REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


HACIA UNA VISIÓN INTEGRADORA DE LA TRADUCCIÓN: PROPUESTA DEL MODELO TRADUCTOLÓGICO DINÁMICO (MTD)
Sergio Bolaños Cuéllar
(Universidad Nacional de Colombia)

 

                                                                                                                           In honorem

Noel Olaya Perdomo

 

 




1. Introducción[1]

 

Hoy día en los estudios de la traducción surge el interrogante sobre desde qué perspectiva, léase, desde qué disciplinas debe estudiarse la traducción. Algunos autores sostienen que el campo de estudio de la traducción debe liberarse de la lingüística que, durante cierto tiempo, no ha permitido que la disciplina traductora se desarrolle de manera independiente y tampoco ha sabido dar cuenta de la naturaleza misma del traducir. Este punto de vista quizá tenga dentro de sus mentores más connotados a Octavio Paz, quien,  apasionadamente, señaló:

 

“No hay ni puede haber una ciencia de la traducción, por más que el ‘imperialismo lingüístico’ de los últimos años tienda a minimizar la naturaleza eminentemente literaria de la actividad traductora” (1971).

 

Esta aparente antinomia entre lo lingüístico (=científico) y lo literario (=no científico) de la actividad traductora puede resolverse con bastante claridad si se retoma, por ejemplo, el magnífico desarrollo de la historia del pensamiento traductor que delinea Frederick Rener (1989) en su Interpretatio. Language and Translation From Cicero to Tytler.

 

2. La historia de la traducción y los lugares que sí son comunes

 

La idea inicial de Rener consiste en poner en tela de juicio la creencia generalizada de que hay diversas teorías de la traducción, francesa, inglesa, alemana, española, etc., que se pueden dividir en diferentes períodos arbitrariamente delimitados, ya sea por siglos o también por autores. (Ibid.pág.5). En vez de esto, propone considerar esas semejanzas, esos ‘lugares comunes’ que se encuentran en diversos autores de distintos períodos y diferentes lugares (Dryden, Dolet, Huet, Cicerón, Quintiliano, Lutero, Humphrey, Vives, Jerónimo, etc) como algo que realmente es común, es decir, “shared by all translators regardless of their nationality or period in which they were active” (Ibid.6). (“Compartido por todos los traductores sin importar su nacionalidad o el período en que estuvieron activos”).

 

Podemos decir que, contrario a otros autores que han intentado bosquejos parciales o antológicos de la traducción (p.ej. Miguel Ángel Vega, George Steiner, Susan Bassnett, Amparo Hurtado Albir, etc.) que se han preocupado mucho por establecer compartimientos y delimitaciones por autor, país y época, Rener se esfuerza por mostrar –y creemos que lo logra con creces- las líneas de continuidad existentes desde las ideas primigenias de la traducción en la Antigüedad (Cicerón, Quintiliano) hasta el siglo XVIII (Tytler).  Así, las ideas, las concepciones de la traducción atraviesan tiempo y espacio y enlazan a sus protagonistas. Para hablar en términos lingüísticos diríamos que es un diálogo diacrónico y diatópico entre los interlocutores estudiosos de la traducción.  

 

Flora Amos, citada por Rener, expresaba ya en 1920 (Early Theories of Translation) esta idea con bastante claridad:

 

“The history of the theory of translation is by no means a record of easily distinguishable, orderly progression. It shows an odd lack of continuity. Those who give rules for translation ignore, in the great majority of cases, the contribution of their predecessors and contemporaries” (p.4). (“La historia de la teoría de la traducción no es de ninguna manera un registro de una progresión ordenada, discernible con facilidad. Esta presenta una curiosa falta de continuidad. Quienes dan reglas para traducir desconocen, las más de las veces, el aporte de sus antecesores y contemporáneos”).

 

3. Primer sentido de la integración: el pensamiento traductor a través de la historia

 

Aquí surge, pues, un primer sentido de la integración que queremos presentar en este trabajo: nos referimos a la integración del pensamiento traductor a través de la historia cuando se intenta corroborar que, como afirma Rener, “the study of the theory of translation does not appear as a field of research but as an archipelago with many islands and no bridges” (Ibid.pág.5). (“El estudio de la teoría de la traducción no se presenta como un campo de investigación, sino como un archipiélago con muchas islas y sin puentes”).  Pero, además, la integración de la teoría de la traducción, nos indica que deben romperse también los límites lingüísticos mismos, es decir, que se puedan poner a dialogar a los diversos exponentes del pensamiento traductor en sus respectivas lenguas. Cosa ésta bastante inusual en el panorama actual de la teoría de la traducción. A este respecto baste con hojear la bibliografía que aparece al final de los textos donde discurren las teorías modernas de la traducción: si se trata de autores franceses, ésta aparece sólo en lengua francesa; si son ingleses, en inglés; si son españoles, en español, etc. Pero el problema no es sólo que no aparezcan los pensadores de otras lenguas y latitudes en su lengua original, sino que tampoco estén traducidos –por paradójico que pueda resultar-  y se desconozcan casi por completo sus propuestas. Afortunadamente, hay autores que han roto con este ‘aislamiento’ y que han mostrado en sus trabajos un espíritu universal, un empeño en pos de las líneas de continuidad del pensamiento traductor: en el ámbito soviético Andrei Fedorov con su claridad lingüístico-teórica expresada en el manual Vvedenie v teorju perevoda (1953); Amparo Hurtado Albir, en el mundo hispanohablante con su extensa e impresionante documentación en el trabajo Traducción y traductología. Introducción a la traductología (2001), en el contexto inglés Jeremy Munday con su obra de cuño teórico-pedagógico Introducing Translation Studies. Theories and Applications (2001), y quizá la obra más completa, bibliográficamente hablando, sobre teoría y práctica de la traducción, el Handbuch Didaktik des Übersetzens und Dolmetschens, del autor alemán Ulrich Kautz (2000), que incluye obras en lenguas poco reseñadas en teoría de la traducción como chino, ruso, italiano, polaco, portugués y checo.     

 

El estudioso alemán H. Störig (1963) analiza este  último aspecto de la siguiente manera:

 

“Hier soll ein Satz vorausstehen, den ich in einer amerikanischen Dissertation gefunden habe… In der Tat: die Entwicklung ist diskontinuerlich, viele Stimme verhallen ungehört selbst im eigenen Sprachbereich, erst recht dringen sie nicht in andere Länder” (p.4). (“Aquí debe ponerse de relieve una afirmación, que encontré en una tesis doctoral en Estados Unidos...En efecto, el desarrollo es discontinuo: muchas voces se pierden a lo lejos sin que las hayan escuchado incluso en su propia lengua y mucho menos irrumpen en otros países”).

 

4.  Aparente antinomia de los enfoques lingüístico y literario resuelta mediante el trivium de los estudios clásicos

 

Volviendo ahora al interrogante inicial sobre desde dónde se realizan o deben realizarse los estudios de la traducción, consideramos que puede trazarse un interesante paralelo entre la perspectiva lingüística- científica de la traducción y otras perspectivas literarias o  de naturaleza no científica, de una parte, y la forma como se presentaba la valoración de los estudios gramaticales y retóricos en las disciplinas que componían el trivium: gramática, dialéctica y retórica.

 

Con Rener podemos señalar que estas artes tenían a su cargo:

 

                  Grammatica-  ars recte dicendi         (Hablar correctamente)

Trivium          Dialectica  -   ars vere dicendi         (Hablar con verdad)

                  Rhetorica  -    ars bene dicendi         (Hablar bien, con elegancia)

 

Había un orden ascendente en la valoración y el prestigio de estas tres disciplinas del trivium, la gramática ocupaba el lugar más bajo y humilde, en tanto que la retórica era considerada regina artium (F.Rener, pág. 147). Sin embargo, “Quite contrary to her position in terms of prestige, grammar was so indispensable that no other art could function without it” (Ibid.päg.34). (Totalmente opuesto a su posición en términos de prestigio, la gramática era tan indispensable que ningún otro arte podría funcionar sin ella”. En su Institutio oratoria, Quintiliano lo expresa de la siguiente manera: “Quae nisi orationis futuri fundamenta fideliter iecit, quicquid superstruxerit, corruet”. (“Si no se han puesto sólidamente las bases del futuro orador, cualquier cosa que se haya construido, se desplomará”).  ¿Y cuál es entonces la labor de la retórica? Lawrence Humphrey (1559), citado por Rener, nos dice:

 

Tropos verborum et linguarum docet, partes orationum et dispositionem monstrat, colores et figuras sententiarum aperit, ornandi, delectandi, amplificandi preacepta tradit, lumina, ideas et formas eloquendi delineat. (p.152) (“Enseña los tropos de las palabras y de las lenguas, muestra las partes de la oración y su orden, pone de manifiesto los tonos y giros oracionales, enseña las reglas para adornar, deleitar y ampliar, y delinea los ornatos, las ideas y las formas de hablar”. 

 

Es claro, pues, que la gramática constituye una necessitas y que la retórica es ornatus. Así, podríamos decir que gramática y retórica no se oponen, de la misma manera que lingüística y literatura tampoco tienen por qué oponerse. En el caso de la traducción, el lingüista se encarga de verificar que lo que se dice en el texto de llegada corresponda a lo que dice el texto de partida, en términos de la dialéctica, reproduce la ‘verdad’ del original, prestando especial atención a que lo que se diga no viole las reglas gramaticales de la lengua de llegada (gramática). Pero, además, debe velar porque lo que se dice se diga de la mejor manera posible según el tipo de receptor del texto (retórica). Así, el lingüista estudioso de la traducción en su quehacer no separa sino que integra.

 

5. La lingüística y su escaso interés por la traducción

 

En todo caso, habiendo llegado al lingüista y a su potencial como estudioso de la traducción o traductólogo, la realidad del desarrollo de las indagaciones en el campo de la traductología nos indica que los lingüistas, por lo general, muy poco se han preocupado por dar cuenta de la traducción como área de estudio. Esto se colige fácilmente, por ejemplo, de la siguiente afirmación hecha por George Mounin en la década de los años setenta:

 

“Cosa todavía más singular referente al estudio científico de la actividad traductora: mientras que todo tratado completo de la filosofía debe incluir una teoría del lenguaje, ésta última jamás ofrece un estudio sobre la traducción considerada como una operación lingüística, específica y sin embargo corriente, reveladora quizás en lo se refiere al lenguaje y sin duda al pensamiento. La traducción como problema y como fenómeno especial del lenguaje, ha sido silenciada. En Ferdinand de Saussure, en Jespersen, en Sapir y en Bloomfield, es difícil observar más de cuatro o cinco menciones episódicas, en las que el hecho de la traducción interviene de manera marginal, en apoyo de un punto de vista no relacionado con él, casi nunca por sí mismo: y el total de estas indicaciones apenas si llenaría una página”. (1971:25-26).

 

Un contemporáneo de Mounin, está vez en Alemania, Jörn Albrecht apunta hacia esta misma situación en los siguientes términos: “Es gehört zu den Gemeinplätzen der übersetzungswissenschaftlichen Literatur zu bedauern, bzw. mit Erstaunen festzustellen, dass sich die Linguistik bisher den Problemen der Übersetzung kein auseinandergesetzt habe” (1973:1). (“Se ha vuelto un lugar común en la bibliografía sobre ciencia de la traducción el lamentar o el constatar con asombro que hasta el momento la lingüística escasamente se ha ocupado de los problemas de la traducción”). Y casi tres décadas después, M. Doherty en un número especial de la revista Linguistics dedicado a la traducción señala:

 

“This is a special issue of Linguistics in more than one way. Problems of translation do not belong to the regular topics of this journal. Nor do they belong to the other renowned linguistic journals and series. The specific aspects of translation are traditionally localized somewhere beyond linguistics proper, if not as extralinguistic altogether. And any linguistic aspect of translation should be identical to one of those dealt with in linguistics anyway and therefore not deserve special attention. It is one of the goals of this special issue of  Linguistics to prove that translational problems are, to a large extent, genuine linguistic problems though of a special type that has not yet dealt  within linguistics systematically” (1996:441). (“Este es un número especial de Linguistics en más de un sentido. Los problemas de la traducción no pertenecen a los temas corrientes de esta revista. Ni tampoco hacen parte de los demás revistas y publicaciones lingüísticas seriadas. Tradicionalmente, los aspectos específicos de la traducción se ubican en un lugar más allá de la lingüística propiamente dicha, o incluso en un espacio completamente extralingüístico. Y, de todas maneras, cualquier aspecto lingüístico de la traducción debe ser idéntico a los que se tratan en la lingüística y, por lo tanto, no merecen especial atención. Uno de los objetivos de esta entrega especial de Linguistics es demostrar que los problemas traductológicos en gran medida son problemas lingüísticos genuinos, aunque de un tipo especial, que no se ha desarrollado aún en la lingüística de forma sistemática”). 

 

Así, pues, queda establecido de manera clara que la traducción ocupa legítimamente un lugar en los estudios del lenguaje, a pesar del hecho de que haya habido un silencio persistente en las obras de los grandes pensadores de la lingüística, como lo señala Mounin, de que esta falta de reconocimiento sea un lugar común, como anota Albrecht, y de que –en palabras de Doherty- sea un objeto de estudio legítimo, aunque especial, que aún no se ha desarrollado en la lingüística de manera sistemática.

 

6. Segundo sentido de la integración: la traducción como punto de encuentro de las disciplinas lingüísticas

 

Aquí se perfila entonces un segundo sentido de la integración, esta vez disciplinaria: el objeto de estudio de la traducción tiene un estrecho contacto directo con la lingüística. “Es el mismo G. Mounin, consagrado lingüista e historiador de la lingüística, quien señala el nexo existente entre el estudio de la traducción y el de otros fenómenos interlingüísticos como el bilingüismo. La diferencia entre estos dos campos de estudio, por ejemplo, radica en que en los estudios sobre bilingüismo prima el interés por determinar el grado de manejo independiente de dos sistemas lingüísticos por parte del hablante y también la forma como se presentan las interferencias entre los sistemas lingüísticos que maneja el hablante, dado origen a otros fenómenos interesantes de contacto de lenguas como la alternancia de códigos (code switching) y la mezcla de códigos (code mixing) en el micronivel de análisis (en hablantes individuales), y la formación de pidgins y criollos en el macronivel de análisis (en comunidades completas de hablantes). En la indagación sobre la traducción, a este respecto se destaca el interés por determinar precisamente la presencia de interferencias en el texto traducido a la lengua de llegada” (Bolaños, 2000:164-165). 

 

Sin embargo, como fenómenos de habla, bilingüismo y traducción no sólo difieren por la presencia o ausencia de interferencias entre las lenguas involucradas, ni por el número de hablantes que en el caso de la traducción requiere la intermediación de un tercer participante, o sea el traductor, sino porque e situaciones normales de bilingüismo los interlocutores pueden cambiar de una a otra lengua, como ya lo señalamos,  pero continúan el flujo comunicativo, es decir, no necesariamente repiten o reiteran en las dos lenguas la misma información. En el caso de la traducción, en cambio, se intenta reproducir en la lengua de llegada el mismo contenido del original, de modo que se presenta una duplicación semántico-pragmática del original.

 

El punto de partida para la aprehensión científica de aquello que constituye la actividad traductora es el reconocimiento de que la traducción es un proceso de interacción comunicativa y que el producto de tal actividad es un texto. De ahí que la textolingüística desempeñe un papel nuclear para la comprensión adecuada de la interacción lingüística que se presenta en la comunicación bilingüe donde debe mediar el traductor (Bolaños, 1995; 1998). El lingüista rumano Eugenio Coseriu ya había visto con nitidez esta situación hace dos décadas:

 

“Y en cuanto al estado de la investigación, la tarea no es fácil porque la teoría de la traducción debería, en rigor, ser una sección de la lingüística del texto y ésta, a pesar de los progresos de los últimos años, se encuentra todavía en sus comienzos” (1977:215).

 

Al analizar el texto dentro del proceso de la comunicación, debemos prestar atención fundamentalmente a los componentes centrales de la interacción: los participantes con sus competencias y su caracterización sociopsicológica, el texto, o sea, el producto de la interacción, y el contexto histórico, económico, social, ideológico, la realidad extralingüística y las coordendas espaciotemporales, entre otros. (Bolaños, 1995;1988).

 

Ahora bien, para poder describir y explicar la actividad traductora, es necesario acudir a un nivel primario, básico, de interdisciplinariedad dentro del ámbito mismo de las ciencias del lenguaje. La textolingüística se encargaría de la descripción y la explicación de la articulación y el funcionamiento de las diversas tipologías textuales (por ejemplo, la propuesta de Reiss, 1977) disponibles en cada comunidad lingüística, así como de la forma como se estructuran los textos en los niveles sintáctico, semántico, pragmático y enunciativo, y de los modos discursivos (narrativo, descriptivo y argumentativo) en las lenguas involucradas. La psicolingüística se encargaría de describir y explicar los mecanismos de comportamiento, motivación y conocimiento (individuales y grupales) de la actividad lingüística, como, por ejemplo, el interés, la motivación, la memoria, la intuición, la concentración, las estrategias de resolución de problemas, etc.), especialmente del traductor. Por su parte la sociolingüística estaría encargada de dar cuenta de aquellas variables sociales (políticas, ideológicas, de estrato social, por sexo, rol, edad, etc.) que se activan en el contexto de la comunicación bilingüe durante la traducción y que se ‘textualizan’ sociolectalmente en la selección de variedades de lengua que se expresan lexicalmente (por ejemplo, jergas, vocabulario especializado, etc.) en estructuras morfológicas, en variantes sintácticas o semánticas del texto.

 

La realidad textual presente en las diversas lenguas nos indica que los textos no están formados únicamente por signos verbales, es decir, por palabras, sino que, a menudo y dependiendo del tipo de texto, están acompañados de signos no verbales (imágenes, ilustraciones, tablas, gráficas, etc.), por lo cual la semiótica también está llamada a desempeñar un papel crucial en lo que podríamos denominar un segundo nivel de interdisciplinariedad en la descripción y explicación del proceso traductor.

 

7. El Modelo Traductológico Dinámico (MTD)

 

Y es aquí precisamente donde surge nuestra propuesta del Modelo Traductológico Dinámico. En primer lugar hay que señalar que, igual que la comunicación monolingüe, la traducción puede ser estudiada como proceso y como producto. Como proceso significa prestar atención a los factores textuales y contextuales que determinan la generación misma del acto comunicativo traductor. Nos referimos, entre otras cosas, a los participantes, sus competencias gramaticales, comunicativas y traductoras; a su caracterización psicosocial (motivación, interés; estrato social, edad, género, etc),  al entorno de la comunicación  (época, lugar, perspectivas ideológicas predominantes, etc). Así mismo se hace referencia a los procesos psicolingüísticos que se presentan en la mente del traductor o del intérprete al momento de efectuar su trabajo (estrategias comunicativas y traductoras; ubicación, decripción y solución de problemas de traducción; procesamiento de la información en L1 y transferencia a L2, etc.).

 

Tal como lo habíamos expresado en otro lugar: “Se entiende que solamente por razones metodológicas es necesario disociar el proceso comunicativo que tiene lugar en la actividad traductora, del producto de tal actividad. Cada vez que los participantes en la  interacción comunicativa concretan su participación mediante una expresión verbal o verbalización, lo que están haciendo es elaborar un texto (‘textualización’). El texto puede presentarse de dos formas: oral o escrita. Cuando hablamos de traducción, el texto es escrito; en la interpretación el texto es oral. En cualquiera de estas formas el texto no se percibe cuando se está construyendo (‘textualizando’), sino cuando ya está terminado, es decir, como producto. En el caso del texto oral, no siempre hay una huella del proceso de interpretación, salvo algunas ocasiones en que hay registro magnetofónico. En la traducción, en cambio,  es común que quede un rastro tangible correspondiente a un texto escrito traducido”. (Bolaños, 2000:168)

 

Ahora bien, el Modelo Traductológico Dinámico se concibe como una propuesta conceptual  que intenta dar cuenta de los componentes del proceso de la traducción y de las relaciones que tienen lugar entre ellos desde una perspectiva comunicativa y del producto resultante. El carácter traductológico responde a la presencia de dos interlocultores que hablan lenguas diferentes y que acuden a un intermediario, el traductor, para que reestablezca el proceso comunicativo que se ha interrumpido o no se ha podio iniciar debido a la ausencia de una lengua común. Se trata, pues, fundamentalmente de un tipo de comunicación sui generis con elementos comunes con la interacción monolingüe pero con las diferencias marcadas que ya señalamos. Así mismo, el modelo es dinámico por cuanto permite seguir el flujo de acciones y decisiones de este proceso de interacción comunicativa particular que es la traducción. (Bolaños, 2001:25).

 

Por otra parte, reiteramos que los dos enfoques de la actividad traductora, como proceso y como producto, solamente se separan metodológicamente para poder aprehender su compleja naturaleza. En realidad se trata de una sola actividad dinámica que, como lo postula Wilss (1988), puede ser estudiada en forma prospectiva, en cuanto se va constituyendo a sí misma en el proceso de la traducción, o en forma retrospectiva si se parte del texto, producto de la actividad traductora, y se procede a reconstruir el proceso de selecciones y tomas de decisiones por parte del traductor. Este último enfoque retrospectivo es especialmente importante, sobre todo, para el caso de la crítica de la traducción (cf. Bolaños, 1998), donde uno de los objetivos primordiales es “revisar cuidadosa y minuciosamente las equivalencias que el traductor estableció en los diferentes niveles textuales” (Ibíd, pág.177).

 

El proceso traductor comienza cuando el emisor produce un texto en L1 de acuerdo con un propósito comunicativo determinado (intención). Esta intención se ‘textualiza’ mediante el empleo de diversos signos verbales y no verbales dependiendo de la tipología textual disponible en L1. A su vez, el texto está articulado en diversos niveles (estilístico-sintáctico, estilístico-lexical, semántico, pragmático y semiótico). Aquí entra en acción el traductor, quien debe comprender la intención comunicativa del emisor en L1 y reverbalizarla sígnicamente en L2 mediante una nueva textualización, de acuerdo con la tipología textual disponible en L2, conservando en la medida de lo posible, mediante mecanismos de equivalencia textual,  la fidelidad a la intención textualizada en L1, de acuerdo con el propósito comunicativo por él comprendido.  Gráficamente tendríamos:

   

 

 

8. El MTD: punto de integración interdisciplinaria

 

De esta manera, dentro de nuestra visión integradora, a través del MTD la traducción queda integrada internamente a los estudios de la lingüística de contacto de lenguas, y en un nivel más específico del contacto de textos,  en estrecha relación con la textolingüística, la psicolingüística y la sociolingüística, entre otras disciplinas que se encargan de estudiar el hablar, y externamente con la semiótica. Pero además, los estudios descriptivos gramaticales también tienen cabida en cuanto le suministran al traductor las herramientas adecuadas, no sólo para el uso verdadero y elegante del lenguaje vere et bene loquendi, sino para un uso gramaticalmente correcto, recte loquendi.  La teoría de la traducción exige, pues, una integración interdisciplinaria que de otra manera muy difícilmente se podría presentar en las ciencias del lenguaje, las cuales, retomando los términos de Rener, parecen estar formadas por ‘archipiélagos de islas sin puentes entre sí’. Así, la traducción constituye un campo de estudio privilegiado donde la lingüística descriptiva, las interdisciplinas del lenguaje, y las disciplinas encargadas de la comunicación en sentido amplio tienen un punto de encuentro, de integración. Se rompe también en cierto sentido la oposición artificial entre lengua y habla, pues el traductor en su actividad debe acudir tanto al conocimiento de las lenguas como al de su uso, hallándose de esta manera un punto de convergencia en los diversos planos del lenguaje.

 

Desde el punto de vista epistemológico, el conocimiento que se obtiene mediante esta integración interdisciplinaria no solamente enriquece nuestra comprensión acerca del fenómeno de la traducción, sino que además nos ayuda a entender mejor el funcionamiento del lenguaje y a justificar la necesidad de encontrar esos puentes interdisciplinarios que se tienden aún tan tímidamente en la actualidad.   

 

9. El MTD: integración de texto y contexto en las teorías de la traducción

 

En relación con la forma como se sitúa esta propuesta del MTD en el panorama de las ‘teorías de la traducción’, podríamos partir de la clasificación que propone Mercé Tricás, (Manual de Traducción. Francés / Castellano) de la Universidad Pompeu Fabra, en dos grandes grupos:

 

-el que pone de relieve el aspecto puramente verbal de la operación de transferencia.

-el que hace hincapié en el aspecto comunicativo” (p.55).

 

Por nuestra parte, hemos sugerido denominar las teorías que, en la terminología de Tricás hacen hincapié en el aspecto comunicativo, teorías no lingüísticas contextuales y aquellas que ponen de relieve el aspecto puramente verbal de la operación de transferencia teorías lingüísticas textuales. Según la clasificación de J. House (1997), en nuestra terminología, serían enfoques de naturaleza no lingüística contextual los siguientes: 

 

1. Anecdóticos, biográficos, neo-hermenéuticos. Consignan reflexiones anecdóticas (subjetivas) típicas de traductores, poetas, escritores, filólogos y filósofos. Para ellos la comprensión, la interpretación del original y la traducción son actos individuales, creativos que no pueden generalizarse o sistematizarse. No se presta la debida atención a la relación entre el original y la traducción y las expectativas de los lectores del texto de llegada. Tampoco distinguen entre traducciones, versiones o adaptaciones. (Paepke 1986, Stolze 1992, Kupsch-Losereit 1994).

 

2. Conductistas, orientados a la respuesta. Creen que se pueden producir respuestas idénticas en los receptores de L1 y L2, aunque esto no se pueda verificar. Desconocen la existencia del texto original y, por tanto, no lo relacionan con la traducción. Tampoco pueden distinguir entre traducción y adaptación. (Nida 1964; Nida and Taber 1969; Caroll 1966; MacNamara 1967).      

 

3. Literarios. Estudios Descriptivos de la Traducción (Descriptive Translation Studies). Se da poca importancia al original. No se puede determinar cuándo un texto es una traducción ni con qué criterios se evalúa. Se supone que la traducción pertenece exclusivamente al sistema literario de la linguo-cultura meta.(Even-Zohar and Toury 1981; Hermans 1985; Toury 1985; van den Broek 1985/1986; Holmes 1988; Bassnett and Lefevere 1990).

 

4. Postmodernistas. Desconstructivistas. Intentar desenmascarar las relaciones de poder desiguales que se reflejan en la traducción desde el inglés y hacia él y en la promoción del inglés como lengua hegemónica a la que se traduce. No se intenta responder a la pregunta de cuándo un texto es una traducción o no. (Graham 1985; Spivak 1988; Venuti 1992; Niranjana 1992; Gentzler 1993; Bhabha 1994; Arrojo 1994)

 

5. Funcionalistas. Teoría de la acción y la recepción. En la teoría skopos se afirma que el propósito de la traducción es lo más importante. Se evalúa una traducción de acuerdo con las normas de la cultura meta. No se sabe cuándo una traducción es adecuada o equivalente ni cómo se realiza lingüísticamente el skopos de un texto traducido. (Vermeer 1978/1986; Reiss and Vermeer 1984; Holz-Mänttäri 1984; Hönig and Kussmaul 1982).  

 

Por el contrario, en las teorías lingüísticas textuales se considera que el texto de partida, su estructura lingüístico-textual y su significado potencial en los diferentes niveles (incluyendo el nivel del contexto de situación en un marco sistémico) son el factor más importante, de hecho constitutivo de la traducción. La invariante más importante en la traducción es el tipo de texto al cual pertenece el texto de partida por cuanto determina todas las elecciones posteriores que el traductor debe hacer. (Koller 1972; Wilss 1974/1977; Neubert 1994). Otros autores integran a sus teorías investigaciones recientes sobre sociolingüística, teoría de actos de habla, análisis del discurso y pragmática (Hatim and Mason 1990; Bell 1991; UGT 1991; Baker 1992; Gerzymisch-Arbogast 1994; J. House 1997)

 

Es claro que nuestra propuesta del Modelo Traductológico Dinámico (MTD) sigue los lineamientos generales de las teorías lingüísticas textuales de la traducción. Consideramos que el texto de partida, estructurado en los diversos niveles lingüísticos, es un componente fundamental del proceso de traducción, ya que a partir de él se establece la equivalencia entre el original y la traducción. Hemos intentado, además, mostrar de qué manera se puede y se debe integrar el contexto a la reflexión teórica sobre la traducción. En todo caso, consideramos que no basta con dar cuenta del contexto –como lo hacen las teorías contextuales no lingüísticas- y permanecer o, por decirlo con una metáfora, levitar en él; es necesario descender al texto, o mejor, comenzar por determinar las particularidades del proceso de textualización que se presenta durante el proceso de traducción, haciendo referencia, eso sí, al contexto en cuanto suministre información valiosa y pertinente sobre las particularidades de dicha textualización.

 

Abogamos por esta aproximación en la medida en que  así se tiene una base concreta constante, la textualización, y no permanecemos en la nebulosa constituida por un número inacabado y potencialmente inacabable  de variables contextuales. Es decir, si comenzamos y permanecemos en el contexto, serán inagotables las dimensiones de análisis a las que se puede acudir (sociológicas, psicológicas, antropológicas, filosóficas, históricas, etc.)  con el aspecto positivo de acercarnos mucho más a la realidad del uso del lenguaje pero con un precio demasiado alto por pagar: la imposibilidad de conceptuar y concretar en un modelo explicativo  aquello que sucede en dicho proceso de uso lingüístico. Es decir, querer abarcar la totalidad del uso, su complejidad y relaciones potencialmente infinitas, como se ha venido haciendo tradicionalmente desde estos enfoques contextuales, para el caso de la traducción, puede llevarnos al callejón sin salida de no poder asir de nuevo, en un movimiento dialéctico, aquello en lo que nos hemos sumergido, pues el punto de referencia textual se ha dejado de lado casi por completo.

 

Vale la pena aclarar que nuestra propuesta no es excluyente sino  complementaria, integradora, en relación con los enfoques marcadamente contextuales. Diferimos, eso sí, en la aproximación científico-metodológica: partimos del texto e intentamos mostrar de qué manera se presenta su tejido desde una perspectiva que procede de adentro hacia fuera, yendo del texto al contexto constantemente pero sin perder el rumbo, tomando siempre el texto como puerto de partida y de llegada. Y así procedemos teórica y metodológicamente porque concebimos que el proceso mismo de la traducción es así: es un constante ir y venir del texto al contexto.      

 

En últimas también se trata de un problema epistemológico. ¿Cómo se puede aprehender la esencia de lo que sucede en el proceso de la traducción? La aproximación de los enfoques contextuales predominantes en la actualidad es ir directamente al contexto, partir de él, dando por sentado, o mejor, suponiendo ingenuamente, que dar cuenta del componente lingüístico-textual no presenta ningún inconveniente. Por el contrario,  consideramos que el eje de una teoría coherente y con poder explicativo de la traducción debe ser el componente textual, tal como lo desarrollamos en el MTD, complementado con las referencias contextuales cuando sea pertinente.

 

10. Conclusión

 

A manera de conclusión podemos decir que no hay ni tiene por qué haber una oposición tajante entre los estudios de la traducción con pretensión científica y sin ella. Lo que la historia del pensamiento traductor nos indica es que hay lugares verdaderamente comunes que responden a las líneas de continuidad del desarrollo de las ideas sobre la traducción, que entrecruzan tiempo, espacio y protagonistas. Esto corresponde a un primer sentido de la integración, a saber, la integración del pensamiento traductor a través de la historia, lo cual trae consigo, entre otras cosas, el borrado de los límites que establecen los investigadores que no se aventuran más allá de su entorno lingüístico inmediato.

 

La complementación ascendente de las tres disciplinas que constituían el trivium en la educación clásica, gramática, dialéctica y retórica, nos enseñan que el recte dicendi (gramática/lingüística) y el bene dicendi (retórica/literatura) no tiene por qué contraponerse. Máxime cuando la lingüística moderna, especialmente a través de los estudios del discurso, ha mostrado las líneas de continuidad en el uso del lenguaje en un rango continuo que va del discurso científico al literario. Es decir que, a pesar de diferencias características de los distintos tipos de texto, estos también presentan sólidos puntos de contacto, de modo que, por ejemplo, la ‘literalidad’ y la ‘cientificidad’ no son necesariamente rasgos inherentes y exclusivos de un tipo de texto. Para la traducción esto significa que su estudio puede basarse principalmente en ideas, principios, postulados, tanto lingüísticos como literarios.

 

Surge, entonces, un segundo sentido de la integración, esta vez disciplinaria, por cuanto es totalmente legítimo que los lingüistas estudien la traducción que, en términos de Goorge Mounin es básica pero no exclusivamente una operación lingüística, cuya materia prima y tangible son las palabras textualizadas en L1, por traducir en L2. Dentro de los estudios lingüísticos, la traducción ocupa un lugar distinto pero muy próximo al bilingüismo, en lo que se ha denominado lingüística del contacto de lenguas -y de textos, diríamos nosotros.

 

El Modelo Traductológico Dinámico (MTD), con un fuerte asidero lingüístico, intenta estudiar tanto el proceso como el producto de la traducción, prestando atención al hecho fundamental de que la traducción es un proceso comunicativo, donde se identifican con claridad los participantes, la unidad lingüística de análisis, o sea el texto, y las condiciones y determinantes, es decir, las competencias de los interlocutores y el contexto de este intercambio bilingüe.

 

En su labor, el traductólogo lingüista debe acudir no sólo a su conocimiento de las gramáticas de las lenguas bajo estudio, sino a interdisciplinas como la textolingüística (que integra nociones de pragmática, análisis del discurso y teoría de la comunicación, entre otras), a la psicolingüística (especialmente en el estudio de factores cognoscitivos y de comportamiento de los participantes en el proceso) y a la sociolingüística (que suministra el soporte teórico para estudiar la variación en el uso del lenguaje relacionando variables textuales y contextuales). Así mismo, la semiótica surge como disciplina fundamental para entender cómo se transmiten los significados (sobre todo no verbales) en los entornos culturales de L1 y L2.

 

De esta manera, la traducción se convierte en un área de estudio privilegiado donde confluyen con nitidez los dos planos del lenguaje: lengua y habla. También nos permite comprender mejor fenómenos del uso del lenguaje que no necesariamente se perciben en la comunicación monolingüe. Fomenta, pues, una nueva aproximación metodológica para aprehender el uso del lenguaje y es fuente de conocimientos no previstos.

 

Finalmente, el MTD intenta dar cuenta del ser de la traducción y aspira a explicar (=describir, analizar) lo que sucede cuando se traduce incluyendo tanto el proceso como el producto de  esta actividad en tres momentos:   

 

  1. Lectura y comprensión del original en sus dos etapas fundamentales: una primera lectura donde se lee para comprender el contenido del texto (qué dice) y una segunda lectura, que llamamos quirúrgica, en donde el traductor lee para comprender cómo se ha escrito el texto (cómo lo dice), la manera como se ha articulado en los diferentes niveles textuales.
  2. La traducción propiamente dicha, entendida como procedimiento de ubicación, descripción y solución de problemas traductológicos.
  3. Revisión o crítica del producto de la actividad, es decir, del texto traducido.

   

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[1]En este trabajo se intenta mostrar que es posible aproximarse al estudio de la traducción desde una perspectiva integradora, donde se supere la antinomia entre lo lingüístico (científico) y lo literario (no científico). Para ello, siguiendo los planteamientos de Rener (1989), se plantea un primer sentido de la integración  al revisar el desarrollo histórico del pensamiento traductor en sus líneas de continuidad. Luego se propone resolver la aparente antinomia entre lo lingüístico y lo literario mediante el trivium de los estudios clásicos. Así mismo, se recuerda el escaso interés de la lingüística por la traducción y se postula un segundo sentido de la integración, a saber, punto de encuentro de las disciplinas lingüísticas, lo cual es recogido en el Modelo Traductológico Dinámico (MTD), junto con las teorías traductológicas textuales y contextuales.

 

Palabras clave: Pensamiento traductor, antinomia lingüístico-traductor en traductología, Modelo Traductológico Dinámico, teorías traductológicas textuales y contextuales.