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Revista de estudios filológicos
Nº24 Enero 2013 - ISSN 1577-6921
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MURCIANISMOS GENUINOS

Francisco Gómez Ortín

(Universidad de Murcia)

 

 

1.- RAMEL / RAMELES

 

Aunque esta insólita palabra ramel pudiera a alguno parecerle qué me sé yo si yemení, en realidad se trata de un sonoro murcianismo toponímico, cuya área de difusión compartida se localiza, concretamente, en los términos municipales de Calasparra y Mula. Y ahora que caigo, he puesto yemení al tuntún, pero resulta que el tal vocablo murciano es tan árabe como la mezquita de Córdoba, y quién sabe si hoy en día lo emplean desde Marruecos hasta el mismísimo Yemen.

Definimos la peregrina voz ramel, como ‘vaguada,  ramblizo o riachuelo, que a través de un paraje arenoso y salitroso, desemboca al río y pantano del Quípar’. Se ubican los rameles en la  margen derecha del río, y, aunque nacen en el término de Mula, pertenecen mayormente al de Calasparra. Los principales rameles cuentan con sendos nombres propios específicos.

Que yo sepa, hasta ahora nadie había calificado, como tal, el arabismo ramel ‘arena’, que posee la misma raíz (r/m/l) de su pariente muy cercano rambla (del ár. rámla) ‘arenal’. Siempre he suplido mi escaso conocimiento del árabe con una sutil intuición. Hace años que adquirí ya la certeza  del origen arábigo de este microtopónimo murciano, pues conocía perfectamente que en árabe marroquí remel o r’mel significa ‘arena’ (Normas de transcripción del árabe vulgar. Tetuán 1943, p. 28, y Vocabulario de árabe marroquí de la zona española de Marruecos, por C. B. C. Larache, Editora Marroquí, h. 1945). Es el único arabismo, de cuyo descubrimiento absoluto podría ufanarme, pese a mi casi analfabetismo árabe. Por supuesto, no aparece entre los derivados intrarrománicos del monumental Diccionario de Arabismos y voces afines en Iberorromance (Madrid, Gredos, 1999) del catedrático Federico Corriente. Asimismo, lo excluí adrede de mi Vocabulario del Noroeste Murciano (Murcia 1991), por considerar entonces a ramel solamente un topónimo, y no sustantivo común, siendo un claro hidrónimo, al igual que su cognado mayor rambla.

La primera noticia que tuve de los rameles fue por una copla antigua, que me proporcionó un entrañable amigo, Cristóbal Abril, de Valentín (Calasparra), la que naturalmente incluí en mi obra Folclore del Noroeste Murciano. II. Cancionero. (Murcia, Edit. Espigas, 2003). Reza así la cuarteta: 

“Dicen los cagitaneros

que no se van a morir;

porque han visto en los rameles

una acelga relucir”.

 

(El coplero se guasea del hambre que sufrían antaño los habitantes del Campo de Cagitán, en temporadas de mala cosecha).

 

Me atrevo a hurtarle a mi amigo, el calasparreño Alonso Torrente, escritor y fotógrafo, los detalles que aporta sobre los rameles, en su fabulosa obra La magia de Cagitán (2007). Copiamos. «Las surgencias salinas que conforman los tres brazos fluviales, rameles, que vierten al pantano del Quípar, sitiados por una tupida vegetación de matorrales halófilos, adaptados a los rigores del estrato salitroso de sus cursos: Ramel de los Gorgoncillos, también llamado de las Contiendas, Ramel del Pozuelo y Ramel del Hoyo (p. 13)… Los serpenteantes rameles vierten la parva carga que portan sus cuérnagos (=canalillos) en esta cazuela casi colmatada por los arrastres» (p. 86) La cazuela alude al pantano de Alfonso XIII o del Quípar. En su Glosario final, Torrente define el inédito vocablo ramel: “brazo fluvial salitroso”.

Cuento, asimismo, con otra descripción de los rameles más antigua, de un ilustre muleño, el presbítero e historiador Antonio Sánchez Maurandi: «En el campo de Cagitán nacen los rameles, riachuelos de agua salobre y llenos de carrizales, cuyas aguas aprovechan para los ganados y para algunos terrenos dedicados al cultivo de la alfalfa; estos rameles se internan en el término de Calasparra, donde se unen con el río Quípar» (Historia de Mula. vol. I. Murcia 1955, 11). Estos nuevos datos geográficos ayudan a perfilar con más exactitud el contorno conceptual del significante ramel.

 

 

FUENTE  CAPUTA

(Información de internet)

 

La vinculación de este paraje con temas hidráulicos es bien antigua, pues los romanos levantaron una presa en los comienzos de la vertiente de la que aún pueden observarse restos. Desde Fuente Caputa se atraviesan los Llanos del Ardal, un paraje solitario y esquinado entre sierras y laderas umbrosas. Al enlazar con la carretera que une Calasparra y Mula, se toma una vía pecuaria hacia Fuente Caputa. Se trata de uno de los pocos humedales que le quedan al campo o meseta del Cagitán.

El Cagitán tiene su propia personalidad. En el Norte, la hondonada del Quípar recoge todas sus aguas, que son drenadas por los rameles o extensas vaguadas que conducen la escorrentía hacia el pantano. Existe un Vértice geodésico (394 m. altitud), construído  en 1982, situado en la parte alta de unas lomas alargadas denominadas Rameles, como la finca en donde se encuentran, emplazadas al S. del río Quípar y al E. de la carretera   Calasparra-Mula. Es, sin duda, un romandalusí o mozarabismo, por conservación de sordas, del latín caput ‘cabeza’.

 

2.- TAHULLA, VOCABLO PRIVATIVO DEL ESPAÑOL MURCIANO

 

El vocablo tahulla es, sin duda, la palabra murciana mejor documentada, y de más largo uso diacrónico, desde el siglo XIII hasta la mismísima actualidad sincrónica del siglo XXI, y en obstinada rebeldía contra el ya secular Sistema Métrico Decimal. Es este uno de los murcianismos de más raigambre, de clara etimología árabe y de absoluta vigencia en todos los niveles de las hablas murcianas. Su isoglosa abarca la moderna región de Murcia y zonas limítrofes de influencia, o sea, el área tradicional  del dialecto murciano. Comprende sobre todo la cuenca del Segura, excepto incomprensiblemente la zona nororiental de Jaén, donde nace precisamente el Segura (Santiago-Pontones). En las Huertas de Murcia y Orihuela se sigue usando única o preferentemente la tahulla como medida agraria o de superficie. El término se extiende por toda la cuenca del Segura (Lorca, Hellín), Jumilla, pero no  Yecla (solo “jornal”, 6 tahullas) ni por tierras de Albacete (Nerpio, Yeste), ni en ciertos enclaves de Almería.

 

REPASO  LEXICOGRÁFICO

 

(1739) RAE: «tahulla. Espacio de tierra de sembradío, que corresponde con poca diferencia a la sexta parte de una fanega. Es voz usada en el Reino de Murcia» (Diccionario de Autoridades, VI. Madrid, 1739).

(1872) Javier FUENTES  PONTE: «tahulla. Espacio de tierra, cuya unidad de superficie es la usada para el cultivo de la huerta de Murcia, y corresponde próximamente a la sexta parte de una fanega; la forma un cuadrado de 40 varas de lado» (Vocabulario, en Murcia que se fue. Madrid 1872).

(1919) Alberto SEVILLA: «Medida agraria equivalente a mil seiscientas varas cuadradas, o sea, 11 áreas y 18 centiáreas» (Vocabulario Murciano. 2ª  ed. Murcia 1990).

(1932) Justo GARCÍA SORIANO: «Medida agraria de 40 varas de lado o 1600 superficiales,  equivalentes a 11 áreas y 18 centiáreas. Solo se usa en los pueblos de la vega del Segura (Ús. t. en Valencia)» (Vocabulario del Dialecto Murciano. Madrid, RAE, 1932). - Es inexacto el dato sobre el uso en Valencia, pues allí no se emplea la voz murciana tahulla, sino la equivalente valenciana tafulla.

(1951) A. ALCALÁ VENCESLADA: «Medida agraria que tiene 11 áreas y 18 centiáreas (Almería, Granada y Murcia)» (Vocabulario Andaluz. 2ª ed. Madrid, 1951). No  ALEA ni VNOAnd.

(1974)  José GUILLÉN GARCÍA: «tahulla. Medida agraria equivalente a 1.185 metros cuadrados» (El Habla de Orihuela. Alicante, Diputación, I.E.A.,  1974).

(1976)  Máximo TORREBLANCA ESPINOSA: «tahulla (Sax y Villena).-  Medida agraria, equivalente a 812 (sic) ms. cuadrados. El DRAE recoge esta medida, sin especificar su equivalencia, en Almería, Granada y Murcia. En la vega baja del Segura equivale a 11 áreas, 18 centiáreas (Soriano); aparece en el vocabulario de Sevilla, sin equivalencia. Úsase en Cartagena, donde equivale a 6 celemines (Martínez). Bajo la denominación de “tafulla” se conserva como medida agraria en la parte meridional de la región valenciana.- En 1892 un periódico villenense trae una relación de los múltiplos y submúltiplos de la tahulla, que se conservan en su mayoría: jornal, media, cuarta, octava» (Estudio del Habla de Villena y su comarca. Alicante, Diputación Provincial, 1976, 210).- “jornal (de labra). Medida agraria equivalente a seis tahullas. Su nombre se deriva de la extensión de viñedo que una mula puede labrar en un día. El jornal equivale a la extensión ocupada por 1.200 cepas” (O. c., 211).  

(1982) Francisco José RUEDA CASSINELLO: «tahulla. Medida superficial de regadío (1.118 m²). Aproximadamente 9 tahullas equivalen a una hectárea.- Las Tahullas. Paraje de Arboleas» (Diccionario Almeriense: Almería (1ª ed. 1982; 2ª ed. corregida y aumentada, 1991).

(1991)  Joan COROMINAS – José A. PASCUAL: « tahulla. ‘Medida agraria que equivale a cerca de una sexta parte de fanega’, gran., almer.,, murc., probablemente del hispano-ár. tahwila ‘campo, pieza de tierra’, 1ª doc. atahulla, ataulla, atafulla, docs. murc. de 1272 y taffulla, taffula y tafulla, de 1293 y 1311» (Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico= DCECH,  t. V, Madrid, Gredos, 1991). 

          (1991) Francisco GÓMEZ ORTÍN: «tahulla. Medida agraria, usada para tierras de regadío, que tiene 11 áreas y 18 centiáreas, o 1.185 metros  cuadrados.- Solo Calasparra» (Vocabulario del Noroeste murciano. Murcia, Edit. Regional, 1991).

(1993) José María SOLER GARCÍA: «tahulla. Medida agraria de 32 varas lineales o 1024 varas cuadradas, equivalente a 8 áreas y 52 centiáreas. Sobre las diferencias entre la tahulla de Villena y la de la región murciana donde se usa, véase un artículo publicado en El Bordoño por José Chanzá (“Comprende la demarcación de la Laguna 1583 hectáreas y 60 áreas (1850 tahullas, medida del país, 1024 varas cuadradas cada tahulla, Ordenanzas de la demarcación de la Laguna, 1880, p. 3)» (Diccionario Villenero, Villena (Alicante),  1993).  

(1999) Manuel SECO – O. ANDRÉS – G. RAMOS: «tahúlla. (regional). Medida agraria que equivale aproximadamente a 11 áreas. // BOE 9.1.75: Descripción de las fincas hipotecadas en Dolores-Orihuela,  Callosa del Segura: Tierra con riego de las robas de Banimanco o Banimancoix de una hectárea, 59 áreas, 67 centiáreas, equivalentes a 13 tahullas de tierra huerta, en término de Callosa de Segura»  (Diccionario del Español Actual. 2ª ed. actualizada. Madrid, Aguilar,  2011= DEA). Es raro que el mismo BOE tenga que recurrir al regionalismo “tahúlla”, para la mejor inteligencia de los interesados, lo que prueba la vigencia sincrónica del vocablo murciano.

(1999) Federico CORRIENTE: «tafulla (val.) y (a)tahúlla (cs.)  ‘medida de agrimensura’; del and. tahwila ‘parcela o su extensión’, evolución semántica del neoár. tahwil ‘barbecho’. (Diccionario de Arabismos y Voces afines en Iberorromance.  Madrid, Gredos,1999).

(2000)  Diego RUIZ MARÍN: «tahulla. En los regadíos de Lorca, medida de riego equivalente a una hora del caudal de una hila o casa» (Musso Valiente).- También en Callosa de Segura, Cox, Catral, Albatera y Granja de Rocamora. (Vocabulario de las Hablas Murcianas. Murcia 2000).

          (2001) DRAE: «atahúlla. Medida agraria usada principalmente para las tierras de regadío, equivalente a 1.118 ms².» (22ª ed.). «tahúlla. Alm. Gran. y Mur. atahúlla» A mi juicio, el DRAE debería de retirar la forma anticuada “atafulla”, por inexistente en la actualidad. Se documenta sólo en Murcia en  la Edad Media. Al menos, la prioridad de las formas debería ser inversa, remitiendo de atahúlla a tahulla, y no al revés, para evitar pérdida de tiempo al consultante 

(2003) Antonio ESCOBEDO RODRÍGUEZ: «tahulla. Trozo de tierra de cultivo (Huércal de Almería, Pechina, Viator). (Vocabulario Almeriense. Almería, Universidad, 2003).- Es muy extraña la ausencia de “tahulla” frente al Diccionario Almeriense, que la sitúa en Arboleas, o el Vocabulario Almeriense que la ubica en lugares próximos a la capital o el Vocabulario Andaluz (Almería, Granada y Murcia). Asimismo, es raro que falte “tahulla” en El habla de la cuenca del Almanzora, en El habla local de Albox, de Dolores García, y El habla de la Almería Oriental en la obra del poeta Alvarez de Sotomayor, de Joan Pierson Berenguer.

(2004) Emiliano HERNÁNDEZ CARRIÓN: «tahulla.- Medida usada para medir la extensión de la tierra. Se corresponde a 1.118 m². “He comprao una parcela de cuatro tahullas y media” (Palabra de calle. El léxico de Jumilla. Murcia, R. Academia Alfonso X el Sabio, 2004).- Del ejemplo se desprende que es de uso general como medida de superficie, no solo para tierras de riego.

(2007)  José María  RIVES GILABERT: «tahulla. Unidad de medida en la huerta equivalente a 1.185 metros (sic) en Callosa» (Diccionario Costumbrista Callosino y de la Vega Baja. Callosa de Segura, Ayuntamiento, 2007). «panocha.- Panoja. Mazorca de maíz. Era una fiesta el día dedicado a desperfollar las panochas”.- “paniso. El maíz que en nuestra huerta es muy sabroso, con el que se hacía el turrón de panizo y las palomitas».

Digresión Dialectal: «En el diario La Verdad, edición de Orihuela-Vega Baja, 30, 07.12, venía  un reportaje a toda plana, titulado “La fiebre del maíz invade la Vega”, firmado, desde Callosa, por Fernando Amat, sobre la recuperación del cultivo del panizo en la zona. Curiosamente, al hablar del fruto del panizo o maíz, solo emplea el término mazorca (5 veces), desconocido en Callosa y en todo el tercio oriental de la Península, desde Cataluña (donde se dice panotxa) y Valencia (donde se usa panotxa o panolla) y sur de Alicante (Orihuela) con Murcia y Almería (donde panocha es término exclusivo). Asimismo, no usa la voz general tahulla, como medida agraria, que sí utiliza el presidente de Asaja entrevistado. Ni tampoco se atreve a usar la palabra tradicional mozárabe panizo, anterior a la americana maíz. Tan autorizadas están en el DRAE las voces murcianas como sus equivalentes castellanas. Con ese ninguneo de las voces autóctonas, ¿cómo se puede pretender que se realce y subsista nuestra entrañable habla vernácula? ».

Catalán – Valenciano: Los Diccionarios catalanes recogen “tafulla”, asignándola a la parte meridional del País Valenciano. Igualmente los Diccionarios Valencianos traen “tafulla”, localizándola en el sur de la Comunidad Valenciana. En realidad, en el sur de la provincia de Alicante (vega del Segura y Villena), se emplea normalmente la forma murciana “tahulla”.

 

TEXTOS  LITERARIOS  E  HISTÓRICOS

 

(1621)  Francisco CASCALES (1564-1642): «Este riego de quatro leguas y media, que le toca a Murcia, hasta el término de Origuela, comprehende setenta y tres mil y ochocientas  y noventa y siete tahullas, sin otras muchas tierras que están empantanadas, unas, y otras llenas de monte y saladares, que se podían regar con poco trabajo, pues les sobra agua. Una tahulla de tierra es un quadrado de quarenta varas por cada lado, que multiplicadas en sí son mil y seiscientas varas, según la buena cuenta de Pedro Casquer, un hidalgo de esta ciudad, docto en geometría» (Discursos Históricos de la Ciudad de Murcia y su Reino. 4ª ed.  facs. de la 2ª de 1775. Murcia, Academia Alfonso X El Sabio, 1980, 330.- 1 ª ed. 1621).- «Una tahulla de tierra (que llamaron un tiempo los moros, i se quedó el vocablo Arábigo hasta hoy) es un quadrado de cuarenta varas por cada lado» (Francisco CASCALES, Cartas philologicas. Murcia, Luis Verós, 1634, p. 211).

(1741)  REPARTIMIENTO DE LORCA: «Fallaron para partir mil y seiscientas taullas de morgón… El número de taullas, cavallerías y peonías consta del dicho libro» (Pedro MOROTE, Antigüedades y Blasones de Lorca. Murcia 1741, 196). 

 (s. XVIII)  Ginés A. Gálvez Borgoñoz, «El miércoles se riega por jarros, tarde y madrugada; y el jueves, por tahullas» (Mussato Polihistor. Lorca 1991, 81).

(1750)  «El 10 de marzo de 1750 Bartolomé Campillo Pérez, sacristán y ermitaño del Carmen, da poder al presbítero don Roque Marín Falcón para que en su nombre otorgue testamento por no poder él realizarlo al estar imposibilitado. En una de las cláusulas dice que posee 17 tahullas y cuarta de tierra blanca con oliveras, viña y diversos árboles frutales en Trascastillo» (Juan González Castaño, Aproximación a la historia de la ermita y hermandad de Nuestra Señora del Carmen de la ciudad de Mula (Murcia). Murcia 1991, 26).

 (1842) «Huerto anejo al convento, de 7 tahullas 6/8/21 brazas huerta, con riego de acequia mayor de Puerta de Murcia, por el brazal de Bonanza, y 7 tahullas secano con 15 palmeras, 60 granados, 6 naranjos, 5 limoneros, 4 almendros y 9 higueras, arrendado por tres años a José Costa por 450 reales al año» (1842. Venta del convento de Sta. Ana, en A. Nieto, Orihuela en sus documentos, III. Los franciscanos en Orihuela, 177).

(1850) Pascual MADOZ: «Cada tahulla en la huerta de Alicante es un cuadro cuyos lados tienen 16 brazas de 6 palmos valencianos cada una: de consiguiente la tahulla consta de 256 brazas cuadradas» (Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España,  cit. en DCECH, s/v. tahulla).

(1960)  Ginés  GARCÍA  MARTÍNEZ: «El sistema métrico decimal no ha barrido las antiguas medidas. Aún tienen plena vigencia: la fanega de tierra, que según sea fanega secano o fanega riego, tiene 600 metros cuadrados o tiene 670 idem idem; la tahulla, las brazas y los celemines. Una fanega equivale a 3 tahullas, o a 256 brazas; y una tahulla, a 6 celemines» (El Habla de Cartagena. Murcia, Diputación, 1960, 277).- Extraña el que E. Cotorruelo no haya registrado tahulla.

 (1978) «La Junta de Aguas ha hecho una nueva derrrama de cien pesetas por tahulla” (José Martínez Sevilla, En Ayora. Temas y costumbres. Valencia, Diputación, 1978, 133).

(1991) «Otro azud es el llamado de “El Curtil” en el río Pliego, muy cerca de la Puebla. Era de tierra y estacas y servía únicamente para fertilizar unas cuantas tahúllas en las proximidades del artefacto» (Juan González  Castaño – Pedro Llamas Ruiz, El agua en la ciudad de Mula, siglos XVI-XX. Mula 1991, 16).

 (1993) «Al lado de este cuarto está el huerto, de una tahulla aproximada de extensión (unos 1.118 m2.), en el cual hay unos veinte árboles» (Juan González Castaño – M. Muñoz Clares, Historia del Real Monasterio de la Encarnación de RR. Clarisas de Mula (Murcia). Mula 1993, 65).

(1994) José Antonio MARÍN MATEOS: «Existen 35 tahúllas pertenecientes a capellanías y 300 tahúllas y 40 fanegas de secano de comunidades religiosas» (Aportaciones a la Historia de Ceutí. Ceutí, Ayuntamiento, 1994, 63).

(1996) «El 7 de noviembre de 1389, el Adelantado del Reino de Murcia, Alonso Yáñez Fajardo, adquiere al concejo de Mula las tierras que hay bajo la fortaleza de Alcalá, en total 794 tahúllas de riego y 451 fanegas de secano» (Juan González Fernández – Rafael González Fernández, Aproximación a la historia de los Baños de Mula. Mula, Ayuntamiento, 1996, 35).

(1996)  ««EDICTO. Don Diego Melgares de Aguilar y Moro, secretario del Juzgado de Primera Instancia número dos de Murcia. HACE SABER… Se trata de la finca siguiente rústica: Un trozo de tierra, secano olivar, situado en el término municipal de Murcia, Partido de Espinardo y sitio denominado Casa Blanca… Tiene una superficie de nueve áreas, cincuenta y dos centiáreas, once decímetros cuadrados, equivalentes a seis ochavas y veintiséis brazas aproximadamente. La finca descrita es el resto después de efectuar una segregación de la mayor siguiente: Rústica.- Tiene una cabida de una tahulla, tres ochavas y doce brazas, equivalentes a quince áreas, ochenta y nueve centiáreas y sesenta y nueve centiáreas… Dado en Murcia, a 27 de febrero de 1996. El Secretario» (La Verdad, diario de Murcia, 1/4/1996, 9).

 (1999) «Después de haber sembrado las cinco tahúllas de pepino que fueron creciendo hasta confundirse con las calabazas de cirigaita, de cuya pulpa se hace el cabello d

e ángel» (Salvador García Jiménez, n. de Cehegín, Sonajero de plata. Lorca 1999, 105).

 

 

DOCUMENTOS  MEDIEVALES Y PROTOCOLOS

 

(h. 1272)  «Et estas xiiii alfabas ganamos en C ataffullas de los obradores, que aviemos puesto en l alffabas… A maestro Viçent Cantero et a su fijo Jaymes ii ataffullas riba la carrera mayor, a sendos obradores… A Pasqual de las Moças et a Pero Andreu, texidor, iii ataffullas por dos obradores, et esto porque no era buena terra» (Repartimiento de Murcia, 5ª partición, h. 1272, p. 165).

(1275)  «Et cesserunt Capitulo Trescente e Quadraginte tafule in loco qui dicitur Albedel. Que taffule dividuntur per istos terminos qui sequntur per linguam vulgarem ut planius elucescant… (137) Et en este heredamiento que cayio al Elyto a Trezientas e diez taffulas que se dan por cient e cinquenta alffabas  Et en este heredamiento que cayio al Cabillo a Trezientas e Quareynta tafullas (138)» (Año 1275. Murcia. Escritura de partición y deslinde de las doscientas cincuenta tahullas que dio Alfonso X al obispo y cabildo de Cartagena (En latín y romance.) Se latiniza tafulla, como “taffule o tafule”, en J. García Soriano, Vocabulario del Dialecto Murciano,  Apéndice, pp. 137-138).

(1331) «Çenso por razon de çinco taffullas e media e çinco ochavas de tierra que de nos ende tiene a çenso en el Algualeja, huerta de Murçia» (1331-X-25, Murcia, Carta de venta de un censo, otorgada por Dolced Bonayvas y su esposa Usenda, a don Pedro de Peñaranda, obispo de Cartagena. A. C. M., perg. 77, doc. Nº 1, en Documentos del siglo XIV. Ed. de Isabel García Díaz. Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1989, p. 21).

(1350)  “Que pongan cada uno dellos tres tahullas de viñas” (1350-V-27. Ecija. Provisión de don Fadrique, maestre de Santiago, a Fernán Alonso, comendador de Aledo, ordenándole que reparta la tercera parte de la huerta de Aledo a  nuevos pobladores. A.H.N. Órdenes Militares. Archivo Histórico de Toledo, 59677, cit. en Documentos de los siglos XIV y XV. Señoríos de la Orden de Santiago. Ed. de Miguel Rodríguez Llopis (CODOM, 17). Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1991, p. 16).

(1397) «Diez tafullas de tierra e vinna, que puede ser la vinna fasta tres tafullas e media poco mas o menos, que yo he e tengo en la Renconada de Beniaján, huerta de Murçia… Las antedichas tafullas de tierra e vinna con arboles, plantas, çequias, aguas» (1397-X-29, Murcia. Imposición de censo sobre 10 tahullas de tierra en Beniaján, otorgada por Antón Escarrich, con cargo a Juan Ferrer y su esposa Catalina. Traslado en Murcia, 22-V-1433. A. C. M., lib. 258, 59 r, cit. en Documentos del siglo XIV (4). Archivo de la Catedral de Murcia. Ed. de Isabel García Díaz. Murcia, Academia Alfonso X El Sabio, 1989, 170).

(1751) «Un huerto cercado de tapias de nueve tahullas en el partido de las Peñuelas, puesto de verduras y frutales. Un cercado de 21 tahullas, en el Malecón, plantado de olivas y viñas, con riego de la Fuente del Oro. Trece tahullas en dos sotos, plantados de morera y tierra blanca, en el partido del Canadillo. Siete tahullas de moreral en el partido de Perdiguera. “Una labor de tierra secano de 184 fanegas, en varios trozos, con casa-cortijo y un pozo de agua viva, en los partidos del Valenciado, Benis y Carrasquilla” (Escritura de 2-1-1751 ante Juan Quílez Ochoa, bienes con que dotó la fundación del monasterio de clarisas de Cieza). “Dos tahullas y media en el pago del Estrecho” (30-11-1760). “Otra obra pía sobre 21 tahullas de viña y olivar en el pago de Ascoy” (donación de 1751) (Manuel de La Rosa González, El Monasterio de la Inmaculada Concepción de Cieza. Cieza, Monasterio, 1992, 166). – “Por unos arcos se accede al huerto monástico, de una tahulla de superficie donde se siguen cultivando árboles, hortalizas y flores» (O. c., 231).

(s. XVIII) «Ytem, un Moreral de dos taullas en el vrazal de la PicaderaYtem, una viña de tres taullas en Camino de Murcia con la oiaYtem, un olivar de una taulla en el pago de Camino MadaxYtem, un vancal de tierra blanca de dos taullas con una guirlanda de Morerasal derredor en el vrazal de la Noguera» (Testamento de Bárbara Tomás, viuda de Anton Estevan, de la Villa de Jumilla: Papeles familiares del P. Pedro Lozano, jumillano, en AFPCartagena. Murcia, Convento de La Merced).

(1911) «Art. 5ª. – Las tierras de la huerta se dividen o cuentan por tahullas, cuartales (sic), ochavas y brazas. Una tahulla tiene 1.600 varas cuadradas, o lo que es lo mismo, 246 brazas de a diez palmos castellanos. Una cuarta tiene 400 varas o 64 brazas. Una ochava 200 varas o 32 brazas. Una braza, 6 varas y cuarta superficiales» (Ordenanzas de la Huerta de Murcia, cit. en Zacarías Salazar, La agricultura en la provincia de Murcia. Madrid 1911,  148).

 (1925) «Los propietarios que no declarasen el número de tahullas que poseen, serán castigados con la multa máxima» (Reglamento, Cartilla y Ordenación Municipal de la Guardería Rural del término de Hellín. Hellín, Imp. R. Hermida, 1925, 43). «Los agricultores sujetos a contribuir estarán obligados a presentar una declaración jurada del número de tahullas que posean» (O. c., 45).

 

3.- H A B E R  /  H A I G A

 

 

La forma vulgar haiga, hoy residual en el habla rural y totalmente estigmatizada en el habla común, mantuvo una larga lucha frente a la culta haya, su contrincante, a tenor de los testimonios que aporto, cronológicamente ordenados.

(1725)  Libro Capitular de Cehegín: «Se les ayga de entregar la existente (f. 21 v.)… declaren lo que a su saber y entender aya existente … que los Lugares acopiados que aigan sacado el todo de la sal… que los lugares que no aygan sacado porzion alguna de sal de sus acopios (f. 22 v.) (AMCehegín. Instrucción Real de 6 febrero de 1725, inserta en Auto del Gobernador de Cieza, Ramón Félix de Benavente y Maldonado, de 16 de febrero de 1725). Es copia del original.

(1730) No sé cómo calificar este singularísimo caso de morfología diacrónica, si de confusionismo grafemático o de consciente eclecticismo ortográfico. Es sin duda el ejemplo más diáfano de un período anárquico, plagado de vacilaciones tanto en la ortografía como  en la morfología, al que pondrá fin la autoridad de la R. Academia. Nunca antes, en mi largo filologar, me había topado con un libro tan insólito y peregrino. Ahora bien, ¿a quién achacarle la culpa de tan extravagangte conducta? El autor, P. Fr.  Gerónimo GARCÍA, era nada menos que Vicario de Coro en el Convento de San Francisco de Murcia, o sea, el responsable de dirigir el canto y liturgia conventuales (Misa y Oficio divino), y a la vez el experto liturgista. En tan inaudito caso de ortografía mixta se combinan la forma medieval popular preacadémica y la culta, que sancionaría luego la R. Academia. ¿A quién se debe, al impresor o al autor, la decisión de entremezclar ambas formas  aiga y aya? Ni han de considerarse simples erratas tipográficas, pues, de haberlas advertido a tiempo el autor o el impresor, las habrían metido en la Tabla de Erratas. No es verosímil que el autor, por su cuenta y riesgo, permitiera el uso del vulgarismo-arcaismo aiga, alternando con la forma aya, ya generalizada en las primerías del XVIII. La aparición sorprendente de la forma vulgar aiga tuvo que deberse a poca cultura del impresor o más bien de los oficiales del taller, que acaso quisieron contentar  a todos los posibles lectores, mezclando curiosamente ambas formas, vulgar y culta (haiga-haya), sin conocimiento del autor. La obra fue distribuida a los conventos de la Provincia. De hecho aun se conservan ejemplares provenientes de las “librerías” de conventos, como Cehegín y Orihuela. Tampoco a los censores se les debe imputar la intrusa aiga, dado que ellos examinaban el texto manuscrito, antes de imprimirse, en el que tal vez no estuvieran los ayga. He aquí la ficha bibliográfica de la rarísima obra analizada: 

Compendio breve de las Ceremonias que usan los Religiosos de esta Santa Provincia de Cartagena, assi en el Coro, como en otros exercicios de Comunidad. Compuesto o Recopilado de varios Autores por el P. Fr. Geronimo Garcia, Predicador y Vicario de Coro en el Convento de N. P. San Francisco de Murcia. Impresso en Murcia, por Joseph Díaz, año de 1730. Aprobación de los PP. Fr. Pablo de los Ríos y Fr. Salvador Serón. Licencia de la Orden. Censura del R. P. Fr. Antonio Segovia Monteagudo, Lector de Teología. Texto. Tabla. Erratas.  (A. Martín, Apuntes bio-bibliográficos de Escritores de la Provincia de Cartagena, Murcia 1920,  147).

Examinemos pormenorizadamente el cuerpo del delito. La forma vulgar (h)ayga aparece 12 veces, frente a 10 veces la culta (h)aya. No creo que la mínima prevalencia numérica  de ayga indique  predilección del autor por la forma vulgar, pues 12 y 10 son cifras casi igualadas.   Intercalamos totalmente las citas de las dos formas, siguiendo el orden del discurso textual: «Qualquiera otra Missa que ayga fuera de la conventual (p. 11)… para que de esta suerte no ayga falta (13)… hasta que el Diacono aya tomado la Bendición (22)…esperará a que se ayga concluído toda la Incensación del Altar (24)… esperará a que se aya concluydo (25)… no hará en él genuflexión, si no es que ayga patente Sacramento (30)… aunque ayga otros Religiosos más dignos (37)… si no es que en el mismo Martirologio ayga algo en contrario (48)… Se postran todos en tierra hasta que ayga dicho Secundum carnem (50)… aunque se ayga dicho oficio parvo (52)… aunque aya quatro o seis (60)… aunque aya sola una oracion (61)… aunque la rubrica dize aya tres lienços (70)… aunque en el Altar aya alguna Cruz (70)…hasta que los ayga rociado (73)… aunque no aya Sacramento (74)… si no es que aya patente Sacramento (75)… hasta que el Sacerdote ayga consumido (77)… aunque ayga costumbre de lo contrario (106)… hasta que se aygan desnudado todos los Altares (107)... assi se aya de observar siempre (116)… para que aya en todos uniformidad (119)» . Obsérvese cómo a veces coinciden las dos formas en frases literalmente similares (24, se ayga concluido / 25, se aya concluydo; 30, que ayga patente Sacramento / 75, que aya patente Sacramento). Alude al Santísimo Sacramento expuesto en copón o la custodia.

En definitiva, este libro muestra inconcusamente la soterrada y multisecular lucha del habla vulgar contra la prepotente habla culta, siempre apoyada esta  por la R. Academia Española.

 (1734) Diccionario de AUTORIDADES: «Haber. Poseer, tener alguna cosa en su dominio. Es verbo anómalo; en el presente de subjuntico se dice Haya, que algunos barbaramente dicen Haiga» (Diccionario de la Lengua Castellana, por la R. Academia Española. IV. Madrid 1734). Menuda andanada le sacuden los empingorotados y empelucados aristócratas  académicos del XVIII al hirsuto y arcaico haiga, aburujado entre el vulgo. Pero, con todo, ahí sigue coleando el repelente palabro, atribuído al mítico nuevo rico inculto, que porfía en comprar el mejor coche (antaño caballo, hogaño jet) que haiga.

(1740)  Colegio San Leandro: «Quedando al cuidado del Señor Rector prefinir el tiempo en que hayan de ir a dar lección los que estudiasen fuera del Colegio algún instrumento, para lo que en él no haiga Maestro» (Constituciones del Colegio de San Leandro, Murcia, año 1740,  31).

(1758-1776)  José  Francisco de ISLA, sj.: «Ni le hay ni le ha habido ni es verisímil que jamás le hayga (Prólogo con morrión, p. 10)… Apenas se hallará tampoco, no digo religión, sino casa o comunidad tan reducida donde no haiga otros hombres sabios que lloren los desaciertos (21)… Supongamos que en nuestra nación haiga muchos predicadores Gerundios, indignos de ejercitar tan sagrado ministerio (30)… Aunque entre estos últimos, haiga algunos, que o no se proponen este fin, o no aciertan con los medios  (43)».- Pero en esta misma página, cita  El Verdadero Método de predicar según el espíritu del Evangelio, de Luis Abelly, obispo de Rodas: “No debe pues causar admiración haya tan pocos predicadores que conviertan”. Libro VI, cap. III, párrafo 28: «Dio por supuesto que el Buen Ladrón se llamaba Dimas y el Malo Gestas, sin embargo de que sobre el verdadero nombre de los dos haiga tanta variedad en los autores». Cap. IV, párr. 7: «Hácenos más fuerza la Constitución 65 de Paulo VI, en la cual se manda que “en todos los estudios de los regulares se enseñen las lenguas hebrea, griega y latina, y en los estudios más célebres haiga también maestros de la arábiga». Cap. IV, párr. 31: «Yo no sé si hay en España tal lugar de Pero Rubio, pero háigale, o no le haiga, es cierto que ni de tal lugar se hace mención en los manuscritos originales». Cap. IV, § 32: «No constando de estos originales ni que haiga tal lugar de Pero Rubio ni que se representen en él esos pasos teatrales, soy de sentir que debe reformar ese pasaje, o a lo menos no está muy seguro de que haya padecido alguna equivocación» (Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas. Madrid, Espasa-Calpe, 1969. I.  2ª ed.) - Es muy llamativo el uso de haiga en el eruditísimo escritor P. Isla. No creo haya que atribuirlo a descuido, sino a empleo consciente a favor de esa forma. Me he limitado a hacer unas calas en su famoso Fray Gerundio, al principio y final de la obra. He hallado passim o sea, algunas veces más el haiga, sin anotarlo. En las citas de otros autores suele conservar el haya. Merecería la pena revisar a fondo todas las obras del P. Isla, para comprobar su apego a la forma haiga. 

(1763) En las Actas de la antigua  Hermandad de  la Virgen de las Maravillas, de la parroquia de S. Pedro, de Murcia, reorganizada en 1763 y desaparecida a mediados del siglo XIX, encontramos “ayga (ff. 10 v-11 r.) y “aiga (f. 15 r.).

(1769) «Estas limosnas, antes de consumirlas dicho convento, puede retraerlas el donante, sin que aiga derecho de retenzion en los religiosos para no debolberlas (f. 82)… es mui de estrañar que sin haber prezedido las Justificaziones que se apetezen y dejo referidas, se aia prozedido a las ejecuziones despachadas contra mi parte (f. 85 v.)» (Obra pía de Isabel Terán, 14 –VII-1769, archivo  del convento de Cehegín).

(1771) El escribano del ayuntamiernto de Cehegín, Martín Manuel Sánchez Lorencio: «Manda anotar a cada uno el estado que goza procurando que no ayga queja ni agravio de parte» (AMCehegín. Libro de Repartimientos, 1770-1775, 20 febrero 1771, f. 39).

(1772) El escribano de Murcia,  Andrés Portillo Valcárcel: «En las regaderas no han de consentir haiga agua alguna, sino  en los días de riego» (AHMU, protocolo 3803, año 1772, f. 6).

(1773)  El mismo escribano de Cehegin, citado en 1771, Martín M. Sánchez Lorencio, con distinta letra: «Prebiene se anote a cada uno el estado que goze  procurando en todo no aia agravio» (AMCehegín. Libro de Repartimientos  1770-1775, 19 marzo 1773, f. 62).

(1784) Gaspar FERNÁNDEZ Y ÁVILA, párroco de Colmenar (Málaga): «Sólo hay que reseñar los vulgarismos generales habemos y haiga» (V, 103 y IV, 69, respectivamente). (La infancia de Jesucristo. Estudio y ed. crítica de F. Torres Montes, Granada, Universidad, 1987. 1ª ed. Málaga, 1784).

(1784)  «Una misa cantada y quatro rezadas anualmente y que todas precisamente se haygan de celebrar en dicha Capilla» (A. CatedralMurcia. Capellanías y Pías Memorias, nº 9). «que se haygan todas las misas así rezadas como cantadas de celebrar en la Capilla propria de las Santas Cruzes» (O. c., f. 7 v.).

(1787) Ramón DE LA CRUZ: «Felices, señora Paca / Javiera, con muchos gustos, / y los aumentos de gracia / que yo la deseo en vida / del difunto, que Dios haiga (p. 171)… - ¿Y si ninguno me saca? (a bailar) / -Yo sacaré para ti, / el mejor mozo que haiga (177)» (Las castañeras picadas. Sainetes. Barcelona, Edic. Orbis, 1988).  

(1812) Joaquín CHICO DE GUZMÁN escribe a su hermano Pedro (25 mayo 1812): «No dejo de recibir un gran consuelo el saber ha sido bien asistido (su padre fallecido), tanto en lo espiritual como en lo corporal, a efecto de los buenos oficios de F. Juan Baiona, que me ha alegrado mucho no aiga fallecido» (Juan González Castaño, Cuatro generaciones de una familia española. Los Chico de Guzman, 1736-1931. Murcia 2012, 262). El mencionado Joaquín, teniente del Regimiento Provincial de Lorca, pertenecía al estamento noble de Cehegín.

(1922) Mariano DE CAVIA, fino escritor purista ya descubrió, entre los vendedores de la Puerta del Sol, el uso persistente de los vulgarismos “haiga, diferiencia, ivierno, y ayer merendemos en la Bombi” (Limpia y fija. Madrid, Renacimiento, 1922, 152).

(1957) Enrique SAPORTA Y BEJA: Lavar que hayga, que salú no manca” (= Lavar que haya, que salud no falta). (Refranero sefardí oriental.

Madrid, CSIC, 1957, 112).

 (1974) Ángel ROSENBLAT, venezolano: «En el terreno gramatical, cuando coexisten dos formas se tiende hoy a considerar una de ellas como incorrecta: haiga era en la época clásica tan legítimo como haya (se apoyaba además en la analogía con caiga y traiga), y hoy es evidente vulgarismo. En la lucha por la existencia triunfa siempre una de las dos, y no siempre la más legítima» (Buenas y malas palabras en el castellano de Venezuela. II. Madrid, Editorial Mediterráneo, 1974, 127).

(1977) Pascual PASCUAL RECUERO: «ayga, presente subjuntivo de aber»  (Diccionario básico  ladino-español. Barcelona, Ameller, 1977, 21).

(1983) Manuel ALVAR – B. POTTIER: «El presente de subjuntivo evolucionó desde el clásico habeam al vulgar haiam que dio haya. Lo mismo que hemos señalado en el verbo ir, hay una forma analógica haiga» (Morfología Histórica del Español. Madrid, Gredos, 1983). (nota: “Virtualmente, cubre el dominio de todas las hablas vulgares de España y América” (Rosenblat, Notas, pp. 244-().

(1992)  Pascuala MOROTE MAGÁN: «Me presentas un traje mejor que el de mis hermanas y mejor que ninguno que haiga en el pueblo» (Cultura tradicional de Jumilla: Los Cuentos Populares. Murcia, R. Academia Alfonso X el Sabio, 1992, 228).

 

 

4.- FILOLOGANDO   EN   LISBOA

 

¿Qué hace un filólogo murciano en un lugar como ese, la  cosmopolita Lisboa, pululante de turistas extranjeros? Imposible  rehusar la invitación de un matrimonio amigo, mixto (español / portuguesa)? Dificulto que haya  sitio más pintiparado que la capital lisboeta para un buceo lingüístico  contrastivo. Y si da la casualidad de que el filólogo es un avezado andariego con querencia a escalar, sin duda que aquella geografía urbana (o mejor, orografía) es el terreno ideal para el montesino filólogo.

La gran ciudad lisboense es una cadena dual de sierras, partida en dos por una  lengua de tierra llana, que desemboca en el grandioso estuario del río Tajo. A la derecha, se alza el barrio Alfama, con empinadas  callejas  de escalones, que otrora fue la aljama judía, hoy coronada por el soberbio mirador de Nossa Senhora do Monte. A la izquierda, se yergue el barrio Chiado, con valientes tranvías que trepan raudos las pinas calles, hasta el  mirador  de San Pedro de Alcántara.

Me lanzo a filologar ao ar livre, ‘al aire libre’. Por doquier me salen al paso arcaismos, lo que nos hace retrotraernos al primitivo romance medieval. En la mismísima plaza del Rossio, centro neurálgico del tráfago comercial, me asombra una placa que reza: (Fulano de tal) Alfayate. Esta voz de origen arábigo, que significa ‘sastre’, me suena a castellano por los clásicos españoles, pero ya, en 1726, el Diccionario Académico lo considera arcaico. El término carro ‘coche’ es un caso peculiar de semántica, coincidente con el uso actual americano. Otro rasgo de arcaismo es la conservación de la f inicial, ausente del castellano, pero presente en las áreas peninsulares, occidental (gallego-leonesa) y oriental (catalanoaragonesa); así, falar ‘hablar’, farinha ‘harina’,  falcao ‘halcón’,  figo ‘higo’,  folha ‘hoja’,   fumo ‘humo’. 

Resaltan, a primera vista, ciertos aspectos del portugués, en contraste con el español: 1º Prevalencia de la v sobre la b (fava, livre, livro, cavalo, javalí, cavaleiro, palavra, vermelho). Este último vocablo  equivale a ‘rojo’ o “bermejo”, este ya obsoleto en  castellano.

2º Pérdida o caida de letras interiores, como cabelo, cebola, paroquia/pároco, sin olvidar proibido, que debería imitar el español. Me llamó la atención setembro, sin p, cognado de ‘setiembre’, como escribió la tríada Cervantes-Lope-Quevedo, antes de la R. Academia, grafía que  he reivindicado por largos años, y antes que yo, el gran Unamuno con especial vehemencia.

3º Abundan extrañas metátesis: bairro ‘barrio’, feira ‘feria’, noivo/a ‘novio/a’, raiva ‘rabia’, perguntar. Cada día me topaba, frente a mi casa, con un término que me resultaba estridente: cabeleireiro (de homens) ‘peluquero (de hombres)’.

Otro raro vocablo que me chocaba  muchísimo es  fechado (nada de fechar o datar), sino  ‘cerrado’, frecuente en avisos de oficinas y edificios públicos.

Al cruzar el umbral de un restaurante, si oyes  gritar ¡Una faca, por favor!, te puede dar un susto de muerte, Y sin embargo, el espantoso vocablo faca, que para nosotros es especialmente andaluz o gitanesco, en portugués es el normal y corriente para el ordinario cuchillo de mesa. Y si miras a la pizarra del menú, la sorpresa para el lingüista es inevitable. Allí,  predomina el bacalhau, forma coincidente con el ‘bacallao’ del Siglo de Oro, empleada por nuestros clásicos, única forma recogida en Covarrubias y hasta en el DRAE (1726). Y hablando de alimentos, ¿a quién se le ocurre llamar  presunto, al honrado jamón, como si fuera un delincuente?

No podían faltar latinismos claros. Tales: cemiterio, más  acorde al étimo grecolatino, sin n adventicia; proprio, conservado todavía en español en el Diccionario de Autoridades (1737), óculos  ‘gafas’, câo ‘perro’ (de canis).

 Entre la pesca de vocablos, aparecen también algunos extranjerismos, como los galicismos greve ‘huelga’ y creche ‘guardería’, o los anglicismos, Nova Iorque, blogue, craque, futebol, bien adaptados a la ortografía portuguesa.

Incluso, hasta con un poco de suerte, puedes escuchar algún murcianismo típico como ‘maracatoes’. Y, ¿quién podía imaginar que en portugués sobrevive, hablado y escrito, el entrañable aletría, que el Diccionario del Español Actual (1999) ha eliminado, pero el DRAE (2001)  lo mantiene así: «Mur. Fideo (especie de pasta)».

¡Y la traca final! ¡Oído al parche! A los adictos al Diccionario “acientífico” murciano podría darles un patatús al oir en portugués el seudomurcianismo de marras,  espichar  ‘morir’ (morrer).