Por una Casa que nos identifique a todos…
Miriam Ventura
Una Casa Cultural en Nueva York tiene objetivos, tiene diferencias en relación
con entidades similares en Latinoamérica y en la misma Nación americana, ya que
sus objetivos los determinan las necesidades y diagnósticos culturales de aquellos/as
a quienes pretende servir. Las Casas Culturales austriaca y la mexicana, con
sus especificidades de hibridismo, cultura, valores y riquezas, enmarcan sus
objetivos en estas especificidades, lo que implica necesidades acorde con su
tipo de migración ya sea permanente, transnacional y/o diaspórica. La Casa de
la cultura Dominicana debe acercarse a la mística de las Casas Culturales de
México. Intentar compararse con la Casa Cultural de Austria es una quimera.
En esta nueva etapa, la Casa de la Cultura Dominicana en Nueva York tiene serios desafíos. Entre ellos, consolidarse como espacio donde los artistas tengan acceso a ciertos recursos para desarrollar su trabajo. Debido a la composición de la comunidad dominicana (en otra entrega volveré sobre el termino comunidad), una entidad como la Casa de la Cultura no tiene por qué ser la excelencia a la hora de llenar las expectativas. Otro de los desafíos es concluir el actual proceso de reestructuración del creado Consejo Consultivo, organismo dependiente del Consejo Nacional de Cultura con sede en la República Dominicana, una de cuyas metas, como máximo organismo de decisión en materia de política cultural, es, en el caso del Consejo Consultivo con asiento en la Casa de la Cultura, coadyuvar a la creación de políticas culturales que respondan a las necesidades de una migración dominicana y sus características de permanencia, temporalidad, circularidad, que unas veces se torna transnacional y otras diaspóricas.
Para que se comprenda lo fuerte de
este proceso, cito algunos obstáculos: Primero, la ignorancia en la percepción
de que la Casa de la Cultura es una Agencia de empleos para activistas
culturales, miembros del partido, personas amantes de las artes o poetas al vapor.
Segundo, una visión de partido enraizada en la cultura, en la esencia del
dominicano. Y de esta visión de partido, contradictoriamente a veces la más
dañina, no es la abiertamente partidista, hoy Partido Revolucionario Dominicano,
ayer Partido de la Liberación Dominicana, mañana no sabemos. Al menos, a los
partidistas les reconocemos. Entramos en contacto con ellos en las marchas del
dominicano en el exterior, en los pasillos consulares, en los corrillos políticos.
Queda al libre albedrío aceptarlos, confrontarlos o negociar con ellos. Dentro
de la visión de partido, considero la más dañina aquella que se
oculta en organizaciones fantasmas, la cultura y niveles de
"artistajes" donde cada
cual se asume poeta y pintor sin obras... Así, se piden cargos dentro y afuera de
la Casa, o de las estructuras culturales y de investigaciones de la comunidad. Proponen
correctivos para la "vaina cultural" -uso vaina con todo el derecho
que me da volver a la transnacionalidad-, y, si no son complacidos, decretan
boicot, lanzan documentos y montan tienda en otra parte. Esta visión de
partido, no necesariamente partidista, es la del apandillamiento que con el
guille de "Comunidad
Cultural" coinciden con cabezas tiranosaurias del perredeismo, peledeismo,
reformismo y hasta izquierdismo.
En lo particular, asumí la
Coordinación del Consejo Consultivo a sabiendas de los obstáculos y de los
pandillismos a los que he combatido desde la cercanía en coincidencias
coyunturales y objetivos aparentemente en común. Hoy todo me
huele a fraude y a sub-uso en estos predios. Pero, los obstáculos no son invencibles,
si existe la voluntad política para el cambio. Me place ver que el señor Tony
Raful, Secretario de Estado de Cultura, parece tener esa voluntad al crear el
Consejo Consultivo por sugerencia de varios sectores, manteniendo con ello el
procedimiento en vigor acorde con el Consejo Nacional de Cultura en la isla.
El Consejo Consultivo es entonces un excelente vehículo idóneo de participación y de consulta colectiva de los artistas dominicanos de aquí, cuyas características particulares le confieren el derecho de ser tomados en cuenta con los ajustes de lugar, en términos de lo que representamos como poder cultural, poder de remesas y poder emocional con los dominicanos de la isla. Velaremos porque esa voluntad política se mantenga.
Como Coordinadora General del Consejo Consultivo asumimos la responsabilidad -ya que tanto critiqué- de garantizar como un espacio de consulta permanente, de canalización de las necesidades de los artistas, escritores, trabajadores y gerentes culturales con proyección a una eficiente política cultural para con los dominicanos/as de Nueva York.
Entre los objetivos que ya nos hemos propuesto se encuentran: Crear los censos etnoplásticos que incluyen registro completo de artistas plásticos, botánicas, altares, instalaciones y graffitis realizados por dominicanos con las apuestas de éstos al arte gráfico urbano.
Crear el censo etnoteatral, un registro completo de los dominicanos en las tablas de los teatros hispanos y las condiciones sociales en que laboran. Crear el censo etnoliterario de los escritores dominicanos con el objetivo de reconocer sus necesidades para ubicar la mejor manera de ofrecerles recursos funcionales. La creación de la Biblioteca Carlos Rodríguez, para lo cual quedó recientemente oficializada la recepción de libros con unos quinientos volúmenes donados. Registrar la Casa en Washignton y/o Relaciones Exteriores o, en su defecto, que se incorpore tal cual lo estuvo la Casa en una primera etapa cuando fue creada con dinero donado por el expresidente Salvador Jorge Blanco. También la reparación moral al logo de la Casa, el cual fue alterado sin el consentimiento de su creador, el artista Alex Guerrero.
El Consejo Consultivo-Consejo Nacional de Cultura está integrado por un organismo de enlaces entre Partido y Gobierno. Y una veintena de artistas que integran las Unidades de Trabajo en los distintos géneros.