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MURCIANISMOS GENUINOS
Francisco Gómez Ortín
(Universidad
de Murcia)
1.- RAMEL / RAMELES
Aunque
esta insólita palabra ramel
pudiera a alguno parecerle qué me sé yo si yemení, en realidad se trata de un
sonoro murcianismo toponímico, cuya área de difusión
compartida se localiza, concretamente, en los términos municipales de Calasparra y Mula. Y ahora que caigo, he puesto yemení al
tuntún, pero resulta que el tal vocablo murciano es tan árabe como la mezquita
de Córdoba, y quién sabe si hoy en día lo emplean desde Marruecos hasta el
mismísimo Yemen.
Definimos
la peregrina voz ramel,
como ‘vaguada, ramblizo o riachuelo, que
a través de un paraje arenoso y salitroso, desemboca al río y pantano del Quípar’. Se ubican los rameles en
la margen derecha del río, y, aunque
nacen en el término de Mula, pertenecen mayormente al de Calasparra.
Los principales rameles cuentan con sendos nombres
propios específicos.
Que
yo sepa, hasta ahora nadie había calificado, como tal, el arabismo ramel ‘arena’, que posee la misma raíz
(r/m/l) de su pariente muy cercano rambla
(del ár. rámla) ‘arenal’. Siempre he suplido mi escaso conocimiento
del árabe con una sutil intuición. Hace años que adquirí ya la certeza del origen arábigo de este microtopónimo murciano, pues conocía perfectamente que en
árabe marroquí remel
o r’mel
significa ‘arena’ (Normas de
transcripción del árabe vulgar. Tetuán 1943, p. 28, y Vocabulario de árabe marroquí de la zona española de Marruecos, por
C. B. C. Larache, Editora Marroquí, h. 1945). Es el
único arabismo, de cuyo descubrimiento absoluto podría ufanarme, pese a mi casi
analfabetismo árabe. Por supuesto, no aparece entre los derivados intrarrománicos del monumental Diccionario de Arabismos y voces afines en Iberorromance
(Madrid, Gredos, 1999) del catedrático Federico Corriente. Asimismo, lo
excluí adrede de mi Vocabulario del
Noroeste Murciano (Murcia 1991), por considerar entonces a ramel solamente
un topónimo, y no sustantivo común, siendo un claro hidrónimo, al igual que su cognado mayor rambla.
La
primera noticia que tuve de los rameles fue por una copla antigua, que me proporcionó un
entrañable amigo, Cristóbal Abril, de Valentín (Calasparra),
la que naturalmente incluí en mi obra Folclore
del Noroeste Murciano. II. Cancionero. (Murcia, Edit. Espigas, 2003). Reza
así la cuarteta:
“Dicen los cagitaneros
que no se van a morir;
porque han visto en los rameles
una acelga relucir”.
(El
coplero se guasea del hambre que sufrían antaño los habitantes del Campo de Cagitán, en temporadas de mala cosecha).
Me
atrevo a hurtarle a mi amigo, el calasparreño Alonso
Torrente, escritor y fotógrafo, los detalles que aporta sobre los rameles, en su fabulosa obra La magia de Cagitán (2007). Copiamos.
«Las surgencias salinas que conforman los tres brazos fluviales, rameles, que vierten al pantano del Quípar, sitiados por una tupida vegetación de matorrales
halófilos, adaptados a los rigores del estrato salitroso de sus cursos: Ramel de los Gorgoncillos,
también llamado de las Contiendas, Ramel del Pozuelo
y Ramel del Hoyo (p. 13)… Los serpenteantes rameles vierten la parva carga que portan sus cuérnagos
(=canalillos) en esta cazuela casi colmatada por los arrastres» (p. 86) La
cazuela alude al pantano de Alfonso XIII o del Quípar.
En su Glosario final, Torrente define el inédito vocablo ramel: “brazo fluvial
salitroso”.
Cuento,
asimismo, con otra descripción de los rameles más antigua, de un ilustre muleño,
el presbítero e historiador Antonio Sánchez Maurandi:
«En el campo de Cagitán nacen los rameles,
riachuelos de agua salobre y llenos de carrizales, cuyas aguas aprovechan para
los ganados y para algunos terrenos dedicados al cultivo de la alfalfa; estos rameles se internan en el término de Calasparra,
donde se unen con el río Quípar» (Historia de Mula. vol. I. Murcia 1955,
11). Estos nuevos datos geográficos ayudan a perfilar con más exactitud el
contorno conceptual del significante ramel.
FUENTE CAPUTA
(Información de internet)
La
vinculación de este paraje con temas hidráulicos es bien antigua, pues los
romanos levantaron una presa en los comienzos de la vertiente de la que aún
pueden observarse restos. Desde Fuente Caputa se
atraviesan los Llanos del Ardal, un paraje solitario
y esquinado entre sierras y laderas umbrosas. Al enlazar con la carretera que
une Calasparra y Mula, se toma una vía pecuaria hacia
Fuente Caputa. Se trata de uno de los pocos humedales
que le quedan al campo o meseta del Cagitán.
El
Cagitán tiene su propia personalidad. En el Norte, la
hondonada del Quípar recoge todas sus aguas, que son
drenadas por los rameles
o extensas vaguadas que conducen la escorrentía hacia el pantano. Existe un
Vértice geodésico (
2.- TAHULLA, VOCABLO PRIVATIVO DEL
ESPAÑOL MURCIANO
El
vocablo tahulla es, sin duda, la palabra murciana
mejor documentada, y de más largo uso diacrónico, desde el siglo XIII hasta la
mismísima actualidad sincrónica del siglo XXI, y en obstinada rebeldía contra
el ya secular Sistema Métrico Decimal. Es este uno de los murcianismos de más
raigambre, de clara etimología árabe y de absoluta vigencia en todos los
niveles de las hablas murcianas. Su isoglosa abarca la moderna región de Murcia
y zonas limítrofes de influencia, o sea, el área tradicional del dialecto murciano. Comprende sobre todo
la cuenca del Segura, excepto incomprensiblemente la zona nororiental de Jaén,
donde nace precisamente el Segura (Santiago-Pontones). En las Huertas de Murcia
y Orihuela se sigue usando única o preferentemente la tahulla
como medida agraria o de superficie. El término se extiende por toda la cuenca
del Segura (Lorca, Hellín), Jumilla, pero no
Yecla (solo “jornal”, 6 tahullas) ni por
tierras de Albacete (Nerpio, Yeste),
ni en ciertos enclaves de Almería.
REPASO LEXICOGRÁFICO
(1739)
RAE: «tahulla.
Espacio de tierra de sembradío, que corresponde con poca diferencia a la sexta
parte de una fanega. Es voz usada en el Reino de Murcia» (Diccionario de Autoridades, VI. Madrid, 1739).
(1872)
Javier FUENTES PONTE: «tahulla. Espacio
de tierra, cuya unidad de superficie es la usada para el cultivo de la huerta
de Murcia, y corresponde próximamente a la sexta parte de una fanega; la forma
un cuadrado de 40 varas de lado» (Vocabulario,
en Murcia que se fue. Madrid 1872).
(1919)
Alberto SEVILLA: «Medida agraria equivalente a mil seiscientas varas cuadradas,
o sea, 11 áreas y 18 centiáreas» (Vocabulario
Murciano. 2ª ed. Murcia 1990).
(1932)
Justo GARCÍA SORIANO: «Medida agraria de 40 varas de lado o 1600
superficiales, equivalentes a 11 áreas y
18 centiáreas. Solo se usa en los pueblos de la vega del Segura (Ús. t. en Valencia)» (Vocabulario
del Dialecto Murciano. Madrid, RAE, 1932). - Es inexacto el dato sobre el
uso en Valencia, pues allí no se emplea la voz murciana tahulla,
sino la equivalente valenciana tafulla.
(1951)
A. ALCALÁ VENCESLADA: «Medida agraria que tiene 11 áreas y 18 centiáreas
(Almería, Granada y Murcia)» (Vocabulario
Andaluz. 2ª ed. Madrid, 1951). No
ALEA ni VNOAnd.
(1974) José GUILLÉN GARCÍA: «tahulla. Medida agraria
equivalente a
(1976) Máximo TORREBLANCA ESPINOSA: «tahulla (Sax y Villena).-
Medida agraria, equivalente a 812 (sic) ms. cuadrados. El DRAE recoge
esta medida, sin especificar su equivalencia, en Almería, Granada y Murcia. En
la vega baja del Segura equivale a 11 áreas, 18 centiáreas (Soriano); aparece
en el vocabulario de Sevilla, sin equivalencia. Úsase en Cartagena, donde
equivale a 6 celemines (Martínez). Bajo la denominación de “tafulla”
se conserva como medida agraria en la parte meridional de la región
valenciana.- En 1892 un periódico villenense trae una relación de los múltiplos
y submúltiplos de la tahulla, que se conservan en su
mayoría: jornal, media, cuarta, octava» (Estudio
del Habla de Villena y su comarca. Alicante, Diputación Provincial, 1976,
210).- “jornal (de labra). Medida
agraria equivalente a seis tahullas. Su nombre se
deriva de la extensión de viñedo que una mula puede labrar en un día. El jornal
equivale a la extensión ocupada por 1.200 cepas” (O. c., 211).
(1982)
Francisco José RUEDA CASSINELLO: «tahulla. Medida superficial de regadío (
(1991) Joan COROMINAS – José A. PASCUAL: « tahulla. ‘Medida
agraria que equivale a cerca de una sexta parte de fanega’, gran., almer.,, murc., probablemente del
hispano-ár. tahwila ‘campo, pieza de tierra’, 1ª doc. atahulla, ataulla, atafulla, docs. murc. de 1272 y taffulla, taffula y tafulla, de 1293 y
1311» (Diccionario Crítico Etimológico
Castellano e Hispánico= DCECH, t. V,
Madrid, Gredos, 1991).
(1991) Francisco GÓMEZ ORTÍN: «tahulla. Medida
agraria, usada para tierras de regadío, que tiene 11 áreas y 18 centiáreas, o
(1993)
José María SOLER GARCÍA: «tahulla. Medida agraria de 32 varas lineales o 1024 varas
cuadradas, equivalente a 8 áreas y 52 centiáreas. Sobre las diferencias entre
la tahulla de Villena y la de la región murciana
donde se usa, véase un artículo publicado en El Bordoño por José Chanzá
(“Comprende la demarcación de
(1999)
Manuel SECO – O. ANDRÉS – G. RAMOS: «tahúlla.
(regional). Medida agraria que equivale aproximadamente a 11 áreas. // BOE
9.1.75: Descripción de las fincas hipotecadas en Dolores-Orihuela, Callosa del Segura: Tierra con riego de las
robas de Banimanco o Banimancoix
de una hectárea, 59 áreas, 67 centiáreas, equivalentes a 13 tahullas
de tierra huerta, en término de Callosa de Segura» (Diccionario
del Español Actual. 2ª ed. actualizada. Madrid, Aguilar, 2011= DEA). Es raro que el mismo BOE tenga
que recurrir al regionalismo “tahúlla”, para la mejor inteligencia de los
interesados, lo que prueba la vigencia sincrónica del vocablo murciano.
(1999)
Federico CORRIENTE: «tafulla
(val.) y (a)tahúlla (cs.) ‘medida de agrimensura’; del and. tahwila ‘parcela
o su extensión’, evolución semántica del neoár. tahwil
‘barbecho’. (Diccionario de Arabismos y
Voces afines en Iberorromance. Madrid, Gredos,1999).
(2000) Diego RUIZ MARÍN: «tahulla. En los regadíos de
Lorca, medida de riego equivalente a una hora del caudal de una hila o casa» (Musso Valiente).- También en Callosa de Segura, Cox, Catral, Albatera y Granja de
Rocamora. (Vocabulario de las Hablas
Murcianas. Murcia 2000).
(2001) DRAE: «atahúlla. Medida agraria usada principalmente para las tierras de
regadío, equivalente a 1.118 ms².» (22ª ed.). «tahúlla. Alm. Gran. y Mur. atahúlla» A mi juicio, el DRAE debería
de retirar la forma anticuada “atafulla”, por
inexistente en la actualidad. Se documenta sólo en Murcia en
(2003)
Antonio ESCOBEDO RODRÍGUEZ: «tahulla. Trozo de tierra de cultivo (Huércal
de Almería, Pechina, Viator). (Vocabulario
Almeriense. Almería, Universidad, 2003).- Es muy extraña la ausencia de “tahulla” frente al Diccionario
Almeriense, que la sitúa en Arboleas, o el Vocabulario Almeriense que la ubica en lugares próximos a la
capital o el Vocabulario Andaluz
(Almería, Granada y Murcia). Asimismo, es raro que falte “tahulla”
en El habla de la cuenca del Almanzora,
en El habla local de Albox, de
Dolores García, y El habla de
(2004)
Emiliano HERNÁNDEZ CARRIÓN: «tahulla.- Medida usada para medir la extensión de la tierra.
Se corresponde a
(2007) José María
RIVES GILABERT: «tahulla.
Unidad de medida en la huerta equivalente a
Digresión Dialectal: «En
el diario
Catalán – Valenciano:
Los Diccionarios catalanes recogen “tafulla”,
asignándola a la parte meridional del País Valenciano. Igualmente los
Diccionarios Valencianos traen “tafulla”,
localizándola en el sur de
TEXTOS LITERARIOS
E HISTÓRICOS
(1621) Francisco CASCALES (1564-1642): «Este riego
de quatro leguas y media, que le toca a Murcia, hasta
el término de Origuela, comprehende setenta y tres
mil y ochocientas y noventa y siete tahullas, sin otras muchas tierras que están empantanadas,
unas, y otras llenas de monte y saladares, que se podían regar con poco
trabajo, pues les sobra agua. Una tahulla de tierra
es un quadrado de quarenta
varas por cada lado, que multiplicadas en sí son mil y seiscientas varas, según
la buena cuenta de Pedro Casquer, un hidalgo de esta
ciudad, docto en geometría» (Discursos
Históricos de
(1741) REPARTIMIENTO DE LORCA: «Fallaron para partir
mil y seiscientas taullas de morgón… El número de taullas, cavallerías y peonías
consta del dicho libro» (Pedro MOROTE, Antigüedades
y Blasones de Lorca. Murcia 1741, 196).
(s. XVIII)
Ginés A. Gálvez Borgoñoz, «El miércoles se
riega por jarros, tarde y madrugada; y el jueves, por tahullas»
(Mussato Polihistor.
Lorca 1991, 81).
(1750) «El 10 de marzo de 1750 Bartolomé Campillo
Pérez, sacristán y ermitaño del Carmen, da poder al presbítero don Roque Marín
Falcón para que en su nombre otorgue testamento por no poder él realizarlo al
estar imposibilitado. En una de las cláusulas dice que posee 17 tahullas y cuarta de tierra blanca con oliveras, viña y
diversos árboles frutales en Trascastillo» (Juan
González Castaño, Aproximación a la
historia de la ermita y hermandad de Nuestra Señora del Carmen de la ciudad de
Mula (Murcia). Murcia 1991, 26).
(1842) «Huerto anejo al convento, de 7 tahullas 6/8/21 brazas huerta, con riego de acequia mayor
de Puerta de Murcia, por el brazal de Bonanza, y 7 tahullas
secano con 15 palmeras, 60 granados, 6 naranjos, 5 limoneros, 4 almendros y 9
higueras, arrendado por tres años a José Costa por 450 reales al año» (1842.
Venta del convento de Sta. Ana, en A. Nieto, Orihuela en sus documentos, III. Los franciscanos en Orihuela, 177).
(1850)
Pascual MADOZ: «Cada tahulla en la huerta de Alicante
es un cuadro cuyos lados tienen 16 brazas de 6 palmos valencianos cada una: de
consiguiente la tahulla consta de 256 brazas
cuadradas» (Diccionario
geográfico-estadístico-histórico de España,
cit. en DCECH, s/v. tahulla).
(1960) Ginés
GARCÍA MARTÍNEZ: «El sistema
métrico decimal no ha barrido las antiguas medidas. Aún tienen plena vigencia:
la fanega de tierra, que según sea fanega secano o fanega riego, tiene
(1978) «
(1991)
«Otro azud es el llamado de “El Curtil” en el río
Pliego, muy cerca de
(1993) «Al lado de este cuarto está el huerto,
de una tahulla aproximada de extensión (unos
(1994)
José Antonio MARÍN MATEOS: «Existen 35 tahúllas pertenecientes a capellanías y
300 tahúllas y 40 fanegas de secano de comunidades religiosas» (Aportaciones a
(1996)
«El 7 de noviembre de 1389, el Adelantado del Reino de Murcia, Alonso Yáñez
Fajardo, adquiere al concejo de Mula las tierras que hay bajo la fortaleza de
Alcalá, en total 794 tahúllas de riego y 451 fanegas de secano» (Juan González
Fernández – Rafael González Fernández, Aproximación
a la historia de los Baños de Mula. Mula, Ayuntamiento, 1996, 35).
(1996) ««EDICTO. Don Diego Melgares de Aguilar y
Moro, secretario del Juzgado de Primera Instancia número dos de Murcia. HACE
SABER… Se trata de la finca siguiente rústica: Un trozo de tierra, secano
olivar, situado en el término municipal de Murcia, Partido de Espinardo y sitio
denominado Casa Blanca… Tiene una superficie de nueve áreas, cincuenta y dos
centiáreas, once decímetros cuadrados, equivalentes a seis ochavas y veintiséis
brazas aproximadamente. La finca descrita es el resto después de efectuar una
segregación de la mayor siguiente: Rústica.- Tiene una cabida de una tahulla, tres ochavas y doce brazas, equivalentes a quince
áreas, ochenta y nueve centiáreas y sesenta y nueve centiáreas… Dado en Murcia,
a 27 de febrero de 1996. El Secretario» (
(1999) «Después de haber sembrado las cinco
tahúllas de pepino que fueron creciendo hasta confundirse con las calabazas de cirigaita, de cuya pulpa se hace el cabello d
e
ángel» (Salvador García Jiménez, n. de Cehegín, Sonajero de plata. Lorca 1999, 105).
DOCUMENTOS MEDIEVALES Y PROTOCOLOS
(h.
1272) «Et estas xiiii
alfabas ganamos en C ataffullas de los obradores, que
aviemos puesto en l alffabas… A maestro Viçent Cantero et a su fijo Jaymes
ii ataffullas riba la
carrera mayor, a sendos obradores… A Pasqual de las Moças et a Pero Andreu, texidor, iii ataffullas por dos obradores,
et esto porque no era buena terra» (Repartimiento de Murcia, 5ª partición,
h. 1272, p. 165).
(1275) «Et cesserunt
Capitulo Trescente e Quadraginte
tafule in loco qui dicitur Albedel. Que taffule dividuntur per istos terminos qui sequntur per linguam vulgarem ut planius elucescant… (137) Et en
este heredamiento que cayio al Elyto
a Trezientas e diez taffulas
que se dan por cient e cinquenta
alffabas… Et
en este heredamiento que cayio al Cabillo a Trezientas e Quareynta tafullas (138)» (Año 1275. Murcia. Escritura de partición y deslinde de las doscientas cincuenta tahullas que dio Alfonso X al obispo y cabildo de Cartagena
(En latín y romance.) Se latiniza tafulla, como “taffule o tafule”, en J. García
Soriano, Vocabulario del Dialecto
Murciano, Apéndice, pp. 137-138).
(1331)
«Çenso por razon de çinco taffullas e media e çinco ochavas de tierra que de nos ende tiene a çenso en el Algualeja, huerta de Murçia» (1331-X-25, Murcia, Carta de venta de un censo, otorgada por Dolced
Bonayvas y su esposa Usenda,
a don Pedro de Peñaranda, obispo de Cartagena. A. C. M., perg.
77, doc. Nº 1, en Documentos del siglo
XIV. Ed. de Isabel García Díaz. Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1989,
p. 21).
(1350) “Que pongan cada uno dellos
tres tahullas de viñas” (1350-V-27. Ecija. Provisión de
don Fadrique, maestre de Santiago, a Fernán Alonso, comendador de Aledo,
ordenándole que reparta la tercera parte de la huerta de Aledo a nuevos pobladores. A.H.N. Órdenes Militares.
Archivo Histórico de Toledo, 59677, cit. en Documentos
de los siglos XIV y XV. Señoríos de
(1397)
«Diez tafullas de tierra e vinna,
que puede ser la vinna fasta tres tafullas
e media poco mas o menos, que yo he e tengo en
(1751)
«Un huerto cercado de tapias de nueve tahullas en el
partido de las Peñuelas, puesto de verduras y frutales. Un cercado de 21 tahullas, en el Malecón, plantado de olivas y viñas, con
riego de
(s.
XVIII) «Ytem, un Moreral de dos taullas
en el vrazal de
(1911)
«Art. 5ª. – Las tierras de la huerta se dividen o cuentan por tahullas, cuartales (sic), ochavas y brazas. Una tahulla tiene 1.600 varas cuadradas, o lo que es lo mismo,
246 brazas de a diez palmos castellanos. Una cuarta tiene 400 varas o 64
brazas. Una ochava 200 varas o 32 brazas. Una braza, 6 varas y cuarta
superficiales» (Ordenanzas de
(1925) «Los propietarios que no declarasen el
número de tahullas que poseen, serán castigados con
la multa máxima» (Reglamento, Cartilla y
Ordenación Municipal de
3.- H A B E R / H A
I G A
La
forma vulgar haiga, hoy residual en
el habla rural y totalmente estigmatizada en el habla común, mantuvo una larga
lucha frente a la culta haya, su
contrincante, a tenor de los testimonios que aporto, cronológicamente
ordenados.
(1725) Libro Capitular de Cehegín:
«Se les ayga de entregar la existente (f. 21 v.)…
declaren lo que a su saber y entender aya existente … que los Lugares acopiados
que aigan sacado el todo de la sal… que los lugares
que no aygan sacado porzion
alguna de sal de sus acopios (f. 22 v.) (AMCehegín. Instrucción Real de 6 febrero de 1725,
inserta en Auto del Gobernador de Cieza, Ramón Félix de Benavente y Maldonado,
de 16 de febrero de 1725). Es copia del original.
(1730)
No sé cómo calificar este singularísimo caso de morfología diacrónica, si de
confusionismo grafemático o de consciente
eclecticismo ortográfico. Es sin duda el ejemplo más diáfano de un período
anárquico, plagado de vacilaciones tanto en la ortografía como en la morfología, al que pondrá fin la
autoridad de
Compendio breve de las
Ceremonias que usan los Religiosos de esta Santa Provincia de Cartagena, assi en el Coro, como en otros exercicios
de Comunidad. Compuesto o Recopilado de varios Autores por el P. Fr. Geronimo Garcia, Predicador y Vicario
de Coro en el Convento de N. P. San Francisco de Murcia. Impresso en Murcia, por Joseph Díaz, año de 1730.
Aprobación de los PP. Fr. Pablo de los Ríos y Fr. Salvador Serón. Licencia de
Examinemos
pormenorizadamente el cuerpo del delito. La forma vulgar (h)ayga aparece 12 veces, frente a
10 veces la culta (h)aya. No creo
que la mínima prevalencia numérica de ayga
indique predilección del autor por la
forma vulgar, pues 12 y 10 son cifras casi igualadas. Intercalamos totalmente las citas de las dos
formas, siguiendo el orden del discurso textual: «Qualquiera
otra Missa que
ayga fuera de la conventual (p. 11)… para que de
esta suerte no ayga
falta (13)… hasta que el Diacono aya
tomado
En
definitiva, este libro muestra inconcusamente la soterrada y multisecular lucha
del habla vulgar contra la prepotente habla culta, siempre apoyada esta por
(1734) Diccionario
de AUTORIDADES: «Haber. Poseer,
tener alguna cosa en su dominio. Es verbo anómalo; en el presente de subjuntico se dice Haya,
que algunos barbaramente dicen Haiga» (Diccionario de
(1740) Colegio San Leandro: «Quedando al cuidado del
Señor Rector prefinir el tiempo en que hayan
de ir a dar lección los que estudiasen fuera del Colegio algún instrumento,
para lo que en él no haiga Maestro»
(Constituciones del Colegio de San
Leandro, Murcia, año 1740, 31).
(1758-1776) José
Francisco de ISLA, sj.: «Ni le hay ni le ha
habido ni es verisímil que jamás le hayga (Prólogo
con morrión, p. 10)… Apenas se hallará tampoco, no digo religión, sino casa o
comunidad tan reducida donde no haiga otros hombres sabios que lloren los
desaciertos (21)… Supongamos que en nuestra nación haiga muchos predicadores
Gerundios, indignos de ejercitar tan sagrado ministerio (30)… Aunque entre
estos últimos, haiga algunos, que o no se proponen este fin, o no aciertan con
los medios (43)».- Pero en esta misma
página, cita El Verdadero Método de predicar según el espíritu del Evangelio, de
Luis Abelly, obispo de Rodas: “No debe pues causar
admiración haya tan pocos predicadores que conviertan”. Libro VI, cap. III,
párrafo 28: «Dio por supuesto que el Buen Ladrón se llamaba Dimas y el Malo
Gestas, sin embargo de que sobre el verdadero nombre de los dos haiga tanta
variedad en los autores». Cap. IV, párr. 7: «Hácenos
más fuerza
(1763)
En las Actas de la antigua Hermandad
de
(1769)
«Estas limosnas, antes de consumirlas dicho convento, puede retraerlas el donante,
sin que aiga derecho de retenzion
en los religiosos para no debolberlas (f. 82)… es mui de estrañar que sin haber prezedido las Justificaziones que
se apetezen y dejo referidas, se aia
prozedido a las ejecuziones
despachadas contra mi parte (f. 85 v.)» (Obra
pía de Isabel Terán, 14 –VII-1769, archivo
del convento de Cehegín).
(1771)
El escribano del ayuntamiernto de Cehegín,
Martín Manuel Sánchez Lorencio: «Manda anotar a cada
uno el estado que goza procurando que no ayga queja
ni agravio de parte» (AMCehegín. Libro de Repartimientos, 1770-1775, 20 febrero
(1772)
El escribano de Murcia, Andrés Portillo
Valcárcel: «En las regaderas no han de consentir haiga agua alguna, sino en los días de riego» (AHMU, protocolo 3803,
año
(1773) El mismo escribano de Cehegin,
citado en 1771, Martín M. Sánchez Lorencio, con
distinta letra: «Prebiene se anote a cada uno el
estado que goze
procurando en todo no aia agravio» (AMCehegín. Libro de
Repartimientos 1770-1775, 19 marzo
(1784)
Gaspar FERNÁNDEZ Y ÁVILA, párroco de Colmenar (Málaga): «Sólo hay que reseñar
los vulgarismos generales habemos y haiga» (V, 103 y IV, 69,
respectivamente). (La infancia de
Jesucristo. Estudio y ed. crítica de F. Torres Montes, Granada, Universidad,
1987. 1ª ed. Málaga, 1784).
(1784) «Una misa cantada y quatro
rezadas anualmente y que todas precisamente se haygan
de celebrar en dicha Capilla» (A. CatedralMurcia. Capellanías y Pías Memorias, nº 9).
«que se haygan todas las misas así rezadas como
cantadas de celebrar en
(1787)
Ramón DE
(1812)
Joaquín CHICO DE GUZMÁN escribe a su hermano Pedro (25 mayo 1812): «No dejo de
recibir un gran consuelo el saber ha sido bien asistido (su padre fallecido),
tanto en lo espiritual como en lo corporal, a efecto de los buenos oficios de
F. Juan Baiona, que me ha alegrado mucho no aiga fallecido» (Juan González Castaño, Cuatro generaciones de una familia española.
Los Chico de Guzman, 1736-1931. Murcia 2012,
262). El mencionado Joaquín, teniente del Regimiento Provincial de Lorca,
pertenecía al estamento noble de Cehegín.
(1922)
Mariano DE CAVIA, fino escritor purista ya descubrió, entre los vendedores de
(1957)
Enrique SAPORTA Y BEJA: “Lavar que hayga, que salú no manca” (=
Lavar que haya, que salud no falta). (Refranero sefardí oriental.
Madrid,
CSIC, 1957, 112).
(1974) Ángel ROSENBLAT, venezolano: «En el
terreno gramatical, cuando coexisten dos formas se tiende hoy a considerar una
de ellas como incorrecta: haiga era
en la época clásica tan legítimo como haya
(se apoyaba además en la analogía con caiga y traiga), y hoy es evidente
vulgarismo. En la lucha por la existencia triunfa siempre una de las dos, y no
siempre la más legítima» (Buenas y malas
palabras en el castellano de Venezuela. II. Madrid, Editorial Mediterráneo,
1974, 127).
(1977)
Pascual PASCUAL RECUERO: «ayga, presente subjuntivo de aber» (Diccionario
básico ladino-español. Barcelona, Ameller, 1977, 21).
(1983)
Manuel ALVAR – B. POTTIER: «El presente de subjuntivo evolucionó desde el
clásico habeam al vulgar haiam
que dio haya. Lo mismo que hemos
señalado en el verbo ir, hay una forma analógica haiga» (Morfología Histórica
del Español. Madrid, Gredos, 1983). (nota: “Virtualmente, cubre el dominio
de todas las hablas vulgares de España y América” (Rosenblat, Notas, pp. 244-().
(1992) Pascuala MOROTE MAGÁN: «Me presentas un traje
mejor que el de mis hermanas y mejor que ninguno que haiga en el pueblo» (Cultura
tradicional de Jumilla: Los Cuentos Populares. Murcia, R. Academia Alfonso
X el Sabio, 1992, 228).
4.- FILOLOGANDO EN
LISBOA
¿Qué
hace un filólogo murciano en un lugar como ese, la cosmopolita Lisboa, pululante de turistas
extranjeros? Imposible rehusar la
invitación de un matrimonio amigo, mixto (español / portuguesa)? Dificulto que
haya sitio más pintiparado que la
capital lisboeta para un buceo lingüístico
contrastivo. Y si da la casualidad de que el filólogo es un avezado
andariego con querencia a escalar, sin duda que aquella geografía urbana (o
mejor, orografía) es el terreno ideal para el montesino filólogo.
La
gran ciudad lisboense es una cadena dual de sierras,
partida en dos por una lengua de tierra
llana, que desemboca en el grandioso estuario del río Tajo. A la derecha, se
alza el barrio Alfama, con empinadas
callejas de escalones, que otrora
fue la aljama judía, hoy coronada por el soberbio mirador de Nossa Senhora do Monte. A la izquierda, se yergue el barrio Chiado, con valientes tranvías que trepan raudos las pinas
calles, hasta el mirador de San Pedro de Alcántara.
Me
lanzo a filologar ao ar livre, ‘al
aire libre’. Por doquier me salen al paso arcaismos,
lo que nos hace retrotraernos al primitivo romance medieval. En la mismísima
plaza del Rossio, centro neurálgico del tráfago
comercial, me asombra una placa que reza: (Fulano de tal) Alfayate. Esta voz de origen arábigo, que significa ‘sastre’, me
suena a castellano por los clásicos españoles, pero ya, en 1726, el Diccionario Académico lo considera
arcaico. El término carro ‘coche’ es
un caso peculiar de semántica, coincidente con el uso actual americano. Otro
rasgo de arcaismo es la conservación de la f inicial,
ausente del castellano, pero presente en las áreas peninsulares, occidental
(gallego-leonesa) y oriental (catalanoaragonesa); así, falar ‘hablar’, farinha
‘harina’, falcao ‘halcón’, figo ‘higo’,
folha ‘hoja’, fumo
‘humo’.
Resaltan,
a primera vista, ciertos aspectos del portugués, en contraste con el español:
1º Prevalencia de la v sobre la b (fava, livre, livro, cavalo, javalí, cavaleiro, palavra, vermelho). Este último vocablo equivale a ‘rojo’ o “bermejo”, este ya
obsoleto en castellano.
2º
Pérdida o caida de letras interiores, como cabelo, cebola, paroquia/pároco, sin
olvidar proibido,
que debería imitar el español. Me llamó la atención setembro, sin p, cognado de
‘setiembre’, como escribió la tríada Cervantes-Lope-Quevedo, antes de
3º
Abundan extrañas metátesis: bairro ‘barrio’, feira ‘feria’, noivo/a
‘novio/a’, raiva
‘rabia’, perguntar.
Cada día me topaba, frente a mi casa, con un término que me resultaba
estridente: cabeleireiro
(de homens) ‘peluquero (de hombres)’.
Otro
raro vocablo que me chocaba muchísimo
es fechado
(nada de fechar o datar), sino
‘cerrado’, frecuente en avisos de oficinas y edificios públicos.
Al
cruzar el umbral de un restaurante, si oyes
gritar ¡Una faca, por favor!, te puede dar un susto de muerte, Y sin
embargo, el espantoso vocablo faca,
que para nosotros es especialmente andaluz o gitanesco, en portugués es el
normal y corriente para el ordinario cuchillo de mesa. Y si miras a la pizarra
del menú, la sorpresa para el lingüista es inevitable. Allí, predomina el bacalhau, forma coincidente con
el ‘bacallao’ del Siglo de Oro, empleada por nuestros clásicos, única forma
recogida en Covarrubias y hasta en el DRAE
(1726). Y hablando de alimentos, ¿a quién se le ocurre llamar presunto,
al honrado jamón, como si fuera un delincuente?
No
podían faltar latinismos claros. Tales: cemiterio, más acorde
al étimo grecolatino, sin n adventicia; proprio,
conservado todavía en español en el Diccionario
de Autoridades (1737), óculos ‘gafas’, câo ‘perro’ (de canis).
Entre la pesca de vocablos, aparecen también
algunos extranjerismos, como los galicismos greve ‘huelga’ y creche
‘guardería’, o los anglicismos, Nova Iorque, blogue, craque, futebol, bien adaptados a la ortografía portuguesa.
Incluso,
hasta con un poco de suerte, puedes escuchar algún murcianismo típico como ‘maracatoes’. Y, ¿quién podía imaginar que en portugués
sobrevive, hablado y escrito, el entrañable aletría, que el Diccionario
del Español Actual (1999) ha eliminado, pero el DRAE (2001) lo mantiene así:
«Mur. Fideo (especie de pasta)».
¡Y
la traca final! ¡Oído al parche! A los adictos al Diccionario “acientífico”
murciano podría darles un patatús al oir en portugués
el seudomurcianismo de marras, espichar ‘morir’ (morrer).