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Revista de estudios filológicos
Nº24 Enero 2013 - ISSN 1577-6921
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Cayetano Alcázar Molina,

historiador riguroso y universitario constante

 

Francisco Javier Díez de Revenga

(Universidad de Murcia)

 

 

 

La figura de Cayetano Alcázar trasciende de los límites de la historia de la Universidad de Murcia, aunque formó parte de su claustro desde el día 1º de abril de 1926, fecha de su toma de posesión tras haber obtenido en reñidas oposiciones la cátedra de Historia de España de la naciente Universidad murciana. De su facultad de Filosofía y Letras fue Decano y en ella permaneció

 

 

 

Cayetano Alcázar Molina (años cuarenta)

 

 hasta la Guerra de España, tras la que obtendría por concurso de traslado, en 1939, la cátedra en Valencia e inmediatamente en Madrid. Casado con Amanda Junquera, desde los años treinta mantendría una gran amistad con Carmen Conde, quien viviría en el domicilio de Alcázar en Madrid, refugiada y salvo de sus denunciadores cartageneros, cuando Cayetano era alto responsable del Ministerio de Educación Nacional con el ministro José Ibáñez Martín desde su cargo de Director General de Enseñanza Universitaria.

Datos biográficos y académicos

 

            Cayetano Alcázar Molina nace en Madrid el 27 de marzo de 1897 y muere en Santander el 19 de agosto de 1958, cuando participaba en un curso en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, que él mimo había contribuido a  restablecer y fomentar en la década anterior desde la Dirección General de Enseñanza Universitaria. La fundación de la Universidad de Verano de Santa María de la Rábida también debe mucho a sus gestiones.

Estudió en el Colegio del Santo Ángel de la Guarda y después en las Escuelas Pías de San Antón. Ingresó en la Universidad Central de Madrid, para realizar estudios de Derecho y Filosofía y Letras (Sección de Historia). Doctor en Filosofía y Letras y Licenciado en Derecho con los cursos aprobados para el Doctorado en Derecho, sus investigaciones iniciales se centraron en la cultura del s. XVIII español y en la ciudad de Madrid, además de en la historia del Correo.

Profesor Ayudante de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central, profesor Auxiliar de la Cátedra de Historia Contemporánea de Instituto Consular y Diplomático de Madrid sustituyendo a Eloy Bullón, entabla una estrecha amistad con Pedro Sainz Rodríguez, Juan de Contreras Marques de Lozoya y Román Riaza. De hecho, fue fundador e impulsor con Pedro Sainz Rodríguez de la revista de orientación conservadora Filosofía y letras (1915-1922), que años más tarde se encargaría de estudiar en un libro lleno de emocionados recuerdos personales.

Discípulo de Antonio Ballesteros Beretta, su tesis doctoral versó sobre El correo en América, y fue publicada, en 1920, con el título de Historia del correo en América. Notas y documentos para su estudio, con prólogo de José Ortega Munilla.

Funcionario por oposición del Cuerpo de Oficiales de Correos, fue profesor por oposición de Historia del Correo en la Escuela Nacional de Correos de Madrid, y en febrero de 1926, Catedrático por oposición de Historia de España en la Universidad de Murcia en la que se encarga también por acumulada de la cátedra de Historia General de la Cultura de la Universidad de Murcia, ya en 1935.

En noviembre de 1926 será nombrado director del Colegio Mayor Universitario recién creado en la Universidad de Murcia, y el 14 de marzo de 1928 será elegido Decano de la Facultad de Filosofía y Letras. Pronuncia el discurso de apertura del curso académico 1930-1931 sobre Las colonias alemanas en Sierra Morena (publicado en 1930).

Casado, en 1928, en Madrid con Amanda Junquera Butler no tuvo hijos.

Durante la Guerra de España, la Universidad de Murcia dejaría de impartir sus enseñanzas por lo que sería trasladado a la Universidad de Valencia, por orden de la Subsecretaria de Instrucción Pública, en octubre de 1937.

Rehabilitado tras la correspondiente depuración por orden ministerial de 24 de enero de 1940, se traslada por concurso a la Cátedra de Historia Moderna y Contemporánea de España de la Universidad de Valencia (2-10-1940), de la que no llega a tomar posesión, ya que provisionalmente  se le había destinado a la cátedra de Historia de España Moderna de la Universidad Central, que obtiene en propiedad en enero de 1943, aunque la desempeñaba desde 1940. En régimen de acumulada desempeñaría también de Historia de España de la Edad Moderna y Contemporánea (1947-1948). En la Universidad Central sería en dos ocasiones Secretario General, entre 1944 y 1946 y entre 1951 y 1958, hasta su muerte.

Entre sus numerosos discípulos destacan los historiadores Vicente Palacio Atard, José Cepeda Adán y José María Jover Zamora.

 

 

Dibujo de Enrique Segura (Revista Nacional de Educación, 1946)

 

En enero de 1946 fue nombrado por el Gobierno del general Franco, a propuesta del Ministro de Educación Nacional José Ibáñez Martín, Director General de Enseñanza Universitaria, al independizarse esta Dirección General y, en cierto modo, sustituir en ella a Luis Ortiz Muñoz, que había sido Director General de Enseñanza Media y encargado del despacho de la Dirección General de Enseñanza Universitaria desde 1942 y ser nombrado ahora Subsecretario de Educación Popular. Ibáñez Martín, en la toma de posesión, no ahorró elogios a su nuevo colaborador: «Alcázar es realmente un privilegiado de la Providencia en todos los órdenes. Alma limpia y clara, que no sabe conocer la enemistad ni el rencor, que tiene su espíritu abierto a todas las cosas favorables y buenas para la vida española; es un catedrático universitario brillante, amigo entrañable mío, que sabrá continuar la obra iniciada por don Luis Ortiz Muñoz.» Cesará en julio de 1951 al final del mandato de Ibáñez Martín, cuando fue nombrado nuevo ministro Joaquín Ruiz-Giménez y fue sustituido en la Dirección  General por Joaquín Pérez Villanueva.

 

 

Con Pedro Laín Entralgo, Ciriaco Pérez Bustamante y Fray Justo Pérez de Urbel (abril, 1953)

 

 

Desarrolla también una actividad académica muy intensa en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas como miembro del Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo y como uno de los organizadores del Instituto Jerónimo Zurita del que llego a ser vicesecretario (1940-1944) y secretario (1945), así como director de La Escuela de Historia Moderna del CSIC, secretario de la revista Hispania y redactor de la Revista de Indias desde 1940.

Realizó actividades de investigación en el exterior destacables. Así, cuenta con una pensión de diez meses de la Universidad Central en 1923, para investigar en Londres, Berlín, Roma o Nápoles, y en 1930 es pensionado por la Universidad de Murcia para investigar en París y Viena sobre el siglo XVIII español en relación con la política internacional. En 1932 es la Junta de Ampliación de Estudios la que le concede una pensión  para estudiar un año los hombres del despotismo ilustrado en París y en Roma, y en 1935 obtiene una bolsa de viaje de la Universidad de Murcia para estudiar en Viena y Nápoles.

 

 

 

Con Carmen Conde, Amanda, Jorge Guillén, Juan Fernández Figueroa y Antonio Oliver (Madrid, 1951)

 

También es destacable su participación en congresos y encuentros internacionales, desde el Congreso de Ciencias Históricas de Varsovia, en 1932, donde presenta la ponencia «El despotismo ilustrado en España», que luego publicaría en París el Bulletin du Comité International des Sciences Historiques, en 1933, o el  Congreso sobre la Enseñanza de la Historia en Basilea en 1934. En 1932 representaría a la Universidad de Murcia en la conmemoración del centenario de la Universidad de Ámsterdam. Tras la guerra asistiría como miembro de la Delegación del CSIC al IX Congreso de Ciencias Históricas de París (28 de agosto-3 de septiembre de 1950) y como representante de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central al V Congreso Internacional de Estudios Sardos Cagliari (septiembre de 1953). En 1952 participó en el Homenaje al cardenal Alberoni en Piacenza (Italia). En diciembre de 1957 volvería a Cagliari al Congreso de Historia de la Corona de Aragón, con la ponencia La política postal española en el Mediterráneo durante el siglo XVI. En 1958 acudiría a Peñíscola a los Coloquios de Erudición Local, con los miembros del Instituto de Estudios Madrileños Gómez Iglesias y Simón Díaz.

 

 

Con Entrambasaguas, Carmen Conde, Amanda y otros en la Exposición de Molina Sánchez en el Ateneo de Santander, agosto de 1946

 

Fue tesorero de la Asociación de Ciencias Históricas, y cofundador, en 1951, con Luis Araújo-Costa Blanco, Joaquín de Entrambasaguas, Ernesto Giménez Caballero, Agustín González de Amezúa, Enrique Lafuente Ferrari, Luis Moya Blanco y José Simón Díaz, del Instituto de Estudios Madrileños, del que fue su tercer director, tras Amezúa y Entrambasaguas.

 

 

 

 

Con Vicente Aleixandre en el jardín de la casa de Velintonia, donde ambos vivían (años 50)

 

Desarrolló cursos en el Estado Mayor Central del Ejército sobre «Formación científica del historiador moderno», en el Primer curso de metodología y crítica históricas. En la Universidad Internacional Menéndez Pelayo impartió docencia durante numerosos cursos y en la Universidad de Verano de La Rábida todos los veranos entre 1943 y 1951 y en 1956. Y, por último, en el Instituto Histórico Jurídico de la Sociedad Francisco Juárez, en un curso de verano en Burgos, dio la última lección de su vida un día antes de su muerte, sobre La sociedad en la época carolina. Era el 18 de agosto de 1958. Habían viajado Amanda y él desde Santander a Burgos en un Renault 4-4 y regresaron a la capital cántabra a los dos y media de la madrugada. La tarde del 19, como de costumbre, caminó desde su hotel por la avenida de Los Castros hasta el recinto de las Llamas, en una tarde desapacible y tormentosa, y al llegar al aula para dar su clase, cayó fulminado de un ataque al corazón. Era el 19 de agosto de 1958.

 

 

En Málaga, agosto de 1944

 

 

Un prólogo de Unamuno

 

El primer libro de Cayetano Alcázar fue La juerga de la estudiantina (Libros, patronas, aulas y …), publicado en 1916, por lo tanto cuando el autor contaba con diecinueve años. En sus páginas recupera el autor sus años estudiantiles, en un pequeño volumen, de acuerdo con la denominación que él mismo da al libro en la página de dedicatoria a sus amigos y compañeros Pedro Sainz Rodríguez y José Antón y Oneca, «conjunto deshilvanado de memorias estudiantiles». El libro, pasados los años, ofrece un interés muy especial debido al prólogo que firma nada menos que Miguel de Unamuno. En una entrevista que le hicieron a Alcázar muchos años después, en la revista Posta Española en 1956, se relata que a los diecinueve años, el joven Cayetano escribió a don Miguel de Unamuno pidiéndole un prólogo para su primer libro, lo que éste aceptó dando comienzo a una amistad y una admiración que iría luego incrementándose a través del tiempo, primero en España y después en París, donde Unamuno cumplía su destierro. El propio Alcázar evoca en la entrevista aquellos días: «Le recuerdo en algunos paseos por los parques de París; era admirable su espíritu crítico y su profundo sentido de amor por España.»

 

 

        La juerga de la estudiantina (1916)

 

            El prólogo, fechado en Salamanca el 24 de octubre de 1916, como obra de quien es, es muy sugerente e interesante, aunque no sorprendente, ya que nos refleja al Unamuno más acerado reflexionado sobre la vida universitaria: «Estas son notas de un estudiante que desde las aulas, o al salir de ellas, mira cara a cara al mundo. ¿Es que el aula no es mundo? En cierto sentido no, no lo es; en otro lo es demasiado. El aula es un claustro cerrado al mundo la mayor parte de las veces. Al mundo en que vale la pena vivir. Porque en el aula se dura y no se vive.»

            Y lógicamente, Unamuno aprovecha para censurar de forma satírica y aun burlesca el mundo de la enseñanza, pero de la enseñanza universitaria, de lo que él denomina «la pedagogía oficial», que reconoce que el joven Cayetano Alcázar ha sabido describir y censurar al mismo tiempo muy bien: «El autor de estas notas, Cayetano Alcázar, ha pasado, como hemos pasado todos, por las vergüenzas y tristezas de nuestra pedagogía oficial. Ha sentido cómo en nuestras aulas se prepara alas futuras “fuerzas vivas de la población que solo trabajan en levantar muertos.” De esas fuerzas vivas, que son lo más muerto que hay, surgirán los profesionales de la arbitrariedad, alias políticos.»

            No es menor la ración de sátira que adjudica don Miguel a los catedráticos de Universidad, y él sabía muy bien por qué. Aprovecha las reflexiones sobre los libros de texto de Cayetano Alcázar para arremeter contra Su Majestad el catedrático de Universidad, que advierte que no está sometido a control alguno, como los maestros de enseñanza primaria, que tienen sus inspectores: «El autor de estas notas arremete contra los libros de texto. Otros hemos arremetido contra ellos antes y otros seguirán arremetiendo, Pero esto no basta. No basta mientras el profesor sea más que un libro de texto parlante. No son mejores los que han hecho un libro de texto malo. Y el profesor, incapaz o incapacitado, tonto o entontecido, seguirá impunemente imponiendo, si quiere, so pena de suspensión, sus necedades. Nadie le irá a la mano, o a la boca. S. M. el Catedrático es intangible. Y si alguna vez le llega a tocar, será, no lo dudéis, porque no votó al candidato ministerial o por algo así; S. M. el Catedrático tiene derecho a desbarrar. Hay inspección técnica, aunque sea mala y pro formula, para el pobre maestro de escuela primaria; pero S. M. el Catedrático secundario o terciario —casi en el sentido geológico— es inviolable. Sobre él no hay autoridad verdadera. Porque sus superiores jerárquicos —¡qué bien esto de la jerarquía”— no lo son más que administrativamente.» Por supuesto, las siguientes reflexiones van contra la enseñanza pública y contra quienes la administran, porque ya nadie cree en la enseñanza pública: «Muy buena parte de los catedráticos con como curas ateos», concluye con una observación del más genuino Unamuno.

            Y para terminar se pregunta por el destino de este libro que está prologando: «Estas quejas de Alcázar, ingenuas y sencillas ¿servirán de algo? Todo sirve de algo. Que sirvan por lo menos para desacreditar aun  más lo que está ya desacreditado.» Y, al final, precavido en su sátira, teme que si se extiende la conformidad y el silencio todo irá a peor. Por lo que clama para concluir: «¿Vamos por esto a callarnos? ¡No! Ahora le toca chillar al autor de estas notas de un estudiante».

 

 

Un prólogo de Ortega y Munilla

 

Para obtener una idea muy clara de la categoría intelectual de Cayetano Alcázar en sus años de formación, existe un documento que ofrece notas de indudable interés para fijar el perfil del joven investigador a la altura de 1920, cuando nuestro historiador contaba apenas veintitrés años. En efecto, José Ortega Munilla, el veterano escritor y periodista, sería el encargado de escribir el prólogo, en su condición de Cronista Nacional de Correos, del libro que recogía la tesis doctoral de Cayetano Alcázar, Historia del correo en América. Notas y documentos para su estudio. No se ahorra el padre de Ortega y Gasset elogios desde el primer párrafo en el que lo denomina «el ilustrado y meritísimo funcionario del Cuerpo Nacional de Correos» para señalar a continuación que «es un joven que nació con el amor a los libros. Pudo dedicarse a los placeres que su posición le brindaba. Prefirió aceptar la noble y áspera disciplina de los estudios. Universidad y bibliotecas le atrajeron, y en las aulas magistrales y en las mesas cargadas de volúmenes pasó los días, en tanto que fuera se regocijaba la mocedad y triunfaba el vano deleite.» Tras valorar la importancia que Correos tiene para la civilización nacional y el valor de su historia, elogiará Ortega Munilla del mismo modo la calidad del libro que está presentando y cuyos contenidos comenta en este prólogo: «Este libro de Cayetano Alcázar es una lección histórica. Constituye la prueba de que iniciativas novísimas de otros pueblos progresivos y ricos son viejas en nuestra legislación.»

Y destaca que ya es hora de que sean los españoles los que aborden el estudio de la historia y no sólo los extranjeros los que alaben las glorias patrias: «Extranjeros son los que nos ensalzan. Porque aquí, ignorantes y matricidas sólo curan de fomentar la odiosa leyenda negra. Ha llegado el momento de la justicia, y Cayetano Alcázar presenta a los insignes maestros de la Posta que van a favorecernos con su visita demostraciones palmarias de que España fue siempre iniciadora, siempre singular en sus iniciativas, siempre fecundísima en sus ideas y en cada momento amiga de la universal concordia, que se manifiesta mejor que de ningún otro modo en el comercio de los pliegos que llevan de parte a parte ideas, intereses y la continua licitación de los amores humanos». Precisamente, en relación la historia de América y de la labor de los españoles allí, es donde Ortega Munilla más valora la aportación de Cayetano Alcázar: «El libro quiere rectificar la punible indiferencia que hasta ahora se ha observado en todo lo referente a los asuntos de América, y contribuir a la rectificación de erróneos conceptos que formaron la leyenda negra contra España, mostrando dentro de la esfera postal cómo aquí nuestra admirable legislación de Indias referente a los Correos, y con el nombramiento de los hombres más eminentes de su tiempo, como el Dr. Lorenzo Galíndez de Carvajal, y Carlos III con el establecimiento de los Correos Marítimos, mostraron siempre un interés y un cariño grande en todo cuanto afectaba a nuestras relaciones con América.»

Sigue la descripción del contenido de la obra para destacar aquellos aspectos que suponen una aportación más original. Pero sobre todo lo que más valora Ortega Munilla es que el autor se ha servido de documentación original procedente de los ricos archivos en relación la historia de América, especialmente el Archivo de Indias, y más aún el estudio minucioso de esos documentos y de las disposiciones legales sobre el correo en su relación con América: «Las leyes de Indias referentes al Correo, sus numerosas disposiciones tocantes a la misma materia del Cedulario que se conserva en el Archivo Histórico Nacional, ocupa otra parte de la obra, citándose las disposiciones adoptadas por España para la buena organización del servicio y demostrándose cómo fueron preocupación constante las comunicaciones con América y los problemas que a la misma afectaban.»

 

 

Historia del correo en América (1920)

 

Y, por último, en la conclusión, elogios hacia el libro y hacia su autor, al que conoce desde que éste era un niño, lo que le hace reflexionar, con emoción, sobre sus cualidades y bondades intelectuales. Por eso el libro habrá de ser un instrumento para que mejor sea conocida la labor de España en América: «Este libro será, sin duda, uno de los lauros de España en el Congreso de la Posta. Y su autor merecerá un homenaje: el que corresponde a los estudiosos que rebuscan en los olvidados archivos esencias de la gloria nacional. Yo, que conocí a Cayetano Alcázar cuando era niño y ahora le encuentro revestido de lauros académicos, ocupando con brillo un puesto en la Administración de Correos, siento un intenso regocijo. Es que los niños que jugaron en torno mío en la edad madura sienten los deberes que me aprisionaron y que me obligan aún. Es dulce mirar cómo la idea conductora se comunica a través de las edades, y lo que yo amé cuando florecía en mis primeros atisbos de la existencia, sigue actuando en los nuevos espíritus. Así se conserva a través de las generaciones el amor al ideal primario.»

Para terminar con un convencido elogio del joven investigador que merece todo su respeto y admiración: «Cayetano Alcázar es un ánimo prestigioso que busca en el estudio su esperanza de prestigios venideros. Él trabaja mientras los otros huelgan. Felices los que así proceden. En la fecha presente, el libro de este mozo esclarecido será el timbre de honor que España necesita... Ruego a los maestros que llegan de lejanas tierras para honrarnos con su visita que lean el volumen presente. En él hallarán temas de elogio para España.»

 

 

El recuerdo de los discípulos

 

A la muerte de Cayetano Alcázar, tanto José Cepeda Adán como Juan Velarde Fuertes, ambos discípulos dilectos, dedicaron sendos artículos, en las revistas Hispania y Arbor respectivamente, a evocar la figura, ya desaparecida, de su maestro. Además de glosar ambos las aportaciones científicas llevadas a cabo a lo largo de su carrera por Alcázar,  dejaron constancia de algunos rasgos personales que definen muy bien su carácter y cuyo testimonio no puede estar  ausente de este perfil, ya que muestran el lado más humano del personaje.

 

 

 

Dibujo en la revista Hispania (1958)

 

Para Cepeda era un hombre muy equilibrado. «Yo diría que la razón que le llevó a elegir el siglo XVIII como uno de sus temas preferidos fue la profunda y arraigada idea de buscar el equilibrio, el punto medio que dominaba su vida.  Hombre de frases acertadas, hay una que recordamos repetía frecuentemente y ha quedado en nosotros como un lema: “buscar a los hombres por lo que nos une y no por lo que nos separa”. Y ella se ajustó siempre, procurando salvar distancias y uniendo partes en discordia. Esta personalidad se alcanzaba a comprender en toda su hondura en el trato diario, en el que iba derramando con sencillez —sobre todo con sencillez, de la que era esclavo— acciones continuas de desprendimiento y generosidad…»

            En el mismo sentido se expresa Velarde Fuertes cuando destaca que «nos  faltará en adelante su palabra de aliento en el trabajo, o la frase ingeniosa que rompe la tensión de un instante, o la mano que amistosamente se tiende hacia los demás. Pero nos queda un recuerdo suyo valioso, como lo que sale de las raíces del alma, y una incitación que es ya nuestro patrimonio imperecedero. Tuvo él confianza en los jóvenes, porque ellos significan la posibilidad de continuar y remozarse. Él vivió, con total entrega, para la universidad.» Y, justamente, desde el punto de vista intelectual, resume Velarde las características de su personalidad, desde su formación: conciencia universitaria y lealtad a al cultura española, «afirmándolas en un sentido de solidaridad afectiva hacia todo lo auténticamente español y universitario. Con el gracejo acostumbrado de su conversación se explicaba muchas veces acerca del “ruedo ibérico” y de las cuadrillas que lidian en él a lo largo del tiempo; pero era siempre para deplora que un espíritu más generoso que el ordinario no hiciera factible la armonía creadora de todos cuantos son llamados a sucederse en las tareas constructivas de nuestro país y de nuestra universidad, porque creía, como el sabio antiguo, “que más tiempo es de aplicar medicinas que de gastar en querellas”».

            Quizá una de las notas que más quedaron prendidas en el recuerdo de sus discípulos era el afán por los viajes de Alcázar, que le dotó desde joven de una mente abierta y de una curiosidad universal. Cepeda señala que «su curiosidad le lleva muy joven a emprender largos viajes  para conocer Europa, esa Europa tan amada por él. Pocos hombres hemos conocido que tuvieran un espíritu tan abierto y tan enamorado para las cosas europeas. Era un espectáculo verle recorrer los rincones de París o Bruselas, que conocía maravillosamente y a los que volvía siempre para gozarlos de nuevo, sin dejar nuca de considerarse un español neto, incluso en sus reacciones ingeniosas a los contrastes de España.» Del mismo modo, Velarde Fuerte anota: «Alcázar fue un viajero incansable. El trabajo profesional, la necesidad de consultar los archivos, las relaciones interuniversitarias, unas veces; otras, su curiosidad universal y el deseo del trato con todos los hombres, le llevaron  a recorrer los caminos de la vieja Europa en frecuentes ocasiones.»

 

 

Con Antonio Oliver y Gerardo Diego en los Juegos Florales de La Roda (mayo, 1948)

 

            «Hay muchos géneros de magisterio, y el de Alcázar fue modelo de generosidad, sencillez y optimismo», escribe Cepeda, mientras que Velarde destaca su sentido de la amistad: «Porque Alcázar, con su desbordante cordialidad humana, cultivaba la amistad; la amistad que sabía debe ser considerada como el mayor bien de los hombres, la espada que está a nuestro lado en la paz y el la guerra. Flor de ese cultivo era el modo exuberante que tenía de darse a los demás, de vivir las preocupaciones de su prójimo amigo, de ayudar a resolverlas cuando era hacedero. Desde la vida íntima de la familia, hasta los círculos más abiertos de los colegas, de los discípulos, de los subordinados, se extendía el ámbito de su amistad generosa. Sentimental e impresionable, hombre bondadoso y de afectos entrañables, ha vivido las alegrías de los demás amigos y también sus penas.»

 

 

 

Con Amanda, Dámaso Alonso, Eulalia Galvarriato y otros en Santander,

(agosto de 1944)

 

            En ese sentido, Cepeda, en un artículo ya de 1966, en el primer número de la Revista del Instituto de Estudios Madrileños, y por tanto ya con cierta distancia, revela una anécdota que define al personaje con exactitud, en el terreno de la generosidad y del desprendimiento hacia los demás, especialmente manifiesto cuando ocupó el cargo en el ministerio: «Pone en su gestión un especialísimo cuidado en la situación general y personal de sus compañeros repartidos por el área de las distintas universidades. Inquiría y estudiaba el problema de cada cual y procuraba resolverlo en la esfera de sus posibilidades, y cuando su deseo se estrellaba con los “imponderables”, como él decía, le invadía una profunda tristeza. Como un recuerdo muy a tono con su carácter y su dedicación de estos años de gestión, aún queda cariñosamente incorporado al lenguaje de los catedráticos españoles la definición de “cayetanas” a una gratificación inventada por él no se sabe cómo en unos años de apreturas económicas; símbolo hoy, en su día fueron un alivio notable que llenó de alegría a aquel hombre pendiente siempre de la situación de sus compañeros.» Y en el mismo artículo, ya desde la distancia de la muerte,  evoca Cepeda los rasgos personales más definidos de Cayetano Alcázar: «su simpatía, su agudeza, talento rápido, entrega a los demás y maestría silenciosa y cotidiana, dispuesto siempre con su dinamismo trepidante a la acción de cualquier clase que fuera.»

           

 

Catedrático en Murcia

 

            La llegada a Murcia de Cayetano Alcázar, dado que iba precedido de muy buenos informes, no pasó inadvertida para la sociedad de Murcia y la prensa local se hizo eco no sólo de su incorporación a la Facultad de Filosofía y Letras, sino también a lo largo de los años siguientes hasta 1934 de numerosas actividades en las que participó. Era normal, por otra parte, que la prensa diera cuenta de las actividades de los catedráticos de Universidad, que eran muy pocos y que en la sociedad intelectual de Murcia suponían una aportación intelectual sobresaliente y muy respetada.

La primera noticia que tenemos de Cayetano Alcázar en la prensa murciana corresponde al momento en el que obtiene la cátedra en las oposiciones celebradas en Madrid. La Verdad, el  14 de febrero de 1926, inserta un suelto titulado «La cátedra de Historia de España» que dice así: «Madrid 13—11’30 h.- (Primera conferencia telefónica).- Tras brillantes ejercicios, de reñida Oposición, ha obtenido la cátedra de Historia de España en la Universidad de Murcia el joven doctor don Cayetano Alcázar.» Y la siguiente, bien curiosa por cierto, hace referencia al banquete que se le ofrece al nuevo catedrático en Madrid. Interesa por las personalidades que le acompañaron en tan feliz acontecimiento. Es El Liberal de Murcia, de 5 de marzo, el que lo recoge en sus páginas con el título de «En el Hotel Ritz. Banquete a un catedrático de la Universidad de Murcia»: «En el Hotel Ritz se celebró el banquete organizado en honor del nuevo catedrático de Historia de España de la Universidad de Murcia, don Cayetano Alcázar. Asistieron al acto significadísimos elementos de la intelectualidad madrileña, figurando entre los comensales la ilustre escritora doña Blanca de los Ríos, los catedráticos Ballester[os], Ibarra, Hilario Ayuso, marqués de Salcillo y Jaén. También concurrieron muchos jefes y oficiales del Cuerpo de Correos, al que ha pertenecido hasta ahora el festejado. Ofreció el banquete don Bienvenido Calvo, el cual dedicó grandes elogios al Señor Alcázar por sus indiscutibles méritos. El catedrático don Antonio Jaén pronunció un elocuente discurso ensalzando el idealismo sano y avanzado del joven maestro, que es uno de los mayores prestigios del profesorado español. El señor Alcázar agradeció sinceramente emocionado las frases laudatorias pronunciadas en su honor. Dijo que por encima de todas las cosas ama a sus ideas y que las defenderá siempre aunque para ello tuviera que hacer los mayores sacrificios. Fue ovacionado».

Levante Agrario será el que dé la noticia el 14 de abril de 1926 de la toma de posesión de la cátedra, en un suelto titulado justamente «Toma de posesión». Interesan desde luego los adjetivos empleados para designar al decano de la Facultad y al nuevo catedrático junto a los encendidos elogios dedicados a este último: «Con las formalidades de rigor y ante el ilustre y prestigioso Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de nuestra Universidad D. Baldomero Diez; tomó posesión de la Cátedra de Historia ganada en recientes y reñidas oposiciones, el cultísimo escritor don Cayetano Alcázar. El Sr. Alcázar que era catedrático de Historia de la Escuela Superior de Correos de Madrid, viene a esta Universidad, rodeado del prestigio, que supo ganar con su activa y fecunda labor, que le han dado un puesto de honor entre los historiadores y literatos españoles: Reciba el nuevo catedrático nuestra cordial enhorabuena extensiva a la Facultad a que pertenece, que cuenta ya entre sus componentes con persona del mérito y talento de don Cayetano Alcázar.»

 

Universidad del Carmen

 

La Universidad de Murcia en 1926 (Barrio del Carmen)

 

Acababa de cumplir el nuevo catedrático 29 años. Llegaba, en efecto, a la naciente Universidad de Murcia en la que ya impartían sus enseñanzas algunos catedráticos recién nombrados, como el poeta Jorge Guillén, que había tomado posesión de su cátedra de Lengua y Literatura Españolas el 10 de febrero de aquel año. Alcázar será nombrado, ya en septiembre, Director del Colegio Mayor Universitario, que estaba situado frente al edificio de la Universidad y frente a la iglesia del Carmen, en la calle del Carmen número 1, en los pisos tercero y cuarto, con espléndidas vistas a la plaza. De acuerdo con un Real Decreto de 22 de agosto se habían reorganizado las normativas respecto a los colegios mayores y el Patronato de la Universidad de Murcia había adquirido los locales pertenecientes al Hotel Regina para instalar allí el colegio de acuerdo con el nuevo concepto que habían de tener estas residencias, tal como recoge la prensa de aquellos días. Así, La Verdad, el 24 de noviembre de 1926 anuncia que los alumnos ya pueden solicitar esa residencia para el curso que comenzaría el 1 de diciembre, y del mismo modo informa que ha ido nombrado director del Colegio el Dr. Alcázar, «cuyas cualidades de afectuosidad y entusiasmo  por la enseñanza son notorias, es segura garantía de acierto para bien de los alumnos y enaltecimiento de nuestra Universidad.»

 

 

Edificio que albergó el Colegio Mayor en 1926

(Foto Gloria Nicolás, La Opinión)

 

Del prestigio del personaje en la ciudad da idea este suelto de Levante agrario de 26 de septiembre de 1926: «Marchó a Madrid, cl Catedrático de esta Universidad, don Cayetano Alcázar. Buen viaje.»

            Las labores de Alcázar en Murcia fueron muy diversas. Participó activamente en las actividades de extensión universitaria. Y así lo recoge El Liberal el 30 de marzo de 1927, cuando anuncia lo siguiente: «Universidad de Murcia. La labor de extensión cultural que como en anteriores cursos organiza el Rectorado de esta Universidad dará comienzo el día 31 del corriente mes con una conferencia ilustrada con proyecciones, que, seguramente, resultará tan instructiva como atrayente para todo amante del saber. El próximo jueves, pues, a las siete de la tarde desarrollará dicha conferencia que versará sobre “El descubrimiento de la tumba de Tutankh-amen”, el catedrático de Historia y director del Colegio Mayor de esta Universidad doctor don Cayetano Alcázar Molina. Se proyectarán las diapositivas obtenidas por el propio e ilustre descubridor de la famosa tumba, Mr. Howard Carter.»

Y es el propio El Liberal de 1 de abril de 1927 el que con el título «En la Universidad. Una conferencia sobre Tutankh-amen» informa «Anoche se celebró en la Universidad la anunciada conferencia sobre Tutankh-amen a cargo del profesor de Historia de dicho centro y director del Colegio Mayor don Cayetano Alcázar Molina. El aula de Física, donde se celebró el acto, se vio concurridísima. El señor Alcázar empezó su conferencia con unas ligeras observaciones acerca del reinado del Faraón. Seguidamente se proyectaron interesantes vistas de la ruta seguida por los descubridores en el valle celeste, hasta encontrar la famosa tumba de Tut-ankh-amen. También se proyectaron vistas de las galerías y departamentos descubiertos, con los objetos y utensilios del Faraón que se exhibieron luego separadamente, pudiéndose aprecia la perfección del arte egipcio en tan remota época. El señor Alcázar fue explicando someramente, dada la profusión de proyecciones, las vistas más interesantes de la famosa jornada de Mr. Howard Carter. Al terminar la primera parte de las proyecciones el conferenciante dio lectura a una parte de las interesantísimas memorias de Howard Carter en las que el descubridor de Tutankh-amen expone la enorme impresión que experimentó al descubrir el primer portal de la escalera que conduce a la tumba. El público escuchó con mucho interés al conferenciante y le tributó aplausos.»

Los tres periódicos, Levante Agrario, La Verdad y El Tiempo del 14 de marzo de 1928 recogen el nombramiento de Decano de la Facultad de Filosofía y Letras, bajo el título «La voz de la Gaceta. El decano de Filosofía y Letras de Murcia»: «Madrid, 13. - La Gaceta de hoy publica entre otras disposiciones de menor importancia la siguiente: Nombrando decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Murcia  a don Cayetano Alcázar Molina.»

            Interesante fue lo que ocurrió en Murcia en octubre de 1928. El día 21 de ese mes se habrían de cumplir los cien años de nacimiento en Murcia del conde de Floridablanca. Por lo que se deduce de la prensa de los días previos, las fuerzas vivas no pensaban conmemorar con la solemnidad exigida el centenario del político murciano, ilustrado y liberal. El diario El Liberal escribió un duro editorial y abrió una suscripción popular para llevar flores al monumento que hay en el jardín de Floridablanca, y Vicente Llovera, que había sido diputado en Cortes y comisario regio de la Universidad, escribe un agresivo artículo en el que mostraba su indignación ante la pasividad de las fuerzas vivas, artículo que publica El Tiempo el 7 de octubre, y que termina con este expresivo párrafo: «Confío que don Cayetano Alcázar, Catedrático de Historia de nuestra Universidad, admirable historiador de Los hombres de Carlos III, suplirá espléndidamente este olvido de la patria de Floridablanca». El día 18 terminaba El Liberal su editorial preguntándose si no tendría flores el monumento a Floridablanca, y el día 19, en otro artículo, insiste en ello y da cuenta del éxito de la suscripción popular para costear las flores, a la que se suman muchos murcianos conocidos y desconocidos, cuya relación con la cuantía de la aportación, se va publicando en los números de estos días. Los estudiantes de la Universidad de Murcia afirman que ellos, que lo ven todos los días en su monumento desde las ventanas del edificio universitario, allí estarán en el monumento el día 21: «Respondiendo, pues, a íntimos impulsos, los estudiantes contestarán a una pregunta, llena de amarga ansiedad, que se lanzó en un editorial de El Liberal de ayer: Floridablanca, el ministro liberal y murciano de Carlos III, tendrá flores el domingo en su monumento» (artículo de F. F. Montiel Giménez); y la Universidad se apresura a publicar una nota anunciando conferencias, naturalmente de don Cayetano Alcázar.

 

 

Monumento a Floridablanca en el Barrio del Carmen

(Al fondo, edificio que albergó el Colegio Mayor en 1926)

 

Las conferencias aparecen también anunciadas  el  19 octubre 1928 en El Tiempo. Es interesante advertir los términos de la nota, no habituales en un anuncio normal y corriente de unas conferencias: «Universidad. Conferencias sobre el Conde de Floridablanca. Coincidiendo con su centenario la Universidad organiza dos conferencias sobre el Conde de Floridablanca, a cargo del catedrático de Historia de España de la misma don Cayetano Alcázar. Tendrán lugar el sábado 20, del corriente, a las cinco de la tarde, y el domingo 21, a las once de la mañana en el edificio de este Centro. El señor Alcázar, especializado  en los estudios de los hombres del reinado de Carlos III, autor de un sugestivo libro sobre Olavide, que prepara otro sobre el glorioso Conde murciano, aportará a estas disertaciones toda su gran preparación de especialista y todo su entusiasmo por esa época, excepcional en nuestra Historia. La Universidad entiende cooperar con la organización de estos actos el tributo de justicia debido a la gran  figura nacional del Conde de Floridablanca, con el ánimo sereno en que  inspira todos sus actos de cultura.»

 

 

                      El Liberal destaca el éxito del Homenaje a Floridablanca (Murcia, 1928)

 

El 20 de octubre El Liberal  y Levante Agrario  recogen junto a la relación de la creciente suscripción popular y el mismo programa de actos, pero con una adición final muy significativa, en la que figuran los oradores que intervendrán en la ofrenda, pertenecientes a todas las formaciones políticas, desde los conservadores a los republicanos, incluido el representante de los estudiantes: «Domingo 21.—A las once de la mañana, el señor Alcázar continuará su disertación sobre el Conde de Floridablanca. A las doce, ante el monumento elevado a su memoria en el jardín de su nombre, se celebrará el sencillo  homenaje de ofrendar la gran cantidad de flores. El monumento será artísticamente adornado con guirnaldas y flores. Después pronunciarán discursos alusivos al acto los señores don Ricardo Serna Alba, don Manuel Navarro, F. Félix Montiel, don José Moreno Galvache, don Vicente Llovera, don Cayetano Alcázar y don Mariano Ruiz-Funes.» Tanto Moreno Galvache (republicano) como Lloverá (conservador) fueron multados por el Gobernador Civil con mil pesetas cada uno por extralimitarse en sus intervenciones, y un acto que había preparado el Círculo Mercantil para la tarde del domingo fue suspendido. La dictadura militar y su representante en Murcia no pudieron, evidentemente, soportar tantos aires de libertad. La crónica del acto y la nota oficiosa del Gobierno Civil, con las sanciones, aparece en El Liberal de 23 de octubre.

Respecto a la cuantía de la multa, hay que señalar que era altísima, lo cual advertimos si observamos en la prensa de aquellos días que los donativos para la ofrenda floral del monumento en su mayoría eran de 50 céntimos. El estudiante F. F Montiel Giménez dio 1 peseta y Cayetano Alcázar 5 pesetas. Otros dieron algo más: José Loustau (rector de la Universidad), Mariano Ruiz-Funes y Emilio Díez de Revenga, 10 pesetas cada uno. Vicente Llovera y José Moreno Galvache, 25 pesetas cada uno. El periódico costaba 10 céntimos. Si hacemos una sencilla regla de tres, y pensamos que 10 céntimos podría ser 1 euro de hoy, y que cincuenta céntimos (el donativo más habitual) 5 euros, 1.000 pesetas, el importe de la multa, corresponderían a la cantidad actual de 10.000 euros (1.600.000 pesetas de 2001).

En efecto, el 23 de octubre, El Liberal, a toda página proclama el éxito de los actos que detalla en una información exhaustiva de los discursos con los siguientes titulares a toda plana: «La iniciativa de El Liberal. El domingo se celebró el acto grandioso de llevar flores al monumento de Floridablanca. Toda Murcia acudió con entusiasmo a tomar parte de la romántica ofrenda.» Y en esa misma página daba cuenta de las sanciones, de la  suspensión del homenaje del Círculo Mercantil, mientras recogía la nota del Gobierno Civil en la que como indica el periódico «se hacen apreciaciones subjetivas sobre el homenaje».

1929  se inicia con la noticia en La Verdad del 15 de enero de un banquete en homenaje a José Ibáñez Martín, catedrático de Geografía e Historia del Instituto de Murcia y Presidente de la Diputación, que acababa de obtener la cátedra del Instituto San Isidro en recientes y reñidas oposiciones: «…ha surgido entre un grupo de buenos amigos y sinceros admiradores, de distintos matices ideológicos y políticos, y sin que en ellos resalte otro denominador común que el de la justicia y la simpatía, la idea de ofrecerle un amplio banquete que sirva para expresarle elocuentemente los sentimientos de felicitación por su resonante éxito, a la vez que de adhesión personal y de pesar por su futura y lamentable ausencia de esta ciudad, en la que, dotado de tan buen talento y excelentes prendas de carácter, conquistó e señor Ibáñez desde su llegada…»   Y aparecen los firmantes de la convocatoria, fechada en Murcia el 14 de enero de 1929. Es interesante su reproducción: «Federico Salmón, Cayetano Alcázar, Andrés Sobejano, Gonzalo Valcárcel, Mariano Ruiz-Funes, Luis Gestoso, Francisco Martínez García, César M. Calderón, José Viñas, Víctor Sancho, Antonio Hernández Ros.» La relación de Cayetano Alcázar con Ibáñez Martín se inicia ahora, y culminará en los años en que fue su director general  de Enseñanza Universitaria, hasta el final de su ministerio de Educación Nacional en 1951.

            A Cayetano Alcázar le correspondió, por riguroso turno, pronunciar la lección inaugural del curso académico 1929-1930, crucial en la historia de la Universidad, porque meses antes se había decretado por el gobierno del General Primo de Rivera y por el célebre ministro de Instrucción Pública Callejo, la supresión de la Universidad de Murcia. Tras muchas gestiones y protestas, el gobierno rectificó provisionalmente y permitió que la Universidad continuara su actividad.

Naturalmente, tales circunstancias aparecen en las palabras preliminares del discurso académico, lo que recoge muy bien el diario El Tiempo de 2 de octubre, con el título de «En la Universidad», tras dar detallada cuenta de las autoridades asistentes al acto presidido por el nuevo rector, Recaredo Fernández de Velasco, al que acudieron profesores, estudiantes, claustros de los restantes centros de enseñanza y público en general: «El profesor de Historia de España, don Cayetano Alcázar, estaba encargado del discurso inaugural, del que extractamos lo siguiente: Precepto obligado de la vida universitaria es el discurso de apertura, que refleja las vicisitudes ocurridas en el curso académico. La Universidad de Murcia ha sentido el dolor de la muerte y la alegría del renacer. El mismo poder que decretó su muerte, le ha dado la vida, y en estos instantes es lícito adherirnos y sentir el júbilo de la medida reparadora que restablece un Centro de cultura en la vida de España. La Universidad d Murcia, por su historia, merecía continuar viviendo al lado de sus hermanas las restantes españolas. La labor en ella realizada en reciente crónica puesta de manifiesto claramente lo demuestra, y las recientes disposiciones de reforma universitaria encontrarán aquí más rápida y acertada ejecución que en ningún otro sitio. La debida justicia ha sido pues otorgada y todos debemos felicitarnos. Pone el orador de relieve el noble empeño del Iltmo. señor Rector, don Recaredo F. de Velasco, que ha salvado la obra realizada por el anterior Rector don José Loustau. El señor Fernández de Velasco ha trabajado entusiásticamente, y la Universidad de Murcia, merced a la clara comprensión del Excmo. señor Primo de Rivera y del Gobierno de S. M., va a reanudar su vida. […] Es de desear que una vez restablecida la Universidad, persistan en su interés, que no vean en su conservación el logro provisional de sus deseos. En todos los órdenes debe encontrar ayuda la Universidad. Es menester el esfuerzo de todos para consolidar, cultivar y engrandecer la Universidad murciana.» Y el periódico a continuación muestra un pormenorizado extracto del  discurso inaugural Historia de la colonización de Sierra Morena.

No sabemos nada más de Alcázar hasta 1931, cuando aparece en El Liberal de 21 de mayo la noticia de su nuevo nombramiento para el decanato de la Facultad «a favor de don Cayetano Alcázar», tal como publica la Gaceta. Ya en 1932, los días 4 y 5 de febrero, acude a la Universidad Popular de Cartagena como representante de la Universidad de Murcia para pronunciar unas lecciones bajo el título de «Dos Ministros del Reinado de Carlos III», y con el siguiente contenido: 1. Los Ministros reformadores: su patriotismo. - Aranda: del motín de Esquilache a la expulsión de la Compañía de Jesús. Su embajada en París. 2. Floridablanca. - El Fiscal del Consejo de Castilla. - El Embajador en Roma. Espíritu religioso e ideas políticas. El 6 de marzo, El Liberal recoge la reseña de unas conferencias que han tenido lugar en el Instituto organizadas por la Asociación Profesional de Estudiantes de Bachillerato (F. U. E.), entre las que destaca la de Cayetano Alcázar sobre «Floridablanca y la Universidad murciana del siglo XVIII», muy interesante por cierto a tenor de lo que la reseña describe de su contenido en relación con el funcionamiento, durante el siglo XVIII, del Seminario de San Fulgencio como universidad y el establecimiento por el obispo Rubín de Celis de una Facultad de Filosofía en 1777. «Una gran salva de aplausos premió la labor del Sr. Alcázar, cuyas dotes de orador expuso envidiablemente, siendo felicitado por cuantos ocupaban la presidencia.»

 

 

Cayetano y Amada en la huerta de Murcia (1936)

 

En mayo la Universidad de Murcia organizó un ciclo de conferencias de extensión cultural, en realidad «dos interesantes conferencias por el catedrático y decano de la Facultad de Letras de esta Universidad, don Cayetano Alcázar Molina, cuyos temas serán: para el viernes: «Floridablanca y Murcia-1728-1790». Para el sábado: «Floridablanca y Murcia-l790-1808», tal como anuncia el diario El Tiempo, que ofrece el día 15 una reseña completa de las disertaciones: «Como se había anunciado en la Prensa, ha dado en nuestra Universidad dos interesantísimas conferencias el ilustre catedrático de este Centro y Decano de la Facultad de Letras don Cayetano Alcázar. Numeroso y escogido público acudió las tardes del viernes y el sábado a escuchar la autorizada palabra del cultísimo profesor que disertó sobre el tema, “Floridablanca”. En la primera de las conferencias celebrada el viernes a las seis y  media de la tarde el docto profesor estudió a Floridablanca en su relación con Murcia su tierra en el periodo 1728-1790 aportando el señor Alcázar abundancia de originales datos y exponiendo el desenvolvimiento del eximio estadista, en esos años, con la galanura y documentación peculiares en el conferenciante. Muchos aplausos y felicitaciones recibió el señor Alcázar al finalizar su primera conferencia. Ayer sábado, a la misma hora ofreció su segunda amena e interesante disertación el erudito catedrático. Describió el vivir y la actuación del conde de Floridablanca y su relación con nuestra ciudad desde 1791 a 1808, admirando a sus oyentes por el cabal estudio hecho y expuesto con la brillantez de conceptos y la facilidad de palabra que adornan al prestigioso catedrático. La selecta concurrencia tuvo para el señor Alcázar muy justas alabanzas y sinceros aplausos, a los que unimos sinceramente los nuestros lamentando que la falta de espacio que merecen. Parece ser que la Universidad, se dispone a editar estas admirables conferencias del distinguido profesor, con lo cual, a la vez que rendir el debido honor, al señor Alcázar tributará el delicado e interesante homenaje a la figura el preclaro murciano Conde de Floridablanca, para el cual tuvo el conferenciante especiales palabras de exaltación, ensalzando la justicia de los homenajes que Murcia le viene rindiendo.»

Otra significativa actividad de Alcázar en la Universidad de Murcia viene recogida el El Liberal  de 25 de abril de 1934, en cuyas páginas se anuncia un ciclo de conferencias de alta categoría, organizado por el activo decano de Filosofía y Letras, «a cargo de los siguientes profesores: Don Antonio Ballesteros, catedrático de la Universidad Central y académico. Doña, Mercedes Gaibrois de Ballesteros, académica de la Historia. Don Claudio Sánchez Albornoz, catedrático y académico. Don Cayetano Alcázar Molina, Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de esta Universidad que disertará sobre «Los revolucionarios españoles del siglo XVIII». Don Augusto Fernández de Avilés y Álvarez Ossorio, director del Museo Arqueológico provincial, sobre «Los problemas arqueológicos de la Región murciana». Don Andrés Sobejano Alcayna, bibliotecario de la Universidad, sobre «La pintura glosada por la Poesía» y «Eruditos murcianos». Dr. W. Bierhenke, Lector de alemán del Colegio Mayor, sobre «Investigaciones etnográficas en la huerta de Murcia».— «La barraca». Los días y horas serán anunciados oportunamente.» Sabemos por El Liberal del 13 de mayo que Ballesteros habló de «La génesis del descubrimiento de América» y que Mercedes Gaibrois lo hizo sobre «María de Hungría», pero Sánchez Albornoz, al parecer, no llegó a venir a Murcia.

Otras conferencias pronunció en Murcia Alcázar a lo largo de aquel 1934. Había comenzado en enero  con «La vida escolar en Murcia en el siglo XVIII» para la Asociación Profesional de Estudiantes de Derecho (F. U. E.) (El Liberal, 23 de enero) y cerró el curso con otra muy sugestiva, según las reseñas que los periódicos publicaron. En los salones de la Casa de la República, habló don Cayetano de «Alegría y dolor de España. Desde Quevedo a Unamuno», y es El Tiempo de 2 de junio, quien hace la más detallada reseña.

Ya no habrá noticias directas de las actividades públicas de don Cayetano ni durante 1935 ni durante 1936. Como sabemos, la guerra impidió que la Universidad de Murcia siguiera sus actividades, y sus catedráticos fueron destinados a otros centros. Cayetano Alcázar partió hacia Valencia, en octubre de 1937 para incorporarse a esa Universidad, por orden de la Subsecretaría de Instrucción Pública. Su relación directa con Murcia y con su Universidad había finalizado.

 

 

 

Isabel de Ambía, Amanda Junquera Butler

 

            Siempre en segundo plano, bien como esposa del catedrático universitario bien como amiga íntima de la escritora Carmen Conde, a lo largo de una convivencia personal entre ambas que duró medio siglo, Amanda Junquera Butler, con el seudónimo de Isabel de Ambía,  desarrolló también una actividad intelectual que en este perfil de Cayetano Alcázar merece ser recordada, ya que además de autora de bien valorados cuentos, realizo diversas traducciones y otros trabajos editoriales. El seudónimo elegido tiene que ver con la localidad gallega de Junquera de Ambía, de donde procedía su familia.

            Nacida en Madrid en 1898, casó con Cayetano Alcázar en 1928, tal como recogió la prensa murciana. En efecto, la prensa local se haría eco también de esta interesante noticia, aparecida el El Liberal 8 de julio de 1928: «En la iglesia parroquial de Santa Bárbara, de Madrid, han contraído matrimonio la distinguida señorita Amanda Junquera y el catedrático don Cayetano Alcázar, decano de la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia. La feliz pareja ha salido para el extranjero. Nuestra enhorabuena.»

            Y fue Amanda hasta la muerte de Cayetano su compañera inseparable, siempre atenta a lo que fuese necesario para hacer la vida de Cayetano, tan activa, posible. Juntos hicieron todos los viajes a los que Alcázar era tan dado tanto desde el punto de vista profesional como en los descansos veraniegos en viajes turísticos privados, en los que muchas veces fueron acompañados por Carmen Conde. Como recuerda Velarde Fuertes en su artículo de 1958, Amanda fue para Cayetano «compañera inseparable  de su vida […] que puso siempre en la melodía del alma de Alcázar un contrapunto de ternura, delicadeza y cultivada poesía».

 

Amanda Junquera junto a Carmen Conde, hacia 1940.

 

Amanda y  Carmen Conde (hacia 1940)

 

Su relación con Carmen Conde ha sido estudiada ya con cierto detalle. El 3 de febrero de 1936, en uno de los actos académicos de la Universidad Popular de Cartagena, que tuvo lugar en la Universidad de Murcia, Carmen Conde conoce a Amanda Junquera Butler. A las muy pocas semanas, Carmen Conde dedicaría a Amanda una prosa poética, «Naranja», fechada el 7 de marzo de 1936 y que permaneció inédita hasta que la incluyera en su libro de memorias Carmen en 1986: «Para Amanda, en memoria de esta primavera».

 

 

Amanda Junquera, Carmen Conde y Clemencia Miró, ante el magnolio del Jardín de los Frailes. El Escorial. Junio 1941.

 

Amanda con Carmen Conde y Clemencia Miró (El Escorial, junio 1941)

 

 La amistad entre ambas mujeres, fortalecida durante el transcurso de la inminente Guerra de España, se desarrolla de forma inmediata e impulsiva y se pone de relieve en una intensa correspondencia. El traslado de Carmen a Murcia, ya durante la Guerra, les va a permitir fomentar esa unión espiritual y personal, que se va a fortalecer aún más cuando sus maridos están fuera de la Región, uno en el frente de Baza (Antonio Oliver Belmás)  y otro desplazado a la Universidad de Valencia, y finalmente también movilizado en el mismo frente de guerra. Los destinos de Amanda y Carmen confluirán muchas veces en su itinerario, desde su estancia en el Parador de Ifach, durante el viaje a Valencia, donde Cayetano se había trasladado para dar clase de Historia de España, por ser la única Universidad abierta y estar en ella algunos amigos entrañables como Dámaso Alonso. Llegaron a Ifach el 27 de junio de 1937 y en el Parador permanecieron hasta el día 30. Y de allí a Valencia donde se matricularon en la Universidad: allí intimaron con Carmen Iglesias, Concha Zardoya y Josefina Escolano, conocida por el seudónimo de María de Gracia Ifach.

 

Cayetano Alcázar con Amanda, Antonio Oliver y la madre de Carmen Conde, María Paz Abellán

 (Navacerrada, 1948)

 

Tras la Guerra de España, en abril de 1939, Carmen y Amanda llegan a Madrid, procedentes de Valencia, y se refugian en casa de la hermana menor de Amanda. Allí permanecen hasta el cambio de domicilio de Cayetano Alcázar y Amanda Junquera, que alquilan una vivienda en el inmueble propiedad del poeta Vicente Aleixandre, en la calle Velintonia 5.  En esa casa vivirían hasta la muerte de Amanda en 1986, con mayor o menor presencia de Carmen por temporadas, en el piso superior de la casa que Vicente compartía con su hermana Conchita.

La presencia de Amanda Junquera da forma e intensidad a muchos de los versos de Carmen Conde en los que es posible advertir la amistad íntima de ambas así como las experiencias compartidas. El mejor ejemplo es el «Canto a Amanda», fechado en Velintonia el 14 de junio de 1945: «Los años que transcurren junto a ti / son sueño del que nunca he despertado / sin el hallazgo, Amanda, de tus ojos». Carmen Conde dedicó a Amanda muchos de sus libros, con dedicatorias de lo más expresivo, como hemos estudiado en nuestra aportación («Carmen Conde: dedicatorias a Amanda») al volumen En un pozo de lumbre. Estudios sobre Carmen Conde (Murcia, Fundación Cajamurcia, 2008).

 

 

Cayetano, Amanda, Carmen Conde y Eulalia Galvarriato

 (Jardines de Piquío, Santander, 1944)

 

También Cayetano Alcázar le dedicó algunos libros, con dedicatorias no menos expresivas, tal y como se lee en los ejemplares que se conservan en el patronato Carmen Conde Antonio Oliver de Cartagena. Así, en La colonización alemana de Sierra Morena: «A Amanda, A la plus grande, et plus sublime pettite de tout le monde, avec l' amour et le vie; a la Reine, a la Glorie; a Florence. Tout. julio-926 Alcázar.» O en Los hombres del reinado de Carlos III: D. Pablo de Olavide: «Para Amanda, por Amanda, en Amanda, con toda su pequeña gloria, y mi cariño Grande. Por el infinito Santo de las horas en que leímos juntos, y rezamos a Dios, con nuestro amor, caminando, las almas unidas, por la tierra. Siempre tu Tanito».

La única obra de creación de Isabel de Ambía publicada en forma de libro fue Un hueco en la luz, que, con prólogo de Joaquín de Entrambasaguas, se publicó en Madrid, en la colección Cuadernos de Literatura del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en 1947.

 

 

En Roma, septiembre de 1952

 

También realizó numerosas traducciones, desde 1942: Mediterráneo báltico de Ana María Speckel , que publica Espasa-Calpe, en 1942 con prólogo suyo; Eugenio de Saboya de Alejandro Tassoni Estense, también con prólogo de Isabel de Ambía (Madrid, Espasa-Calpe, 1943); La poesía con Juan Ramón [Jiménez], del hispanista italiano Carlos Bo, con prólogo de José María Alfaro (Editorial Hispánica, 1943); El duque de los Abruzzos y sus empresas de Adriano Augusto Michieli, con nota preliminar suya (Madrid, Espasa-Calpe, 1943); Personajes de la Inquisición de William Thomas Walsh, con prólogo de Cayetano Alcázar (Madrid, Espasa-Calpe, 1948 y con reediciones en 1953 y 1963). Y Memorias. La edad de los secretos, traducción de Le temps des secrets de Marcel Pagnol (Barcelona, Juventud, 1963). Y prologó el libro Vivir y cavilar de José María Chacón y Calvo (Barcelona, [Seminario de Literatura Española de la Universidad] , 1950). En enero-marzo de 1952, el número 1, inaugural de la Revista de Literatura del CSIC, recogió su relato «Por el sueño». En ese mismo número colaboraban varios amigos: Vicente Aleixandre, con «El árbol», Carmen Conde, con «Dos poemas», Rafael Morales, con «A la rueda de un carro», y Camilo José Cela, con «Tres geografías».

            Realizó también algunos ensayos que fueron publicados en monográficos y homenajes: «La obra de Concha Espina» con Irene Behn (Cuadernos de Literatura Contemporánea, 1, 1942);  «Junto a Gabriel Miró» (Cuadernos de Literatura Contemporánea, 5-6, 1942); «Don Ramón del Valle Inclán en Roma», (Cuadernos de Literatura Contemporánea, 1942); «Magia en la vida y en la obra de don Ramón María del Valle-Inclán», (Cuadernos de Literatura Contemporánea, 18, 1946);  «Homenaje a Gabriela Mistral» en Gabriela Mistral premio Nobel, Madrid, Talleres de Blass 1946, en el que también colaboran Vicente Aleixandre, Gerardo Diego, Consuelo Bergés, Dámaso Alonso, Carmen Conde, Clemencia Miró, Concha Zardoya, Antonio Oliver, Antonio Espina, Gregorio Marañón, Amira de la Rosa-Ginés de Alvareda, Carlos Bousoño, Ángel Valbuena Prat y Josefina Romo Arregui.

 

 

En la Plaza de San Marcos de Venecia, leyendo la Stampa (septiembre 1952)

 

En 1947, la Antología española de Francisco Broch y Llop, en su cuarta edición (Padua, CEDAM, 1947), incluye los textos de Amanda «Don Ramón del Valle Inclán en Roma» y «Junto a Gabriel Miró», precedidos de una breve semblanza de la autora. En 2006 ha sido incluida por Isabel Díez Ménguez, en su Antología de cuentistas madrileñas (Madrid, La Librería, 2006).

Amanda Junquera Butler murió en Madrid el 27 de diciembre de 1986. Su entierro tuvo lugar, en la intimidad, el día 28 en el cementerio de Torrelodones.

 

 

Esquelas

 

 

Labor historiográfica

 

            El estudio y la valoración de la obra historiográfica de Cayetano Alcázar ya la llevaron a cabo sus discípulos José Cepeda Adán y Juan Velarde Fuertes, con títulos más que sobrados, en los artículos publicados a raíz de la muerte del catedrático y posteriormente. Recientemente el historiador Juan Hernández Franco, al abordar la nueva edición del libro de Alcázar sobre Floridablanca, dedicó un pormenorizado estudio preliminar al análisis de la labor investigadora de nuestro personaje, con referencias detenidas a todas y cada una de sus obras y en especial a sus exégesis sobre el político murciano de Carlos III, al que don Cayetano dedicó estudios durante toda su vida.

 

 

Con Lola Planes, Valbuena Prat y José Planes y Paquita Briones (esposa de Valbuena) (años 50)

 

El primer trabajo historiográfico de Cayetano Alcázar lo publica cuando todavía es estudiante, a los veinte años, en la revista de su Universidad, por él fundada, Filosofía y Letras, con el título de «La prensa política en las Cortes de Cádiz. Apuntes para su estudio», aunque su dedicación investigadora iría enseguida por otro camino, conducente a la realización de la tesis doctoral y especializándose en la historia del correo en España, ámbito profesional que, como funcionario por oposición de Correos, le era muy próximo. Obtuvo el titulo de doctor y publicó diversos estudios como El espíritu corporativo de la posta española y la Historia del correo en América. Notas y documentos para su estudio, que contaría con el ya citado prólogo de José Ortega y Munilla. Ambos aparecieron en 1920. En 1928 todavía publicaría una aportación más a este ámbito de investigación: Los orígenes del correo moderno en España. Dado que para el trabajo e la tesis tuvo que especializarse en documentación sobre historia de América, nunca abandonó su perfil americanista, a los que volvería con algunos trabajos relacionados con la historia de América, como Conquistadores y virreyes españoles en América, de 1930, o Los virreinatos en el siglo XVIII, de 1936.

 

 

 

 

El libro sobre Floridablanca en su última edición (2008)

 

 

            Uno de lo objetos de estudio de Alcázar, al que dedicó más atención a lo largo de su carrera, como ya hemos señalado, fue el conde de Floridablanca, que ya aparece en uno de sus más tempranos estudios, La responsabilidad en la Historia de España. Memoria leída en el Ateneo de Madrid, el día 22 de enero de 1923, y que continuará en el libro de 1929, El conde de Floridablanca (notas para su estudio), y, sobre todo en el de 1934, El Conde de Floridablanca, su vida y su obra, hasta llegar a lo artículos de los años cincuenta publicados en la Revista del Instituto de Estudios Políticos, titulados «España en 1792. Floridablanca. Su derrumbamiento del gobierno y sus procesos de responsabilidad política» (1953) e «Ideas políticas de Floridablanca. Del despotismo ilustrado a la Revolución francesa y Napoleón (1766-1808)» (1955).

Juan Hernández Franco, que se ha ocupado en diversos escritos de las aportaciones de Alcázar al estudio de Floridablanca, resume en 2009 sus aportaciones con esta síntesis: «En el siglo xx, Moñino ha tenido en Cayetano Alcázar Molina a uno de sus principales biógrafos. El enorme trabajo desarrollado sobre el ministro, le lleva a situarlo como uno de los hombres claves del despotismo ilustrado español promotor de una “revolución desde arriba”, y, en concreto, como “uno de los pocos hombres de Estado que España ha tenido en su Historia contemporánea”. Cayetano Alcázar además de un excelente conocedor del método historicista, era un regeneracionista y, en su ontología, concedía enorme valor a lo español, a España y a los principios derivados del catolicismo. Por eso opina que Floridablanca, aun siendo un hombre del siglo xviii, “se parece más al espíritu de catolicidad y lucha de España con el que [se] asocia al siglo xvi” que al espíritu nórdico que se atribuye a la decimoctava centuria y del que son buena muestra las pelucas y casacas, el volterianismo y el jansenismo y su consecuencia: el impulso destructor, que había prendido en “sus clases directoras”, comenzando por el rey y continuando por la nobleza e, incluso, afectando a los obispos. Aunque finalmente, en vísperas de la revolución francesa, España da marcha atrás, se aleja del ser nórdico, recupera su esencia de Levante. En una palabra: “retrocede de nuevo”. Y a ese hombre del Levante,  “magnífico español” en la ejecución del programa de reformas, Alcázar le atribuye bastantes más méritos que a Carlos III,  “[que] dejaba hacer a sus ministros; [que] reinaba pero no gobernaba”. Por el contrario los ministros, y en particular Floridablanca, se sintieron atraídos por los principios ilustrados y querían alejar a  “España de hondas y tradicionales raíces”,  a la vez que deseaban una  “humanidad mejor”, haciendo uso de paliativos renovadores. Por todo ello, Alcázar denomina a Floridablanca y a los restantes representantes del despotismo ilustrado —situándose en el tiempo histórico del antiguo régimen— “los revolucionarios de entonces”.»

Una conferencia pronunciada el día 10 de mayo de 1926 en el Centro de Intercambio Intelectual Germano-Español sobre La colonización alemana de Sierra Morena representa el inicio de otra de sus dedicaciones que culmina en estudios posteriores como el titulado Los hombres del reinado de Carlos III. D. Pablo de Olavide (el colonizador de Sierra Morena), de 1927 y el discurso leído en la solemne inauguración del curso académico 1929-1930, en la Universidad de Murcia, sobre Las colonias alemanas de Sierra Morena.

 

 

Con Carmen Conde, Eulalia Galvarriato, Amanda y Petra Fernández de las Redondas (madre de Dámaso Alonso) (Santander, agosto, 1944)

 

Uno de los trabajos más entrañables para el propio autor, fue el volumen que dedicó al estudio de la revista Filosofía y Letras que él mismo había llevado adelante con algunos compañeros universitarios como Pedro Sainz Rodríguez. Publicado en 1953, defendía el sentido universitario y el carácter innovador y amistoso de la revista, y en la presentación del volumen, según recuerdan sus discípulos, la emoción acudió a sus palabras cuando evocaba a ese grupo de amigos entrañables que hicieron la revista. Como escribe Cepeda, «para todos tiene  unas palabras de cariño y quiere de este modo salvar los esfuerzos de una generación que amaba a España y luchaba desde los claustros de la Universidad con su espíritu nuevo.» 

            En la bibliografía que se ofrece a continuación, se advertirá que los intereses de Alcázar se irán abriendo hacia otros campos de investigación, siempre en los ámbitos e la Edad Moderna, siglo XVIII, Ilustración y Romanticismo, y que en sus últimos meses estaba embarcado en la magna empresa de la edición de la Historia de España de Aguado Bleye, en la que colaboró en diferentes ediciones.

Nota final: Agradezco a Caridad Fernández e Isabel Ortuño, del Patronato Carmen Conde-Antonio Oliver de Cartagena, su colaboración en la consulta de la documentación referente a Cayetano Alcázar así como en la recopilación de la información gráfica, y a su Director el Dr. Cayetano Tornel Cobacho las facilidades que me han permitido contar con un fondo documental tan valioso.

 

 

 

Bibliografía de Cayetano Alcázar Molina

 

La juerga de la estudiantina (Libros, patronas, aulas y …), prólogo de Miguel de Unamuno, Madrid, La Itálica, 1916.

 

«La prensa política en las Cortes de Cádiz. Apuntes para su estudio», Filosofía y Letras, IV, abril-mayo, 1917.

 

Las mujeres que estudian, segunda parte de La juerga de la estudiantina, Bilbao, 1917.

 

«El gran libro de Lumis», Filosofía y Letras, VI, 1919.

 

«El platero Francisco Álvarez, autor de la custodia del Ayuntamiento de Madrid»,  Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, 1919.

 

El espíritu corporativo de la posta española, Madrid, Imp. y Lit. Artísticas A. de Ángel Alcoy, 1920.

 

Historia del correo en América. Notas y documentos para su estudio, prólogo de José Ortega y Munilla, Madrid, Sociedad de Historia Hispanoamericana, M. Rivadeneyra, 1920.

 

El Imperio español desde el punto de vista americano, del profesor Merriman, de la Universidad de Harvard. (Conferencia leída en el Ateneo de Madrid), traducción,  1922.

 

El gigante enfermo, de Guillermo Ferrero, traducción, Revista de Comunicaciones, julio y agosto de 1922.

 

La responsabilidad en la Historia de España. Memoria leída en el Ateneo de Madrid, el día 22 de enero de 1923, en la Sección de Ciencias históricas por el Secretario Primero, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1923. 

 

Prólogo a Ricardo Ortiz Vivas, Apuntes para la historia del Correo. Historia de los carteros urbanos,  Madrid, [s.n.], 1924.  

 

La colonización alemana de Sierra Morena. Páginas escritas con los datos utilizados en la conferencia pronunciada el día 10 de Mayo de 1926 en el Centro de Intercambio Intelectual Germano-Español por Cayetano Alcázar Molina, Madrid, Centro de Intercambio Intelectual Germano-Español, 1926. Conferencias dadas en el Centro de Intercambio Intelectual Germano-Español 6.

 

 

 

El libro sobre Floridablanca de 1935

 

 

 

D. Gabriel José de Landaluce y sus relaciones con los emigrados en París. Documentos para la historia de los emigrados D. Juan Prim y D. Manuel Ruiz Zorrilla, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1926.

 

Los hombres del reinado de Carlos III. D. Pablo de Olavide (el colonizador de Sierra Morena), Madrid, Biblioteca Hispania. Serie F: Historia Patria, Voluntad, 1927.

 

Los orígenes del correo moderno en España, Madrid, Imprenta Municipal, 1928. Tirada aparte de la Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo del Ayuntamiento de Madrid.

 

El conde de Floridablanca (notas para su estudio), Madrid, Publicaciones de la Universidad de Murcia, Sucesores de Rivadeneyra, 1929.

 

Las colonias alemanas de Sierra Morena. (Notas y documentos para su historia),  discurso leído en la solemne inauguración del curso académico 1929-1930, Publicaciones de la Universidad de Murcia,  Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1930.

 

Conquistadores y virreyes españoles en América, Madrid, Barcelona-Buenos Aires, El Libro del Pueblo, Compañía Ibero-Americana de Publicaciones, [1930].

 

«El despotismo ilustrado en España», Bulletin du Comité International des Sciences Historiques, 20, juillet 1933, págs. 727 -751.

 

Los hombres del despotismo ilustrado en España. El Conde de Floridablanca, su vida y su obra, I, Murcia, Instituto de Estudios Históricos de la Universidad de Murcia, 1934.

 

Programa de Historia de España, Murcia, Universidad, 1935.

 

Joaquín Báguena, El cardenal Belluga: su vida y su obra, estudio preliminar de Cayetano Alcázar y Andrés Sobejano, Murcia, Instituto de Estudios Históricos de la Universidad de Murcia, 1935.

 

El conde de Floridablanca. Siglo XVIII, Madrid, Biblioteca de la Cultura Española,     M. Aguilar, s. a.  [1935].

 

«Floridablanca y el Arte», Boletín de la Junta del Patronato Provincial de Bellas Artes de Murcia, 1935.  

 

«Los virreinatos en el siglo XVIII», Historia de América y de los pueblos americanos, dirigida por Antonio Ballesteros y Beretta, Barcelona, Salvat, 1936.

 

«Azara y el despotismo ilustrado», Colección de Estudios Históricos, Jurídicos, Pedagógicos y Literarios (Mélanges Altamira). Treinta y dos monografías de Historia de España, Historia de América, Historia y Crítica Literarias, Derecho y Pedagogía, escritas por autores españoles y extranjeros, y ofrecidas a D. Rafael Altamira y Crevea con motivo de su jubilación como catedrático y del cumplimiento de sus 70 años de edad, Madrid, C. Bermejo, 1936.

 

El Imperio español. Su evolución y decadencia, Madrid, s.n., 1940.

 

«Carlos V y su amor a España», Revista Nacional de Educación, 7, 1941, págs. 51-60.

 

La mission de l'Espagne, par C. Alcázar...et al., Paris, Plon, Collection Occident, Études Hispaniques, 1941.

 

«En el centenario de Boscán», Revista de la Universidad de Madrid. Letras. III, Madrid, 1943, págs. 141-152.

 

«Las comunidades de Castilla», Escorial, 41, 1944, pág. 9-38.

 

«Los virreinatos en el siglo XVIII», Historia de América y de los pueblos americanos, dirigida por Antonio Ballesteros y Beretta, t. XIII, Barcelona-Buenos Aires, Salvat, 1945.

 

«Aportación a la polémica sobre la Inquisición española», Revista de Estudios Políticos, 21, 1945, págs. 140-157.

 

«Libros recientes de historia de la época del gobierno español en tierras de Flandes», Hispania, Vol. 7, n. 27, abr.-jun. 1947, págs. 303-307.

 

«Formación científica del historiador moderno», Primer curso de metodología y crítica históricas sobre formación técnica del moderno historiador, Madrid, Estado Mayor Central del Ejército, Servicio Histórico Militar, 1948, págs. 145-160.

 

Conquistadores y virreyes españoles en América, Barcelona-Buenos Aires, CIAP, 1950.

 

Prólogo a María del Carmen Mazarío Coleto, Isabel de Portugal, emperatriz y reina de España, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Escuela de Historia Moderna, 1951. 

 

«Historia de los Carteros de Madrid en el siglo XVIII», Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo del Ayuntamiento de Madrid, XX, 1951, págs. 57-74.

 

El Madrid del dos de Mayo, Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 1952.

 

Prólogo a María Josefa Carpio, España y los últimos Estuardos, Madrid, Facultad de Filosofía y Letras. Seminario de Historia Moderna, 1952.

 

Prólogo a María Montáñez Matilla, El correo en la España de los Austrias, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Escuela de Historia Moderna, 1953.

 

Historia de una revista. “Filosofía y Letras”, Madrid, Universidad de Madrid, Facultad de Filosofía y Letras, 1953.

 

Prólogo a William Thomas Walsh, Personajes de la Inquisición, traducido del inglés por Isabel de Ambía, Madrid, Espasa-Calpe, 1953.

 

«España en 1792. Floridablanca. Su derrumbamiento del gobierno y sus procesos de responsabilidad política», Revista de Estudios Políticos, 71, 1953, págs. 93-138.

 

Manual de historia de España por Pedro Aguado Bleye y Cayetano Alcázar Molina, t. III: Casa de Borbón, España contemporánea, 6ª edición,  Madrid, Espasa-Calpe, 1954-1958. 7ª edición, 1956.  9ª ed., 1963-1964. 11ª ed., 1974.

 

«Ideas políticas de Floridablanca. Del despotismo ilustrado a la Revolución francesa y Napoleón (1766-1808)», Revista de Estudios Políticos, 79, 1955, págs. 35-66.

 

La Escuela y el Seminario de Historia Moderna, Madrid, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid. Escuela de Historia Moderna del C.S.I.C., 1955. 

 

Prólogo a José Cepeda Adán, En torno al concepto del Estado en los Reyes Católicos, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Escuela de Historia Moderna, 1956.

 

Pedro Aguado Bleye, Cayetano Alcázar Molina, Ilustración, despotismo y Revolución francesa en la España del siglo XVIII, separata del Manual de Historia de España, t. III. Madrid, Espasa-Calpe, 1956, págs. 350-369. Tirada especial exclusiva para los alumnos del Seminario de la Cátedra de Historia Moderna de España de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid.

 

«La política postal española en el siglo XVI en tiempo de Carlos V», Carlos V (1500-1558). Homenaje de la Universidad de Granada, Granada, Universidad de Granada, 1958, págs. 219-232.

 

"Felipe II y su tiempo", prólogo a Luis Fernández y Fernández de Retana, España en tiempo de Felipe II (1556-1598), Historia de España de Menéndez Pidal, Madrid, Madrid, Espasa Calpe, 1958, tomo XIX, págs. VII-XLIV.

 

«La conciencia española en Cerdeña», Atti del VI Congresso Internazionale di Studi Sardi, Cagliari, Cagliari, Centro Internazionale di Studi Sardi, 1961, págs. 507-521.

 

Los hombres del despotismo ilustrado en España. El Conde de Floridablanca, su vida y obra, prólogo de Juan Hernández Franco, Murcia, Universidad de Murcia, Servicio de Publicaciones, 2008.

 

 

Historia de una revista (1953)

 

 

 

Bibliografía sobre Cayetano Alcázar Molina

 

«Nuevos rectores de la educación popular española”, Revista Nacional de Educación, 58, enero 1946, págs. 86-103.

 

[Contreras y López de Ayala, Juan de], El Marqués de Lozoya, «Ballesteros y la actual generación de historiadores», Revista de Indias, 41, julio-diciembre 1950, pág. 705.

 

Riquelme Sánchez, José, «Cayetano Alcázar, ilustre investigador del siglo XVIII», Posta Española, 144, 1956, págs. 19-20.

 

Palacio Atard, Vicente, «Ha muerto Cayetano Alcázar», Arbor, 41, 1958, 153-154, págs. 130-135

 

Cepeda Adán, José, «Necrología. Don Cayetano Alcázar Molina», Hispania, 72, julio-diciembre 1958, págs. 441-445.

 

Oliver Belmás, Antonio, «En memoria de Cayetano Alcázar», La Verdad, 21 de septiembre de  1958, pág. 5.

 

Conde, Carmen, Réquiem por Cayetano, viñeta de Eduardo Vicente, Madrid, La Gráfica Comercial, 1958.

 

Conde, Carmen, «Cayetano Alcázar, Catedrático de Historia de España», Índice Literario de El Universal, Caracas, 2 de julio  de 1959.

 

Cepeda Adán, José, «Cayetano Alcázar Molina», Anales del Instituto de Estudios Madrileños, 1, 1966, págs. 59-64.

 

Pasamar Alzuria, Gonzalo, «La profesión de historiador en la España franquista», en Carlos Forcadell-Ignacio Peiró, (eds.), Lecturas de la historia. Nueve reflexiones sobre historia de la historiografía, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2001, págs. 151-165.

 

Hernández Franco Juan, «Cayetano Alcázar Molina: profesor de la Universidad de Murcia e historiador de Floridablanca», en Cayetano Alcázar Molina, Los hombres del despotismo ilustrado en España. El Conde de Floridablanca, su vida y obra, Murcia, Universidad de Murcia, Servicio de Publicaciones, 2008, págs. I-XXIX.

 

Vélez, Palmira, La historiografía americanista en España 1755-1936, Madrid-Frankfurt, Iberoamericana Vervuert, 2008.

 

Hernández Franco, Juan, «Pasado y presente de Floridablanca como objeto de la Historia», El conde de Floridablanca y su época, Melanges de la Casa de Velázquez, 39-2, 2009, págs. 163-186.

 

García Cárcel, Ricardo, «El reformismo de Floridablanca», ABC Cultural, 7 de febrero de 2009, pág. 20.

 

Blasco Gil, Yolanda-Mancebo Alonso, María Fernanda,  Oposiciones y concursos a cátedra de historia en la universidad de Franco (1939-1950), Valencia, Universidad de Valencia, 2010.

 

 

En la Alhambra (Granada, febrero 1948)