LA EDUCACIÓN FÍSICA ORIENTADA A LA CREACIÓN DE HÁBITOS SALUDABLES

Dr. D. FERNANDO SÁNCHEZ BAÑUELOS

 Decano de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte de Toledo (Universidad de Castilla La Mancha)

 

1. EL CONCEPTO DE SALUD INTEGRAL Y SUS IMPLICACIONES RESPECTO A LA EDUCACIÓN FÍSICA ESCOLAR.

 

Desde su constitución, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció como punto de partida una definición de salud de carácter positivo e integrador, al proponer que: "La salud es el estado de completo bienestar físico, mental y social". Esta definición se contrapone claramente a la noción tradicional de salud como "ausencia de enfermedad".

Esta definición, que puede contemplarse como una declaración de principios, nos aporta una concepto integral de la salud que comprende las dimensiones: física-fisiológica, psicológica y social. En consecuencia, la salud no se reduce a la circunstancia y evolución de los procesos de enfermedad. En esta línea, avanzando en el concepto de salud, Salleras (1985) propone la siguiente definición sobre la salud: "el nivel más alto posible de bienestar físico, psicológico y social, y de capacidad funcional, que permitan los factores sociales en los que vive inmerso el individuo y la colectividad".

Desde esta perspectiva, la salud de la persona queda vinculada a los procesos socio-culturales a los que se ve sometido, es decir, se encuentra en relación muy próxima al ámbito de la educación, rebasando ampliamente, en consecuencia, los límites de influencia en que tradicionalmente se había movido, que no habían sido otros que los del sistema médico-sanitario.

Esto se ve ratificado por Rodríguez Marín (1995), autor que propone los siguientes aspectos como más significativos respecto al concepto de salud:

1) La salud no es sólo la ausencia de enfermedad, sino que ha de ser entendida de una forma más positiva, como un proceso por el cual el hombre desarrolla al máximo sus capacidades actuales y potenciales, tendiendo a la plenitud de su autorrealización como entidad personal y como entidad social.

 

2) El concepto de salud es un concepto dinámico y cambiante, cuyo contenido varía en función de las condiciones históricas, culturales y sociales de la comunidad que lo formula y/o que lo acepta.

 

3) La salud es un derecho de la persona como tal y como miembro de la comunidad, pero además, es una responsabilidad personal que debe de ser fomentada y promocionada por la sociedad y sus instituciones. En consecuencia, hay que promover igualmente en el individuo la autorresponsabilidad para defender, mantener y mejorar su salud, fomentando la mayor autonomía posible respecto al sistema sanitario.

 

4) La promoción de la salud es una tarea interdisciplinar que exige la coordinación de las aportaciones científico técnicas de distintos tipos de profesionales.

 

5) La salud es un problema social y un problema político, cuyo planteamiento y solución pasa, necesariamente, por la participación activa y solidaria de la comunidad.

 

En cada una de las dimensiones física-fisiológica, psicológica y social de la salud, se pueden contemplar dos estados extremos contrapuestos: por una parte, un estado de signo positivo, de bienestar, y por otra, un estado de signo negativo, enfermedad. Frente al paradigma de salud perfecta o enfermedad, la concepción actual de la salud plantea la posibilidad de muy diversos estados intermedios dentro de la dimensión salud-enfermedad de acuerdo a la ubicación del individuo en cada escala bipolar correspondiente a cada una de las dimensiones Bio-Psico-Social que definen la salud. En este sentido, y, en relación con las metas de la educación física, la idea de que "a los estados positivos de salud se les asocia con un estilo de vida adecuado" constituye una noción capital

 

Al respecto de lo dicho, se puede destacar el hecho de que existen tanto a escala personal como colectiva, formas y maneras de comportarse que son más favorables para la salud, frente a otras que pueden resultar más desfavorables. Esto nos lleva al concepto de "estilo de vida" definido en general como el "conjunto de pautas y hábitos comportamentales cotidianos de una persona". O bien tal como Mendoza (1994) propone "El estilo de vida puede definirse como el conjunto de patrones de conducta que caracterizan la manera general de vivir de un individuo o grupo".

 

Puede pensarse pues, que hábitos de vida y hábitos de salud son algo que van íntimamente ligados, de forma que, de lo que en realidad deberíamos hablar es de hábitos saludables de vida. Tal como hemos visto, el concepto acuñado que parece emerger en este sentido es el de estilo de vida, concepto asociado íntimamente con el de calidad de vida.

 

Entre los comportamientos que se consideran favorables para la salud, y que en consecuencia deberían formar parte del estilo de vida, se señalan fundamentalmente tres tipos de hábitos: alimentación correcta, práctica adecuada y regular de la actividad física, y pautas de descanso regulares y de la apropiada duración. En contraposición, los hábitos que se consideran negativos para la salud son principalmente: consumo de tabaco, de alcohol y de otras drogas nocivas, comer en exceso o consumir dietas inadecuadas, hacer poco ejercicio, y conducir de forma imprudente

 

Para la correcta identificación de qué es lo que caracteriza a los estilos de vida saludables, uno de los problemas que se plantean es el de la evaluación del impacto de las enfermedades. Esto se sigue haciendo en muchas ocasiones desde el punto de vista de la concepción tradicional de la salud. Sin embargo, desde el punto de vista del concepto de salud integral y del avance en el conocimiento sobre los estilos de vida saludables, la morbilidad puede ser definida como algún tipo de diferencia negativa no sólo objetiva sino también subjetiva respecto al estado de bienestar. Desde este punto de vista, emerge el concepto de la calidad de los años vividos, es decir, no es suficiente considerar solamente el total de años que vivimos, sino que es preciso tener en cuenta los años durante los cuales una persona es autónoma, está libre de enfermedades crónicas y puede disfrutar de la vida. Si tomamos en consideración esta idea vemos como la influencia de la práctica de la actividad física en la salud adquiere una dimensión diferente, mucho más importante que la que le concedían las antiguas concepciones de la salud.

 

2. LA RELACIÓN ENTRE LA PRÁCTICA DE LA ACTIVIDAD FÍSICA Y LA SALUD.

 

Existen una serie de enfoques teóricos que pueden servir de soporte a una explicación racional de las relaciones entre la actividad física y sus efectos en la. Algunos de los más importantes son las siguientes:

 

- El paradigma Psique-Soma: la perspectiva somatopsíquica, postula la existencia de una interrelación entre el funcionamiento somático y el funcionamiento psíquico y viceversa. Esta perspectiva puede servir de marco conceptual para generar hipótesis que puedan ofrecer una explicación causal a los efectos del ejercicio.

- El enfoque fisiológico: esta es otra perspectiva que ha dado lugar a enfoques conceptuales sobre la causa de los efectos integrales de la actividad física en el ser humano. Es tradicional la orientación conceptual de los educadores físicos, según la cual han venido asumiendo de una forma bastante generalizada que la condición física es importante para la salud psicológica, entendida esta como estado de bienestar general, postulado de acuerdo con la máxima clásica de "mens sana in corpore sano". Paulatinamente estas ideas se han ido concretando más, de forma que el estado de adaptación fisiológica y metabólica al ejercicio ha sido asociado con la sensación de "estado general de bienestar" (well-being). Este fenómeno ha sido justificado desde la investigación, por una parte, con la liberación de endorfinas que produce el ejercicio físico, y por otra, con la reducción del potencial muscular en reposo que se produce después del ejercicio como efecto de éste.

 

- El enfoque psicológico: desde este punto de vista se han propuesto explicaciones a los beneficios que el ejercicio físico puede tener sobre la salud. Dentro de dichas explicaciones, podemos destacar las que relacionan la práctica sistemática del ejercicio físico con una sensación acentuada de control sobre sí mismo y de las funciones corporales, lo que genera una mejor percepción del estado general de bienestar. Esta idea puede conectarse con otra que argumenta que la práctica del ejercicio físico supone al mismo tiempo un entrenamiento de "biofeedback". Desde otra perspectiva se propone que el ejercicio físico provoca una distracción o diversión que aleja la atención del individuo de ansiedades de origen cognitivo, liberándole de esta manera de las mismas.

 

Algunos planteamientos conceptuales con una mayor consistencia teórica, asimismo dentro del ámbito de la Psicología, han surgido, son los que adoptan una orientación de carácter cognitivo. Desde esta perspectiva se sitúa la investigación en "biofeedback" en el contexto teórico cognitivista de adaptación y emoción, de forma que los comportamientos adaptativos de afrontamiento de los estímulos ambientales preceden a la emoción y ayudan a regular su forma e intensidad. En esta línea, se pueden destacar los siguientes aspectos básicos:

 

- Los cambios fisiológicos asociados al entrenamiento físico se les puede contemplar como parte de un campo más amplio de búsqueda, que incluiría al estrés, las emociones y las estrategias de adaptación.

 

- Las modificaciones de carácter afectivo que se postula que se producen como consecuencia del entrenamiento de la condición física, pueden estar mediadas por la valoración de carácter cognitivo de los efectos del entrenamiento, en relación con una serie de variables de tipo psicológico y social.

 

- Se puede considerar, que el entrenamiento de la condición física es un proceso de afrontamiento mediante autorregulación, el cual facilitaría la interacción adaptativa de la persona con el entorno.

 

En otro orden de ideas, es preciso decir que una idea generalizada bastante incorrecta que se tiene de la práctica del ejercicio físico, es la de que los efectos positivos que se derivan del ejercicio físico se producen meramente por su práctica, pasando por alto cuáles deben ser los contenidos, volumen e intensidad de dicha práctica, es decir, sin concretar una prescripción.

 

En consecuencia, la relación entre los efectos y beneficios atribuidos al ejercicio por el usuario, los propósitos que le llevan a la práctica, y la especificación precisa del ejercicio físico que realiza, son otros aspectos que a menudo no están suficientemente bien definido ni adecuadamente determinados. De forma que en muchas ocasiones, los resultados no se corresponden con las metas deseadas, sino todo lo contrario. Por ejemplo, para una persona sedentaria que empieza a hacer ejercicio físico de carácter moderado con el propósito de perder peso, puede suceder que el efecto más inmediato sea un incremento del apetito, lo que puede a su vez producir un deseo de ingerir alimentos muy superior al gasto calórico generado por el ejercicio. La conclusión a la que podría llegar este sujeto, a través de su experiencia personal, es que el ejercicio físico engorda.

 

A continuación, con el propósito de desarrollar las nociones que se han expuesto precedentemente, y para poder ofrecer una visión ordenada y sistemática de los efectos del ejercicio físico en la infancia y la adolescencia se han considerado tres ámbitos fundamentales de influencia, que son los siguientes:

 

Fisiológico.

Psicológico.

Social.

 

EFECTOS FISIOLÓGICOS DE LA ACTIVIDAD FÍSICA EN LOS NIÑOS Y ADOLESCENTES.

 

Respecto a los efectos y beneficios de tipo fisiológico que se derivan de la actividad física para los adolescentes, se pueden destacar dos vertientes principales, la primera vertiente representa al presente del niño o adolescente, y está basada en la impacto que el ejercicio físico puede tener en los procesos de desarrollo y crecimiento propiamente dichos, y que se producen a lo largo de la infancia y adolescencia. Sobre este particular se ha hecho recientemente algún estudio de carácter longitudinal, como el promovido desde la Universidad de Lovaina a través de las edades de 13 a 18 años. En dicho estudio, no se encontraron diferencias significativas entre los adolescentes, según su nivel de cantidad de práctica de la actividad física, en ciertos aspectos del crecimiento, como pliegues adiposos y maduración esquelética. Si bien es cierto que en esta investigación no se controló el tipo concreto de ejercicio ni su intensidad, no se pueden deducir, por lo tanto, efectos de determinados tipos específicos de ejercicio físico. Esto nos hace concluir que esta problemática necesita de una mayor investigación para poder llegar a resultados consistentes.

 

La segunda vertiente representa a la perspectiva del futuro, es decir, los efectos que a largo plazo puede tener el ejercicio físico que se realice en esta etapa de la vida en la salud del individuo. Sin duda dentro de este tipo de efectos hay que destacar la mayor probabilidad de permanecer activo en la vida adulta si a estas edades se consolidan hábitos de práctica del ejercicio físico. Los aspectos más importantes revisados que a continuación se van a analizar son los siguientes:

 

Condición física cardiovascular.

Crecimiento óseo.

Composición corporal y obesidad.

Presión sanguínea.

Niveles de colesterol.

 

Condición física cardiovascular: La condición física de carácter aeróbico ha sido relacionada de forma consistente con la salud cardiovascular y además puede servir de agente mediador sobre otros efectos. En un estudio sobre este tema, como resultado se afirma que está incrementándose el consenso entre los especialistas en el sentido de que existen evidencias de carácter patológico que indican que ya desde la infancia, comienza a generarse la arteriosclerosis. Sobre este particular se afirma que muchos de los factores de riesgo implicados en la adquisición y el desarrollo de enfermedades cardiovasculares están relacionados con el estilo de vida. Los factores más importantes que destaca en este caso son el ejercicio físico, la nutrición y el consumo de tabaco. Específicamente en relación con la práctica de la actividad física, Morrow y Freedson (1994) como resultado de la revisión que efectuaron sobre este tema concluyen que el tipo de actividad física requerido para la prevención de enfermedades cardiovasculares debe ser de una intensidad moderada, ser realizado con una frecuencia preferentemente diaria y de una duración aproximada de 30 minutos.

 

Crecimiento óseo: La masa ósea se desarrolla rápidamente durante la adolescencia. La actividad física parece tener un papel importante en la reducción de riesgos de osteoporosis a lo largo de la vida. Bailey (1994) afirma que se consigue que mediante el ejercicio físico se produce una optimización del desarrollo óseo, de manera que los adolescentes activos tienen una mejor salud esquelética que los menos activos en la mayoría de los segmentos óseos evaluados. La movilización de cargas variadas no excesiva, así como la superación de resistencias, es la prescripción de este autor sobre el tipo de ejercicio físico a realizar para favorecer el desarrollo óseo. Los períodos de inactividad prolongada, incluso durante procesos de enfermedad, deben ser evitados o reducidos al mínimo a causa de las atrofias que se pueden producir. Por otra parte, la falta de un régimen alimenticio que suponga una aporte de calcio adecuado, así como el hábito de fumar puede tener un efecto negativo en el desarrollo óseo.

 

Composición corporal y obesidad: Existen algunos estudios centrados en la población de adolescentes que indican que la actividad física se encuentra asociada con pequeñas reducciones del tejido adiposo y pequeños incrementos en la masa magra, pero estos datos no son lo suficientemente consistentes para que se puedan proporcionar unas recomendaciones concretas sobre la cantidad y el tipo de ejercicio físico que produce dichos efectos de control sobre la obesidad. De acuerdo con destacados autores la tendencia que se observa de incremento de la adiposidad en la población de adolescentes sugiere sin embargo que se necesita de la práctica de unos niveles mayores de actividad física. Estruch y Batllé (1987) analizan la problemática del escolar obeso e indican que estos individuos sufren a causa de su sobrepeso, una mayor propensión a la fatigabilidad, disminución de la capacidad aeróbica y ciertas repercusiones negativas sobre el aparato locomotor como son el pie plano y el "genu varus". Estos autores proponen como tratamiento la combinación de ejercicio físico y la aplicación de una dieta hipocalórica.

 

Sobre el problema de la obesidad en la adolescencia, según los autores consultados, hay que tener en cuenta el total de calorías consumidas, ya que parece que es un hecho más importante que el tipo de ejercicio más o menos intenso realizado.

 

Presión arterial: En la población de adolescentes sanos no se han encontrado efectos del ejercicio físico sobre la presión arterial de los individuos, y según expertos no se pueden realizar prescripciones de ejercicio en este sentido. Sin embargo, de acuerdo a los estudios realizados, se ha comprobado que para los adolescentes con un alto riesgo de padecer hipertensión el ejercicio físico constituye un medio adecuado para el mantenimiento de los niveles normales de la presión sanguínea. En estos casos la prescripción concreta de ejercicio físico es la realización de un ejercicio frecuente y de carácter aeróbico.

 

Niveles de colesterol: La evidencia disponible sobre la población adulta acerca del efecto del ejercicio físico en el contenido en plasma de lipoproteínas HDL, es bastante indicativa de los efectos del ejercicio físico. Estudios realizados por especialistas destacados sobre la población de adolescentes no evidencian una relación del ejercicio físico con un aumento en el contenido de HDL, especialmente cuando se trata de estudios de tipo longitudinal, quizás debido a que estos jóvenes parten de un estatus inicial de riesgo cardíaco mucho más favorable que el que ostenta la población adulta.

 

No obstante, de acuerdo con Armstrong y Simon-Morton (1994), algunos estudios basados en la observación de carácter clínico indican una asociación entre el ejercicio físico y la reducción de colesterol. Las prescripciones de ejercicio en este sentido, para que se obtenga algún efecto, y de acuerdo a los autores mencionados, es de una adherencia al tratamiento de al menos seis meses, con una práctica frecuente y una intensidad del esfuerzo moderada y media. Respecto a esta problemática, hay que señalar que existen grupos de adolescentes de alto riesgo, fundamentalmente los obesos, los diabéticos y aquellos que tienen antecedentes familiares de enfermedades cardíacas y de hipercolesterolemia. De acuerdo con los autores citados el ejercicio físico está considerado efectivo en los casos de obesidad y de antecedentes familiares.

 

Efectos negativos del ejercicio.

Desde el punto de vista opuesto el ejercicio físico puede ser considerado como un factor de riesgo en sí mismo respecto a la salud, en referencia a la población de adolescentes. Nos estamos refiriendo en este caso a las lesiones que pueden sobrevenir a través de la práctica de la actividad física. De acuerdo con los datos aportados por Macera y Wooton (1994) las lesiones por accidente constituyen la causa mayoritaria de la mortalidad entre los adolescentes. Sin embargo, y según estos autores, sólo un 5% de estos accidentes tienen su origen en actividades de carácter físico - deportivo, por lo cual no se puede concluir que las lesiones debidas al ejercicio físico tengan a nivel cuantitativo una incidencia significativa en la salud de los adolescentes. No obstante, las lesiones de carácter óseo durante los años de crecimiento constituyen un motivo de especial preocupación, debido a lo vulnerables que son las zonas de crecimiento en los huesos largos y los daños irreversibles que se han registrado en algunos casos a causa de choques traumáticos o de ejercicio intensivo.

 

Por otra parte, acerca de los riesgos de realizar un ejercicio físico de una excesiva magnitud, Sallis y Patrick (1994) se manifiestan en los siguientes términos:

 

"Un pequeño porcentaje de adolescentes puede realizar una cantidad excesiva de ejercicio físico, lo cual puede estar asociado con lesiones, desorden en la alimentación o disfunciones menstruales"

 

En consecuencia, se puede decir que en general las contrapartidas negativas del ejercicio físico en los adolescentes, lesiones, sobreejercitación, etc., son pocas y de una incidencia muy limitada en comparación con los beneficios potenciales que presenta para los adolescentes la práctica del ejercicio físico.

 

 

Los efectos del ejercicio sobre la salud psicológica, en niños y adolescentes.

Específicamente sobre niños y adolescentes se han realizado revisiones sobre el tema que estamos tratando. Entre las más recientes podemos destacar en primer lugar la de Biddle (1993), que afirma como síntesis que el estudio de los beneficios del ejercicio en la salud psicológica requiere una expansión en la investigación pediátrica, e indica que aunque la evidencia actual con adultos es positiva en términos generales, permanecen sin resolver satisfactoriamente una serie de cuestiones metodológicas. No obstante, dado el hecho de que el ejercicio físico puede tener efectos emocionales positivos y que los niños sufren de problemas emocionales, los argumentos racionales de los efectos preventivos y terapéuticos del ejercicio que se usan desde la perspectiva biológica, se pueden también aplicar a la temática psicológica. Indica asimismo este autor que uno de los temas clave a los que se enfrentan los educadores en este momento es el desarrollo de la autoestima en los niños. En consecuencia, los efectos beneficiosos potenciales del ejercicio físico sobre este aspecto es un tema importante a tener en cuanta e investigar con más profundidad en el futuro, tanto desde el punto de vista de la salud como desde el punto de vista educativo.

 

Más recientemente Calfas y Taylor (1994), analizaron la literatura existente sobre este tema en las edades comprendidas entre los 11 y los 21 años. Como resultado de dicho análisis concluyeron que se encuentra una evidencia de carácter moderado entre la práctica de la actividad física y ciertos beneficios psicológicos para los niños y los adolescentes. En este sentido el efecto más consistente que encontraron acerca de la salud psicológica es el aumento de la autoestima, aspecto considerado clave en el ámbito educativo por Biddle (1993) tal como hemos visto. Asimismo también encuentran una relación entre la práctica del ejercicio físico y una disminución de la ansiedad entre los sujetos practicantes. Estas conclusiones, como se puede apreciar, se encuentran dentro de la misma línea de las que se alcanzan en la revisión presentada anteriormente.

 

Orientados sobre los efectos concretos de la condición física en la salud psicológica, existen trabajos que observan que un trabajo específico de flexibilidad sobre adolescentes produce como resultado una reducción en los niveles de ansiedad. Asimismo se ha encontrado como resultado de investigaciones sobre alumnos de enseñanza secundaria, que la condición física y la salud psicológica están significativamente relacionados, resultando beneficiosa en este sentido una mejor condición física.

 

Como conclusión de conjunto acerca de la influencia de la práctica de la actividad física en la salud de los niños y adolescentes, se desprende que los factores cuantitativos solamente no constituyen por sí solos el único factor de influencia respecto a tema que estamos tratando.

 

Riesgos de la actividad física en relación con el comportamiento.

 

De acuerdo con el análisis realizado por especialistas en el tema va aumentando la evidencia de que para algunas personas el ejercicio puede llegar a constituir una conducta compulsiva. Esto aparece frecuentemente relacionado con desarreglos en la alimentación tales como la anorexia nerviosa y la bulimia. En este sentido, hay que indicar que se necesita más investigación, sobre todo aquella que aporte datos en los que se identifique como factor desencadenante de dichos desarreglos al ejercicio compulsivo. Es importante según señala Shephard (1995), considerar el riesgo de la prevalencia de un excesivo ejercicio físico en relación con un equilibrio energético negativo. Estos problemas, que solo afectan de una manera minoritaria a la población general, son más comunes en algunas modalidades deportivas de competición, en las cuales se ejerce una fuerte presión sobre el peso corporal en relación con la apariencia personal y la delgadez.

 

La adición o "dependencia del ejercicio", es otro problema comportamental que ha sido señalado por algunos autores como uno de los factores de riesgo de la práctica de la actividad física, aunque este fenómeno no representa en muchos casos un efecto negativo y puede tener incluso algunos beneficios psicológicos. Sin embargo en casos extremos, este síndrome de dependencia se puede caracterizar por el hecho de que el individuo se involucre excesivamente en la práctica del ejercicio físico de forma que llega a constituir una obsesión para él. Sobre este tema sigue estando en cuestión si este tipo de adición está relacionado con causas psicológicas o bioquímicas (liberación endógena de endorfinas).

 

Algunos autores se inclinan por considerar que el problema de la sobreejercitación tiene su base en una propensión psíquica preexistente a padecer trastornos afectivos primarios.

Otros autores sin embargo, relacionan este tipo de adicción con el llamado síndrome de euforia del ejercicio, que está fundamentado en los factores de tipo bioquímico anteriormente mencionados, así como en la liberación de B-endorfinas. No obstante hay que señalar que, en el caso de este problema su impacto epidemiológico en el ámbito de población general es escaso.

 

Dishman (1989) presenta evidencias que indican que las expectativas y en consecuencia la presión que ejercen los padres, es mayor sobre el contexto académico y otras actividades de valoración pública que sobre la práctica del deporte de competición. La conclusión es que aunque no se puede negar que la práctica deportiva competitiva en los niños y en los adolescentes puede constituir un factor de riesgo, esto no ocurre de forma generalizada y se circunscribe principalmente a aquellos individuos con unas expectativas grandes de llegar a ser deportistas de elite.

 

 

Los efectos de carácter social de la actividad física

 

La competencia motriz de una persona repercute en sus posibilidades de interacción con el entorno social, e influye en la capacidad de comunicarse y relacionarse con los demás. Estos efectos interactivos forman parte de las características observables de la actividad física en general y del deporte en particular, y son aspectos que parecen, a primera vista, tener la posibilidad de propiciar el establecimiento de vínculos positivos entre la experiencia que se deriva de la práctica deportiva y una serie de efectos beneficiosos concretos de carácter psicosocial. Esto se hace particularmente plausible a lo largo de la edad evolutiva, que en gran medida corresponde con el período escolar, ya que en estas edades se considera al individuo más susceptible a influencias y cambios.

 

Todas estas consideraciones sobre el deporte, han ocasionado que desde su irrupción como fenómeno social de masas se hayan ensalzado sus virtudes educativas, proponiéndolo como un medio idóneo para la formación del carácter del individuo y de una mejor integración en la sociedad. De acuerdo con esta premisa, el resultado del proceso formativo y de inserción social del individuo estaría en una parte sustancial influido por una serie de variables relacionadas con la práctica de la actividad física, como por ejemplo, la capacidad de rendimiento físico, la propia estimación corporal, el afán de superación, la capacidad de cooperar y trabajar en equipo, etc.

 

Desde una perspectiva tradicional, un gran número de pedagogos y teóricos en el ámbito de la actividad física y del deporte así lo han entendido, y de hecho, han atribuido a la práctica deportiva, concurrente con el período escolar, una serie de beneficios que cubren un amplio espectro de factores, tanto de tipo caracteriológico y moral, como de inserción social. Tanto es así, que a veces hacen que la práctica del deporte aparezca como una especie de panacea educativa y socializadora.

 

Dentro de la concepción Victoriana de la práctica deportiva, muy vinculada a las ideas de Arnold, ésta es contemplada como un elemento esencial en la formación del carácter y especialmente en lo que se refiere a cualidades como el coraje, la resolución, la decisión, la honradez y franqueza, el buen humor, etc. Estas nociones han tenido, sin duda, un gran impacto en la concepción moderna de los valores de la práctica deportiva en la escuela. Dentro de nuestro ámbito cultural hay que indicar que las obras iniciales de Cagigal (1966), autor que puede considerarse como emblemático y el de más influencia en nuestro entorno acerca de la pedagogía del deporte, se encuentran fuertemente imbuidas de estas ideas.

 

Acerca de los efectos positivos de carácter social de la práctica de la actividad física y el deporte podemos encontrar en la literatura bastantes trabajos de investigación. Dichos trabajos, muchos de ellos desde una perspectiva crítica, intentan esclarecer hasta que punto las ideas tradicionales sobre del valor de la práctica deportiva para los escolares, encuentran o no una apoyatura científica. La línea de estas investigaciones, tuvo su inicio en los años 70 fundamentalmente y se ha continuado de una forma ininterrumpida hasta nuestros días. Gran parte de esta investigación se ha fundamentado en detectar la influencia que tiene en el individuo la participación formal en el deporte en la edad escolar, tomando como elemento de comparación, o grupo de control, a los no participantes. Los aspectos concretos que mayor interés han despertado entre los investigadores, y que van a ser analizados seguidamente, son los siguientes:

 

Rendimiento académico y logros sociales.

La movilidad y la promoción social.

Formación del carácter.

 

Rendimiento académico y logros sociales: En algunos trabajos de tipo longitudinal se han evaluado una serie de variables con relación a los logros, nivel de aspiraciones y participación en actividades físico deportivas y otras actividades extracurriculares en el último año de enseñanza secundaria, repitiendo dicha evaluación año tras año. Los resultados que se obtuvieron indican que los estudiantes que participaron en actividades deportivas y otras actividades extracurriculares tenían unas aspiraciones académicas más altas y, subsecuentemente, unos mejores logros, lo que apoya la idea de que las actividades extracurriculares tienen un efecto positivo. Sin embargo, sobre los estudiantes que sólo participaron en actividades deportivas, aunque se registró que tenían asimismo unas mayores aspiraciones académicas, éstas no estuvieron en correspondencia con el nivel de cumplimiento. Todo ello parece indicar la existencia de una relación de la práctica deportiva con el nivel de aspiraciones, pero no necesariamente con el rendimiento académico.

 

Por su parte Sage (1982) en un análisis con detenimiento sobre el tema de la práctica deportiva y el rendimiento académico concluye que la participación deportiva tiene una influencia mucho mayor sobre el nivel de aspiraciones educativas que sobre las calificaciones. Otro estudio investiga en este mismo sentido las consecuencias que la participación en un programa de deporte escolar puede tener, tanto dentro como fuera de la escuela, para el alumno. Entre los hallazgos de este estudio cabe destacar el ligero descenso de calificaciones que se detecta en aquellos alumnos que han participado de forma más intensiva en las competiciones deportivas escolares. Como contrapartida, estos mismos alumnos manifiestan un mayor nivel de aspiraciones, lo que coincide con la conclusión de Sage. Otro punto positivo que emerge de este estudio es que se detectó una menor tendencia a involucrarse en comportamientos de carácter problemático por parte de los estudiantes que participaban en actividades deportivas, como por ejemplo en lo relativo al consumo de drogas.

 

Movilidad y promoción social: Estudios longitudinales realizados sobre estos aspectos (Otto y Alwin, 1977 y Otto, 1982) encontraron una relación positiva entre la participación deportiva y los logros educativos, el estatus de empleo y el nivel salarial. También hallaron un mayor nivel de aspiraciones académicas y de empleo. Como conclusión, señalan que los efectos de la participación en actividades físico-deportivas estuvieron mediados por las aspiraciones académicas y de empleo y por el apoyo y ánimo de "otros significativos" sobre el aspecto educativo.

 

Algunos autores americanos basándose en los datos de un estudio longitudinal a escala nacional correspondiente a la década de los ochenta, revisaron los efectos de la participación en actividades deportivas y la subsecuente realización o no de estudios universitarios, controlando el rendimiento académico y la relación con los padres, comparando además los resultados de los blancos, negros e hispánicos. El resultado más relevante lo constituyó el hecho de que la participación deportiva se traducía en una mayor posibilidad de realizar estudios universitarios para los tres grupos étnicos, y que este efecto se acentuaba para los estudiantes con un menor nivel de habilidad académica.

 

Más recientemente, Marsh (1993), realizó un estudio longitudinal en los dos últimos años de enseñanza secundaria sobre el tema que estamos tratando, con una muestra amplia de sujetos a partir de los datos de una encuesta educativa a nivel nacional. Las conclusiones a las que llega este estudio son las siguientes: la participación deportiva parece tener una serie de efectos positivos sin que se registre efecto negativo alguno; el efecto de mayor magnitud que se registra es la relación positiva con el autoconcepto social; de menor magnitud, pero más importantes para este autor, son los efectos positivos sobre el nivel de aspiraciones educativas y el autoconcepto académico. Concluye que este patrón de relaciones conduce a una mayor implicación e identificación con la escuela y con los valores de la escuela.

 

En conjunto parece que el nivel de aspiraciones, el autoconcepto y la percepción aumentada del status social, son las variables mediadoras entre la participación deportiva y el rendimiento académico, cuando se encuentran relaciones positivas entre estas dos variables. Como resumen, se puede afirmar que no parece que la participación deportiva tenga un efecto directo en el rendimiento académico, ya que además uno de los defectos de este tipo de estudios que entre otros ha destacado Marsh (1993), es que se parte de diferencias previas en el rendimiento académico. Sin embargo sí puede constatarse, a través de los estudios expuestos, un efecto positivo en el nivel de aspiraciones académicas y en los logros subsecuentes a que esto da lugar. No parece en ningún caso que se registren efectos negativos entre la participación a un nivel normal (no intensivo competitivo) en actividades físico deportivas en la enseñanza secundaria y el rendimiento escolar y, posteriormente, en los estudios universitarios.

 

También es importante señalar la evolución del énfasis de estos estudios a través del tiempo. Desde los estudios iniciales, fundamentalmente preocupados por el efecto sobre el rendimiento académico, observamos como posteriormente empiezan a cobrar importancia logros sociales como la realización de estudios universitarios o el futuro status social. Más recientemente empiezan a ser relevantes, en los estudios sobre estos aspectos, los posibles efectos paliativos o de evitación, en la aparición e incidencia de conductas juveniles problemáticas como la delincuencia y el consumo de drogas.

 

La construcción del carácter: Sobre la participación deportiva y la construcción del carácter los trabajos de Loy, McPherson y Kenyon (1978) y de McPherson (1980), someten a análisis las pretendidas virtudes de la participación deportiva de los escolares, en una serie de aspectos que suelen asociarse con la construcción del carácter, como son el proceso de socialización y el desarrollo de actitudes cooperativas y de solidaridad. Como síntesis y exponente de las conclusiones de estos estudios se puede citar el siguiente párrafo del trabajo de Loy, McPherson y Kenyon (1978 p. 244):

 

"La evidencia válida de que la participación en la competición deportiva es un elemento importante en el proceso de socialización, o de que la implicación en el deporte resulta en la construcción del carácter, el desarrollo moral y en una orientación cooperativo competitiva, actitudes cívicas u otros rasgos de índole personal es escasa o nula".

 

Asimismo los mencionados autores afirman que las diferencias observadas entre participantes y no participantes pueden ser atribuidas fundamentalmente a:

 

El sesgo que implica el proceso inicial de selección, voluntario o involuntario, que conlleva la práctica deportiva competitiva.

El hecho de que la participación deportiva de niños y adolescentes permite que se exterioricen atributos o habilidades adquiridos de una manera natural mediante los procesos de desarrollo y maduración.

 

Estas conclusiones se ven avaladas por otra serie de trabajos sobre esta misma temática, realizados dentro de la misma línea de investigación, aunque de un tipo menos extenso y más puntual que los anteriores.

 

Esto no quiere decir que los postulados pedagógicos que sustentan dichas ideas queden descartados, sino más bien que por el momento no existen pruebas científicas de que se cumplan, dentro del restringido contexto que dicha línea de investigación abarca. Una de las dudas razonables que surgen sobre este tema se plantea acerca de si el problema está definido con suficiente precisión como para poder abordar la investigación de una manera efectiva. La conclusión es que no se conoce aún el impacto real que la práctica de la actividad física y deportiva, realizada bajo la tutela de los propios centros escolares, o bajo instancias comunitarias, tiene en la educación integral del alumnado. Aunque lo que sí parece comprobarse es que de la práctica deportiva en la edad escolar, en general y "per se", no se derivan los beneficios educativos proclamados

 

Por otra parte, especialmente a lo largo de este último apartado hemos podido observar como el binomio Deporte - Educación constituye un tándem conceptual muy importante, y que puede tener una gran influencia para configurar las actitudes de las personas acerca del valor de la actividad física, su utilidad dentro del estilo de vida y su inclusión o exclusión dentro del mismo. Consecuentemente, en los siguientes apartados se va a proceder al análisis tanto del fenómeno de la práctica deportiva como al del impacto de la educación física en relación con los hábitos de práctica del ejercicio físico, y sus implicaciones respecto a la salud del individuo.

 

En principio puede pensarse que, ya que en el ámbito de divulgación son muy conocidas las ideas de carácter pedagógico y filosófico sobre los efectos de la actividad física, así como sus beneficios generales para la salud, las actitudes verbales sobre los conceptos relacionados con la actividad física y que constituyen el objeto de este estudio, es decir el deporte y la educación física, sean muy positivas. De forma que se les atribuye un gran valor en sí mismos sin más precisiones. Por otra parte puede hacerse una reflexión entorno a las actitudes verbales acerca de la valoración que se concede a la actividad física, y si éstas se corresponden o no con los comportamientos reales que se registran de la práctica del ejercicio físico. Asimismo, podemos plantearnos si los efectos a largo plazo de la praxis educativa formal respecto a la actividad física, están realmente en consonancia con las ambiciosas pretensiones curriculares. Todas estas son interrogantes que abordaremos en los próximos apartados.

 

3. LA EDUCACIÓN FÍSICA ORIENTADA HACIA LA SALUD.

 

Está ampliamente difundido y aceptado que una buena educación física es un elemento significativo para la calidad de vida del ser humano, ya que, sobre el hecho importante de la adquisición y el mantenimiento de una mayor disponibilidad física de uno mismo y una mejor operatividad sobre el entorno, además, tal como hemos visto, a través de una adecuada educación física se pretende que se mejore la capacidad de comunicación del individuo, y se facilite la inserción social y la relación con el entorno del mismo. En resumen que sirva de instrumento para la promoción de la salud dentro del concepto integral de la misma que hemos adoptado.

 

Por tanto, podemos ver cómo se pueden vincular claramente la educación física y la "Educación para la Salud", en el sentido de que tanto las tendencias actuales, como las perspectivas de futuro, apuntan en una dirección en la cual la educación física tiene que poseer un componente muy importante de "Educación para la Salud". A continuación, se van a exponer algunas nociones básicas sobre la educación para la Salud que pueden ser vinculadas a las orientaciones actuales de la educación física.

 

Respecto al tipo concreto de orientación de la educación física hacia la salud existen una serie de tendencias y posturas, muchas de las cuales se justifican de acuerdo al ámbito científico de adscripción de las instituciones o autores que las proponen. Desde el punto de vista de la Medicina y la Fisiología del Esfuerzo el énfasis de la educación física se sitúa en el desarrollo de una condición física orientada hacia la salud, y más específicamente hacia una condición física de carácter aeróbico. Es preciso señalar que este enfoque de la condición física orientada hacia la salud representa la tendencia dominante y ha dado lugar a numerosos trabajos de investigación en el ámbito escolar. Todos ellos presentan el factor común de que sustentan que el contexto escolar, y concretamente la educación física, debe de ser el medio de mayor influencia para la promoción y el desarrollo de una buena condición física durante la infancia y la adolescencia.

 

Los avances de la investigación sobre los efectos del ejercicio físico en la salud, especialmente la realizada sobre los efectos de la actividad física en la prevención de enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares ha potenciado enormemente el desarrollo del concepto de condición física orientada hacia la salud frente al concepto tradicional de orientación de la condición física hacia el rendimiento, esta diferenciación se hace todavía más patente en lo que a la enseñanza de la E.F. escolar se refiere.

 

En general, puede decirse que las premisas y recomendaciones que se derivan del concepto de condición física orientada hacia la salud y su aplicación dentro del ámbito de la educación física escolar se encuentran comprendidas dentro de lo que se denomina por los especialistas como "Modelo de Prescripción de Ejercicio" (En ingles EPM, Exercise Prescription Model), y que promueve fundamentalmente lo que comúnmente se denomina como salud cardiovascular. Frente a este modelo, han surgido tendencias más recientes dentro de las cuales una serie de prestigiosos especialistas en este ámbito (Rowland, 1995, Corbin, Pangrazi y Welk, 1994, Freedson y Rowland, 1992, Sheefeld y Vogel, 1989) proponen un modelo alternativo que denominan como Modelo de Actividad Física para toda la Vida (En ingles LPAM, Lifetiem Physical Activity Model), modelo que en resumen sustenta que lo importante es que se generen hábitos cotidianos de práctica del ejercicio físico, que acompañen al individuo de por vida, destacando la utilidad de estos hábitos frente al sedentarismo, incluso aunque no supongan un ejercicio diario vigoroso.

 

Vemos pues que también en aspecto de la adaptación al esfuerzo vuelve a ser recurrente la idea de que la meta fundamental la constituye la formación de hábitos estables de práctica de la actividad física. Desde este punto de vista la valoración de la adquisición el desarrollo y el afianzamiento de dichos hábitos en los escolares supondría un estimador fundamental del efecto que la educación física va a tener a largo plazo en su estilo de vida y consecuentemente en su salud.

 

Desde el punto de vista de la orientación de la educación física hacia la salud desde una perspectiva integral, se deben contemplar aspectos tan importantes como el estado o sensación psicológica general de bienestar, los estados de ánimo, la ansiedad y la autoestima. El producto que se busca desde este punto de vista fundamentalmente psicológico no es tan inmediato ni coyuntural como la adquisición de un cierto nivel de condición física, ni tan amplio como el que se propone desde una perspectiva de los hábitos de por vida, y puede decirse que comprende objetivos a la vez concretos y a largo plazo, como es la adopción de actitudes positivas hacia la práctica para que se genere y desarrolle desde la escuela la necesaria adherencia a la actividad física.

 

La sensación de bienestar que puede desarrollarse a partir de la práctica del ejercicio físico es otro de los factores vinculados con la salud psicológica que pueden incluirse dentro de los planteamientos de una educación física orientada hacia la salud. Sobre este respecto podemos señalar que según Biddle y Goudas (1994):

 

"Las experiencias agradables a través de la actividad física pueden tener un doble efecto en los niños: el placer puede representar un estímulo para la participación continuada, y constituir en sí mismo un resultado psicológico positivo"

 

Concretamente, sobre el tema de la autoestima en el niño/a Biddle y Goudas (1994) señalan que este concepto ha sido abordado durante los últimos años desde un planteamiento multidimensional y jerárquico, de acuerdo a un constructo que integra dimensiones diferentes como son: la social, la académica y la física. En lo concerniente a la dimensión física, señalan la importancia con que los aspectos físicos están implicados en el desarrollo de la autoestima, y se sugiere la importancia sobre este particular de factores como la competencia deportiva, la condición física, la apariencia física y la fuerza percibida. Esto nos viene a señalar de forma concreta la posible asociación entre determinadas facetas del rendimiento físico y algunos aspectos de carácter psicológico.

 

Fox (1988), respecto a cómo desarrollar la autoestima a través de la actividad física, sugiere a los docentes tres ejes de acción principales.

 

Por otro lado, el nivel de dificultad de la tarea y el reto que suponga para los niños/as no está desvinculado de las posibilidades de disfrute. De acuerdo con dicho autor el placer que se derive de la actividad física será más intenso si las capacidades personales son puestas a prueba de manera óptima, lo que se encuentra en una relación estrecha con los sentimientos de motivación intrínseca y de control personal. Esto nos viene a decir que, quizás la mera participación en actividades físicas, sin que medie un reto físico y en consecuencia la búsqueda autoasumida de algún tipo de rendimiento, no sea suficiente ni para alcanzar sentimientos significativos de placer ni para desarrollar la autoestima.

 

Respecto a la problemática del disfrute que produce la actividad física frente al conocimiento racional de su utilidad para la salud, y la adherencia necesaria al ejercicio físico para que de este se derive algún tipo de beneficio, Dishman y Col (1985) demostraron que la preocupación por la salud puede motivar la decisión inicial de participar en programas de ejercicio físico, pero que los sentimientos de bienestar y de placer asociados a la actividad física son necesarios para persistir en la práctica de la actividad física y, en su caso, mantener la adherencia a la práctica del ejercicio físico. Probablemente para los escolares que reciben la Educación Física, la preocupación por la salud no es muy grande y su motivación se centra más en el disfrute, el refuerzo social, y una serie de intereses inmediatos.

 

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