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Revista de estudios filológicos
Nº26 Enero 2014 - ISSN 1577-6921
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peri biblión

 

 

 

UNA LECTURA IN PROGRESS DE HOSPITAL DE INOCENTES DE SANTIAGO MONTOBBIO

 

María Luisa Ordóñez

 (UNED)

mordonez@terrassa.uned.es

 

 

 

RESUMEN:

La mirada del lector es importante cuando comienza a leer un libro: el título le genera expectativas que pueden realizarse o no en la lectura posterior.

Guiada por el autor, el poeta Santiago Montobbio, una lectora va modificando la interpretación inicial, sugerida por el título Hospital de Inocentes, de que podría tratarse de un autor en la estela de los “Novísimos” hasta llegar a la conclusión final de que es una poesía creada por un gran experto en el uso los recursos expresivos, con tono moralizante y un gran impulso narrativo.

 

Palabras clave: Montobbio, poemas, lectura, mensaje, recursos.

 

ABSTRACT:

First sights are important when a reader starts a book: the title creates certain expectations that may or may not be fulfilled on further reading.

Led by the author, the poet Santiago Montobbio, a female reader gradually changes the initial interpretation, suggested to her by the title “The Hospital of the Innocent”, that the author might be loosely connected to the “Novísimos” (a group of innovative Spanish poets of the 1960’s). Finally, she concludes that it is poetry that has been created by an expert who masters expressive resources, whose tone is moralizing and who is capable of great narrative impetus.

 

Key words: Montobbio, poems, reading, message, resources.

 

 

1.   Introducción

 

 

 

"¿Poeta, tú, como Homero, como Horacio?".

Jorge Guillén citado por Santiago Montobbio

 

 

Apreciados lectores y lectoras, soy una más, aficionada a la novela y a la poesía que desde hace un tiempo batallo en el comentario de la obra de un autor del siglo XVII.

Son una serie de poemas musicados, escritos todos por encargo o por obligación: por Navidad, toca villancico; por Pascua, exaltación del sacrificio divino; que una dama noble se hace monja, décimas poniendo de relieve su entrega al esposo divino; que el señor obispo regresa de un viaje, poema turiferario en loor a sus dotes personales. En resumen, que en esos versos rezuman la falsa devoción y el servilismo. Es una sensibilidad muy lejana a la actual.

¿Cómo ha podido resistir mi espíritu tanta sequedad? Con la obra de un poeta actual, la de Santiago Montobbio1, que está llena de cuanto mueve a los espíritus sensibles a la vida, a las vivencias de cada día. Todo un mundo de sensaciones que han sido el antídoto perfecto a lo que debía leer por encargo. A Santiago lo he leído por amor y por convicción.

Por amor, por la cantidad de estados positivos que crea en cada poema y que me llegan al alma; por convicción, porque su dominio del verso, de la metáfora, de la imagen me dicen que estoy ante un autor con dominio del oficio de ser poeta que consigue que entremos en ese rico mundo como si fuera la cosa más fácil y natural a los que somos incapaces de escribir ni un solo verso porque el don de la inspiración se da a pocos y todavía a menos, la facultad de expresarlo con verbo cautivador, con palabras llenas de sensibilidad que llenen el espíritu y la mente de quien los lea o escuche.

Como no sé si logro expresarme con certeza, sigo el ejemplo de Montobbio de acudir a la voz del maestro de poetas que ha sido don Jorge Guillén que ha sabido hacer luz sobre el tema en este poema:

 

HACIA LA POESÍA

 

1

Iba por un camino.
Sin voluntario influjo
De pronto sobrevino
–No lo buscó el poeta–
Y casual se produjo
La gracia de un hallazgo.
Inspiración, inquieta.

Je ne cherche pas. Je trouve.

«Yo no busco, yo encuentro.»
Algo surge por don
De un cielo ajeno dentro
De mí: la inspiración

Y otros poemas, 1973.

 

 

 

2. LECTURA IN PROGRESS

 

2.1. Hospital de Inocentes

 

Mi primera lectura fue Hospital de Inocentes (1989), mira que ponerle el nombre de Hospital—, me dije en un primer momento, pero luego…¡ah!, luego se desplegó en mi memoria la obra homónima de Brunelleschi, en Florencia: esa sobria fachada renacentista ejemplo de regularidad que se altera apenas con los tondos cerámicos de bebés que abren sus brazos sobre el azul que los rodea, y que diseñó della Robbia: Con que estaba ante un espíritu selecto, un degustador de la belleza que da el arte, un esteticista. Me dispuse a encontrarme con una poesía de tendencia, con unos poemas al estilo de los de los poetas “novísimos”2 de los años sesenta del siglo XX.  Pero el propio Santiago me mostró lo errado de mi suposición: "He escrito que (Hospital de Inocentes) es el nombre antiguoy también más justo y más hermoso que recibían los manicomios, a la vez que quise más ponerlo como emblema de una concepción de las palabras y las cosas, un talismán y un símbolo3". Vaya, pues no…, no iba por ahí…  ¿Cómo sería ese emblema? Mejor empezaba a leer poemas:

La primera parte del volumen era la que daba título al poemario:

«Ex Libris» empezó a darme qué pensar…veamos: decía que poner algo en papel4 es quitarle la vida al poeta ya que queda ahí solidificada su voz; que esos versos “inamovibles”5 formarán con otros un libro en que un datará para conocimiento general y que ese libro contendrá unos sentimientos que los lectores creerán que son suyos aunque él, el poeta, sabe o cree que no es así… En realidad se trata del viejo tema de la verosimilitud literaria: ¿Qué transmite un escrito? ¿Aquello que el lector “inocente”, “ingenuo”, cree entender o aquello que el poeta inventa para ser leído sin que necesariamente se corresponda con la “verdad” del mundo real?

Además, como las circunstancias del autor cambian, puede suceder que lo que hoy siente como veraz, tiempo adelante le suene a él mismo como una falsedad.

«Cinco o parecidas tretas» parecía mostrar el amor como un aliciente para seguir viviendo, aunque Santiago sea consciente de que es nada más que una de las tretas con que nos mentimos para darnos empuje hacia la vida…

«Hospital de inocentes» que prestaba su título a todo el libro se refería a la posibilidad amplia de componer que ofrece un folio en blanco a los autores literarios.  El papel en blanco jamás es solo el papel en blanco” 6, dirá Santiago que se siente uno más entre los nadie que pueblan la tierra y que a través de la cacería de la inspiración consigue ser presa de ella, a la vez que arma con que hacer aflorar sus sentimientos para plasmarlos por escrito. Importante: Hay una búsqueda consciente, una  consecución que lo convierte de cazador en presa de lo “cazado”. ¡Qué manera más simple de exponer  la fuerza de la inspiración!

¡Estaba descubriendo un poeta con voz nueva pero con ecos de lejanos que no lograba identificar todavía!  Esa voz nueva indicaba que Montobbio guardaba un complejo mundo interior7 de infelicidad, con una vida que era una cárcel injusta formada por el paso del tiempo y las imágenes que veía cada día que le llevaban a desear terminar con ella de forma que acabara con el dolor que le producía y al que él se refería en «La tinta de este papel es tinta última» como “es lobo y me devora8. Su propósito al escribir sobre ello era elaborar un testamento, no un poema, aunque no le quedaba claro que fuera a conseguir su propósito. En «Ahora que tu oficio van a ser los maleficios o de las clínicas ingenuidades del poeta»,  indicaba que él se sentía “cansado como únicamente puede estarlo/ quien ha tenido que soportar la vida/ como si fuera de otro9. El sentido de vivir la vida como algo que pesa como una losa iba a aparecer en adelante, en más poemas… ¿Cómo podía sentir esa sensación un joven que tenía la vida por delante? ¿Qué le estaba ocurriendo? La respuesta  la daba él mismo: “un recobrado aire sin edad [su imaginación] te traiga entonces/ nombres, historias y retratos (…) que se dispongan por fin a silbarte entre la arena:/ has de ser el escritor y el cielo, esta no  es tu vida, jamás lo ha sido10. Estaba en crisis porque sentía que debía ser poeta y que su futuro no sería como el marcado al principio de sus estudios, en un bufete de abogado11. En su presentido nuevo-futuro no se le presentaba un porvenir demasiado brillante ya que preveía que, a su muerte, tras una vida de fracasos12, sus versos serían difundidos en un medio provinciano –“una desconocida revista de provincias13–, para que por fin un desconocido lector llegara a considerarlos de forma paradójica “francamente  divertidos14 cuando a él le estaban costando una crisis existencial.  A los veintiún años temía esa cruel ironía del destino.

 

 

2.2. Los fracasos del alba

 

En la segunda parte del libro, Los fracasos del alba, introducida por la voz del compungido  Nemoroso15 de la Égloga I de Garcilaso, sentía que, en ese futuro que estaba por llegar, la noche se iba a convertir en un vivir con máscara, con la máscara que había adoptado por exigencia “sin remedio ni tampoco deseo expreso16 de los ambientes que frecuentaba, de barras de bares entre mareas alcohólicas; esa máscara como él denominaba a la “servidumbre (…) de tener que parecerte (…) a ti mismo17 le acompañaba en medio de la dura soledad que es estar solo rodeado de muchos, mientras escribía sus versos – “desato las huérfanas aguas de mis versos18 – buscando recobrar el  amor. ¿Cuál? ¿El de un amor carnal o el de la poesía? 

A estas alturas la riqueza de su lenguaje me sorprendía: imágenes, hipérboles, metáforas, personificaciones se sucedían poema a poema: “colillas de la lluvia19, “desencuaderno mis ojos huecos20, “azucarada daga21, “procesiones de fracasos en las telarañas de tinta22, “es lobo y me devora23, “desato las huérfanas aguas de mis versos24 …, trayéndome ecos de los del 27. Definitivamente: adiós a los esteticismos modernistas y novísimos.

Lo confirmé como cierto tiempo después, por boca de Santiago, al leer que en 2007, ante la pregunta del periodista brasileño Jorge Sanglard de cuáles eran sus principales referentes poéticos, respondió que su primer contacto con la Literatura fueron las lecturas de los poetas del 27, especialmente Cernuda, y las de los poetas neogriegos de la generación de 1930 (¿El precursor Kavafis? ¿o Andreas Embirikos? ¿o el epílogo Odisseos Elytis?) y también la de Borges, aunque Montobbio sostenía que su poesía es ajena a influencias”25. Para mí, diga lo que diga Santiago, ese lenguaje es heredero de esas primeras lecturas.

En «Para vivir aún» parecía entenderse que el amor buscado era el de la poesía, pero en «Al día siguiente», quizás era el de una muchacha ya que hablaba de las “frescas calles de tus labios26, igual que en «Entre tanto» en donde describía los lugares para mantener relaciones: “las cárceles de un coche”27, “un piso prestado con urgencia”28 y, además, el acto del amor se mostraba como algo contradictorio o paradójico ya que aúna dos acciones antagónicas: la violencia del acto en sí junto con la dulzura que proporciona al que lo practica. Aquella metáfora “frescas calles de tus labios” resultaba muy gráfica y Santiago había conseguido alejarse de los manidísimos rubíes, fresas, claveles, pétalos de flor…etc. de los de antaño a la vez que mostraba su lejanía del esteticismo: Calle por labio resuena a vocabulario de las Vanguardias y, por  añadidura, su forma estaba huyendo de lo pomposo, era ágil y apetecible al lector.

«Lienzo y noche de los amantes» recordaba cómo estos se vuelven racionalmente ciegos ante aquello que les rodea para luego encontrarse con la nada más absoluta que es la soledad dejada por el otro, ausente ya.

En las «Las acacias» el sentido de la disolución de sí mismo: “la nada/ por fin y absolutamente me amadrine29  para llegar a ser el otro después de sufrir fuego, dolor del ánima.

Parecía que alternaba los poemas en los que luchaba por aceptar su vocación de poeta con otros en los que veía que la relación amorosa es originada por la falsedad: “mentirosos sueños que a la ternura engendran30, que llevaba a desear evitar el  formar parte de la estupidez  de los hombres que a la ternura engendran31.

 

 

2.3. Silva

 

La tercera parte, Silva, comenzaba explicando su historia32 de poeta como un descenso: “bajó” del sueño, del sol, del miedo que había explicado en sus versos anteriores, y se encontró que al llegar al fondo no había nada, al menos nada de aquello que él había ido a buscar. Así que intentó retornar a su forma inicial de componer pero se encontró con que había perdido la inocencia primigenia y, como lo que había hallado no le llenaba y no podía volver al estado inicial, se encontraba solo. ¿Cómo resolvería el poeta este problema?

Continuando con la temática amorosa como se ve en «Cerco», once versos que son todo un compendio de imágenes, personificaciones y metáforas muy bellas y originales: “bosque de tus ojos33, “obesidad de la noche34, “maleza de mis miradas35, “espesor de mi cariño36, “muerto estanque agite/ de estos versos37; o con el dolor tras la “esperanza opaca”38 que le había proporcionado la luz irradiada por las palabras que se había ido desvaneciendo de su memoria cuando por fin escribía el poema. Fue un destello que abrió por un instante la conciencia a un conocimiento deseado por inaprensible y que se cerró rápidamente por la acción dispersadora de los elementos mundanos que, al ofrecerle múltiples distracciones, no permitieron que aquel saber se asentara en su mente. Esa “ausencia” le colocó al borde del precipicio39 y como un romántico cualquiera se recreaba en la muerte como solución y en un lugar de reposo final que es el Cementerio del Sudoeste40 pero ese deseo de la muerte aparecía contrapesado por un toque irónico ya que el poeta declaraba que “antes de irse” deseaba “hacer por última vez la manicura a mi juventud perdida.41

Seguía ironizando cuando fingía que se había equivocado en no doblegarse y fingir para escalar rápidamente posición social y figurar “dejando por el camino la dignidad a pedacitos/ y aprender con diligencia/ el vacío lenguaje/ de la política de pasillos42 en «Se añora un lugar en los cuarenta principales»

Tras un paréntesis de expresión malhumorada en «Buf», esa ironía sigue en «Las cosas claras» donde imitando el inicio de La familia de  Pascual Duarte de Cela y el de El Buscón de Quevedo nos hace un guiño cultural que le sirve para descubrirnos que ese hacer poemas, que tan arduo se le había vuelto, le había venido impuesto por unas circunstancias que le impidieron ser novelista (picaresco) por carecer de dotes:

 

“Yo, señores,  como no soy malo ni soy de Segovia,

ya comprendo que no voy a poder hacer carrera

en la novela picaresca.” 43

 

Puede que dedicarse a la poesía sea un mal menor para él, narrador frustrado, pero el poema «Vocación» que sigue a  «Las cosas claras» es de una complejidad importante: En tanto su temática y su vocabulario inicial tienen reminiscencias de los poemas surrealistas de Poeta en Nueva York de García Lorca, la rima interna asonántica en –io–, lo provee de musicalidad y ritmo. Ese autor que no sirve para narrar demuestra que sirve para versificar y condensar el pensamiento como él mismo ha dicho: esos poemas que son un poco como expresión de la conciencia, espirituales o existenciales44.

A estas alturas me preguntaba si lo que estaba haciendo Santiago era adoptar un disfraz, una pose, para justificar por qué se seguía dedicando a la poesía si, según afirmaba repetidamente, le enfrentaba a la sociedad en la que vivía y además le costaba tanto sufrimiento. Su actitud venía a ser como la de aquel toro que se crece ante el puyazo del picador y adentra todavía más el pitón en las entrañas del caballo con toda la fuerza de su testa.

En «Los improbables tiempos» desarrollaba de nuevo el tema de la memoria del amor vivido, pero… ¡de qué manera lo estaba haciendo!: metáforas como “afónicos pájaros” para referirse a las ideas que revoloteaban por su cabeza sin acabar de definirlas  —seguimos con el tema de la inaprensión de las ideas latentes—, “Fino papel vegetal de la memoria” para la caducidad de las mismas; sinestesias como “discos dulces de mis ojos” que contiene además una metáfora dedicada a la facultad de expresar los sentimientos por la mirada.

«La caligrafía del amor» sigue por la misma senda: “la caligrafía del amor está hecha de mariposas (= la alegría) y de sangre (=el dolor)45. Metáforas que conforman una frase estupenda a la que se adhieren imágenes surrealistas como “en el palito de la t un tonto jazmín suspira46, “mientras se redondea una o sí que más de una vez masculla un lobo47.

Complejo, complejo, de verdad.  Pensé que no hubiera sido extraño que Cernuda48 –de haber vivido–pudiera haber visto en él a un poeta de calidad, porque lo estaba demostrando.

Al fin no abandonaba su tema, el de que el poeta levanta acta de cómo va fracasando -me preguntaba si influía en ello el que, por entonces, todavía no había sido publicado nada suyo-.

Años después había de reconocer que: “Escribimos para revelarnos a nosotros mismos, expresar lo que más profundamente somos49.  Es decir, que en ese momento se creía un poeta con poco futuro.

Con todo, parecía seguir la estela de Jorge Guillén cuando este afirmaba que "mis memorias son mi poesía"50 como dio a conocer Antonio Piedra51, director de la Fundación Jorge Guillén52: Quienes tuvimos la suerte de frecuentar su amistad, siempre recibíamos esta respuesta invariable cada vez que intentábamos cifrar su propósito en biografía posible: "mis memorias son mi poesía". Todo me recordaba a Jorge Guillén pero no cuadraban las fechas teniendo en cuenta que este libro había salido a la luz en 1989 y la constatación escrita de la frase de Guillén data de 2001.

Esto de las influencias se estaba revelando como un tema resbaloso, poco fundado.

 

 

2.4. Dramatis Personae

 

Dramatis Personae era la cuarta parte y en ella se dejaba ir en manos del recuerdo de la infancia y de la juventud como forja de su autobiografía.

Por ahora lo único que yo tenía claro es que Montobbio había cambiado los esquemas de construcción que se supone debe seguir un libro que contiene elementos biográficos: Si se hubiera atenido a la lógica cronológica, hubiera debido comenzarlo por esta parte, la de su infancia,  y acabarlo con las del comienzo que explicaban su quehacer poético. 

Me había equivocado desde el principio con esta obra: Todo cuanto había presupuesto respecto al contenido se me había revelado erróneo: desde el motivo del título, las influencias o la escuela poética hasta la estructura. Bien, a ver qué nos deparaba este Dramatis personae.

Si teníamos que creer lo que nos decía en el primer poema53 de esta cuarta parte, seguía instalado en una visión descarnada de sí mismo, en el autoanálisis destructivo que comenzaba por la anáfora Como si que indicaba que había adoptado el punto de vista de la irrealidad pero… ¿se trataba de una actitud verdadera o era una pose para referirse a sí mismo de modo devastador? Porque se autocalificaba de mal poeta ya que daba por seguro que desde los diecisiete años no escribía “nada más que porquerías”, aunque esta constatación no era un motivo de insatisfacción pues, pasado ya el momento en que el hecho le preocupaba, su actitud había variado hacia el cinismo de saber que había dejado de autoengañarse para pasar a “engañar ya a otros54 dándoles la falsa ilusión de que seguía siendo el mismo de antaño, con el añadido de la prosaicidad de esperar un futuro de beneficio dinerario. ¡Qué raro! Yo tenía a Santiago por la persona más desinteresada del mundo en este aspecto. En fin, o lo decía de verdad o estaba adoptando una pose, pero si pensamos que años más tarde, afirmaría de su obra “que todo está escrito desde una profunda autenticidad. Me he puesto en todos mis aspectos por entero, de un modo completo y verdadero”,55 llegué a la conclusión de que Montobbio era veraz, que quizás había esperado que algún día viviría de su poesía y no del ejercicio de otras profesiones tales como abogado o profesor.

Por otra parte creía que seguía siendo riguroso en exceso para consigo mismo. Montobbio mismo se refirió a este tema  en una “Entrevista capotiana” que le hizo Toni Montesinos Gilbert, crítico literario del periódico La Razón56.

 

(…) Así una vez hice notar que quien quedaba mal en mis poemas siempre era yo.  Quería decir –y creo que puedo sostenerlo– que si a veces hay crueldad o conmiseración o una ironía hiriente es siempre hacia mí mismo y no hacia los demás. (…) Y en estos poemas es a mí a quien hiero, a quien palpo, ausculto, registro, tomo el pulso. En quien busco y en quien indago. En quien exploro. Y si en esta aventura del arte hay cierta crueldad –y creo que la hay, pues es, sí, como decía, un hurgar en las heridas– la hay siempre hacia mí mismo…

 

La idea se rompía momentáneamente, versos adelante, con la inserción de un recuerdo referido a un amor no correspondido. Era una situación cuya consideración todavía le llenaba de gozo, no por el rechazo sino por la estimación, claro.  Este interludio daba paso a la idea final del poema: el poeta día a día debía fabricar tretas de autoayuda para fingirse vivo. ¡Menuda angustia! ¡Qué momentos tan tremendos debía haber estado viviendo para hablar de ese modo!

Pensé en cuán poco se quería Montobbio en aquellos momentos, en qué mirada más dura dirigía sobre sí mismo y en que nos estaba descubriendo el germen de una idea que todavía le rondaría en el año 2000: “También yo espero llegar a ser un buen lector de mi poesía, y sentir así entonces cosas en lo que he dicho”57. Así que quizás el problema fuera que Santiago no se reconocía al leerse al igual que algún novelista se olvida del nombre de sus personajes o encuentra que aquello que escribió le es ajeno cuando lo ve impreso.

El siguiente poema, narrativo58 y polimétrico como el anterior, sin metáforas, «Solo un nombre podría llevar la dedicatoria», hablaba del “oficio de ser madre” y era el pretexto para explicar cómo recordaba su más temprana infancia.  Lo hacía situándose en unos tiempos en que se desconocía lo que era una guardería o un parking infantil y explicaba cómo una madre -¿su madre?- llenaba el asueto de los hijos con la visita al acuario con un besugo al que habían dado nombre, la catedral, el paseo, la feria de belenes, las atracciones de feria, los museos con cuadros menos atractivos para los niños que el besugo…etc., es decir cuánto se esforzaba por distraer a sus hijos compaginando la pura diversión con el tema cultural.

Junto a esos recuerdos, colocaba lo más cotidiano: las disparidades de opiniones entre los miembros de la familia, la estupidez, la histeria, de las que Montobbio59 intentaba evadirse aprendiendo “a huir íntimamente, para seguir viviendo60 y que la madre lidiaba con habilidad, actitud que hacía que el poeta apuntara que si algún día era capaz de escribir o pintar sobre ello, solamente un nombre sería posible en la dedicatoria.

Poema a poema, iba descubriendo que Montobbio era incapaz de edulcorar nada: en lugar de referirse nada más que a la parte agradable de la niñez acudía a la parte agria de la convivencia, “los pequeños y diarios infiernos61 como contrapunto. Únicamente la figura de la madre quedaba como el ente equilibrador y que merecía su agradecimiento.

«El día menos pensado» abandonaba el tema de la infancia y entraba de nuevo en la consideración de su persona, naturalmente huyendo de la benevolencia, al presentarse mediante la litotes de considerar defectos “su” inocencia y “su” ternura62 que había de seguir cultivando a pesar de sus propósitos de deshacerse de ellas. Seguía cultivando la máscara “canalla” que la sociedad exigía.

Formalmente volvía a recuperar la rima asonantada en alguna serie: -ea (promesas / insistencia), -eo (empeño / sospecho / defectos / viviendo).

Un apunte: ¿La sociedad en que vivía Montobbio era de tal ralea que abominaba de esas cualidades positivas? No conseguía hacerme a la idea de que la alta burguesía barcelonesa fuera así de dura. Cierto que en toda sociedad hay individuos que se mueven como auténticos tiburones, avanzando por la vida a dentelladas y deshaciéndose del prójimo honrado, pero también hay otros que se mueven dentro de los parámetros de honor, honradez, decencia y que no consideran una debilidad el ser tierno e inocente. La mirada de Montobbio me parecía sesgada, la verdad. Quizás fuera fruto de la “enfermedad” de la juventud que está teñida de radicalismos y de visiones maniqueas hasta que el tiempo da la madurez suficiente para admitir que no todo es blanco o negro sino una sabia mezcla de variada gama. Quizás lo era de la consideración que hubiera percibido en los otros, porque la juventud es cruel en sus etiquetas. O quizás estaba previniéndose de la Ley de Jante, aquella que en 1933 creó un escritor nórdico, Axel Nielsen, alias Aksel Sandemose, en su novela Un refugiado sobrepasa sus límites (En flygtning krydser sit spor) por la que se exige al prójimo que sea mediocre y no se le ocurra sobresalir de la masa aborregada.63 Ley que llevada a nuestra cultura se traduce por el “No te expongas a la envidia ajena, mira de pasar desapercibido, no destaques.”64

«En el orden que prefiera» enlazaba la temática del recuerdo con la del sueño65. En sus sueños  actualizaba imágenes mediante las que creaba falsos recuerdos66, 67 que “recreaban” un paisaje en donde vivía la felicidad. La ficción del sueño le llevaba a la imagen incongruente de: “unas cuerdas vocales que afinan su voz / entre unas piernas” 68 (reconozco que se me hacía difícil saber si se refería a una visión de un acto carnal o a algo menos ardoroso y yo, como cualquier lector, no tenía a Montobbio al lado para preguntárselo). Estas palabras me recordaban unos versos del poeta Jorge Folch del grupo de Barral: Reposaré entre tus muslos/ con el cuello apoyado en tus caderas69,(…)  Así mismo “recorría soñando” la zona del centro de  Barcelona  donde se mueve la  burguesía por espacios que quizás sí había vivido en su vida diaria.

Al fin esos sueños-recuerdo le conducían al sentimiento de soledad del que nunca se había desprendido: “a la hirsuta soledad/ de la que no he conseguido salir nunca”70. Una estupenda sinestesia para expresar la dureza de la situación. Utilizaba el adjetivo “hirsuta” para añadir una gradación mayor de aspereza que la que tiene el “dura” a secas.  En fin, que terminaba el poema con bimembraciones antitéticas y encima en epanadiplosis71. Montobbio seguía desbocado. ¡Qué dominio de la semántica y de la construcción poética!

«Catálogo de antigüedades», título que era ya en sí su metáfora para el vocablo recuerdos, se centraba en su adolescencia con las boberías que llevaban a cabo los aprendices de hombres para relacionarse con el sexo opuesto, desde decir groserías del tipo “Viva el Mejillón Peludo72 –¡Qué lejos, Dios mío, de la evanescencia esteticista!–, pasando por los descalificativos: “niñas adorablemente estúpidas73 hasta caer en el más cursi vocabulario de los “besitos” y “mordisquitos”, pero… Montobbio ya demostraba sus habilidades como poeta cuando almacenaba “en los descosidos bolsillos74 de sus ojos la multitud de sensaciones e imágenes que la vida le ofrecía y en las que los otros no reparaban. Esa actitud había sido el preludio de su decisión de ser poeta y no abogado, hecho que preocupó a sus abuelas y les hizo temer consecuencias espantosas desde su punto de vista.

Las enumeraciones de elementos de campos semánticos distintos que iban in crescendo se sucedían en esos versos: “besitos, mordisquitos75; “besitos, cervezas, mordisquitos, noches, desiertos76; “pequeñas muertes, azúcar de piernas, adioses, pañuelos y lunas, pozos, cuchillos, ternuras”77, junto a metáforas como “en los descosidos bolsillos de mis ojos” o sea ojos abiertos/almacén de imágenes y sensaciones en la mente, como “falso verso” o “prosa poética”, o como la que da título al poema; personificaciones como “huidizas madrugadas78, epítetos por posición sintáctica como “gris colegio horrible”79 que evitaba la coordinación de los dos adjetivos, “continuada borrachera”80, “ininterrumpidos veranos81, “infantil cuaderno de…”82, “falso verso83, “descosidos bolsillos”; epítetos semánticos como “pobre hombre84, hipérbatos como “muy irresponsablemente sonriendo85, “cómo en el infantil cuaderno de dibujo (…) el elefante coloreado de amarillo quedaba cojonudo86. Todo ello en el espacio de 44 versos. Sus abuelas se habían preocupado innecesariamente porque con este dominio de los recursos no era posible ver ninguna otra salida para Montobbio que la de ser poeta, poeta narrativo y de gran riqueza verbal.

«Praga» era otro poema narrativo formado por tres enunciados de extensión asimétrica: el primero de cinco versos, el segundo de nueve versos y el tercero de quince. En el poema anterior los in crescendo se daban en las enumeraciones, en este, en la extensión de los enunciados.

Inicialmente parecía un soliloquio en el que seguía con su veta onírica que le llevaba a verse en la ciudad de Praga a la que soñaba con jardines, escaparates y tranvías. Esta imagen inventada se rompía en el segundo enunciado en que se veía “populoso soy87 de no se sabía qué y, con la clarividencia y convicción de realidad que proporciona un sueño, se veía atravesando la ciudad, perdiéndose en una fiesta, no entendiendo qué hacía ante “ventanas/ que se esconden en las anónimas piernas88 –¿”ventanas” = sexo?–, preguntándose cómo había sido que su amor había ido adelante placenteramente: “le crecieron a nuestro amor tantos nenúfares”89, dándose cuenta de que la soledad puede verse manifestada por un hecho sin importancia como es la visión de una flor seca olvidada en el ojal de un traje.

A medida que leía este segundo enunciado, sentía que había dejado de lado el rastro del sintagma verbal “populoso soy” que había despertado ecos de un dejà vu en mi mente y, ciertamente, los ecos eran de dos antecesores literarios: Uno, las palabras del enamorado Calisto en el Acto I de La Celestina90: “Melibeo soy”; otro era más moderno, era de El silbo de afirmación en la aldea91 de Miguel Hernández: “Alto soy de mirar a las palmeras/ rudo de convivir con las montañas”. ¿En verdad lo habría tomado de ellos?

En el tercer enunciado Montobbio volvía a la temática de que nunca había estado en Praga  y yo descubría que la forma elocutiva se trataba de un diálogo por un “ya lo ves” que materializaba a un receptor.

El poeta seguía soñando en que un día componía un poema que leía quien le acompañaba y que, creyendo complacerlo, compraba unos pasajes de tren para ir al lugar que él había soñado, que no era la Praga de Chequia sino un lugar soñado al que había dado ese nombre empleando el artificio de otros autores como Juan Benet y Región, por ejemplo. Además, parece que sentía ese viaje como que la chica hacía un intento de acercamiento más serio, de que la relación deviniera más intensa, cosa que Montobbio no deseaba. 

La construcción del poema contenía un buen intento de crear suspense (relativo, porque con leer el último verso se salía de duda) dando los datos poco a poco, ya que en el primer verso no se percibía otro interlocutor que el de la masa lectora, en el dieciséis ya sabíamos que iba de conversación con una mujer, en el final el veintinueve supimos que era una chica estúpida.  ¡Otra vez ese adjetivo!

¿Los recursos poéticos? Seguía dominándolos con imágenes que contenían personificaciones como esta: “escaparates llenos de temblorosos misterios”. Seguía bebiendo de la época en la cual los poetas del 27 seguían a Góngora. Como él mismo ha reconocido: “Mi vida son imágenes. Estoy lleno de imágenes. Y las digo92.

Pero… ¡Sí!, claro que sí: un pero subjetivo de lectora: No me había gustado la mezcla del insulto ramplón, machista y cruel del “estúpida mía” junto al lenguaje poético más delirante. En este punto los esteticismos se habían hecho añicos. 

«Es una lástima que no me hagan entrevistas» continuaba con la rememoración vital, en este caso de la vida académica, –aunque con el paso del tiempo se habían oscurecido sus recuerdos–.

Montobbio cursó dos licenciaturas93 y aquel saber que permanecía de ellas era el referido a temas poco relacionados con la ciencia como los precios de los bares y el recuerdo de una compañera que le pasaba los apuntes.

No pude dejar de percatarme que se manifestaba misógino al atribuir un tipo de letra a la condición femenina de su autora. ¡Vaya!

Nuestro poeta reconocía que, poco atraído por el Derecho y absolutamente descreído de que la literatura se pudiera enseñar ni estudiar, había ido poco a clase; que frecuentaba una tasca94 en donde le agradaba dejar pasar las horas, y que en esa época escribía por la noche.

Sentía el deseo de que le hicieran entrevistas no para que se interesaran por su obra sino para poder responder que deseaba “vivir solo entre mis defectos95 si le preguntaban qué esperaba de la vida.

Así que estaba satisfecho de sus defectos… ¿Cuáles: los que mencionaba en «El día menos pensado» que eran “defectos/cualidades” o los verdaderos como la misoginia de este «Es una lástima (…)», o como la grosería del insulto de «Praga» o el sentimiento de desprecio hacia las “niñas adorablemente estúpidas” en «Catálogo de antigüedades»?  La verdad es que el adjetivo estúpida había hecho su aparición en boca de una persona que no acostumbra a dejarse llevar por la incontinencia verbal, pero leyendo unas palabras de Montobbio en la entrevista de Toni Montesinos, que antes he mencionado, se entendía el por qué de su uso: A Santiago le escandaliza la estupidez.

 

La estupidez me escandaliza, pero me asombra. A veces parece infinita, adjetivo que la Biblia aplica al número de estultos. Como la maldad. La maldad asombra y hiela por extemporánea y, casi, por irreal, por la sensación de irrealidad que da, quiero decir, ya que sé muy bien que puede no haber nada más real. A uno le escandaliza o asombra lo que siente muy lejano a él y casi no concibe porque él jamás haría, y ni pensaría en ello. Y así está la maldad y la estupidez y la mezquindad y la ruindad, la envidia o el egoísmo, la soberbia, la fatuidad. No sé si me escandalizan –aunque me asombran, en el sentido de que aunque las sepas tan ciertas te parece que no aprendes nunca, y ante alguna de sus manifestaciones te vuelves a asombrar–, porque sé que son verdad y están en la vida y hay que soportarlas, vivir con ellas.96

 

Estructuralmente la sintaxis regular dominaba los diez primeros versos, para pasar a contener hipérbaton suave con verbo al final del periodo: A esa niña recuerdo97 [SV [CD+V] ]98 o dislocado al máximo con el sujeto en posición final: o qué hizo/ de la persona que llevaba mi nombre/ el tiempo99  [Oración [ SV [CD [ OsubSus [ OsubAdj] ] ] ] + [sujeto [ SN] ] ], en el resto de la composición.

Los recursos de la lengua literaria eran muy abundantes pasado el décimo verso: la elipsis: A esa niña recuerdo/ más café y cerveza que nombres incomprensibles”100; la metáfora como “leve sol se le hacía nido por el pelo”101 que contenía una sinestesia: leve sol; otra sinestesia más en “aunque ahora no recuerdo si era crujiente o leve el duende o sol…”102; una personificación como “sol que sigilosamente trepaba por su pelo”103. Muy conseguido, sí.

«Jorge Folch», era un poema dedicado a este autor, fallecido prematuramente, que se incluye dentro de la Escuela de Barcelona.104 Montobbio parecía conocer bien su obra por las alusiones contenidas en sus versos.

El poeta se sentía identificado con Folch porque su vida discurría por las mismas calles que recorrió el dionisiaco en su búsqueda incesante de lo extremo de la vida, lleno del deseo de ser otro –Creso Livio, hijo de pretor romano tarraconense–.

Los dos primeros versos eran paráfrasis de los de «A los neuróticos» de Folch:

 

“Había suficientes parras en tus

[párpados

para dormir al sol, si así te parecía”

Hay suficientes parras en mis

[párpados

 para dormir al sol, si me parece

 

y continuaba refiriéndose a lo que aquél relató de sí mismo en sus poemas hasta que, en un hipérbaton que contenía una metáfora  –“el agua/ los veintiún años te negara la vida y las palabras105”–,nos colocaba ante el punto culminante: El relato de cómo Montobbio imaginaba reiterativamente, en una escena de gran plasticidad cinematográfica, la forma en que aquel joven se habría agarrado a la vida en el momento del accidente y cómo le reprochaba que no hubiera sido más cauteloso y previsor antes de sumergirse en la cisterna.

Continuaba dicendo que sabía que Folch era cuarenta años mayor que él, y que hacía cuarenta de su muerte cuando le estaba escribiendo el poema, pero esa distancia temporal se había reducido a nada cuando entró en el mundo del verso que es intemporal;  por ello sentía que se conocían:

“Pero mentirá quien diga que no nos hemos conocido./ Porque más allá de las ciudades y la sangre, / de verso en verso alguna vez / se anula el tiempo —o quizá soy yo, que te recuerdo.106

Llegada a este punto, me preguntaba si la poesía de Folch no habría dejado un buen poso en Montobbio…

«Ese tácito rito que me he impuesto» en cuatro estrofas, comenzaba con una reflexión sobre que el ser humano podría hacer cosas memorables si no fuera porque el tiempo vital contiene cantidad de obstáculos que van aplastando poco a poco al hombre que no es consciente de ellos por cuanto a veces se produce algo positivo que lo distrae de la presión a que vive sometido.

La reflexión se interrumpía en la estrofa siguiente en que se brindaba un cuadro nocturno dentro de un ascensor con Montobbio de protagonista que se veía reflejado en su espejo transparentando alcohol (¿Se habría pasado la juventud en medio de noches de excesos vinícolas?) Bien, el caso es que viéndose con aquella figura mal compuesta sentía que hubiera sido más feliz en aquella polvorienta (por casposa) Barcelona de los años cincuenta.  Naturalmente él hablaba por referencias porque no vivió aquella época, de la que la literatura de la época, Nada de Laforet  o determinados poemas de la Escuela de Barcelona, por poner ejemplos cercanos, nos presentan así.

La tercera estrofa transcurría en otro cuadro de interior: el del cuarto de baño con su espejo en el que seguía observándose (“la nostalgia realquilada de mi cara/ va a proyectarse ahora en otro espejo107 ) mientras fumaba y bebía frente a la pila del lavabo108, asaltado por los recuerdos que era reacio a consignar por escrito porque sentía que perdería el tiempo por la poca calidad que les atribuía, amén que no deseaba explicar la causa de ello.

En la cuarta repetía el tema.

La quinta, comenzaba con un aforismo: “todo es pasado (…), todo es presente” que me recordaba una frase de Felix de Azúa: El pasado es un presente perpetuo109 pero no creí que este autor subyaciera en Montobbio sino que parecía más una deuda machadiana110. Mientras, seguía viéndose en el espejo con el rostro ajado que no sentía suyo y el sentimiento de ir perdiendo la vida que no dejaría de producirse ni cuando descansara.

En «Imagen previa» decía que la suya era haber recibido más de lo que había dado, que debía completarla con un poeta desligado del servilismo que podría ser él, que sabía que no podía ser más que él aunque hubiera intentado ser otro, y que se veía impotente para ordenar el mundo solo con sus palabras de adolescente.

Los versos de «Destierro, oficio» eran el soporte al relato de cómo empezó a escribir en la adolescencia novelas inconclusas, cómo –escritura mediante– intentó forjar su personalidad, hasta que en la juventud se había aceptado, había aceptado la derrota que se traducía en no escribir y en beber: “sólo bebo y sólo no escribo.111

Daba el nombre de “nadies” a sus YO poéticos y seguía incierto sobre si valían la pena sus poemas que habían pretendido que el alma se explorara desde el ángulo del miedo o en contra de él.

«Vida sentimental» cerraba el poemario. Comparaba los temas cerrados de su vida con la forma que tienen las películas de interpretar la realidad desde varios puntos de vista: decía que “no suicidarse” era algo que le dio trabajo…En realidad lo que quería decir es que crear le supuso un trabajo por la musicalidad fallida (“afónico equipaje112), porque sentía como vaguedades las ideas que transmitía, en fin que no había sabido acertar en el modo de expresarse.

 

…Y había llegado al final de este libro de juventud de Montobbio que se me había revelado un poeta bien distinto a cómo me lo había imaginado tal como había ido descubriendo a lo largo de la lectura.

Era un poeta narrativo, que todavía dejaba a la vista la influencia de sus lecturas, el inconformismo de la juventud, su búsqueda de voz propia y la desazón de no saber si la estaba hallando, pero…un gran poeta por el dominio de los recursos de la lengua poética.

Me propuse seguir leyendo sus otras obras.

 

 

Barcelona, 19 de julio de 1013

 

 

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NOTAS:

 

1.   Santiago Montobbio y Balanzó (Barcelona, 1966) Se licenció en Filología Hispánica y en Derecho por la Universidad de Barcelona. Ejerce como profesor de Teoría de la Literatura y de  Crítica literaria en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Comenzó a escribir de adolescente, casi niño, hacia los catorce años influenciado por la lectura de poemas de Jorge Guillén en una antología de Ed. Cátedra, preparada por Philip W. Silver, "Mientras el aire es nuestro".

2.   Su obra primera apareció en unos poemas sueltos en la REVISTA DE OCCIDENTE en mayo de 1988 (Revista de Occidente, Madrid, Nº 84).

3.   Es autor de: Hospital de Inocentes, Editorial Devenir, Madrid Enero 1989, Ética confirmada, Editorial Devenir, Madrid, Junio 1990, Tierras, collection "le tourbillon suspendu", Éditions AIOU, Saint-Étienne-des-Vallées-Françaises, France, 1996 ….y otras más. La última es de 2013: Los soles por las noches esparcidos en ed. El Bardo.

4.   ¿Cómo escribe?  Él mismo nos lo dice: “He escrito en bares, en bibliotecas, y en lo que encontraba a mano: papeles, servilletas, en un sobre de carta o en un recibo (como indica el título de uno de mis textos). A veces he sentido cómo se formaban unas palabras o una música mientras andaba por la calle.” El Ciervo, Pliego de Poesía, 205, Marzo de 2007.

5.   Este grupo de poetas está dividido en dos secciones: La de "Los seniors", que comprende a Vázquez Montalbán, Martínez Sarrión y José María Álvarez y la de "La coqueluche", compuesta por Félix de Azúa,  Gimferrer,  Molina Foix, Carnero, Ana María Moix y Leopoldo María Panero.

6.   En los Novísimos coexistían dos tendencias principalmente, la culturalista y la vinculada a la estética pop.

7.   Los Novísimos también se caracterizaban por una absoluta libertad formal, por la escritura automática, las técnicas elípticas, la sincopación y el collage, por la introducción de elementos exóticos junto a la artificiosidad, por estar influenciados por los medios de comunicación y el cine; y por el influjo de lo camp.

8.   La formación literaria de todos ellos (miembros de la burguesía –excepto Vázquez Montalbán-) era extranjera y cosmopolita, por lo que rechazaban la tradición inmediata por casposa y garbancera, con las excepciones de Aleixandre, Cernuda,  Cavafis, T. S. Eliot, Ezra Pound, Saint-John Perse, Wallace Stevens y los surrealistas franceses.

9.   Europa: un café nunca está lejos. Europe Plurilingue, Paris: Éditions Université Paris 8. Mai 2000. Nº 19. Recuperado el 7 de julio, 2013, de artespoeticas.librodenotas.com/artes/911/europa-un-cafe-nunca-esta-lejos-1999.

10.  El papel, el soporte escrito del poema, será recurrente como tema poético.

11.  Están escritos en caliente, en su momento, y quedaban así(…)  uno los escribe (los poemas) y ya está, ahí quedan (…) Pero no he añadido. No he tocado ni cambiado nada. Ni una coma. No hubiera sido posible...

12.  Recuperado el 19 de febrero, 2012, de

http://www.elcoloquiodelosperros.net/ numero25/olf25sa.html

13. v. 1

14. «Para una teología del insomnio»

15. v.14

16. vv. 2, 3, 4.

17.  vv.9, 10, 11, 12- .

18.  «Yo antes pensaba que la Poesía y el Derecho no tenían precisamente mucho que ver». Aclaraciones para confundir. Ética confirmada. Madrid: Ed. Devenir. Junio 1990.

19.  Y es que no pensaba que publicar un libro de poemas (y breve, y en condiciones precarias) fuera a ir a ningún lado ni a servirme de nada

http://www.elcoloquiodelosperros.net/numero25/olf25sa.html

20.  «Los trabajos y los días» v. 12

21.  «Los trabajos y los días» v. 14

22.  Vega, Garcilaso de la: Égloga I, vv. 307-308.

23.  «Otras noches» v. 23

24.  «Otras noches» vv. 21 a 23

25.  «Para vivir aún» v. 4

26.  «Cinco o parecidas tretas» v. 7

27.  «Para una teología del insomnio» v.4

28.  «Cinco o parecidas tretas» v.11

29.  «Los trabajos y los días» v. 10

30.  «La tinta de este papel es tinta última»: v.14

31.  «Para vivir aún» v. 4

32.  http://www.letralia.com/175/entrevistas02.htm    

33.  v. 2

34.  v.1

35.  v.4

36.  vv. 21, 22

37.  «Si otra vez el precipicio» v. 20

38.  « Si otra vez el precipicio » v.26

39.  «Historia verdadera»

40.  v.1

41.  v.3

42.  v.4

43.  v.8

44.  v.10

45.  «P.D.»

46.  «Poema con el que puede iniciarse por despiste cualquier libro» vv. 4 y 5

47.  Cementerio situado en una vertiente de la Montaña de Montjuic de Barcelona y que tiene más de cien años de antigüedad. En él están enterrados muchos miembros de las familias burguesas de la Barcelona de XIX y XX en panteones diseñados por los más reputados arquitectos: La Familia Batlló, la familia Godó, Rusiñol, Albéniz, Macià, Cambó…

48.  «Poema con el que puede iniciarse por despiste cualquier libro» vv. 10 y 11

49.  vv.13-16

50.  a) “Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo”en C.J.Cela (1942): La familia de Pascual Duarte, Buenos Aires: Espasa Calpe Argentina, 1967 (2ª edición). Col.Austral, nº1252, cap I.

b) “Yo, señor, soy de Segovia”  en  F. de Quevedo (1626, Zaragoza). Historia de la vida del Buscón, Madrid: Aguilar 1966, Libro I, Cap. I,

51.  http://www.elcoloquiodelosperros.net/numero25/olf25sa.html

52.  v.1

53.  v.2

54.  v.14

55.  Cernuda falleció en 1963 antes de que Montobbio hubiera nacido, cierto, pero en lo que se conoce como tercer nacimiento poético del autor, según Fanny Rubio (sf) en El último Cernuda, este emplea la lengua coloquial y sus temas tienen forma de memorial. También Cernuda en un momento determinado–, experimentó la sensación de sentirse un extraño dentro de la sociedad que le rodeaba ante la incomprensión de su elección por la poesía al igual que Montobbio. Así mismo, Cernuda también estaba convencido de que lo griego era importante y en eso también hubiera enlazado con Santiago (Europa: un café nunca está lejos, 1999) que ha reconocido que en la adolescencia escribió un trabajo sobre los ciclos temáticos en las odas y en los épodos de Horacio y la generación de poetas neogriegos de 1930, que corresponde en España a la de 1927.

56.  El Ciervo, Pliego de Poesía, Barcelona. Marzo de 2007, 205.

57.  Guillén, Jorge (2001). MIS MEMORIAS SON MI POESÍA, Valladolid. Fundació Municipal de Cultura de Valladolid y Fundación Jorge Guillén.

58.  Piedra. Antonio. VIDA EN PLENITUD, (sf) Recuperado el 30 de junio, 2013, de http://canales.elnortedecastilla.es/jorge_guillen/presentacion /popup _hombre_escritor.htm

59.  Fue fundada en 1992

60.  «Dramatis personae»

61.  «Dramatis personae», v. 26

62.  http://www.elcoloquiodelosperros.net/numero25/olf25sa.html

63.  http://almaenlaspalabras.blogspot.com.es/2013/07/entrevista-capotiana -santiago-montobbio.html

64.  Europa: un café nunca está lejos, 1999, mesa redonda "L'Europe vue par des écrivains". EUROPE PLURILINGUE, Paris: Éditions Université Paris 8, Mai, 2000. Nº 19.

65.  Cernuda fundó en castellano esa poesía narrativa y de carácter moral, fue el primero en cultivarla en nuestro idioma, tras las enseñanzas de la poesía inglesa(…)Yo conocía esos poemas narrativos de Cernuda, con los que es claro que pueden relacionarse los míos que tienen este carácter (ni que sea porque el poeta del 27 los inició), pero debo decir que a mí se me impusieron como resultado de una necesidad de expresión, fue el modo de dar cauce a la necesidad de llevar a cabo un ajuste de cuentas conmigo mismo (que puede leerse en los “Dramatis Personae” de Hospital de inocentes) el que me trajo ese modo narrativo de contar y cantar, de narrarme y de decirme a mí mismo. La modulación del lenguaje de estos poemas es moral, en tanto que fue la vida y no la literatura quien los trajo. Insisto: es moral su carácter, la índole de este tipo de poesía, la mirada con que con ella el poeta se mira a sí mismo y mira el mundo (Moralidades es un título de Gil de Biedma), pero en mi caso esta poesía es moral en su raíz y la modulación de su lenguaje, porque responde a una necesidad interior, de naturaleza espiritual, responde a una conciencia, y es por tanto la respuesta natural a esa necesidad y esa conciencia que así se expresa, y no un producto libresco o literario, resultado de lecturas o influencias.(…) Cernuda trajo al castellano esta manera de contar y narrar, y es justo darle esta posición, y pensar que por ello pueden hermanarse mis poemas con los suyos(…)

66. López Forcén, G. (2009). Una entrevista a Santiago Montobbio. El coloquio de los perros. Revista de literatura. Recuperado el 19 de febrero, 2012, de

http://www.elcoloquiodelosperros.net/numero25/olf25sa.html

67.  En este punto Montobbio ya había desvelado que él formaba parte del YO poético.

68.  v. 24

69.  v.19

70.  vv. 4 y 8

71.  Los items que la componen son:

                                     i.    No pienses que eres especial.

                                    ii.    No pienses que estás a la misma altura que nosotros.

                                   iii.    No pienses que eres más listo que nosotros.

                                   iv.    No pienses que eres mejor que nosotros.

                                    v.    No pienses que sabes más que nosotros.

                                   vi.    No pienses que eres más importante que nosotros.

                                 vii.    No pienses que eres bueno en nada.

                                viii.    No te rías de nosotros.

                                   ix.    No pienses que preocupas a alguien.

                                    x.    No pienses que puedes enseñarnos algo.

72.  Paulo Coelho me dio a conocer esta Ley en una de sus colaboraciones en el diario El país, http://www.finanzas.com/xl-semanal/firmas/paulo-coelho/20130630/recordando-jante-5729.html

73.  DRAE: 2. m. Acto de representarse en la fantasía de alguien, mientras duerme, sucesos o imágenes. Ver: www.rae.es

74.   (…) sin la memoria, no existe el mundo ni el universo.

Romo, Ranulfo (neurobiólogo adscrito a la UNAM). Vivimos en el pasado. Recuperado el 17 de julio, 2013, de

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entrevista hecha en México DF el 5-4-2007, subida a ese blog el 5 octubre de 2008.

75.  Delval, Juan (1997): Cómo se construye el conocimiento? Kikiriki. Cooperación educativa, Nº 42-43, 1996-1997, págs. 44-54.     Recuperado el 30 de junio, 2013, de

http://antoniopantoja.wanadooadsl.net/recursos/varios/cons_cono.pdf

 (…) la formación del conocimiento hay que estudiarla a través de lo que sucede en el interior del sujeto. Esto supone un impor-tante cambio de perspectiva, pues no se trata ya de estudiar lo que sucede fuera y ver cómo se reproduce dentro, sino que el punto de vista que se adopta es el del sujeto. La realidad exterior tenemos que suponer que es algo dado, pero el sujeto la tiene que reconstruir. (El resaltado es nuestro)

76.  vv. 8-9 

77.  Folch, Jorge (1947): «Tierra» en Creso Livio. Barcelona: Editado particularmente.

78.  vv. 21-22.

79.  amarse y detestarse/ amarse y detestarse…  vv. 23-24

80.  v.3

81.  v.4 “Niñas” es la forma de referirse a las adolescentes en la lengua “pija” de la burguesía. En la entrevista antes mencionada, “Entrevista capotiana” (Montesinos, 2013), Montobbio parece haber olvidado que ha dedicado descalificativos a personajes de sus poemas:

Así una vez hice notar que quien quedaba mal en mis poemas siempre era yo.  Quería decir –y creo que puedo sostenerlo– que si a veces hay crueldad o conmiseración o una ironía hiriente es siempre hacia mí mismo y no hacia los demás. A los demás se les desea –les deseo yo en mis poemas, también es verdad– siempre bien.  (…)Y si en esta aventura del arte hay cierta crueldad –y creo que la hay, pues es, sí, como decía, un hurgar en las heridas– la hay siempre hacia mí mismo. 

 http://almaenlaspalabras.blogspot.com.es/2013/07/entrevista-capotiana-santiago-montobbio.html

82.  v. 30 

83.  v.11

84.  vv. 21-22

85.  vv. 32-33

86.  v. 31

87.  v.7

88.  v.9

89.  v.12

90.  v.16

91.  v.26

92.  v.23

93.  v.38

94.  vv.16-19

95.  v.16  (Tomé el significado 2 del DRAE para este vocablo: populoso, sa. (Del lat. populōsus). 2. adj. ant. Poblado o lleno.)

96.  vv. 8-9  ¿Habría influido en estos versos de Montobbio la segunda estrofa del poema «Tierra» de Jorge Folch: Reposaré entre tus muslos/ con el cuello apoyado en tus caderas,/ mientras embiste hacia el azul del cielo/ el toro semental de mis ideas…?

97.  v. 11

98.  Rojas, Fernando de: Tragicomedia d[e] Calisto y Melibea : enla [sic] qual se contiene[n] de mas de su agradable & dulce estilo muchas sente[n]cias philosophales & auisos muy necessarios para ma[n]cebos ... Ed. facsímil

Edición digital: Alacant: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2003: Reproducció digital de l'edició de Burgos, por Juan de Junta ..., 12 Setiembre 1531. Localització: Biblioteca de Catalunya, sig. Res.1522-12º. Recuperado el 15 de julio, 2013, de

http://bib.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/57982620105248506300080/ima0012.htm

99.  Hernández, Miguel (1935): El hombre y su poesía. Antología) Madrid: CÁTEDRA. Letras Hispánicas, nº 2, vv. 1 y 2. Ed. Juan Cano Ballesta. 2005. (Primera publicación del poema en El Gallo Crisis, nºs 5-6)

100.                                                                                                                                                            Recuperado el 15 de julio, 2013, de

http://almaenlaspalabras.blogspot.com.es/2013/07/entrevista-capotiana-santiago-montobbio.html 

101.                                                                                                                                                            Derecho (¿por tradición familiar?) y Filología (por vocación)

102.  Parecía que copiaba la forma de funcionar-vivir la vida estudiantil de la Generación de la Escuela de Barcelona, la de Barral, Gil de Biedma y Folch.

103.                                                                                                                                                            v. 53.  Conviene recordar el poema «El día menos pensado» porque se refiere a su temática.

104.                                                                                                                                                            http://almaenlaspalabras.blogspot.com.es/2013/07/entrevista-capotiana-santiago-montobbio.html

105.                                                                                                                                                            v.11

106.                                                                                                                                                            El análisis no está desarrollado totalmente por cuanto no se trata de dar una lección de sintaxis sino de reflejar esquemáticamente la complejidad de la estructura.

107.                                                                                                                                                            vv.42-44

108.    v.11-13

109.   v.12

110.   v.37

111.   v.37

112.    

a) Albert Manent nos explica quién fue este autor:

(…) Jorge Folch i Rusiñol (…) estudiante de cuarto curso de derecho. Era nieto de Albert Rusiñol, uno de los «cuatro presidentes», que participó en la victoria electoral de la Lliga en 1901.

Su padre (…) tenía una gran fortuna y vivían en una torre de Pedralbes. Un viernes Santo, Jorge intentó pasar por debajo de un puente de la finca en medio de un estanque y murió, dice Ferran «hidrocutado». Había dejado los estudios, era un visionario y pasaba temporadas en la masía de sus tíos Rusiñol, en les Voltes, lugarcillo del término de Riudecols, en el Baix Camp. En 1950 los amigos le publicaron Poemas (edición privada de 550 ejemplares). Años antes había publicado un pequeño volumen, Creso y Livio, en edición privada, que algunos del grupo sabían de memoria. Su poesía, recuperada y con prólogos de Alberto Oliart y Carlos Barral, responde a una vocación porque «el fuego de crear le consumía», afirma Oliart, y Barral encuentra imaginativas autovisiones parciales. Era un dionisíaco y un inquieto, siempre a la búsqueda, inmerso  en la mejor música y que sabía escandir los versos como buen clasicista con raíces románticas. Escribió un poema sobre un sátiro y una suerte de elegía a Juliano el Apóstata (…) Los amigos explicaban que a veces paseaba por las alcantarillas de la ciudad y se metía en las tabernas populares, como lo demuestran unas buenas prosas del libro.

Manent Segimon, Albert (2008). La generació de 1951. La represa: Memòria personal, crònica d'una generació (1946-1956). 2010. Barcelona: Edicions 62, cap. I (La traducción al castellano es mía)

b) Se creó un alter ego poético, el de un aristócrata romano que tenía por nombre Creso Livio:

b1) Vedme: tengo ajustadas las mandíbulas,/ y recta la nariz entre los ojos/ de acero azul. Me llamo Creso Livio;/ mi padre fue pretor de Tarragona/ y era romana la robusta virgen/que le dio el mediodía de su vientre/ y a mí la sangre blanca de sus pechos./ Superviviente soy de la patricia/ raza de los felices; de la muerte/ sé nada más que es, y sólo pido, /a su llegada, un buen telón de fondo./ Hay suficientes parras en mis párpados/ para dormir al sol, si me parece./ Y no falta el afán de mi colmillo/ -de mujer, de caballo o de ternera-/ un pedazo de carne cada día./

«A los neuróticos» en Creso Livio. Barcelona: Editado particularmente.

b2) Siento que se derrama en cada pecho/ la alegría fecunda de las parras/ más vida en las rodillas.../ –¿Y  en el vientre?–/ Una ánfora de miel que se derrama.

Reposaré tendido entre tus muslos/ con el cuello apoyado en tus caderas,/ mientras embiste hacia el azul del cielo/ el toro semental de mis ideas…?

«Tierra» en  Antología poética. Selecció i pròleg d'Enrique Badosa. Barcelona: Café Central. 1999.

113.   vv. 17-18   

114.   vv.27-30

115.   vv. 29-30

116.   v. 34. ¡Atención! Emplea “pica”,  catalanismo por “pila” del lavabo.

117.   La función representativa del arte la cumplen ahora muy satisfactoriamente miles de «poetas» disponibles en el supermercado cultural moderno con una oferta que arranca del siglo X antes de Cristo. Por primera vez en la historia del mundo Safo, Dufay, Li Po, Verdi y Cage son coetáneos, a todos ellos los entendemos, todos ellos nos representan. (…)  La era moderna inaugura una experiencia todavía enigmática en la que el artista y el aficionado viven en presente la totalidad de la historia del arte, desde Egipto hasta Esa-Pekka Salonen. La presencia en acto de toda la fenomenología del espíritu en forma de mercancía es un colosal agujero negro del que nada sabemos, pero cuyos efectos nos están construyendo. El pasado es un presente perpetuo.

Azúa,  Félix de (1998). Todo tiempo pasado es presente. RDL. Madrid, dic. 1998, número 24,  consultado el 15 de julio de 2013 en

http://www.revistadelibros.com/articulos/todo-tiempo-pasado-es-presentesobremar.

118.   ver v. 1  de  Machado, A. (1917). PROVERBIOS Y CANTARES – XLIV. Poesías completas. (13ªed.). Madrid: ESPASA CALPE. Colección Colección Austral A33.

Todo pasa y todo queda;
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.

119.   vv. 41= sólo bebo y sólo escribo y 51. = solo bebo, sólo no escribo. La acentuación diferente en  sólo bebo/ solo bebo puede ser una errata o puede tratarse de una distinción: en 41 solamente “hace eso”, en 51, “bebe en soledad”. Corresponde aclararlo a Montobbio.

120.    v. 15