Durante muchos años se intentó identificar y/o localizar infructuosamente la diócesis episcopal de Begastri, llevándola a Murcia, a Bigastro o a otros lugares aún más lejanos, hasta que D. Aureliano Fernández Guerra redescubrió la ciudad (ver nota 1).

Pese a la claridad de las hipótesis de Fernández Guerra y sus aseveraciones razonadas, no fue en modo alguno fácil convencer a la opinión investigadora general de este importantísimo hallazgo, y durante algún tiempo el escepticismo adquirido sobre la cuestión con el paso de los años sembró muchas reservas hasta que se mostró plenamente la verdad incontestable. También hay que admitir, acerca de esta cuestión problemática, que el continuo traslado de la perdida sede begastrense en las sucesivas y a veces delirantes teorías, había terminado por marear a muchos eruditos; la aparición de ese yo no sé que mármol epigráfico que por allí se ha encontrado (ver nota 2), en opinión de González y Huárquez, despertó poco o ningún entusiasmo y más bien recelo, hasta que el sentido común y las evidencias eliminaron definitivamente cualquier duda, más aún si cabe desde el comienzo de las pormenorizadas y minuciosas campañas arqueológicas desde 1980 y en adelante.

Pero no obstante, se debe rendir cumplido homenaje a Don Aureliano Fernández-Guerra y Orbe, ya que su meticulosa actuación en 1878 nos puso sobre la gran pista y las aportaciones realizadas por este insigne y emérito investigador cambiaron para siempre la historiografía tanto de Begastri como de toda la Antigüedad Tardía (ver nota 3).

1. A. FERNÁNDEZ GUERRA, Deitania y su cátedra episcopal de Begastri. Madrid, 1879.
2. Que no es otra que la célebre ara consagrada a Júpiter por los habitantes de Begastri.
3. A. GONZÁLEZ BLANCO, Alquipir 12, 2002-204, p. 201.