tintero
DE MAR A
MAR,
Albacete (España), 30 octubre, 2012
Antes
de que naciera Laura Antillano conocí a Luisa Plá en 1948, matriculada en
Primer Curso de Filosofía y Letras como yo en
Miguel
Sánchez Plá me manda desde el otro lado del mar el artículo dedicado por la
escritora venezolana a mi querida Luisa con motivo de su fallecimiento el
pasado día 3 de los corrientes.
Me
dicta el corazón unas palabras para completar su semblanza pues, si bien ha
muerto en su país de adopción en el que ha discurrido la mayor parte de su
vida, no es menos cierto que la vida de Luisa Plá en España, su vida de
soltera, fue rica y fecunda, en especial los años de su Licenciatura en Murcia (1948-53)
que la prepararon para desarrollar de manera tan brillante su acción docente en
Venezuela.
De
los quince alumnos que terminamos la carrera en 1953 solamente yo he tenido el
privilegio de mantener comunicación con esta excelente compañera de estudios
por esos azares que nos vinculan de modo imprevisto.
Echo
la vista atrás y compruebo con asombro el paralelismo en la distancia que ha
unido nuestras vidas.
De
entrada destacaré que Luisa armaba la revolución cuando llegaba a Murcia y se
instalaba en el Colegio Mayor Femenino durante unos días para conectar con la
marcha de los estudios. Estaba matriculada con Dispensa de Escolaridad (solo
estuvo como Oficial el último año de carrera) porque era Profesora de Francés
en el Instituto de Enseñanza Media de Albacete. Nunca supe cuándo había nacido
porque le gustaba presumir de “chica mayor” con todos los compañeros, sobre
todo las “niñas” como nos llamaba. Había en ella un instinto maternal innato
que de modo explícito traducía diciendo mi
vocación verdadera es la de repartir pan con chocolate a mis niños. A mí me
decía eres un angelón con esa cara de
niño de leche condensada, nadie pensará que estás en
En
nuestras tertulias después de la cena en el Colegio Mayor siempre era Luisa la
que llevaba la voz cantante. Profesora en ejercicio, educada en Francia, nieta
de un famoso músico, Antonio Jiménez-Manjón que hizo carrera en América, mi mamá nació en Chile, y se le
iluminaban sus negros ojazos al hablar de América. Predestinada estaba a cruzar
el charco en busca de las raíces americanas por parte de madre. Quien esto
escribe por aquellas fechas no había salido de España, ni de la provincia de
Alicante, imagine el lector la huella que tales palabras dejaban en su mente.
Al
leer el artículo de Laura Antillano he de evocar los queridos nombres de
nuestros maestros murcianos. Quien ha sido alumno de Valbuena Prat ¿cómo no va
a trasmitir su entusiasmo y conocimiento de nuestro Teatro de los Siglos de Oro?
¿Cómo no va a interesarse por la novela quien ha seguido cursos con Baquero
Goyanes? ¿Cómo no va a volcar su actividad en un Departamento de Historia del
Español quien ha sido alumna directa de Muñoz Cortés, a su vez tan vinculado
con don Ramón Menéndez Pidal? Nos mostraba un día fuera de clase don
Manuel una bonita foto suya con don
Ramón y una de nosotras dijo qué
orgullosos se sentirán sus nietos al verlo retratado con Menéndez Pidal.
Nuestro entonces jovencísimo catedrático respondió: Señorita, espero que mis nietos se sientan orgullosos de mí. Se
cumplió el vaticinio, doña Marga aún vive para disfrutar de biznietos
estudiantes universitarios. Hermosa familia la de Muñoz-Cortés–Zielinski. Luisa
hubiera disfrutado mucho hablando en francés con doña Marga, pero esta se
incorporó a
Vuelvo
a los paralelismos. Cuando ingresamos en
Ya
Licenciadas, se separaron nuestras vidas cierto tiempo. Luisa se casó y cruzó
el Atlántico en busca de sus raíces, yo permanecí unos años impartiendo clases
en mi Colegio de Elche hasta que conseguí, por Oposición, plaza en
Como
hace más de cincuenta años que vengo escribiendo versos por Navidad para
felicitar a los amigos, el nombre de Luisa no ha faltado de mi agenda y ella
hasta me ha llamado por teléfono en alguna ocasión para agradecerme el envío de
mis versos y libros. Fue en 1999 cuando nos vimos en Albacete, quizá uno de sus
últimos viajes a Europa, y quedó constancia de este encuentro en una fotografía,
que hice en casa de María Victoria Plá, en la que aparecen las dos hermanas y
detrás de ellas José Luís Rodríguez, un compañero de promoción que se desplazó
desde Murcia para saludar a Luisa. Me ha sorprendido en extremo la anotación de
la fecha al dorso de la cartulina: 3, octubre, 1999, exactamente trece años de
vida le quedaban a una Luisa exultante todavía pese a que me contó de sus
dolencias e intervenciones quirúrgicas.
En
diciembre de 2000 asistí en Valencia de España a un Congreso Mundial de
Lecto-Escritura y, entre el maremágnum de asistentes, tuve ocasión de cruzar
unas palabras con una congresista que iba en silla de ruedas y me llamó la
atención por su desenvoltura. Me dijo que venía de Valencia de Venezuela. De
inmediato le pregunté su conocía a Luisa ¡Cómo
no, la profesora Plá! Nos intercambiamos direcciones y la estuve
felicitando por Navidad hasta que no obtuve respuesta a mi último correo. Se
llama Elisabel Rubiano Albornoz y he encontrado en Google su brillante
trayectoria profesional. De mar a mar, y entre dos mundos sigue el contacto en
la lengua que nos une. Luisa Plá en mi recuerdo, en mi memoria, no olvidaré que
un día me dijiste desde allá por el hilo del teléfono: No volveré, en el cielo nos veremos. Que así sea.
Cierro con la fotografía de Albacete, 3, octubre, 1999
Va
en apéndice el artículo de Laura Antillano, tal como llegó a mi bandeja, poco
legible por las manchas del papel.