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LA ARQUEOLOGÍA DEL TEXTO EN LA TRADUCCIÓN LITERARIA.
EL EJEMPLO DE UN ENSAYO DE PIRANDELLO
Belén Hernández
(Universidad de
Murcia)
Michael
Foucault denominaba arqueología del saber
al proceso de reencuentro de aquello a partir de lo cual ha sido posible el
conocimiento. Así, para contestar a la cuestión de por qué surge un tipo de
saber y no otro, la historia, en el sentido tradicional de la palabra, no se
considera suficiente. Desde esta perspectiva, el conocimiento del hombre exige
una búsqueda a fondo del llamado a priori
histórico, capaz de hacer surgir las ideas tal y como se encuentran en la
experiencia de nuestra cultura. Análogamente, a la pregunta de por qué y cómo
surge la obra literaria, puede responder en parte la historia de su
composición, también los presupuestos del contexto social; aunque para el
traductor, que desea transportar a una segunda lengua los referentes culturales
y estéticos de la escritura, la búsqueda de las raíces del texto es ávida e
incansable. Se podría aspirar también, cuando sea posible, a un trabajo
arqueológico en la traducción literaria, puesto que no parece bastante partir
de un manuscrito fiable: además del texto fijado, es menester excavar en otros
textos o notas que ofrezcan una visión más precisa del sentido de las palabras.
Un
ejemplo de este quehacer traductológico se observa en el famoso ensayo El Humorismo de Luigi Pirandello. De
acuerdo con la noción de bricolage
adoptada por Renato Barilli[1],
Pirandello compone sus escritos no sólo asimilando de forma personal obras de
otros autores, sino también las propias. Es por ello interesante examinar
brevemente algunos de los aspectos de L´Umorismo
que se encuentran germinalmente en dos artículos precedentes, los
titulados: “Un critico fantástico” y “Un preteso poeta umorista del secolo
XIII”; de éste último texto ofrecemos seguidamente la primera traducción en
español. El autor reelabora el ensayo para la formulación definitiva, unas
veces copiando pasajes literales, otras dando una significación más compleja o
palmaria a los fragmentos utilizados[2].
Gösta
Anderson en su trabajo sobre los primeros ensayos de Pirandello, que configuran
progresivamente su poética, ha estudiado la influencia de Séailles en “Un
critico fantastico” y en L´Umorismo,
especialmente los conceptos de espontaneidad de la creación y de voluntad de
representación[3].
Pero la huella de Séailles aparece por primera vez en 1899, con lo cual la
precocidad de “Un preteso poeta umorista del secolo XIII” no hace sino aumentar
el interés de sus páginas para nosotros.
La base
metatextual de L´Umorismo se hace más
evidente en la primera parte, y para ello mezcla dos procedimientos:
a) El
comentario de obras de otros autores, bien sean textos literarios o de crítica;
estableciendo una relación de analogía o contraste con la literatura
humorística.
b) La
construcción metatextual a partir de páginas pirandellianas anteriores sobre el
humorismo, que esencialmente se dividen en los dos artículos, “Un preteso poeta
umoristico del secolo XIII” y “Un critico fantastico”. En 1896, cuando publica
“Un preteso poeta…”, Pirandello ya manifiesta su intención de hacer una edición
crítica de los sonetos de Cecco Angiolieri, que después no llevará a término.
Este proyecto aparece en la tercera parte del artículo (en las páginas 258 a
259 de la edición Mondadori), junto a una lista de las distintas ediciones
donde se encuentran los sonetos; lo cual hace pensar, que esta parte, fue el material
del que disponía Pirandello y a partir del cual compuso el resto del texto. En
efecto, estas páginas informativas, van seguidas de las ideas más originales
sobre el concepto de humorismo y de poética, y por ello no hizo uso literal de
las mismas, sino que las reformuló completamente, enriqueciéndolas con
numerosos argumentos en el último capítulo de L´Umorismo.
Empezaremos
pues por el final del artículo. Pirandello, apoyándose en algunos comentarios
sobre los poetas del Duecento
italiano -a los que califica de naturales
y espontáneos, frente a la falsedad
retórica de la escuela provenzal-, aprovecha para introducir una de las ideas
fundamentales de su teoría humorística:
"Colorir comicamente la frase è virtú nel popolo
spontanea e nativa. Ma tutto si riduce alla frase, alla forma; è insomma un
modo come un altro di vestire il pensiero, un altro popolo si esprimerà
diversamente. L´umorismo, ripeto ancora una volta, non ha che vederci: per che
qui il pensiero, la sostanza, stanno, per così dire, in seconda linea."[4]
Se
advierte ya una primera cualidad positiva en los poetas italianos, por ser
espontáneos, es decir, trasmitir la subjetividad, que era una de las funciones
del arte arraigadas en la estética moderna. Sin embargo, aún excluyen el
pensamiento de sus composiciones, de ahí que el autor utilice el mismo verbo
que usa en el ensayo de L´Umorismo,
contra la retórica: “vestir el pensamiento”, dar forma a la frase para producir
la risa. Además en el texto está implícito otro de los puntos fundamentales
para el concepto de humorismo, la distinción entre cómico y humorismo, puesto
que el primero es el de los poetas primitivos, que trasladan directamente de la
vida del pueblo (se trata pues de un arte imitativo, especialmente cuando se
utiliza el cómico verbal, como por ejemplo la parodia y los dialectalismos),
mientras que el segundo es una conciencia estética intencionada, como dice a
continuación:
"(...) Questo riso (popolare) in verità è tutto
apparente e non manifesta alcun contrasto: quando l´animo piange veramente non
è vero che il poeta rida: se così fosse, questi poeti cesserebbero di esser
naturali e spontanei, e sarebbero veramente umoristi, perché ciò rivelerebbe in
loro un concetto e ´un´intenzione´; concetto e intenzione che non hanno."[5]
He aquí
el núcleo de la argumentación humorística, el uso contemporáneo de la comicidad
y del drama, que se encuentra en el ensayo. La intención artística es la
condición de una línea estética no imitativa. También aquí Pirandello recurre a
Don Quijote, como paradigma de la literatura humorística, lo cual
indica que la lectura de Cervantes, más que cualquier otra, enseñó al escritor
a concebir el humorismo: no se trata de una referencia erudita, sino de un
hecho en la argumentación pirandelliana, es decir en términos de retórica. Se
podría decir que el personaje cervantino es un “signa” dentro del discurso
humorístico.
En
cuanto a la trascripción de pasajes literales o levemente retocados en el
ensayo final, hay que decir que Pirandello exprimió las páginas de "Un
preteso poeta..." entre los capítulos I y IV de la primera parte, casi con
el mismo orden en la exposición de argumentos[6]:
I. En el
primer capítulo, "La parola umorismo", comienza con un párrafo casi
idéntico al del artículo, sobre el estudio de D´Ancona y el humorismo en Cecco
Angiolieri (cfr. art.247 - ens.25). A continuación pasa a explicar el
significado etimológico de "humor", relacionado con la
"melancolía", haciendo referencia a Plinio y Cicerón, como se ve
también en el artículo (cfr. art.253 - ens.26).
Más
adelante alude a la vaguedad de la definición de humorismo en D´Ancona, con
palabras idénticas, incluso ilustrándola con el mismo verso de resonancia
petrarquesca (cfr. art.248 - ens.27). En la página siguiente, otra cita de
D´Ancona es trascrita literalmente (cfr. art. 251- ens.28).
Otro
párrafo retocado ligeramente, es el que se refiere al desprestigio del
humorismo a causa de cierto periodismo barato (cfr. art. - ens.29).
II. En
el segundo capítulo, "Questioni preliminari", reelabora la explicación
del humorismo de Nencioni (cfr. art.248 - ens.34). Después cita a Bonghi, como
lo hace repetidamente en el artículo y habla de la patología de la melancolía
(cfr. art.250 - ens.38).
Más
adelante cita en términos semejantes a Richter (cfr. art. 253 - ens.41), que
distingue el humor patológico de la risa filosófica, la cual está movida por la
tolerancia y simpatía.
III. En
el capítulo tercero, se alude a Roscoe con la misma cita que en el artículo
(cfr. art.249/250 - ens.51), que pretendía hacer inglés el origen del
humorismo. La conclusión es la misma en ambos escritos, Cervantes y Berni son
ejemplos humorísticos anteriores a los ingleses.
Aporta
el mismo comentario de Nencioni y alude a Berni (cfr. art. 248 y 250 - ens.51).
La cita
de Panizzi a propósito de Berni, también es común en ambos textos (cfr. art.249
nota - ens.51).
IV. Por
último en el cuarto capítulo, "L´umorismo e la retorica", se repiten
las páginas de comentario sobre los sonetos de Cecco Angiolieri (cfr.
art.254/256/257 - ens.58/59), no casualmente, ya que el juicio negativo de
Pirandello sobre Angiolieri es su falsedad, representada a través de la
retórica frente al humorismo.
Se
encuentra también transcrita la cita de Rabelais (cfr. art. 250 - ens.65) y la
referencia a Berni se reelabora en la página sobre Manzoni, donde la peste
irónicamente es vista como un bien (cfr. art. 249 - ens.66/67).
Otras ideas generales sobre el
humorismo que están contenidas en el artículo, de forma sintética son las
siguientes:
- El humorismo es un arte
sentimental, que responde a la voluntad de representar un exceso, no es
equilibrado y sano, sino casi patológico:
"(...) Solo può interessare ed essere tollerato
l´umorista, come può interessare un medico ammalato che in una sala anatomica,
studiando in un cadavere il muscolo che anche egli ha guasto, rompa in un riso
amaro su la miseria e la fragilità umana."[7]
- Por ello el arte humorista es
siempre un arte de transición, que refleja un momento histórico de decadencia:
"(...) guardando la storia, apprendiamo che esso
suol chiudere quasi sempre un periodo di transizione nella letteratura o nella
vita, e fiorire però in tempi di molta passione, in tempi di spostamento d´un
ideale umano, d´un archetipo morale." [8]
Como
vemos, son muchos los pasajes que Pirandello re-escribe en el ensayo, los que
pasan de forma literal o casi literal corresponden a lecturas y definiciones
del concepto principal, al aparato de erudición, que el escritor maneja con
habilidad como argumentos de la persuasión. Mientras que las aportaciones
originales, son aquellas que sufren mayores transformaciones en la revisión
final, no sólo en 1908, cuando el artículo aún no está muy lejano, sino también
en la edición definitiva de 1920.
Reconstruir
la composición requiere en cierto sentido una labor arqueológica, un atento
análisis de los fragmentos salvados y transformados. Queden estos apuntes como
esbozo del método de trabajo del escritor en sus ensayos y como referencia para
la búsqueda del traductor.
Presentamos
a continuación la traducción inédita en castellano de "Un preteso poeta
umorista del secolo XIII", publicado originalmente en la revista La vita italiana el 15 de febrero de
1896. Estas páginas no volvieron a reeditarse hasta 1960, con la recopilación
de las Obras Completas, en el volumen Saggi,
Poesie, Scritti Varii, ya citado, y no constan en la traducción de los
ensayos pirandellianos realizada para Plaza y Janés por José Miguel Velloso. Se
trata como hemos dicho del texto más antiguo de Pirandello sobre el humorismo.
Aquí pueden apreciarse las primeras intuiciones del escritor sobre el tema,
además de algunas fuentes a las que no hace referencia en L´Umorismo y que son sustrato de la obra.
UN SUPUESTO POETA HUMORISTA DEL SIGLO XIII
Luigi Pirandello
El
profesor D´Ancona[9],
en un largo y apreciadísimo trabajo, ha definido a Cecco Angiolieri de Siena
"poeta humorista", y en consecuencia como tal lo ha clasificado,
junto a Folgore de San Giminniano y Cene de la Chitarra, Finzi y Valmaggi, en
las Tablas histórico-bibliográficas de la
Literatura Italiana[10].
Pues bien, ya sea por el concepto que me había formado anteriormente de la
poesía de estos tres poetas, ya sea por el modo distinto de entender el
humorismo, confieso que no he sido capaz de descubrir dónde y por qué estos
tres poetas son o pueden considerarse, es decir, se pueden denominar,
humoristas.
Poetas
de género a veces jocoso y burlesco, o amoroso sin medida, llenos de naturaleza
en su arte aún no seguro. Poetas en cuyo pecho por primera vez se despierta a
causa del dulce deseo, de los casos reales, o de los sentimientos verdaderos;
un alma de aspecto humano entre las insulsas y desconsoladoras tonterías de los
poetas aficionados por diversión o por moda, o por galantería; entre peleas,
aunque sean de la escuela provenzal. Poetas, en fin, en cuyos versos, como
decía Bartoli, está el anuncio del carácter realista que asumirán nuestras
letras -especialmente he estimado siempre a Angiolieri y Folgore-. Pero ¿por
qué humoristas? Y entonces, una vez adoptada la falsa denominación ¿por qué no
endosársela también a Rustico di Filippo[11],
llamado el barbudo, que es el más antiguo y no el menos interesante de ellos,
relegado por los compiladores de las Tablas
entre los poetas de transición?
En
cambio, ¿no se ha hecho mal queriendo definir con una palabra que, si no es
nueva, al menos ha pasado a nuestra sensibilidad con un significado que no
corresponde ya al antiguo, un género de poesía común en algunos poetas de
nuestra antigua literatura, y que se puede decir todavía vivo hoy en día, como
en todo tiempo entre el pueblo? D´Ancona ha considerado justo hacerlo, viendo
en Angiolieri no sólo a un burlesco, sino
más apropiadamente, a un humorista. Entonces nosotros debemos preguntarnos,
qué se debe entender por humorismo. "Si yo tuviera que dar" -destaca
D´Ancona- "una definición del humorismo la situación sería embarazosa, y
no sé si el lector me agradecería el trabajo de explicarle algo que él sabe
mejor que yo". Tiene razón: Más bien
no sé qué decirte, pues no lo entiendo.[12]
El problema
es que la mayor parte de las veces el lector no lo sabe bien, y Nencioni[13] lo
sabe: "Para la mayoría, el escritor humorístico es el escritor que hace
reír; lo cómico, lo burlesco, lo satírico, lo grotesco, lo trivial; la
caricatura, el epigrama, el calembour se
bautizan como humorismo". "El humorismo" -dice Nencioni-
"es una natural disposición del corazón y de la mente para observar con
simpatía e indulgencia las contradicciones y los absurdos de la vida". La
duda que he expresado en un principio, en la segunda pregunta, encuentra apoyo
en esta definición de Nencioni; y donde nosotros quisiéramos aceptarla,
evidentemente no habría más lugar para la discusión. En efecto, no está en lo
cierto quien no vea que, tomando este sentido nada moderno del humorismo, ni
Angiolieri, ni Folgore, ni Cene podrían pretender la denominación que se les
quiere dar. Sin embargo, la definición de Nencioni a mi me parece un poco vaga,
y en su vaguedad bastante restrictiva. Que Hamlet,
de Shakespeare, por ejemplo (en cuanto se manifiesta humorista), que Rabelais,
Byron o Heine observen las contradicciones y los absurdos de la vida con
simpática indulgencia por una natural disposición y no -supongamos- a causa de
diversos hechos; no me parece que se pueda decir con pleno convencimiento. La
verdad es que dar una definición del humorismo, la cual sea al mismo tiempo
comprensiva y comprensible, es sumamente difícil, y ello por la esencia misma
del humorismo, distinta en el sentido íntimo de la palabra.
Bonghi[14] lo
ha intentado: el humorismo es "una disposición acre para descubrir y
separar lo ridículo de lo serio y lo serio del ridículo humano", dicha
disposición sin duda, en su amplitud, es también muy aguda. En cualquier caso,
es suficiente aclarar esto: que el humorismo puede tener sea un efecto cómico,
que patético, o trágico, o burlesco, o satírico, o grotesco, o epigramático,
sin dejar de ser humorismo; es decir, se trata de una cosa muy distinta de los
hallazgos cómicos o burlescos, de la sátira y del epigrama. Puesto que no es
nunca cuestión de forma, es cuestión siempre de sustancia. El humorista
verdadero no busca la palabra o la frase que provoquen la risa; el humorista no
quiere hacer reír.
Véase
por ejemplo: Berni [15],
cuando dice del tiempo de la peste “el
tiempo más bello que existe en todo el año porque aleja a los estafadores” (¡castiga
pero depura! -diría don Abbondio [16])
porque“en la iglesia ya nadie te vapulea
o te pisa al elevar el sacramento”, porque ya no se tiene en cuenta a quién
compras o prestas, etcétera, etcétera.
No es humorista, es satírico y burlesco. ¿Qué le importa al humorista por qué la peste debe ser celebrada? Éste
quiere ver, más bien, si quien la alaba abiertamente por ostentación tiene en el fondo miedo y ante los primeros casos
sospechosos pone la tranca, y cada
noche, pálido y tembloroso, tapa los agujeros y las fisuras, para que de este modo no le vaya a entrar en
casa. La sátira surge, es verdad, pero no
espontáneamente, sino de la descripción misma, de cada detalle, casi sin
sospecha; y ninguna palabra, ninguna
frase, te lo hará entender. Como surge en Don
Quijote que, pobrecillo, obra y
habla siempre en serio, y es por ello ridículo. También Berni -digámoslo de pasada- de vez en cuando consigue
ser humorista, como por ejemplo en la
descripción de aquel cura de Povigliano, que “vino a rendir honores al Monseñor, dentro no sé, pero por fuera todo
sonriente”, y muestra que sabe pillar humorísticamente ciertas
contradicciones de la naturaleza, la cual, según palabras suyas, “tiene mucho de bufonería”[17].
No
decimos como Roscoe que “no es improbable que estas composiciones fáciles hayan
abierto el camino a semejante licencia de estilo en otros países” y que
“verdaderamente no puede concebirse la idea más característica de los escritos
de Berni y de sus compañeros y seguidores, al considerarlos versos fáciles y
vivos, lo mismo que las obras en prosa de Rabelais, de Cervantes o de Sterne”. Sterne aquí no tiene nada que ver; en
cuanto a Rabelais, Alvofribas Nasier,
condamné en Sorbonne no sólamente pour
les extravagances et les facéties de haute graisse, qui caractérisent son
livre, mais aussi pour des propositions mal sonnantes aux oreilles orthodoxes.
Se podría intentar establecer con Berni alguna
relación, y otra de Berni con
Cervantes, sólo con la condición de que se quiera considerar a Berni como uno de los precursores del poema
heroico-cómico.
Pero
volvamos a nuestro tema. Para mí el humorismo, bajo cualquier aspecto que se lo quiera considerar, es siempre
una forma de sentimentalismo, más aún, -permítanme la imagen- es el sentimentalismo mismo, que ríe por una cara, y
llora con la cara opuesta; ríe de sus
mismas lágrimas, de sus sueños hechos humo o vacío, de sus deseos desproporcionados por la posibilidad del querer; y es
muy a menudo un exceso que responde a
otro exceso. Señalo esto porque en realidad, se diga lo que se diga, el humorismo no es nunca una forma de arte sana y llana;
la vida, como es en su conjunto,
queda a mitad entre un exceso y otro, y así difícilmente el poeta humorista puede levantarse de su punto
de vista para acogerla entera. ¡Oh! ¡Cuántas
veces, este poeta que descubre y separa lo ridículo de lo serio humano, no
es él mismo lo serio del ridículo que
representa! Cuántas veces, por ejemplo, leyendo algunas poesías de Heine, se nos escapa la exclamación: ¡Pero,
aquí se ríen todos de su dolor! Y por
esto sólo puede interesar y ser tolerado el humorista, como puede interesar un médico enfermo que en una
sala de anatomía, estudiando en un cadáver
el músculo que también él tiene dañado, de pronto estalla en una risa
amarga por la miseria y la fragilidad
humana.
Es
necesario pues, para entender bien a un poeta humorista, considerar todo lo que
está a su alrededor; y entonces, observando la historia, comprendemos que aquel
suele cerrar casi siempre un periodo de transición en la literatura y en la
vida, y florecer, consiguientemente, en tiempos de mucha pasión, en tiempos de
cambio de un ideal humano, de un arquetipo moral.
“El
humorismo tiene infinitas variedades -obseva justamente D´Ancona- según las
naciones, los tiempos, los ingenios, y lo de Rabelais y Merlín Coccajo[18] no
es lo mismo que el humorismo de Sterne, de Swift o de Juan Pablo[19], y
la vena humorística de Heine o de Musset no es de igual sabor. No hay quizá
ningún otro género en el cual haya o debería haber, una diferencia tan sutil
entre la forma en prosa y en verso, aunque esto no sea advertido por los
lectores, y tampoco por los escritores. Mas para esto, y para las razones de
dichas diferencias y la variedad entre el humor y la sátira, el epigrama y la facezia, la parodia y lo cómico de cada
forma y cualidad, o si, como dice Richter, algunos humoristas son simplemente lunáticos,
no es este el lugar de discusión”.
¿Por qué
no? Si lo hubiera hecho D´Ancona, antes de añadir: “Cierto es esto, que un
fondo común hay en todos aquellos que la voz pública recoge bajo la misma
denominación de humoristas, puesto que el nuestro [Angiolieri] puede alinearse
con ellos, por ciertas cualidades fundamentales de su manera poética”. La voz
pública da la patente de humorista incluso a quien hace las caricaturas en los
periódicos por cuatro perras. Sic vulgus.
Si después esta voz pública recoge también a Angiolieri bajo la denominación de
humorista, yo me entero ahora. Pero, aún así, no hay que asombrarse. Lo malo es
que lo haga D´Ancona. No obstante, nosotros queremos examinar estas cualidades fundamentales de la manera
poética de Angiolieri, por las cuales el ilustre crítico cree que el poeta
sienés puede alistarse con otros poetas humoristas.
II
Séame permitido, para mayor
comodidad, citar distendidamente las palabras, que no son tantas, del profesor
D´Ancona:
“Antes que nada -dice él- encuentro en nuestro
Cecco lo individual, mejor dicho, lo subjetivo, que en un máximo grado es
propio de la poesía humorística. En ello el humorista no se distancia mucho, es
verdad, del poeta lírico en general y en modo especial del erótico; pero el
humorista tiene una abundancia de detalles, un cuidado por las minucias, alguna
vez, (al juzgar abstractamente y a primera vista) una trivialidad y vulgaridad,
a la que no descienden el resto de sus ilustres hermanos. No hay ningún otro
entre los poetas que suela, como el humorista, hablar tanto en propia persona,
y como él decir todo aquello que le pasa por la mente o se agita en su corazón.
Lo que sucede fuera, lo anima menos y menos lo excita, mientras no lo hacen los
mínimos incidentes, las más fugaces vicisitudes y las peripecias de su vida. Si
el lector, en lugar de sentir fastidio o nausea, prueba en cambio un sentimiento
de simpatía hacia la bizarra naturaleza de los poetas, él en la aparente
tenuidad del sujeto, encuentra la profundidad del sentimiento y la gallarda
novedad de la forma, impresa bien a fondo por una nota individual y, en los
casos especiales en que el cantor reconoce los hechos suyos propios y de todos
los hombres, la verdad; es decir, la realidad de la vida común.
Así es nuestro Cecco: leyendo sus rimas
caprichosamente melancólicas, la impresión que tenemos de golpe no nos deja
reflexionar sobre si ese dolor podría evitarse con la prudencia y con una vida
más moderada: si él hubiera sido como debiera, siguiendo la religión y la
moral, buen hijo y hombre cabal y persona de bien, o el contrario precisamente.
Aunque se reconozca que su amor fue temblor de los sentidos y sus costumbres
más de tunante que de caballero, no podemos destruir la primera y benévola
impresión, y el sentido de piedad que involuntariamente en nosotros se ha
manifestado. Es inútil que intentemos condenarlo: concediendo cuanto se debe a
las leyes supremas de la vida y de la verdad, los acentos de la musa de Cecco
nos retumban en el corazón. Es un desventurado que llora, y aunque él mismo es
el principal autor de sus congojas, nosotros nos sentimos hombres, y como
hombres, conmovidos por sus desventuras. Éstas no son pocas ni leves, porque
cualquiera entiende que no consisten solamente en no tener dinero para
despilfarrar, y en no tener a Becchina[20] a su
voluntad; sino también en sentirse noble y encontrarse en el fango, en haber
nacido entre los más dulces afectos y en vano buscarlos entre los muros
domésticos, y procurárselos fuera de casa suplantados y mal seguros; en
confundir como en un guiño y una carantoña, la risa y el llanto.
Y es justamente en esta última mezcolanza de los elementos
más opuestos entre sí, donde volvemos a encontrarnos en la poesía de lo
nuestro, una de las cualidades especiales del humorista: mientras para los
demás el dolor se manifiesta con el llanto, y con la risa la alegría, para el
humorista el corazón feliz ha expresado con un signo externo una lágrima lenta
y amarga, y el profundo mestizaje del corazón, se funde para él, como dice
Giusti[21], en
la risa, aunque sea de esa que no pasa a
la médula. Esta deformación, este contraste, genera precisamente la vaguedad
de la poesía humorista: alegre, ligera, despreocupada por fuera; pero en sí
misma, grave, triste, profunda, y que como incluso dice el poeta toscano, parece sonrisa y es dolor. La impresión
que verdaderamente lleva a otros a la poesía humorística es la tristeza, o por
mejor decir, la melancolía: cuando en cambio, observa Richter[22], la
poesía griega y la clásica en general, induce el ánimo a la serenidad. En su
gozo, en su gracia o en su risa, nuestro Angiolieri es verdaderamente
melancólico: es más, se puede decir que él es el primero, entre los antiguos
poetas vulgares, que ha hecho uso de esta palabra, melancolía, tan moderna y
tan modificada en su significación moral, por el sentido material que tiene en
el latín de Cicerón y de Plinio. Y ¿quién no penetra en el último valor de la
misma, cuando en la más honda de las desventuras él surge y grita?:
"Malinconia perciò non mi daraggio
Anzi m´allegrerò nel mio tormento"[23]
O cuando
reconoce vano todo esfuerzo por evitarlo:
“Caro mi costa la malinconia
Che, per fuggirla, son renduto a fare
L´arte sgraziata dell´usurare,
La qual consuma la persona mia”[24]
En otro
sitio se propone no dejarse poseer, deliberando:
“Di lasciar la natura lavorare
E di guidarmi, s´io ´l potrò fare
Che non m´accolga più malinconia”[25]
Y sin
embargo, él está de tal manera bajo su imperio, que produciría piedad a sus
enemigos:
“La mia malinconia è tanta e tale,
Ch´io non discredo che s´egli il sapesse
Un che mi fosse nemico mortale,
Che di me di pietate non piangesse”.[26]
Pero
todo esfuerzo es inútil y él debe concluir con este verso lagrimoso:
"Con gran malinconia io sempre sto"[27].”
Evidentemente
D´Ancona se ha enamorado demasiado de nuestro
Cecco. Leyendo estas palabras, después de haber releído los sonetos de
Angiolieri, me parece encontrarme, por primera vez, en una corte de justicia en
la ideal república de las letras. Y asistir a una calurosa, elocuente,
dramática defensa de un brillante y viejo abogado; el cual, caso nuevo por
completo, hubiera él mismo acusado a su defendido, y ahora, en el punto
culminante de la moción de los afectos, lo sacase del fondo de la ignominia a
la cual lo había lanzado, con frases de ternura como estas: "Los acentos
de la musa de Cecco retumban en nuestro corazón... Es un desventurado que llora...
Nosotros nos sentimos hombres, y como hombres,
conmovidos por sus
desventuras..." ¿Cuáles, por favor? ¿Que no tenga dinero para jugar a los
dados, o para beber en la taberna, o para hacer regalos a Becchina…? ¡Él,
casado y con seis hijos: Meo, Deo, Angelieri, Simone, Arbolina y Tessa! ¡Pobre,
este desventurado que llora!
Y no nos
hable D´Ancona de los dulces afectos y de nobleza y de melancolía; cuales son
los más dulces afectos y sentimientos del poeta, nos lo dice él mismo:
"Tre cose solamente sonmi in grado,
Le quali posso non ben ben fornire:
Cioè la donna, la taverna e ´l dado:
Queste mi fanno il cuor lieto sentire;"[28]
y la palabra melancolía hubiera sido mejor que hubiera conservado el sentido
material que tiene en el latín de Cicerón y de Plinio, en lugar de modificarse
el significado moral que le da Cecco: melancolía en sus versos significa no
tener para gastar a su gusto, esperar en vano que el padre "viejísimo y
rico" se muera:
"Ed e´morrà quando il mar sarà sicco
Si l´ha Dio fatto, per mio strazio, sano".[29]
Me
siento hombre, pero en mí no se manifiesta ningún sentimiento de piedad, aunque
este sea involuntario, y ni siquiera en el prof. D´Ancona se ha manifestado
alguno al analizar los sonetos relativos a la familia, terreno éste que quema y del
cual no ve la hora de quitar los pies
lo más rápido posible. Tampoco él recuerda haber encontrado nunca otras
poesías en la literatura antigua y moderna, donde un hijo se muestre tan injurioso y despiadado hacia sus
padres; y reconoce que Cecco puede bromear a su modo cuando canta:
"Chi dice del suo padre altro che onore
La lingua gli dovrebbe esser tagliata;"[30]
soneto al que responde en mi
memoria un canto, entre los del loco tripudio del antiguo carnaval florentino,
el canto de Maese Battista dell´Ottonajo, heraldo de la Señoría, el "Canto
de los jóvenes, que llevaban luto por el padre" que y empieza así:
"Chi brama aver di libertà il mantello
Come facemmo noi,
Porga l´udire e ´ntenda qual sien poi
Gli error, gli affanni e servitù di quello,"[31]
donde la palabra
"libertad" tiene todo el sentido y el valor que podía entonces tener.
Y es el siguiente:
"Noi pregammo l´inferno e ´l cielo ognora
Che ´l padre ci togliesse
Perché piú si potesse
Godere ed ire a nostra posta fuora..."[32]
Cuando
D´Ancona habla del poeta humorista en general, dice palabras de oro. Que la
poesía humorista sea en máximo grado subjetiva e individual, es un hecho que
nadie puede poner en duda; pero, como bien nota D´Ancona, esta es una
subjetividad que se abandona precisamente en el caso especial, en el hecho
mismo de reconocer la verdad y la realidad de la vida común; es, en definitiva,
la particularidad que abraza a la generalidad, un pequeño espejo que refleja
grandes cosas. Ahora pregunto yo, ¿se puede decir esto de la nota subjetiva, individual,
en Angiolieri? En el caso especial, en el hecho mismo, ésta no refleja ninguna
generalidad; su melancolía está determinada por causas particulares y
restringidas, con las que el resto de los hombres, por fortuna, no tienen nada
que ver. Aquí la tenuidad del sujeto no es sólo aparente, como en los
verdaderos humoristas, sino real; tan es así que Dante, el cual quizá en
Angiolieri había, y con razón, entrevisto un buen y verdadero poeta, había
también intentado ponerlo sobre la recta vía, aconsejándole para que dejase
aquel "trovar de Becchina". Yo no digo que para hacer el loco le
faltase el motivo; pero para ser humorista le faltaba todo, y D´Ancona tiene
que estirar bien aquella poesía, como la piel de un tambor, para encajarla en
sus definiciones.
Angiolieri,
por su originalidad y su arte, merece verdaderamente ser estudiado, y puedo
entender hasta un cierto punto que D´Ancona quisiera conciliar en él la
benevolencia del estudioso; sin embargo, no es lícito excusar a un infeliz,
aunque sea un poeta como Angiolieri, diciendo: "¡Compadecédlo, es un humorista!" Un infeliz que, por
ejemplo, anuncia así a un digno compadre suyo, la muerte del padre:
"Non si disperin quelli dell´Inferno
Po´che n´è uscito un che v´era chiavato,
Il quale è Cecco, ch´è così chiamato,
Che ci credea stare in sempiterno.
Ma in tal guisa è rivolto il quaderno
Che sempre viverò glorificato,
Po´ che Messer Angiolieri è scojato,
Che m´affriggiea di state e di verno.
Muovi, nuovo sonetto, e vanne a Cecco,
A quel che giú dimora a la Badia:
Digli che frate Arrigo[33]
è mezzo
secco:
Che non si dia nulla malinconia,
Ma di tal cibo imbecchi lo suo becco,
Che viverà piú ch´Enoch e Elia;”[34]
donde el más desnaturalizado de
los sentimientos humanos está monstruosamente ligado a una carantoña burlesca
que causa horror. ¡Y esto se quiere bautizar como humorismo! ¡Algo muy distinto
es peculiar bondad, y simpática indulgencia, prof. Nencioni!
¡Maese Angiolieri está desollado, y
el hijo sueña el per totum cantabimur
orbem! ¡No, bien mío, no; aunque el
prof. D´Ancona por ti de tal guisa haya
vuelto el cuaderno! Y llegamos a
otra cualidad fundamental de nuestro
Cecco, es decir a aquella que parece
sonrisa y es dolor. ¡Pobre verso! Nacido de exquisita, delicada y profunda
sentimentalidad, si su autor supiera la injuria de esta citación, y ¡cuántos
dolores traiciona a veces la risa de Cecco!
Aquí,
D´Ancona, después de haber hablado como él sabe del poeta humorista en general,
de Angiolieri no dice más que su sonrisa es melancólica. Con el debido respeto
al profesor D´Ancona, debo decir que este bendito contraste en las rimas de
Cecco yo no lo he sabido encontrar nunca, no obstante aquellos dos versos:
"Malinconia perciò non mi daraggio[35]
Anzi m´allegrerò del mio tormento;".
A los cuales sigue este terceto:
"Ma che m´ajuta sol un argomento,
Ch´i´ aggio udito dire a om(o) saggio
Che ven´un dí, che val per piú di cento".[36]
Y es
solamente por esta esperanza por la que él no caerá en la melancolía, esta
bella y triste palabra, sobre cuyo valor, así empleada por Cecco, no sé hacerme
como D´Ancona, ninguna ilusión. Cecco, por otra cosa que no sea su tormento no se alegra nunca, y sus rimas están ahí para probarlo; sí, lo reviste
de una forma vivaz que para mí, a menudo, más que de la intención burlesca o
satírica, proviene de su aguda naturaleza pueblerina, que es por completo
popular sienesa. El humorismo no tiene nada que ver. Vamos, es otra cosa, algo
más alto: el verdadero poeta humorista no llora y no ríe por tales vulgaridades
y trivialidades y miserias, porque no tiene dinero para jugar o porque el padre
no quiere morir; sus razonamientos, sus ideales, son más altos y más humanos,
su melancolía está determinada por causas muy diversas. Yo no habría gastado
tantas palabras sobre el tema, donde no habría podido alzarme contra la
autoridad y la competencia de Alessandro D´Ancona.
III
Con
otros razonamientos, lejos de nuestra mente el propósito de querer encontrar a
toda costa el humour, donde como
máximo no puede existir más que la broma, la burla y alguna vez la sátira
popular y el popular epigrama. Y admitiendo que no sean groseros, por estar
hechos por el pueblo que merecidamente se precia de ser el más perspicaz de
Italia, se debería estudiar a Angiolieri, y no sólo a Angiolieri, sino en dicho
libro y con detenimiento, todo el grupo del duecento,
los primeros verdaderos poetas italianos, los poetas, quiero decir, que sean
verdaderamente merecedores del nombre, y que fueron del pueblo, y que
aguardaron con sus versos, mientras Giano della Bella preparaba en la República
de Florencia la Ordenación de Justicia para la total destrucción del
feudalismo, y junto al pueblo del municipio de entonces sintieron y vivieron la
situación cambiante.
(Yo, por
mi parte, espero desde hace algún tiempo, preparar una edición crítica de los
sonetos de Angiolieri. Es ahora ciertamente fácil el trabajo, después de la
benemérita publicación del Indice delle
carte di Pietro Bilancioni, realizada por Carlo y Ludovico Frati. Los
sonetos, según este índice, son 177, y se encuentran en los siguientes códices
y ediciones:
- El cd. Chig. L. VIII, 305
contiene 160, de los cuales 158 anónimos y sólo dos, el c. 96 a, y de c. 112 b,
señalados Cecco de fay Angiolieri de
Siena;
- el co. Barber. XLV, 47 reproduce
25, de los cuales 4 señalados Cecho de
fray Anzilieri de Siena; 4, Cecho Anzilieri; 1, Çecho Ançelieri; 6, Cecho
Ançelieri; 10, Cecho Ançilieri;
- el Sienés C, IV, 16 contiene 41,
y en el nombre hay siempre la misma oscilación de forma entre Angiolieri y
Angelieri (cfr. a propósito D´Ancona, ob. cit.);
- el Riccard. 1103 contiene 7, de
los cuales 5 anónimos, 1 señalado Maese
Angiolieri y 1 Cieco;
- el Parmense 1081 contiene 3
anónimos;
- el Ambros. O, 63 supra contiene 8, de los cuales 2 anónimos,
3 (I´ho tutte le cose ch´io non voglio,
Quando veggo Becchina corrucciata y Se
io avessi un moggio di fiorini[37])
atribuidos a Dante Alighieri, y a Dante atribuye el primero también Muratori, Della perf. poes. ital.; pero cfr.
Witte, Dante-Forschungen; 3
finalmente (Io son sì magro che quasi
traluco, La povertà m´ha sí disonorato y Qualunqu´uom vuol purgar
le sue peccata[38] ) señalados Petrus de Senis;
- el Sienés H, X, 2 contiene 2
(ver arriba cuanto se ha dicho para el cd. Sienés C. IV, 16);
- el Casanetense d. V. 5 contiene
2 (v. s.);
- el cd. Galvani contiene 3 (v. s.);
- el Bologn.
Univ. 1289 contiene 2 (v. s.);
- el Laurenz.
S. S. Annunz. 122 contiene 2 (Di tutte
cose mi sento fornito y I´ho sì poco
di quel che vorrei[39])
atribuidos a Ant. Pucci;
- la Bibl. Capitol. de Verona, cd.
CCCCXLV, contiene 4, de los cuales 3 señalados Ciecho; 1, Cieco;
la Ambros. C, 35 sólamente uno
anónimo;
la Moück. 9, en la Bibl. Governat. de Lucca, contiene 2, uno (Io son sí magro, etc) atribuido a
Burchiello, y el otro (Pelle chiabelle di
Dí, non ci arvai) atribuido a Lapo Gianni;
- el Riccard.
2729 contiene 1 sólamente;
- el cd. ital. 557 de la Bibl.
Nac. de París, 1, anónimo;
- el Laur.
pl. XL, 49, 1 (Pele chiabelle di Dì,
etc) atribuido a Lapo Gianni;
- el Riccard.
1094, 1 anónimo;
- la Edic.
Franc. de Barberino, Docum. d´Amore,
Roma, 1640, contiene 17;
- edic.
allaci, Poeti Antichi, 24, de los
cuales 14, señalados Cecco de m.
Angelieri; 8, Cecco degli Angelieri;
1, Cecco di m. Angelieri degli Angiolieri
y 1, Cecco a m. Angiolieri suo padre;
- la Colecc. de Rimas ant. tosc.,
Palermo, 1820, contiene 1;
- el Lami,
Cat. mss. Riccard., 3;
- el Trucchi, vol. I, 4;
- P. Vitali,
Carta a M. Colombo, Parma, 1820, 1).
Característica
principal de este grupo de poetas es la subjetividad, la naturaleza y la
simplicidad, en contraposición a las vacías abstracciones privadas de cualquier
carácter personal, a la falsedad, al revoltijo, a menudo ridículo, de palabras
sin sentido común de la simiesca escuela de los provenzalistas. La entonación
está siempre tomada del pueblo, y para el pueblo, que como hace notar bien
Navone, "olvida en medio de la fiesta los graves cuidados ciudadanos, y a
menudo, se deja sorprender en las bodegas por los toques de campana que lo
llaman a las armas, en defensa de la amenazada libertad de la patria". Y
lo que D´Ancona escribe en lo profundo de su estudio sobre Siena en los tiempos
de Angiolieri, y sobre la índole de aquel pueblo, ¿no refuerza de maravilla lo
que he afirmado más arriba? es decir, que la forma vivaz de estos versos de
nuestro Angiolieri, frecuentemente más que de una intención burlesca, proviene
de la naturaleza pueblerina.
Aquel
pueblo, agudamente imaginativo, también hoy en día, queriendo narrar sus
desventuras y sus aflicciones, sus odios y sus amores, y manifestar el desdén o
el reproche o un deseo suyo, no habla de forma distinta de estos nuestros
primeros poetas, que del pueblo tomaron precisamente el tono. Colorear
cómicamente la frase es virtud en el pueblo espontánea y nativa. Pero todo se
reduce a la frase, a la forma: es en suma un modo como otro de vestir el
pensamiento; otro pueblo se expresará de otra manera. El humorismo, repito una
vez más, no tiene nada que ver: porque aquí el pensamiento, la sustancia,
están, por así decir, en segunda línea; aquí todo es cuestión de forma. Que
hablen también por mí los modernos poetas dialectales, Belli, por ejemplo, no
quiere que Luigi Luciano Bonaparte traduzca en romanesco el evangelio según San
Mateo, porque la lengua de la plebe es bufa
y "apenas conseguiría otra cosa que una irreverencia hacia los sacros
volúmenes"[40].
Así también me parece Bartoli, que a una pregunta suya: "Pero ¿por qué ese
tono siempre burlesco?" Ha sabido responder: "porque la burla y la
risa son el lenguaje favorito del pueblo". También Bartoli, decía, me
parece que ha exagerado al observar la naturaleza de esta risa, que en verdad
es toda aparente y no manifiesta ningún contraste: cuando el ánimo llora
verdaderamente, no es verdad que la boca ríe. Si fuera así, estos poetas
dejarían de ser naturales y espontáneos, y serían verdaderamente humoristas,
porque eso revelaría en ellos un concepto y una intención; concepto e intención que no tienen. Que después las
risas de Folgore "sean demasiado vulgares, demasiado groseras y
plebeyas" yo no sé verlo, no se ver estas grandes risas: el arte no es
ciertamente, no podía ser, refinado y perfecto.
Examinemos,
por ejemplo, los Sonetos de los meses y
los de la semana. Son un directorium de la vida gaya, propuesto
por una alegre compañía, y gayamente
expuesto, como convenía al sujeto:
"Pregovi figlioli...
Traetevi
buon tempo,"[41]
dice el soneto de octubre, y a "traer buen tiempo y
buena vida" quiere solamente enseñar
"E beffe far dei tristi cattivelli
Dei
miseri dolenti sciagurati"[42]
y esto sin presunción, sin dictar
máximas, proponiendo, o como él dice, dando
diversión, o a lo más de vez en cuando, consejos, como este por ejemplo:
"E bevete del mosto e v´enibriate
Che non ci ha miglior vita en veritate,
E questo è ver come ´l fiorino è giallo;"[43]
o bien
"Chesia non v´abbia mai né monastero,
Lasciate predicare i preti pazzi
C´hanno troppa bugia e poco vero."[44]
Y cierra las dos coronas de sonetos de
los Meses y de la Semana, con este
augurio:
"E ogni dí de ben en meglio vada".[45]
Cene da
la Chitarra, aretino, ha querido dar, dice Navone, una "respuesta por
contrarios" a Folgore, parodiando en trece sonetos la corona de los meses,
con entendimiento satírico, pero bastante groseramente. Se ha querido
creer que estos sonetos estuvieran dirigidos a la famosa compañía "que se
llamó la brigada derrochadora de Siena", de la cual Folgore sería el
poeta. Si esto fuese cierto, estos dos poetas, aunque ninguno de los dos, en mi
opinión, pueda llamarse por sí mismo humorista, colocados juntos, lo podrían
ser, y podrían pedir prioridad a Don Quijote y a Sancho Panza, puesto que
Folgore en tal caso sería, con respecto al Ingenioso Caballero de la Mancha,
como Cene al basto y buen escudero. Y entonces yo entendería por qué a Finzi y
Valmaggi los hemos puesto juntos, bajo la designación de poetas humoristas. Pero Navone ha puesto delante muchas y
validísimas razones para demostrar que ni los sonetos de uno ni los del otro,
se refieren a la famosa compañía sienesa; y yo además, en aquellos de Cene, no
veo un intento satírico, sino una intimidación trivial del concepto que ha
inspirado a Folgore la corona de los meses, la cual se cierra con este verso:
"Avari, non vogliate usar con elli."[46]
Cene
responde entonces directamente a Folgore, está de acuerdo con él, con cómo
piensa, y si estos han dado
"A la brigata nobile e cortese
En tutte quelle parte dove sono".[47]
todo bien que pensar y desear pueda
"Ad onta degli scarsi e degli avari"[48]
así Cene
"A la brigata avara senza arnesi
In tutte quelle parti dove sono".[49]
da todo el mal, o mejor, todo lo contrario de
lo que Folgore había dado a la noble y cortés. Y todo esto me parece clarísimo.
[1] Cfr. BARILLI, R., La
linea Svevo-Pirandello, Milán, Mursia, 1972, pág. 230-235.
[2] El
segundo artículo utilizado para la redacción de L´Umorismo, "Un critico fantastico"(1905), del que no nos
ocuparemos aquí, se encuentra recogido en el volumen Arte e Scienza, y tiene importancia sobre todo en la composición de
la segunda parte, para la cual retoma fragmentos enteros. El propio Pirandello,
en una revisión posterior, remite en "Un critico fantastico" a L´Umorismo y viceversa.
[3] ANDERSON, G., "Il saggista Pirandello, lettore di
Gabriel Séailles", en AA.VV., Pirandello
saggista, Palermo, Palumbo, 1982, pág. 306. Cfr. del mismo autor, Arte e teoria. Studi sulla poetica del giovane
Pirandello, Estocolmo, Almqvist -Wilksell, 1966.
[4] PIRANDELLO, L., "Un preteso poeta umorista del
secolo XIII", en Saggi, poesie,
scritti varii, Milán, Mondadori, 1960, ed.1977, pág. 260.
[5]
PIRANDELLO, L., Íb., págs. 260-261.
[6] Por
comodidad en el comentario comparativo de los pasajes, colocaré las páginas
entre paréntesis, en lugar de usar notas. Con la abreviatura "ens" me
referiré a las páginas de L´Umorismo y
con "art." a las páginas de "Un preteso poeta umorista del
secolo XIII" en las ediciones citadas -recuérdese para el ensayo ed.
Mondadori, 1986.
[7]
PIRANDELLO, L., Íb., pág. 250.
[8] Íb., pág. 251.
[9] (N. de
T.) Alessandro D´ANCONA, filólogo e historiador de la literatura italiana.
Nació en Pisa en 1835 y murió en Florencia en 1914. Fue profesor de literatura
italiana en la Universidad de Pisa, donde inició el denominado "metodo
storico". Posteriormente fue Senador y desarrolló una importante actividad
periodística.
[10] (N. de
A.) Para los sonetos de Angiolieri, doy a continuación un índice de los cod. en
los que se encuentran, aún dispersos, según los Escritos de P. Bilancioni,
editados por C. y L. Frati. Para los sonetos de Folgore y de Cene, véase la
bella edición crítica que hizo Navone, Bolonia, Romagnoli, 1880 (edición de
sólo 202 ejemplares). El estudio de D´Ancona sobre Angiolieri se encuentra en
el libro Estudios Críticos y Literarios,
Bolonia, Zanichelli, 1880.
(N. de T.) Para una edición actual de los poetas
mencionados véase la edición de Gianfranco Contini, Poeti del Duecento, vol.II, Milán-Nápoles, Ricciardi, 1960, págs.
353-435.
[11] (N. de
T.) RUSTICO di FILIPPO (aprox. 1230-1300), de este poeta toscano se conservan
58 sonetos, entre los cuales destacan los jocosos, donde realiza una sátira
misógina y política contra la facción güelfa. Su estilo se caracteriza por
juegos verbales, uso de voces dialectales y caricaturización de los personajes
de la vida contemporánea.
[12] (N. de T.) En original: Piuttosto no ´l comprendo che te ´l dica. Esta
expresión ha sido utilizada repetidas veces en otros textos de Pirandello. En primer lugar en una carta a Carmelo Faraci del 27 de
agosto de 1887; después en una carta a su familia, el 16 de abril de 1888: "... e con quanto giovamento dei presenti mortali e dei posteri e mio,
piùttosto no ...", en Lettere
giovanili da Palermo e da Roma, 1886 1889, Roma, Bulzoni, 1993. También
aparece en L´Umorismo, cfr. op. cit.,
pág.19. Giovanni R. BUSSINO en Alle fonti
di Pirandello, Florencia, ABC, 1979, cree que puede ser una referencia al
endecasílabo de Petrarca: "I´nol posso
ridir, ché nol comprendo" (Rime, CXCVIII, 12). Recuérdese el texto
crítico de Pirandello: Petrarca a Colonia
(1889).
[13] (N. de
T.) Enrico NENCIONI, poeta y crítico florentino, vivió entre 1837 y 1896. Fue
de los primeros en reconocer la originalidad de D´Annunzio. Colaboró en algunas
revistas, entre las que destaca La Nuova Antologia. Sus textos críticos
están recogidos en dos volúmenes: Medaglioni
(1883) y Nuovi medaglioni (póstumo,
1920).
[14] (N. de
T.) Ruggiero BONGHI, hombre político, literato e historiador italiano. Nació en
Nápoles en 1826 y murió en Torre del Greco en 1895. Se interesó vivamente por
la evolución de la lengua italiana, defendiendo una prosa simple y cotidiana,
no ilustre. Escribió varios libros de
crítica literaria polémicos: Per chè la
letteratura italiana non sia popolare in Italia (1855), Manzoni e la lingua (1893) e I fatti miei e i miei pensieri (póstumo,
1927). Su actividad periodística fue ingente, por lo cual es
difícil precisar el lugar del que Pirandello extrajo sus citas.
[15] (N. de
T.) Recordamos brevemente las obras del poeta Francesco Berni (Lamporecchio in
Val di Nievole, Pistoia 1497- Florencia 1535): Carmina, en latín; La Catrina
(1516, publicada póstumamente en 1567); Dialogo
contra i poeti (1526); una versión de Orlando
innamorato de Boiardo (1524-31); y 32
Capitoli (publicados fragmentariamente a partir de 1537, e íntegramente en
1885). A esta última obra, la que se considera más importante y cuyo contenido
es satírico, se refiere Pirandello en estas páginas. De Berni se conserva
además un conjunto de Lettere,
publicadas también en 1885.
[16] (N. de
T.) Alusión a uno de los personajes más hilarantes de I promessi sposi de Alessandro Manzoni. Con una mezcla de bondad
divina y pragmatismo, el autor a través del personaje, se refiere a la peste
como una ruina semejante a un castigo superior, que sin embargo, tiene un
aspecto positivo, puesto que a la vez que destruye, sirve de catarsis.
[17] (N. de A.) Orl. In. Lib. I. c. XVIII. Extraigo
de la Introducción a las Ob. de Berni, de Camerini, este juicio dado por
Panizzi sobre el estilo de Berni, en el cual están casi las mismas palabras
adoptadas por Nencioni en la definición del humorismo: "Los elementos
característicos del estilo de Berni son: el ingenio que no encuentra semejanza
entre objetos distantes, y la rapidez donde inmediatamente conectan las ideas
más remotas; el modo solemne con que alude a sucesos ridículos y profiere un
absurdo; el aire de inocencia y de ingenuidad con que hace observaciones
plenamente conscientes y el conocimiento
del mundo, la peculiar bondad con que
parece contemplar con indulgencia ... los errores y maldades humanas, la sutil ironía que él adopta con tanta
apariencia de simplicidad y de aversión a la amargura; la singular sobriedad
con la que parece deseoso de excusar a hombres y obras en el mismo momento en
el que está concentrado en destrozarlas".
[18] (N. de
T.) Se refiere a Teofilo Folengo, que utilizaba este pseudónimo. Vivió entre
1491 y 1544. El crítico lo trae a colación porque su obra Baldus, contenida en Maccheronee
(publicada póstumamente en 1552) influyó sobre la obra de Rabelais.
[19] (N. de
T.) Se refiere a Jean Paul Richter, que cita a continuación.
[20] (N. de
T.) Se refiere a la amante de Angiolieri.
[21] (N. de
T.) Giuseppe Giusti (Monsummano, Pistoia, 1809- Florencia 1850), uno de los
poetas más famosos del siglo pasado; sus versos se caracterizan por una
sobriedad que pretendía evitar el sentimentalismo romántico.
[22] (N. de
T.) Pasaje reproducido y ampliado en L´Umorismo.
[23] (N. de
T.) "Melancolía por tanto no me daré/ más bien me alegraré en mi
tormento".
[24] (N. de
T.) "Cara me cuesta la melancolía/ que por escapar de ella, estoy obligado
a hacer/ el arte desgraciado de la usura/ lo cual consume la persona mía".
[25] (N. de
T.) "Dejar a la naturaleza trabajar/ y guiarme, si yo lo puedo hacer/ Y
que no me subyugue más melancolía".
[26] (N. de
T.) "Mi melancolía es tanta y tal/ que yo no descreo que si ello supiera/
uno que fuera mi enemigo mortal/ que por mí de piedad no llorase".
[27] (N. de
T.) "Con gran melancolía yo siempre estoy".
[28] (N. de
T.) "Tres cosas solamente son de mi agrado,/ Las cuales puedo apenas
procurarme:/ Esto es, la mujer, la taberna y el dado:/ Estas hacen a mi corazón
gozo sentir;".
[29] (N. de
T.) "Y él morirá cuando el mar se seque,/ Así lo ha hecho Dios, para mi
desgracia, de sano".
[30] (N. de
T.) "Quien no dice de su padre sólo honores/ La lengua debería serle
cortada".
[31] (N. de
T.) "Quien brama por llevar de libertad el hábito/ Como hicimos nosotros/
Que ponga el oído y entienda cuales son después/ Los errores, los afanes y
servidumbres de aquello".
[32] (N. de
T.) "Nosotros rogamos al infierno y al cielo otrora/ Que el padre nos
quitase/ Para que mejor se pudiese/ Gozar e ir a nuestro gusto
entonces...".
[33] (N. de
A.) ¿ Fray Arrigo o Fortarrigo? El soneto está dirigido a Cecco de Maese
Fortarrigo, sobre éste y el nuestro véase un cuento de Boccaccio.
(N. de T.) Se trata del
cuento relatado en la Jornada Novena, Novela Cuarta, donde Cecco y Fortarrigo
en Buonconvento, se juegan todo su dinero y pertenencias, quedando Angiolieri
engañado, en camisa y mal parado.
[34] (N. de
T.) "No se desesperen los del infierno/ Porque ha salido uno que allí
estaba clavado,/ El cual es Cecco, que es así llamado,/ Que allí creía estar
eterno./ Mas de tal guisa se ha vuelto el cuaderno/ Que siempre viviré
glorificado,/ Puesto que Maese Angiolieri está desollado/ el que me afligía en
estío e invierno./ Muevete nuevo soneto, y ve hacia Cecco,/ aquel que bajo mora
en la Abadía:/ Dile que Fray Arrigo está medio seco:/ Que no se dé a la
melancolía,/ Mas de tal manjar se alimente su pico,/ Que vivirá más que Enoch y
Elias;".
[35] (N. de A.) Chigiano L.VIII. 305. dice: "Però malinconia non prenderaggio".
(N. de
T.) Cfr. nota precedente, donde se traducen estos versos.
[36] (N. de
A.) Y en otro lugar dice:
"Sed
i´credessi viver un dí solo
Piú di
colui che mi fa viver tristo
Assa´di
volte ringraziare´ Cristo..."
(N. de T.) "Pero me ayuda sólo un asunto/ Que yo he
oído decir a un hombre sabio/ Que viene un día, que vale más de ciento".
En nota: "Si yo creyese vivir un día solo/ Más que aquel que me hace vivir
infeliz/ Muchas veces daré las gracias a Cristo...".
[37] (N. de
T.) "Yo tengo todas las cosas que no quiero; Cuando veo a Becchina
acurrucada; Si yo tuviera un montón de florines".
[38] (N. de
T.) "Yo soy tan flaco que casi me trasparento; La pobreza así me ha
deshonrado; Cualquier hombre quiere purgar sus pecados".
[39] (N. de
T.) "De todas las cosas me siento servido; Yo tengo tan poco de lo que
quisiera".
[40] (N. de A.) Ver Morandi, Prefaz. ai sonetti romaneschi del Belii, Città di Castello, Lapi,
vol. I, 1889.
[41] (N. de
T.) "Os lo ruego hijos.../ Traed el buen tiempo,".
[42] (N. de
T.) "Y burla hacer a los tristes malandrines/ A los míseros dolientes
desgraciados".
[43]
(N.
de T.) "Y bebed mosto y emborrachaos/ Que no hay mejor vida en verdad,/ Y
esto es ver como el florín es dorado;".
[44] (N. de
T.) "Que así no os tenga jamás en monasterio,/ Dejad predicar a los curas
locos/ Que tienen demasiada mentira y poca verdad".
[45] (N. de
T.) "Y cada día de bien en mejor vaya".
[46] (N. de
T.) "Avaros, no queráis usar con ellos".
[47] (N. de
T.) "A la compañía noble y cortés/ en todas aquellas partes donde
estén".
[48] (N. de
T.) "Para vergüenza de los pobres y de los avaros".
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