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Revista de estudios filológicos
Nº24 Enero 2013 - ISSN 1577-6921
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reseñas

DE ANILLOS, DRAGONES, MAGIA E ILUSIÓN. INTRODUCCIÓN AL MUNDO DE LAS SAGAS, DE ALBERTO E. MARTOS GARCÍA

 

José María García Linares

(IES Güímar. Tenerife)

 

Martos García, A. E. (2009). Introducción al mundo de las sagas. Badajoz: Universidad de Extremadura.

 

Decía Carmen Martín Gaite en El cuento de nunca acabar que el tiempo que se vive al leer una novela puede sacarnos de nuestro tiempo histórico y sumergirnos en otro que es como un desahogo, un tiempo sin esquinas ni obligaciones que agudiza nuestras dotes de percepción. Así, el hombre es capaz de aprender por la vía de la literatura muchas cosas que le conciernen y que iluminan parcelas confusas de su propia vida. Y una afirmación como esta sigue siendo válida aunque se hable hoy de un tiempo-otro, de una novela nueva e, incluso, de una nueva literatura condicionada, entre otros aspectos, por la irrupción de las tecnologías de la información y la comunicación.

Posiblemente estemos viviendo una etapa de transición en la que, como dice Gramsci, lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no acaba de morir, lo que provoca una tensión dialéctica en la que no existen ni límites, ni pronunciamientos, ni posturas claras. Se habla cada vez más de literatura hipertextual pero se sigue comprando literatura, digamos, analógica; se ensalzan las virtudes de los textos digitales pero lo que se lee en los e-readers no son más que versiones digitalizadas (“traducidas” al nuevo medio); se apuesta, además, por esa figura híbrida del escri-lector o lector que a la vez es autor cuando hoy la autoría es más importante que nunca, convertidos como son los autores en marcas comerciales, algunos, poderosísimas.

A todo lo anterior puede añadirse la paradoja de que, seguramente, estemos ante la generación de jóvenes que más lee y más escribe de las últimas décadas, y sin embargo los resultados de los continuos pisas son cada vez más catastróficos en cuanto a los resultados de expresión y compresión lectora. El discurso oficialista, educativo, en un afán por esconder su ya endémica incompetencia, ha adoptado etiquetas como ‘competencia lingüística’, ‘plan lector’, ‘animación lectora’, etc., que no están sirviendo, a la vista de los últimos estudios, para paliar el déficit lecto-escritor que se sufre hoy en día en las aulas, posiblemente porque quienes desarrollan estas leyes y estos planes son los primeros en desconocer lo que significa leer y escribir.

Quizás habría que hablar no de ‘lectura’ en sí, sino de prácticas de lectura, de ciertas prácticas literarias que hoy son muy populares entre los jóvenes, gracias, entre otros factores, a las nuevas tecnologías, y que no tienen el suficiente espacio (ninguno, para ser más precisos) en los planes de estudio. Prácticas que, además, están rellenando el hueco que deja la desaparición de la enseñanza de la literatura (conviene aclarar, para quienes se sorprenden desde los despachos de las consejerías de educación, que desde la implantación de la LOGSE la asignatura Literatura Castellana desapareció del Bachillerato de Humanidades para integrarse en el currículo de Lengua Castellana con la excusa de que el texto literario es, antes que nada, texto, comunicación, como si no fuera también comunicación un texto matemático, un texto histórico o filosófico). Esta crisis de referencias literarias en los jóvenes (de inexistencias literarias, por qué no decirlo) está generando, por tanto, nuevas prácticas culturales, algunas de las cuales se recogen en el capítulo introductorio del estudio de Alberto E. Martos García, Introducción al mundo de las sagas, publicado en 2009 por la Universidad de Extremadura.

 Productos de la cultura participativa y de convergencia, Martos García aborda las llamadas fan-fics o ficción-manía, una lectura-escritura libre y colaborativa que, gracias a portales como www.fanfic.es o www.fanfiction.net, está generando no solo re-lecturas y re-escrituras de ya mitos de la ficción contemporánea como Matrix o Star Trek, sino expandiendo sus límites a partir de la apropiación (construcción de sentidos de la que habla Chartier) que los jóvenes han hecho de estos universos y mundos ficcionales. Estos portales dan la posibilidad, entre otras opciones, de seguir escribiendo y leyendo historias ambientadas en esos universos o tramas protagonizadas por personajes que no fueron lo suficientemente desarrollados por sus creadores originales. Estas nuevas ficciones, además, beben de distintas fuentes, son enormemente porosas, y se convierten en conjuntos híbridos, transficcionales, desde el momento en que integran tramas o materiales de formatos muy diversos, como las películas, los videojuegos, las guías de lecturas, los mapas, etc. Son, por tanto, el continuum, la expansión, el desarrollo de las sagas contemporáneas (por ejemplo de Crepúsculo, El Señor de los Anillos, Dragon Ball, Memorias de Idhún, etc.).

El capítulo dedicado al Concepto de Imaginación y sus referentes psicológicos, folklóricos y artístico-mediáticos resulta de gran interés por el análisis que hace el autor sobre el concepto de ‘paracosmos’ y por la defensa de la imaginación infantil como territorio de creatividad y sustrato literario en la edad adulta. La noción de paracosmos tiene su origen en lo que se llamó desde la psicología cognitiva “mundos privados de la infancia” y que hoy no se consideran residuos, sino piezas básicas en el desarrollo intelectual y psicoafectivo de los niños. Los paracosmos son “formas de fantasía elaborada que se orientan a construir mundos completos posibles” tales como La Tierra Media (El Señor de los Anillos), Neverland (Peter Pan), Fantasía (La Historia Interminable) o Idhún (Memorias de Idhún). A partir de la definición, Martos García relaciona el concepto con la antropología y la teoría de los arquetipos de los tres planos cósmicos, con la teoría de los “mundos posibles” de Umberto Eco y con las investigaciones de Lubomir Dolezel, entre otros análisis.

 El siguiente capítulo, Presupuestos analíticos (II): Teoría y análisis de sagas fantásticas, abunda en algunas cuestiones planteadas en apartados anteriores con el fin de llegar a la definición y descripción completas de las sagas fantásticas: los componentes nórdicos y germánicos como referentes históricos; la formación y tipología de las sagas fundamentadas en el patrón bíblico del que hablara H. Gunkel; las necesarias matizaciones entre conceptos parecidos como ciclo, serie y saga; las diferencias entre narración fantástica y novela, según Walter Benjamin; el parentesco de las sagas con la novela-río, hoy tan de moda gracias a obras como Juego de Tronos, de George R. R. Martin, o la relación de las sagas con los videojuegos. Martos García va materializando todo el aparato teórico no solo con numerosas ejemplificaciones de sagas consideradas hoy como completos sistemas literarios (El Señor de los Anillos, Dragon Lance, La Rueda del Tiempo, etc.), sino también con hitos, ya, de las sagas multidiscursivas (Matrix, Dark City, Star Wars, Harry Potter, Dragones y Mazmorras, etc.). En este capítulo es fundamental el concepto de transficcionalidad. Los lectores contemporáneos cada vez siguen menos el proceso de leer un texto de forma asilada, sino más bien en relación a otras lecturas mediáticas, ya sean literarias o audiovisuales o bien en otros formatos como el cómic y la novela gráfica. De ahí que el capítulo funcione, también, como una antología, imprescindible para el investigador, de sagas modernas en distintos formatos discursivos.

La última parte del estudio se centra en las Repercusiones para el mundo de la educación, la cultura y la juventud. Es evidente que hoy se lee mucho pero que no se lee lo que la institución educativa quiere que se lea. La generalización de Internet y del hipertexto han traído prácticas letradas diferentes que escapan a la canonización y a la inflexibilidad de los curricula. La alfabetización es hoy un concepto más amplio de lo que fue en décadas anteriores, puesto que en la actualidad enseñar a escribir y a leer va más allá de hacerlo con un papel y un lápiz. Martos García indaga, en este sentido, en el concepto de literacy de la mano de Daniel Cassany y otros especialistas porque su significado incorpora una serie de matizaciones necesarias para desarrollar la competencia lecto-escritora en la sociedad contemporánea. Es este, el de las competencias básicas, uno de los núcleos fundamentales de este último capítulo. La lectura hoy se realiza en contextos muy distintos y, por tanto, es necesario formar lectores competentes que puedan acceder a todos los sentidos de los textos. Finalmente, antes de concluir, el autor nos ofrece una visión actual sobre el género de la fantasía y cómo a partir de las sagas los jóvenes pueden empezar a construir no solo su propio yo, sino también la figura del otro y cómo gracias a la lectura de estos textos y a las escrituras o reescrituras basadas en dichas temáticas el joven lector puede adquirir valores como el respeto, la tolerancia o la paciencia.

La cultura juvenil se mueve hoy en unos parámetros distintos a los de la cultura académica, escolar. La llamada ‘cultura letrada’, la del libro de texto o manual, está siendo reemplazada por la cultura digital. Acercarse, pues, desde la Didáctica a estas nuevas prácticas de lectura y escritura empieza a ser un imperativo. Es necesario establecer puentes intergeneracionales que reduzcan la distancia entre quienes hoy enseñan y quienes, también hoy, están aprendiendo en las aulas. No es imposible conciliar las nuevas inquietudes y los nuevos intereses de los más jóvenes con la enseñanza de la literatura. Simplemente hay que saber lo que están leyendo y para partir desde ahí. Qué mejor que la ficción manía (fanfics) y el fantástico mundo de las sagas para conseguirlo.