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La caverna de las ideas, José Carlos Somoza
(Punto de Lectura, Madrid, 2007)
Protestó de nuevo. Me
increpó. Me dijo que me estaba obsesionando, que la descripción era muy vaga,
que podía corresponder a cualquier otra persona. Agregó:
- Y el anillo de la estatua
lleva un círculo grabado en el sello. ¡Un círculo!
¡No un cisne, como el tuyo!...
Ése era el detalle más
horrible. Y ella ya se había dado cuenta.
- En griego, «círculo» es kúklos y «cisne» kúknos, ya lo
sabes –repuse con calma–. Sólo una letra de
diferencia. Si esa l, esa lambda, es
una n, una ny,
entonces ya no cabe ninguna duda: soy yo –contemplé el anillo con la silueta
del cisne en el dedo medio de mi mano izquierda, un regalo de mi padre del que
nunca me despojo.
- Pero el texto dice kúklos y no…
- Montalo
advierte en una de sus notas que la palabra es difícil de leer. Él interpreta kúklos, pero
señala que la cuarta letra es confusa. ¿Comprendes, Helena? La cuarta letra –mi
tono de voz era neutro, casi indiferente–.
Depende de la simple opinión filológica de Montalo
sobre una letra para saber si debo
volverme loco…
(pp. 211-212)
Respiré hondo y revisé mis
notas.
- Cuando Heracles goza con la
bailarina Yasintra, se describe su cuerpo como
«delgado». Y Heracles es muy gordo: eso ya lo sabe el lector.
- ¿Y?
- Yo soy delgado.
Su carcajada sonó forzada a
través del obstáculo de la máscara. Cuando dejó de reír, comentó:
- Leptós en griego es «delgado»
pero también «sutil», ya sabes. Y todos los lectores, en este punto,
comprenderían que se está hablando más bien de la sutil inteligencia de
Heracles Póntor, que no de su complexión… Recuerdo la
frase. Dice, literalmente: «El sutil Heracles tensó su cuerpo». Se le denomina
«sutil Heracles» de la misma forma que Homero califica a Ulises de «astuto»…
-volvió a reír-. ¡Por supuesto, a ti
te interesaba traducir leptós
como «delgado», y ya me imagino por qué! Pero no eres el único, no te
preocupes: cada cual lee lo que desea leer. Las palabras sólo son un conjunto
de símbolos que siempre se acomodan a nuestro gusto.
(pág. 335)
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