Numerosas son las noticias sobre la villa desde el momento de su descubrimiento en el año 1867. Ya entonces se refieren las primeras excavaciones llevadas a cabo por el vicario de Caravaca, en las que se describen numerosos hallazgos, entre ellos un mosaico con decoración geométrica, del que se conserva un calco en el Archivo Histórico Nacional.
Los primeros hallazgos despertaron gran interés entre los ilustrados de la época, como es el caso del sacerdote Juan B. Molina que, entre 1905 y 1909, promovió la realización de intensos trabajos en los que se hallaron numerosas estructuras arquitectónicas, aunque entre lo más destacable estaba el conjunto de esculturas del que formaba parte el conocido Niño de las Uvas. Las cartas enviadas en aquellos años por el sacerdote a la Comisión de Monumentos, junto a numerosas fotografías, documentaban fehacientemente el hallazgo.