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LAS NOVELAS POLICÍACAS DE
SJÖWALL/WAHLÖÖ Y SU INFLUENCIA EN
Alejandro Casadesús
Bordoy
(Universitat de les Illes Balears)
RESUMEN
El matrimonio sueco Sjöwall/Wahlöö supuso una nueva manera de interpretar el género
policíaco por su manifiesta intención de aprovechar este tipo de novelas para
criticar con dureza el concepto del Estado de Bienestar sueco. Su planteamiento
narrativo se aleja del investigador perfecto que trabaja en una sociedad en la
que el crimen es algo anecdótico ya que describe una imagen muy dura de la
realidad sueca y de las consecuencias del capitalismo. El presente artículo
pretende una aproximación teórica a la obra de esta pareja de autores a partir
del estudio de su personaje principal y la crítica social que se presenta. En
un segundo bloque, se introduce un breve estudio comparado entre estos autores
y el sueco Henning Mankell,
que se basa en los mismos parámetros de análisis y que pretende demostrar la
influencia de los primeros sobre el creador del inspector Wallander.
Palabras clave: novela policíaca, Henning Mankell, Maj Sjöwall, Per
Wahlöö, crítica social
ABSTRACT
The Swedish couple Sjöwall/Wahlöö
reinterpreted the crime novel with the aim of using this literary genre to
criticize the so called Swedish Welfare State. Their narrative approach does
not intend to show a perfect detective who works in a society in which crime is
considered to be anecdotic. Their description of Swedish society and of the
consequences of capitalism is very severe.
This article adopts a theoretical approach to their work based on the analysis
of their main character and on the social criticism that they present in their
books. In a second section, we give a brief comparative analysis of the Swedish
couple and Henning Mankell. It is based on the same
parameters, and it aims to show the influence of the former on the writer who
has created Inspector Wallander.
Key words: crime novel, Henning Mankell,
Maj Sjöwall, Per Wahlöö, social criticism
0. Introducción
Para los aficionados al género policíaco, la pareja
formada por los suecos Sjöwall/Wählöö
supone una referencia clásica, casi canónica, por su manera de interpretar la
novela policíaca. Su gran aporte a la historia del género consiste en el
establecimiento de una serie de obras que persiguen de manera consciente y
guiada la crítica social del sistema político sueco de los años sesenta y
setenta. En este artículo se pretende analizar en primer lugar su obra
policíaca basándose en tres aspectos fundamentales: la definición de la
variante que representan, su personaje principal, Martin Beck y, por último,
los aspectos ideológicos. En un segundo bloque, se pretende demostrar la
influencia de estos autores en la obra del escritor sueco Henning
Mankell, cuya popularidad gracias a sus novelas
policíacas es indiscutible. El autor ha conseguido una fórmula literaria de
gran éxito en la que se entremezclan la crítica social hacia el Estado del
Bienestar con la descripción de una sociedad sueca desestructurada y perdida en
el marco de una creciente y nueva delincuencia que actúa con gran violencia. Es
por tanto nuestro objetivo demostrar las similitudes en la concepción narrativa
e ideológica de ambos autores, que refuerzan la creación de un modelo de novela
policíaca diseñado con la evidente intención de ser crítico con el sistema
político y social.
1. Maj Sjöwall y Per Wahlöö
Maj Sjöwall (1935) y Per Wahlöö
(1926-1975) son los autores del ciclo de diez novelas policíacas [1]
protagonizadas por el inspector de policía Martin Beck.
Sus obras, de gran impacto en la época en la que se escribieron, reflejan una
sociedad sueca muy diferente al modelo de bienestar que se asocia con ese
momento de la historia reciente del país escandinavo. La fuerte crítica social
al Estado y a la policía es el aspecto principal por el que esta pareja de
escritores ha pasado a la historia de la literatura policíaca.
La serie de novelas de Martin Beck
tienen como puntos fuertes la crítica social al Estado Sueco y la descripción
del trabajo diario de un inspector de policía y sus compañeros de comisaría.
Los estudios consultados sobre la obra de Sjöwall y Wahlöö difieren por lo que respecta a la categoría a la que
pertenecen sus obras. Atendiendo al aspecto que se considera más importante, la
crítica social o la descripción de la rutina policial, se encuadran sus obras
en dos variantes diferentes: el Soziokrimi o
el Polizeikrimi [2]. Brönnimann (2004: 75) considera que la pareja sueca es un
ejemplo del uso crítico de la novela policíaca y afirma que el primer objetivo
de Sjöwall y Wahlöö es
concienciar al lector de la problemática social sueca:
A los
autores les interesaba primordialmente poner en evidencia la situación
política, social y económica así como las irregularidades que ellos
identificaban como causas de los delitos. Todo ello con la intención de
desencadenar un proceso de reflexión en el lector y, finalmente, una reacción.
[3]
Brönnimann
(2004: 86-88) reconoce el seguimiento del trabajo policial como tema central de
la obra de los autores suecos y menciona la característica principal que define
la variante del Polizeikrimi, término que no
menciona en ningún momento.
El
lector acompaña a Beck y a su equipo a través de su quehacer diario y conoce de
primera mano las crecientes dificultades que implica el trabajo policial,
aspecto esencial para realizar una descripción que ponga en evidencia la
realidad y su reproducción literaria. [...] Sjöwall/Wahlöö describen el trabajo de la policía pero sólo para
mostrar como empieza a extenderse la criminalidad en el denominado Estado del
Bienestar y cómo la policía intenta reprimir este proceso.
Para este crítico, el seguimiento del
trabajo de la policía no es el eje del ciclo de novelas sino la crítica social,
vista a través del estamento policial, que a su vez también es objeto de las
críticas. Desde esta perspectiva, la realidad policial sirve tan sólo como
soporte para una crítica social profunda y elaborada, objetivo último del
matrimonio Sjöwall / Wahlöö
según Brönnimann. [4]
Suerbaum
(1984: 175-184) analiza las obras desde la misma perspectiva pero invierte el
orden de los valores. Para Suerbaum (1984: 175) las
obras del inspector Martin Beck son un ejemplo de la variante Polizeikrimi, en la que se describe la realidad del
aparato policial pero no sólo desde la perspectiva del funcionamiento interno y
de la manera de trabajar. El trabajo policial se interpreta como un trabajo
duro en el que se cometen errores, en definitiva, desde una perspectiva crítica:
Los autores no se conformaban, como sucede
con la mayoría de autores de novelas policíacas, con hacer compatible las
condiciones generales del juego detectivesco con la realidad que supone la
persecución de delitos sino que convierten todos los problemas sociales
actuales de la sociedad […] en el propio objeto del juego. Las novelas no
tratan solamente de casos y sus resoluciones, sino también de la policía y su
cuestionada consideración como un cuerpo hostil al progreso, o como último
baluarte del orden, de la propia consideración de los policías y de la problemática
de una institución paramilitar en un estado democrático.
Suerbaum
(1984: 175) se opone a la idea que defiende Brönnimann
en su estudio y considera que, por encima de todo, se trata de buenas novelas
policíacas, con un componente crítico importante:
Sería falso e injusto fijar el foco de
atención de manera exclusiva en la crítica social de las obras de Sjöwall/Wahlöö. Hay una gran
cantidad de libros con un mejor y más fundamentado contenido en crítica social
así como extensos análisis sobre la situación de Suecia. Las novelas deben su
difusión y su éxito al hecho de que son obras de una especial calidad.
Suerbaum [5]
interpreta a nuestro entender la obra de Sjöwall/Wahlöö desde una perspectiva correcta. Independientemente
del alcance y el acierto de la crítica social de estas obras, parece lógico
afirmar que se trata de novelas de la variante Polizeikrimi.
El alcance, el acierto y la calidad de sus críticas son un factor importante y
destacable pero que, con el desarrollo del género, se ha convertido en
inherente a la novela policíaca y que, por tanto, no es un factor diferencial.
Suscribiendo la afirmación de Suerbaum, existen
estudios de tipo sociológico, económico o político, cuya finalidad específica
es el análisis de la situación social de un país y que están perfectamente
documentados por su carácter científico.
1.1. Martin Beck
El personaje principal es un
investigador que se encuentra en la treintena en la primera obra y que trabaja
en Estocolmo. Su padre murió y su madre, que se encuentra internada en una
residencia para ancianos donde él la visita con frecuencia, muere a lo largo
del ciclo de novelas. Beck lleva una vida dedicada al trabajo y a la
investigación, que no es especialmente atractiva ni trepidante. Su propio
carácter contribuye sin duda a que su vida discurra en la normalidad y sin
sobresaltos. El propio investigador se define a sí mismo como una persona
retraída y poco divertida: “Él mismo se definiría como una persona tímida y
bastante aburrida.” (AS: 10) [6]. Su situación familiar no es especialmente
feliz; está casado y tiene un hijo y una hija. Con su hijo, a partir de la
adolescencia, tiene más problemas que con su hija, con la que mantiene una
buena relación. La dedicación casi exclusiva al trabajo, su personalidad distante
e individualista y el carácter de su mujer, Inga, que siempre lo critica por su
excesiva dependencia de la comisaría, son factores que dificultan enormemente
la estabilidad sentimental y familiar. El trabajo, una de las causas de la
lenta degradación del matrimonio, es la excusa ideal que encuentra Beck para no
estar en casa con su familia:
Su
familia estaba en la mesa y desayunaba. [...] «Venga, Papá, ven con nosotros,
le suplicó. Mira qué buen tiempo hace. Si tú no estás, no es tan divertido.»
«No puede
ser. Sería fantástico pero...»
«Papá
debe trabajar», le interrumpió Inga molesta. «Como siempre.» (AS: 48-49)
Su completa dedicación al trabajo no
sólo tiene consecuencias en su relación de pareja y su vida familiar sino
también en su propia salud y estado físico. Beck se alimenta sin seguir un
ritmo regular y sin prestar mucha atención a la cantidad o a la calidad de los
platos:
Martin Beck sintió una punzada en el
estómago y pensó en su mujer y en su insistencia para que él mantuviera un
ritmo regular de comidas. Desde hacía más de doce horas no había comido nada. (TG: 20)
Otro efecto
sobre su salud, producto del exceso de trabajo, se demuestra en el cansancio
que llega a acumular Beck en el transcurso de las
investigaciones y del que no siempre se puede recuperar con un sueño reparador.
Se trata por tanto de un personaje con unas características que lo hacen
simpático, porque presenta muchos rasgos humanos con los que se puede
identificar cualquier lector, como considera Schmidt
(1989: 217): “Desde el Maigret de Simenon
no se ha dado en toda la novela policíaca ninguna figura que se pudiera
comparar en humanidad con el comisario Martin Beck.”
El equipo de trabajo de Beck se compone
de cuatro investigadores principales: Kollberg, Melander, Rönn y Larsson. Sjöwall/Wahlöö no otorgan tanta importancia a estos personajes como
al investigador principal y, en su construcción, destaca una característica de
cada uno de ellos que se repite a lo largo de la serie [7]. De este modo, Kollberg, el único de todos los compañeros que mantiene una
relación de amistad con Beck, destaca por no llevar armas y por su capacidad de
análisis, especialmente en situaciones críticas. Melander
sobresale por su prodigiosa memoria y por encontrarse siempre en el cuarto de
baño cuando se le necesita. Rönn siempre redacta
informes que nadie es capaz de entender y Larsson se
caracteriza por su manera de interrogar, brutal pero efectiva. En la comisaría
no se trabaja de una manera jerárquica sino que todos aportan su trabajo y sus
ideas por igual sin tener en cuenta ni su graduación ni los años de experiencia
[8]. El objetivo común es resolver el crimen y para ello hace falta el esfuerzo
de todos sin que nadie pretenda acaparar protagonismo alguno. Aun así, el mando
recae sobre Beck, que es quien coordina y decide en última instancia, como
corresponde a los investigadores principales de la novela policíaca. Suerbaum (1984: 177) opina al respecto:
La
participación de Beck en la investigación varía; de la misma manera que
resuelve un caso casi en solitario, pasa a segundo plano tras sus
colaboradores. Sin embargo, es siempre el personaje de referencia. Tan solo él
posee las virtudes cardinales del policía: la lógica, la calma y la tenacidad.
De él surgen las ideas decisivas; sus opiniones sobre los casos, individuos y
la sociedad son las que más se tienen en consideración y las que menos se
discuten.
Suerbaum
resume en la cita tres aspectos básicos del método de trabajo de Beck y sus
compañeros: insistencia, lógica y tranquilidad. A estos tres se deben añadir el
trabajo sistemático, la suerte o la casualidad y la intuición. Sjöwall/Wahlöö entienden el
trabajo policial como una actividad muy dura, que genera mucha tensión en los
policías y que se aleja de soluciones fantásticas o acciones muy
espectaculares. La investigación policial requiere mucha paciencia, gran
cantidad de trabajo y la capacidad para establecer prioridades y ordenar la
información de que se dispone de manera sistemática. Beck trabaja de manera
ordenada y así procede en interrogatorios y en el diseño de las
investigaciones: “El tipo estaba loco. ¿Pero qué se demostraba con ello? [...]
Martin Beck lo intentó de nuevo con su tan famosa metodología sistemática.”
(PM: 116)
La tarea policial que describen los
autores suecos no es tan sólo dura por la cantidad de trabajo que genera, la
tensión que implica y la dedicación que supone para los policías. La recreación
del trabajo policial implica conceder espacio no sólo al éxito sino también al
fracaso [9] y a la crítica al estamento policial y a su manera de actuar. El
fracaso de la investigación no se da en las obras de Martin Beck de manera
absoluta ya que los crímenes se resuelven de manera satisfactoria pero sí que
se da en el transcurso de la investigación. En ocasiones, y a pesar de todos
los esfuerzos y la cooperación entre los investigadores, la investigación
parece no avanzar y hallarse en un punto muerto. Esta sensación de bloqueo
total, de fracaso temporal, añade tensión a la lectura porque parece definitiva
pero no amenaza a la resolución del caso porque en algún momento el grupo de
policías sabrá resolverlo:
Se
interrogó a los sospechosos y a todos los que figuraban como testigos. Pero
hasta el momento la intensa actividad no había conducido a nada que se pudiera
considerar un avance. La identidad del asesino seguía siendo un misterio y aún
andaba libre. (MB: 59)
Esta sensación de incapacidad para
avanzar, que parece anular todo el trabajo de los investigadores, no sólo
desmitifica y acerca a la realidad el trabajo policial sino que también elimina
la imagen del investigador perfecto que enlaza una decisión correcta tras
otra.
Destaca como último punto del método de
trabajo de Beck su capacidad de análisis que le conduce a cuestionarse con
frecuencia el desarrollo de las investigaciones y, sobre todo, el significado
de las pistas que ha acumulado y su posible conexión. Beck es consciente de la
complejidad de los casos que investiga y sabe que cualquier mínimo detalle puede
ser definitivo, aunque él no sepa interpretar su importancia: “Había algo
totalmente erróneo en toda la historia. Algo no era como debería de ser. Sin
embargo, no era capaz de decir qué era.” (ML: 56) Con este recurso, Sjöwall/Wahlöö refuerzan el
carácter insistente y metódico del investigador así como la idea de que no es
infalible. El hecho de que Beck no sea capaz de descifrar o recordar algo
imposibilita el avance de la investigación e inquieta al lector, que es testigo
de cómo el éxito o el fracaso de la investigación dependen en ocasiones de detalles
aparentemente nimios.
Los errores en el trabajo policial no
se esconden, y el lector observa cómo en ocasiones algunos errores impiden o
retrasan el avance de la investigación. Un ejemplo lo encontramos en Der Mann auf dem Balkon cuando el agente Larsson ignora la llamada de una vecina para comunicar que
hay un hombre que, desde su balcón, se dedica a mirar constantemente a la
calle, concretamente a los niños. El error no sólo consiste en ignorar el valor
real de la información sino en que, cuando los agentes reaccionan, nadie es
capaz de recordar el nombre de la mujer que llamó ni dónde dijo vivir. Un
trabajo de reconstrucción y la casualidad permiten a la policía encontrarla y
escuchar su testimonio, que será definitivo para localizar al culpable.
1.2. Aspectos
ideológicos
La crítica social en las obras de Sjöwall/Wahlöö es evidente y toda
la bibliografía que hemos consultado destaca sin excepción este aspecto. [10] Sjöwall/Wahlöö aprovechan el
género policíaco para desarrollar una serie de novelas cuya finalidad última
es, precisamente, la crítica del Estado del Bienestar sueco y las consecuencias
que su política tiene sobre los ciudadanos. Los propios autores (Tantow 1999:188) explican cuáles son sus intenciones:
En 1963
empezamos a escribir libros que se dirigían al público tradicional de la novela
policíaca. En las tres primeras novelas describíamos el delito y su
investigación de manera totalmente apolítica. Planeamos desde el principio, ser
más directos a partir del cuarto o quinto libro. [...] Consideramos que elegir
un género popular podría ser una garantía de éxito para expresar lo que
queríamos decir. La novela policíaca es un género popular. En 1962 había en
Suecia sólo novelas policíacas que seguían el modelo de Agatha Christie y Doroty Sayers. La influencia
norteamericana era demasiado poderosa. Discutimos el problema durante medio año
y entonces nos quedó claro: Novela policíaca sí, pero con un nuevo formato. No
nos interesaban los libros en los que un aficionado superdotado, que es más listo
que la policía, es el centro de la acción. El centro de atención en nuestras
obras debía ser un equipo de policías criminalistas.
Para los autores, Suecia ha entrado en
una espiral de capitalismo descontrolado que, bajo la apariencia de un sistema
social que protege al ciudadano, ejerce una política capitalista que no aporta
nada bueno. Esta política genera malestar, ejerce presión sobre el ciudadano,
fomenta la delincuencia, la corrupción, el delito y crea un aparato policial al
servicio del Estado que no protege al ciudadano. En definitiva, se trata, como
apuntan Wöhler y Brönnimann,
de invertir el punto de vista ideológico clásico de la novela policíaca que
entiende el delito como un ataque y un desprecio al orden establecido y a la
sociedad. Wöhler (2004: 117) plantea la siguiente
pregunta respecto al enfoque crítico de los autores suecos: “¿Pero puede ser
también una profunda ruptura del orden social causa del crimen?” Brönnimann (2004: 79), por su parte, afirma:
En su
ciclo se analiza la criminalidad y el delito como una consecuencia social de la
sociedad capitalista y se relaciona con las doctrinas políticas e ideológicas.
Por ello, al lector le queda claro muy pronto que para Sjöwall/Wahlöö todo el sistema capitalista es corrupto y criminal. [11]
Desde esta perspectiva no se entiende
el crimen como la causa del desorden social sino que es la política del
gobierno, la que genera la insatisfacción de la población y, en consecuencia,
el crimen se debe interpretar como una manifestación extrema de este desorden.
La crítica se centra en el
funcionamiento y la actuación del cuerpo de policía sueco, responsable directo
de ejecutar las órdenes del gobierno y velar por la seguridad de los
ciudadanos, y en denunciar, a través de los tipos de crímenes que se cometen y
los motivos que llevan a los ciudadanos a cometer tales delitos, el estado de
la sociedad sueca del momento.
1.2.1. El
cuerpo de policía
Las críticas se
centran en la manera de actuar así como en la formación y en los requisitos que
se deben cumplir para pasar a formar parte del cuerpo de policía sueco. El
origen de esta crítica a la policía y, por ende, al Estado, tiene su origen en
el proceso de unificación y nacionalización que experimentó el cuerpo en 1965 y
que supuso una mayor dependencia de las decisiones del gobierno y una menor
libertad para actuar de manera local e independiente. La policía se convierte
así, a ojos de los escritores suecos, en un aparato al servicio del Estado y no
del ciudadano, con unos derechos que suponen un exceso de autoridad y que
generan violencia y rechazo hacia el cuerpo de policía. La crítica es directa,
dura y basada en datos reales:
Las
dificultades empezaron en el año 1965, cuando la policía dejó de ser un asunto
de los ayuntamientos y pasó a estar bajo el control de la central estatal para
la violencia. [...] Y las nuevas leyes, que en su mayoría habían nacido por
expreso deseo del poder, le daban a la policía el derecho de detener a
cualquiera sin motivo alguno. Bastaba, si la policía lo demostraba posteriormente,
que el afectado representara de alguna manera un peligro para la seguridad y el
orden establecido. Todo esto tenía como consecuencia que la policía hubiera
recibido los mayores poderes en la historia del país. [...] Pese a ello, seguía
aumentando el número de delitos y se empleaba cada vez más violencia. Nadie
entre las autoridades policiales parecía ser capaz de entender la verdad, es
decir, que la violencia genera violencia y que en realidad era la policía la
primera que había golpeado. (PM: 134-135)
Los autores suecos entienden que Suecia
deriva lentamente hacia un estado policial, basado en el control del ciudadano,
que restringe su libertad de movimientos y que tiene autorización para usar la
violencia. Esta presión indiscriminada sobre la sociedad no sólo desprestigia
la imagen de la policía sino que acentúa la sensación de inseguridad causada
por los propios representantes de la ley [12], que pueden aplicarla de manera
arbitraria ante la indefensión del ciudadano. Los jóvenes, un sector de la
población que Sjöwall/Wahlöö
consideran especialmente desfavorecido, no ocultan su repulsa hacia el cuerpo
de policía:
«Todos odiamos a los polizontes. ¿Por qué
motivo no deberíamos hacerlo? Los polis nos odian también a nosotros.»
«Es cierto. No podemos hacer nada ni
pararnos en ningún sitio. Tan pronto como uno se sienta en un banco o en
cualquier lado aparecen los justicieros detrás de nosotros y nos molestan y si
tienen la oportunidad nos dan una paliza.»
«O se ríen de nosotros», añadió la chica. «Y
eso es con diferencia lo peor.» (PM: 254)
La decisión política tiene un segundo
efecto sobre el cuerpo de policía. Se le otorgan más poderes y se centralizan
su estructura y su organigrama. Una de las consecuencias directas de estas
decisiones es que se necesita más personal para poder cubrir las nuevas
necesidades. Sjöwall/Wahlöö
interpretan que una de las causas del funcionamiento, a su entender anómalo, de
las fuerzas del orden, es el hecho de que falte personal, lo que comporta que
cualquiera con unas aptitudes mínimas, y no precisamente altamente cualificado,
pueda ingresar en el cuerpo:
«Ya
sabes», dijo Kvist, «que aproximadamente el ochenta
por ciento de todos los alumnos de instituto continúan en la universidad. La
policía debe nutrirse del veinte por ciento restante.» [...] «He oído que al
menos 1500 personas son necesarias en todo el país», continuó Kvist. «No es de extrañar que debamos hacer tantas horas
extras.» (MB: 182)
Según Brönnimann
(2004: 83) esta situación es para la pareja sueca la causa que explica el
aumento de la violencia por parte la policía ya que los autores “ven una
relación directa entre la mala fama y el comportamiento agresivo de la policía
y el bajo nivel intelectual de los aspirantes a agentes de policía.”
1.2.2. Suecia y
el Estado del Bienestar
Sjöwall/Wahlöö efectúan sus críticas hacia la política
socialdemócrata en dos niveles. Por un lado, critican de manera directa
aquellos aspectos del modelo social sueco con los que no están de acuerdo así
como sus consecuencias para los ciudadanos. Por otro lado, presentan una serie
de motivaciones para cometer delitos que suponen, de manera indirecta, una
crítica al gobierno sueco ya que consideran que estos crímenes se cometen como
resultado de una política errónea.
Los autores denuncian el consumo
excesivo de drogas y la facilidad de los ciudadanos para adquirirlas, que
afecta especialmente a la juventud sueca. Denuncian también la presión social
que ejerce el Estado sueco sobre el ciudadano, una presión que no siempre es
bienvenida y que no redunda en una mayor felicidad de los ciudadanos sino en
una sensación de agobio y de desencanto:
Él sabía que muchos alumnos y otros
adolescentes tenían por costumbre reunirse con los pequeños traficantes de
drogas. Diariamente se intercambiaban considerables cantidades de hachís,
marihuana, Preludin y LSD. Los compradores, que cada
vez eran más jóvenes, pronto serían adictos. [...] Y la policía no podía hacer
mucho al respecto, simplemente porque le faltaban medios. Y para complicar aún
más la situación y favorecer aún más el vicio, los medios de comunicación lo
pregonaban una y otra vez a los cuatro vientos. (MB: 152) [13]
Las críticas se llevan a cabo, de
manera indirecta, a través de la explicación de los motivos que conducen a los
crímenes. Wöhler (2004: 126-128) divide los motivos
de los crímenes en tres grupos: aquellos cometidos por personas con problemas o
trastornos mentales o por motivos pasionales, los cometidos para encubrir
actividades ilícitas o para proteger la imagen de alguien y aquellos que se
cometen por desesperación a modo de venganza y como resultado de la incapacidad
de soportar la presión del sistema. Schmidt (1989:
213) considera que la situación que describen los autores suecos no se
soluciona con la efectiva actuación de la policía:
Hay
delitos sexuales, locos homicidas, asesinatos pasionales, también casos en los
que marginados de la sociedad se vengan de manera brutal de aquellos seres
humanos que antes les han causado daño. Sin ninguna duda, en todos estos casos
el delito es un síntoma de la enfermedad de la sociedad que no se cura en
absoluto por la detención del asesino.
La crítica al cuerpo policial supone
una crítica al gobierno socialdemócrata al que consideran responsable último
del aumento de la delincuencia y de la desesperación de ciudadanos que
encuentran en el crimen la única solución.
2. La
influencia de Sjöwalll/Wahlöö
sobre Mankell
Mankell, en el prólogo incluido en la
edición española de Roseanna, explica con poco
detalle su relación con las obras de la pareja sueca:
Leí Roseanna apenas salió publicada, allá por 1965. No
sabría decir cuántas veces me han preguntado qué han significado para mí los
libros de Sjöwall y Wahlöö.
Creo que cualquiera que haya escrito sobre crímenes como reflejo de una
sociedad social ha sido inspirado, de una manera u otra, por ellos .
La crítica
literaria, por su parte, sí reconoce las similitudes, es decir, la influencia
de la pareja Sjöwall/Wahlöö
sobre Mankell. Krieg y Wöhler interpretan esta relación desde dos perspectivas
diferentes. Krieg (2002: 82-84) considera que las
obras policíacas de Mankell siguen la tradición de Sjöwall/Wahlöö [14] pero no
efectúa ninguna consideración sobre el alcance y las características concretas
que se pueden encontrar en ambos autores. Wöhler
(2004: 115-141) compara las series de los autores suecos y Mankell
desde un punto de vista muy concreto, esto es, desde la perspectiva de la
representación de la sociedad y la crítica social. Wöhler
(2004: 116) descarta otros parámetros de comparación e interpreta las series
desde las diferencias que se observan en el planteamiento ideológico, similar
en su intención pero diferente en su forma pues la obra de Sjöwall/Wahlöö es mucho más contundente en su planteamiento: “Estas diferencias se basan
en la descripción del estado de la sociedad sueca, en la descripción de los
problemas así como en la mirada hacia la explicación de esta situación
problemática.”
Un primer punto
en común es el hecho de haber escrito una serie de novelas con un mismo
personaje y con una misma filosofía que se adivina tras un subtítulo para la
serie. Sjöwall/ Wahlöö
tenían claro desde el inicio de la serie que querían escribir una serie de diez
novelas que llevarían por subtítulo Novela sobre un delito con la
clara intención de denunciar el mal funcionamiento del aparato de Estado sueco.
Mankell no tenía tan claro un subtítulo hasta que
decidió dar por acabada la serie. Fue entonces cuando pensó un subtítulo que
expresara el significado del conjunto de obras de Wallander
y que demuestra la similitud en las intenciones:
Hasta
que no terminé de redactar la octava y última parte de la serie sobre Kurt Wallander, no caí en la
cuenta de cuál era el subtítulo que, en vano, había estado buscando para ella
sin cesar. Una vez que todo lo relativo a Wallander
o, al menos, la mayor parte, pertenecía al pasado, comprendí que ese subtítulo
debía ser, lógicamente, «Novelas sobre el desasosiego sueco.» (PD: 11)
2.1. El personaje principal
Ambos
inspectores comparten algunas características en su construcción bastante
significativas. En primer lugar, los dos tienen una vida sentimental similar.
El lector conoce a Beck en el proceso de degradación matrimonial que conducirá
a su separación mientras que a Wallander ya se le
conoce separado de su mujer. Sin embargo, cuando el lector tiene la oportunidad
de leer sobre el pasado de Wallander y los orígenes
de su relación con Mona, descubre que la excesiva dedicación al trabajo ha
conducido a los dos inspectores a su fracaso matrimonial:
A las
seis sonó el teléfono.
«¿Vienes a comer a casa?»
«No me
lo parece.»
«Dios
mío, ¿no tienen a otro más que a ti?, se quejó su mujer. «¿Debes hacerlo todo
tú solo? Al fin y al cabo aún tienes una familia. Los niños preguntan por ti.»
«Intentaré
estar en casa a las seis y media.» (TG: 43)
-Creí
que ibas a venir a buscarme- le reprochó ella enojada.
Wallander miró el reloj y lanzó una
maldición en su fuero interno: tendría que haber estado en el puerto hacía más
de un cuarto de hora.
-Estaba
ocupado con la investigación de un crimen –adujo a modo de excusa.
-¡Pero
si hoy tenías el día libre!
-Ya,
pero, por desgracia, me necesitaban.
-Me
cuesta creer que no haya más policías que tú. Esto no va a ser siempre así,
¿verdad? (PD: 32)
Esta obsesión y
dedicación exclusiva les afecta no sólo en su vida de pareja sino también en su
salud. Ambos investigadores beben mucho café, comen mal, a deshora y rápido o
se olvidan de comer, y trabajan en exceso. A pesar de su cansancio, los
investigadores siguen luchando para resolver el crimen y aguantan en el puesto
de trabajo sin desfallecer. La falta de sueño es una constante:
Martin
Beck tan sólo había dormido unas horas. Se había saltado el almuerzo para poder
celebrar una rueda de prensa que para los periodistas no fue muy interesante.
Bostezó, miró el reloj y se sorprendió de que ya fueran las tres menos cuarto.
[...]
«Larsson miró con desagrado el montón de papeles que llevaba
Beck y exclamó: ¡Aún vienes con más! ¡Nos ahogamos en
trabajo!»
Martin Beck
se encogió de hombros y dejó los papeles al lado del codo de Mellander. «Quiero pedir un café», dijo, «¿queréis
también una taza?» (MB: 59)
-Échala al correo hoy mismo –ordenó-. Es muy importante.
-Me
encargaré personalmente –aseguró ella con una sonrisa-. Sigues teniendo aspecto
de estar totalmente agotado. ¿Es que no duermes por las noches?
-No como debiera –admitió Wallander.
-¿Quién
crees que te lo agradecerá si te matas trabajando? –preguntó
Ebba-. Desde luego, yo no.
Wallander volvió a su despacho sin
responder. (HS: 282)
Otro aspecto en
común, éste relacionado con su faceta estrictamente profesional, demuestra su
capacidad de análisis y de reflexión. Fruto de esta intensa actividad mental es
la sensación de que, a pesar de su dedicación y la de todo el equipo de
investigación, se esconden detalles cruciales que se intuyen como clave, pero
que no son capaces de ver o intuir. En ocasiones, se trata de una apreciación
que no pueden recordar y otras veces se trata de un aspecto de la investigación
que, gracias a su intuición y experiencia, saben que no encaja en el conjunto.
Las dudas, siempre mostradas a través de digresiones reflexivas, demuestran su
inquietud:
Las
pruebas no eran suficientes, pero Bengtsson tenía a
la opinión pública en contra y sería con toda probabilidad juzgado. Martin Beck
estaba muy descontento consigo mismo. Algo no encajaba en este asunto. ¿Pero
qué era? (PM: 171)
Wallander se recostó en una silla. Trató
de interpretar la sorda preocupación que no dejaba de corroerle. Había algo en
el cuadro que no veía. O que interpretaba mal. Pero no daba con qué podía ser.
(QM: 311)
2.2. Aspectos ideológicos y temática
El uso de la
novela policíaca para criticar aspectos concretos de la sociedad sueca y, por
extensión, de la sociedad occidental es evidente por parte de ambos autores. El
primer punto que concentra la crítica es el cuerpo de policía. La posibilidad
de representar el funcionamiento del cuerpo desde dentro permite a los autores
establecer críticas fundamentadas, que son directas y concisas:
La nueva
ley de la porra otorgó fantásticas posibilidades a los agentes de policía
ávidos de servir a la ley. Vejar a la gente, especialmente a los adolescentes,
que se sentaban en los bancos del parque y charlaban porque no sabían dónde
estar. Los ciudadanos de este tipo eran automáticamente considerados como
sospechosos y podían ser detenidos sin motivo concreto alguno. Los podían tener
seis horas en prisión, darles una paliza y soltarlos de nuevo para
inmediatamente después, en una nueva redada al estilo militar, volverlos a
meter en un furgón policial. (PM: 276-277)
-En
cualquier caso, eso no explica las causas de que tengamos uno de los peores
índices de resolución de casos del mundo. La policía sueca soluciona menos
casos delictivos que casi todos los demás cuerpos de policía – afirmó su
colega. [...]
-Bueno,
pero tiene que haber una explicación, digo yo –insistió ella-. Me niego a creer
que se deba a la falta de personal o a la carencia de esos recursos de los que
todos hablan sin que nadie sea capaz de precisar en qué consisten. (HS: 156)
La situación
del cuerpo de policía no se representa cómoda ni fácil a ojos de los
escritores. Debe garantizar la justicia y el orden en una sociedad en la que
los valores van cambiando a una gran velocidad y provocan situaciones nuevas a
las que nadie parece encontrar respuesta inmediata. La policía se encuentra
entre el poder judicial y la ciudadanía y debe responder de manera eficaz a las
presiones internas derivadas de las decisiones estatales y a la demanda social
que le exige eficacia y aplicación de la ley. De las críticas de ambos autores
se deduce que en esta situación de lucha quien sale perdiendo es el ciudadano y
la sociedad en general. La policía no dispone de medios para combatir el crimen
y se encuentra inmersa en unas decisiones que ni favorecen su imagen pública,
como demuestra la cita de Sjöwall/Wahlöö,
ni satisfacen a los propios agentes de policía, como demuestran la cita de Mankell. Como servicio público en una sociedad que se está
transformando, la policía sufre asimismo unos cambios que nadie sabe si van a
contribuir a su mejora.
La sociedad
sueca y la occidental quedan reflejadas en algunos comentarios de los autores
que muestran su desesperanza ante una evolución social que, lejos de ofrecer un
panorama positivo, supone una pérdida de valores y un aumento de la violencia
que el Estado de Derecho no puede controlar:
La cuota
de delitos aumentaba año tras año, lo que al fin y al cabo era responsabilidad
suya y de todos aquellos que habían creado esta comunidad y vivían en ella. La
policía había sido dotada en los últimos años de nuevos recursos técnicos y
humanos y, a pesar de ello, parecía que los delincuentes siempre iban un paso
por delante. (MB: 39)
Hoy,
tendríamos que vivir, en nuestra formación, otras experiencias y recibir otros
conocimientos para ser tan útiles como antes. Pero no es así. [...] A veces me
da la impresión de que la ventaja que nos llevan los delincuentes aumenta sin
ningún tipo de trabas. Y la sociedad responde manipulando los datos estadísticos.
En lugar de permitir que la policía solucione los crímenes que se cometen,
hacen que prescriban. Lo que, hace diez años, se consideraban como acciones
ilícitas, hoy se tiene por actitudes no delictivas. Se produce a diario una
especie de corrimiento. Lo que ayer se castigaba, puede hoy pasar inadvertido o
haber prescrito poco después de haberse producido. (HS: 156)
Aparte de la
evidente similitud en la apreciación sobre la ventaja de los delincuentes sobre
la policía, las citas demuestran una desesperanza y una crítica directa a la
evolución de la sociedad. El aumento de la delincuencia y la rebaja de la
dureza del código penal tienen unas consecuencias inmediatas: la delincuencia
aumenta y la policía pierde la ilusión por su trabajo porque ve que el
delincuente siempre sale bien parado.
Los tipos de
delitos y delincuentes son otra demostración de la crítica social que muestra
la decadencia de la sociedad occidental. Ambos autores presentan personajes con
las facultades mentales perturbadas que cometen asesinatos para liberar sus
tensiones o para vengarse de algo o de alguien, un síntoma de que algo no
funciona bien en la sociedad, que nada puede hacer para salvar a estos
personajes que se encuentran al margen de la sociedad y que suponen, de una
manera u otra, un problema y un peligro para la misma:
«Asocial.
Posicionado contra la sociedad. No tenía formación alguna y siempre había
estado en el paro. Pero no había sido nunca juzgado por un delito con
violencia, aunque se deduce que iba armado en anteriores intentos. [...]» Kollberg suspiró. Exactamente este tipo de ciudadano estaba
tan extendido en la denominada Sociedad del Bienestar, que no podía ni hacerse
una idea del número de ellos que había. Y lo que aún era peor. Nadie tenía ni
la más remota idea de cómo se les podía ayudar. Las medidas de la policía
consistían en golpearlos con la porra y en darles una paliza tras arrestarlos.
(PM: 243-244)
Wallander pensó que, tras todo aquello,
se ocultaba una sombra aterradora que se extendía sobre el país entero; que,
cada vez con mayor frecuencia, la gente de la que se podía prescindir quedaría
apartada y condenada a llevar una vida indigna en reductos en los que se
desconoce la conmiseración y desde los que podrían contemplar a aquellos a
quienes habían tenido la fortuna de pertenecer al lado adecuado, aquellos a los
que les había cabido en suerte tener algún motivo para ser felices. (PT: 549)
El marginado no
tiene ninguna opción en la sociedad que critican ambos autores y tan sólo puede
enfrentarse a su exclusión como lo hace, con odio y venganza hacia quienes
permiten que esto suceda. El Estado no ofrece, según los autores, ninguna
solución factible –Sjöwall/Wahlöö
apuntan a la solución policial como la única que se ha aplicado- y la
degradación de la sociedad sigue su curso imparable. El tipo de criminal que
surge de esta realidad social es un desequilibrado, producto de la desigualdad
social que el Estado no ha sido capaz de solventar ni reducir. A ojos de los
escritores el modelo sueco se resquebraja ya que no es capaz de hacer frente a
los cambios sociales y a la creciente marginación.
3. Conclusiones
La influencia
de la pareja de autores suecos sobre Mankell se
demuestra en la construcción de un personaje principal cuya caracterización se
basa en aspectos muy similares, es decir, el trabajo constante, el cansancio y
una faceta personal y familiar bastante desafortunada. Ambos autores coinciden
en una misma perspectiva crítica de la sociedad sueca, a pesar de que escriben
en décadas diferentes, y se puede interpretar que el trabajo de Mankell es una continuación del iniciado por Sjöwall/Wahlöö. En Mankell la crítica demuestra que la sociedad ha seguido la
evolución que ya intuyó la pareja sueca si bien, como gran diferencia, se
observa una connotación política en las obras de Sjöwall/Wahlöö, de corte anticapitalista, que en Mankell no se aprecia ya que éste se refiere más bien a los
síntomas que observa en la sociedad sin responsabilizar directamente a nadie.
No ofrecen solución alguna para los problemas que tratan y denuncian los
aspectos de la sociedad que consideran injustos o difíciles de comprender.
Apenas han pasado veinticinco años entre el final del ciclo de Martin Beck y el
inicio de la serie de Wallander y los problemas que
reflejan siguen siendo los mismos. Un hecho que demuestra la estrecha conexión
entre la novela policíaca y la realidad, una realidad que permite, sin duda,
obtener excelente material para este género literario.
Bibliografía
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J. Der Soziokrimi: ein neues Genre oder ein soziologisches Experiment? Wuppertal:
Nordpark Verlag, 2004.
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Kriminilatität. Maj Sjöwall und Per Wahlöö zum Beispiel” En: SCHÜTZ, E. (ed.) Zur
Aktualität des Kriminalromans. Berichte, Analyse, Reflexionen zur neueren
Kriminalliteratur. München: Wilhem Fink Verlag, 1978, p. 155-177.
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bis zur Gegenwart. Marburg: Tectum Verlag, 2002.
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H. La quinta mujer. Barcelona: Tusquets, 2005.
-- La pirámide.
Barcelona: Tusquets, 2005.
-- Pisando
los talones. Barcelona: Tusquets, 2004.
--
El hombre sonriente. Barcelona: Tusquets, 2003.
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negro” El País, 12 de febrero de 2007.
SCHMIDT,
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Frankfurt am Main: Ullstein, 1989.
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-- Der
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SUERBAUM,
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ihren Anti-Helden Martin Beck” Die Horen, 1993, vol. 4, nº 172, p. 188-196.
WÖHLER,
S. “Die Gesellschaft im Spiegel des Verbrechens. Schwedische
Gesellschaftsbilder in den Kriminalromanen von Maj Sjöwall, Per Wahlöö und
Henning Mankell” En: KRON, T. ; SCHIMANK, U. (eds.) Die Gesellschaft der Literatur. Opladen: Verlag Barbara Budrich, 2004, p. 115-141.
NOTAS
[1]
La serie se compone de las siguientes obras, cuyos títulos
introducimos a partir de la traducción alemana. La fecha es la de la publicación de las obras originales
en sueco: Die Tote im Götakanal (1965), Der Mann, der sich in Luft
auflöste, (1966), Der Mann auf dem Balkon (1967), Endstation für
Neun (1968), Alarm in Sköldgatan (1969), Und die Großen lässt man
laufen (1970), Das Ekel aus Säffle (1971), Verschlossen und
verriegelt (1972), Der Polizistenmörder (1974), Die Terroristen
(1975). RBA ha traducido hasta el momento tres obras al español: Roseanna (traducida por Cristina Cerezo y Martín Lewell), El hombre que se esfumó (traducción de
Enrique de Obregón y revisada por Martín Lexell y
Manuel Abella) y El hombre del balcón (traducción de Martín Lexell y Manuel Abella). Sin embargo, no se trata de la
primera traducción de las obras de esta pareja al español. En 1972 la editorial
Noguer publicó El alegre policía, traducida
por Mary Rowe. A esta traducción siguieron en la
misma editorial Un ser abominable (1973), La habitación cerrada
(1974, traducción del inglés de Enrique de Obregón), El maníaco (1975,
traducción del sueco de Enrique de Obregón), El hombre que se esfumó
(1978, traducción del inglés de Enrique de Obregón) y Muerte de un policía (1981).
La editorial Bruguera publicó en el año 1982 Roseanna
así como dos traducciones en el año 1983: Asesino de policías
(traducción del inglés de Antonio Sammons) y El
coche de bomberos que desapareció (traducción de Basi
Mira de Maragall). En 1987, la editorial Versal publicó Asesinato en el
hotel Savoy con la traducción de Hans Möller Soler y Los terroristas. Existe asimismo otra
traducción de la obra Asesino de policías publicada en 1989 por
Ediciones B.
[2] Entendemos por Soziokrimi aquella variante de la novela policíaca
cuya intención principal es ofrecer una perspectiva crítica de la sociedad que
refleja. Por Polizeikrimi se entiende una
variante que presenta el trabajo policial desde dentro, presentando a un grupo
de policías en su rutina diaria.
[3] Las obras de los autores suecos así como la bibliografía
han sido traducidas del alemán al español por el autor de este artículo.
[4] Tantow (1993: 189-190) considera, al
igual que Brönnimann, que las obras del matrimonio
sueco son un ejemplo de Soziokrimi por su
carga de crítica social contra el Estado Sueco. Considera que se trata de
seguir el trabajo de la policía desde dentro, como corresponde al Polizeikrimi, pero con el añadido de la crítica
política. Tantow afirma asimismo que los suecos son
los fundadores del Soziokrimi europeo.
[5] Hengst (1978:
163) interpreta también las obras de Sjöwall/Wahlöö como una manifestación del Polizeikrimi.
[7] Sobre
este punto Vid. HENGST, H. (1978): p. 160-161 y SUERBAUM ,
U. (1984): p. 177.
[8] En Alarm in Sköldgatan plantean los autores suecos un caso de acoso
laboral que rompe la armonía que impera en la comisaría. Kollberg
no soporta al recién incorporado Benny Skacke y lo provoca constantemente con el encargo de tareas
inútiles y comentarios hirientes sobre su capacidad para ser policía.
[9] Suerbaum (1984: 177) considera que la representación
realista del trabajo policial se evidencia también a través de la demostración
de aspectos mucho más humanos como el aburrimiento en las horas de trabajo: “El
trabajo de la policía se presenta al lector de manera seleccionada pero no de
tal manera que éste tan sólo sea testigo del éxito y de la capacidad para
responder a todos los interrogantes. También se presenta la rutina diaria, con
policías que se pelean por naderías, se aburren o se quejan por estar de
servicio.”
[10]
Vid. SUERBAUM, U. (1984): p. 182-184, TANTOW, K. (1993): p. 193-196,
BRÖNNIMANN, J. (2004): p. 80-88 y 96-137, WÖHLER, S. (2004): p. 119-128,
HENGST, H. (1978): p. 166-176, SCHMIDT, J. (1989), p. 532-540.
[11]
La misma opinión muestra Hengst (1978: 164): “Acentúan la valoración del delito de
una manera nueva, en la medida en la que tematizan las condiciones sociales que
convierten a alguien en víctima o en criminal. Las novelas policíacas se
demuestran más realistas porque la atención sobre el criminal se desvía hacia
las contradicciones sociales.”
[12]
Otro ejemplo de denuncia lo encontramos en la obra Der
Mann auf dem Balkon en la que se organizan patrullas ciudadanas para
intentar capturar al pederasta, una decisión que demuestra la crispación de la
sociedad sueca, desesperada ante la desprotección por parte del Estado.
[13] En la
misma obra se trata la misma problemática: Beck es abordado por una menor que
le vende fotografías de su cuerpo desnudo, para conseguir un dinero fácil. La
incomprensión de Beck ante la situación es mayúscula: “Entonces las niñas de
catorce años no se fotografiaban desnudas en un fotomatón e intentaban
venderlas a un comisario de policía para obtener dinero y poder comprar
drogas.” (MB: 22-23)
[14] Krieg (2002: 82-84) reconoce que sigue la interpretación del texto de presentación en la edición alemana de Asesinos sin rostro: “Por consiguiente, el texto de la pestaña de la novela Asesinos sin rostro remite a una tradición ya existente y afirma que se trata de un Thriller refinado, en la tradición de Sjöwall/Wahlöö. [...] Henning Mankell ha desarrollado en sus obras el escenario ideado Sjöwall/Wahlöö de manera consecuente.”
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