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Revista de estudios filológicos
Nº30 Enero 2016 - ISSN 1577-6921
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reseñas

LA OBRA Y LA AMISTAD DE DOS POETAS CONTEMPORÁNEOS

 

Antonio Moreno Ayora

(Catedrático de Lengua y Literatura Españolas. Puente Genil)

 

 

Gerardo Diego-José García Nieto, Creación y memoria, edición de Francisco Javier Díez de Revenga, Barcelona-Santander-Madrid, Anthropos Editorial-Fundación Gerardo Diego-Fundación José García Nieto, 2014, 142 págs. ISBN: 978-84-16421-02-2.

 

 

         El prestigioso profesor de la Universidad de Murcia Francisco Javier Díez de Revenga continúa explorando sin detención el mundo literario de Gerardo Diego, al que ya nos había acercado en volúmenes anteriores, y lo hace ahora en el libro conjunto de Gerardo Diego y José García Nieto Creación y memoria (Barcelona, Anthropos, 2014), que edita anteponiéndole una jugosa introducción de casi cuarenta páginas y el breve epígrafe “Procedencia de los textos”, de cuatro, que en realidad es la quintaesencia de la estructura del libro, dividido en los cuatro siguientes apartados: “Gerardo Diego. Sobre José García Nieto”; “José García Nieto. Sobre Gerardo Diego”; “Epistolario”; y “Poemas”. Añadamos a esto la información que el editor adelanta en su página XLIV: que los materiales del presente ensayo proceden de “originales recónditos u olvidados”, y muy concretamente de “trabajos, artículos, pequeños ensayos y poemas de Gerardo Diego y José García Nieto […] impresos de las diferentes revistas y publicaciones que las dieron a conocer en origen o a partir de mecanoscritos posiblemente inéditos”, siendo esta una novedad documental que alcanza igualmente a las “veinticuatro cartas cruzadas entre los dos poetas” que luego hallaremos reproducidas entre las páginas 83 y 101.

         Es la relación entre estos dos poetas contemporáneos, Gerardo Diego y García Nieto (el primero maestro del segundo), que se estudiaron y comentaron mutuamente, lo que pone en evidencia esta fundada investigación, de la que Pureza Canelo, en una nota preliminar, dice que “era el proyecto de un libro necesario, largamente esperado”, constatando asimismo un hecho que hoy, a los lectores, puede sorprender en cuanto se afirma que a ambos poetas “les costó publicar en vida sus libros, pero hicieron mucho para que otros pudieran darse a conocer [...]”.

         Y ocho son los textos que escribe el poeta de Santander para configurar la personalidad de su discípulo José García Nieto -de la que Díez de Revenga advierte que “no puede ser olvidada ni soslayada”-, y es el primero el titulado “Revistas”, que constituye una reseña de las más importantes que se publicaban hacia 1942, incluyendo entre ellas a La Estafeta Literaria, Espadaña, Corcel, Cauces, o además de otras, la cordobesa Cántico, de la que  precisa: “magnífica, floración de poesía en la que se han dado a conocer muchachos de gran valía”. Es el propio Diego el que concluye: “Hoy solo quería pintar a grandes rasgos la vista general, que no puede ser más estimulante”. No cita aún a García Nieto, pero sí en el segundo texto, “Tregua”, que le dedica por entero cuando a sus “37 años la tersura es la cualidad predominante”, a la que acompaña todo un cúmulo de méritos literarios que el maestro situará por el momento en sus poemarios Víspera hacia ti y Tregua, en donde prevalece “el misterio, la alteza y el destino del poeta y la poesía”.

         El resto de los textos ya tienen en cuenta siempre a García Nieto: en el tercero para explicar quién es con motivo de habérsele concedido el Premio Garcilaso; en el cuarto para fijarse y ponderar dos símbolos destacados del novel autor en su libro La red, y que son efectivamente el de la red y el de la noria. Ahonda Gerardo Diego en su interpretación con sutileza, con admiración y conocimiento de la lírica garcianietiana. Luego, continuando las constantes de claridad y concisión críticas que estamos descubriendo en estos primeros, Diego continúa la exégesis literaria de su admirado poeta en “J. García Nieto, premio Fastenrath” (págs. 14-16); en “El compromiso y la memoria” (págs. 17-19); en “Defensa y gloria de la rima” (págs. 20-21); y en “Balance y balanza” (págs. 22-24), centrando este en el poemario Taller de arte menor y cincuenta sonetos, al que elogia y define al fin concretando: “Por cualquier parte que se abra, la poesía surge como una fuente de agua purísima en el libro de García Nieto”.

         Que la admiración que ha mostrado Gerardo Diego por su discípulo era correspondida por este queda patente sin duda en la siguiente sección del volumen editado. Con la cincuentena de páginas que la conforman, Nieto aborda en su sección “Sobre Gerardo Diego” un conjunto de cuestiones que tiene que ver con aquel poeta, iniciándolas con un texto de talante epistolar, “A Gerardo Diego”, donde el autor se define como “respetuoso y temeroso alumno”, pero lo cierto es que lo era también aventajado, como demuestra en el resto de los siguientes, entre los que deben destacarse, en principio, “Sobre Gerardo Diego” (comentando su participación en un premio de teatro), “Una buena tarde de Gerardo” (acerca de su lectura del poemario La suerte o la muerte, en el que “hay ciencia, ternura, ironía, despilfarro de facultades”), “La sabia alegría de Gerardo Digo” (centrado en otros dos de sus libros, El Cordobés dilucidado y Vuelta al peregrino, “dos maneras -concreta- de continuación de sus libros anteriores”), o “La embriaguez de un sobrio” (que comienza con ese bello reconocimiento de que “Puedo escribir una y cien veces sobre él”, y que prueba en sus líneas subsiguientes cuanto de cierto era), o “Gerardo Diego” y “Gerardo Diego en su silencio”. En fin, el preparado y respetuoso alumno se adentra una y otra vez en la personalidad de su maestro, haciéndolo cercano cuando “Gerardo Diego habla de Cernuda”, o cuando lo presenta como “'Cometa errante'” (por comentar justamente este título), o cuando evoca su comportamiento en “Con Gerardo Diego en el Café Gijón”. En esta línea, García Nieto no desaprovecha la posibilidad de interpretar alguno de los poemas de Gerardo (“Gerardo siempre está en sus poemas”), como comprobamos en “Gerardo Diego a mi lado en Covarrubias, 9”, o en “'Ángeles de Compostela' y 'Alondra de verdad'”, por cierto dos de los libros cuya edición ya García Nieto informa que le correspondió por aquel tiempo a Francisco Javier Díez de Revenga (véase pág. 75). Añadimos, por fin, que hay otros dos artículos con idéntico título (“Gerardo Diego”, respectivamente entre las páginas 65-70 y 79-80) y uno más que todavía refiere la “Correspondencia Gerardo Diego – Manuel de Falla”, precisando muy interesantes curiosidades como que tal “correspondencia se inicia en febrero de 1921 y se extiende hasta marzo de 1939”, y también que “Músico y poeta se cambian versos y partituras”.  

         Como podía esperarse, es el “Epistolario” uno de los apartados imprescindibles y más lucidos de la publicación, ya que recoge, de ese periodo anteriormente delimitado (la primera carta de García Nieto es del 16-8-1943), veintinueve misivas cruzadas entre uno y otro poeta, a través de las cuales puede constatarse no solo la respectiva admiración que se tenían sino también -y esto es quizá más inportante- las actividades, proyectos, preocupaciones y ajetreos cotidianos que la vida les iba deparando. Por estas cartas puede comprobarse igualmente las salidas o estancias en el extranjero de Gerardo, al que unas veces se le dirige correspondencia a Sentaraille (Francia) y otras a Perú. El resto de las cartas suelen estar fechadas en Madrid, Santander o Salamanca. Pero las anécdotas, las incidencias y los registros de actos son incesantes. Así, si el poeta mayor le dice a su discípulo (en tarjeta del 8-3-1960) que “Esta tarde recito versos en la Facultad, mañana conf. en Valladolid y el viernes estaré en Santiago” (pág. 88), García Nieto, en otra ocasión (2-9-1961) escribe, en la página 91: “Querido maestrazo: Un día por otro se me ha pasado ponerte una tarjeta desde Los Boliches (Málaga), donde por fin nos hemos ido todo agosto (...)”. Pero la última carta es de García Nieto (20-1-1986) y contiene este breve texto: “Querido y admirado Gerardo: Ayer en la comida del Director leí esa broma que quiero que tengas. // Un abrazo de casa a casa. A ver si hago un rato para ir a verte. Tu siempre fiel, José” (pág. 101).

         Por lo que respecta a los “Poemas”, impresos entre las páginas 103 a 131, la mayoría son de García Nieto y dedicados al maestro con motivo de una u otra circunstancia -de Diego únicamente son los dos primeros que se registran-, aunque en todos, y solo con citar los títulos, se aprecia esa incesante veneración lírica que el joven poeta le tenía: anotamos, como muestras, “Carta mediterránea a Gerardo Diego”, “Soneto con estrambote para Gerardo Diego desde Santander”, o “Carta a Gerardo Digo, premio Cervantes”.

         Y aquí, con la fehaciente amistad que tales poemas derrochan -Gerardo Diego confiesa: “Pepe, te quiero y te envidio / tu pelo de prensa y lustre, / tu esbeltez de balaústre / y tu ars amandi de Ovidio”- podía haber concluido su investigación Díez de Revenga, pero todavía en unas páginas añadidas y finales ha querido el ensayista recordar esa ferviente amistad y trato personal adjuntando un total de dieciséis fotografías en las que vemos a uno y a otro poeta compartiendo mesa, posando en una calle de Lisboa, embarcados en Huelva, reunidos con motivo de centenarios u homenajes, y frecuentemente acompañados por otros escritores afamados; por ejemplo, en una foto del 24-1-1958 aparecen reseñados Eduardo Carranza, Gerardo Diego, Dionisio Ridruejo, Dámaso Alonso y José García Nieto. Es este modo de concluir el libro un curioso corolario gráfico que pone punto final a un concienzudo estudio -como en realidad son todos los del profesor Diez de Revenga- que arroja más luz sobre uno de los más insignes poetas del 27 y sobre su amigo, tan cercano y querido, José García Nieto. Sin duda alguna, el título escogido para homenajearlos -y recordamos que en 2014 se celebró el primer centenario del nacimiento de Gracía Nieto-, el de Creación y memoria, los honra y los pone a la altura que ambos se merecen, y sobre todo reivindica el puesto de honor del segundo a pesar de estar -protesta ya en la página VII- “olvidado como tantos otros”.