El martyrium se encuentra en un contexto arqueológico rico y sugerente. La actual población de La Alberca está muy cerca de Algezares, donde se conservan los restos de una basílica paleocristiana y de los Garres, donde aún es visible una fortaleza tardorromana. Las tres poblaciones jalonan la cañada real de Torreagüera que viene a unirse a la carretera N-301, cuyo trazado coincide con la vía romana que unía Cartagena con Alcantarilla por el puerto de la Cadena. La zona ha sido muy romanizada.
Todos estos restos arqueológicos hablan en favor de una ocupación en la Antigüedad Tardía, quizá desde precedentes anteriores, republicanos y altoimperiales. El propio nombre de la cercana ciudad de Murcia es claramente romano, y apunta a un origen pagano no tardío.
La presencia del martyrium ilustra el proceso de cristianización de la Península Ibérica.
El martyrium tuvo que ser levantado por miembros de la aristocracia provincial y rural de la provincia Cartaginense, quienes debieron llevar el modo de vida de los possessores en extensas propiedades o fundi bajoimperiales, en cuyas uillae se levantaban edificios religiosos dedicados al culto privado. El proceso de cristianización de Hispania tiene aún puntos que precisan ser aclarados, pero para los siglos IV y V el cristianismo ya ha avanzado claramente en el campo, sin ser únicamente un fenómeno urbano. El estudio de las residencias rurales de la nobleza romana de la Hispania constantiniana y teodosiana ofrecen datos reveladores. El mausoleo de La Alberca, junto con el de Centcelles en Tarragona y el de Pueblanueva en Toledo constituyen «los tres ejemplos más evidentes de la cristianización de la aristocracia rural». El cristianismo está muy presente en las provincias Cartaginense y Bética, de alta romanización y de tradición urbana muy antigua. Abundan los ejemplos del arte de los propietarios hispanorromanos, ya casi todos cristianos, además de los ejemplos ya citados podemos citar los templos edificados en las grandes uillae como la de Braga o el templete de Odrinhas. Por otra parte, hay que recordar las construcciones martiriales, podemos citar la Iglesia martirial de Marialba en León, de estructura rectangular y ábside en uno de sus lados menores fechada a inicios del siglo V, el martyrium de La Cocosa en Badajoz (planta rectangular, triconque, con nartéx, y ábside al este) y la basílica martirial construida en el anfiteatro de Tarragona, de planta rectangular con ábside al este, donde fue ejecutado san Fructuoso.
El mausoleo de la Alberca se encuentra en una necrópolis que podría relacionarse con una extensa uilla de propietarios rurales pertenecientes a la nobleza bajorromana de la primera mitad del siglo IV y cristiana desde Constantino, quizá antes. La factura y técnica del mausoleo, así como los paralelismos constructivos con Pecs y Marusinac, hablan en favor de las posibilidades y variedad de medios por parte del propietario y constructor del martyrium. Los límites y entidad de la uilla en que éste se asentaba no pueden establecerse hoy con seguridad. En la uilla a la que pertenecía el martyrium había edificaciones con mosaicos y otras dependencias, puede que incluso termales, pero las expoliaciones continuadas en busca de «tesoros» han imposibilitado decir nada concreto al margen de los informes decimonónicos que mencionamos en la bibligrafía.
Pese a las calamidades sufridas por el yacimiento, la mera presencia del martyrium lo convierte en un «punto de referencia central» en el proceso de cristianización de la región. El hecho de que se trate de una construcción relacionada con la veneración a las reliquias hace pensar en un culto eminentemente popular y que ya contaría con cierta antigüedad en la primera mitad del siglo IV. Contemporáneamente, en la ciudad de Begastri, existen datos claros, en virtud de la existencia de sarcófagos paleocristianos, que hablan en favor de un cristianismo ya arraigado. Sarcófagos paleocristianos han sido documentados también en el siglo IV para una antigua ciudad romana en el yacimiento de La Almagra (Mula). Comparables con el sepulcro de La Alberca son los restos de la necrópolis de La Molineta en Mazarrón, donde hay una construcción absidial, que resulta «un posible receptáculo de tipo cultual», y del que no puede negarse «cierto paralelismo con otro tipo de construcción religiosa como son los martyria que proliferaron durante la Antigüedad Tardía en todas las provincias del Imperio, de los cuales tenemos un claro exponente en el ubicado en La Alberca». Testimonios paleocristianos puede haber en Jumilla, donde se encuentran los restos de un mausoleo polilobulado tardorromano, «sin que su confesionalidad sea algo ni evidente ni enfatizado»; ha sido fechado entre finales del siglo IV y el siglo VI. Los testimonios de la penetración del cristianismo en la región durante el siglo IV son pues fehacientes y no limitados únicamente a la necrópolis de La Alberca. Todo ello hace que podamos hablar de una región muy cristianizada ya en los primeros años de la Paz de la Iglesia, o antes, inaugurando una época de dominio brillante e indiscutible del cristianismo y de su continuidad. Precisamente a favor de la continuidad habla también el martyrium de La Alberca. Aunque la necrópolis de El Llano está muy destruida, todo apunta efectivamente a la continuidad del culto en los siglos precedentes. Si la analogía con Marusinac (donde junto al martyrium del siglo IV se construyó una gran basílica en el siglo V) sigue siendo válida, la necrópolis de la Alberca pudo haber conocido una ampliación semejante, de esta manera, los capiteles decorados tardoantiguos hallados en las cercanías del martyrium tendrían una explicación creíble, la de haber formado parte de una basílica cercana al martyrium a finales del siglo.