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Revista de estudios filológicos
Nº26 Enero 2014 - ISSN 1577-6921
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LOS ESTUDIOS DE LA DISPONIBILIDAD LÉXICA EN MÉXICO DESDE EL AÑO 2000

 

Juan López Chávez

(Universidad Autónoma de Zacatecas. Unidad Académica de Letras. Zacatecas. México)

Marco Antonio Pérez Durán

marco.duran@uaslp.mx

(Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Escuela de Ciencias Sociales y Humanidades. Licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericanas. San Luis Potosí, México)

 

 

 

RESUMEN:

El siguiente trabajo tiene por objetivos conocer cómo se elaboró la fórmula de disponibilidad léxica propuesta por Juan López Chávez y Carlos Strassburger Frías (1987, 1991) y hacer mención de los trabajos —más recientes— sobre disponibilidad léxica en México.

 

Palabras clave: Léxico disponible; disponibilidad léxica; fórmula de disponibilidad léxica; vocablo; palabra.

 

ABSTRAC:

The next job is to know how they developed targets the lexical availability formula proposed by Juan Carlos Lopez Chavez Frias Strassburger (1987, 1991) and mention recent work-on-lexical availability in México.

 

Word key: lexicon available; availability lexical; lexical availability formula, Word, voice.

 

 

   

INTRODUCCIÓN

La cantidad de trabajos relacionados con la disponibilidad léxica en todo el mundo hispánico ha permitido analizar y comprender las variaciones léxicas que se presentan en diferentes zonas dialectales, cuyos resultados se han aprovechado —en la mayoría de las ocasiones— para la enseñanza de la lengua materna (ELM) y para la enseñanza de segundas lenguas (EL2). Cada trabajo sobre disponibilidad léxica que se ha elaborado por diferentes grupos de investigadores es distinto a los otros en todos los aspectos, porque en cada uno se utiliza diferente metodología (elección de los centros de interés, variables sociolingüísticas utilizadas y analizadas, comunidad encuestada, etcétera) para determinados objetivos planteados. En consecuencia, en cada trabajo siempre habrán variaciones porcentuales que permitirán observar la similitud y diferencia entre lo que se considera un léxico panhispánico y uno regional.

Los estudios sobre la disponibilidad nacieron a mediados del siglo xx, su objetivo fue conocer el vocabulario que debía incluirse en los manuales para la enseñanza del francés elemental en las antiguas colonias. Se definió al léxico disponible (producto de estos estudios) como las palabras que se presentan en la mente del hablante de forma inmediata y natural cuando se trata de un determinado tema (Michéa, 1953)[1].

¿Qué es la disponibilidad léxica? ¿Cómo se calcula la disponibilidad léxica? ¿De dónde se escogen las variantes dialectales a estudiar? ¿Cuál es la metodología que se aplica en este tipo de trabajos? Este trabajo tiene por objetivos conocer cómo se elaboró la fórmula de disponibilidad léxica propuesta por Juan López Chávez y Carlos Strassburger Frías (1987, 1991) y hacer mención de los trabajos —más recientes— sobre disponibilidad léxica en México.

 

 

2. METODOLOGÍA DE LA DISPONIBILIDAD LÉXICA

La metodología de la disponibilidad consiste esencialmente en recoger datos por medio de encuestas[2], éstas proporcionan a los encuestados una serie de estímulos denominados centros de interés. Éstos son estímulos cognitivos que ayudan al sujeto a extraer información del interior al exterior y son tópicos generales que el sujeto conoce de su entorno social. Los centros de interés tradicionales (que se han utilizado en México y en otros países) son dieciséis, mediante los cuales, teóricamente, se cubre el vocabulario básico. Éstos son: partes del cuerpo, ropa, vestido y calzado, casa (el interior y sus partes), muebles y enseres domésticos, etcétera[3]. En la actualidad, se incluyen otros centros de interés para su análisis de acuerdo con cada zona dialectal, ejemplo de ello se encuentran en los trabajos de Madrigal–Melchor, Rivera Juárez, Enciso-Muñoz y López Chávez, (2012) “disponibilidad léxica para medir y planificar el crecimiento conceptual en física”; o la disponibilidad léxica matemática de Urzúa, Sáez y Echeverría, 2006; o los trabajos desarrollados en zonas bilingües o en contacto de lenguas, Etxebarria, 1996, entre otros. Los colores, la inteligencia, las groserías, la inseguridad, las sensaciones y los sentimientos, el mar, el país vecino, la salud, la electricidad y el magnetismo, etcétera, son considerados centros de interés porque son estímulos cognitivos que reflejan un orden mental del vocabulario en un tema.

El tiempo dedicado para la obtención de la muestra varía de acuerdo con el proyecto. Dentro de los estudios sobre disponibilidad hay dos posturas: una que está vinculada al trabajo sobre el léxico panhispánico (el cual otorga para cada centro de interés dos minutos de encuesta, 32 minutos por 16 centros de interés) y otra que no está vinculada a ese proyecto. El promedio es de tres minutos para el llenado de cada centro de interés, lo que conlleva a 48 minutos por 16 centros de interés. Esta postura es la que prevalece en México y de acuerdo con López Chávez (2003), es tiempo suficiente para que el sujeto pueda extraer del interior al exterior la muestra relacionada con el estímulo[4].

Una vez que se obtiene la muestra de la encuesta se hace el proceso de igualación de las palabras obtenidas, se corrige la ortografía y se hace la depuración de manera consciente de las posibles faltas tanto de forma como de contenido. Cabe señalar que cada centro de interés se dispone tipográficamente en forma de columna, de modo que se pueda comprobar el número de palabras por informante de manera ágil y efectiva y, de esta forma, determinar un diseño de las pruebas asociativas, como los criterios de edición de los datos recogidos y el tratamiento informático para obtener índices de disponibilidad léxica eficientes que sirvan de modelo para la programación idiomática.

En este tipo de estudios se obtienen por lo regular: sustantivos: e. ‘mesa’, ‘libro’, ‘butaca’, etcétera; verbos: e. ‘sembrar’, ‘jugar’, ‘platicar’, y compuestos —formación canónica de dos elementos léxicos con o sin preposición para formar uno—: e. ‘agua de horchata’ o ‘basura orgánica’, etcétera, que se encuentran en la lengua como estructuras lexicalizadas[5]. En relación con los nominales se obtienen en su mayoría sustantivos concretos y muy pocos sustantivos abstractos, aunque se están incorporando otros centros de interés para obtener adjetivos y adverbios que no se habían considerado en los estudios tradicionales propuestos por los galos.

Se añade a los estudios sobre disponibilidad léxica la abundante metodología de la sociolingüística, es decir, se toman datos de los sujetos como género, nivel cultural, nivel educativo, edad, etcétera. Esta información es básica a la hora de hacer el análisis de la interpretación de los datos en relación con la misma muestra y con otros estudios  contrastivos. En México, como se ha mencionado más arriba, se ha aplicado el muestreo a un sinfín de informantes de diferentes niveles educativos y poblacionales con el objetivo de conocer la disponibilidad léxica, a diferencia de los trabajos en España que se enfocan a los últimos cursos de la educación secundaria o los primeros de etapa universitaria.

Esta diferencia permite obtener en los trabajos de México información relevante sobre la norma culta léxica de cada una de las comunidades estudiadas y observar las variaciones léxicas que posibilitan la elección, así como la selección, de ciertos vocablos para la planificación lingüística enfocada en la enseñanza/aprendizaje de la lengua materna.

Uno de los aspectos más innovadores para estudiar la disponibilidad léxica es la inclusión de programas computacionales para el análisis de los datos. Esta inclusión ha llevado a que sea considerada la estadística léxica, la léxico-estadística o la lexicometría como parte integral para el análisis de la disponibilidad, ya que prácticamente todos los trabajos en México, y en otros países, sobre disponibilidad incorporan pruebas estadísticas que permiten justificar las variaciones léxicas de las variables analizadas y validar los resultados cuantitativos. Programas como Excel u otros desarrollados específicamente para el análisis y tratamiento estadístico en los trabajos de esta índole son herramientas formidables que se tienen para estudiar la disponibilidad léxica de cualquier zona.

 

3. LA FÓRMULA DE DISPONIBILIDAD LÉXICA

Los grupos de investigación que se han dedicado a estudiar la variación léxica, tomando como base la disponibilidad léxica, han desarrollado fórmulas matemáticas que posiblemente puedan explicar la relación entre lo que se conoce del léxico y la producción del mismo. Lo anterior conllevó a elaborar una serie de fórmulas que trataran de dar cuenta del índice de disponibilidad léxica (IDL)[6], del índice de disponibilidad léxica de cada vocablo (IDLV[7]), la frecuencia absoluta por cada vocablo, etcétera. En suma, se hicieron diversos intentos para ordenar de acuerdo con modelos matemáticos (principalmente estadísticos) las respuestas obtenidas en diversas encuestas léxicas.

          La fórmula del cálculo del índice de disponibilidad léxica propuesta por Lorán y López Morales (1983) —que sirvió de base para los primeros análisis— se caracterizaba por la búsqueda de un alto grado de formalización y de automatización entre las respuestas que se obtenían de los cuestionarios léxicos, sin embargo mostraba irregularidad al momento de procesar la muestra, es decir, un vocablo cualquiera que aparecía en dos ocasiones en dos pruebas léxicas diferentes y en diferente posición (o sea lejanas), aparecía con un índice de disponibilidad irregular, había saltos entre posiciones de los vocablos y no permitía observar las variaciones disponibles de las respuestas, ya que después de un número de vocablos no había ni mostraba variación, lo que generó la necesidad de desarrollar una fórmula capaz de elidir este tipo de fenómenos.

López Chávez y Strassburger Frías (1987, 1991), al observar las inconsistencias de la fórmula presentada por Lorán y López Morales (1983), decidieron proponer una que elidiera lo anterior para obtener listados de vocablos consistentes con los índices de disponibilidad. Lo que se buscaba con la fórmula era que el factor de dispersión fuera sistemático, es decir, que castigara los vocablos subsecuentes sin importar la n-posición, y con ello tener amplias listas con índices de disponibilidad sistemáticos. Asimismo, la fórmula propuesta no consideraba un número fijo ni predeterminado de palabras por cada centro de interés, sino más bien se buscaban listas de palabras en número variado, regidas por el tiempo predeterminado para el llenado de esas encuestas.

Se decidió trabajar con el número e, elevado a una potencia que permitiera trabajar mejor, así empíricamente se determinó que el -2.3 era el número “mágico”, el factor al que se tenía que elevar el número e para crear la dispersión y castigar cada una de las posiciones de modo regular. La fórmula de disponibilidad se centra en: a) la frecuencia absoluta con que fue dicha cada palabra en cada posición (fji), b) la frecuencia absoluta de la palabra, que resulta de sumar las diferentes frecuencias en cada posición, c) el número de participantes en la encuesta (I1), d) el número de posiciones alcanzadas en la encuesta en el centro de interés (n) y e) las posiciones en que fue dicha cada palabra (i).

La aplicación del número e elevado al exponente que se presenta en la fórmula es el verdadero ponderador. Esto permite combinar sin distorsión la frecuencia y la posición de la emisión de cada palabra, ya que arroja una ponderación limitada entre 1 y 0.1, independientemente del número de participantes de la extensión de los listados producidos por cada informante, el número de sujetos que llegan a cada posición y la frecuencia de aparición del vocablo. A continuación se presenta la fórmula en la FIGURA 1:

 

                             

Figura 1. Fórmula de disponibilidad léxica

 

En donde:

D (Pj)= disponibilidad de la palabra j.

n= máxima posición alcanzada en el centro de interés.

I= número de posición de que se trata.

j= índice de la palabra en cuestión.

e= número natural (2.718181818459045).

fij= Frecuencia absoluta de la palabra j en la posición i.

i1= número de informantes que participaron en la encuesta.

 

Una vez obtenida la fórmula, para demostrar su validez, se aplicó a muestras grandes, como se hizo en el trabajo de Hortensia Guadalupe Justo sobre la disponibilidad léxica en colores. Se aplicó una prueba decimal en 10 centros de interés de este trabajo tomando en cuenta 10 posiciones, todo el trabajo era decimal. El resultado que se obtuvo fue la estabilidad, es decir, el factor de dispersión era sistemático y, por ende, uniforme para ubicar los IDL de cada una de las entradas, en este caso con el centro de interés sobre colores, estableciendo la efectividad de la fórmula. De acuerdo con Paredes García (2012) se trata de un valor que predice un comportamiento social, no individual, de ahí que resulte de suma utilidad cuando se pretende determinar la norma de la comunidad objeto de estudio, así como para realizar estudios contrastivos entre variedades dialectales.

 

 

4. PRESENTE Y PASADO DE LOS ESTUDIOS SOBRE DISPONIBILIDAD LÉXICA EN MÉXICO

La diversidad de trabajos con los que se cuentan en la actualidad y la diversidad de los corpora en donde se han aplicado los estudios sobre disponibilidad permiten observar un sinfín de variaciones léxicas relacionadas con el español de México, muestra de ello son los trabajos relacionados con alumnos y con profesores.

Como ejemplo obsérvese una muestra de estos trabajos: María Matilde Beatriz Hernández Solís, “Léxico disponible de niña y de niños de 6º de primaria de la ciudad de Zacatecas” (2013); Juan López Chávez, Determinación del vocabulario usual de escolares del estado de Colima [México] de primer grado de primaria a tercer grado de bachillerato, (en progreso); María Matilde Beatriz Hernández Solís, “Variación léxica en estudiantes de los seis grados de primaria y los tres grados de secundaria de 198 localidades del estado de Zacatecas” (en progreso)[8]; J. Madrigal, J. Rivera, A. Enciso y Juan López Chávez, “Disponibilidad léxica para medir el crecimiento conceptual de electricidad” (2012); Julio Cu Farfán López, Elsa Ofelia Barragán Molina y Eduardo Ruiz Pérez, “El léxico de los estudiantes universitarios a partir de las expresiones altisonantes (malas palabras), como corpus cultural y representacional” (2011); Araceli Medellín García, “Disponibilidad léxica de niños de 1º de primaria y la estructuración de sus redes léxicas” (2011); Martina Cabrera Corvera, Disponibilidad léxica en estudiantes de preparatoria, de la ciudad de Jerez, Zac. (2010); Marco Pérez Durán, Variación del léxico disponibles de docentes de secundaria del estado de Tlaxcala (2010); Martina Cabrera Corvera y Velia Guerrero Briano, “Léxico disponible en alumnos de secundaria y preparatoria de Jerez y Juchipila, Zacatecas” (2008); Gabriela Maciel Sánchez, “Construcción del léxico básico del español de México” (2008); Ma. de la Luz Bañuelos Ríos, “Una lección lexical. Modelo molecular” (2008); María Matilde Beatriz Hernández Solís, “El léxico disponible de Apozol, Zacatecas” (2008); Mónica Muñoz Muñoz, “Que anoten los vocablos, ¿quién gana la lucha de los sexos en la secundaria? Diferencias y concordancias entre el léxico disponible de hombres y mujeres” (2008); María del Rosario Ramírez Benítez, Disponibilidad léxica en estudiantes de preparatoria del municipio de Víctor Rosales Calera (2007); Mónica Muñoz Muñoz, “Disponibilidad léxica de estudiantes de secundaria de la ciudad de Zacatecas” (2007); María Matilde Beatriz Hernández Solís, “Un modelo para la planificación de la enseñanza del vocabulario con fundamento en el léxico disponible de universitarios zacatecanos” (2006); Gabriela Cortez Pérez, “La lección lexical como propuesta de enseñanza de vocabulario a estudiantes de primer año de licenciatura de la Universidad Autónoma de Zacatecas” (2006); Diana Villagrana Ávila, “Descripción de los elementos que inciden en los problemas ortográficos del léxico disponible de alumnos de último grado de licenciatura de la UAZ” (2006); Elena Bernal Medina, “La importancia de la disponibilidad léxica en el nivel básico. Reflejos de una realidad” (2006); José Ricardo Arriaga Campos, Aplicaciones paralingüísticas del índice de disponibilidad léxica (2005); Marco Pérez Durán, Investigación de la disponibilidad léxica en el profesorado de secundaria del área de español del estado de Tlaxcala (2004); Gilmar Ayala Meneses, Formación de constelaciones lexicales para la enseñanza del vocabulario y la redacción (2004); Rocío Ramírez Bolaños, Análisis del crecimiento lexical en el campo de “la ropa, vestido, calzado” en alumnos de escuela primaria” (2004); Juan López Chávez, ¿Qué te viene a la memoria? La disponibilidad léxica: teoría, métodos y aplicaciones (2003). Como se puede ver, son muestra más que evidente del auge en que se encuentra la investigación en el ámbito de la disponibilidad léxica en México.

 

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[1] Investigadores como Humberto López Morales, Juan López Chávez, José Antonio Samper y Clara Benítez, Orlando Alba, Max Echeverría y Alba Valencia, entre otros, han hecho de la disponibilidad léxica una fuente inagotable de trabajos en el mundo panhispánico. En la actualidad, como ejemplo, Humberto López Morales se encuentra a cargo del Proyecto Panhispánico de estudio sobre Disponibilidad Léxica (PPHDL), cuyo fin es la elaboración de un diccionario del léxico hispánico disponible a partir del léxico obtenido en las distintas comunidades participantes. El objetivo del trabajo propuesto por López Morales es conocer el léxico disponible común de los países que forman la comunidad hispánica. La metodología que utiliza es la siguiente a) se trabaja con dieciséis centros de interés, b) los alumnos son del último año de bachillerato o curso equivalente, c) los encuestados responden por escrito, d) se utilizan dos minutos para responder la encuesta, e) se tienen en cuenta las variables sociolingüísticas: sexo, nivel sociocultural, titularidad del centro de estudio y su ubicación, f) se siguen normas tipográficas de homogeneización de las respuestas y g) se aplica la fórmula de disponibilidad léxica para calcular el índice de disponibilidad.

[2] Porque los materiales recopilados constituyen instrumentos de primera mano para conocer las habilidades de escritura de los informantes —aunque en la actualidad se ha extendido la recolección de la muestra a pruebas orales, en México, desde muchos años antes, los léxicos básicos de primaria fueron recolectados oralmente, después capturados y digitalizados para planificar la fórmula del léxico disponible y obtener índices confiables que permitieran planificar cursos o materiales de estudio.

[3] El resto de los centros de interés son alimentos y bebidas, objetos colocados sobre la mesa, la cocina y los utensilios, la escuela, muebles y útiles, electricidad y aire acondicionado, la ciudad, la naturaleza, medios de transporte, trabajo de campo y jardinería, animales, diversión, deportes, oficios y profesiones.

[4] Las diferencias están relacionadas con el proyecto panhispánico, en México se analizan informantes de diferentes edades y niveles educativos y están enfocados en la posibilidad de aplicación a la enseñanza y aprendizaje del léxico de la lengua materna. 

[5] Esta clasificación abrió el panorama al tipo de entradas léxicas que se dan en este tipo de estudios y denotan las principales características discursivas de una comunidad específica de hablantes.

[6] IDL es un indicador de cuáles son las palabras que un grupo de sujetos tiene disponibles para la intercomunicación lingüística en un tema determinado. Para calcular el índice hay que considerar la frecuencia de cada término en el grupo de estudio, el total de sujetos encuestados y la posición en que aparece la palabra en la lista dada por cada uno de ellos. La palabra más disponible es aquella que el individuo actualiza de inmediato, es decir, la que acude a su mente en forma instantánea ante el estímulo temático dado por la situación comunicativa (Valencia, 1989).

[7] El índice de disponibilidad léxica del vocablo (IDLV) es la pieza angular sobre la cual se sostiene el constructo metodológico, porque se observa el grado de disponibilidad que una palabra cualquiera de un centro de interés cualquiera tiene en función de su aparición en las encuestas léxicas. Este valor se calcula, como se ha dicho, del número de veces que aparece un vocablo y la posición que guarda dentro de la disponibilidad.

[8] Posteriormente se añadieron los tres grados más referidos al bachillerato a este proyecto que se encuentra vigente.