de África, el árabe lo
gana. Avanza incluso en Ceuta. Se ha producido "un proceso de arabización
que provoca un uso mayor de la lengua árabe", sostiene la filóloga y
arabista Ángeles Vicente, de la Universidad de Barcelona, en su libro Ceuta:
una ciudad entre dos lenguas. Acaso se deba a que los matrimonios mixtos,
de ceutíes con mujeres marroquíes, han aumentado y el árabe es la lengua común.
"Se constata que los niños musulmanes hablan el árabe ahora con más
frecuencia que años atrás", aunque no lo escriben.
Vicente asegura
incluso que se ha desarrollado un árabe ceutí oral "mezcla del que
trajeron a la ciudad los primeros marroquíes que emigraron del campo, del que
impera en la vecina Tetuán -el más prestigioso del norte de Marruecos- y del
español". A los que lo hablan les cuesta entenderse, por ejemplo, con los
marroquíes de Rabat o Marraquech.
"Pese a que
le atribuye un escaso valor lingüístico, el musulmán ceutí considera que la
conservación de su árabe es una cuestión de salvaguarda de su identidad
cultural y religiosa ante la amenaza que supone la hegemonía del español lengua
vernácula y vehicular de la población cristiana", sostiene Vicente.
Es, sin embargo,
paradójicamente, la lengua más débil, el tamazig, la
que ha logrado conquistar mayores espacios. El Ayuntamiento de Melilla ofrece
clases de tamazig presenciales
y online (www.melillatamazight.es), y la
televisión municipal emite un telediario y un magacín cultural. El Gobierno
central incluyó además, por primera vez, en los presupuestos generales de 2010
una partida de 50.000 euros para la promoción de esa lengua.
Es "un paso
importante no tanto por la cuantía presupuestada, sino por el reconocimiento de
una lengua excluida del sistema escolar", declaró el promotor de la
enmienda presupuestaria, Joan Tardà, portavoz de ERC
en el Congreso. De paso ironizó: "Quién iba a decir que el PP de Melilla,
que no es el más progresista que hay en el Estado, financie clases de tamazig (...)". "Esto parece el mundo al
revés".
Estos pasos
quedan, no obstante, a veces deslucidos por la distorsión que desde la misma
Melilla se hace de la cultura bereber. El Ballet de
las Culturas, que cuando actúa fuera de la ciudad representa su diversidad
folclórica, incluye entre sus espectáculos la "danza del vientre",
algo "tan ajeno a los bereberes como el baile
tradicional japonés odori a los aragoneses", se
indigna un musulmán melillense.
Con esos 50.000
euros, el Ministerio de Educación no va a empezar a introducir el tamazig y el árabe en la enseñanza. Ni siquiera lo hará
como asignaturas optativas que se estudien como lenguas extranjeras, como
reclaman los dos partidos musulmanes. Ambos se lo solicitaron al propio
presidente José Luis Rodríguez Zapatero cuando les
recibió en el invierno de 2007.
"No nos
planteamos tener lengua optativa a día de hoy", declaró en noviembre, en
el Congreso, el ministro Ángel Gabilondo. "Hay
que fomentar el español, respetando a las demás lenguas", sentenció. Su
predecesora, Mercedes Cabrera, dudaba incluso de que fuese posible insertar en
el sistema educativo "una lengua de tradición oral carente de cuerpo
gramatical".
La única
concesión que Educación hace, por ahora, es a la creación, a partir de
septiembre, de la figura del mediador. Melilla se esforzará por "aproximar
el centro escolar, en el que se trabaja en español, a las familias que hablan tamazig", explica el director provincial, Miguel
Heredia. Su objetivo es "eliminar las barreras lingüísticas",
resalta.
Los Gobiernos de
ambas ciudades también se oponen a que se enseñe en la escuela la lengua de los
musulmanes. La portavoz del Ayuntamiento ceutí, Elena Sánchez (PP), tachó en su
día la petición de la oposición de "extravagante" porque, lejos de
"ser una medida de integración, la iniciativa conseguiría todo lo
contrario".
El Ayuntamiento
de Melilla ha rechazado incluso por enésima vez que el conocimiento del tamazig puntúe en algunas oposiciones, empezando por las de
policías municipales que trabajan en la calle en contacto con la población.
"Sería una insensatez y una discriminación", afirmó el presidente de
la ciudad, Juan José Imbroda. "Muchos bereberes
desconocen el tamazig y el propio Mustafá
Aberchán
[líder del partido musulmán] no lo hablaba hace unos
años".
"Sería una
manera de corregir una anomalía logrando que entren más bereberes
en la policía local, donde hoy día representan solo el 2% frente al 15% de los
efectivos en la ciudad de la Policía Nacional o de la Guardia Civil",
replica Aberchán. "No es normal que haya una
proporción más alta de arquitectos o abogados bereberes
que de guardias municipales", se indigna.
Aún algo
aletargada, la reivindicación lingüística de los musulmanes de ambas ciudades
se incrementará a medida que crezca demográficamente ese colectivo y que
participe más en las elecciones. Los partidos musulmanes ya cosechan hoy día
más votos que el PSOE, pero menos que el PP, que capta, no obstante, un buen
puñado de sufragios en esa comunidad.
No está claro,
sin embargo, que el árabe ceutí o el tamazig puedan
algún día, aún lejano, llegar a ser oficiales. A la debilidad o a la
inexistencia de su cuerpo gramatical se añaden dificultades jurídicas. Ceuta y
Melilla gozan desde 1995 de un estatuto ambiguo que las coloca a mitad de
camino entre ayuntamientos y comunidades autónomas. Aunque la reforma de los
estatutos está ahora en vía muerta, su aspiración es convertirse en comunidades
plenas, como las del sur de España, y gestionar la educación.
El artículo 3 de
la Constitución estipula que, además del español, las lenguas que tendrán
carácter oficial en las diversas comunidades deben ser "españolas".
Es decir, que el catalán o el euskera son
"lenguas españolas", según la Carta Magna. Se supone que tienen su
origen en España y que la mayoría de los que las hablan residen en ella.
"No creo que
se pueda decir que el tamazig o el árabe son lenguas
españolas", afirma Carlos Ruiz Miguel, catedrático de derecho
constitucional de la Universidad de Santiago de Compostela. "Son
extranjeras aunque las hable una pequeña parte de la población española".
"Su hipotética cooficialidad tiene muy difícil
encaje constitucional". "El caso podría acabar en el Tribunal
Constitucional", vaticina.
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