REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


TESTIMONIO A LOS TESTIMONIOS ‘Libro de los Testimonios: LOS SEFARDÍES Y EL HOLOCAUSTO’
(Vol. I), Sephardi Federation of Palm Beach County. Barcelona. 2003. ISBN 84-607-8797-4.  


Ricardo E. Mateo Durand
(Universidad de Tartu, Estonia)

  

Tengo a la vista un volumen, quizás único por su contenido, compendio que va más allá de toda comprensión, y justificación para sus responsables genocidas, porque trata de transmitirnos aquello que es imposible transferir por la palabra oral o escrita, por el llanto o el silencio o los suspiros, o lo que fuere, de persona a persona, de pueblo a pueblo, de época a época, precisamente porque pertenecen a personas, pueblos y épocas diferentes, y porque los sufrimientos, como la muerte, es experiencia íntima: ‘Libro de los Testimonios: Los Sefardíes y el Holocausto. Vol. I’, del doctor Salvador Santa Puche.

Esta obra sobrecogedora, previo estudio e introducción del mismo Prof. Santa Puche, nos ofrece once historias conmovedoras de otros tantos sobrevivientes del Holocausto, la Shoa, que señala, repito, con dedo acusador a los culpables de lo que ningún humano normal o anormal, no ya diabólico; ninguna filosofía ni doctrina a no ser engendros satánicos, pueden concebir en su afán demencial de negarle la vida, la existencia y su lugar en el mundo a todo un pueblo, y por medios infernales pretender destruirlo y borrarlo de la faz de la Tierra.

‘Nadie puede imaginar Auschwitz antes de Auschwitz’, nos dice en el encabezamiento Elie Wiesel, superviviente del Holocausto y Premio Nobel de la Paz. Habrá que reflexionar siempre, reiterativamente, renovadamente, en este pensamiento.

Hemos dicho más arriba cuán imposible es transmitir en todo su estremecedor dramatismo lo sucedido en Auschwitz y en otros campos similares de concentración dispersos en la geografía de Alemania y de los países sojuzgados por el régimen nacionalsocialista, todos sin excepción de tristísimo recuerdo. ¿Qué campo de concentración, después de todo, preguntamos nosotros, fue bueno...?

Una aproximación de singular importancia nunca sería valedera ni completa sin la lectura y relectura de este libro, de la relación que nos confía, ni de los demás libros de su género, que vendrán después, según promesa expresada por el Prof. Santa Puche y sus editores.

Con la política de ‘Solución final’ salta por los aires hecho añicos la civilización y quehacer del hombre acumulados a lo largo de milenios. Todo ese rosario de progroms, de maltratos, agresiones, embestidas y genocidio practicados durante la historia contra el pueblo judío y otros pueblos pequeños, a los que se les atribuía todo lo inconfesable que acaeciera en el acontecer cotidiano, logra su abalorio definitivo en las prácticas del régimen nazi. Antes del nazismo era difícil imaginar tanta bestialidad. Después del nazismo, ya nada nos puede sorprender, desconcertar ni pillarnos desprevenidos, ni siquiera los intentos de ciertos círculos interesados en negar lo ocurrido; ni de disminuir y diluir en el olvido el peso de tanto dolor, de tanta muerte, de tanta inocencia que clama desde el otro mundo a la conciencia de quienes vivimos y de las generaciones futuras. Porque, como se consigna en su introducción“... el Holocausto sí tiene dos verdaderos y peligrosos enemigos: el olvido y la ignorancia.", y sin duda también la cobardía, agregamos por nuestra cuenta, de aquellos que pudiendo alzar la voz prefirieron y prefieren cómodamente autosilenciarse, autocensurarse, autoamordazarse.

Siempre es arriesgado y comprometedor –siempre lo fue y lo será-, mencionar por su nombre las cosas, como denunciar los agravios, vejaciones, injusticias, atropellos, arbitrariedades, atracos, crímenes y tropelías de los omnipotentes de este planeta. Hacerlo sería apaciguarse, como se desentiende el avestruz metiendo la cabeza bajo la tierra. Esto sea dicho porque en el mundo no hay nada irreversible ni suceso ocurrido que no pueda volver a acontecer.

El antisemitismo no surgió de golpe. Se sembró desde hace mucho tiempo con acusaciones como la de ‘deicidio’, como la de la crucifixión del ‘Hijo de Dios’, y similares malabarismos y prestidigitaciones de temas religiosos y profanos, de simbiotismos difíciles de entender.

Fue germinando y regándosele con el rocío de la de la ignorancia y mala fe, acusando a los judíos de ser los causantes de cataclismos y de cuanta hecatombe y de siniestro ocurriera en el mundo. Ora los judíos, ora los gitanos, ora los indios americanos, ora cualesquiera otros que se interpusieran en el camino de los invasores, de los aprovechadores, de los depredadores, de los mercachifles, de los ‘pragmáticos’.

Algo de lo mucho positivo que tiene la Historia es precisamente clarificar criterios y refrescar a los amnésicos recordándoles que lo reputado irrepetible es reincidente, se reitera porfiadamente, y, bajo nuevos pretextos, escalas, proporciones, modos, tácticas, estrategias y objetivos, se puede reproducir.

Uno de los innumerables "monumentos" que llama la atención es el reiterativo letrero auschwitziano de ‘El Trabajo te hará libre’, que sería plausible de no tratarse de una mofa y escarnio a la dignidad humana.

¡Qué parecido a esos otros noticieros periodísticos, recientes, de ser volado y aniquilado por bombas y por ejércitos ‘amigos’ en el vano intento de imponer una democracia fraudulenta, de libertad ilusoria surgidas de contextos históricos incalcables, mientras que ‘legalmente’ se esquilma a los pueblos de riquezas materiales y espirituales...!

Así, pues, ya no matan ni masacran enemigos sino "amigos" y siempre o casi siempre, por "casualidad", por "error".

Meditemos en una frase introductoria del Prof. Santa Puche: ‘Hoy, en el siglo XXl, algunos campos de Concentración y Extermino permanecen en pie. En primer lugar, los primigenios, los materializados por el hombre en su devenir histórico (Auschwitz, Mauthausen, Dachau, Rawensbrück...) después, los pre-campos, las semillas materiales (racismo, hambre, guerra, subdesarrollo, pobreza, ignorancia...).’

Vivimos en épocas de neoliberalismo a ultranza. En escasísimos años se aplanaron y liquidaron prácticamente todos los derechos, todos los avances sociales y económicos que los hombres lograron con su esfuerzo a lo largo de siglos de desarrollo, de agotamiento, de injusticia, de explotación y empobrecimiento.

En los tiempos que corren esquilmar resulta un negocio tanto más jugoso por cuanto ya no existen barreras ni trabas de tipo ético ni moral, ni de principio constructivo alguno. Todo es desechable. El trabajador, el hombre, la mujer, el niño y el viejo, el inteligente, más todavía el ‘tonto’, el limitado físico y/o psicológico, son desechables. Son cambiables. Son reemplazables. Son basurables.

La vida dentro de las naciones, las relaciones internacionales, etc., se van getthizando; se van convirtiendo aún mas en más imposición por obra y gracia de quienes más cohetes y aviones bombarderos poseen; de quienes se han repartido a los pueblos y sus países como cosa propia; de quienes en este mundo interrelacionado por la ciencia y la técnica no están dispuestos a consultar con nadie para lograr sus objetivos egoistamente ‘nacionales’; de quienes se olvidan de unos once de septiembre (Chile-1973) en que, como siempre, fueron victimarios consuetudinarios para ‘recordar’ otros once de septiembre en que esta vez les tocó ser la bolsa de arena donde se descargó el puñetazo, acto, que categóricamente condenamos. Mientras se cultive esta mentalidad de despojo, de agresión, y se proceda de acuerdo a ella siempre se violentará a algún judío real u imaginario, siempre habrá campos Auschwitzces por doquier, en cuyas cámaras se gaseen los esfuerzos y cremen las esperanzas, la paciencia y sufrimientos de miles de millones de hombres.

Ayer fue el Holocausto del pueblo judío. Anteayer y hoy, la muerte lenta por inanición, por insalubridad, por deudas planeadas para ser impagables, de pueblos enteros de nuestro mundo a través del asalto y saqueo de sus recursos. ¿O es que la muerte de un judío de carne y hueso, o de otro judío ‘ad Honorem’, de un latinoamericano, africano, asiático; de un hombre de color o de un descolorido tercermundista es una media muerte, un cuarto de muerte, una fracción de muerte o una muerte insignificante, un numerito fútil, una minucia de nada, perdidos en el frondoso bosque de la insensibilidad, de la macroeconomía y de las estadísticas...?